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1. Su nacimiento salvó a los judíos de un libelo
                           de sangre
                             El Maharal nació durante el Seder de Pesaj en la noche
                           del 15 del mes de Nisán.
                             Era el apogeo de la era de los libelos de sangre (la afir-
                           mación antisemita de que los judíos secuestraban y mata-
                           ban niños cristianos para usar su sangre en la horneado de
                           las Matzá). Cuando su madre sintió dolores de parto du-
                           rante el Seder, los invitados salieron para traer a la partera.
                           A la misma hora, un hombre no judío paseaba por la judería
                           con una gran bolsa que contenía el cadáver de un niño, con
                           el objetivo de plantar el cuerpo y denunciar el “crimen” a
                           las autoridades.
                             Como los invitados salieron corriendo de la casa para
                           buscar a la partera, el perpetrador pensó que estaban tra-
                           tando de atraparlo, y e intentó huir. Un vigilante nocturno,
                           al ver a alguien que corría llevando un saco, y la gente lo
                           perseguía, atrapó al perpetrador y frustró el intento de libelo
                           de sangre.

                           2. Su esposa, Perl, fue una gran erudita
                             Según la tradición transmitida a través de los descen-
                           dientes de Maharal, Perl, la esposa de Maharal, fue una bri-
                           llante erudita talmúdica por derecho propio. Ayudó a su
                           esposo a escribir parte de su responsum y editar su obras li-
                           terarias.
                             Perl estudiaba los días tenía una lección con su esposo
                           de Talmud y Halajá y también la ética y la metafísica. Ella
                           solía contar que desde que tenía ocho años, no pasaba un
                           día sin estudiar por lo menos cinco horas. Después de que
                           se casó con el Maharal y muchos le enviaban preguntas ha-
                           lájicas, fue ella quien le leía las preguntas y luego escribía
                           sus respuestas. Fue la editora de las obras de su esposo.


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