Hermanos de sangre

El Brooks en una de sus rutinas de “Two thousand Year Old Man”, tiene una línea en la define una “tragedia”. “Digamos que estaba por cortar mi dedo, bueno, es trágico, terrible. ¡Me duele! Pero si veo que una persona se tropieza y cae muerto en el acto, ¿qué me importa? No es mi problema” Compara eso con el versículo que dice “Ama a tu semejante como a ti mismo, Yo soy tu Di‐s” (Levítico 19:18) Esto demanda de nosotros que demostremos amor hacia otro judío de igual forma que nos queremos a nosotros mismos. ¿Cómo es posible amar al otro como a uno mismo? Recordando que Yo soy tu Di‐s, igualando el acto de amor de uno hacia su hermano con el amor hacia Di‐s.

La conexión del alma de un judío con Di‐s, esta replicada en la conexión entre judíos. Rechazar a un iehudí es equivalente a rechazar a Di‐s. ¿Cuál es tu prioridad? Dibuja en tu mente un retrato de ti mismo. Ahora agrega en tu imagen a un judío Yeminita con piel oscura, luego a un Jasid con su uniforme.

Introduce un etíope, un turista Americano y un granjero Israelí. ¿Qué tienen que ver todas estas personas contigo? No compartes el lenguaje, la cultura ni pigmentación con ninguno de ellos.

Sin embargo, son familia. Cuando algo malo les pasa, Di‐s no lo permita, esa conexión despertará en ti y querrás ayudarlo. Piensa en tu familia. La relación con tus hermanos es absoluta. Compartimos la sangre, padres y genes. Vivir en diferentes países no destruirá esa co‐nexión. Similarmente ocurre con los iehudim.

Nuestras diferencias son físicas, nuestras cosas en común son espirituales. Superficialmente podemos vernos diferentes, pero nuestro común denominador es nuestra alma.

Nuestra alma judía es una parte propiamente dicha de Di‐s. Desde la perspectiva del alma somos más que hermanos, más bien gemelos idénticos, con una padre en común, Di‐s. Cuando el énfasis de uno es el alma, entonces podemos lograr armonía entre todos los judíos.

El idéntico ADN espiritual que tenemos, es el código de nuestro destino en común y de poder sentir el amor y parentesco que uno tiene hacia el otro. Vivir en diferentes países no destruirá esa conexión.

El judaísmo y la donación de órganos


Ell Judaísmo considera la vida sagrada. Por esta razón, donando un órgano para salvar una vida es el acto más alto de virtud. Pero a veces, precisamente porque la vida es sagrada, la donación de órganos es problemática.

La ley judía distingue entre órganos donados durante la vida y donación del órgano después de la muerte. Mientras se está vivo, donar un órgano sin el que se puede vivir, como un riñón, o médula ósea o sangre para salvar o mejorar otra vida es uno de los más grandes actos que se podría realizar.

En la teoría, lo mismo debe aplicarse a los órganos donados después de la muerte. Siendo que salvar vidas está por encima de casi todo, la oportunidad de hacerlo después de la muerte no sólo debería ser aceptable sino incluso obligatorio.

Pero en la práctica, esto presenta una preocupación mucho más seria. Para ser utilizable en un trasplante, la mayoría de los órganos tienen que ser quitados mientras el corazón todavía está latiendo. Pero la ley judía mantiene que si el corazón todavía funciona, la persona está viva. El momento de muerte se define cuando el corazón se detiene. Así que quitar los órganos de un paciente declarado con muerte cerebral mientras el corazón todavía está latiendo, es equivalente al homicidio.

Mientras el mundo médico y legal ha aceptado la muerte cerebral como una nueva definición de muerte, la inmensa mayoría de expertos en la ley judía no. Manosear la definición de muerte es empezar un camino que puede llevar a problemas éticos mayores. Esta es una pregunta de vida y muerte. Necesitamos de una sabiduría más elevada para guiarnos. No quisiera tener que decidir lo que es correcto o incorrecto basado en mi propia opinión subjetiva y sentimientos.

