Janucá comienza en vísperas del 25 de Kislev y dura ocho días. En el calendario civil, generalmente coincide con el mes de diciembre. Janucá en 2024 se celebra del 25 de diciembre al 2 de enero.
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Vayetzé: Y salió…
Iaacov, padre de las doce tribus, salió de Israel (Beer Sheva) y se fue a Aram (Harán) para escapar de su hermano Esav, según el consejo de su madre, y para buscar esposa, según las instrucciones de su padre, Itzjak.
Beer Sheva representaba la paz y la seguridad, el rezo y el estudio de Torá; sin embargo, tuvo que dejarlo para enfrentarse al mundo de las tentaciones, Olam, cuya raíz es Elem, ocultamiento (donde Di-s está oculto) y para superarlas, con miras a ser luego el padre de la casa de Israel. Esto nos enseña que Di-s quiere que los judíos vivan una vida espiritual en un mundo terrenal.
Iaacov estudió 14 años en la Yeshivá de Eber antes de ir a Harán. En vez de dedicarse a estudiar la cultura y el idioma del lugar al cual iba, se dedicó a rezar, lo cual demuestra que antes de formar un hogar judío, la prioridad no debe ser integrarse a la sociedad e imitar las costumbres de otros, sino conocer nuestros fundamentos de vida, indicados en la Torá.
Antes de llegar a Harán, Iaacov, se detuvo en el Monte Moriá, en el mismo lugar donde Abraham construyó el altar para el sacrificio de Itzjak y donde posteriormente fue construido el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalem). Allí tuvo el famoso sueño de la escalera y recibió de Di-s la promesa de que esa tierra le pertenecería, y de que su descendencia sería tan numerosa como la arena.
En el sueño de Iaacov, la escalera estaba apoyada en la tierra, pero llegaba hasta el cielo. Como la vida y las experiencias de los patriarcas sirven de modelos para nuestra conducta, este sueño del patriarca nos señala que aún cuando nuestra existencia física es terrenal, todos tenemos el potencial de alcanzar altos niveles espirituales y, por tanto, debemos poner todo el empeño en lograrlos.
En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Éstos representaban a los cuatro imperios que dominarían a nuestro pueblo: el de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Edom), nuestro exilio actual.
En cada uno de los casos, Iaacov vio su subida, apogeo y caída, menos en el caso de Edom, cuyo ángel subía continuamente. Al preguntarle a Di-s cuándo bajaría, este le respondió que Él mismo lo haría bajar, lo que indica que la finalización del actual exilio se producirá por medios sobrenaturales.
Iaacov llegó a la casa de Laván, su tío, y luego de trabajar siete años para casarse con Rajel, tuvo que casarse con Lea, la hermana mayor de Rajel, porque Laván lo engañó. Entonces trabajó siete años más para casarse con Rajel. En total, Yaacov pasó 20 años trabajando para Laván, sin perder su nivel espiritual.
La raíz de la palabra arameo (en hebreo, aramí) significa “engaño”; ese era el nombre con que se conocía a Laván, “maestro del engaño” (aramí).
Cuando se narra el amor de Yaacov por Rajel, se dice que aún cuando tuvo que esperar siete años para casarse con ella, éstos se le pasaron como si fueran pocos días, debido al amor que sentía. Esto nos explica el verdadero tipo de amor.
Para quienes se aman principalmente a sí mismos y necesitan la compañía de la otra persona para gratificarse, cada día de ausencia es una eternidad. En cambio, Iaacov amaba a Rajel por lo que ella era, más que por lo que podía darle; se trataba de un amor incondicional, por el que cualquier sacrificio valía la pena.
El amor egoísta es impaciente; el verdadero amor es permanente, prevalece, y en tal contexto, muchos años pueden parecer pocos días.
Iaacov tuvo doce hijos con sus cuatro esposas: Lea, Rajel, Bilhá y Zilpá. Las cuatro eran hermanas por parte de Laván, su padre; y Bilhá y Zilpá eran hijas de una concubina de Laván.
Decir la verdad
¿…y cuando está permitido ser menos que honesto?
En el libro de Génesis leemos cómo Iaakov, siguiendo el pedido de su madre, se disfrazó como su hermano mayor Eisav para que pudiera recibir la bendición que su padre Itzjak quería darle a Eisav…a pesar del hecho que Iaakov era un gigante espiritual y el paradigma de la verdad. De hecho, el atributo de la verdad es el que está más asociado con nuestro patriarca Iaakov, como está dicho “Da la verdad a Iaakov”.
Parecería que la presión que se necesitaba para recibir las bendiciones, hizo caso omiso a la prohibición general de engañar. Veremos pues, la importancia de decir la verdad y bajo qué situaciones está permitido engañar.
La virtud de la Verdad
La Torá dice: “Distánciate de las palabras de falsedad” Este es el único pecado sobre el que la Torá nos advierte que nos “distanciemos”.
