Carrot cake

Ingredientes:

– 4 tazas de zanahoria rallada

– 4 huevos

– 1 ¼ taza de aceite

– 2 tazas de harina 0000

– 1 taza de azúcar

– ½ taza de azúcar negra

– 2 cucharitas de polvo de hornear

– 1 cucharita de bicarbonato de sodio

– 1 cucharita de canela

– ½ taza de pasas de uva negra 

Procedimiento:

Calentar el horno a fuego medio.

Mezclar en un bowl la zanahoria con los huevos y el aceite, luego añadir el resto de los ingredientes  y verter en 2 budineras aceitadas.

Cocinar en un horno a 160 grados por 60 minutos aproximadamente o hasta introducir un escarbadiente y salga limpio. 

Extraido de @cocinajudiaconriki

Parashá en Síntesis – Bo

EI valor numérico de la palabra “Bo”  en hebreo es 3 y en la Parashá que lleva este nombre se describen las tres últimas plagas de Egipto: langosta, oscuridad y muerte de los primogénitos.

Di-s le dijo a Moshé que fuera (“ve”) a anunciarle al Faraón la próxima plaga, la de langosta, luego de la cual el país queda devastado, ya que las langostas eran insaciables; no sólo se  comían la vegetación, árboles y grama, también devoraban las pertenencias de los egipcios.

El castigo de los egipcios se prolongó por doce meses, aún cuando cada plaga duraba una  semana. La generación del diluvio también fue castigada por doce meses.

Cada plaga fue dirigida contra alguna de las deidades que los egipcios adoraban (el Nilo; las ranas, signo de fertilidad; el carnero sagrado, etc.) y fueron la expresión del poder de Di-s como único Creador que dirige todas las esferas y astros, y puede producir milagros incluso contrariando la naturaleza. Las plagas sirvieron para demostrar la supremacía de la divinidad de Di-s por encima de la brujería y la magia negra,que tenía su máxima expresión en Egipto.

Las tres primeras plagas fueron traídas por Aharón; el granizo, la langosta y la oscuridad, por Moshé; las bestias salvajes, la peste y la muerte de los primogénitos, directamente por Hashem (Di-s), y la sarna, por los tres juntos.

Di-s mandó diez plagas a Egipto para castigar al Faraón, quien negaba la existencia del Creador del Universo, un Universo que fue creado a través de diez dichos o pronunciamientos; las plagas emergieron de todos Ios elementos existentes: agua, tierra, aire y fuego, para demostrar que todos derivan de y son manejados por Di-s.

Las diez plagas no son un mero conjunto de eventos sobrenaturales que destruyeron el imperio egipcio, hace unos 3.300 años. La Torá representa un modelo para la vida, un manual de la raza humana, Y por Io tanto los episodios que narra tienen un carácter espiritual y atemporal que de manera continua ocurren en el corazón del hombre.

La Cabalá enseña que cada alma humana se compone de diez puntos de energía, diez características que definen la personalidad y que reciben el nombre de Sefirot («puntos de luz”). Cada persona tiene la opción de refinar estos diez atributos de manera que expresen su luz divina interior, o por el contrario, pervertirlos.

El antiguo Egipto, en su plan de eliminación de todo un pueblo, pervirtió los diez atributos del alma de sus ciudadanos. La energía negativa generada por la perversión del espíritu humano retorno de nuevo a Egipto en forma de diez plagas que asolaron el país.

En nuestra vida personal, Egipto refleja un estado de disfunción psicológica, en la que uno o varios de los atributos del alma se distorsionan, lo que dificulta la capacidad del ser humano para la verdadera autorrealización y plenitud. Cuando no somos capaces de enfrentar nuestros propios demonios, nuestros atributos perversos pueden volver a nosotros también en forma de plagas psicológicas.

El primero de Nisán, Di-s le dijo a Moshé y Aharón que saldrían de Egipto ese mes y que el mes de Nisán debía contarse como el primero del año.

Esto nos señala la importancia del evento del Éxodo, ya que todos los meses se cuentan teniéndolo como referencia: en vez de darles nombres específicos, se les enumera en relación con la salida de Egipto.

Así sucede con los días en hebreo, que se enumeran en relación con el Shabat (primer día, segundo día, etc., respecto al Shabat). 

