¿Por qué agregamos un mes más?

¿Por qué agregamos precisamente un mes de Adar extra al calendario para conformar el año de 13 meses en lugar de añadir cualquier otro mes?
El propósito de establecer años de 13 meses es asegurar que Nisán coincida siempre con la primavera, época de maduración de los frutos, tal como nos ordena la Torá:
Observa el mes de Aviv (primavera) y harás la ofrenda de Pesaj a Di-s… (DEvARIm 16:1).
Antes de que fuera instituido el calendario fijo, cuando los nuevos meses eran consagrados por el Sanhedrín, si se hubiera agregado un mes extra a los meses de Shvat o Tevet, por ejemplo, y la primavera hubiera llegado ese año en el mes de Adar, el beit dín podría haberse arrepentido por haber establecido ese año como de 13 meses [puesto que al agregar el mes extra ocasionaron que la primavera no acaezca en Nisán]. Sin embargo, estando en el mes de Adar, ya se puede saber si terminó el invierno —en cuyo caso no es necesario declarar un
año de 13 meses— o si el invierno será prolongado, en cuyo caso se agregaría un mes para asegurar que Nisán coincida con la primavera.

Aunque nuestro calendario se basa hoy en día en cálculos fijos ya predeterminados, y no en la observación de las estaciones y los
cambios del año, no obstante, no nos apartamos de los principios que tuvo en cuenta el Sanhedrín para establecer el calendario y seguimos agregando solamente un mes de Adar extra en los años de 13 meses.
¿Por qué en los años de 13 meses se celebra Purím en Adar II, en lugar de Adar I? Esto se debe a que el decreto de Hamán fue promulgado en un año de 13 meses durante el mes de Adar II. Además, observamos Purím en Adar II para celebrar la salvación de Ester en proximidad a la redención de Egipto, en el siguiente mes de Nisán, uniendo así las dos redenciones.

Todas las leyes que rigen para el mes de Adar en un año regular, rigen también para Adar II en un año hebreo de 13 meses. Así, Purím y las cuatro lecturas especiales de la Torá tienen lugar en Adar II. Aquellas personas que guardan la costumbre de ayunar el 7 de Adar conmemorando la desaparición de moshé, lo hacen el 7 de Adar II. Sin embargo, en Ialkut Iehoshúa se hace referencia a una tradición según la cual moshé falleció el 7 de Adar I en un año de 13 meses. Por lo tanto, en esos años, el aniversario resultaría ser el 7 de Adar I. En cuanto a esto, las costumbres varían según el lugar.

Pese a que, como hemos señalado, Purím se celebra en el mes de Adar II, se acostumbra no obstante a observar los días 14 y 15 de
Adar I con un especial espíritu festivo. No se dice Tajanun (súplicas de perdón por los pecados) ni se ayuna o recitan discursos fúnebres. Estos días se denominan Purím Katán (Pequeño Purím).

Quien nació en el Adar de un año regular, y cumple trece años en un año de 13 meses, no se torna bar mitzvá sino hasta Adar II. Sin
embargo, si nació en un año de 13 meses, su bar mitzvá tiene lugar en el mismo mes de su nacimiento [ya sea Adar I o Adar II]. Por lo
tanto, es posible —en el caso de niños que nacieron en el mismo año con un día de diferencia— que el bar mitzvá del más joven
tenga lugar casi un mes antes que el del niño mayor. De igual manera es posible—en el caso de niños que tienen un mes de diferencia entre ellos— que el bar mitzvá del más joven sea anterior al del mayor.

Por ejemplo, si dos niños nacieron en un año dc 13 meses, uno el último día de Adar I y otro el primer día de Adar II, y cumplen
trece años en un año regular, ¡el bar mítzvá del que nació más tarde (o sea, el más joven) tendrá lugar en Rosh Jodesh Adar, mientras
que el del que nació primero (el mayor) tendrá lugar el último día de Adar! En el caso de dos niños que nacieron en un año de 13
meses haciéndolo uno el 28 de Adar I y el segundo el 27 de Adar II, casi un mes más tarde, si cumplen trece años en un año regular, ¡el bar mitzvá del que nació más tarde tendrá lugar un día antes que el del que nació primero!

El animal místico

La Torá, en la porción de Mishpatim, trata las leyes de los animales que dañan animales de otras personas o propiedades.

Por ejemplo, digamos que su perro -normalmente bien educado, doméstico- avanza frenético y repentinamente ataca y muerde al perro de otra persona en un lugar público; ¿cuál es la ley?.  En caso de los primeros tres incidentes, dice la Torá, el dueño del perro paga sólo por la mitad del daño. Ya que es inusual que el perro se pierda y muerda a alguien. No se esperaba que el dueño del perro tuviera que vigilarlo. Por consiguiente, no se lo juzga completamente responsable por la pérdida y comparte la misma con el dueño del perro herido.

Esto sólo es verdad en los primeros tres incidentes. Después de tres oportunidades de tal agresión, se establece que este perro es de naturaleza destructiva y se espera que su dueño lo vigile y es totalmente responsable por todos los daños y perjuicios causados como resultado de su fracaso al cuidarlo.

¿ES POSIBLE EL ARREPENTIMIENTO?

¿Qué hay sobre la reorientación? ¿Puede un perro, un toro o cualquier otro animal que se descarrió, reasumir su estado original de inocencia?.