Al decir la verdad, emulamos a nuestro Creador, sobre Quien está dicho: “El sello de Di-s es la verdad”.
El Sefer Jasidim escribe que quien habla la verdad puede cambiar el destino decretando que algo suceda…y sucederá.
En el Talmud, se ve evidente que ser cuidadoso de hablar la verdad es una Segulá (actividad espiritualmente propicia) que le permite a uno completar los años destinados a él por Di-s.
El Talmud dice que hay cuatro grupos de personas que no son meritorios de recibir la presencia Divina. Uno de ellos son los mentirosos. Este castigo es medida por medida: por medio de la mentira ellos demuestran que quieren caer en gracia en los ojos de las personas, ignorando la presencia del Altísimo. Por ello, no son meritorios de estar frente a Su presencia.
El Talmud también dice que hay tres tipos de personas que Di-s desprecia. Uno de ellos es aquél que dice una cosa, pero piensa algo completamente distinto.
En un nivel muy práctico, está claro que cuando la persona se acostumbra a decir la verdad, la gente confía en él, como dice el versículo: “Una lengua verdadera se establece para siempre”. Por el otro lado, uno que habitualmente es mentiroso, la gente le desconfía, como continúa el versículo, “Pero una lengua mentirosa, sólo por un momento”, o sea, su confiabilidad es muy corta.
Entendiendo el permiso de mentir
A pesar de lo arriba mencionado, encontramos que en ciertas circunstancias está permitido o incluso es recomendable mentir. La razón para esto es que el mandamiento Bíblico contra la mentira sólo incluye una mentira que dañaría otra persona, como dice el versículo: “Distánciate de las palabras de falsedad; no mates a un hombre inocente o justo”. O sea, está prohibido mentir de manera que cause muerte o daño a cualquier persona.
e nos dice que una mentira dicha para promover la paz, no está incluida para nada en la prohibición de decir mentiras. Parece ser que si el propósito final de esta mentira es positivo, entonces no está prohibido.
Ejemplos de mentiras permitidas
Uno puede “cambiar la verdad” por razones de paz. Esto se aprende de una conversación entre Di-s, Sará y Abraham en Génesis. Sará dijo sobre sí misma: “Luego que me he arrugado, recibiré una piel suave, y mi marido es anciano”. Cuando Di-s repitió sus comentarios a Abraham, dijo que Sará había dicho: “Cómo puedo dar a luz cuando he envejecido”. Como explica Rashi, Di-s cambió las palabras de Sará para que Abraham no sepa que Sará había hecho un comentario denigrante sobre él.
Aaron, el Sumo Sacerdote solía emplear este método al intentar hacer las paces entre parejas que discutían y amigos. Solía acercarse a uno y decirle que el otro estaba muy arrepentido y quería reconciliarse. Cuando la persona escuchaba esto, expresaba interés en querer resolver el problema. Aaron iba luego a la otra persona y le decía lo mismo. Así, las cosas se solucionaban. El Rif dijo que mentir para mantener la paz, es una Mitzvá.
Otros ejemplos de mentiras blancas permitidas:
Cambiar la verdad para practicar la humildad. Por ejemplo, uno puede clamar no saber algo de cierto tratado Talmúdico aunque uno sí lo sepa, de esa forma cambia la verdad para preservar la modestia.
Cambiar la verdad para proteger a otro de alguna inconveniencia o peligro. Por ejemplo, si un anfitrión ha sido muy generoso y amable, y luego se le pregunta al huésped sobre dicho anfitrión, él no debe contar todo sobre su amabilidad porque esto causaría que le vengan muchos invitados.
De manera similar, si una persona tiene una enfermedad incurable, y decírselo provocaría que su salud se deteriore aún más, es correcto esconderle dicha información.
Una mentira blanca que se dice para proteger a otro de ser avergonzado. Un ejemplo de esto es que uno puede decir que una novia se ve bella, incluso cuando no es muy linda.
Usar expresiones exageradas cuando está claro que se trata de una exageración. Por ejemplo: “Te ves blanco como un papel”.
Hay algunas circunstancias bajo las cuales uno puede engañar para poder recuperar pérdidas que se le deben. Nuestro patriarca Iaakov empleó este método para proteger sus ganancias obtenidas de forma legal, de ser defraudadas por su suegro y tío Labán.
Si alguien hace algo para sí mismo, pero otro entiende que lo está haciendo para honrarlo, uno no tiene que corregir este malentendido. El Talmud relata que algunos rabinos estaban viajando de una ciudad a otra. Un rabino se acercó a ellos pensando que habían venido a saludarlo. En tal caso, el Talmud concluye, no es necesario corregir este error.
Excepciones a las excepciones
A pesar de todas estas autorizaciones, uno debe siempre intentar no decir una mentira completa, sino más bien, decir mitad de verdad.
Incluso en estos casos, uno debe intentar evitar mentir a los niños, para no entrenarlos a mentir.
También, en dichas circunstancias, uno no debe mentir constantemente.
