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oy es Rosh Hashaná. No es el año nuevo para los hu-
manos, eso es en algún momento de septiembre, sino
Hel Año Nuevo para los árboles.
Celebramos comiendo frutas, especialmente frutas significa-
tivas para Israel; Aquellos con inclinaciones místicas se compla-
cen en un “Seder” festivo; y en el Israel moderno, el día ha
asumido el estatus de una especie de Día del Árbol y se conme-
mora con la plantación generalizada de árboles.
Hay una historia en el Midrash de un anciano que es obser-
vado por el gobernador romano, plantando una higuera.
Cuando el regente le preguntó, si esperaba vivir lo suficiente
como para consumir los frutos de su trabajo, respondió: “Nací
en un mundo floreciente con placeres listos. Mis antepasados
plantaron para mí, y ahora siembro para mis hijos...”
El acto de plantar es un acto de fe. Enterrar una semilla fértil
y luego alejarse, sin forma de seguir el progreso durante los pró-
ximos meses o años, exige ecuanimidad de espíritu y una con-
fianza profundamente arraigada en Di-s.
Tantas variables pueden influir en el resultado final, y tene-
mos tan pocos medios de control, que cualquier rendimiento fu-
turo puede describirse verdaderamente como milagroso.
El crecimiento se logra mejor en privado. Bajo tierra, lejos de
las luces brillantes y las groseras demandas de resultados ins-
tantáneos, uno puede desarrollarse y madurar de manera estable
y duradera.
Es más, así como una semilla primero debe pudrirse antes de
que pueda comenzar a generar nuevos comienzos, una persona
empeñada en el crecimiento personal y la evolución del carácter
debe estar lista para experimentar un cambio revolucionario.
Hasta el punto de que el viejo “yo”, el ego y autoconciencia,
se borra por completo.
Sólo en un ambiente de humildad y aceptación puede desa-
rrollarse el nuevo yo.
Los resultados finales pueden ser realmente asombrosos: si
se permite que madure y florezca.
Y se le proporciona un alimento rico en Torá y se le quita la
madera muerta, una semilla rinde cien veces más; la nueva per-
sona brota fértil y orgullosa, fuente de alimento para todos y re-
curso y sustento para las generaciones venideras. •
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