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Incluso muchos judíos ortodoxos no sienten necesidad
de seguir el razonamiento del Rebe al respecto. Entienden
que el relato del Génesis sobre la Creación no es literal-
mente vinculante y están dispuestos a creer en la verdad
general del relato bíblico, que fue Di-s quien creó el mundo
y creó la naturaleza (fuera del mundo del monoteísmo, el
hombre antiguo solía adorar cual deidades aspectos de la
naturaleza, como el sol), sin sentirse forzados a aceptar la
cronología literal del texto.
La gente a menudo llega a esta conclusión por la supo-
sición de que la ciencia ha demostrado que el mundo tiene
una edad mucho mayor que seis mil años. Por lo tanto, los
fósiles, que dan testimonio de criaturas antiguas como los
dinosaurios, establecen —para satisfacción de la mayoría
de las personas modernas, incluidos muchos judíos ortodo-
xos modernos— que el mundo debe ser mucho más antiguo
que la cronología ofrecida en el capítulo 1 del Génesis.
Sin embargo, el meollo del argumento del Rebe es con-
trarrestar la creencia común de que la ciencia prueba algo.
La ciencia, argumenta el Rebe, particularmente la cien-
cia especulativa, nunca puede probar nada; sólo puede ofre-
cer teorías.
Por lo tanto, ante una disputa entre lo que dicen los cien-
tíficos sobre los orígenes del mundo y lo que dice la Torá,
un judío —y todos los seres humanos— deberían aceptar las
enseñanzas de la Torá.
¿Por qué el Rebe, un hombre que había estudiado cien-
cias durante ocho años en universidades de Berlín y Fran-
cia, estaba tan dispuesto a ignorar las conclusiones a las
que llegaron los científicos? ¿Y cómo podía insistir en que
la ciencia no puede probar nada?
Para entender esto, se debe entender que el Rebe veía
como parte de su misión corregir un error común sobre la
ciencia, de que ofrece respuestas claras y definitivas. Por lo
tanto, las personas comúnmente usan expresiones como “La
ciencia prueba...”

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