La libertad en cinco dimensiones

Nuestros Sabios hablan de la rela- ción que existe entre el individuo y la historia del pueblo judío, tal como está descripta en la Torá. Los sucesos de la esclavitud en Egipto y el Éxodo que se relata en las parshiot que leemos estas semanas, tienen una relación directa con el mundo personal de cada hombre o mujer de hoy.

Uno de los ejemplos son las Plagas. En el Seder de Pesaj leemos sobre ellas en la Hagadá. A continuación se nos describe la discusión de dos de nuestros Sabios, Rabí Eliézer y Rabi Akiva. El primero opina que cada plaga consistía en cuatro plagas, mientras que el segundo sostiene que cada una contiene cinco.

En este punto podemos descubrir algo acerca del hecho de habitar en Egipto en un nivel íntimo y personal.

El objetivo de las plagas en la historia fue el de romper la fuerza negativa de Egipto y el Faraón, el tirano que esclavizó a los judíos. Desde el punto de vista íntimo, el equivalente de las plagas es el que podamos romper nuestra propia situación de esclavitud. ¿Quién nos esclaviza? Nuestro ego, nuestros propios deseos negativos.

En esa esclavitud existen cuatro niveles, de acuerdo a Rabí Eliezer y cinco acorde con Rabí Akiva: El primer nivel es cuando lo negativo que hay en nosotros tiene tanto dominio sobre nuestro ser que nos fuerza a cometer errores. Ésta es la vida cotidiana, en el que la

persona lucha por controlar su conducta. El segundo nivel de esclavitud es cuando la persona hace lo correcto, pero está siempre preocupado por lo que los demás piensan de él. Está atrapado en su propio concepto de sociedad.

El tercero es más sutil. La persona tiene la sensación de libertad, y está por encima de lo que opinan los demás. De todas formas, aún está limitado por su propio intelecto y comprensión. Permanece frío y sin pasión alguna. En contraste a lo que el judaísmo demanda de nosotros, es decir, “amar a Di-s con todo tu corazón, todo tu alma y toda tu fuerza…” Existen situaciones que exigen más que la fría racionalidad.

El cuarto nivel es aquel en el que la persona va más allá de su comprensión. Él actúa con mesirut nefesh (auto- sacrificio) De acuerdo a Rabí Eliezer, éste es el nivel supremo. Sin embargo, Rabí Akiva visualiza otro problema. La persona puede continuar atrapada en su propia conciencia de rectitud: “¡Estoy sacrificándome a mí mismo! ¡¿No es esto maravilloso?!” Para Rabí Akiva el quinto nivel de libertad se logra cuando el individuo está liberado totalmente de sí mismo. Entonces puede ser verdaderamente devoto en su servicio a Di-s, trayendo la Redención no sólo para sí mismo sino para el mundo entero.

* Por el Rabino dr. Tali Lowenthal basado en las enseñanzas del Rebe

El mes de Nisan

El 9 de Abril de 2024 comienza el mes de Nisan. Este mes tiene tres nombres: HaJodesh HaRishón —el primer mes—, Jodesh HaAviv —el mes de Aviv [En el uso contemporáneo, el término Aviv significa «Primavera»; sin embargo, literalmente,

connota una etapa en la maduración del trigo. Por lo tanto, Jodesh HaAviv también puede ser traducido como «el mes del trigo inmaduro»]—, y Nisán.

La Torá se refiere a él como «el primer mes», pues desde la salida de Egipto siempre fue contado como el primero de todos los meses del año. También es denominado «el mes de Aviv (primavera)», ya que en esa época la flora y la vegetación brotan y se renuevan, y vida y abundancia le son entregadas al mundo.

Por su parte, el nombre Nisán es de origen babilónico, y fue el que los judíos continuaron utilizando a su regreso del exilio en Babel. La palabra Nisán también insinúa el concepto de primavera, pues es similar a la palabra hebrea «nitzái? —capullo—, como se menciona en el versículo: Los capullos han aparecido en la tierra (Cantar de los Cantares 2:12).

