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continuar solo después de buscar en los archivos y
descubrir que el rey Ciro había apoyado originalmente
el proyecto.
Después de que Darío alentó la construcción, esta
continuó sin cesar hasta la eventual finalización del Tem-
plo cuatro años más tarde, el 3 de Adar.
Ezra mismo no había ido con el primer grupo de re-
tornados a Israel. Permaneció en Babilonia durante todo
este período, ya sea para continuar sus estudios o para
evitar cualquier lucha de poder con Ieshua ben Iehotza-
dak por el puesto de sumo sacerdote.
Una vez que el primer grupo se fue, Ezra ganó promi-
nencia en la comunidad judía de Babilonia.
Comenzó el proceso de identificar linajes, investigar
genealogías y formar listas familiares detalladas. Cuando
salió de Babilonia, Ezra había aclarado la ascendencia
de cada familia que vivía allí, identificando linajes triba-
les e hijos ilegítimos.
El segundo regreso a Israel
Después de un largo período en el que la construcción
del Templo estuvo estancada, llegó a Babilonia la noticia
de que su construcción había terminado. Esta vez Ezra
no se quedaría fuera. Al año siguiente, el rey Artajerjes
le dio permiso a Ezra para dirigir una inmigración masiva
a Israel y hacer cumplir las leyes de Di-s allí. Con esta
seguridad, Ezra inició una campaña para devolver a
todos los judíos a su tierra natal. Viajó de pueblo en pue-
blo, informando a sus hermanos del inminente regreso a
la Tierra de Israel y la reconstrucción del Templo.
Sus palabras fueron en su mayoría desatendidas. La
generalidad de los judíos permaneció en Babilonia. Mu-
chos incluso pensaron que estaba mintiendo y trataron
de matarlo.
Sin inmutarse, Ezra reunió a todos los que lo segui-
rían, un grupo relativamente pequeño de 1.500, y partió
hacia Israel. Trajo consigo mucho oro y plata para la
construcción del Templo, junto con órdenes del rey al te-
sorero para que les diera abundantes cantidades de trigo,
vino, aceite y sal. Su viaje duró cuatro meses y llegaron
el primero de la Av.
Cuando llegaron, celebraron ofreciendo sacrificios a
Di-s y entregando el oro y la plata que habían traído a la
tesorería del Templo.