¡Cuidado! Mucha ciencia puede volverlo creyente

Durante el embarazo, el bebé reposa en la placenta de su madre, rodeado de agua. No respira. Sus pulmones están colapsados, plegados entre las dos cámaras superiores del corazón aún abierto, así que la sangre circula y hay un tubo que conecta la aorta a la arteria pulmonar…

El testimonio de un notable investigador y la increíble respuesta del Rebe de Lubavitch

Durante los diez minutos posteriores al parto, sus pulmones se tienen que expandir, el orificio de su corazón, cerrar, y el tubo, sellarse. En verdad, deben desarrollarse 67 diversas secuencias para que el bebé comience a respirar oxígeno. Esto ocurre milagrosa y cotidianamente y sabemos que ningún ser humano pudo haber desarrollado o programado esta secuencia. Si una compañía tratara de construirlo, no funcionaría. 

En mi profesión, todas las complejas investigaciones científicas realizadas en los últimos cien años demuestran el concepto de “causa y consecuencia”, y “acción y reacción”, y en mi opinión, el de un Creador. La ciencia y la Torá no se contradicen, sino que se complementan. La ciencia nos enseña que cuando Di-s nos asegura que “Yo he Creado el mundo”, “Yo cuidaré de ustedes”, “Yo los sanaré” y “Yo proveeré”. Él tiene razón.

Teóricamente a nadie le debería faltar alimentación y en los Salmos se asegura que: “Tú abres tus manos y resarces las necesidades de los vivientes”. Di-s ha provisto. Y exactamente eso afirma la ciencia, pues en el año 1998, por primera vez en la historia de la humanidad se produjo suficiente comida para alimentar a cada persona viviente del planeta.

Cuando nace un bebé, ¿saben qué? Él tiene razón. Cuando la ciencia demuestra que un médico sana a un paciente, ¿saben qué? Él tiene razón. Di-s ha provisto. Nunca hubo un Rabino que haya dicho jamás a un científico “deja de investigar” o “basta de buscar”. Porque toda la naturaleza es fiel reflejo de la gloria de Di-s

Cuando era joven, trabajé en el programa de la NASA y buscaba vida en Marte. Gastamos cientos de millones de dólares investigando la posibilidad de vida en Marte. En aquellos días le pregunté al Rebe. “¿Es correcto? ¿Puedo realmente hacer esto, porque otras religiones advierten que no se debe investigar? Y la Torá no demuestra que haya vida en Marte”.

El Rebe me contestó en Idish: “Profesor Greene: usted puede y debe buscar vida en Marte, y si no la encuentra ahí, puede buscar en otro lado, y en otro, y en otro. Porque afirmar contundentemente que Di-s no creó vida en otro lado es limitar Su capacidad Creadora, y nadie está en condiciones de hacer eso”.

Velvl Greene (Profesor de Epidemiología y Salud Pública en la universidad Ben Gurión y dirige el Centro Lor Jacobovitz de Ética Médica Judía. Participó del programa de Exobiología de la NASA.

Extraído de la revista Aieka

Un católico que sabe de Jasidut

Domenico Lepore es una anomalía. Al igual que muchos judíos, estudia la porción semanal de la Torá, generalmente con comentarios del nivel de Maimónides hasta mísiticos. Como muchos Jasidim de Jabad, se adhiere al estudio diario de Jumash, Tehilim (Salmos) y Tania, conocido como Jitas.

Sus mañanas comienzan con el Haiom Iom (el «Pensamiento del día» recopilado por Rabi Menajem Mendel Schneerson, el Rebe de Lubavitch en el año 1943 de las charlas del sexto Rebe de Jabad, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria).

Los trabajos de Rabí Menajem M. Schneerson, tienen una particular resonancia para él. En una conversación, Domenico hace referencia a las ideas del Rebe, y en su calendario personal anota cada fecha importante de la historia de Jabad.

