La Historia de Rosh Jodesh Kislev

La Sinagoga de 770 Eastern Parkway en Brooklyn está completamente llena. Miles de Jasidim de todas partes del mundo, están allí para celebrar con el Rebe. Todos los ojos están enfocados en el  Rebe mientras comienzan las Hakafot. El Rebe sostiene el Sefer Torá. Su cara irradia la alegría de Iom Tov mientras baila con su cuñado, el Rashag, en el centro de la sinagoga. Es Shmini Atzeret del año 5738 (1977).

La primer Hakafá finaliza. El Rebe camina, lentamente, hacia su lugar en la pared sudoeste. La segunda y tercera Hakafá son completadas, y el Rebe, que se ve cansado, sólo aplaudió unas pocas veces.

Es la cuarta Hakafá, y el Rebe se da vuelta mirando a la muchedumbre. Los cantos cesan. El silencio invade 770. El rostro del Rebe está blanco como la tiza. La Hakafá comienza. El Rebe hace un gran esfuerzo para poder juntar sus manos y aplaudir. Pide una silla y se sienta.

Un estremecimiento cubre la sala. Las Hakafot son el momento más alegre del año. El Rebe nunca se sienta durante las Hakafot. Ahora, el Rebe se reclina en su silla y cierra sus ojos.

Se escucha un grito: ¡Agua! ¡Aire! ¡Muévanse! Y entre los gritos, se oyen ruidos de vidrios rotos. Cada ventana a la vista se convierte en una salida de escape. Lo Jasidim saltan al patio de al lado. En minutos, 770 quedó vacío. De los miles que se encontraban cantando y bailando hasta hacía sólo unos momentos, menos de cien quedaron adentro.

Doctores corren hacia el frente, asustados, preocupados. El Rebe sólo sonríe y dice que todo está bien. Él sólo está cansado; no hay de qué preocuparse. “Beba”, le suplican al Rebe. “No” dice el Rebe, “¡No voy a beber nada fuera de la Sucá! ¡Continúen con las Hakafot!. En ese momento, quién sabía que el Rebe acababa de sufrir un serio ataque al corazón…

Terminamos con la quinta y sexta Hakafá rápidamente. La séptima Hakafá, tradicionalmente le pertenece al Rebe, y esta noche no era diferente. A pesar de todo, él baila con el Rashag. El Rebe sonríe a la vez que el Rashag finaliza la Hakafá temprano. Luego del rezo, el Rebe le desea a sus Jasidim el tradicional “Gut Iom Tov, Gut Iom Tov”. El Rebe camina lentamente fuera de la sinagoga, hacia su dormitorio arriba, y cierra su puerta tras él. Sólo Di-s sabe lo que pasaría esa noche.

Hoy en día, sabemos el final feliz de la historia. Conocemos los milagros que llevaron a Rosh Jodesh Kislev, el día en el cual el Rebe volvió a su casa; un símbolo de su recuperación completa.

Durante aquellos días fatídicos de Tishrei de dicho año, en el mundo de Lubavitch y más, reinaba una gran confusión. La única persona que se mantenía calma era el Rebe mismo.

A continuación, les presentamos un conjunto de historias y conversaciones que se llevaron a cabo durante este caótico período.

LA COLUMNA DE LOS DOCTORES

En el momento en el que el rostro de Rebe cambió, médicos de todas partes de 770 corrieron a su lado. En los días subsiguientes, muchos más especialistas y expertos se unieron a ellos. Estos hombres de experiencia, expresan mucho asombro ante la conducta sobrehumana del Rebe durante esta prueba. En la agonía de dos ataques al corazón serios, el Rebe no gritó de dolor. Ni siquiera un respiro se le escapó de los labios. El Rebe insistió en seguir cumpliendo con todas las mitzvot (preceptos), ni siquiera renunciando a la costumbre de hacer Kidush en la Sucá aquella misma noche.

Lo expuesto a continuación son testimonios de doctores que se encontraban presentes, y de sus encuentros y discusiones con el Rebe.

¿Un hospital? ¡Olvídenlo! Durante las primeras horas luego del ataque, los doctores le insistían al Rebe que fuera al hospital.