Agradezco a Di‐s que tenemos la Torá para darnos claridad en estos difíciles problemas

Como criticar con amor

Criticar a otra persona, no está prohibido. Sólo que hay un par de condiciones para prestar atención antes de comenzar.

La primera condición es asegurarse de que esta persona es tu mejor amigo. Ellos son los únicos que vale la pena criticar, no porque te escucharán, sino porque también tú corres menos riesgos de convertirlos en tus peores enemigos. Si la persona, que sientes la necesidad de criticar, no es tu mejor amigo, entonces precisarás pasar más tiempo con él. Averigua todo lo bueno sobre él, y busca la manera de ayudarlo. Eventualmente, se desarrollará una amistad.

También, tendrás que asegurarte que esta persona posea el mismo conocimiento, entendimiento y perspectiva sobre lo correcto e incorrecto que tú, antes de atacar sus decisiones. Si no es así, tendrás que pasar más tiempo estudiando y discutiendo juntos hasta que puedas apreciar y ver el punto de vista del otro. Una vez que ambos están en el mismo espacio de Torá y observancia de las mitzvot, y él es un buen amigo, está bien criticar, si es necesario. Y si recuerdas lo que había para criticar.

Si todavía no has tenido éxito en mejorar tu criterio de ser crítico, y sientes la necesidad de seguir criticando, hay una alternativa: Siéntate y critícate a ti mismo, desde el fondo de tu corazón, hasta que la otra persona escuche. Si viene de tu corazón, entrará en su corazón también.

Hay solo una manera de acercar a la gente a la Torá, ya sea tu amigo, cónyuge, hijo, o un completo extraño. No es con crítica, ni con argumentos, ni con juegos intelectuales; sino es atraerlos con las cuerdas del amor, mostrándoles tu fe en lo que ellos son y con acciones reales.

El amor puede fallar, y debemos saber que puede fallar. Ya que si el amor siempre fuera recíproco, ¿cómo podría haber amor sincero? Cada persona tiene libre albedrío. Sin importar qué tan fuerte tires de las cuerdas del amor en la dirección correcta, siempre dará la espalda y se escapará.

Pero si ya has hecho lo tuyo, has mostrado amor. Y ¿cuál es la recompensa de la Mitzvá del amor? Es la elevación de tu alma, y su alma, y la iluminación de la Luz Infinita sobre la comunidad de Israel y en todo el mundo. Es toda la Torá.

¿Cómo aprendemos?


El aprendizaje se lleva a cabo en tres etapas: vaciar el recipiente, convertirse en un recipiente y llenar un recipiente.

Vaciar la vasija: antes de que podamos aprender, tenemos que vaciar nuestra mente de ideas preconcebidas, pensamientos, cualquier conocimiento que tuviéramos antes de llegar a la clase. Incluso las respuestas y las preguntas deben eliminarse.

En resumen, debemos tener espacio en nuestra mente para recibir. En la medida en que tengamos pensamientos, propios o de lecciones anteriores, no podremos recibir lo que el maestro desea darnos en esta lección. (A este respecto, se dice de Rabí Zera que ayunó cien ayunos para poder “olvidar” el Talmud de Babilonia, a fin de aprender el Talmud de Jerusalém). Entonces, para aprender, debemos venir con una mente abierta o vacía.

Y a veces eso significa que primero debemos desaprender ideas o “hechos”. Convertirse en un recipiente: La primera etapa por su naturaleza es pasiva. Requiere una negación del yo, una eliminación del ego.

Sin embargo, si todo lo que hacemos es escuchar y recibir, no hemos asimilado la lección, no la hemos hecho nuestra. La siguiente etapa, entonces, requiere que trabajemos con el material, lo cuestionemos, discutamos sobre él, luchemos con él. En esta etapa, debemos usar nuestro intelecto; debemos activar y comprometer nuestro ego.