Pero Domenico no es judío. Este hombre italiano de 51 años fue criado como católico en Italia en donde él y su esposa Angela Montgomery, escritora y socia de negocios con su marido trabajaron y vivieron. Cuando se mudaron a Brooklyn Heights se cruzaron con Jabad, e hicieron de sus enseñanzas el fulcro de sus vidas profesionales y académicas.

En su nuevo libro, SEJEL; Lógica, Lenguaje y Herramientas para organizar cualquier Organización como Network, Lepore, el fundador de Intelligent Management Inc, introduce a los lectores a un modelo de organización que considera a la economía y a la política desde el punto de vista de la cooperación más que de la competición, simbiosis en vez de supervivencia de los más aptos.

Basado principalmente en el trabajo de W. Edwards Deming y la Teoría de las Limitaciones de Eli Goldratt, es un modelo que demanda un cambio en la matriz de los procesos cognitivos. Mientras la mayoría de los negocios continúan adhiriéndose a las antiguas estructuras, lo hacen ignorando la nueva realidad; el cambio a una red dinámica de interdependencias e interrelaciones.

Pero el cambio demanda disciplina, primordialmente, disciplina intelectual. Específicamente, requiere de una nueva inteligencia, las tres facultades del intelecto: intuición, entendimiento y sabiduría.

En otras palabras, JaBaD.

«La primera vez que leí las obras del Rebe, discerní un patrón de razonamiento que el Rebe desarrolla que sigue un proceso de pensamiento preciso». Lepore traduce este proceso como un diagrama que transmite las ideas del Rebe de manera gráfica, «Como una fotografía lógica llamada ´nubes de conflicto´, que puede aplicarse en casi cualquier situación».

Lepore reconoce la relevancia de las ideas del Rebe a su trabajo y quiere ayudar a llevar a cabo su aplicación a las estructuras organizativas, y a integrarlas en su carrera profesional como consultor de negocios.

Específicamente, está interesado en desarrollar un nuevo paradigma en el proceso de la toma de decisiones, reconociendo los supuestos que limitan posibilidades por ninguna razón que no sea que son tomadas de la manera en la que se dan. Él se inspira en su propia investigación sobre la sobreconductividad para explicar el ideal: «Cuando una materia física existe cuando no hay fricción, tienes energía ilimitada».

Aplicándolo a las gestiones de organización, la idea es romper las barreras y límites antiguos que hacen difícil a la organización producir su flujo máxima.

«El Rebe nos enseñó a eliminar suposiciones que obstaculizan el proceso de la toma de decisiones y limitan las posibilidades para mayores logros. Él toma todos los temas básicos y fundamentales de la existencia humana y los elabora en conflictos básicos, y desde ese punto, manda soluciones personalizadas a su gente».

Según el pensamiento Jasídico de Jabad, el último conflicto es aquel entre el cuerpo y el alma, el cual debe ser satisfecho.

El Rebe, quien dirigió algunas de sus enseñanzas también al público no judío, de hecho ha instado a la gente a «abrir sus ojos» y a percibir una visión más deseable de la sociedad, el primer paso necesario para hacerlo, de hecho más deseable.

«El Judaísmo trata de traer los cielos a la tierra. Ésto es lo más excitante de Jabad, el Rebe presenta posibilidades para que tu mente sea ilimitada. Por supuesto, como seres finitos, tenemos limitaciones, pero la idea es que podamos insertar elementos infinitos en nuestra finitud».

