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primera vista, el hospital ortopédico Waldklini-
ken Eisenberg en Turingia, Alemania, parece
Amás un hotel de lujo que un hospital. Está ubi-
cado en uno de los lugares más verdes y hermosos de
la zona y su interior es tan impresionante como el exte-
rior.
El hospital ganó el título de mejor hospital ortopédico
del país.
Para el CEO David Ruben-Thies, este es el compro-
miso de su vida que incluye una historia fascinante.
Un abuelo de Ruben-Thies fue un oficial nazi que
participó en la invasión de Polonia en la Segunda Gue-
rra Mundial.
Su otro abuelo ayudó a los judíos a esconderse en sus
barcos mercantes para sacarlos del país.
“Tengo un nombre judío”, dijo. “Mis padres querían
que la gente pensara en los judíos y trabajara por la
igualdad para todos.
Cuando viví en Italia durante mi infancia, sentí la ne-
cesidad de aprender sobre el judaísmo. Cuando abrí el
hospital aquí, supe que tenía que darles a los judíos un
tratamiento especial”.
Ruben-Thies concedió la entrevista poco después de
que el hospital abriera una sinagoga a la que los resi-
dentes de la zona, la mayoría de los cuales no son ju-
díos, donaron un Rollo de la Torá.
Entre los participantes en el proyecto estaba el jefe
del Consejo Regional que donó su propio dinero para
ello.
El hospital sirve comida kasher.
El restaurante kasher que se abrió en el hospital está
dirigido por el chef alemán Tim Foller y tiene un super-
visor permanente de kashrut: el rabino Moti Weizman.
En una conversación con Maariv, Weizman explicó
que “es algo increíble. Tú y yo estamos hablando de co-
mida kasher gourmet en un hospital en el centro de Ale-
mania, y lo hacemos en hebreo.
No hay un lugar como este en el mundo. El director
ejecutivo del hospital trabaja para integrar a los judíos
aquí de una manera admirable. Insistió en el estricto
kashrut”.
“A través de mi apoyo al judaísmo, espero expiar los
pecados de mi abuelo y, al mismo tiempo, ser una fuente
de orgullo para mi otro abuelo”, concluyó Ruben-Thies. •

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