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ESCENCIA 042_Maquetación 1  29/05/2023  18:33  Página 20







                                                               El Rabino Yosef Itzjak Schneersohn,
                                                         el día de su arribo a Estados Unidos. 1930.

















                                   No tan terrible
                                      En los primeros años, cada vez que el Rebe Rashab
                                   viajaba a algún lugar, no entregaba la llave de los gabi-
                                   netes en los que guardaba sus manuscritos a su hijo; solo
                                   lo hizo en años posteriores.
                                      En una de esas ocasiones, Rabí Iosef Itzjak entró en
                                   la habitación donde se guardaban los papeles de su
                                   padre y se encontró con varias hojas escritas por [el
                                   padre de su padre], el Rebe Maharash.
                                      Habiéndose acostumbrado a copiar su letra, tomó una
                                   pluma de ganso, como solía hacer su abuelo, y en una de
                                   esas hojas compuso una explicación de un concepto fi-
                                   losófico en jasidismo.
                                      Entonces, como estaba profundamente absorto en una
                                   lectura exhaustiva de los manuscritos de su abuelo, su
                                   propia composición quedó entre ellos cuando salió de la
                                   habitación.
                                      Su padre, el Rebe Rashab, regresó del extranjero, vio
                                   esta hoja y le dijo a su hijo: “Este es un día feliz para mí;
                                   ¡He descubierto un maamar (discurso jasídico) de mi
                                   padre que no conocía!”
                                      El joven no dijo nada. Unas semanas más tarde,
                                   cuando su padre volvió a mencionarlo, pensó en formas
                                   de remediar la situación y decidió plantear el tema en Ie-
                                   jidut (audiencia privada) con su padre.
                                      Al entrar al estudio, estaba tan angustiado por todo el
                                   asunto que se echó a llorar y no pudo pronunciar pala-
                                   bra.
                                      Luego, en respuesta a la pregunta de su padre, explicó
                                   que había hecho algo y no sabía cómo podría encontrar
                                   una expiación por ello, y le contó toda la historia.
                                      “No es tan terrible”, respondió su padre.


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