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El prodigio del ajedrez
na gran multitud se reunió alrededor de una pe-
queña mesa en el centro de la habitación donde
USammy estaba sentado planeando su próximo
movimiento. Jóvenes y mayores quedaron hechizados
por el niño con el enfoque y la compostura de un hombre
de 60 años. Las cámaras hicieron clic; todos los ojos es-
taban enfocados en él. Se estaba tomando el momento
muy en serio, al igual que el hombre mayor sentado
frente a él, con el cabello plateado peinado hacia un lado.
Sammy se hizo famoso como uno de los más jóvenes
en competir en campeonatos de ajedrez. A los ocho años,
jugó contra concursantes mayores y ganó. Apareció en
los periódicos y fue calificado como un prodigio del aje-
drez.
Samuel Reshevsky nació en Ozorkov, Polonia en 1911,
de padres que pertenecían a la dinastía jasídica de Gur.
Cuando tenía nueve años, su familia se mudó a los Esta-
dos Unidos, y fue allí donde más tarde se convirtió en
campeón en el Campeonato Occidental, el Campeonato
de Ajedrez de los Estados Unidos y el Campeonato
Abierto de los Estados Unidos. Era famoso por sus movi-
mientos lentos y reflexivos, contemplando y elaborando
estrategias en cada paso, a veces durante horas.
Reshevsky nunca jugó en un campeonato de ajedrez
en Shabat o en las festividades judías. Su fuerte educa-
ción religiosa y su propia fe firme no le permitieron va-
cilar en su compromiso con la Torá y las Mitzvot, y sus
muchos éxitos no hicieron nada para cambiar su deter-
minación religiosa.
En los años previos a su matrimonio, Reshevsky desa-
rrolló una relación con el sexto Rebe de Lubavitch, Rabi
Iosef Itzjak Schneersohn z”l. Este vínculo se fortaleció
enormemente durante los años posteriores a su matrimo-
nio, cuando Reshevsky residía en Crown Heights,
Brooklyn; el mismo barrio donde vivió el Rebe Anterior
durante los últimos diez años de su vida.
Reshevsky una vez le pidió su bendición por el éxito
en una partida de ajedrez en particular. El Rebe respon-
dió que cumpliría su deseo si decidía estudiar Torá todos
los días.
Reshevsky accedió de buena gana y, de hecho, la ben-
dición que el Rebe concedió se cumplió.
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