Desde la Creación del mundo hasta la salida de Egipto, Di-s fijaba el comienzo de cada mes. A partir de la creación de Benei Israel como pueblo, les instruye con la mitzvá (precepto) de Rosh Jodesh (bendición del mes), que será determinada por el Bet Din o Tribunal a partir del reporte de dos testigos, quienes observarán la luna nueva.

En la actualidad se sigue un calendario fijo establecido por Hilel Hanasi, en el que está indicado el comienzo de cada mes, cuando se bendice.

El calendario judío es lunar, con ajustes al calendario solar, porque Pésaj debe ocurrir -según la Torá- en primavera.

Los judíos son comparados con la luna, cuya luz va disminuyendo hasta que desaparece, pero es precisamente en ese instante cuando renace la luna nueva, para crecer en forma constante.

En sus distintas épocas, la historia judía refleja el ciclo lunar. En el exilio de Egipto, luego que la opresión llegara a su punto máximo, comenzó la renovación de la esperanza.

Hay que recordar que la parte más oscura de la noche es aquella que precede al amanecer.

Antes de salir de Egipto, cada familia judía tenía que sacrificar una oveja (Korban Pésaj) que era una deidad para los egipcios-y además, quienes no estuvieran circuncidados, tenían que hacer este rito.

Después de la décima plaga, la muerte de los primogénitos -en la cual fallecieron miles de egipcios (porque en cada familia había varios, debido a la promiscuidad existente), además de los animales que adoraban-, el Faraón rogó a Moisés que se llevara a su pueblo.

La salida de Egipto se produce el 15 de Nisan del año 2448 desde la creación del mundo, cuya celebración se hace en Pésaj, que debe festejarse para siempre.

Además de las innumerables menciones de la salida de Egipto en las plegarias y la celebración de pésaj cuando se lee la Hagadá, hay dos mitzvot que sirven para recordarla. 

Una es Pidyon Haben: cuando Di-s salvó de la muerte a los primogénitos judíos, decretó que éstos le pertenecían por Io tanto, los padres deben redimir al primogénito, comprándoselo a un Cohén treinta días después de nacido. La otra es la mitzvá de los Tefilin, en cuyo interior se encuentran los versículos alusivos a la salida de Egipto. Esta mitzvá debe ser observada por todo varón judío después de cumplir trece años.

A Egipto llegaron setenta personas y salieron 600 mil.

Bó: La oscuridad por dentro

Las últimas tres plagas ocurrieron en Egipto antes de que el pueblo de Israel abandonara la esclavitud. La novena plaga, la oscuridad, es descrita en la porción semanal de la Torá de esta semana. “Ningún hombre vio a su hermano, ni nadie se  levantó de su lugar”.

Con esta descripción, un evento en la historia se convierte en contemporáneo y actual. La plaga de la oscuridad se hizo parte de la historia atemporal del hombre, símbolo de aflicciones análogas que no admiten inmunidad. La oscuridad física simple de la noche se convierte en una enfermedad del individuo, del alma. No hay ceguera como el egoísmo que mancha a otros hombres en nuestro punto de vista, la oscuridad que previene a uno de ver a su hermano. Esta es la plaga dirigida hacia el exterior.

Otro aspecto de la oscuridad-aflicción es la satisfacción con lo que uno es, el estancamiento que evita el crecimiento del hombre, de elevarlo de su lugar. Hay una presumida arrogancia en  la sentencia tan común que la gente hace generalmente: “Soy un buen hombre”. Ese tipo de gente, ciegos a sus deficiencias, se vuelven insufribles, nunca se animan a considerar la posibilidad  que pueden ser imperfectos.

Estos son los universales en la plaga de la oscuridad, el egocentrismo que excluye a otros hombres de la consideración, y la felicidad que nos aseguran que hemos obtenido la conclusión del bien.

La oscuridad nos mantiene alejados de vernos a nosotros o a los otros.

*POR ZALMAN POSNER

El número 13, ¿es un número de mala suerte?

El trece tiene gran significado en el Judaísmo. A veces popularmente se producen distorsiones que nada tienen que ver con la realidad.

En hebreo el número que expresa la unidad es el uno, que se dice ejad y las letras que lo conforman: alef (1), jet (8) y dalet (4), suman trece. La alef remite a Uno que es el Creador – Alufo shel Ólam – la jet a los siete cielos y la tierra, y la dalet a los cuatro puntos cardinales; de tal modo se alude a la totalidad de lo existente, configurado en el Uno que está compuesto por trece, y que tiene su expresión cuando se dice: “Shemá Israel, A-do-nai E-lo-heinu, A-do-nai Ejad”.

