Bondad a cambio de maldad

“y alimentó Iosef a su padre y a sus hermanos y a toda la casa paternal” (Bereshit 46:12)

Entre los puntos que la Torá relata sobre Iosef y sus hermanos, se incluye lo que Iosef alimentó a sus hermanos y sus familias durante los años de hambruna. Este hecho adquiere tanta importancia que como consecuencia de ello, el pueblo todo es llamado con el nombre de “Iosef”, como dice el Salmo: “Dirige como al ganado de Iosef”. ¡Esto significa que Di-s maneja como a un rebaño al pueblo de Israel que es apodado con el nombre de “Iosef”!
A simple vista no se entiende: el nombre de un elemento debe expresar su verdadero contenido y su esencia interior, mientras que el hecho de que Iosef alimentó a sus hermanos en los años de hambruna parecía tan sólo un suceso tangencial, desvinculado a la esencia misma del pueblo judío. ¿Por qué llaman entonces, al pueblo judío todo “Iosef” como consecuencia de este único acto?

FUERZA PARA TODAS LAS GENERACIONES
En esto encuentra expresión el sentido más profundo de la eternidad de la Torá: de la misma manera como en aquellos días en Egipto, Iosef mantuvo a sus hermanos y familias, así también, en cada generación Iosef “da sustento” al pueblo judío, y confiere a cada judío, hasta el final de las generaciones, fuerzas especiales.
La capacidad que nos provee Iosef es, como dice en el Tania (en nombre del Zohar) la de conducirnos con el prójimo con bondad, y no retribuirle de acuerdo a su accionar. Por el contrario, “comportarse con los culpables con benevolencia”. Así se condujo Iosef con sus hermanos. No les pagó por la maldad que le generaron, sino que al contrario, él los mantuvo durante los años de hambruna. Esta fuerza confirió Iosef a todo el pueblo judío en todas las generaciones.

EL INTERIOR DE UN JUDÍO
Esta virtud (de ser bueno con quienes le hicieron mal) es un tema fundamental que afecta la esencia misma del pueblo judío. Siendo que es Iosef quien nos provee las fuerzas para ello, es por eso que el pueblo judío todo se llama con su nombre.
Puede asombrarnos la necesidad misma de conducirse con esta virtud. ¿Acaso el otro no te ha hecho un mal? ¿Por qué está prohibido pagarle con la misma moneda, e incluso se nos exige comportarnos con él con benevolencia?
El núcleo de la respuesta se encuentra en la esencia de lo que es el judío. Es verdad que en lo que hace a la realidad externa el prójimo se comportó con nosotros de una manera incorrecta, pero en su fuero íntimo, en su alma, también él es bueno, y es nuestro deber observar al judío tal cual es en su esencia interior.

REVELACIÓN DE LA ESENCIA DEL ALMA
El conducirse con el otro en esta tesitura despierta en el propio semejante su bondad interior. Cuando el otro ve que no se le retribuye de acuerdo a sus actos, sino que se actúa con él como con un judío preciado y querido, e incluso se le paga con bondad por el mal recibido, esto genera y motiva un despertar de la esencia interior, para que la esencia de su alma brille en él.
Cuando los judíos se comportan unos con otros en este espíritu, pueden también dirigirse al Altísimo y decirle lo citado en el Midrash: “tal como a Iosef sus hermanos le proporcionaron el mal y él les confirió el bien, también nosotros nos hemos portado mal contigo, pero Tú pórtate con nosotros con benevolencia”. Y entonces efectivamente también Di-s concederá bondad al pueblo de Israel, y traerá el bienestar más grande que hay- la completa redención, a manos del Mashiaj.

(Likutei Sijot tomo 5 pag 239)

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