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l Rebe siempre habló del Mashíaj.
En sus propias palabras, se describió a sí mismo como “obsesio-
nado” con el Mashíaj.
El Rebe anhelaba al Mashíaj no solo porque pondría fin al dolor y
el sufrimiento del mundo, sino, además, porque la era del Mashíaj es el des-
tino final del mundo y el propósito para el cual fue creado.
En su primer discurso público, al aceptar el liderazgo, declaró que esta
es la misión de nuestra generación.
En aquel momento, su audiencia no comprendió plenamente el signifi-
cado y la verdadera magnitud de la visión del Rebe.
Pero, en lugar de abrumar a sus oyentes con un concepto para el que aún
no estaban preparados, les permitió avanzar gradualmente, mediante el
estudio de la Torá, la observancia de las Mitzvot, una vida judía y un acer-
camiento a los demás con vigor y entusiasmo.
Como en todos los demás puntos de sus campañas, el Rebe extrajo de los
libros el duodécimo principio de nuestra fe (tal como lo enumeró Maimó-
nides) y lo puso en conocimiento de la comunidad judía en general.
Lo incorporó al léxico y al programa judíos.
Desde el principio, orientó la conciencia judía mundial hacia la reden-
ción —el verdadero tikún olam y la conciencia del Mashíaj, emprendiendo
la misión más audaz de todas: conducir al mundo hacia la era del Mashíaj
y la redención de la humanidad.
Lo hizo con el espíritu de que todos sepan y sientan que están invitados
a unirse a la campaña.
Este era verdaderamente el deseo supremo del Rebe: ver el mundo perfec-
cionado, ver el cumplimiento del propósito mismo de la Creación: que el mundo
se convirtiera en morada de la Divinidad.
De ahí el anhelo primordial del Rebe por la llegada del Mashíaj y la era
de la redención.
Honremos la misión de su vida de traer bondad a este mundo. Hagamos una
mitzvá más, una buena acción más, para lograr concretar ese anhelo: ¡la llegada
del Mashíaj ya! •
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