Varias veces se menciona ese número tanto en el Talmud, el Midrash y otras fuentes, y por supuesto no hay nada que lo relacione con la mala suerte; por lo tanto evitarlo en cualquier forma es un absurdo. El judaísmo no admite la noción de números de mala suerte; existen números significativos, pero la suerte no se mezcla con ellos.

Los atributos de misericordia de Di-s, que son las manifestaciones Divinas expresadas en el contexto humano, son trece; los métodos básicos para explicar la Torá también son trece.

Los trece principios de Fe: Estos 13 credos fundamentales basados en las formulaciones de Maimónides, están divididos en tres categorías: la natural creencia en Di-s, la autenticidad

de la Torá, la responsabilidad del hombre y la última recompensa.

Los trece convenios: La importancia de la circuncisión se destaca porque en la introducción de la mitzvá (Bereshit 17), se le refiere trece veces como brit, un convenio (Nedarim  31b).

Trece nudos y cordones de los Tzitzit: El equivalente numérico de la palabra Tzitzit en hebreo es de 600.

La suma de los 5 nudos y 8 cordones de los Tzitzit es 13. Entonces al mirar los Tzitzit, se recuerda la necesidad de cumplir los 613 preceptos (rashi 15:3).

Trece expresiones de rezo: El Zohar (Teruma 132a) se refiere a trece expresiones de rezo a Di-s por su grandeza y dominio.

Los trece hijos de Jacob: Además de sus doce hijos, Jacob tuvo una hija llamada Dina.

Los Trece nombres de Di-s: El nombre de Di-s es mencionado trece veces en la descripción de la primera ofrenda (Devarim  26:1-10), que se corresponde con los trece atributos de misericordia.

Las bendiciones matinales: Cada mañana se recitan trece bendiciones, las cuales también incluyen las trece cualidades que están ligadas a la estructura espiritual del ser humano.

Ahora… ¿sigue usted pensando que el trece es un número de mala suerte?

Vaerá: Una mezcla de bestias salvajes

Por: Yitsjak Meir Kagan

Las primeras tres plagas con las cuales Di-s castigó a los Egipcios fueron Sangre, Ranas y Piojos. Cuando les advirtió sobre la cuarta plaga de los animales salvajes, el Todopoderoso declaró:

…»Y en ese día, haré distintiva la Tierra de Goshen, en donde mi pueblo vive, y no habrá mezcla de animales salvajes»(Éxodo (8:15)

Cuando las primeras tres plagas fueron discutidas, ¿por qué la Torá no dijo explícitamente que no afectaron a los Judíos? Si fue tan obvio que no era necesario ser especificado, entonces ¿por qué la Torá sí lo hace con la cuarta plaga?

Algunos comentaristas explican que las primeras tres plagas sí afectaron a los Israelitas. Otros, sin embargo, dicen que esto no es posible, ya que si hubiera sido así, entonces, ¿cómo forzarían a Paró a que decida sacar a los Judíos de Egipto?

Según Rashi, el simple texto nos dice que los Judíos sí sufrieron de las primeras tres plagas. El propósito de las primeras dos (sangre y ranas) era para atacar al dios de los Egipcios, por lo tanto, era esencial que la plaga fuera ilimitada, afectando también el Nilo, incluso en el asentamiento de Goshen donde se encontraban los Judíos. Porque si el «dios del Nilo» no hubiera sido afectado allí, entonces Paró podría haber pensado que el Nilo en Goshen es más poderoso que Di-s.

El mismo razonamiento se aplica para la tercera plaga, que el propósito era mostrarle a Paró que la plaga no era trabajo de magos, sino de Di-s. Si los piojos hubieran afectado solo una parte de la tierra, los hechiceros hubieran pensado que era obra limitada de hechiceros humanos (Moisés y Aharon).

