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Lápida del Maharal en el Antiguo Cementerio Judío de Praga.
El Santo Bendito dispuso cada nación en el lugar que
le es propio, así dispuso al Pueblo de Israel en el lugar
que le es apropiado: la Tierra de Israel.
El exilio de su lugar es una alteración completa y sa-
lida [de ese orden]. Cualquier cosa que se aparte de su
lugar natural, que esté fuera de su lugar, es incapaz de
permanecer en el lugar que no le es natural. Más bien,
necesitan regresar allí.
Porque si permanecen en un lugar que no es natural
para ellos, entonces lo antinatural se volverá natural.
Y es imposible que lo antinatural se vuelva natural.
Una metáfora: es como intentar forzar al fuego para que
vaya hacia abajo, cuando su estado natural es subir, ó
como tratar de sostener en el aire una materia sólida,
cuando su estado natural es caer a la tierra.
7. Vio el éxodo como un cambio de para-
digma cósmico
Una famosa enseñanza del Maharal aborda la cues-
tión de celebrar Pesaj durante el tiempo de exilio y per-
secución. ¿Cómo podía el pueblo judío en la Edad Media
celebrar el Éxodo de Egipto cuando se hundía de nuevo
en la amarga oscuridad del exilio y la persecución, con
masacres, libelos, inquisiciones y expulsiones?
Él explica que el Éxodo no fue meramente un evento
sociopolítico, en el cual a los esclavos se les permitió
salir de un país y forjar su propio destino. También fue
una mutación existencial, en la que el don de la libertad
fue “cableado” en la psique misma de un pueblo. Con la
liberación Divina de la esclavitud egipcia, se creó un
nuevo tipo de persona: un individuo que nunca haría las
paces con la opresión y que siempre anhelaría la liber-
tad. El éxodo implantó en el alma de la humanidad una
búsqueda inherente de libertad y una repulsión innata
hacia la subyugación.
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