Llenar el recipiente: La etapa final del aprendizaje ocurre cuando el estudiante alcanza el nivel del maestro, cuando el estudiante no entiende en resumen o por alusión, pero capta todas los alcances de una idea. El alumno que comprende los conceptos en profundidad, y más aún, el alumno que puede aportar sus propios conocimientos, ese alumno se ha convertido en un igual al maestro.

Sin embargo, para hacerlo, el estudiante debe extenderse, trascender sus limitaciones intelectuales y, en cierto modo, superarse a sí mismo. Si el aprendizaje en general sigue este proceso de tres etapas, entonces este procedimiento se aplica aún más cuando el tema a adquirir es el conocimiento Divino contenido en nuestra sagrada Torá.

Primero, debemos anularnos, dejar de lado nuestras concepciones ‐ o preconcepciones ‐ de lo que es la Torá o lo que la Torá requiere. Como declaramos en el Sinaí, “haremos y aprenderemos” ‐ primero, como sirvientes, seguimos las instrucciones, no porque las comprendamos o estemos de acuerdo, sino porque eso es lo que debemos hacer.

A continuación, sin embargo, debemos luchar para comprender, entender y poseer la Torá a nivel intelectual y personal. Pero si nos detenemos ahí, nuestra comprensión de la Torá corre el riesgo de ser medida y limitada por nuestra propia capacidad intelectual. Nuestras mentes humanas, incluso las más grandes, no pueden contener la Torá.

Por lo tanto, debe haber otra etapa final: el “salto cuántico” de la inspiración Divina. A través de las dos primeras etapas creamos las condiciones para la tercera, una mini‐revelación, por así decir una recreación en miniatura dentro de cada judío, de la entrega de la Torá.

¿Por qué celebrar en una tumba?

Rabi Shimón Bar Iojai, fue uno de los más grandes sabios del pueblo judío. Alumno de Rabi Akiva, vivió en la época de las persecuciones romanas. Se decía de él que toda mujer debe orar para que su hijo pueda emularlo, y que por lo excepcional que era, su mérito fue suficiente para proteger a toda su generación.

Los romanos condenaron a Rabí Shimón a muerte por sus declaraciones contra el gobierno. Pasó a la clandestinidad junto con su hijo Elazar. Se escondieron en una cueva durante 12 años, pasando ese tiempo estudiando Torá.

Cuando salieron, se habían elevado a tales alturas de santidad y comprensión Divina que veían el mundo desde una perspectiva diferente de la persona promedio.

Compuso muchos volúmenes de comentarios de la Torá, pero es más conocido por el Zohar, la obra fundamental de la Cábala. Rabí Shimón pidió que el aniversario de su muerte, 33 del Omer, esté marcado por grandes celebraciones, especialmente en el lugar de su tumba en Merón.

Es inusual celebrar en un Iortzait así. Una fuente de esta antigua costumbre se basa en el hecho de que la sentencia de muerte contra Rabí Shimón fue anulada por un milagro. Ya que a los asesinados por los romanos se les negaba sepultura, la celebración es en su tumba, y Rabi Shimón murió de muerte natural.

La antigüedad y la continuidad de estas costumbres se evidencian por los registros en el diario de un viajero que data de 1522, “… El 15 de Iyar una gran caravana se formó en Meron, más de mil almas estaban allí, porque muchos vinieron de Damasco con sus esposas e hijos, y la mayoría de la comunidad de Safed, y toda la comunidad de Levukim, que es un pueblo cerca de la cueva donde Rashbi y su hijo estaban escondidos… y pasamos dos días y dos noches [coincidiendo con Lag Baomer] de celebración y regocijo”.

¿POR QUÉ CELEBRAR EN UNA TUMBA?

Y a mi ¿Qué me cambia?

