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GUARDAR LOS SECRETOS
uando el Rebe me pidió El Rebe respondía personal-
que me uniera a su perso- mente a cada carta, ya sea por es-
Cnal de secretaría, me dijo crito o dándonos una respuesta
que hablara con el rabino Hoda- para entregar.
kov, su asistente principal. “Él te Cuando el Rebe quería que en-
dirá lo que hay que hacer”. tregáramos su respuesta por telé-
Fui con el rabino Hodakov y él fono con respecto a un asunto
me instruyó sobre las diversas ta- privado, el Rebe escribía su res-
reas que necesitaba que hiciera. puesta en los márgenes de la carta
“Como serás un ayudante del y arrancaba la carta real de la res-
Rebe”, me dijo, “no puedo decirte puesta, dejando solo el nombre de
que no veas lo que está pasando, la persona para que lo veamos.
porque incluso si no quieres, La gente le escribía al Rebe
verás cosas. sobre sus problemas más íntimos
No puedo decirte que no escu- y personales.
ches, porque incluso si no quieres, Entre el círculo de ayudantes,
escucharás las respuestas del se seguía al pie de la letra la ins-
Rebe a muchas de las preguntas. trucción esencial de no hablar de
Sin embargo, hay una cosa que nada de lo que vimos o escucha-
puedo decirte: ¡no hables! No ha- mos.
bles de lo que sucede aquí. No re- Durante treinta y seis años, no
veles a nadie lo que está pasando hablé.
en estas habitaciones”. Hoy, muchos años después,
El Rebe abría personalmente puedo revelar muchas anécdotas
todo su correo; nadie más abría que antes no podía, dejando de
una carta. lado los datos personales.
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