El Rebe se negaba firmemente. “¿Qué haría uno si estuviera en un lugar en donde no hay hospitales?” preguntó el Rebe.

“Lo que sea que haya que hacer, debe hacerse ahora”. Una mujer (que había asistido médicamente al Rebe Anterior) le pidió al Rebe permiso para hacerle una pregunta. El Rebe asistió. “Si otra persona estaría en el lugar del Rebe, y le preguntara al Rebe si debería ir a un hospital, ¿Qué le recomendaría el Rebe a él?” “¿Me escucharía esta persona?” Le respondió el Rebe. “Sí”. “Entonces, debo ser obedecido ahora también” concluyó el Rebe. Muchos Rabinos se acercaron al Rebe y le rogaron que fuera al hospital. A ellos, el Rebe les respondió. “Yo soy un judío observante, por lo tanto, debo escuchar las opiniones de los Rabinos. De ser así, por favor, no me digan si la decisión es que vaya, porque sino voy a tener que hacerlo, (inclusive) que no haya necesidad”.

En las tempranas horas de la mañana, los Rabinos volvían con el mismo pedido a lo del Rebe. El Rebe seguía firme “He expresado mi opinión ayer y no la voy a cambiar”. Lo doctores discutían este problema entre ellos. Uno de ellos se acercó a la cama del Rebe y le dijo, “Rabí, si no acepta ser transferido al hospital, vamos a irnos inmediatamente y librarnos de cualquier responsabilidad. Somos doctores con experiencia y le decimos que está poniendo su vida en peligro. Si no acepta ir, no podemos tomar responsabilidad por su vida”.

A las 2 de la madrugada los doctores agarraron sus sacos y abandonaron el cuarto. Sólo un par de horas después de un serio ataque cardíaco, el Rebe se encontraba sin ayuda médica. Pero, el secretariado del Rebe no se iban a sentar con los brazos cruzados. Una hora más tarde, con la ayuda de un hospital Judío en Brooklyn, el cuarto del Rebe se convirtió en una sala de terapia intensiva (CTI). A las cinco de la madrugada, el electrocardiógrafo registró un segundo, y más serio ataque cardíaco.

EL DR.WEISS

En ese estado crítico, el Dr. Ira Weiss vino a la mente. Minutos más tarde, el teléfono sonó en la casa del Dr.Weiss en Chicago. Un renombrado cardiólogo,que, conocía bien al Rebe. Luego de pocas horas, el Dr. Weiss se encontraba al lado de la cama del Rebe. Había llegado en el primer vuelo disponible. Con lágrimas en los ojos, comentó: “Frecuentemente he tratado a gente que el Rebe me mandó. He presenciado milagros que ha hecho para muchos. Y ahora soy yo el que tiene que tratar al Rebe…”

Cuando el doctor entró a la pieza, su espíritu se elevó. El Rebe rápidamente se dio cuenta de que el doctor lo trataría como lo haría con cualquier paciente. Sin perder un minuto, comenzó a examinar al Rebe. Casi inmediatamente, la condición del Rebe comenzó a mejorar. El Dr.Weiss iba a ser muy extrañado en Chicago, pero, decidió quedarse en Nueva York hasta que el Rebe sanara.

El lunes siguiente, el Dr.Weiss le dijo al Rebe que su esposa quería que volviera a casa. El Rebe le dijo, “Tú debes escuchar a tu esposa, porque ella es la “base” de la casa, así como yo escucho a la “base” de mi casa. Yo quería visitar el Ohel, y ella sintió que no debería ir…y yo estuve de acuerdo”

(Nota: El Dr.Weiss volvió a su casa en Chicago mucho tiempo después). 

El Dr.Weiss era uno de los pocos doctores que dio su consentimiento de que el Rebe se quedara en 770. Dijo de que el Rebe tenía razón en optar por no ir al hospital por muchos motivos: a) El Rebe querría personalmente instruir a los doctores sobre su tratamiento. En un hospital, eso sería prácticamente imposible. b) Doctores no siempre están de servicio en un hospital y los asistentes son los que hacen la mayor parte del trabajo. En 770, los doctores estarían constantemente monitoreando al Rebe. c) Un ambiente familiar, siempre ayuda en el progreso del paciente. Similarmente, la atmósfera familiar de los Jasidim facilitaría el estado mental del Rebe.