Quienes son padres de adolescentes conocen muy bien esta frase. Y seguramente,en el momento de escucharla, hierven cual una pava. Sin embargo, si analizamos concuidado esta expresión, veremos que lo que los jóvenes desean, es descubrir la relación que existe entre ellos y lo que se les transmite y además cómo influye ello en sus vidas.

En realidad, en el judaísmo, cada persona (sea adolescente o ya haya pasado esa etapa) debe cuestionarse el “en qué me cambia”. Estamos frente a Lag Baomer, el día dela elevación y alegría de Rabí Shimón Bar Iojai.

El Rebe de Lubavitch nos señala algunas de las enseñanzas y vivencias de Rabí Shimón, indicándonos “en qué nos debe cambiar”:

LA TORÁ ERA SU OFICIO: el Talmud señala como ejemplo de unión entre la Torá y la persona, a Rabí Shimón y sus alumnos ya testigua que la Torá era su oficio. Su unión con ella era tal que no sólo estudiaba Torá todo el día, sino que toda su esencia era laTorá.

¿Pero qué relación tiene esto con cadajudío? El ‘artesano’ se ocupa de muchasotras cosas además de su oficio. Sin embargo, su actividad’ es una específica. Es suesencia. Allí vuelca sus capacidades. Cada judío debe saber que la Torá es su herencia ‘morashá’ y aunque a lo largo del día no pueda ocuparse por completo de su estudio, pues está atareado con sus que haceres, debe saber que ‘la Torá es su oficio’.

Y debe dedicar tiempo a estudiarla. Y al igual que Rabí Shimón, durante esos momentos debe consagrarse a comprenderla y lograr que a lo largo de todo su día sea notorio que su verdadero oficio es la Torá.

LAS CAUSAS QUE PROVOCAN SANCIONES: Rabí Shimón expresó que tenía la posibilidad de anular las causas indeseables(pecados) que provocan puniciones y lograr que no quede vestigio de ellas.

Se entiende que la intención de Rabí Shimón no era la de alardear -Di-s libre- sino la de transmitir que no sólo un gigante en la Torá, sino cada iehudí tiene la posibilidad(‘puedo’) de redimir al mundo. Pues aun que se encuentre en un nivel inferior, sólo con un pensamiento de Teshuvá (retorno) puede convertirse en un Tzadik. Y así saber que la llegada del Mashíaj depende de cada uno de nosotros.

HAY ALGO PARA CORREGIR?: El Talmud nos relata que cuando Rabí Shimón salió de la cueva después de 13 años, su primer pregunta fue: ¿En qué puedo ayudar para aliviar la vida de los iehudim? Le mostraron un lugar en el camino, del que se sospechaba era impuro y provocaba que los cohanim (sacerdotes) se desviaran para evitarlo.

Debido al gran amor al prójimo deRabí Shimón, en lugar de correr a ver a su familia y amigos de quién estuvo desconectado 13 años, se ocupó primero de corregir algo que provocaba incomodidad a algunos judíos. El mensaje: Cada uno de nosotrosdebe realizar el esfuerzo necesario para ayudar tanto material como espiritualmente atodo iehudí, aunque la tarea no nos parezca trascendental o faraónica. Sobre todo en estaé poca en que lamentablemente, muchos judíos no sólo se desvían sino que están perdidos en el camino, y suplican que alguien se acerque para indicarles la dirección correcta.

(Basado en sijot del Rebe,shaar Hamoadim)

Confia en tu socio

Cierta vez, un distribuidor internacional de telas de alta gama, visitó al Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Scheerson. Como miembro activo de la comunidad de Jabad en Inglaterra, el hombre ya conocía sobre cómo los asesoramientos y bendiciones del Rebe imapctaban en las vidas de muchas personas. En cierto punto de su discusión, el hombre de negocios le propuso al Rebe de que sea su socio para un negocio. El Rebe se puso serio y dijo: “Esta bien. Recuerde, sin embargo, que en una sociedad, ninguno de los dos llega a hacer un movimiento sin el consentimiento del otro. ¿Tenemos un trato?»