El Maguen Abraham dice que incluso en las circunstancias arriba mencionadas, uno debe mentir sólo sobre el pasado pero no sobre el futuro. Por ejemplo, uno no debe decir: “No haré esto o aquello”, en aras de la paz. Otros cuestionan dicha sentencia.
Por Aryeh Citron
Sara
Sara
Para mí un nombre hermoso.
El nombre de mi madre. Siempre escuché cómo la llamaban. Claro, nunca la llamé por su nombre. Sara, mezcla dulzura con personalidad segura. Sara es el nombre de cuatro de mis nietas. Lo llevan en honor a mi madre. ¡Y qué bien que les queda! Cada una de ellas es diferente, incluso físicamente, pero todas son, gracias a Di-s, brillantes, como lo era su bisabuela. El nombre, la esencia, las une. Mi madre, mis nietas y todas las Sara de todas las épocas, que conocimos y conoceremos se llaman así en honor a la primera Sará, nuestra matriarca. Mucho se habla de su esposo, Abraham Avinu, quién forjó el pueblo de Israel y difundió el monoteísmo en el mundo.
Pero que algo quede claro: No hubiese podido lograr su cometido sin la ayuda, apoyo y asistencia absoluta y fiel de Sara. Qué mejor entonces, que conocer un poco más de cerca la vida y personalidad de la mujer más famosa e influyente de nuestra historia.
Llamada en un principio Sarai, Di-s le cambia el nombre reemplazando la letra Iud por la Hei. A partir de ese momento es llamada Sará. En hebreo significa “Princesa” “Ilustre” y en arameo “Princesa” “Guardián” “Ángel” y “Genio”. Todas estas características son aplicables a nuestra matriarca. Nieta de Teraj, sobrina de Abraham queda huérfana a muy temprana edad y su abuelo la adopta. Años más tarde contrae matrimonio con Abraham. Era una mujer alegre. Todos sus días fueron felices. Sará se encuentra entre las cuatro mujeres que la Biblia menciona como hermosas. También la llamaban Iská- pues todos se sentían acariciados por su hermosura.
Otros atribuyen este nombre a su poder de profecía. Todos los maltratos del camino desde Jarán a Israel no estropearon su belleza. Su hermosura opacaba a las demás a punto de decirse que cualquier otra mujer frente a Sará era como un mono frente al ser humano. Fue codiciada por reyes y faraones. Su inmensa modestia y fidelidad a su esposo ayudaron a que fuera reconocida además como una mujer santa. Su atractivo físico era insignificante frente a su profundidad espiritual. Fue una de las siete profetizas que nombra la Biblia. De todas formas, sólo con ella Di-s habló en forma directa y no a través de algún ángel.
Cuando tenía cien años estaba tan limpia de pecados como una joven de veinte. Era muy recatada y el cántico compuesto por el rey Salomón “Eshet Jail”- Mujer Virtuosa- define a Sará desde el comienzo hasta el final. Ella apoyó y secundó a Abraham en la difusión del monoteísmo en el mundo, llevando el mensaje entre las mujeres de su generación. Sará era estéril y Di-s la recordó el día de Rosh Hashaná. Cuando logró concebir, también lo lograron muchas otras mujeres en mérito a ella y muchos enfermos se curaron. Al dar a luz a su hijo Itzjak a los 90 años, numerosas mujeres de la nobleza vinieron a visitarla con sus propios bebés. Todos sospechaban que el nacimiento de su hijo era un fraude y en realidad Itzjak era un niño adoptado. Pero Sará amamantó a todos esos infantes demostrando que era la madre legítima de Itzjak.
Explican nuestros Sabios que todos los hombres temerosos del Cielo y todos los prosélitos descienden de aquellos bebés que Sará amamantó. Durante todos los días de su vida una nube de honor posaba sobre su tienda, sus puertas abiertas a los cuatro vientos para recibir a quien lo necesitase, la bendición coronaba su masa y su vela estaba encendida desde la víspera del Shabat hasta la víspera del siguiente. Cuando ella falleció, todo esto desapareció. Pero la misma bendición regresó con la llegada de Rivka, su nuera.
Sará falleció a los 127 años, plena de belleza espiritual y física, dejando el más importante legado a cada una de las mujeres judías. Que su mérito y enseñanzas iluminen nuestros hogares para lograr completar su misión y la nuestra de hacer de este mundo una morada para Di-s.
Por: Miriam Kapeluschnik
Dedicado a mi madre, Sara Ester Gordon, fallecida en la semana de Jaie Sara 5753
El lado positivo del stress
La porción de la Torá de esta semana describe el diluvio que inundó la Tierra en el año 2105 A.E.C (1656 de la Creación), ahogando a todos sus habitantes.
Noaj, su familia y dos miembros de todas las especies animales sobrevivían el diluvio por medio de un arca maciza que
Noaj construyó para escudarlos de la destrucción.
¿Qué relevancia posee esta historia en nuestras vidas?