Extraído y adaptado de collive.com

Receta: Shawarma de Pollo

Recetas de Medio Oriente

Un tradicional plato oriental en esta receta con carne de ave para hacerlo facílmente en su casa

Ingredientes

Para la carne

  • Carne en Tiritas
  • Pavo Blanco en tiritas (si no conseguís, podes usar pollo)
  • Cebolla
  • Ajo
  • Sal y Pimienta
  • 5 especies
  • Sazón de shawarma

Para la tehina

  • 2 cucharadas de crema de ajonjolí (tehina)
  • Comino
  • Sal
  • Ajo machacado
  • 1 limón grande exprimido
  • Un poco de perejil
  • Agua hasta que quede en consistencia deseada

Otros Ingredientes

  • Pita, si lo desea puede hacer Pita integral
  • Ensalada de Tomate y pepino picadito con un chorrito de aceite y sal

Procedimiento

Para la carne

  1. Picar la carne en tiritas
  2. Sofreír cebolla en tiras y ajo machacado luego agregar la carne y pavo blanco en tiras y condimentar con sal, pimienta, 5 especies y sazón de shawarma. cocinar bien.

Para la tehina

  1. Poner dos cucharadas de crema de ajonjolí, agregar comino, sal, ajo machacado, jugo de un limón grande, un poco de perejil y agua hasta que quede en consistencia deseada.
  2. Armar la shawarma y a comer

Receta de https://www.recetasjudias.com/shawarma/

Hijos:¿Muchos o pocos?

ESTIMADO RABINO: 

¿Ha notado ud. que casi cada segundo vehículo que pasa por Golders Green Road en estos días parece ser un minibús? Sólo la mitad son taxis. La otra mitad pertenece a esas familias religiosas que apiñan en su interior a sus propios hijos. 

¿Hemos regresado a la Edad Media? Después de toda nuestra educación, ¿volveremos ahora a las grandes miserias maternales de nuestras abuelas empollando crías de ocho, nueve y todavía más niños? ¿En qué siglo vive esta gente?

Firmado: «Confundido» Hampstead.

Estimado Confundido:

Esta no es una columna de Respuestas Halájicas, motivo por el cual dejaré el tema de Anticoncepción y Halajá (Ley Judía) para otros. Hablemos de actitudes y algunas nociones predominantes.

Cierto, cuanto más educados, sofisticados y modernos nos volvemos, menos hijos parecemos tener. Las cifras demográficas comprueban que a medida que aumenta el ingreso familiar, la tasa de fertilidad declina. Sin embargo, la pregunta es, ¿es eso bueno? ¿Y por qué está teniendo la gente menos hijos?

Algunos afirman estar motivados por el problema del mundo sobrepoblándose y dicen que hacen su contribución para aliviar el hambre y la pobreza. Si hay un problema de superpoblación, no obstante, éste es claramente un problema del Tercer Mundo. Que haya 1,8 niños en Hendon no hace nada por un niño hambriento en Biafra.

¿No es irónico que quienes pueden afrontar el gasto de tener más niños son precisamente los que no los tienen? (De paso, si la gente calculara cuánto le cuestan los perros y los gatos —para no mencionar mascotas como conejos, peces de tanque y hamsters— bien podría decidir tener otro niño a cambio).

Honestamente, no estoy de acuerdo con la historia de la superpoblación. Primero, los teóricos sociales ya discuten que los países occidentales deberían producir más bebés para impedir una toma del poder por parte del Tercer Mundo y un deterioro en la prosperidad del mundo libre. Segundo, me temo que el padre promedio no daría ni dos suspiros por el Crecimiento Demográfico Cero, sino que es simplemente cuestión de satisfacción personal y por eso decide tener menos hijos para que haya una tajada más del pastel para él mismo.

Además, esta actitud es el resultado del bombardeo de los medios que parecen habernos convencido de que menos hijos es igual a una familia más feliz con más tiempo, dinero y oportunidades para todos. ¿Pero, vuelcan los padres de apenas dos hijos todo su tiempo libre sobre David y Sharon? Más veces no que sí, menos hijos significan más tiempo para los naipes, el tenis, las compras, gimnasia y peluquerías, y no más tiempo para los niños.