Sí, dice el Talmud. Esto puede lograrse de dos maneras. O que el dueño entrene a su animal rigurosamente hasta que su conducta se transforme de agresor a un animal sosegado.

Otra opción, dicta el Talmud, es vender el animal o concederlo como regalo a otra persona. Con un nuevo dueño y nuevos modelos y horarios, la Halajá (ley judía) asume que el animal que proviene de una especie que es normalmente doméstica y de buen comportamiento, volverá a ser civilizado  hasta que se pruebe de nuevo que es destructivo.

LA DIMENSIÓN PSICOLÓGICA

Señalamos numerosas veces que cada ley de la Torá contiene además de una concreta interpretación física, una versión psicológica y espiritual. Ésta es una de las funciones primarias de la tradición mística judía-Cábala y Jasidut- para explicar el significado metafísico que se halla detrás de cada ley y Mitzvá de la Torá y el Talmud.

¿Cómo podemos aplicar lo antedicho acerca de estas leyes a nuestras vidas personales?

EL ANIMAL MÍSTICO

Cada uno de nosotros posee un animal dentro suyo, una conciencia terrenal y mundana que busca su auto- preservación y auto-perfeccionamiento. En la tradición judía, en contraste con algunas otras tradiciones, el animal humano no se ve inherentemente como malo y destructivo, sólo como potencialmente malo y destructivo.

Originalmente, cuando nacemos, el animal dentro de nuestra psique es inocente e incluso tierno, como un cachorro pequeño y tierno. Su meta primaria es meramente conservar su existencia, satisfacer sus demandas naturales, y disfrutar de una “buena vida”. Sin embargo, si nuestra conciencia animal no es educada, cultivada y refinada, este animal inocente y dulce puede transformarse en una bestia egoísta; a veces la bestia puede convertirse en un monstruo, propenso a destruirse a sí mismo y a otros en su demanda de auto-perfeccionamiento y auto-engrandecimiento.

Los animales que se encuentran dentro de las personas, se vuelven de hecho, en un momento dado, fuerzas perjudiciales que causan dolor y desastre a ellos o a otros. Hay dos categorías de animales- humanos perjudiciales. Uno cuyos momentos de agresión se ven como raras desviaciones, y otro en quien estos modelos destructivos se vuelven su conducta común.

En casos donde el animal es generalmente moral y decente y su acto de destrucción es una anomalía rara, la Torá declara, que debemos ser más comprensivos con el “dueño” del animal. Nadie está autorizado a agredir o a morder a otro ser humano jamás, pero hablando prácticamente debemos recordar que incluso el marido más dúctil podría perderse y levantar su voz con rabia e incluso la mujer más amorosa puede, en un momento de tensión, hacer un comentario molesto. Es doloroso, deben hacerse mejoras, pero no es el fin del mundo.

Mientras que el agraviador reconozca el mal que causó y acepte la responsabilidad de ello, serán seguidos de entendimiento y perdón.

Pero si los incidentes de abuso y destrucción persisten- por ejemplo, si un marido grita continuamente a su esposa o a sus niños, o una persona en posición de liderazgo o dirección, destruye las vidas de las personas bajo su mando, esta conducta no debe perdonarse nunca. Estamos tratando con un animal que se ha convertido en una bestia destructiva y debe detenerse inmediatamente.

Y, ¿cómo vuelve semejante animal a su estado de inocencia original? ¿Cómo hacer que un animal que se ha convertido en salvaje recobre la confianza de las personas que ha herido tanto?

DOS CAMINOS HACIA LA RECUPERACIÓN

Existen dos caminos disponibles.

El primero es un proceso riguroso de auto-refinamiento en que el animal aprende a confrontar y desafiar sus miedos más profundos e impulsos y quitar la bestia de su carácter abusivo.

Incluso antes de que se las arregle para trabajar revisando todas las cámaras oscuras de su animal salvaje, las enseñanzas del Judaísmo presentan otro alternativa también: Cambiar la jurisdicción del animal.

Tome su animal y sométalo a la propiedad de Di-s. Incluso antes de elevar su animal a un reino más alto, ríndalo a una realidad más elevada. Tome su rabia, sus aficiones, su depresión, y su miedo y sométalos a Di-s. Una bestia peligrosa puede convertirse en un alma agradable.

(Este ensayo está basado en una charla del Lubavitcher Rebe de Sukot 19875)

1) Éxodo 21:35-36 e Ibíd. De Rashi. De Talmud, tratado Baba Kama.

2) Semejante animal se llama en el Talmud un Muad, en contraste con un Tam que es el título concedido a un animal doméstico antes de que haya atacado tres veces.

Hay un argumento interesante entre comentaristas del Talmud, si un animal que ataca tres veces es juzgado por la Ley Judía como de haberse vuelto de naturaleza destructiva, o que su modelo agresivo de conducta demuestra que siempre ha sido de semejante disposición, sólo que estábamos meramente desprevenidos de ello (Ajaronim a Baba Kama 2,b.) Este debate tiene algunas implicaciones interesantes, particularmente cuando repasamos esta ley desde una perspectiva espiritual y psicológica, discutidas debajo.

3) vea Baba Kama 14a; pag. 39-40. Rambam Hiljot Nizkei Mamon 6:6-7.