UN DILUVIO DE TENSIÓN
Rabi Shneur Zalman de Liadi (fundador de Jasidut Jabad), explica el simbolismo de las poderosas aguas del
diluvio. Estas aguas representan las corrientes de ansiedad que constituyen nuestro esfuerzo diario para ganar el sustento y pagar las cuentas. Así como el diluvio abruma todo en su camino, también la carga de tensión financiera y las vicisitudes del mundo comercial pueden consumir nuestras mentes y ahogar nuestros espíritus. Y a medida que progresamos en la vida y nuestros horizontes de éxito se extienden, las presiones de la vida van en aumento. Las montañas dentro de nosotros, que representan lo alto que se hallaba nuestro espíritu del que estábamos orgullosos, se eclipsa por la ansiedad que proviene de nuestro enredo inevitable con el crudo mundo del materialismo. Y nos preguntamos, ¿qué pasó con mi alma? ¿Dónde desapareció mi montaña?
LA ISLA VERBAL
Para sobrevivir el diluvio en nuestras vidas construimos un “arca” en el que podemos encontrar refugio. La palabra hebrea para arca es, teivá, que también significa “palabra” Cuando Di-s le dice a Noaj “Entra en el Arca,” está diciéndole: “Entra en la palabra.”
Cada palabra de la Tefilá- Plegaria- es una mini arca. Si uno “entra” lo escudará de las tremendas presiones de sus horarios.
La Plegaria es una isla verbal, que da la bienvenida al hombre en el mundo sereno del espíritu, aunque sea por 15 minutos.
¿POR QUÉ LA VIDA DEBE SER “ESTRESANTE”?
Momentos después de que concluimos nuestras oraciones somos expulsamos del arca a las aguas rabiosas del diluvio.
¿Cómo reconciliar las dos realidades – la del espíritu con la batalla necesaria para la supervivencia en nuestra vida? ¿Por qué la jornada de la vida debe tener lugar en un diluvio, en lugar de un flujo liso y pacífico de agua?
La respuesta se encapsula en las palabras bíblicas: “Las aguas aumentaron y levantaron el arca para que se alzara sobre la tierra”
En el último esquema de cosas, no sólo que las aguas rabiosas del diluvio no ahogan el arca, sino que lo levantan a niveles inusitados de alturas espirituales.
La tensión creada en nuestras vidas genera un anhelo hacia la espiritualidad y Divinidad más poderoso que el que
podríamos experimentar en una vida de tranquilidad emocional.
El arca de la Tefilá nunca podría ser una experiencia elevada y profunda sin los rabiosos diluvios que la propulsan a tales alturas.
Cuando un ser humano -hundido por una miríada de presiones, frustrado por lo nulo de espiritualidad en su vida, atormentado por las vicisitudes de su condición diaria, entra en el arca de la plegaria y dice, “¡Di-s, libérame de mi interminable tensión!” cumple el propósito para lo que este estresante mundo fue creado: para generar un anhelo más profundo hacia Di-s y más verídico que el que se haya experimentado en el paraíso.
-
- Rabi Yossi Jacobson
Sin techo
La falta de vivienda es uno de los fenómenos sociales más tristes. No importa cuán miserable sea una persona, su casa le proporciona una necesaria sensación de seguridad y pertenencia. De hecho, la necesidad de una casa es tan grande que el Talmud dice que “el que no tiene un hogar no es una persona.” Físicamente, tal vez se puede sobrevivir sin un hogar, pero emocionalmente hablando, una casa es la necesidad humana más básica.
No hace falta decir, que la falta de vivienda no se trata de dónde uno puede encontrarse en un momento dado. Se puede estar en el trabajo, visitando amigos, atrapado en el tráfico, o de vacaciones a miles de kilómetros de su casa. Pero el conocimiento de que hay un pequeño rincón del mundo al que puede llamar propio, le da la tranquilidad que un hogar proporciona.
El hecho que durante siete días estamos involucrados con una mitzvá, independientemente de dónde nos encontramos o lo que estamos haciendo, explica el Rebe, es lo que es tan especial acerca de la mitzvá de Sucá. Normalmente, estamos conectados a una mitzvá en particular (y a través de la mitzvá, a Aquel que ordenó la mitzvá), siempre y cuando estamos involucrados en su ejecución. Pero Sucá es una excepción. Durante siete días se nos ordena vivir en una Sucá; durante siete días el refugio sagrado de la Sucá se convierte en nuestra casa. Y como se ha explicado anteriormente, la asociación a su casa no se limita al tiempo dedicado en la misma. Es una conexión siempre presente.
Durante siete días estamos íntimamente involucrados con una mitzvá. Y no se trata de una participación periférica, justo como nuestra relación con nuestra casa, que nunca es periférica, y que es tan básica para nuestra identidad.
Tal vez podemos tomar la lección de la Sucá un paso más allá.