El hombre estaba entusiasmado con esta oportunidad de ser «socio» con el tzadik, y rápidamente aceptó el acuerdo. El Rebe le aconsejó hacer una compra grande de un material determinado que no conocía. El comerciante se fue a su casa e hizo un gran pedido de este tejido inusual. Cuando se reportó de nuevo a Nueva York, el Rebe le respondió de que la compra era demasiado conservadora. Debía haber comprado una cantidad mucho mayor. El hombre salió y compró cantidades astronómicas, hasta el punto de invertir toda su fortuna personal para pagar los envíos.

Para disgusto del hombre, poco tiempo después de las adquisiciones, el valor de este material comenzó a bajar. Tal vez, pensó, debería vender al menos una parte importante. Como había prometido, se comunicó con el Rebe para su consentimiento. Para su sorpresa, el Rebe no le otorgó su consentimiento y le recordó sobre el acuerdo respecto a los movimientos unilaterales.

A medida que el precio del material continuaba bajando, lo mismo ocurría con el espíritu del hombre. Cada día, veía que su fortuna se resbalaba cada vez más lejos. Todas las súplicas al Rebe concluían con la misma respuesta: «No vendas».

Frente a la ruina financiera, el hombre comenzó a cuestionar toda su relación con el Rebe y Jabad. Tal vez fue un error. Con la devaluación de cada día, su distancia con la comunidad de Jabad crecía.

Ésto continuó durante varios meses. Un día, el precio subió un poco. Le consultó de nuevo al Rebe, pero nuevamente le dijo que aún no. Cuando el precio subió incluso más, el Rebe todavía seguía sin darle la luz verde a la venta masiva.

Poco después, un famoso diseñador de moda extendió una línea que requería una gran cantidad de un material inusual. Cuando el hombre le informó de esto a la Rebe, le dijo que había llegado el momento de vender. El inventario fue rápido. El hombre hizo muchos millones. Entusiasmado, se subió a un avión para entregarle al Rebe un cheque por su «parte». El Rebe se negó, pidiéndole al hombre que le diera el dinero para caridad.

Luego el hombre le preguntó al Rebe si podían hacer otro negocio juntos. El Rebe sonriendo le dijo: “Lo siento…eres un Shvajer Shutaf, un socio débil”.

Al comienzo de la lectura de la Torá de esta semana, se nos enseña que en el Monte Sinai, Di-s le dice a Moisés que le instruya a los Hijos de Israel sobre la observancia de Shmitá, el año Sabático. Al entrar a la Tierra de Israel, deberían contar los años en ciclos de siete. Durante seis años trabajarían, y el séptimo sería un descanso”. Nada de siembra, recolección, atados. Un año entero para la búsqueda espiritual.

La Torá luego dice: “Y si vas a decir: ¿Qué comeremos en el séptimo año?….Yo daré mi bendición de que el sexto año crecerá lo suficiente para un período de tres años…”. En otras palabras, la bendición Divina de enriquecer el suelo como resultado por haber observado “Shmitá”, compensará tres veces más la pérdida por haber dejado a la tierra descansar.

Tanto si se trata de Santificar el Shabat, enviar a nuestros hijos a escuelas de Torá o hacer un esfuerzo extra para mantener una cocina kosher, Shmitá nos recuerda de que el Monte Sinai representa un puente entre la teoría y la práctica, la fe y la acción. En esa montaña, el Todopoderoso nos tomó como socios en el negocio de la creación. Desde entonces nos ha estado implorando: «No seas un Shvajer Shutaf»

Por: Moshe Bryski

Shabat el objetivo de la vida

“Cuando vengáis a la tierra… descansará la tierra un Shabat para Hashem” (Vaikrá 28,2)

En el comienzo de nuestra Parshá, la Torá dice1: “cuando vengáis a la tierra…descansará la tierra un Shabat para Hashem”. Esto se refiere a la mitzvá de Shmitá, el año sabático, que el texto detalla a continuación: “seis años sembrarás tu campo…y en el séptimo año un Shabat de Shabatón será para la tierra”.

