El altar y el respeto al prójimo

Al final de la Parshá itró, la Torá advierte a los cohanim (sacerdotes) que no suban al altar por medio de escalones (y que lo hagan por una rampa inclinada): “Y no subirás a Mi altar por medio de escalones”.

¿A qué se debe? La Torá explica la prohibición: “Para que no se destape la vergüenza sobre él” (el altar). Al subir por escalones, los pasos son más abiertos y esto genera una situación que lindera con descubrir las partes íntimas (los cohanim usaban pantalones por eso sólo lindaba), acto que no es respetuoso de las piedras del altar.

De aquí se aprende una enseñanza en lo que respecta a la conducta con el semejante, como Rashi dice basado en el Midrash: “si tratándose de estas piedras que no poseen conciencia, la Torá dijo que puesto que poseen utilidad, no debes conducirte con ellas con una conducta irrespetuosa, tu compañero- que está hecho a imagen de tu Creador, y él se molesta si es avergonzado- cuántas veces tanto (debes ser cuidadoso y respetuoso)”.

LAS PIEDRAS NO PERCIBEN

Surge aquí la pregunta: ¿Acaso el hecho de que está prohibido avergonzar al otro debemos aprenderlo infiriéndolo de las piedras del altar? ¿No se trata acaso de algo sencillo y lógico que incluso es consecuencia obligada del precepto “amarás a tu prójimo como a ti mismo” y de otras prohibiciones de la Torá?.

Sólo que aquí aprendemos un detalle especial. Ante todo, las piedras no sienten el desprecio. En segundo lugar, no se trata aquí de una conducta libertina e irreverente(algo que está prohibido en toda la extensión del Templo), sino en subir escalones de manera tal que puede interpretarse o parecer como una “conducta irreverente”. Y si incluso un acto como éste está prohibido para con las piedras, cuánto más se debe ser cuidadoso con algo similar frente al prójimo.

INFERIRLO DEL ALTAR

Hay una opinión en el Talmud, que la obligación de resarcir al prójimo por una ‘vergüenza’ causada es sólo cuando el afectado sintió la vergüenza. Pero si, por ejemplo, “lo avergonzó mientras dormía y falleció”, es decir, que no tuvo oportunidad de enterarse de lo ocurrido puesto que falleció inmediatamente- en este caso quien avergüenza está exento de pagar (a los herederos) por la ‘vergüenza’.

Y es aquí donde inferimos de las piedras del altar, que incluso cuando el avergonzado no está enterado del incidente irreverente, e incluso cuando quien avergüenza no realiza un acto de irresponsabilidad concreta, sino tan sólo una acción que puede ser interpretada como una falta de respeto- también de ello uno debe ser cuidadoso.

RESPETO AL CIELO

En las palabras de Rashi hay aquí una alusión a una mirada más profunda de la prohibición de avergonzar al prójimo. Rashi enfatiza que tu compañero “está hecho a imagen de tu Creador”. Siendo que todo hombre fue creado a imagen del Altísimo, cuando se atenta contra el prójimo también se atenta contra Di-s. Y siendo que hashem ve y escucha todo, a pesar de que el prójimo no es consciente del golpe, esto no reduce la gravedad del acto frente a hashem.

Y si es así en lo negativo, cuánto más es en lo positivo: cuando nos conducimos con amor de Ahavat israel y respetamos al prójimo, hay en ello una expresión de amor a Di-s y respeto del Cielo. Este amor a su vez, despierta y revela el amor del Altísimo al pueblo de israel, y esto eleva el honor del pueblo judío también a los ojos de las naciones y trae la verdadera y completa redención, realmente de inmediato.

(Likutei Sijot tomo 21 Pág. 119)

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