Rosh Hashaná y Iom Kipur acaban de pasar
El tema de estos días de fiesta, así como el mes de Elul, preparatorio que les precedió, es Teshuvá. Generalmente se traduce como “arrepentimiento”, pero su significado literal es “retorno”. Después de un año de vagar a la deriva, volvemos. A los brazos de nuestro Padre, a nuestro hogar, al lugar al que siempre pertenecimos.
Un año más nos convoca. Una vez más, nos veremos obligados a salir de casa para un prolongado viaje. Una perspectiva desalentadora, un pensamiento deprimente para el individuo que ahora está saboreando su breve estancia en el hogar. Pero nuestro GPS interno tendrá siempre su flecha apuntando al mensaje de la Sucá. Una vez que establecimos nuestro verdadero hogar, nunca debemos perder nuestro apego a casa, no importa dónde estemos. Y el conocimiento nos proporcionará tranquilidad y seguridad.
No tenemos que esperar hasta el próximo Rosh Hashaná para volver. Hacernos un poco de tiempo para escaparnos a casa todos los días, ya sea de la Tefilá de la mañana en la sinagoga, o incluso lo pocos segundos que tarda en recitarse una bendición sobre una manzana que estamos a punto de morder.
¡Si esa es la tranquilizadora lección que tomamos de Sucot, no es de extrañar que es la más alegre de las festividades! ¿Hay algo más edificante que el conocimiento que nunca estamos sin hogar?
Por Naftali Silberberg
Las Cuatro Especies
“Ulekajtem lajem baiom harishon pri eitz hadar, kapot tmarim, veanaf etz avot, varvei nachal”
“Tomarán para ustedes el primer día (de Sucot) el magnífico fruto del árbol, la hoja de palmera de dátiles, ramas de árbol trenzado, y sauces de los arroyos”
(Levítico 23:40).
Te encuentras sentado en la Sucá. Las paredes hechas con madera aromática. En el suelo detrás de ti hay un juego de luces y sombras generado por el Sjaj, el techo de hojas que se encuentra sobre tu cabeza. Respira profundo. Vive la paz dentro de las paredes de la Sucá.
El Sjaj en la sombra proyectada por un árbol celestial. Es antiguo, amplio y con vida. Dentro de las ramas puedes ver una fruta, un Etrog. Es el corazón dentro del corazón del Árbol de la Vida, y late con el amor infinito de Di-s, para ti.
Toma tiempo interiorizar este amor. Respira profundo. Siente cómo tu columna se estira. Tiene la forma de la hoja de palmera, el Lulav. Trasciende tu mente racional, llegando más arriba, más allá del Sjaj, dentro del corazón del árbol. Siente el punto de contacto del Lulav con el Etrog. El amor de Di-s comienza a bajar a través del Lulav-columna, hasta tu sacro.
Tu sacro está caliente. El amor comienza a sentirse. El amor del Lulav penetra tu corazón. Te lleva a tu ser más elevado. Tu corazón se ha convertido en un todo. Es un Etrog que late con amor hacia Di-s, por la chispa de Divinidad que hay en tu alma. La alegría se despierta cuando este amor es liberado.
El amor viaja a través de tus pulmones llegando a tu boca. Tus labios tienen la forma de una hoja de sauce. No tienes necesidad de hablar, simplemente deja que tu alma se eleve.
La energía fluye incluso hasta más arriba, entrando a los ojos y así llegando hasta tu frente. Ojos de mirto iluminados. Tómate un momento en visualizar tu vida a través de los lentes de abundancia y alegría. Observa la forma en la que te despiertas cada mañana, interactúas con otros y rezas cuando estás lleno de amor y felicidad.
Por: Shimona Tzukernik
Los secretos de Sucot
Sucot es la Fiesta de la Alegría; es el tiempo de cosechar el producto del campo, el huerto y la viña…
Encuentra su trabajo premiado con tanto éxito, que podría llegar a pensar que “mi poder y la fuerza de mi mano han hecho toda esta riqueza”. También podría llegar a pensar que trabajar y juntar una fortuna son el propósito en la vida, olvidándose que hay valores más importantes y elevados, como los valores espirituales.
Para que el judío no se olvide de su propósito real en la vida, Di-s, en Su sabiduría infinita y amorosa, nos hace dejar nuestras cómodas casas y morar en una Sucá frágil durante siete días.
La Sucá nos recuerda que nosotros confiamos en Di-s para protección, ya que la Sucá no es ninguna fortaleza, inclusive ni siquiera tenemos un techo sólido encima de nuestras cabezas. Eso también nos recuerda que esta vida en la tierra es una morada temporal.
Los siete días de Sucot, cada uno representa una década de vida, setenta años en total de vida humana en esta tierra. Este corto tiempo sólo debe ser considerado como un período de preparación para la vida eterna que viene luego de la vida en esta tierra, una vida donde la riqueza material no cuenta, donde sólo cuentan las riquezas espirituales. Los graneros, el vino, el aceite deben dejarse atrás, mientras sólo los graneros de la Torá, las mitzvot y las buenas acciones pueden llevarse y darnos méritos en esa vida eterna.
