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Familia judía.
                                                         Gentileza Museo de la Diáspora















            Lealtad


            Familiar                                      a hora de tocar el Shofar en


                                                          la sinagoga del  “Jozé –Vi-
                                                    Ldente- de Lublin” (Rabí Iaa-
                                                    kov Itzjak Horowitz, fallecido
                                                    en1815) había pasado hacía mu-
                                                    cho, esa mañana de Rosh HaSha-
                                                    ná. Pero el gran Sabio jasídico
                                                    permanecía aislado en su estudio.
                                                       Finalmente, uno de los discípu-
                                                    los del Vidente, Rabi David de
                                                    Lelov, fue enviado con la misión
                                                    de llamar a la puerta de su maes-
                                                    tro para preguntar qué pasaba.
                                                       El rostro del Jozé, que se veía
                                                    más allá de la puerta parcial-
                                                    mente abierta, estaba pálido de
                                                    temor y sus ojos enrojecidos por el
                                                    llanto.
                                                       “Veo un terrible decreto orde-
                                                    nado en la Corte Celestial para el
                                                    pueblo de Israel este año”, le dijo
                                                    a su discípulo. “He estado orando
                                                    y suplicando toda la mañana, acu-
                                                    mulando todos mis méritos en el
                                                    cielo en mis esfuerzos por anular
                                                    el decreto, pero fue en vano”.
                                                       Al notar la presencia de un niño
                                                    que acompañaba a Rabi David, el
                                                    Vidente preguntó: “¿Quién es el
                                                    muchacho?”


                                                       ESENCIA                                                                 19
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