4) aunque esta opción se disputa en el Talmud (Baba Kama 40b), Maimónides (ibid.) la visión arriba mencionada como ley definitiva.

5) Likutei Sijot vol. 36 pag. 102-108.

¿Estás celoso?

El décimo y último de los Diez Mandamientos de la Torá dice: “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro, ni a nada que le pertenezca a tu vecino” (Éxodo 20:14)

La estructura de este versículo parece extraña. Al principio, la Biblia especifica seis cosas que no debemos codiciar “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro”. Pero luego, al concluir el versículo, la Biblia establece:“Ni nada que le pertenezca a tu vecino” ¿Por qué es necesaria la redundancia? ¿Por qué no establecer de una “No codiciarás nada que le pertenezca a tu vecino”, que incluye todo? Y si la Torá no quiere fiarse de las generalizaciones y quiere especificar los detalles, entonces ¿por qué no especifica algunas cosas y luego se vuelca a la generalización, “Y todo lo que le pertenezca a tu vecino?”

En hebreo, la palabra utilizada para “nada” y “todo” es la misma. “Kol”. Por lo tanto, el ver-sículo también puede ser traducido como “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro, ni todo que le pertenezca a tu vecino”. Al concluir el versículo con estas palabras, la Torá no nos está ordenando “no codiciar”, sino, nos está ayudando a alcanzar este estado difícil de conciencia.

¿Cómo puedes demandarle a alguien que no esté celoso? Cuando voy a tu casa y observo tu estilo de vida, ¿Cómo no puedo ponerme celoso?

La respuesta es: “No codicies todo lo que le pertenezca a tu vecino”. Lo que la Torá está insinuando es que de hecho es fácil codiciar la casa y la esposa de tu vecino, sus sirvientes, su buey y su burro; pero lo que debes preguntarte es: ¿estoy celoso de “todo lo que le pertenece a mi vecino”? ¿Estás preparado de asumir su vida completamente? ¿De ser él?

No puedes ver a la vida como miríadas de eventos incoherentes y experiencias. No puedes arrancar un aspecto de la vida del otro y decir: “Hubiera deseado su matrimonio, su casa, su carrera, su dinero…”.

La vida es una experiencia holística e integrada. Cada vida, con sus bendiciones y desafíos, con sus obstáculos y oportunidades constituyen una sola historia, una historia que comienza con el nacimiento y finaliza con la muerte. Cada experiencia en la vida de uno representa un capítulo de nuestra historia individual y no tenemos el lujo de arrancar un capítulo de la historia de otro sin tomar la historia completa.

Cuando aíslas uno o pocos aspectos de la vida de otro, es natural sentirse celoso. Pero cuando te das cuenta de “todo lo que le pertenece a tu vecino”, tu percepción se altera. ¿Realmente quieres adquirir todo lo que le sucede en la vida?

Así que la próxima vez que sientas celos por la vida de otro, pregúntate si realmente quieres ser el otro.

Ralph Waldo Emerson estaba en lo cierto cuando observó que “La envidia es ignorancia”

Por Yosef  Y. Jacobson

El tiempo

Tiempo. El concepto de tiempo, lo que constituye un corto periodo de tiempo, nuestra percepción de un largo tiempo, cuán rápido es rápido, se ha redefinido gracias a los constantes avances de la tecnología.

Y, sin embargo, con todos los nuevos dispositivos de ahorro de tiempo, parecería que no hay tiempo para todo lo que queremos encajar en nuestros días llenos de acción, estrés.

A pesar de que no hay tiempo para todo, para todo hay un tiempo. De hecho, en las palabras del rey Salomón (en el libro de Eclesiastés):

“Para todo hay un tiempo y un tiempo para cada propósito bajo el cielo”

“Un tiempo para nacer y un tiempo para morir;

Tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

Un tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

Tiempo de llorar y tiempo de reír;

Un tiempo para llorar y un tiempo para bailar;

Un tiempo para esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras;

Tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;

Tiempo de buscar, y tiempo de perder;

Tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

Un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser;

Un tiempo para callar, y tiempo de hablar;

Un tiempo para amar y un tiempo para odiar;

Un tiempo de guerra y tiempo de paz”

Estas 22 expresiones de tiempo abarcar todos los aspectos de nuestras vidas.

El judaísmo tiene un concepto único de tiempo. En lugar de considerar el tiempo como una progresión lineal, una secuencia de momentos sucesivos, las enseñanzas judías hablan de ciclos de tiempo. A medida que cada nueva semana comienza, el ciclo de la creación comienza de nuevo.

De manera similar, hay un ciclo anual que incluye toda la serie de cambios y desarrollos que suceden en el transcurso de un año. Por lo tanto, la palabra hebrea año, «shaná», alude a este concepto ya que también significa «repetición».

El Pensamiento Jasídico enseña que cada instancia abarca todo el pasado y el futuro. Para explicar este concepto: Di-s creó el mundo de la nada absoluta. A diferencia de un artesano que modela un artículo de materia prima, o un pensador que desarrolla una idea de lo potencial, Di-s trajo a la existencia la nada total y absoluta. Por lo tanto, el primer momento de la existencia que Él creó incluido dentro de ella cada momento que vendría a continuación.