Incluso antes de instalarse la vejez, las familias más grandes son con mucha frecuencia las familias más felices; con amigos internos y compinches (para no mencionar a compañeros de cuarto). Sin duda, los hijos de familias tales son menos mimados y menos egoístas, habiendo sido educados a compartir cuartos, juguetes, tareas del hogar y ayudar a sus hermanos menores desde una edad relativamente temprana. Tienden a dejar la casa mejor equipada para enfrentar la vida del dormitorio, la vida del trabajo y la vida comunitaria en general.

En lo que concierne al tan malignamente declarado estado de “maternidad perpetua” que aguarda a estas pobres idishe mames, he sido informado de fuente confiable, mi propia dama, que las mujeres comúnmente tienen de a un bebé por vez. No hay cuatro infantes gritones clamando la atención de la madre simultáneamente. También, dice ella, se hace más fácil a medida que avanzas. Llegas a ser una suerte de “veterana”, más experimentada, relajada, y mejor capacitada para encarar las cosas. Hablando de ello, pienso que la mayoría de la gente se las arregla, o no. Quienes lo encuentran difícil, lo encontrarían difícil también con dos hijos.

Donde realmente me pongo vehemente en este tema es cuando se trata del nivel nacional judío. No le debemos al mundo ninguna disculpa. Todo lo contrario. El mundo nos dejó con un catastrófico déficit de población hace apenas cincuenta y pico de años. Como supervivientes —y cada uno de nosotros en nuestra generación es un superviviente— tenemos un deber moral de recuperar esa devastadora pérdida y no, Di-s libre, lograr por nuestras propias manos lo que Hitler no pudo.

Un padre de ocho hijos fue recientemente desafiado por un cínico: “¿Cuando parará de una buena vez?” ¿Su respuesta? “¡Cuando llegue a seis millones!”

Desde 1948, más de un millón de mujeres israelíes ha experimentado un aborto. Piense en las cifras de la incrementada población judía en Israel si esos niños hubieran nacido. ¿No estarían mejor gastados los millones (¿miles de millones?) empleados en promocionar y fomentar la Aliá, si se utilizaran para un crecimiento interno relativamente indoloro?

A fin de cuentas todos somos creyentes. Como tales, creemos firmemente que con cada niño con que Di-s nos bendice, Él envía también al mismo tiempo Su bendición Divina de Parnasá (sustento). Aquel que nos dijo “Sed fructíferos y multiplicáos” es muy fácilmente capaz de multiplicar también nuestras ganancias. Ya sea si trabajamos un poco más duro, o más tiempo, o somos más afortunados, finalmente son nuestros hijos quienes nos harán inmortales. Es a través de ellos que dejaremos cualquier impronta que sea en el mundo

¿Las leyes judías limitan el goce de la vida?

Una persona puede gozar momentáneamente de la euforia inducida por el alcohol pero lamentablemente ésta le producirá luego un malestar. El judaísmo tiene por objeto eliminar el malestar de la decadencia al eliminar la decadencia misma. Una persona puede permanecer espiritual y moralmente pura únicamente si se limita en sus actividades. Por esta razón el judaísmo exige del judío que se limite en su dieta, en su modo de vestir, en sus acciones en Shabat y las festividades, en sus relaciones con el sexo opuesto y en su tendencia a privar a los demás de sus derechos. 

Todo esto no tiene por objeto hacer miserable al hombre sino elevar su felicidad a un plano más alto. Una relación sincera y profunda con el cónyuge entraña mayor júbilo que un encuentro casual. Una experiencia de Shabat produce mayor ardor espiritual que entregarse a los estupefacientes.

Algunas personas tal vez sostengan que la libertad absoluta es absolutamente necesaria. Esto podría parecer correcto en teoría pero en la práctica no es viable. La libertad absoluta permite que todos satisfagan sus propios objetivos personales aunque ello signifique pisotear los derechos de los demás. La libertad absoluta puede traer aparejadas olas de asesinatos, robos y violaciones —familias que se desintegran y sociedades que se derrumban—. La libertad absoluta permite a una persona destruir su cuerpo excediéndose con la comida y los estupefacientes. Es evidente que se requieren algunas restricciones por el propio bien del hombre. El judaísmo limita los impulsos dañinos del hombre para permitir que surja su naturaleza noble.