Los Sabios posteriores interpretaron la palabra Aviv como un acrónimo: Aviv puede dividirse en Av, que significa «padre» o cabeza, y las dos últimas letras iud y bet, que poseen un valor numérico de 12, corresponden a los 12 meses. Es decir: Nisán es «la cabeza» de todos los «doce» meses del año.

* * *

El símbolo astrológico correspondiente a este mes es el cordero (Aries), en memoria al cordero que cada familia debía traer para la ofrenda de Pesaj, tal como lo ordena la Tora (véase Éxodo 12:3). Sin embargo, aún antes de que le fuera ordenado a Israel traer un cordero para el sacrificio en el mes de Nisán, las naciones del mundo —y los egipcios en particular— ya representaban la gran fuerza de este mes mediante el símbolo del cordero, según la disposición de las constelaciones celestes en este mes. 

La palabra hebrea ashtarot, que connota la multiplicación de la cría de ovejas y el aumento del rebaño, se asemeja a la palabra ósher—riqueza—, pues la primera trae a su dueño gran ganancia y beneficio. Asimismo el mes de Nisán simboliza la fuente de bendición, riqueza y abundancia para todo el año.

Los egipcios, cuyo corazón sólo corría tras la riqueza y el poder, transformaron al carnero—que en este mes se multiplicaba sobremanera— en un ídolo al cual veneraban. Sin embargo, a los Hijos de Israel, cuya preocupación principal es servir a Di-s, se les ordenó tomar esta deidad de los egipcios, sus amos, y degollarlo en este mismo mes, en el climax de su ascendiente, ofreciéndolo como

sacrificio a Di-s. Pues la auténtica riqueza y fortaleza es solamente aquella otorgada por Di-s y nadie más. Tanto para los egipcios como para Israel, el símbolo astrológico de este mes es el carnero. Sin embargo, Israel lo considera como un símbolo de sumisión a Di-s, mientras que los egipcios lo valoran y veneran como un ídolo.

A ello se refirieron los Sabios en su explicación del versículo: Apartad y tomad corderos para vosotros según vuestras familias, y sacrificad la ofrenda de Pesaj (Éxodo 12:21). Este debe interpretarse de la siguiente manera: Apartaos de las prácticas idólatras cié los egipcios; tomad un cordero y sacrificad así a su dios, convirtiéndolo en una ofrenda para Pesaj (ShemotRabá 16). Otro midrash concluye: ¡Apartaos de la idolatría y aferraos a las mitzvot.

ALGUNAS COSTUMBRES DE LOS PRIMEROS DÍAS DEL MES

En los primeros trece días del mes de Nisán se acostumbra leer la sección de la Tora que describe las ofrendas presentadas por los príncipes de las Tribus de Israel cuando fue consagrado el Tabernáculo (véase Sidur, pág. 317 y ss.). Cada día se lee la sección relativa a uno de ellos, comenzando con la ofrenda de Najshón hijo de Aminadav, príncipe de lehudá, traída en Rosh Jodesh Nisán. Estas secciones se leen de un Sidur o un Jumash («Pentateuco»); sin embargo, en algunas comunidades se acostumbra leerlas de un Rollo de la Tora, pero sin recitar las bendiciones usuales. 

El segundo día leemos el párrafo que describe la ofrenda traída por Netanel hijo de Tzuár, príncipe de Isajar, y así sucesivamente durante los doce días. El día 13 de Nisán se lee la sección de «Behaalotjá…» — Cuando enciendas las luces… (Números 8:2), en honor a la Tribu de Leví que no era contada entre las otras tribus cuyos príncipes traían ofrendas.