El Baal Shem Tov enseña que la creación es un fenómeno continuo. El mundo no tiene existencia independiente y en cada momento, Di-s da origen a la totalidad de la existencia.

Por lo tanto, cada momento incluye todos los anteriores y todos los momentos posteriores de la existencia sólo como el primer momento de la creación incluye todos los tiempos.

Sí, hay un tiempo para todo, y todo tiene su tiempo. Pero, para ser capaz de encontrar tiempo para todo, si miramos las palabras del rey Salomón, mientras trabajaba en su tratado sobre el tiempo en Eclesiastés, nos encontraremos con un consejo: «El fin de la cuestión, cuando todo está dicho y hecho: teme a Di-s, y cuida sus Mandamientos, porque esta es toda la obligación del hombre «.

Dedicado especialmente a la Rebetzin Jaia Mushka Schneerson, cuyo Iortzait es el  22 de Shevat (4/2 este año). El valor numérico de las letras hebreas de su nombre coincide con las letras de la palabra hebrea «et» – tiempo.

La lista

La señora Edith Block y su esposo,  estaban  pasando  unos días en un hotel kosher en Florida poco después del fallecimiento de Rebetzin  Jaia  Mushka,  esposa  del Rebe. La noche del viernes en la cena de Shabat, una mujer sentada a la mesa le dijo a la Sra. Block: “¿Eres una Lubavitcher?” Cuando la Sra. Block respondió  afirmativamente,  la  mujer continuó: “Lamento mucho el fallecimiento  de  la  Rebetzin Schneerson. Tengo algo que contarle sobre ella”.

“Somos Jasidim, aunque no somos Jabad. Algunos  de  mis  amigos, incluidos nosotros, estábamos  casados  durante varios años pero no habíamos sido bendecidos con hijos. Todos éramos so-

brevivientes del Holocausto, los únicos sobrevivientes de familias muy gran-des. Fuimos a nuestro Rebe en busca de bendiciones para tener niños, pero sin éxito.

“Una de las jóvenes decidió ir al Rebe de Lubavitch para recibir una bendición. Una decena de mujeres decidimos unirnos a ella.

“Sabíamos que el Rebe vivía en President Street, que en ese momento estaba cerca del lugar donde vivía nuestro Rebe. Al acercarnos al 1304 de President Street, nos quedamos como paralizadas y no podíamos decidir quién debería ser la que llamaría a la puerta del Rebe”. .

“Estábamos paradas en la acera hablando de eso, cuando un auto salió del camino de acceso. La mujer que lo conducía salió del auto y nos preguntó qué podía hacer por nosotras. Nos tropezamos con nuestras palabras, pero finalmente le contamos sobre nuestro deseo.

“La mujer sacó una libreta y un bolígrafo de su bolso y nos pidió nuestros nombres. Luego procedió a darnos el nombre de un médico de fertilidad en Manhattan  y  nos  dijo que lo llamáramos en unos días”.

La mujer continuó y dijo: “No sé qué les sucedió a las otras mujeres. Cada una siguió su camino. Pero puedo decirte lo que me pasó a mí.

“Llamé al consultorio del médico y la secretaria me dijo que el doctor estaba muy ocupado y que podía concertarse una cita con él en un año. Comencé a llorar y la secretaria me pidió que repitiera mi nombre. Luego me dijo que esperara. Pocos minutos después, volvió al teléfono y me dijo que ya tenían una cita reservada a mi nombre para la semana siguiente.

“A través de ese doctor”, continuó, “Di-s me bendijo con una hija. ¡Y esa hija me ha dado 10 nietos!”

“Más tarde, descubrí que la persona que había hecho las citas para nosotras no era otra que la Rebetzin Jaia Mushka Schneerson”

Relatado por Henya Laine

Shabat Shirá

El Shabat que se lee la sección de Beshalaj se denomina Shabat del Cántico, la shirá que Israel entonó en el Iam Suf.

Además de la shirá, la sección contiene otros temas: el Éxodo de Egipto, el milagro de la partición del mar, los estatutos y leyes dados al acampar en Mará, el milagro de la caída del maná, la aparición del manantial que proveyó de agua al pueblo, y la guerra contra Amalek. No obstante, el tema de la shirá fue el que el pueblo judío eligió especialmente para designar a este Shabat, pues ella posee la particularidad de que cada vez que el pueblo de Israel la recita en el curso de las generaciones, es como si lo hiciera por primera vez.

¿A qué se debe esto? Todos los otros pasajes de la Torá fueron dichos por Di-s mientras Israel escuchaba, pero esta shirá la entonaba Israel, y Di-s, junto a todas sus huestes celestiales, escuchaban lo que aquellos decían. En ese momento el alma de Israel se elevó al máximo nivel de exaltación, y su corazón se transformó en un manantial del cual fluía Torá. El sonido de su voz era como el sonido de Di-s. Y más aún, este cántico de Torá que manaba desde su interior precedió a la Torá que escucharon del Todopoderoso en el Monte Sinaí.

La fuerza de la shirá que entonaron en aquel entonces hizo que el júbilo y la canción se implantaran en los corazones judíos hasta el fin de las generaciones, y toda vez que el pueblo es librado de sus enemigos y rescatado de sus tribulaciones, su corazón se inspira para entonar cánticos y alabanzas a Di-s, Su salvador, en vez de vanagloriarse en razón de su propia perseverancia. La shirá comienza con las palabras: …y hablaron diciendo (Éxodo 15:1); es decir, la canción que “hablaron” entonces les posibilitó continuar “diciendo” en todas las generaciones.