Sin embargo, no debe cometerse el error de pensar que el judaísmo favorece el ascetismo, o las privaciones por simple amor a las privaciones. De hecho, el judaísmo rechaza la idea de que el hombre existe para sufrir sobre la Tierra, y de que debe privarse de todo placer. Por el contrario, el judaísmo cree que los placeres del mundo fueron creados para que el hombre los disfrute, y que cuando se rechazan todos estos placeres, se rechaza la bondad Divina. Por ello el judaísmo estimula a sus miembros a celebrar jubilosamente muchas festividades, con banquetes y cánticos. Aconseja a sus miembros vestirse bien, comer comidas nutritivas y vivir cómodamente. Alienta a sus fieles a no alejarse del mundo sino a participar en él, a contraer matrimonio y a tener hijos (una exhortación que también aplica a sus sacerdotes: los Kohanim). “lvdu Et Hashem B’Simjá”: —Sirve a Di-s con júbilo—, es una premisa básica del judaísmo. Todo aquél que haya participado en una celebración de Purim, una boda judía, un farbrengen (celebración jasídica) o una reunión “leshivishe” conoce la dicha que pueden experimentar los judíos. Las canciones, el humor y la cocina judías son bien conocidos y disfrutados, aún por los no judíos. De hecho, los judíos religiosos participan en casi todos los aspectos de la vida actual. Sin embargo, siempre evitan la degradación, y recuerdan que su tarea en la vida es mantener la chispa de santidad que Di-s les dio.

En tanto que el judaísmo permite a los judíos gozar de las alegrías de la vida, advierte que no ha de caerse en el hedonismo ni el materialismo. Se recuerda a los judíos que no se hallan sobre esta Tierra únicamente para gozar de placeres y bienes. De hecho, la presión por adquirir riquezas materiales, luchar por tener tanto o más que los vecinos ricos, y proteger las riquezas de manos de los ladrones o del recaudador de impuestos basta para hacer que el más tranquilo de los hombres contraiga úlcera. Si bien es cierto que el poseer bienes costosos, o entregarse a la bebida, a los estupefacientes, o al libertinaje, podría causar un breve placer, esta sería una felicidad superficial y pasajera. ¿Qué queda cuando se desvanece ese momento de placer? ¿Qué queda cuando se ha llegado a la adultez y se está exhausto? ¿Qué queda cuando se muere?

¿Cómo pueden unos pocos momentos de júbilo compensar el terror de procurar desesperadamente satisfacer la necesidad de entregarse a los estupefacientes, de ansiar febrilmente la bebida o de enfrentarse con la muerte y temer lo peor en el Mundo por Venir?

Lo que el judaísmo estimule es llevar una vida equilibrada. No privarse de los placeres del mundo, pero mantenerse dentro de límites razonables, sin perder el dominio de sí mismo. Estimule el goce de las comidas y las celebraciones, mas sin atiborrarse. Alienta el logro de la felicidad perdurable que caracteriza a una familia estable, un estilo de vida sin presiones y una constante devoción a Di-s. Nos alienta a experimentar la satisfacción de ser miembros plenos del pueblo judío, y de saber quiénes somos y de quienes podemos depender si necesitáramos ayuda. Nos permite gozar de la paz espiritual que acompaña la toma de conciencia de que éste es un mundo pasajero, y de que las recompensas han de hallaras en el Mundo por Venir.

Tal es la existencia ideal. Sólo puede lograrse, en el marco estructurado y restrictivo de las leyes de la Torá.

