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cida, ya sea carne, fruta o grano.
Curiosamente, los israelitas
más tarde se quejaron a Moshé de
que echaban de menos los calaba-
cines, las sandías, los puerros, las
cebollas y el ajo.
Si el man podía saber a cual-
quier cosa en el mundo, ¿por qué
extrañaban esos vegetales? El Tal-
mud explica que, dado que estos
vegetales podían ser dañinos para
las mujeres lactantes, el man no
sabía a ellos.
Otra explicación es que si bien
podía tener el sabor de esos ali-
mentos, no adquiría su textura,
como sucedió con otros alimentos.
Al ser un alimento celestial, el
man contenía solo materia nutri-
tiva y el cuerpo lo absorbía por
completo, por lo que después de
consumirlo, los israelitas no nece-
sitaban expulsar ningún producto
de desecho.
Joyas y otros bonus
Según la tradición, junto con el
man caían toda clase de piedras
preciosas y perlas.
Además, desprendía un olor
fragante, y durante los 40 años
que los israelitas vagaron por el
desierto, sirvió de perfume a las
mujeres.
El man usado como medio
de adjudicación
El Talmud relata que el man se
usaba para adjudicar muchas dis-
putas. Por ejemplo, si dos perso-
nas venían ante Moshé para un
juicio, uno diciendo: “Me robaste
a mi siervo”, y el otro diciendo:
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“Yo no lo robé, sino que me lo ven-
diste”, Moshé les decía: “Por la
mañana, habrá un juicio”.
¿Cómo se resolvía el asunto?
Si al día siguiente el sirviente en-
contraba su omer de maná en la
casa de su primer amo, sería claro
que había sido robado, porque el
maná todavía llegaba al primer
dueño.
Y si al día siguiente encontraba
su omer de maná en la casa de su
segundo amo, sería claro que
había sido vendido.
Cuando el man cesó de caer
El man cayó durante los 40
años que los israelitas estuvieron
en el desierto, terminando después
de la muerte de Moshé cuando
entraron a la tierra de Israel
Una jarra de maná está es-
condida
Di-s ordenó a Moshé que se
guardara una porción de man a lo
largo de las generaciones para
que los judíos vieran cómo Di-s
nos sustentó en el desierto. Aarón
recogió un poco de man y lo puso
en una vasija dentro del Lugar
Santísimo.
El Midrash relata que perma-
neció allí por muchos años, y en
los días del profeta Irmiahu,
cuando éste reprendió a los ju-
díos, diciendo: “¿Por qué no estu-
dian la Torá? ellos respondieron:
“¿Debemos dejar nuestro trabajo y
dedicarnos a la Torá? ¿De qué nos
sustentaremos?”
Sacó el cántaro del man y les
dijo: Vosotros veis la palabra del
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