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ESCENCIA 036_Maquetación 1 08/11/2021 15:29 Página 14
S e cuenta que cuando Rabi DovBer de Lubavitch era joven, vivía en la misma
casa que su padre, Rabi Shneur Zalman. Rabi DovBer y su familia vivían en el
apartamento de la planta baja, y Rabi Schneur Zalman vivía en el piso de arriba.
Una noche, mientras Rabi DovBer estaba profundamente absorto en sus estudios,
su hijo más pequeño se cayó de la cuna. Rabi DovBer no oyó nada. Pero Rabi Schneur
Zalman, que también estaba inmerso en el estudio en su apartamento, oyó los gritos
del bebé. El Rebe bajó, levantó al bebé del piso, secó sus lágrimas, lo acomodó nue‐
vamente en la cuna, y lo meció hasta hacerlo dormir. Rabi DovBer seguía inmutable
a todo lo sucedido.
Más tarde, Rabi Shneur Zalman amonestó a su hijo: “No importa cuán elevadas
sean tus ocupaciones, siempre debes poder oír el llanto de un bebé”
El Rebe de Lubavitch contó esta historia en una reunión de activistas en 1962.
“Para mí,” dijo el Rebe, “esta historia caracteriza el enfoque de Jabad. Con todo el
énfasis que uno debe invertir en el refinamiento personal y su servicio al Todopode‐
roso, siempre debe oír el llanto de un niño.”
“Hoy en día, esto es más aplicable que nunca, cuando muchos niños judíos de
todas las edades, han caído de la cuna de su legado judío. Sus almas gritan hacia no‐
sotros, y debemos tener la sensibilidad para oír sus gritos y responder. Debemos in‐
terrumpir nuestros rezos y estudios y hacer todo a nuestro alcance para apaciguar
estas almas desesperadas y restituirlos a la cuna de su legado.”
El Alter Rebe, Baal Ha Tania, nos enseña que nunca hay
que desatender el llanto de un niño.