Éste también es una de las razones del por qué es costumbre, en algunas congregaciones, leer el Libro de Eclesiastés (Kohelet) durante la Fiesta de Sucot. El Libro de Kohelet, proféticamente escrito por el más sabio de todos los hombres, el Rey Solomón, está lleno de pensamientos profundos y reflexiones sobre “la vanidad de vanidades” de este mundo. Concluye propiamente con las palabras, “Habiendo sido todo escuchado, he aquí la conclusión del asunto:teme a Di-s y cumple Sus mandamientos, porque en eso está el hombre íntegro”.
De esta manera, Sucot, “la Fiesta de la Alegría” en un sentido más profundo nos enseña a recoger, retener y almacenar las experiencias religiosas y el elevamiento espiritual que hemos adquirido durante las muchas y variadas fiestas, plegarias y mitzvot del mes de Tishrei, para que podamos utilizar estos ricos “graneros” a lo largo de todo el año que comienza.
Tiempo de balance
El último mes del año judío es tradicionalmente, un tiempo de introspección y balance, un tiempo para revisar el comportamiento y el progreso espiritual durante el año saliente y prepararse para las Altas Festividades.
Los maestros jasídicos comparan el mes de Elul con el periodo del año en el que “el rey está en el campo”. A diferencia de cuando el Rey está en el palacio real – donde no cualquiera puede verlo -, en el campo recibe con alegría y rostro sonriente a todo aquel que desee acercarse.
Como mes de revelación Divina y perdón, es el momento más oportuno para acercarnos a Di-s y fortalecer nuestra relación con Él.
¡VIVENCIALO!
SHOFAR: Todos los días del mes, excepto Shabat y víspera de Rosh Hashaná, se escucha el sonido del Shofar (asta de carnero) que sirve como un llamado al retorno [a Di-s].
TEFILIN Y MEZUZOT; los revisa un Sofer (escriba) para asegurar que estén en buenas condiciones y aptos para su uso.
SELIJOT: la última semana del mes se recitan las plegarias de Selijot, para pedir el perdón a Di-s. Se empiezan a recitar el sábado 9/9 de noche después de medianoche y en los días subsiguientes se recitan antes de la plegaria matutinal (Shajarit).
SHANA TOVA UMETUKA: cuando – en el transcurso del mes – se envían cartas a amigos y seres queridos, se les desea “que sean inscriptos y sellados para un año bueno y dulce”.
¿SABÍAS QUÉ?
“Mejor una acción que mil suspiros”. La sinceridad de nuestro retorno a Di-s debe ser demostrada y acompañada de acciones concretas, tales como un compromiso para incrementar el estudio de Torá o para cumplir una Mitzvá más.
El secreto de Elul
El amor. La más poderosa de todas las emociones humanas. Todos lo anhelamos.
No podemos vivir sin él. Y aun así es tan abrumador, tan abarcador, que no hay forma de medirlo, de demostrarlo, de definirlo o siquiera de describirlo.
Cuando hablamos del intelecto, este está representado por la mente. Y cuando hablamos de las emociones, y específicamente del amor, ellas están representadas por el corazón.
Pero ¿por qué?
El símbolo del corazón es probablemente uno de los símbolos más conocidos. Atravesando continentes, culturas, religiones, idiomas, ese corazoncito rojo significa “amor”. Se lo usa para firmar cartas, para simbolizar la palabra “amor” y hasta ha inundado el mercado en forma de tarjetas, remeras, collares, globos y prácticamente cualquier cosa.
¿Cómo es que la imagen del corazón, tal como la conocemos comúnmente, constituye el símbolo de esta apasionada experiencia de amor?
El mes en que nos encontramos, el mes de Elul, es la clave para desentrañar el más íntimo y más potente significado del corazón. Como es sabido, las letras hebreas que forman la palabra “Elul” -alef, lamed, vav y lamed- son una sigla de la frase (tomada del Cantar de los Cantares) aní le-dodí ve-dodí li, que significa “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí”.
Esta frase tan bella y tan romántica es aquello que representa nuestra relación con el Creador, la cual suele compararse a la relación de marido y mujer, de novio y novia, en nuestra vida individual.
El Zohar explica que al comienzo de Elul estamos ajor el ajor, que significa “espalda con espalda”, y que para fines de Elul estamos panim el panim, “cara a cara”. Pero ¿cómo es posible que estemos espalda con espalda? ¿Acaso eso no daría a entender que Dios también nos dio Su espalda a nosotros? ¿Cómo podemos decir algo así, siendo este el mes en el que -tal como nos enseña el maestro jasídico Rabí Schneur Zalman de Liadi- “el Rey está en el campo”? ¿Acaso no es este el mes en el que Dios está más accesible que nunca, esperándonos a que vayamos a Su encuentro, en que está para nosotros en el “campo” de nuestra vida cotidiana?