La secuencia presentada por el versículo genera una pregunta2: del lenguaje de la Torá parecería como que “cuando vengáis a la tierra” de inmediato debe cesarse el trabajo del campo- “y descansará la tierra un Shabat para Hashem”. Pero en realidad esto no es así, ya que primero vienen los seis años de trabajo, y sólo después el año sabático de Shmitá.

TRABAJO EN ARAS DE LO SACRO

El orden de cómo nos presenta la Torá el tema, viene a enseñarnos cuál es el objetivo y la meta de toda la labor durante los seis años. El hombre podría pensar que el objetivo principal es el trabajo del campo durante los seis años de actividad agrícola, y el año sabático es un tema más allá de ella. Nos enseña aquí la Torá que todo el objetivo de “cuando vengáis a la tierra” y la actividad del arado y la siembra es “descansará la tierra un Shabat para Hashem”.

Es cierto que la secuencia real es en primer lugar los seis años de trabajo del campo y recién a continuación el año sabático; pero del judío se requiere que recuerde constantemente que el año sabático de Shmitá es el objetivo y la meta.

El judío debe tener siempre presente que toda la labor de los seis años no es sino para llegar al séptimo, al año de santidad y espiritualidad. Con ese fin Di-s nos dio la Tierra de Israel, para que introduzcamos en ella santidad- el “Shabat para Hashem”- en el seno de la vida cotidiana.

HACIA EL SÉPTIMO MILENIO:

En un aspecto más amplio, hay aquí una referencia a la vida del hombre en su sentido global. Es sabido3 que la vida en este mundo está compuesta de seis mil años de acción y de un séptimo milenio que es un “Shabat y descanso de vida eterna”4.

Nos indica aquí la Torá: “cuando vengáis a la tierra”- cuando el alma desciende a esta tierra inferior, a este mundo, a los seis mil años de acción, debe ésta saber que el objetivo es- “y descansará la tierra un Shabat para Hashem”- llegar al séptimo milenio, a la era del ‘Shabat’.

El judío debe estar compenetrado con la convicción de que todo el objetivo de su vida sobre la tierra es preparar al mundo para a su objetivo Divino- que el mundo se convierta en una morada para Él, Bendito Sea5, algo que alcanzará su concreción más íntegra, en el séptimo milenio.

CADA DÍA ES SHABAT:

Así ocurre también con la vida cotidiana: por la naturaleza de cómo está estructurado el mundo, la mayoría de las horas del día están dedicadas a temas mundanos- al trabajo, las diferentes necesidades materiales, etc. Sin embargo, uno debe tener presente que el objetivo es el ‘Shabat’ – la santidad.

El verdadero objetivo de toda la actividad diaria son las horas dedicadas al estudio de la Torá, a la plegaria y a las mitzvot.

Con esta conciencia, el judío debe comenzar su día, como dice el Shuljan Aruj (Código de Leyes), que “de inmediato cuando uno despierta de su sueño debe recordar frente a quien se encuentra acostado”, y debe expresar esto diciendo “Modé ani lefaneja”- agradezco frente a Ti. Esta es efectivamente la meta de toda la vida- servir a Hashem y hacerlo morar en el mundo de la acción.

(Sefer HaSijot 5750, Tomo 5, Pág. 471)

¿Puedo pagarle a mi amigo un interés que él pagó por mi?

PREGUNTA:

Un buen amigo mio me prestó plata de su linea de crédito, y ahora tiene que pagar intereses de esa cantidad. ¿Puedo pagarle por esos intereses que él mismo le va a pagar al banco, o está prohibido pagarle más de la cantidad que el me prestó? Si es así, ¿hay alguna solución para que pueda pagar ese interés?