Aunque hay opiniones que se oponen a que estas lecturas se lleven a cabo de un Rollo de la Torá —en base a la afirmación del Talmud Ierushalmi (Meguilá 30b): «No se debe leer el Séfer Torá en público sin recitar sus correspondientes bendiciones»— muchos grandes eruditos apoyan esta práctica. Uno de los motivos es el siguiente:

Las Doce Tribus de Di-s se corresponden con los meses del año, y así también los primeros doce días del mes de Nisán guardan estrecha relación con los siguientes doce meses. Por lo tanto, los príncipes de cada Tribu traían sus sacrificios en días sucesivos y, al hacerlo, abrían los portones Celestiales de pureza y bendición para cada mes específico. Así, al leer sus ofrendas de un Rollo de la Torá en público evocamos esa bendición original ocasionando que la abundancia y la prosperidad fluyan sobre el mundo en todos los meses subsiguientes. De entre los tzadikím, aquellos justos dotados con la capacidad de una visión clara pueden ver en estos primeros doce días de Nisán todo lo que sucederá en los próximos doce meses. De un gran tzadik se cuenta que, con la inspiración Divina —rúaj hakódesh— escribía en cada uno de estos doce días todo lo que acontecería durante los doce meses correspondientes. Sin embargo, un año sólo escribió hasta el día 5 de Nisán, y en Av —el quinto mes del año— devolvió su alma al Creador.

¿Tenemos la obligación de comer Matza todos los días de Pesaj?

La Torá dice: “Durante siete días comerás pan sin levadura…” lo que parece indicar que es una obligación comer Matzá todos los días de
Pesaj.

Y, otro versículo dice: “En esa noche comerás pan sin levadura” refiriéndose solo a la(s) primera(s) noche(s) de la Pesaj. El Talmud reconcilia estos dos versículos basándose en un tercero: “Comerás pan sin levadura durante seis días y el séptimo día habrá
una convocación” explicando que es obligatorio comer Matzá en la(s) primera(s) noche(s), y el resto de Pesaj, es opcional. ¿Por qué el primer versículo dice que “comerás pan sin levadura” durante los siete días de la Pesaj? Porque si uno quiere comida parecida al pan, necesita comer Matzá, dado que el jametz está prohibido.

Hay autoridades que opinan que cuando el Talmud dice que la Matzá es “opcional”, solo se refiere a las primeras noches de Pesaj. Todavía hay una mitzvá bíblica de comer Matzá el resto de la Pesaj, solo que no es tan obligatorio como la primera noche.
Pero, la mayoría de las autoridades, incluido Rabi Shneur Zalman de Liadi, opinan que no hay obligación de comer Matzá en los demás días de Pesaj.
Los maestros jasídicos escriben que hay “un poco” de mitzvá al comer Matzá todos los días de Pesaj.

El Lubavitcher Rebe explica que esto es especialmente cierto en los últimos días de Pesaj.
Según los cabalistas, comer Matzá en los primeros días de Pesaj fortalece la fe. Y, comer la Matzá
entonces es obligatorio; comer en el (los) último (s) día (s), cuando es opcional, fortalece aún más la fe.
Dado que aprendemos del versículo sobre el séptimo día que es opcional comer Matzá en los últimos días, el séptimo (y octavo) día está especialmente ligado al concepto de que la Matzá es opcional.

Por lo tanto, aunque no hay obligación de comer Matzá el resto de Pesaj, uno debe esforzarse por hacerlo.

El “Cromosoma ¿Por qué”

Los niños son insólitos. Todas las cosas que los adultos inteligentes y mundanos, dan por sentado, los niños preguntan.
Qué padre no ha recibido preguntas tales
como:
“¿Por qué el cielo es azul?”
“¿Por qué mueren las personas?”
Y uno se detiene a pensar. Se enorgullece de la habilidad del niño, y profundiza en los recovecos de la mente para dragar alguna olvidada explicación. Pensando la mejor manera de decirlo, repasa la idea, recorta algunos detalles, elige las palabras más fáciles, y dice las
cosas como esperaba (ingenuamente) que su hijo quedara satisfecho y el asunto felizmente resuelto.
“El cielo es azul debido a que el aire dispersa todo el resto de los colores, pero permite atravesar al azul”
“Las personas mueren porque sus cuerpos se agotan”.