El hecho de que se nos describe como “espalda con espalda” y luego “cara a cara” es una lección increíble. A menudo, cuando nos sentimos enojados, dolidos, abandonados, cualquiera sea la raíz de nuestro dolor, damos la espalda. Y cuando damos la espalda, no tenemos idea de cómo está el otro. Y muchas veces nos resulta más fácil creer que el otro también nos dio la espalda, porque si así es, entonces incluso si nos damos otra vez vuelta, no va a servir de nada, así que ¿para qué molestarnos? ¿Para qué vamos a dar el primer paso si al final lo único que vamos a ver va a ser la espalda del otro?
No obstante, esta racionalización es la causa de muchas discusiones no resueltas, de sentimientos heridos, y de relaciones rotas.
¿Se acuerdan de la clásica escena, actuada eternamente en las películas, de la pareja que se separa y cada uno va caminando en otra dirección…?
A cierta altura, él se da vuelta, y quiere llamarla, pedirle que le dé otra oportunidad, pedirle perdón. Él está a punto de hablar, pero entonces se da cuenta de que ella le da la espalda. Ella se está alejando de él. Y él se dice a sí mismo que ya es demasiado tarde, que a ella no le importa de él. Y entonces él vuelve a darle la espalda.
Al cabo de unos segundos, ella se da vuelta para mirarlo. Ella no quiere que esto termine. Ella quiere decir algo, pero no logra juntar el coraje; no tiene la fuerza necesaria. ¿Y por qué, por qué va a hacerlo cuando él le está dando la espalda? Ella lo mira con ansia, pero ya no importa; ella ve cómo él continúa alejándose de ella y entonces está segura de que a él no le importa en lo más mínimo de ella. Y nosotros, los espectadores, sentados al borde del asiento, todavía tenemos la esperanza de que quizás los dos se den vuelta al mismo tiempo y finalmente se den cuenta de que al otro sí le importa, que a pesar de que aparentemente están espalda con espalda, la verdad es que quieren estar cara a cara.
A veces, el final del cuento de hadas sí sucede; otras veces, ellos simplemente continúan caminando en direcciones opuestas, saliéndose cada uno de la vida del otro.
El mes de Elul es el que nos enseña la necesidad de estar dispuestos a darnos vuelta.
El Rey está en el campo; nuestro Creador se encuentra allí y más allá de cómo nos sintamos, Él nunca nos dio la espalda. Lo único que tenemos que hacer es darnos vuelta nosotros, y darnos cuenta de que Él está allí, esperándonos.
La sensación de “espalda con espalda” que sentimos al comienzo del mes se basa en nuestras percepciones erróneas, nuestros temores, nuestras suposiciones. Recién cuando nos damos vuelta nos damos cuenta de la verdad, de la esencia interna y entonces nos ponemos “cara a cara”, que no significa solamente que finalmente podemos mirarnos el uno al otro, sino que además podemos mirar el uno dentro del otro, pues la raíz de la palabra hebrea que significa “rostro”, o sea, panim, es la misma que la de pnimiut, que significa “interioridad”.
Por eso, ahora la cuestión es cómo se nos enseña esta lección, no sólo en el mes de Elul, sino a través del nombre mismo de “Elul”.
Los nombres en hebreo no son meramente formas de referirse a algo, sino que representan su alma misma.
La Jasidut nos enseña que cada padre recibe el don de la inspiración Divina cuando le pone nombre a su hijo. El nombre es lo que representa los aspectos más profundos de esa persona. La Kabalá y la Jasidut nos enseñan que a fin de descubrir el sentido esencial de una palabra hebrea, necesitamos analizar las letras que la componen, su valor numérico, su forma y su significado.
Tal como dijimos más arriba, la palabra “Elul” está compuesta de una alef, que va seguida de una lamed, luego una vav y la última letra, otra lamed. La primera letra de “Elul” es también la primera letra del alfabeto hebreo. La letra alef equivale numéricamente a la cifra uno, que representa la idea de la total unidad de Dios. א
Ahora debemos responder cómo es que todo esto se relaciona con el corazón. Aquí es donde nuestras lameds vuelven a definirse. A esta altura es importante pensar nuevamente en el símbolo del corazón y cuestionar su origen. Y no deberá sorprendernos que el significado de dicho símbolo también se encuentre en la palabra misma que significa “corazón”.
En hebreo, la palabra “corazón” es lev, que se escribe lamed-bet. En el año 1291, Rabí Abraham Abulafia redactó un manuscrito intitulado Imrei Shefer, en el que define el significado del corazón.
Rabí Abulafia enseña que la palabra lev, lamed-bet, tiene que entenderse como dos lameds. Esto se debe a que la letra bet es la segunda letra del alfabeto, y equivale numéricamente a la cifra dos. Él explica que la palabra tiene que leerse y entenderse como “dos lameds”.
Pero no basta con tener dos lameds. Tal como explica Rabí Itzjak Guinsburg, a fin de que la suya sea una relación, las dos lameds necesitan estar conectadas. Necesitan estar cara a cara.