El pueblo judío entonó esta shirá motivado por una fe plena, y no simplemente a causa del asombro ante tantos milagros y maravillas, pues la impresión momentánea es transitoria, en tanto que la fe y la creencia quedan grabadas en el corazón y perduran por siempre. El pueblo de Israel no comenzó a cantar sino después de haber reconocido que el cautiverio y la aflicción sufridos, y la prueba y purificación a la que sería sometido en el futuro, son, todas, señales del eterno amor y benevolencia de Di-s hacia ellos. Israel comprendió en ese momento que no existe alegría ni vida genuina si ésta no se basa en la fe en Di-s, como expresan los versículos: …y júbilo para los recios de corazón (Salmos 97:11); y el justo por su fe vivirá (Habakuk 2:4). Asimismo encontramos en las palabras de la shirá: Y creyeron en Di-s y en Moshé, Su servidor… entonces Moshé y los Hijos de Israel entonaron este cántico… (Éxodo 14:31-15:1).

La shirá cantada junto al mar fue vocalizada en el momento adecuado; en el preciso instante en que todas las Huestes Celestiales y toda criatura terrenal estaba colmada de alabanzas hacia Di-s, expresando Su grandeza y dominio. Fue entonces, cuando la gloria de Su soberanía saturó el mundo, que Israel irrumpió en cántico, como está escrito: Entonces Moshé y los Hijos de Israel entonaron… (ibid.). “Entonces” – en ese preciso instante, ni antes ni después.

Si hubieran demorado su shirá, el resto del universo no habría respondido con su propio canto, pues la impresión de lo acontecido ya se habría disipado. Si hubieran entonado su shirá antes, cuando abandonaron Egipto, se les habría dicho: “Agradeced al Faraón por haberos liberado, pero tened en cuenta que él, sus ejércitos, y todo su poderío, aún existen y vosotros estáis perdidos en el desierto”. Pero ahora que todos los caballos, carros, jinetes y ejércitos del Faraón fueron ahogados en el mar y había sido despojado de su fuerza y orgullo, éste era el momento apropiado para la shirá; como expresa el versículo: Cantaré Di-s pues Él es grandemente ensalzado, arrojó al mar al caballo y a su jinete (ibid. 15:2). …Di-s reinará por siempre jamás(ibid. 15:18).

LA CANCIÓN DE TODA LA CREACIÓN, DE BOCA DE ISRAEL

Cantaré a Di-s – sólo a Él, ¡porque no hay otro fuera de Él!

Pues Él es grandemente ensalzado – sólo Él es exaltado con desmesurado orgullo. No así el hombre, cuyo orgullo lo degrada. Aunque pretenda elevarse a los cielos, termina descendiendo al abismo.

Al caballo – símbolo de fuerza y poder entre las criaturas de la tierra… y a su jinete – el hombre que se enorgullece por su dominio sobre las fuerzas de la Creación. Pero, ¿quién es el hombre y qué es su orgullo, vano orgullo, frente a la fuerza de una de las creaciones de Di-s, el poder del mar embravecido?

Arrojó al mar- El ha arrojado al hombre junto con su orgullo al mar, como quien alza un objeto liviano y lo lanza hacia abajo nuevamente (esto explica las diferentes expresiones utilizadas en hebreo: Ramá baiám, literalmente “los levantó en el mar”, y íará baíám – “los lanzó (hundió) en el mar”).

¿Qué representa la fuerza del mar embravecido, con sus poderosas olas, en la presencia de los amados hijos de Di-s? Aunque las profundidades del océano emergen y hierven amenazando con inundar toda la creación, un mero soplo surge de Sus narices e inmediatamente las aguas se apilaron – como si fueran arena y no agua, y las corrientes que fluían quedaron erectas como una pared – como si fueran bloques de hielo y no hirvientes corrientes de agua.

Las aguas profundas se congelaron en el corazón del mar- las profundidades del mar no se secaron, sino que continuaron fluyendo como lo habían hecho desde la Creación, pero cuando alcanzaban el nivel de los pies de aquellos amados por Di-s, ahí se congelaban, en el corazón del mar.

¿Quién ha hecho esto? ¿Qué ha motivado estos actos? ¡Nadie más que Él, por Su eterno y gran amor a Sus amados!

Pero, ¿quiénes somos nosotros, con toda nuestra grandeza y honor, en presencia de la majestuosa gloria del Rey del universo, Quién lo creó todo y actúa con benevolencia hacia todos? Entramos al mar redimidos, libres del cautiverio, exaltados, y emergimos de él nuevamente como siervos. Toda la grandeza y gloria la devolvemos a Ti, Di-s nuestro, pues somos Tus siervos, y Tú eres nuestro Rey.

¡Di-s reinará por siempre jamás!

Ninguna criatura entonó al Santo, bendito sea, un cántico más hermoso que éste.

Es por ello que esta shirá es tan preciada por el pueblo de Israel y éste se deleita con ella recitándola diariamente y leyéndola públicamente en Shabat una vez al año, acompañada de una melodía especial y con gran regocijo. Incluso hay quienes acostumbran ponerse de pie al leerla. Así, este Shabat recibe un particular honor y es coronado con un nombre especial: Shabat Shirá- el Shabat del Cántico.