La mujer oculta

Los profetas hablan de la unión entre Di-s e Israel como un matrimonio, y de los pecados de Israel como una traición de la esposa a su marido. Siguiendo este modelo, los Sabios del Talmud ven a la Sotá, la «mujer extraña», como el prototipo de toda transgresión en contra de la voluntad Divina. Los maestros jasídicos investigan más a fondo este prototipo, encontrando en los detalles de las leyes de la Sotá profundidad en el significado de la transgresión.

La Sotá no es una mujer que se sabe que ha cometido adulterio, sino más bien una mujer cuya conducta le hace sospechosa de haberlo hecho. Su fidelidad a su marido por lo tanto, debe establecerse antes de la relación matrimonial.

Una mujer se convierte en un Sotá a través de un proceso de dos etapas: «Celos» (kinui) y «ocultación»(setirá).

La primera etapa se produce cuando un marido sospecha que su esposa ha tenido una relación impropia con otro hombre y le advierte delante de dos testigos, que no esté a solas con esa persona. Si la mujer no hace caso a esta advertencia y procede a recluirse con el otro hombre, se convierte en una Sota, prohibiéndole vivir con su marido a menos que ella se comprometa a someterse a la prueba de las «aguas amargas». 

A la mujer se le advierte que si ella ha cometido adulterio, las «aguas amargas» la van a matar, y si en realidad no ha sido infiel, el consumo de estas aguas la exoneran por completo. De hecho, la Torá promete que, debido a este sometimiento, su matrimonio ahora será aún más gratificante y fructífero que antes.

La unión entre Di-s y su pueblo

Israel nunca puede traicionar a su Di-s; en el peor de los casos, sólo puede ser como una Sotá, una mujer cuyo comportamiento da la apariencia de infidelidad y provoca una ruptura temporal entre ella y su marido. 

El proceso se inició en el Monte Sinaí, cuando Di-s, como un «celoso» marido, advirtió: » No tengan otros dioses delante de mí». Pero no importa cuán lejos se desvía el alma judía, nunca verdaderamente se entrega a estos «otros dioses», ella está sólo «oculta» ante Di-s, disfruta la ilusión de que existe una dimensión de la realidad que está fuera de todo lo que impregna la presencia y Providencia de Di-s.

Es el marido «celoso» que la hace actuar en forma de traición, no el acto en sí mismo. Por la misma razón, un alma que está «ocultándose así misma» de Di-s es posible solamente porque Di-s ha permitido esta posibilidad, al proclamar: «No tengan otros dioses delante de mí», dando así crédito a la ilusión de que  puede haber otra cosa. Si no fuera por este artificio Divino, el pecado, es decir, una negación de la realidad Divina, no sería posible.

Para continuar con la analogía: Cuando el pueblo judío actúa como una Sotá, son probados con las aguas amargas del galut (de esta manera: «A causa de nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra»). De hecho, dos mil años de exilio han demostrado que, a pesar de todas las apariencias, el alma judía es inseparable de su Di-s. El Judío puede ser perseguido durante siglos, puede asimilarse por generaciones, pero al final llega el momento de la verdad, un momento que pone al descubierto la cuestión de quién y qué somos, y nuestra fidelidad innata a Di-s sale a la luz.

Y al igual que las aguas amargas de la Sotá, el galut es algo más que una simple prueba. Se trata de un «descenso en aras de ascensión», una crisis en el matrimonio, que en última instancia, se profundiza y mejora, desenterrando los pozos profundos de lealtad y compromiso que permanecen sin explotar en una relación indiscutible. Las pruebas del galut invocan los poderes de la esencia del alma judía, la intensificación de la unión entre Di-s y Su pueblo.

BASADO EN LAS ENSEñANZAS DEL REBE DE LUBAVITCH

CORTESíA DE MEANINGFULLIFE.COM

A la luz de las velas

“Y Di-s habló a Moshé, diciendo; Habla a Aharón y dile; cuando alces (enciendas) las lámparas, las siete lámparas iluminaran hacia la menorá…” (Números 8: 2)

Antes de encender su menorá en Jánuca, el maestro jasídico Rabí David de Tolna se volvió repentinamente a uno de los jasidim y le preguntó: “Dime una cosa: vos sos una persona muy alta, y tu esposa es una mujer muy baja. ¿Qué hacen cuando desean hablar uno con el otro? ¿Te inclinás hacia ella, o ella se estira hacia vos?”