EL OHEL

El domingo luego del Iom Tov, el Rebe les consultó a los doctores si le darían permiso para ir al Ohel.

El Dr. Weiss relata que él sospechó que el Rebe pediría ir al Ohel. Anticipando dicho pedido, él le mencionó al Rebe: “¿Acaso el Rebe mismo no le instruye a sus Jasidim que escuchen al doctor?” El Rebe le respondió: “¿Tú eres un Jasid?” “¿Cuál es la diferencia?” le respondió el Dr.Weiss.

“Un Jasid debe obedecer…”- Ese martes, los doctores le preguntaron al Rebe cómo se sentía. El Rebe contestó: “Físicamente, estoy bien, Gracias a Di-s. Pero mentalmente no tan bien. Debe ser porque hoy no visité el Ohel”. Uno de los Doctores le explicó al Rebe, “Usted debe cuidar su salud, si no lo  hace, Di-s no permita, hay un %25 de probabilidad de que le vuelva a ocurrir lo mismo”. El Doctor le preguntó al Rebe si escuchó lo que le dijo. “Seguro”, dijo el Rebe, “Usted dijo que si yo no cuido mi salud, hay un %75 de probabilidad de que esta enfermedad no vuelva”

LA SUCÁ

Poco después del ataque al corazón, el Rebe se dirigió a la Sucá para su comida de Iom Tov. Los doctores se opusieron fuertemente a esto, insistiendo que el Rebe no estaba ni siquiera en condiciones para caminar.

El Rebe no quiso ni escuchar esto, “¿Cómo puedo dejar a la Rebetzin sola toda la noche, sin siquiera comer ni hacerle Kidush?” En la Sucá, el Rebe encontró una botella de jugo de uva en su mesa. “Kidush”, insistió, “se hace con vino, no con jugo de uva”

CORREO, UN ASUNTO SERIO

El jueves, 24 de Tishrei, el Rebe inquirió por el correo que había estado llegando durante los días previos. Uno de los doctores, le sugirió al Rebe que primero descanse, quizá por unas dos semanas, antes de comenzar a responder el correo.

El Rebe dijo, “Si yo espero dos semanas, el trabajo sería mucho mayor…”

En otra ocasión el Rebe comparó esto a fumar. “Un fumador no puedo simplemente dejar de fumar. Si lo hace, afectaría su salud. Si yo, siendo que estoy acostumbrado a responder y recibir correo constantemente, de repente dejo de hacerlo, no sería sano para mí.”

“Quizá”, uno de los doctores sugirió, “uno de los secretarios puede leer las cartas, y darle al Rebe un resumen general de ellas, y el Rebe responderá acorde a ésto”. “Eso”, contestó el Rebe, “es como el doctor, que en vez de examinar a un paciente, escucha un informe general de la condición del paciente de una segunda persona. ¿Le satisface eso al doctor?”

UNA SIJÁ ES ILIMITADA

Luego de la festividad de Simjat Torá, le fue dicho a la gente que el Rebe diría una Sijá (charla) desde un micrófono instalado en su cuarto. Las órdenes de los doctores eran que la sijá no durara más que cinco minutos. A las 12 de la noche, el Rebe comenzó. Terminó a las 12:22. Más tarde, los doctores le preguntaron al Rebe si había tenido el tiempo suficiente de decir todo lo que quería decir. La respuesta del Rebe fue: “De haber sido por mi, no habría un límite de tiempo para hablar”. En Motzaei Shabat Bereshit (la noche del sábado luego de la lectura de la porción semanal de Bereshit) el Rebe habló por casi una hora. Y los doctores le habían dado permiso para hablar por veinte minutos.

PROBABILIDADES Y CONCLUSIONES MÉDICAS

En las primeras horas luego del ataque, los doctores decidieron administrarle al Rebe inyecciones para aliviar el dolor. Uno de ellos, le preguntó al Rebe si podía dársela, a lo que el Rebe respondió que no había necesidad de hacerlo. Una de las personas allí presentes le susurró al oído del doctor, “Si Ud le pregunta al Rebe, él nunca va a aceptar. Hoy es Iom Tov, y de acuerdo a las leyes judías uno puede recibir una inyección si el doctor se lo instruye explícitamente”.

