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Rabino Tzvi Grunblatt
                  Director General
                     Llegamos a Uds. con este nuevo número de Esencia.
                     No sé si el lector se detuvo a analizar el significado del nom-
                  bre. Pero es bueno destacarlo.
                     Escuchamos, cada vez más, cómo el mundo está cambiando
                  vertiginosamente. Escuché de un autor que escribió un libro
                  acerca de cómo el mundo cambiaría en los próximos quince
                  años, y debió reescribirlo, porque  con la pandemia ese cambio
                  ya llegó.
                     Y no es novedad. Jasidut explica cómo todo es cambiante, de-
                  bido a que por definición la naturaleza y la creación es limitada,
                  por ende se desgasta permanentemente. A su vez, el hombre va
                  descubriendo cómo superar las imperfecciones de la naturaleza
                  con elementos que a su vez son imperfectos y nuevamente re-
                  quieren ser superados. Sólo el Infinito, que es el  todo (en su di-
                  mensión potencial) no es perfectible, porque es la perfección. Y
                  eso es lo Divino. “Yo Hashem no He cambiado” ( Malaji 3,6).
                     Por eso tampoco  “está Torá no será cambiada” (Maimónides
                  Fundamentos de la Torá cap.9, 1. Y más).
                     Lo único eterno es Hashem. Por ello, la Torá, que es la Sabi-
                  duría y la Voluntad de Hashem, es eterna (Tania I cap.17). Mien-
                  tras que los códigos hechos por el hombre son cambiantes, y es
                  lógico que lo sean, tal como el  hombre y la situación en la que
                  vive son variables.
                     Y más allá del punto filosófico, místico, intelectual, esto nos
                  permite no confundirnos por los múltiples cambios y seduccio-
                  nes que nos acosan (este es el acoso más grave, el causal de los
                  demás). Vemos como la nueva generación sufre confusiones
                  acerca principios de vida elementales: familia, respeto a si
                  mismo y a la autoridad. Se replantea los valores fundamentales
                  de la vida, distorsionando incluso con intenciones nobles. Mu-
                  chas veces los propios educadores están confundidos.
                     Es así donde sentimos que “dichosos nosotros, qué buena  es
                  nuestra parte” - ashmeinu ma tov jelkeinu que poseemos una
                  Torá eterna – Torá Or, que nos ilumina en la oscuridad de la con-
                  fusión para discernir entre una puerta hacia el jardín y una
                  puerta al vacío del ascensor.
                     Nos enseña las prioridades. Nos habilita a hacer uso correcto
                  de la bendición existente en las extraordinarias posibilidades de
                  estos tiempos pre- mesiánicos, y de la fortaleza y seguridad para
                  ir con la verdad eterna y no verse arrastrado por el torrente po-
                  tenciador de las debilidades humanas.
                                                             (continúa en página 68)
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