Sin esperar respuesta, el Rebe volvió su atención a su menorá, colocada sobre un taburete en el vano de la puerta, y vela en mano, recitó la bendición.

El Talmud cuenta que por norma, “La Presencia Divina no desciende más que diez tefajim (aprox. 80 cm) encima del suelo.

Con todo, las leyes de Jánuca especifican que es preferible colocar la menorá debajo de esta altura.

El cabalista Rabí Itzjak Luria expresa que esta ley es para manifestar el inmenso amor de Di-s por Su Pueblo: el Novio Divino se inclina para conversar con Su novia Israel.

Los dos padrinos

El matrimonio es producto del esfuerzo de cada uno de sus participantes. Si Di-s se “inclina” para relacionarse con nosotros pese a nuestras deficiencias, esto no nos exime de esforzarnos por estirarnos para ascender a El.

Esto, también se refleja en las luces de la Menorá.

“El alma del hombre es la vela de Di-s”. Como la danzante llama mira arriba, esforzándose siempre por liberarse de su atadura material, así también, el alma del hombre pugna por escapar al cautiverio de lo material y conectarse con la realidad superior de su esencia y fuente.

Esto explica por qué las instrucciones acerca del encendido de la menorá en el Santuario fueron dirigidas a Moshé, aunque éste era un rol encomendado a Aharón y sus hijos.

En éxodo 27, Di-s dice a Moshé que los judíos debían traer el aceite puro de oliva a Moshé, para que Aharón y sus hijos la enciendan ante Di-s, desde el anochecer hasta la mañana.

¿Por qué traer el aceite a Moshé, si es Aharón quien deberá encender la Menorá?

Nuestros sabios explican los roles de Moshé y Aharón en el marco de nuestra relación “marital” con Di-s. En una boda, tanto el novio como la novia son conducidos al palio nupcial por sus padrinos, cuyo papel consiste en ayudarles a llegar al lugar de su boda.

En la unión entre Di-s e Israel, Moshé sirve de “Padrino del Rey”, aquel que trae al Todopoderoso a la boda, y Aharón de “Padrino de la reina”, aquel que asiste al pueblo de Israel en la tarea de lograr su unión con Di-s.

Moshé es el maestro de Torá, transmisor de la sabiduría y voluntad de Di-s, a la mente humana. Aharón es el Sumo Sacerdote, quien encamina a cada individuo en su servicio a Di-s.

La Torá es Di-s llegando a nosotros, transmitiendo Su esencia en un medio que es perceptible e implementable por nuestro ser material finito.

El servicio del hombre a Di-s por medio de los sacrificios, las ofrendas y las plegarias, es el esfuerzo humano por llegar a Di-s: entregarse, elevarse, llevarse a sí mismo más cerca de su Creador.

Del anochecer hasta la mañana, siempre

Esto explica también una evidente contradicción en los versículos:

¿La menorá debe “arder siempre” o solo “desde el anochecer hasta la mañana”?

En realidad, las luces de la menorá, abastecidas por Moshé y encendidas por Aharón, adrián con una llama que era tanto temporal como eterna.

Moshé representa el elemento Divino de la relación – el que “arde siempre” de manera ilimitada e inmutable.

Aharón personifica nuestro esfuerzo humano caracterizado por las inconsistencias y equivocaciones de nuestra naturaleza, fluctuaciones entre “anochecer” y “mañana”, oscuridad y luz.

Pero es este esfuerzo humano lo que hace de esta relación un “matrimonio”, una unión basada en los compromisos de cada uno de sus participantes.

