Felicidad: Divino tesoro

Java vino al mundo. Se enredó con una serpiente

Noaj vino al mundo. ¿Qué le pasó? “Bebió del vino y se emborrachó”.

Sara vino al mundo. Descendió y luego volvió a subir, como está dicho: “Y Abram subió de Egipto, él junto con su esposa”.

Por eso, Sara ganó una vida trascendental… esa vida le pertenecía a ella”.

Zohar 1:122b

Este es un pasaje del Zohar, y como se espera de ello, muy enigmático. ¿Cuál es la secuencia? ¿Qué tiene que ver la historia de Java y la serpiente con Noaj y el vino?, y lo mismo con Sara.

La solución al rompecabezas, es que el Zohar nos está contando una historia de felicidad. Hay tres enfoques para la felicidad en el repertorio humano. Dos fallan. Uno tiene éxito.

Una corta historia de felicidad

Java llegó al mundo, inicialmente un paso más allá del mismo. El placer físico y el dolor no eran más que estímulos externos, que proporcionaban información sobre lo que se nece- sitaba hacer y lo que debía evitarse.

Pero Java creía que la felicidad sólo se podría encontrar experimentando el jardín desde adentro, como diciendo: soy yo quien experimenta el placer. Esa es la serpiente primordial, esa sensación de aquí estoy. Y esa es la voz de la serpiente: “¿Soy feliz?”

Es ahí donde empieza toda la confusión.

Una vez que la experiencia se vio envuelta en ego, el placer comenzó a mezclarse con el dolor, el bien se juntó con el mal y la belleza con la fealdad, y así el mundo se convirtió en algo en el que ninguna acción es inocente y simple.

Java, y todos nosotros, caímos desde un estado trascendental a un hoyo de caos.

Luego vino Noaj. El salió de su arca luego del diluvio y vio un nuevo mundo. Advirtió la oportunidad de comenzar nuevamente, de abandonar el error de Java y construir una nueva estrategia para la felicidad.

La solución parecía obvia: bebió vino, se olvidó de todo y estuvo feliz. El problema es, que una vez que el ego aparece, no puede ser olvidado. Así es como funciona la memoria. Esto logró que nuevamente aparezca confusión en un nuevo mundo.

Luego vino Sara. Se encontró con la serpiente cara a cara, en su propio territorio, en la oscuridad de su propia recámara.

La serpiente esencial de esa época era el Faraón, un ser mortal obsesivo con ego y poder. La serpiente le ofreció a Sara la oportunidad de compartir ese poder.

Pero ella se mantuvo unida a Abraham y Di-s. Incluso cuando se encontró en el palacio de Paró, ella reinó y gobernó sobre él. Por esto, Sara alcanzó una vida eterna, porque sanó el daño que Java había hecho en el alma humana. Sara tuvo un hijo, y lo llamó Itzjak, que significa “él reirá”. Su vida estuvo llena de felicidad, y su hijo era un niño de felicidad. Nosotros somos los hijos de ese niño.

Sin Expectativas

Todos queremos ser felices. A veces pensamos que la felicidad llega cuando obtenemos lo que queremos, lo disfrutamos y luego conseguimos más cosas que queremos.

Más enredos con la misma serpiente.

A veces pensamos que la felicidad se logra olvidándonos de nosotros mismos, tanto con el alcohol, drogas, entretenimientos y cualquier otro tipo de escape. Culpemos a Noaj por eso.

Vemos que ninguna de estas estrategias ha funcionado, entonces, ¿qué nos hace felices? Todos sabemos la respuesta, y parece ser una fórmula sencilla: La alegría llega cuando no hay ego entre medio. Aquellos que sienten que merecen todo, nunca estarán satisfechos.

Sin embargo, eso es muy difícil. El ego no es algo que se puede poner y sacar como un sombrero. Es mucho más complicado que cambiar un rasgo en particular, como ser el miedo o el enojo. Eres tú, tu sensación de que existes.

Pero somos los hijos de Sara. Ella nos dejó marcado el camino, y ahora sólo debemos seguir sus pasos. El ego no puede ser ignorado, pero puede ser presentado con un contexto más elevado.

Encuentra una finalidad más elevada en todo lo que haces, un propósito eterno, el objetivo por el cual has venido a este mundo.

Eso es todo lo que eres. De esta manera el ego se convierte en algo irrelevante.

Con el propósito viene la alegría, y la vida te pertenecerá.

Eso es una vida eterna, porque tu propósito es eterno.

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