Extraído de Nosotros en el Tiempo Editorial Kehot

El hombre y el árbol

En Tu B´Shvat celebramos el año nuevo de los árboles (15 de Shvat). Conozcamos algunas costumbres de este día y la estrecha relación entre los árboles y el hombre…

Los componentes principales del árbol son: las raíces, que lo anclan al suelo y le suministran agua y otros nutrientes; el tronco, las ramas y las hojas que componen su cuerpo, y la fruta, que contiene las semillas a través de las que el árbol se reproduce.

La vida espiritual del hombre incluye también las raíces, cuerpo, y fruto. Las raíces representan la fe, nuestra fuente de disciplina y perseverancia. El tronco, las ramas y las hojas son el cuerpo de nuestra vida espiritual – nuestros logros intelectuales, emocionales y prácticos.

El fruto es nuestro poder de procreación espiritual – el poder de influir en los demás, para sembrar una semilla en un ser humano y ver germinar, crecer y dar fruto.

Raíces y cuerpo

La raíz es la menos glamorosa de las partes de los árboles y la más crucial. Enterrada, prácticamente invisible, no posee ni la majestuosidad del cuerpo del árbol, el colorido de sus hojas, ni el sabor de su fruto.

Pero sin raíces, un árbol no puede sobrevivir.

Por otra parte, las raíces deben seguir el ritmo del cuerpo: si el tronco y las hojas de un árbol crecen y se propagan sin un aumento proporcional de sus raíces, el árbol se derrumbará por su propio peso. Una profusión de raíces hace un árbol sano, más fuerte, incluso si tiene un magro tronco y algunas ramas, hojas y frutos. Y si las raíces son sólidas, el árbol rejuvenecerá si se daña el cuerpo o su rama.

La fe es la menos glamorosa de nuestras facultades espirituales. Caracterizada por una simple convicción y compromiso con la de una fuente, que carece de la sofisticación de la inteligencia, el color vivo de las emociones. Y la fe está enterrada, su verdadero punto está oculto.

Sin embargo, nuestra fe, el compromiso supra-racional con Di-s, es la base de todo nuestro árbol. De ella se deriva el tronco de nuestra comprensión, de la cual se ramifican nuestros sentimientos, motivaciones y acciones.

Y mientras que el cuerpo del árbol también proporciona algo de su alimento espiritual, la mayor parte de nuestro sustento espiritual deriva de sus raíces, de nuestra fe y compromiso con nuestro Creador.

Un alma puede crecer con un tronco majestuoso, numerosas ramas, hojas hermosas y exuberantes frutas. Pero estos deben ser igualados, de hecho, superados por sus raíces. Por encima de la superficie, puede haber mucha sabiduría, profundidad de sentimiento, abundante experiencia, copiosos logros y muchos discípulos, pero si estos no están conectados a tierra y vivificados por una fe y un compromiso aún mayor, es un árbol sin fundamento, un árbol condenado a colapsar bajo su propio peso.

Por otro lado, una vida puede ser bendecida con conocimiento escaso, escaso sentimiento y experiencia, escaso logro y poco fruto. Pero si sus raíces son extensas y profundas, es un árbol sano: un árbol con la capacidad para recuperarse de los reveses de la vida, con el potencial de crecer con el tiempo y convertirse en uno, más hermoso y fructífero.

Frutos y semillas

El árbol desea reproducirse, difundir sus semillas para que echen raíces en lugares diversos. Pero su alcance se limita a la medida de sus propias ramas. Por eso, busca otros mensajeros más móviles para transportar sus semillas. Produce frutos, en los que sus semillas están envueltas por sabrosas y coloridas fibras y jugos de dulce aroma. Las semillas no despiertan interés en los animales y hombres, pero con su atractivo embalaje, logran después de consumirse el fruto externo, que se depositen sus semillas en diversos lugares. Cuando nos comunicamos con los demás, contamos con muchos dispositivos para hacer nuestro mensaje atractivo. Pero debemos tener en cuenta que esto es sólo el envase.

La semilla en sí es esencialmente insípida – la única manera de impactar a otros es mediante la transmisión de nuestra propia fe en lo que estamos diciendo, y nuestro propio compromiso de lo que estamos exponiendo.

Si la semilla está ahí, nuestro mensaje va a echar raíces en sus mentes y corazones. Pero si no hay semilla, no habrá descendencia a nuestro esfuerzo, por más sabrosa que sea nuestra fruta.

(Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch)

¿Por qué no actualizamos las costumbres?

Pregunta: ¿Puedes explicar por qué las leyes nunca pueden revertirse a su forma original? Por ejemplo, algunas festividades son dos días fuera de Israel por la dificultad del cuidado de los tiempos cientos de años atrás, pero es algo que ya está resuelto.

Respuesta:

Las costumbres tienen importancia como la Ley, ya que la Torá las reconoce como ley. Eso tiene sentido, porque la base de la Torá no es el libro sino las personas. ¿Cómo sabes que la Torá es verdadera? Porque la gente lo atestiguó, la aceptaron, y luego pasaron la tradición. Entonces, sin tradición, no tendríamos Torá.

