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n una entrevista con el periódico Iediot Aja-
ronot, Pollard dijo: “Su condición se estaba
Edeteriorando y no podía salir de casa. Durante
Shabat hubo otro deterioro, y el domingo por la ma-
ñana me enfrenté a una decisión imposible: dejar
que falleciera naturalmente o dejarla ir a Esther al
hospital para ser asistida con un respirador. En ese
momento le dije al médico: ‘Esta mujer ha estado
luchando por mí durante treinta años. Debo dejarla
que luche por sí misma’. La conectaron a un respi-
rador, pero lamentablemente no sirvió de nada”
Esther falleció y Jonathan no tiene dudas de que
los años que ella pasó luchando por su liberación
le costaron la salud “en su incapacidad para encon-
trar el tiempo para cuidar de sí misma”, dice, “y por
eso le debo mi vida entera”.
“Ella fue mi maestra. Me introdujo a una forma
de vida que yo no conocía, una forma de vida de la
verdad. El significado de vivir de acuerdo con la vo-
luntad de Di-s y de acuerdo con la Halajá. Aprendí
mucho de ella”.
La enfermedad de Esther limitó la capacidad de
Esther y Jonathan para visitar muchos lugares.
“Uno de los momentos más emocionantes fue la
introducción de un Rollo de la Torá en la Tumba de
Iosef. Era un Rollo de la Torá por el cual Esther había
recolectado centavo por centavo, con la esperanza
de que me diera notoriedad y ayudara a lograr mi
liberación. Estaba destinado para la Tumba de Iosef
porque era una figura bíblica que estuvo encarce-
lada, y con quien me identifico. Su esperanza era
que yo hiciera aliá a Israel y colocara allí el Sefer
Torá yo mismo, y ese es un sueño que logramos
cumplir juntos”.

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