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una muy querida amiga”.                 familia es judía”.
               La anfitriona se giró y me ten-         Sentí un escalofrío cuando un
            dió la mano, “Encantada de cono-        silencio incómodo llenó la habita-
            certe...”                               ción como una densa niebla.
               No escuché el final de su ora-          Esta pareja había estado en un
            ción. Mis ojos estaban pegados a        lado de la guerra, mis antepasa-
            una enorme Menorá plateada que          dos   judíos en el otro.
            estaba sobre una plataforma en el          Perdida en mis pensamientos,
            centro de la sala de estar.             apenas escuché la invitación de
               Nueve brazos me miraron fija-        nuestra anfitriona a la mesa:
            mente: cuatro a cada lado de una        “Vengan, sentémonos y coma-
            rama elevada en el medio. Un            mos. La comida se está enfriando
            candelabro judío expuesto, como         y queremos saber sobre sus viajes
            en un museo.                            por Brasil”.
               ¿Por qué esta pareja alemana            Nos hizo una seña para que
            exhibía un artículo judío en su         nos acercáramos y nos sentamos
            casa? O eran judíos o, como las         alrededor de la elegante mesa
            historias del Holocausto que pa-        cargada de comida.
            saban por mi mente, eran nazis             El seductor aroma llenó el aire
            que habían saqueado hogares ju-         cuando el anfitrión quitó la tapa
            díos.                                   caliente del plato de porcelana.
               Me quedé inmóvil. Creí que              Al repartir porciones calientes,
            era lo último.                          la pareja fue el epítome de la cor-
               Ignoré la mano extendida de la       tesía. Comí lo que había en mi
            anfitriona y miré al hombre, tan        plato, habiendo dejado mi apetito
            erguida era su postura, como la de      en la puerta de esta gran mansión.
            un soldado.                                Los anfitriones y Marie mur-
               Señalé la reluciente estructura      muraban en alemán y yo me es-
            plateada y pregunté claramente          taba en silencio, sola en mis
            en inglés: “¿De dónde sacaste esa       pensamientos.
            Menorá judía?”                             La historia se había hecho pre-
               Caminó hacia ella y se paró de-      sente para mí;
            trás. Con la plataforma, su tamaño         Todos esos relatos de mi clase
            llegaba hasta la parte superior de      sobre el Holocausto en la escuela
            su pecho.                               secundaria inundaron mi mente:
               “Soy coleccionista y me traje        historias de nazis que habían
            esto cuando dejé Alemania”.             huido a Sudamérica para escapar
                El suelo cayó debajo de mí          del juicio y la responsabilidad por
            cuando asentí y miré. No tenía          sus horribles crímenes de guerra
            palabras para su sencilla explica-      contra los judíos.
            ción y no tuve las agallas para            Sentí mucha simpatía por los
            confrontarlo con mis sospechas.         pocos sobrevivientes judíos que,
               Hizo una pausa y luego pre-          habiéndose escapado de las manos
            guntó: “¿Eres judía?”.                  de la muerte, regresaron a sus
               “Soy estadounidense, pero mi         hogares sólo para encontrarlos sa-


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