Me pasa la Sal por favor

Sentirse espiritual en Iom Kipur es sencillo. Ninguna comida, ningún negocio, ninguna relación conyugal, y largas horas de rezo en la sinagoga conducen a intensas sensaciones angélicas. No es extraño que tantas religiones valoren el ascetismo, exigiendo alejarse por completo de las tentaciones terrenales. Las largas horas de meditación, el ayuno y la vida en un monasterio aislado, son el camino más seguro hacia una vida de espiritualidad.

La Torá, sin embargo, tiene una perspectiva muy diferente. La porción semanal comienza con la mención de la muertes de Nadav y Avihu, un castigo por su decisión de permanecer espirituales. Di-s quiere que caminemos por una cuerda floja. Quiere que nos casemos, que vayamos a trabajar y que comamos las abundantes comidas del Shabat y de las festividades, y que en ese mismo momento estemos en la cima de la espiritualidad y la santidad. Una tarea dificil. ¿Cómo se vive simultáneamente en dos mundos contradictorios: el mundo del espíritu y el mundo de lo material?

Cada mitzvá está compuesta por un cuerpo y un alma. El cuerpo es el acto físico que se nos ordena hacer, o evitar. El alma es la lección que imparte la mitzvá, su mensaje que debemos implementar en nuestras vidas. La prohibición de consumir sangre, que también se discute en la Parashá de esta semana, así como el proceso de su eliminación, nos enseña una poderosa lección sobre el enfoque de nuestra relación con el mundo. No siempre podemos lidiar con lo Divino, o incluso con la «humanidad». También tenemos que lidiar con los aspectos «animalísticos», completamente no espirituales, de la vida cotidiana. El consumo de carne animal es una metáfora de estos momentos del día. La sangre representa calor, vida y pasión. La Torá nos ordena eliminar toda la «sangre» de nuestras actividades mundanas: ser parte en el mundo, pero sin demasiado entusiasmo. ¿Cómo es posible esto? A través de la sal. La sangre se elimina de la carne mediante un proceso de salado. La Torá describe el pacto entre Di-s y su nación como un «pacto de sal». Los comentaristas explican que la sal nunca se descompone. Permanece eternamente fresca, de la misma manera que nuestra relación con Di-s, que nunca se extingue .Curiosamente, el símbolo de nuestra relación con Di-s es un alimento que independientemente es incomible. Su propósito principal es agregar sabor a prácticamente todos los demás alimentos. De manera similar, nuestra relación con Di-s está destinada a dar un «sabor» espiritual y significado a todos los demás aspectos de nuestra vida.

Tenemos que poner sal a cada parte de nuestra vida, como ser en nuestro lugar de trabajo, en nuestra mesa, en nuestro gimnasio, e incluso en nuestras vacaciones. Cuando nuestro amor por Di-s y nuestro deseo de Servirle con cada parte de nuestro ser es nuestra principal motivación, entonces todo lo que hacemos es para Él. Comemos y hacemos ejercicio para que tengamos la fuerza para Servirle, trabajamos para tener los medios para Servirle, etc.

Por: Naftali Silberberg

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