La cuarta plaga, mezcla de animales salvajes, no era para mostrar la impotencia de los dioses Egipcios y hechiceros, por lo tanto, no era necesario que afectara a todos los habitantes. Aquí Di-s declaró:…»Voy a distinguir la Tierra de Goshen etc…»

Con la llegada de la plaga de la mezcla de animales salvajes, a algunos podría haberle parecido que el Todopoderoso había eliminado todas las barreras naturales, límites y distinciones. Animales de naturalezas completamente diferentes, inherentemente hostiles entre sí, estaban ahora dando vueltas juntos, ¿no podría decir esto que la diferencia inherente entre el Judío y no-Judío también había sido abolida?

Para anular completamente esta suposición, Di-s declaró: «Haré una separación entre mi pueblo y tu pueblo», ¡no solo entre Paró y Moisés, sino también entre cada Egipcio y Judío, incluso aquellos que no quisieron salir de Egipto!

La lección es clara. Hay una plaga de «mezcla» y confusión en el mundo. Límites naturales y distinciones han sido rotos, la asimilación, la línea entre nuestra nación y otras. Nunca antes hubo tanta necesidad de intensificar la distinción, y de implementar la declaración del Todopoderoso.

@cocinajudiaconriki: Bon o Bon caseros

Ingredientes:

-100 gramos de chocolate blanco neutro.

-300 gramos de pasta de mani.

– 1 pizca de sal.

-130 gramos de azúcar impalpable. 

-Obleas dulces sin relleno (tipo cucurucho dulce) triturado. 

-Chocolate cobertura cantidad necesaria.

 

 

Procedimiento: 

Derretir el chocolate blanco en baño maría e incorporar la pasta de maní, retirar del fuego y agregar la sal y el azúcar impalpable.

 

LLevar a la heladera una hora, formar bolitas, pasarla por las obleas trituradas, bañar en chocolate y a disfrutar.

 

Extraido de Cocinajudiaconriki

 

Vaerá: Los milagros dentro de la naturaleza

La parshá nos relata cómo Di-s envió sobre Egipto las 10 plagas, detallando que cuando tuvo lugar la plaga de las llagas los consejeros y magos del Faraón tuvieron que retirarse porque no podían estar delante de Moshé por la vergüenza.

Resulta difícil comprender por qué esta plaga fue diferente a las anteriores, ya que también fueron víctimas de otras plagas que debían impedirles enfrentarse a Moshé. Debemos decir que existía una razón más profunda de por qué la plaga de las llagas afectó a los consejeros del faraón más que las plagas previas.


REVELACIÓN DE LA FUERZA DIVINA

Cuando Hashem trajo las plagas sobre Egipto, no fue sólo con el objetivo de castigarlos, sino también de hacerles saber que “Yo Soy Di-s”. El proceso tenía diferentes etapas: durante las primeras plagas, los magos tenían la posibilidad de imitarlas. Luego llegó la plaga de piojos (kinim), que ya les fue imposible imitar, teniendo que re- conocer: “este es el dedo de Di-s”. De todas formas, todavía había una acción del hombre (Moshé o Aarón) que las llevaba a cabo. Los magos reconocieron que se trataba de un milagro, pero podían objetar que había acá también participación de fuerzas terrenales ya que finalmente era una persona la que actuaba.

A continuación Di-s elevó el nivel sobrenatural de las plagas, trayendo a las bestias, y la peste, sin participación alguna de una acción humana. Ya no había excusa y debían reconocer que todo provenía exclusivamente de Di-s.


DOS PUNTOS OPUESTOS

Y entonces llegó la plaga de shjín (llagas). Aquí donde Di-s unió dos polos opuestos: lo natural y lo sobre- natural al unísono. En esta plaga Hashem le ordenó a Moshé actuar, dando lugar a equivocación, simulando que la plaga llegaba por caminos natu- rales: arrojar con toda su fuerza, hollín de los hornos incandescentes en direc- ción al cielo, para que se disperse sobre todo Egipto, provocando ampollas en los cuerpos de los egipcios donde caía el hollín. Pero a su vez, se podía apreciar claramente que cada movimiento‘natural’ estaba acompañado de milagros sobrenaturales. Rashi expresa sobre esta plaga diciendo: “Muchos milagros contuvo la maká de shjín”, resaltando lo fuera de lo común de la expansión del hollín del puño de Moshé sobre todo Egipto, además de enumerar otros milagros.