RESPUESTA:

De acuerdo a la ley de la Torá, no se debe pagar interés en un préstamo entre dos Judíos. Está, sin embargo, permitido pagar intereses o recibir interés de un no judío, o a un banco o tarjeta de crédito de un no judío. No hay nada de malo en cargar intereses, es algo aceptado en todas las sociedades. Sin embargo, debemos tratar a los Judíos como miembros de la familia, y entre hermanos no se cargan intereses.

En una instancia como la cual tu me describes, a pesar de que entiendo que te debes sentir mal al saber que tu amigo está pagando intereses al prestarte dinero, tu no tienes permitido pagarle ningún interés.

Tu no le debes plata a su banco, le debes la plata a él. Él te prestó el dinero, y pagarle más de lo que te prestó está prohibido.

Hay una solución que se puede hacer ANTES de tomar el préstamo llamado “Heter Iska”. La idea detrás de esto es que, en vez de pedir por un préstamo personal, el prestamista y el prestatario firman un acuerdo de negocios cuyos beneficios serán compartidos. Tu Rabino debe tener un formulario de Heter Iska que tiene que ser llenado por ambas partes.

Mientras que lo antes mencionado es la regla Halájica en tales casos, siempre debes consultarle a tu Rabino.

Rabino Eliezer Danzinger de Chabad.org

El año sabático: Seis razones

¿Disfrutarías de un año Sabático cada siete años? Podrás relajarte, viajar, estudiar, y pasar tiempo con tu familia. ¿Te gustaría si todo el país tomara un año Sabático cada siete años? ¿Piensas que es una buena idea?

Por ley Judía, los granjeros en Israel, deben cumplir con la Mitzvá de Shmita, dejando a sus tierras descansar por un año, una vez cada siete años. ¿Por qué ésta orden?

1) El Suelo: Los antiguos filósofos, veían el año de Shmitá como una oportunidad para que el suelo descase y se renueve. Sin embargo, esta teoría por sí sola no es suficiente porque el suelo requiere de descansos más frecuentes que solamente una vez cada siete años.

2) Un Macro-Shabat: Otros veían Shmitá como un gran Shabat. Descansamos en Shabat para demostrar que Di-s creó el universo en seis días y descansó en el séptimo. Nosotros similarmente dejamos descansar la tierra en el séptimo año para demostrar que Di-s descansó en el séptimo día. Más tarde, comentaristas rechazaron esta teoría, discutiendo de que si Shmitá está para reconocer a Di-s como creador, su propósito no sirve debido a su largo intervalo entre los períodos de descanso. El Shabat que tenemos semanalmente ya cumple este propósito y con intervalos mucho más cortos. ¿Que contribuye Shmitá que no lo hace el Shabat?

3) Seis años de Shabat perdidos: Otros argumentaron que Shmitá permite que el campo descanse en Shabat. Es cierto que nosotros descansamos en Shabat, pero incluso si nosotros lo hacemos, los campos continúan trabajando. Plantamos el viernes y las semillas germinan en Shabat. Durante Shmitá nuestros campos descansan por la pérdida de los Shabat y Festividad en los seis años previos.

Hay cincuenta y dos Shabat en el calendario solar. El total de Shabatot durante seis años es de 312. Siete días de festividades por año, 6×7=42, sube a un total de 354, que es el numero preciso de días de un año de Shmitá, según el calendario lunar. Observar Shmitá por 354 días, le permite al campo “balancear las cuentas” y alcanzar a su propietario con la observancia de todos los Shabatot durante esos seis años.

4) Una Lección de Fe y Humildad: Luego, otra teoría fue propuesta. Las leyes de Shmitá sólo fueron tomadas por nuestros ancestros cuando se establecieron en Israel. Cuando trabajamos con los cultivos que cultivamos, u otras formas de ingresos que generamos, podemos crecer orgullosos de nuestros logros y tomar crédito personal por ellos.

