Page 58 - ESENCIA 038
P. 58
ESCENCIA 038_Maquetación 1 13/06/2022 9:27 Página 56
odas las mañanas, voy a pie a la sinagoga Nagyfu-
varos de Budapest, donde sirvo como rabino.
Y todos los domingos, los veo. Un grupo de cris-
tianos camino a la iglesia, que no está lejos de nuestra si-
nagoga. Siempre sonrío y les doy los buenos días.
A lo largo de los años, he llegado a conocer a muchos de
ellos, desde los jóvenes bien vestidos que siempre caminan
rápido, hasta los ancianos que tienen problemas para cami-
nar.
Había un señor muy mayor que siempre pedía ayuda a
la gente para cruzar la calle.
Un domingo, de camino a la sinagoga, me encontré con
ese anciano. Yo era el único alrededor. Cuando me vio, me
hizo señas para que me acercara.
Entendí que quería que lo ayudara a cruzar, así que me
apresuré a darle la mano y cruzamos juntos.
Cuando llegamos al otro lado, le deseé un buen día, pero
me miró sorprendido. Miró mi barba, mi sombrero negro y
mi atuendo jasídico, y me di cuenta de que no me había re-
conocido desde la distancia; ahora se estaba dando cuenta
de que un rabino jasídico le había tomado la mano.
Agarró nuevamente mi mano y comenzó a murmurar
emocionado. ¡Escuché y me sorprendió oír un revoltijo de
frases de la Torá, bendiciones y oraciones judías! “Bendito
eres Tú, Di-s... quien nos ha mantenido vivos y sostenido
hasta este momento! ¡Quién hizo milagros para nuestros pa-
dres en aquellos días, en este tiempo! ¡Maestro del Universo,
que gobernó antes de que se creara nada!
Se quedó así durante largos minutos, tomándome de la
mano y recitando fragmentos de oraciones y versículos de
memoria, todo con un acento húngaro al estilo antiguo.
No sabía qué decir.
Eventualmente, le pregunté: “¿Eres judío?”
“Yo solía serlo”, respondió. “Pero todo eso se quedó ahí,
en Auschwitz. Hoy soy católico”.
“¡Si solías ser judío, entonces siempre serás judío!” Prác-
ticamente le grité en los oídos.
Continuó mirándome mientras las lágrimas brotaban de
sus ojos.
“Recuerdo la hermosa sinagoga a la que iba cada Shabat
con mi padre, mi abuelo y todos mis hermanos... Había una
claraboya en el techo y los rayos del sol iluminaban la sina-
goga. Nunca lo olvidaré.
“Mi querido judío, soy el rabino de la sinagoga que re-
cuerdas de tu juventud, ¡y ahora estoy en camino! ¿Por qué
56 ESENCIA