LOS MAGOS SE CONFUNDIERON

Esto era lo exclusivo de la plaga de las llagas. Que todos los actos que parecían naturales eran en realidad milagrosos. Por un lado Moshé Rabeinu tomó el hollín, que cuando está caliente, provoca ampollas, pero a él no lo afectó. Lo arrojó al cielo ‘con fuerza’, como si gracias a eso el hollín pudiese llegar al cielo y expandirse por sobre todo Egipto! El hollín cayó sobre los egipcios, lo que generaría las ampollas, sin embargo ya estaba frío, y las ampollas surgieron espontáneamente del cuerpo, y se expandieron sobre el egipcio también donde no había caído hollín alguno! Hashem mostró que actos que parecerían ser naturales en el fondo no lo son, la fuerza divina domina y se revela en toda su magnificencia, y también en el seno de la naturaleza. Esto superó totalmente la razón lógica de los intelectuales egipcios, y por eso habiendo quedado anonadados “no podían presentarse delante de Moshé”.


LIKUTEI SIJOT, TOMO 36, PAG 26 

Parashá en síntesis: Shemot

En su introducción al décimo capítulo del Tratado de Sanhedrín, Maimónides enumera los trece principios básicos de la fe judía. La palabra hebrea que Maimónides usa es iesodot, «fundamentos»: partes diferentes de un edificio podrían existir independientemente una de la otra, pero sin los fundamentos, todo el edificio se derrumbaría. Así también, cada uno de estos trece principios es un «fundamento» de toda la Torá.

1) Que el Creador alabado su nombre, creó y dirige el mundo, El únicamente hizo, hace y hará todos los hechos.

2) Que el Creador alabado su nombre no es corporal, no lo alcanzan las influencias corporales, y nada puede compararse a El.

3) Que el Creador no posee cuerpo ni forma alguna.

4) Que el Creador alabado su nombre, Él es el principio y la eternidad.

5) Que a El Creador alabado su nombre es digno de hacer Tefilá y no hay a quien pedir fuera de El.

6) Que todas las palabras de nuestros profetas son verdades.

7) Que la profecía de Moshe Rabeinu es verídica y él fue el padre de los profetas de todos los tiempos.

8) Que la Torá que tenemos es la misma que fue entregada a Moshe Rabienu.

9) Que esta Torá no será cambiada y no habrá otra del Todopoderoso.

10) Que el Creador alabado su nombre, sabe todo lo que la persona hace y conoce todos sus pensamientos.

11) Que el Creador alabado su nombre recompensa bien a los que cumplen sus Mitzvot y castiga a los que transgreden sus preceptos.

12) Que el Mashiaj vendrá. Y aunque se demore esperamos cada día su llegada.13) Que los muertos van a resucitar cuando sea la voluntad del Todopoderoso, alabado su nombre.

Los 13 principios de Fe judía – Iesodot Haemuna

En su introducción al décimo capítulo del Tratado de Sanhedrín, Maimónides enumera los trece principios básicos de la fe judía. La palabra hebrea que Maimónides usa es iesodot, «fundamentos»: partes diferentes de un edificio podrían existir independientemente una de la otra, pero sin los fundamentos, todo el edificio se derrumbaría. Así también, cada uno de estos trece principios es un «fundamento» de toda la Torá.

1) Que el Creador alabado su nombre, creó y dirige el mundo, El únicamente hizo, hace y hará todos los hechos.

2) Que el Creador alabado su nombre no es corporal, no lo alcanzan las influencias corporales, y nada puede compararse a El.

3) Que el Creador no posee cuerpo ni forma alguna.

4) Que el Creador alabado su nombre, Él es el principio y la eternidad.

5) Que a El Creador alabado su nombre es digno de hacer Tefilá y no hay a quien pedir fuera de El.

6) Que todas las palabras de nuestros profetas son verdades.

7) Que la profecía de Moshe Rabeinu es verídica y él fue el padre de los profetas de todos los tiempos.

8) Que la Torá que tenemos es la misma que fue entregada a Moshe Rabienu.

9) Que esta Torá no será cambiada y no habrá otra del Todopoderoso.

10) Que el Creador alabado su nombre, sabe todo lo que la persona hace y conoce todos sus pensamientos.

11) Que el Creador alabado su nombre recompensa bien a los que cumplen sus Mitzvot y castiga a los que transgreden sus preceptos.

12) Que el Mashiaj vendrá. Y aunque se demore esperamos cada día su llegada.13) Que los muertos van a resucitar cuando sea la voluntad del Todopoderoso, alabado su nombre.