Parece que el niño lo absorbe, reflexiona un poco, empuja su coche de juguete, palmea a su muñeca, juega un poco alrededor de la sala y
nos permite regresar a nuestras cosas, pensando que el caso está cerrado, hasta que dentro de una o dos horas o días más tarde habrá que hacer frente a la próxima guardia de control de la realidad.


“Pero, ¿por qué el aire no dispersa la luz azul?”
“¿Por qué los cuerpos se agotan?”
En la sincera curiosidad infantil, se halla la necesidad de conocer la explicación de las cosas.
El juego no se limita a los niños. El hecho de que la mayoría de nosotros supera su inherente curiosidad sobre el mundo no es tanto
porque sabemos las respuestas, sino más bien porque, a medida que la vida pasa, nos acostumbramos al funcionamiento maravilloso del
mundo que nos rodea. Cuando ya hemos alcanzado nuestra edad madura, la única pregunta que la mayoría de nosotros se formula
es: “¿Por qué a mí? Claro, salvo los científicos.
Quizás los científicos son más sensibles. Tal vez nunca crecieron. O tal vez sufren de una sobre‐actividad de su “cromosoma ¿por qué?”
en su ADN. Y, la pregunta sigue siendo: ¿Por qué?

Responder a esto resulta ser más importante que lo que parece, porque la notable costumbre humana de buscar explicaciones nos
conduce a las dos unidades más poderosas de las fuerzas sociales en actividad hoy: la ciencia y la religión.
Y puesto que las dos parecen en conflicto, merece la pena el esfuerzo de investigar un poco cómo una pequeña pregunta puede generar dos respuestas radicalmente diferentes.

Como ocurre con muchas otras preguntas, podemos usar el “Principio de Abraham” para resolver esto.
El principio de Abraham establece que cuando dos o más entidades tienen una correlación de estructura o comportamiento, esto
es evidencia de la existencia de un tercero o fuerza causal, externa y más poderosa que ellos, lo que determina su forma o modo de
comportamiento.

Para el científico, la pregunta “por qué” es un viaje de causa y efecto y llegar allí es la mitad de la diversión.
La otra mitad es saber que, independientemente de lo que descubrimos, las preguntas siguen existiendo y al mismo tiempo
aparecen nuevos interrogantes.

Para el religioso sincero también la pregunta “por qué” es una exploración, pero que no termina con algún retroceso infinito, ni un
sinfín de preguntas, sino más bien con una respuesta definitiva: que hay una Primera
Causa que sembró en el mundo el “el cromosoma ¿por qué?” en nuestra psiquis, y nos dio la habilidad lógica de derivar de nuevo a la
fuente, el singular Porque ante Quien no hay ¿por qué? ¿Y por qué Él haría una cosa así?
Bueno, ¿por qué no?

Un precepto que cumplimos cada instante

En el comienzo de Tazria encontramos el versículo acerca de lo que el judío debe hacer cuando le nace un hijo varón.: “y en el
octavo día circuncidará la carne de su prepucio”.
A pesar de que ya habíamos sido ordenados sobre la circuncisión en tiempos de Abraham, cuando el Altísimo le ordenó circuncidarse,
“tú y tu descendencia que te sigue, para todas sus generaciones”, la circuncisión que realizamos no se debe a aquel mandato a Abraham,
sino al mandamiento dicho en nuestra Parshá.

La superioridad de este mandamiento por sobre la orden a Abraham radica en que aquella fue personal, transmitida por profecía a
un individuo, mientras que el mandato en nuestra Parshá es parte de los 613 preceptos dados al Pueblo de Israel en el Monte Sinaí, y el pueblo todo fue testigo de ello. El precepto de la circuncisión es uno de los más importantes. Son muchos los motivos dados a este pre‐
cepto: El momento principal del ingreso del alma sagrada al cuerpo tiene lugar con la circuncisión. Previo a la misma, todavía no se com‐
pletó la unión entre el alma Divina del iehudí y el cuerpo. Es sólo a través de la circuncisión que se genera entre ambos una unificación
completa.