Cuando damos vuelta la segunda lamed para que se enfrente a la primera, estamos formando la imagen del Corazón Judío (tal como se lo puede apreciar en la ilustración al comienzo de este artículo). Si bien el corazón, tal como estamos acostumbrados a verlo, es bastante claro en esta forma, no obstante vemos que también se revela una parte completamente nueva del corazón.
Esto se debe a que la letra lamed es la más alta de todas las letras del alfabeto hebreo. Y esto es porque la lamed representa el concepto de quebrar las fronteras, de ir más allá de tu potencial, de entrar en el súper consciente a partir del consciente. ל
La lamed también significa dos cosas simultáneamente. Significa tanto “aprender” como “enseñar”, lo cual nos demuestra que ambos conceptos están entrelazados y que ambos son esenciales.
En toda relación, yo tengo que estar dispuesto a aprender del otro, de convertirme en un receptor. Pero la otra persona también tiene que ser capaz de aprender de mí, lo cual me convierte a mí en el maestro, en el dador.
Además, la imagen de la lamed puede quebrarse en otras tres letras. La parte superior de la letra es como una iud, que es la más pequeña de las letras hebreas, y la letra que representa la cabeza. La cabeza contiene la mente, el intelecto y también el rostro. י
La letra que sigue en “Elul” es la vav. En hebreo, la vav ו sirve de conjunción, como “y”. También significa “gancho” y su forma verdaderamente recuerda un gancho.
Por lo tanto, en este caso, la vav es el gancho que conecta a la iud, la mente, con la letra inferior, la jaf, כ que representa el cuerpo. En términos físicos, la vav simboliza el cuello, que es el que transporta la corriente de sangre del cerebro al corazón.
Esto nos enseña que el corazón, y que el amor que él representa, puede prosperar y alcanzar su apogeo únicamente cuando existe una totalidad en la conexión.
El corazón judío, el verdadero amor, representa una conexión mente a mente, cara a cara, ojo a ojo, alma con alma. La vav, que es la conexión entre la cabeza y el corazón, siempre tiene que mantenerse sana, con una corriente clara. Si algo la corta, entonces la relación no puede continuar.
Como todos sabemos, una de las formas más rápidas de matar a una persona es produciéndole un corte en el cuello. El cuello es nuestra línea de vida. Él asegura que nuestra cabeza, nuestro intelecto, domine a nuestras emociones y que haya un sano intercambio entre la mente y el corazón.
Al corazón con el que todos estamos familiarizados, o sea, al símbolo que representa el amor en el mundo entero, le falta la iud y la vav, o sea que le falta la mente y el cuello. Este símbolo tan popular representa solamente la conexión física entre los cuerpos.
Es por eso que el mes de Elul, que empieza espalda con espalda, al final culmina cara a cara.
Al comienzo del mes, somos inconscientes de la realidad de que “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí”. Pero al trabajar sobre nosotros mismos durante todo este mes, al estar dispuestos a darnos vuelta y hacer cambios, finalmente nos damos cuenta de que nuestro Creador nunca nos dio la espalda. Él siempre continuó dándonos la cara, y esperando que nosotros nos diéramos vuelta. Y una vez que lo hacemos, somos como las dos lameds que están enfrentadas, que conforman el corazón judío y que son la esencia del mes de Elul.
Por lo tanto, Elul puede entenderse como una alef, que representa a Dios, seguida de una lamed, vav, lamed -una lamed que está conectada (vav) con la otra lamed.
Y el corazón judío, esta idea de amor como una totalidad de conexión, no es meramente la tarea a llevar a cabo en el mes de Elul, sino todo el propósito de la Creación.
Este corazón judío es un símbolo de por qué fuimos creados y qué es lo que debemos lograr. Porque la Torá es el plano de la creación y el manual de cómo debemos conectarnos con la divinidad. Y no es un libro que tenga un comienzo, un medio y un final, sino que es más bien un rollo, pues se nos enseña que “el final está encajado con el principio, y el principio, con el final”.
Entonces ¿qué es lo que encontramos cuando el final del rollo de la Torá se arrolla con el comienzo? ¿Cómo empieza y cómo termina la Torá?
La última palabra de la Torá es Israel, que termina con la letra lamed; y la primera palabra es bereshit, que significa “en el comienzo”, y que empieza con una bet.
Cuando unimos la primera y la última letra de la Torá, obtenemos la palabra lev, que es “corazón” en hebreo.
Dios quiera que seamos bendecidos con la capacidad de aprovechar los poderes del mes de Elul, reconociendo y revelando nuestra capacidad de aprender y de enseñar, y de esa forma ponernos cara a cara con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y con nuestro Creador, tal como nos enseña el corazón judío.
El Corazón Judío, tanto el diseño como las joyas, están bajo patente y copyright de Rabí Itzjak Guinsburg.
Por Sara Esther Crispe