El problema de la definición

El filósofo probablemente explicará que Di‐s es existencia absoluta. O que Di‐s es la verdadera realidad de todas
las cosas.
El cabalista pronunciará algunas palabras misteriosas sobre la Luz Infinita, o tal vez simplemente “El Infinito”.
Explicará que la Luz Infinita, al ser infinita, se encuentra en todas partes, dentro de todas las cosas y más allá de todas las
cosas.
El iehudí simple te dirá que Di‐s es con quien hablas cuando las cosas se ponen difíciles, el único que realmente sabe lo que
hay en tu corazón, y también el único, dada su posición, que realmente puede encargarse de cualquier problema.
Y cualquiera que haya sido bendecido con una educación judía básica dirá que Di‐s es Quien creó el mundo, eligió a Abraham y su descendencia, sacó a nuestro pueblo de Egipto, se apareció a nuestros antepasados en el Sinaí e hizo un pacto eterno
con nosotros, como está registrado en Su
Libro sagrado, la Torá.
Por supuesto, están bien y todos están de acuerdo entre sí.
Pero ninguna de estas son definiciones.
Son descripciones de lo que Di‐s hace o de lo que Di‐s no es. Nada de esto define qué es Di‐s.
Y eso tiene sentido. Si Di‐s tuviera una definición, Él no sería Di‐s.
De alguna manera, el judío sabe intuitivamente qué es Di‐s. Es sólo que no hay palabras que puedan expresarlo ni ideas que
puedan explicarlo completamente.
Sin embargo, la Torá nos dice que hay cosas que podemos decir sobre Di‐s que son ciertos, y aún más que podemos decir que
no son ciertos.

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