Las apariencias engañan

Hace muchos años, en la Tierra de Israel, vivía un estudioso muy conocido cuyo nombre era Rabí Broka.

Una mañana temprano dejó su pueblo para viajar al mercado en la ciudad de Beit Lept. El mercado ofrecía un panorama múltiple, distintos tipos de mercancía para la venta, y judíos y no-judíos por igual corrían de negocio en negocio.

Al Rabino Broka le fascinó la escena. Admiraba los contrastes en los estilos de vestimenta entre judíos y gentiles. Una diferencia obvia era que todos los hombres judíos vestían tzizit. También, en ese momento era costumbre de los judíos usar zapatos de colores, en lugar de zapatos negros.

Las diferencias externas eran fáciles de discernir, pero había una pregunta más profunda. ¿Quién de estos judíos tendría un lugar especial en el Mundo Venir?, se preguntó. En ese momento, tuvo el mérito de que se le presentara Eliahu Hanaví- el Profeta. Aprovechó la oportunidad para hacerle la pregunta: «¿Quién de todos los judíos aquí hoy, merecerá un lugar especial en el Olam Habá?»

Eliahu se detuvo y echó una mirada. Entonces apuntó a un individuo: «¿Ves ese hombre que está de pie allí? Es un tzadik (justo) y merecerá un gran premio en el Mundo por Venir». 

Rabí Broka estaba sorprendido por las palabras del profeta, pues este hombre no parecía ser judío siquiera. Usaba zapatos negros gastados y no se notaba si usaba tzitzit. El Rabino no perdió tiempo, se acercó al hombre para hacerle algunas preguntas, pero para su sorpresa, éste lo ignoraba completamente. No pudiendo ocultar su curiosidad le preguntó: «Por favor, dígame ¿quién es usted, y de qué vive?” El hombre contestó: «No tengo tiempo ahora, regrese mañana». Y desapareció entre la muchedumbre.

Rabí Broka esperó hasta el día siguiente y fue de nuevo al mercado para encontrar al hombre. Éste lo acompañó a una calle lateral, más tranquila. Rabí Broka le preguntó: «¿Me dice, por favor, quién es y a qué se dedica?»

«Soy judío, y trabajo como guardia en la prisión estatal. En esta cárcel hay algunos prisioneros judíos- hombres y mujeres- y me aseguro que se alojen separadamente para mantener la modestia. Y, cuando los guardias hablan entre ellos, oigo cuando planean dañar a las prisioneras judías, y hago cualquier cosa para rescatarlas. He arriesgado mi vida varias veces». Todo lo contaba con absoluta naturalidad.

Rabí Broka se impresionó por lo que oyó, pero quería saber más. » Usted es judío, ¿por qué lleva zapatos negros, algo que es contrario a la costumbre de su pueblo? ¿Y por qué no usa el tzitzit a la vista?»

La expresión del hombre cambió, y profirió un suspiro profundo. «Mi misión es ayudar a mis hermanos judíos que han tenido el infortunio de estar en la cárcel, y debo hacer muchos sacrificios para ocultar mi identidad ante los otros guardias. Ellos me consideran como uno más, y hablan abiertamente en mi presencia. De esta forma, en cuanto oigo discutir acerca de algún plan perverso contra la comunidad, corro rápidamente a los Rabinos y los informo para que puedan pedirle a Di-s y evitar el daño. Por eso no pude hablarle ayer en el mercado. No puedo permitirme el lujo de ser visto conversando en público con una persona tan conocida como usted; además me apresuraba a contarles a los Rabinos acerca de un terrible plan que había descubierto».

El hombre se fue, y Rabí Broka quedó temblando. ¡Este judío simple consagra sus días a la gran mitzvá de salvar las vidas de sus prójimos judíos, arriesgando su propia existencia!

El Rabino había aprendido ese día una importante lección: Es imposible juzgar a las personas por su apariencia exterior. Sólo Hashem conoce sus corazones.