Pero hay más que eso. En verdad, tu pregunta trata un tema central de la Torá. ¿Qué es la Torá? ¿Un libro o sabiduría? Si la Torá fuera un libro, entonces habría una “Torá verdadera”, como está escrita en el libro, y “La Torá disfrazada con costumbres”. De vez en cuando, sacaríamos un disfraz y lo remplazaríamos por otro. En otras palabras, estaría la Torá esencial por el libro, y conjuntos de disfraces desechables.

Pero la Torá no es un libro, es Sabiduría Divina que entra al mundo a través de las experiencias Judías colectivas. Lo que estaba escrito en un libro hace 3300 años es la Torá envuelta, como una semilla que contiene el ADN para todo el futuro. El pueblo judío es la Tierra en la que se planta la semilla. Di-s es el jardinero. La diferencia es que un jardinero no sabe cómo van a crecer sus plantas, pero este jardinero tenía todo en mente (debido a que Él está más allá del pasado y futuro).

Él planta la semilla que contiene todo envasado herméticamente en matices, códigos y anomalías, y ve su sabiduría desarrollarse en la historia y tradición.

Por eso, cuando el consenso colectivo judío, incluyendo los rabinos, las abuelas sabias, las madres lactantes y los hombres trabajadores, todos aceptan una tradición que surge de nuestra comprensión de la Torá, Di-s, por así decirlo, chasquea Sus dedos Santos y dice:

“¡Éxito! ¡Lo hicieron!” ahora la respuesta a tu pregunta es obvia:

¿Cómo podríamos desechar el éxito de Di-s?

Por Tzvi Freeman

La Kabalá de la oscuridad

La novena de las 10 plagas que visitó a Egipto fue la plaga de la Oscuridad: “Ninguna persona podía ver a su hermano, ni nadie podía pararse de su lugar, por tres días; pero los hijos de Israel, tenían luz en todas sus moradas” (Éxodo 10:23)

La plaga física de la oscuridad tiene su raíz en la oscuridad espiritual, que puede ser definida como ausencia de la presencia revelada de Di-s. Al discutir el origen espiritual de esta plaga, el Midrash cita dos opiniones: Rabí Nejemia enseñó que la oscuridad se origina en las regiones del Guehinom (purgatorio), Rabi Iehudá enseñó que se origina en las esferas celestiales.

Los Maestros Jasídicos explicaron la diferencia entre estas dos formas de oscuridad:

1) La oscuridad clásica, asociada con el Guehinom, actúa como una cortina. Cuando una cortina tapa una ventana, obstruye el paso de los rayos de sol y deja a la habitación a oscuras. Esta es la oscuridad del Gehinom, en donde la presencia de Di-s está totalmente oculta.

2) La oscuridad celestial es primordial; antecede toda luz. La esencia de Di-s va más allá que cualquier revelación. Cuando él decide revelarse, irradia hacia afuera para que su luz se vuelva visible, pero más allá de la luz, todavía hay oscuridad. La oscuridad es el dominio de su esencia y la esencia no requiere luz. No le falta luminiscencia, sino que la trasciende.

En otras palabras, la oscuridad clásica oculta la luz de Di-s, mientras que la oscuridad celestial revela la esencia de Di-s, trascendiendo toda luz.

Proyectado en el nivel humano:

Estas dos formas de oscuridad espiritual, una vez experimentado en el nivel humano, obtienen dos reacciones muy diferentes. La oscuridad clásica es el encubrimiento de la luz. Dejado en la oscuridad espiritual, el humano busca Divinidad porque su condición anhela luz.

La oscuridad celestial, en el nivel humano, tiene un efecto espiritual negativo.  El  ser humano, al no poder trascender la luz, experimenta tal trascendencia como la satisfacción con la oscuridad. Si se subyuga tal satisfacción por un período prolongado de tiempo puede olvidar por completo la virtud de la Divinidad.

Ceguera e inmovilidad:

La oscuridad física afectó a los egipcios de dos formas. La primera era que “ninguna persona podía ver a su hermano” y la segunda era que “ninguna persona podía elevarse de su lugar”. El Midrash enseña que esta plaga duró seis días. Los primeros tres días los egipcios no podían verse uno al otro pero podían levantarse y moverse. Durante los últimos tres días la oscuridad se intensificó tanto hasta el punto que paralizó hasta el movimiento más simple. No podían levantarse de sus lugares.

Estos dos períodos de tres días en la Plaga de la Oscuridad pueden ser vistos como correspondientes de los dos tipos de oscuridades que discutimos antes. Durante el primer período de tres días, los egipcios experimentaron la oscuridad espiritual clásica en la que uno se siente privado de luz y languidece por ella. Durante este tiempo no podían ver a su hermano. En este sentido, su hermano es una metáfora de la luz de Di-s. Querían ver su luz, pero la oscuridad los prevenía de hacerlo. Durante el segundo período de tres días la oscuridad era en la forma celestial. Crecía su alegría con la oscuridad: ya no languidecían por su “hermano”, sino más bien no podían levantarse de su lugar. “Su lugar” es una metáfora de su contento con la luz; no podían levantarse de esta alegría para apreciar el valor de la luz de Di-s.

Los dos Antídotos:

¿Qué hacían los Hijos de Israel mientras los egipcios languidecían en la oscuridad?