El doctor volvió a la cama del Rebe. “Rebe, como doctor, le ordeno aceptar estas inyecciones. Es de vital importancia, el dolor está poniendo en peligro su vida”. El Rebe aceptó inmediatamente. Mientras el doctor le extraía sangre, el Rebe preguntó. “¿Qué es lo que extrae la sangre de las venas, la aguja o el vacío?”

El doctor le explicó que era por el vacío. Al escuchar esto, el Rebe notó, “Este asunto me llamó la atención previamente. Una persona vino a mí y clamó que se sentía vacío y no apto para nada. Le dije que lo contrario era cierto. Un envase vacío se basa en sí mismo con más fuerza; él era un recipiente para todo los tipos de santidades y bienes”

El Rebe concluyó, “Todos los Rabinos dan sermones en Shmini Atzeret. Yo estoy imposibilitado para hablar, así que dije lo que le acabo de mencionar y Ud repítalo a todos los demás”

Un doctor particular llegó desde Cleveland en Iom Tov. Le preguntó al Rebe si había profanado el Iom Tov al viajar, siendo que ya habían muchos más doctores presentes.

El Rebe le contestó. “Esto es similar a las leyes de la Santificación del Mes. Le pedimos a los testigos que vengan a Ierushalaim, a profanar el Shabat y el Iom Tov para poder llegar, incluso si sus testimonios terminan siendo rechazados. Si ellos no vienen, nadie sabría cuándo es el principio del mes”

“Para curar a un judío, uno profana el Shabat, incluso cuando uno está inseguro”. El jueves a la tarde, el día 2 del Mes de Jeshvan, el Rebe mandó un mensaje a los Bajurim (muchachos) para que vuelvan a la Casa de Estudio (Beit Hamidrash) arriba a estudiar. Los doctores protestaron que el ruido disturbaría al Rebe. El Rebe respondió, “El ruido de Torá no molesta”.

ES IOM TOV, HAY QUE ESTAR ALEGRE

En el día de Shmini Atzeret, durante la tarde, el Rebe mandó un mensaje a sus Jasidim: “No se olviden hacer felices a los judíos en las diferentes sinagogas. La plegaria de la noche y las Hakafot deben hacerse con mucha alegría”.

El Rebe anunció a aquellos que venían a desearle una rápida recuperación, que deben alegrarse. Un jasíd se acercó al cuarto del Rebe con lágrimas deséandole una pronta recuperación, y el Rebe le dijo: “Actúas contrario a nuestra Torá, que nos enseña ‘Alégrate en tus festividades’. Todos queremos que yo me mejore, y eso lo lograremos con alegría. Llorar está en contra de mis deseos”. El Rebe entonces le dio dos botellas de vodka y le instruyó, “Distribuye esto durante el farbrenguen (reunión de Jasidim) antes de las Hakafot. Estoy seguro de que van a organizar este farbrenguen, y estoy seguro de que no van a faltar palabras de Torá, de fomento y de alegría. Y de esta forma van a poder hacer las Hakafot con mucha alegría”.

En la noche posterior a Simjat Torá, varios Jasidim ancianos fueron a visitar al Rebe a su habitación y le suplicaron que no se sobrecargue. El Rebe replicó rápidamente: “Traer al Mashíaj es aún más difícil”.

En la noche de Shmini Atzeret, en Californio, el Rebe de Rimnitz detuvo las Hakafot, justo antes de la segunda Hakafá y fue a un lado del cuarto a decir Tehilim (salmos).

El Guerer Rebe (al mismo tiempo aproximadamente) mandó a su asistente a averiguar “alguna noticia”. El asistente volvió rápidamente con la noticia del ataque cardíaco del Rebe. El Guerer Rebe lo mandó otra vez, para que escuche los sucesos. Volvió con el informe de que el Rebe no había sufrido un ataque al corazón, sino que estaba cansado. El Guerer Rebe suspiró y dijo, “Si sólo fuera como dices…”

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