Podemos olvidarnos que la bendición de Di-s es la única razón para nuestro éxito. También solemos olvidarnos que Di-s nos dio nuestra tierra y sus semillas, que envió las lluvias y el sol para que los cultivos crezcan. Shmitá nos fortifica nuestra fe en la Providencia de Di-s sobre nuestros negocios.

Trabajamos la tierra durante seis años consecutivos, a pesar de que la sabiduría convencional dice que no es sano para el suelo. De hecho, el suelo retiene su fuerza y provee un mayor cultivo en el sexto año para que haya suficiente para el año de Shmitá. Luego descansamos en el año de Shmitá, a pesar de nuestras preocupaciones de cómo proveer a nuestras familias.

Este tipo de comportamiento es una fórmula para el desastre. Los granjeros que toman este tipo de trabajo ético, deben prepararse para la quiebra. Sin embargo, para los judíos en Israel produce tremendos resultados. Esto fortalece nuestra fe de que la tierra le pertenece a Di-s, de que nuestro éxito viene directamente de su bendición y de que debemos serle agradecidos por todo lo que tenemos.

5) Unión: Es fácil compartir con otros cuando podemos hacerlo, cuando tenemos una buena ganancia y cuando sabemos cómo vamos a pagar las expensas de mañana. Es mucho más difícil hacerlo cuando no sabemos lo que va a pasar mañana. Los terratenientes no tienen ganancias durante el año de Shmitá, sin embargo, deben abandonar todos sus cultivos al público. De esta forma, Shmitá mejora la unión Judía.

Fuera de Israel este fenómeno se evidencia en contribuciones caritativas. La sabiduría convencional dice que cuando más damos, menos retemos. Desde la perspectiva de Di-s, sin embargo, cuando más damos, más nos bendice. Esto es especialmente cierto cuando damos más de lo que podemos dar. Por lo tanto, la caridad también fortalece nuestra fe y unión.

6) Liberación: La creencia de que el mundo le pertenece a Di-s y que nuestro éxito depende de Él, es una noción liberadora. Nos permite liberar las cargas que llevamos. Todavía nos fatigamos, pero respiramos más fácil. Todavía trabajamos, pero dormimos más fácil. Sabemos que Di-s guía nuestros pasos y que todo sucede por una buena razón. Aprendemos a ver la mano de Di-s en todo lo que hacemos y su presencia en todo lo que vemos.

Esto nos lleva a la razón final de Shmitá propuesta por los comentaristas bíblicos. El Talmud nos informa que en el Templo Sagrado, los Levitas cantaban alabanzas a Di-s todos los días. En Shabat, el séptimo día, cantaban sobre el día de descanso eterno, la era mesiánica.

El Talmud nos enseña de que el mundo va a durar seis milenios. Los primeros dos fueron dedicados a la creación. Los otros dos, dedicados a la Torá. Los últimos dos están dedicados al Moshiaj. De hecho, el Talmud nos cuenta que en el séptimo milenio, el mundo que nosotros conocemos va a dejar de existir. Se convertirá en un mundo de libertad y Divinidad.

Shmitá, el séptimo año, como Shabat, el séptimo día, representan la era mesiánica. Nuestra fe en Di-s se fortalece durante ese año, como así también será en la era mesiánica. Nuestra unión es fortalecida durante Shmitá, como Moshiaj, que marcará el comienzo de una era de paz. El sexto año es un año de plenitud, como así también Moshiaj que comenzará en una era de prosperidad.

La era mesiánica es sobre todo conocido por la libertad. De hecho, Shmitá es un año de emancipación. Los esclavos son liberados y todas las deudas se borran.

Que podamos pronto merecer la libertad de la era mesiánica.

Por: Lazer Gurkow