El Midrash cita dos propósitos sobre la utilidad de la plaga de la oscuridad:

1)Muchos judíos no querían abandonar Egipto, así que Di-s decretó que morirían allí. Los egipcios permanecieron inconscientes de tan bochornoso hecho porque los judíos murieron y fueron enterrados durante el período de la oscuridad.

2) La oscuridad proveyó una oportunidad a los judíos de circular por las casas egipcias para determinar la ubicación de los objetos de valor que tomarían luego. Cuando los judíos pidieron prestado estos objetos, los egipcios no podían negar poseerlos porque los judíos detallarían el lugar en donde estaban escondidos.

De acuerdo a uno de los comentarios, ambas razones son ciertas. Durante los tres primeros días de la plaga, los judíos enterraron a sus muertos y durante los últimos tres días exploraron los hogares egipcios.

En un nivel metafórico estas dos actividades constituyen actividades antídotos para las dos formas de oscuridad descritas arriba.

1) El antídoto para la oscuridad que oculta la luz es quitar esa “cortina” que oculta y tirarse a la piscina de luz. Durante los primeros tres días, mientras los egipcios languidecían por la luz los judíos saltaron en ella. Los judíos distinguieron claramente la oscuridad de la luz y a los malvados de los justos. Entendieron por qué sus hermanos murieron y rápidamente los enterraron para remover todo resto de maldad de entre ellos.

2) El antídoto para la oscuridad que está contenta de su oscuridad es mirar dentro de la misma e identificar su raíz divina; reconocer que el hecho de que el hombre esté contento sin luz es un reflejo del hecho que su creador trasciende toda luz. Durante los últimos tres días, mientras los egipcios permanecieron atrapados en su “lugar” de oscuridad contenta, los judíos miraron en los lugares oscuros ocultos y descubrieron tesoros de “oro” y “plata”. En el lenguaje de la Kabalá, el oro y la plata representan amor a Di-s. Los judíos miraron dentro de la oscuridad y descubrieron su amor por las raíces Divinas ocultas.

Por Lazer Gurkow

¿Por qué vestir Tzitzit si no estamos obligados?

PREGUNTA:

Para mi sorpresa, descubrí que el mandamiento de vestir los Tzitzit (los flecos rituales), sólo se aplica si se está vistiendo una prenda de cuatro puntas. Espero que no se moleste si le pregunto una simple pregunta: Siendo que la mayoría de las prendas hoy en día, no tienen cuatro puntas, ¿Por qué a propósito caminamos con prendas de cuatro puntas, y así nos obligamos a vestir Tzitzit?

RESPUESTA:

Es aquél momento del año otra vez. Temporada de impuestos. El momento de revisar y buscar todas las cuentas que hemos acumulado durante el año, buscando algo que nos pueda ser de ayuda para poder bajar los impuestos. Después de todo, si una franquicia está permitida, ¿Por qué no usarla?

El tema es que, cumplir con los preceptos Divinos, no es como pagar impuestos.

Si una Mitzvá no fuera otra cosa más que una orden de Arriba, un tema de cumplir con una obligación, entonces sí estaríamos ansiosos de aprovechar las «franquicias». 

¿Por qué cumplir con más reglas que las necesarias?

Una Mitzvá no es solamente una obligación. La palabra «Mitzvá» está relacionada con la palabra Hebrea «tzavta», conexión. Esto es por que cada Mitzvá es otra oportunidad para conectarnos con Di-s. Es otra oportunidad de traer Divinidad a nuestras vidas y al mundo alrededor nuestro.

¿Y quién no quiere un mundo más sagrado y mejor?

Más específicamente, los Rabinos dicen que el mandamiento de tzitzit debe ser cumplido diariamente (o al menos durante las plegarias), siendo que nos sirve como memorándum para recordarnos de elegir lo correcto frente a cualquier situación. De hecho, nuestros Sabios escriben que este mandamiento es «equivalente a todos los mandamientos combinados», Entonces, ¿Cómo vamos a perdernos de él?

¿Cuál es el significado del número de pliegues en los Tzitzit?

Hay cinco nudos (dobles) en cada una de las borlas del Tzitzit. En los espacios entre estos nudos, una de las franjas (que es más larga que las otras) está enroscada alrededor de las demás. Siete pliegues en el primer espacio, ocho en el segundo, once en el tercero, y trece en el cuarto. Estos 39 pliegues tienen el mismo valor número que «Hashem Ejad», «Di-s es Uno».

Comenzamos con los trece pliegues y concluimos con trece porque cuando el fleco celeste (Tjelet) era agregado al Tzitzit, era plegado alrededor de los flecos blancos en cualquier lado, entre siete y trece veces. Tjelet es un color azul cielo (un recordatorio constante del Di-s en los Cielos que mira cada una de nuestras acciones), y hay además, siete cielos (espirituales). Si incluimos en la cuenta, seis espacios entre los siete cielos, nos da un total de trece.

Quizá la razón de por qué los dos espacios del medio tienen ocho y once pliegues es porque el nombre de Di-s (el Tetragramatón) se divide en dos partes; siendo la primera Iud-Hey, equivalente a quince (que es el total de pliegues en los primeros dos espacios), y la segunda parte, Vav-Hey, equivalente a once (el total en el tercer espacio). El último espacio entonces, tiene el valor numérico de «Ejad», «Uno».