Maimónides escribe que uno de los motivos de este precepto es el refinamiento logrado a través del mismo. La circuncisión debilita
uno de los deseos más fuertes del hombre y da la fuerza para superarlo y manejarlo correctamente.
El Brit‐ Pacto, constituye la señal del Pacto entre Hashem y el Pueblo Judío, una señal eterna sellada sobre la carne que refleja el pro‐
fundo vínculo entre el Altísimo y el Pueblo de Israel.

La singularidad de este precepto consiste en su condición de precepto constante. El Talmud relata que el rey David entró en cierta
oportunidad a bañarse y cuando se vio sin ropas exclamó: “pobre de mí que estoy desnudo sin precepto alguno”.
Pero cuando se recordó de la circuncisión que estaba sellada sobre su carne, se tranquilizó. Aprendemos que este es un precepto
permanente, que continúa hasta la eternidad.

Una virtud adicional de la circuncisión es que se trata de un precepto grabado en la carne del cuerpo. Todo otro precepto está relacionado fundamentalmente con el alma (aunque se utilizan los órganos del cuerpo para cumplirla), y este precepto genera un cambio visible en la carne del cuerpo, y el ojo físico ve el vínculo entre el judío y Di‐s. Por eso, se practica la circuncisión a un bebé que no está en condiciones de entender lo que ocurre. Si sería un pacto del alma, la pregunta tendría lugar. Pero como se trata de un pacto que se sella en la carne del cuerpo, no hay diferencia entre un bebé y un adulto. Por lo tanto, en la primera oportunidad que es posible circuncidar al bebé (puesto que ya tiene ocho días) se sella el pacto eterno entre él y Hashem.

2 Preguntas acerca del Brit Mila

¿POR QUÉ ESPERAR HASTA LA CIRCUNCISIÓN PARA COLOCAR NOMBRE AL NIÑO?

Cuando un niño es circuncidado, entra en el pacto de Dis con Abraham y sus descendientes, se une a una cadena
que lo une al comienzo mismo de nuestra nación.
Sólo es apropiado darle su nombre judío después de que se haya convertido en miembro de pleno derecho de la nación
judía.
Quizás otra razón por la que posponemos ponerle nombre a un niño hasta la circuncisión es porque el primer “nombre
judío” se dio junto con esta mitzvá. Como leemos en Génesis (17:5, 10):
“Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que tu nombre será Abraham… Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y entre
vosotros y entre vuestra descendencia des pués de vosotros, que será circuncidado todo varón entre vosotros. ..”

¿CÓMO UN BEBÉ PARA LA CEREMONIA DE BRIT MILA?

La ceremonia de la circuncisión es un pasaje de la vida muy significativo y, como parte de nuestra expresión de gozo por el cumplimiento de este manda miento, vestimos de fiesta al bebé.
Primero, se debe bañar al bebé en agua tibia para que quede limpio en honor a la gran mitzvá.
Luego, debe vestirse con ropa fina.
Algunos dicen que esto debe ser hecho específicamente por la madre.
Muchos se refieren a la ceremonia de la circuncisión como el matrimonio entre Dis y el pequeño bebé. Por lo tanto, el bebé
debe vestirse con ropas festivas.
Algunos tienen la costumbre de que el bebé use una kipá, una prenda que cubre la cabeza; por razones prácticas, esto general
mente sería en forma de sombrero o gorra, ya que una kipá tradicional no permanecería en la cabeza de un recién nacido.

Nacimiento y el renacimiento

El nacimiento y el renacimiento son los temas de este Shabat. Esto se debe tanto al contenido de la lectura de la Torá como a la época del año en el calendario judío.
La Parashá comienza con las leyes relativas a la mujer que concibe y tiene un hijo. Se explican las ceremonias que rodean el gran evento y la idea del Brit Milá, el pacto de la circuncisión, que acerca al niño judío a su vínculo especial con Di‐s.
Los Sabios nos dicen que se considera que una niña nace circuncidada. Así, cada judío entra al mundo con un vínculo y una responsabilidad Divinos especiales.