El judio es igual a un nombre

“Y estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto” (SHEMOT 1:1)


El libro de Shemot abre con el versículo1: “Y estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto”, y a continuación la Torá enumera los nombres de los hijos de Israel. No es esta la primera vez que la Torá los menciona. Ya en la Parshá Vaigash e incluso en Parshiot anteriores se mencionan los nombres de los hijos de Iaakov. ¿Por qué vuelve la Torá a detallarlos nuevamente? En el Midrash se dan al respecto dos explicaciones:

  1. a) Al volver a repetir y enfatizar los nombres de los hijos de Israel la Torá nos insinúa que durante todos los años de su exilio en Egipto los israelitas “no cambiaron sus nombres”2, y que con los mismos nombres que ingresaron, luego salieron de Egipto.
  2. b) Hashem los compara con las estre- llas, sobre las cuales está escrito3: “Él asigna un número a las estrellas, a todas llama con su nombre” Así también llamó a Israel con sus nombres, para subrayar su importancia4, y de esa manera no lleguen a perderse y a desaparecer a causa del amargo exilio. Puesto que algo que es llamado por su nombre nunca se pierde5.


QUIEN PRECISA DE UN NOMBRE

Las enseñanzas Jasídicas explican que el nombre representa un nivel externo de la persona y no está relacionado con su esencia interior, la verdadera. La persona para sí no necesita de un nombre; éste está destinado al otro, para que pueda llamarlo y relacionarse con él. Es decir, el nombre apunta a esa dimensión del alma donde el otro puede llegar. Esto se ve también en el versículo: “el rey, su nombre es el que se menciona sobre ellos (el pueblo)-sólo el nombre del rey se extiende sobre el país, pero el rey propiamente dicho está aislado, más allá del pueblo.

En cierta medida, esta sería la situación de las almas judías que descendieron a este mundo. El alma que mora dentro de un cuerpo físico, es apenas cual el nombre (un reflejo externo) frente a la esencia del alma que permanece arriba’. Solamente un reflejo del alma descendió aquí abajo y se invistió en un cuerpo material. La esencia del alma quedó arriba, abrazada y apegada al Altísimo6.


EL ALMA ES LIBRE

A eso aluden las palabras de la Torá: “Y estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto-Mitzraim”. Mitzraim- Egipto deriva del término meitzar- limitación y aprieto. Sólo el nombre de los hijos de Israel bajó a Egipto, el reflejo del alma es el que descendió a la estrechez y limitación de este mundo, a un terrible y duro exilio; pero no el alma misma, en la intensidad de su esencia.

El alma misma no fue al exilio, no está limitada por el mundo material y sus problemas. Ella sigue libre. Por eso tiene la posibilidad de nutrir al reflejo del alma que está en el cuerpo con la fuerza y la fortaleza para que no se vea afectada ni influenciada por las dificultades y los obstáculos, y que intensifique aún más su apego a Hashem también en pleno exilio.


A NO INTIMIDARSE

Con esta fuerza pudieron los hijos de Israel pasar por todas las dificultades del Exilio en Egipto y permanecer leales a su judaísmo e incluso cuidar sus nombres originales. Esta es la relación entre ambos comentarios del Midrash citados arriba: los israelitas guardaron sus nombres y su judaísmo en mérito a la fuerza derivada de la esencia de su alma que no fue al exilio.

En esto hay una enseñanza eterna: ¡Di-s libre que uno se vea intimidado por las dificultades!. ¡Nunca hay que darse por vencido!. Debemos recordar que el alma misma nunca fue a exilio. Ella no está su- peditada a los dictámenes del exilio, del Galut, y ella es la nos brinda la fuerza para no vernos impactados por las situaciones difíciles y que cumplimos como se debe con lo que Hashem quiere como nos lo expresa en la Torá y sus preceptos, hasta que lleguemos a la redención total con el Mashíaj, realmente pronto.

LIkutei Sijot Tomo 3 Pág. 843

NoTAS: 1.Shemot 1:1 2.Paaneaj Razá princi- pio Parshat Shemot 3.Tehilim 147:4 4.Shemot Rabá Parshá 1:3 5.Algo que posee un nombre no está expuesto al olvido. Esto se aprende de la Torá (Rambam Hiljot Matanot) 6.Ver Brajot 10,a