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contaba un cuento, les cantaba y les Sonreía y me saludó de inme-
daba de comer con la mano. diato: “¡Dos iz Dovidele! ¡ Dovi-
Se aseguraba de que todos co- dele!”.
mieran. Con algunos niños, se sen- Pensé: “¿Cómo sabe mi nom-
taba junto a ellos en el suelo y los bre?”. Y entonces casi me desmayo.
animaba a comer, incluso con cu- Estaba mirando Monsieur. ¡El
chara si era necesario. Rebe era el señor! Y él me reconoció
Era como un padre para estos antes de que yo lo reconociera. Era
niños tristes. Conocía a cada uno increíble.
por su nombre, aunque nosotros Más tarde supe cómo llegó a
no sabíamos el suyo. Marsella. Él y la Rebetzin Jaia Mus-
Lo queríamos y esperábamos hka intentaban escapar de la Eu-
con ilusión su llegada. Recuerdo ropa nazi. Para conseguir los
que había un niño celoso. También documentos necesarios, viajaba
quería sentarse en el regazo del entre Niza y Marsella. Debió ente-
señor y escuchar canciones e his- rarse del orfanato y de la difícil si-
torias. Así que fingía no comer tuación de los niños pobres, y vino
para llamar su atención. a rescatarnos.
El señor regresó día tras día du- Oí que, tras el fallecimiento del
rante varias semanas. Y diría que Rebe, se encontraron cuadernos
muchos de los niños que vivían en con su letra. Estas notas abarcaban
el orfanato en ese momento le todos los aspectos de la Torá y pro-
deben la vida. Si no fuera por él, fundizaban en la filosofía judía, la
yo, por ejemplo, no estaría aquí. Cábala y el Talmud.
Finalmente, la guerra terminó y Increíblemente, muchas de estas
me reuní con mi familia. Dejamos notas fueron escritas justo cuando
Europa y comenzamos nuestras el Rebe se encontraba en Francia,
vidas de nuevo. al comienzo de la guerra.
En 1957, vine a vivir a Nueva Me resulta asombroso que, in-
York, y fue entonces cuando mi tío cluso en medio de todo ese caos, se
me sugirió conocer al Rebe de Lu- mantuviera dedicado al estudio de
bavitch. Por supuesto, acepté y la Torá.
concerté una cita con el secretario Pero lo que me resulta aún más
del Rebe. notable es que un erudito de tal
En la fecha acordada, llegué a la magnitud se ocupara, al mismo
sede de Jabad en el 770 de Eastern tiempo, de repartir bolsas de co-
Parkway y me senté a esperar. mida y alimentar personalmente a
Leí algunos Salmos y observé el pequeños huérfanos.
desfile de hombres y mujeres de Nunca olvidó que salvar vidas
todos los ámbitos que habían ve- es su principal preocupación. Y
nido a ver al Rebe. yo... Siempre estaré agradecido de
Finalmente, me dijeron que era que él salvó la mía, y gracias a él,
mi turno y entré en la oficina del yo, gracias a Di-s, tengo muchos
Rebe. hijos, nietos y bisnietos. •
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