La alegría del nacimiento se expresa por el hecho de que en los tiempos del Templo, la madre feliz traía una ofrenda
al Templo como acción de gracias a Di‐s, como se describe en la Parashá.
Es apropiado que esta lectura de la Torá se lea en o cerca del mes de Nisán, un mes alegre inextricablemente vinculado con Pesaj y la redención de Egipto.
Este evento fue el nacimiento real del pueblo judío.

El Éxodo lo describe en estos términos el profeta Iejezkel.
Utiliza la alegoría del nacimiento para describir toda la experiencia del pueblo judío al salir de Egipto, vagando por el desierto mientras confiaba sólo en Di‐s, y luego su posterior desarrollo hasta convertirse en una nación madura que sirve a Di‐s a través de la Torá y sus mandamientos.

También encontramos enseñanzas de la Torá que comparan nuestra experiencia del exilio con un estado de embarazo.
El feto está completamente formado, pero aún no funciona como un ser humano normal.

Tiene ojos y oídos, pero no puede ver ni oír. De la misma manera nosotros, el pueblo judío, no somos capaces de funcionar adecuadamente con toda nuestra estatura y sensibilidad espiritual.
Mientras estemos en el exilio, es de esperar que cumplamos las Mitzvot, pero en realidad no somos conscientes de su importancia.
Por esta razón, muchas personas aún no cumplen todas las Mitzvot que deberían.

El Éxodo lo describe en estos términos el profeta Iejezkel.
Utiliza la alegoría del nacimiento para describir toda la experiencia del pueblo judío al salir de Egipto, vagando por el
desierto mientras confiaba sólo en Di‐s, y luego su posterior desarrollo hasta convertirse en una nación madura que sirve a Di‐s a través de la Torá y sus mandamientos.

También encontramos enseñanzas de la Torá que comparan nuestra experiencia del exilio con un estado de embarazo.
El feto está completamente formado, pero aún no funciona como un ser humano normal.

Tiene ojos y oídos, pero no puede ver ni oír. De la misma manera nosotros, el pueblo judío, no somos capaces de funcionar adecuadamente con toda nuestra estatura y sensibilidad espiritual.
Mientras estemos en el exilio, es de esperar que cumplamos las Mitzvot, pero en realidad no somos conscientes de su importancia.
Por esta razón, muchas personas aún no cumplen todas las Mitzvot que deberían.

Pesaj en el Beit Hamikdash

De acuerdo a la expresa directiva dada en la todo judío debía ofrecer el Sacrificio Pesaj -Korbán Pesaj- en el Templo de Jerusalem.

Por eso, de las Tres Festividades bíblicas -Pesaj, Shavuot y Sucot- Pesaj era la que requería el mayor número de peregrinos.

Millares de judíos de todas las regiones de Tierra Santa se congregaban en Jerusalem para la ocasión.

Un mes antes de Pesaj, todas las rutas y caminos que llevaban a Jerusalem comenzaban a ser reparados y las fuentes eran reaprovisionadas de agua, de manera que los peregrinos tuvieran todas las facilidades posibles para viajar a la Ciudad Santa.

Los preparativos más elaborados se efectuaban en la ciudad misma de Jerusalem, para recibir a los millares de peregrinos.

Es de notar que, a pesar del hecho de que los nuevos visitantes sumaban millares, había lugar para todos en la ciudad, y nadie se quejaba de incomodidad. La  alegría y la excitación espiritual de la población no tenía límites.

La culminación llegaba el día antes de Pesaj, cuando la ofrenda del Korbán Pesaj comenzaba al atardecer.

