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tro Especies estaba actualmente            Me acordé de otra historia de la
            en manos de un estudiante de ies-       infancia, de un rabino diferente (¿o
            hivá bien intencionado, que en          tal vez era el mismo?) que partió
            ese momento estaba caminando            con los preciosos rublos que había
            penosamente por Brooklyn para           acumulado durante todo el año,
            encontrar judíos que no habían          para comprar un juego de Cuatro
            logrado adquirir su propio con-         Especies verdaderamente excep-
            junto. Esta imagen me calmó un          cional. En el camino, pasó junto a
            poco, al menos lo suficiente como       un pobre cochero cuyo caballo aca-
            para preguntar con los dientes          baba de desplomarse y morir. El
            apretados: “Y si debes prestar tu       pobre hombre ahora se quedó sin
            Lulav y Etrog, ¿por qué no puedes       ningún medio de subsistencia. Sin
            al menos comprar un juego barato        dudarlo, el rabino entregó la suma
            solo para prestar?”                     total al cochero para comprar un
               “¿Y por qué”, preguntó pacien-       caballo nuevo. Después de todo,
            temente mi esposo, “un judío en         razonó, bendecir las Cuatro Espe-
            la calle debería hacer una bendi-       cies es una mitzvá, y la caridad
            ción sobre un Lulav y un Etrog          también es una mitzvá. Cuando to-
            menos hermoso que el que yo elijo       dos los demás en la sinagoga ben-
            para mí?”                               digan las Cuatro Especies, él dirá
               Me resultó difícil discutir con      su bendición sobre un caballo.
            su lógica. Las personas que gas-           Aplicando la lógica del rabino
            tan más de $ 100 en un conjunto         a mi propia situación, en la escala
            de frutas y ramas caerán en un ar-      de mitzvá cósmica realmente no
            gumento místico en cualquier mo-        hay diferencia si mi esposo hace
            mento.                                  una bendición sobre su juego, o si











            Recordé un año cuando el etrog de mi esposo le fue de-
            vuelto cubierto de manchas marrones, testimonio de
            las docenas de manos que lo habían agarrado. Había

            mirado con desagrado el etrog magullado, pensando
            en las muchas horas que había pasado explorando el
            mercado de etrog, tratando de encontrar la fruta más
            perfecta y sin defectos. Pero mi esposo lo había visto de

            otra manera: “Todas las marcas de las manos hacen
            que el etrog sea más hermoso”.


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