Cada familia tenía listo su cordero, y durante los días previos a la ofrenda, lo guardaba bajo constante cuidado y vigilancia, para que ningún accidente de acuerdo a la expresa directiva dada en la todo judío debía ofrecer el Sacrificio Pesaj -Korbán Pesaj- en el Templo de Jerusalem.Por eso, de las Tres Festividades bíblicas -Pesaj, Shavuot y Sucot- Pesaj era la que requería el mayor número de peregrinos.Millares de judíos de todas las regiones de Israel se congregaban en Jerusalem para la ocasión.Un mes antes de Pesaj, todas las rutas y caminos que llevaban a Jerusalem comenzaban a ser reparados y las fuentes eran reaprovisionadas de agua, de manera que los peregrinos tuvieran todas las facilidades posibles para viajar a la Ciudad Santa.Los preparativos más elaborados se efectuaban en la ciudad misma de Jerusalem, para recibir a los millares de peregrinos.Es de notar que, a pesar del hecho de que los nuevos visitantes sumaban millares, había lugar para todos en la ciudad, y nadie se quejaba de incomodidad.    La    alegría   y   la excitación espiritual de la población no tenía límites.La culminación llegaba el día antes de Pesaj, cuando la ofrenda del Korbán Pesaj comenzaba al atardecer.Cada familia tenía listo su cordero, y durante los días previos a la ofrenda, lo guardaba bajo constante cuidado y vigilancia, para que ningún accidente lo lisiara o le causara herida alguna que lo hiciera inaceptable como ofrenda.

Las familias más pequeñas se organizaban en grupos para llevar un sacrificio en conjunto, pues toda la carne del sacrificio debía ser consumida esa noche, sin que quedara nada para el día siguiente.

Tales grupos, a menudo, se componían de cientos de miles; sin embargo, ¡todos los sacrificios de Pesaj se ofrecían en el curso de una sola tarde!

El procedimiento para ofrecer el Korbán Pesaj era el siguiente:

La gran multitud de fieles se dividía en tres turnos admitidos sucesivamente al gran patio del Templo.

Cuando el primer turno había ingresado, se cerraban los enormes portones.

A una señal dada, consistente en el sonido del Shofar tocado tres veces consecutivas, comenzaba la ofrenda de los sacrificios.

Los Kohaním -sacerdotes- se alineaban en varias filas hasta el altar, sosteniendo recipientes de oro y plata.

Los que sostenían recipientes de oro formaban filas separadas de aquéllos con recipientes de plata, para no mezclarse.

El Kohen, de pie junto al lugar donde los sacrificios eran realizados, inmediatamente luego de la shejitá -faenado-, echaba la sangre dentro del recipiente del sacerdote que se encontraba cercano a él, y éste a su vez lo entregaba al próximo en la fila; así sucesivamente hasta llegar al Mizbeaj -altar-, el que rociaba con la sangre.

Los recipientes eran de una clase especial; angostos al fondo, de manera que no puedan ser depositados sobre el suelo sin que se derramaran. Los sacerdotes debían ser muy rápidos, al transferir el recipiente de uno al otro sin perder una gota.

Ello se debía a la necesidad de finalizar la operación antes de que se coagulara la sangre. La velocidad y la destreza de los sacerdotes al ejecutar esta labor era realmente magnífica.

Luego de rociar la sangre, algunas parte del Korbán se ofrecían sobre el altar.

Cuando el primer grupo concluía, el segundo era inmediatamente admitido para ofrecer su Korbán Pesaj y finalmente el tercero.

Durante el tiempo que duraba la ofrenda, los fieles congregados, dirigidos por los Levitas, cantaban el «Halel» -Salmos de alabanza al Creador-.

Luego, los corderos eran asados, pues la Tora no permite que fueran hervidos.

Por la noche, el grupo de familias que se había juntado para llevar un sacrificio, se reunía en una casa y todos juntos celebraban el «Seder» muy similarmente a como lo hacemos nosotros, hoy en día, excepto, por supuesto, que en lugar del «Zeroa» (hueso) que hoy ponemos sobre la Keará -el plato del Seder- en recuerdo del Korbán Pesaj, ellos se servían del cordero mismo.

Jerusalem se colmaba de júbilo durante esos días de Pesaj, y muchos no judíos venían de cerca y de lejos para presenciar los magníficos festejos celebrados por los judíos de la Ciudad Santa.

Hoy en día, celebrando el Seder en la diáspora fiel al orden de la «Hagadá» en todos sus detalles y recordando esos gloriosos días de nuestra tierra cuando el Templo estaba en su máximo esplendor, exclamamos al principio del Seder: ¡Este año estamos aquí, pero que el próximo año podamos celebrarlo en la Tierra de Israel!

Y concluimos el Seder con las palabras: ¡El año que viene en Jerusalem!

Venta del Jametz

Dado que está prohibido poseer Jametz en Pesaj, cualquier Jametz que no se deseche debe venderse a un no judío.
Todo ese Jametz, así como todos los utensilios de Jametz que no hayan sido limpiados a fondo, deben guardarse. El área de almacenamiento debe estar cerrada con llave o cinta adhesiva durante la festividad.
Dado que hay muchas complejidades legales involucradas en esta venta, un rabino actúa como nuestro agente tanto para vender el Jametz al no judío en la mañana antes de Pesaj, como también para volver a comprarlo en la noche después de que finaliza Pesaj.
La ley judía requiere que su Jametz se venda antes de la fecha límite especificada para el lugar en el que estará el propietario el día antes de Pesaj.
El formulario de venta de Jametz debe enviarse a su rabino local antes de a madrugada del 22 de abril de 2024,
hora local. Si no puede enviar su formulario a un rabino en persona, puede enviarlo por internet. Se puede comer Jametz hasta dos horas antes del mediodía del día antes de Pesaj, este año, el lunes 22 de abril de 2024.

LA QUEMA DEL JAMETZ
Procedemos a eliminar todo el Jametz que encontramos la noche anterior a Pesaj, quemándolo la mañana antes de la festividad.

COMESTIBLES
Debemos tener sumo cuidado en cuanto a los alimentos, productos de limpieza y aseo y los cosméticos que consumimos y utilizamos durante Pesaj. Utilice sólo productos que tengan visible la leyenda Kasher LePesaj y la firma o sello de un rabino responsable, el cual
acredite que estos productos son “Kasher para Pesaj” Encontrará toda clase de productos para Pesaj en los almacenes kasher.

Kaherizamos la cocina y el horno para Pesaj

Para Kasherizar la cocina, la forma más práctica y fácil es la de encender el horno junto con las hornallas, cubrirlas con una chapa (como la de Shabat) y dejarlas encendidas por el lapso de una hora. Kasherizamos la mesada y las piletas de la cocina:
Con las piletas debemos antes echar algún producto que limpie las cañerías. Luego tomamos una pava que ya este Kasher de
Pesaj, la llenamos con agua y una vez que hirvió arrojamos el agua sobre las piletas y pasamos inmediatamente una plancha que
esté ya caliente (debemos tener presente desenchufar la plancha en el momento que la usamos). Este procedimiento se hace de a
partes ya que cuando la plancha se enfría debemos calentarla nuevamente y continuar con las áreas que faltan. También se pueden
llenar las piletas de agua recién hervida y arrojar un ladrillo o similar que ya haya estado sobre el fuego, para que lleve al agua a
punto de ebullición. Este mismo procedimiento (de pasar la plancha luego del agua hirviendo) se puede emplear también para
Kasherizar la mesada.

Heladera para Pesaj: Descongelarla y luego limpiarla a fondo. Los placares y estantes donde estuvo almacenado Jametz durante el año deben ser limpiados con detenimiento.

ARROZ Y LEGUMBRES EN PESAJ
Está escrito en la Torá (Shemot 12:20) “Todo leudado (en Pesaj) no comerás” Con esta orden la Torá nos prohíbe el consumo de
Jametz proveniente de las cinco clases de cereales; trigo, cebada, centeno, avena y espelta. Cualquier otra semilla no puede
convertirse en Jametz. No obstante, los Sabios de las comunidades Ashkenazim (aprox. siglo XIV), prohibieron el consumo de arroz y
legumbres en Pesaj. En lo que respecta a la venta del Jametz, no hacen falta incluirlos y pueden ser tenidos en el hogar.
El motivo de esta prohibición radica en el hecho de que con sus derivados se producen alimentos similares a los de los cereales y
al ser tan parecidos, la gente podría confundirlos. A modo de ejemplo, existen panes a base de harina de arroz o maíz y similares.