Una casa de libros

El Departamento de Educación de los EEUU recientemente escribió un reporte titulado «El Estudio Longitudinal de la niñez temprana». El artículo hace un seguimiento a más de 20.000 niños americanos desde el jardín de infantes hasta 5to grado, reuniendo cada nota del niño e información demográfica. Los padres de cada niño respondieron a numerosas preguntas sobre los hábitos de la familia, estilo de vida y actividades. El reporte final es una extraordinaria riqueza de información, que cuando se lo analiza rigurosamente, provee algunas poderosas indicaciones sobre los métodos fundamentales sobre educación.

 

Una de las interesantes conclusiones del estudio es, que un niño que tiene cincuenta libros en su casa, su nivel académico es de un 5% mayor que el de un niño sin ningún libro en su casa.

 

Más aún, un niño con cien libros en su casa,  suma 5 puntos más que un niño con cincuenta libros. La mayoría de las personas pueden mirar esta información y presumir que el número de libros en su casa está relacionado con la cantidad de tiempo en la que un padre o un cuidador se los lee al niño. Sin embargo, la conclusión del estudio es bastante diferente.No importa cuánto tiempo se pase leyendo a un niño, la mera presencia de los libros en un hogar influye en las notas del niño. En otras palabras, el ser padres trata sobre quién eres, tanto como lo que haces.

 

Ser padres es quizá uno de los emprendimientos más difíciles que una persona puede realizar en su vida. Las teorías abundan, y en el esfuerzo de producir madres y padres «de niños prodigios», generalmente ponen a su hijo, así como a ellos mismos en una agenda rigurosa de clases, conciertos, visitas a museos, y más clases. Comenzando desde que está en la panza, el feto escucha a Mozart; luego de chico lo anotan en un jardín de infantes especializado, forzado eventualmente a tomar clases de hockey sobre hielo, violín, ajedrez, y matemáticas, una jornada de 12 horas por día que producirá al niño perfecto.

Imagino que será una desilusión para estos súper padres si ven que la cualidad de la casa y su ambiente es mucho más significativa para el éxito del niño que la cantidad de clases y eventos culturales a los que asiste.

 

El Rey Salomón escribe en el Libro de Eclesiastés, «No hay nada nuevo bajo el sol». El pueblo judío siempre se lo ha conocido como «el pueblo del libro», no por su reputación de ser estudiosos, sino por la Torá entregada en el Monte Sinaí que nos ha unido por generaciones, una Torá explicada, expuesta e iluminada en miles de libros escritos y publicados en el correr de siglos. Generalmente, los libros de Torá en un hogar judío son más en número que los que puedan de hecho estudiarse en una vida, aún así, los tenemos en la casa, irradiando nuestro hogar con espiritualidad y pureza que contiene cada una de sus páginas.

 

Una de las 10 observancias judías que el Rebe de Lubavitch infundió en su campaña de 10 mitzvot fue «Bait Male Sfarim», una «casa llena de libros», instando a los judíos a comprar libros de Torá y mostrarlos en sus casas, incentivando así a su familia e invitados a estudiar sus enseñanzas, y afectando el pensamiento, acción y habla de uno para mejor. Incluso si los libros están allí en los estantes, sin usarlos, el Rebe dijo que la mera presencia de ellos, se apega a toda la casa, influyendo positivamente a aquellos que viven allí tanto las horas en las que uno pasa en la casa, como así también cuando sale. Así como la Mezuzá protege a los habitantes de la casa tanto cuando están adentro como cuando salen, el efecto de los libros en una casa también llega muy lejos.

 

Así que, un ambiente establece el resultado. Traer libros a la casa de uno, puede determinar las notas de los niños, ya que los libros imparten instintivamente al niño que la educación es de suma importancia para sus padres.

 

Libros judíos sagrados visiblemente expuestos en una casa, expresarán subconscientemente en su dueño una apreciación y reverencia por estos libros, sus valores, su historia y su contenido, incentivando a toda la familia e invitados a leerlos y estudiar de ellos.

 

Un ambiente de Torá que se crea a través de los libros de Torá, crea una atmósfera sutil pero constante de santidad, inspirando el pensamiento y práctica judía y últimamente instándonos a estudiar sus enseñanzas y mejorar nuestras vidas, un libro cada vez.

 

Por Jani Goldman



¡Fuego!

Todavía no he caído en la tentación de quemar una escuela, ni siquiera persigo los camiones de bomberos, pero admito que tengo una fascinación con el fuego. No se por qué, pero las llamas bailarinas, la interacción de diferentes matices sutiles de luz y el calor que se produce cuando la leña arde lentamente, siempre me ha encantado.

Ciertamente  elegí la religión con suficientes puntos de venta para satisfacer mi atracción. ¿Cuántas de nuestras festividades y observancias se llevan a cabo alrededor de una flameante llama? De entrada puedo pensar en las velas de Shabat, viernes a la noche. El servicio de Havdalá que marca la conclusión de Shabat, Janucá, las fogatas de Lag Balmer y la quema del jametz- todo lo que leuda- antes de Pesaj, sin mencionar el horneado de la Matzá, el encendido de las velas la noche antes a un Brit milá, y cargar las velas en la Jupá.

Aparentemente hay una conocida condición psicológica, Trastorno Afectivo Estacional (TAE), en donde la gente se deprime en invierno dado a la falta de luz solar. La presencia de luz y fuego en todo su esplendor, calor y belleza influencian directamente sobre nuestros sentimientos, salud y alegría.

En la Torá leemos sobre el mandamiento Divino al Sumo Sacerdote de encender el candelabro de siete brazos. El Templo era la fuente del esplendor e iluminación para el mundo físico, y la responsabilidad del sacerdote era encender estas llamas de gloria, y por lo tanto, iluminar el universo.

Tenemos una misión similar en nuestras peleas diarias en este mundo pesimista: transmitir el fulgor de Di-s de dentro de nosotros, iluminar nuestro alrededor e iluminar las vidas de nuestras familias, amigos y compañeros.

Aaron fue encargado de encender las mechas “hasta que las llamas ardan por si mismas”. Como cualquiera que haya luchado con una parrilla a carbón o trabajado para encender una fogata sin kerosén pueda testimoniar, que hay algo más en el encendido que simplemente sostener un fósforo cerca del combustible. Lleva su tiempo encontrar el lugar indicado, determinación para mantener el encendedor quito hasta que se prenda fuego y a veces hay que intentarlo varias veces (usar quizá media docena de fósforos) para garantizar que se propaguen las llamas. Una vez que se haya encendido correctamente, el nuevo fuego es incomparablemente más poderoso y útil que el fósforo insignificante que había sido encendido al principio.

No es fácil alcanzar a otros. A veces nos sentimos con vergüenza o extraños, preocupados por si interferimos, y no muy convencidos de que nuestra habilidad sea de utilidad. Es mucho más fácil esconderse en nuestro pequeño rincón y dejar que el mundo se cuide por sí mismo.

No podemos, no debemos. El efecto exponencial de inspirar a otros, el bien que se engendra y la inspiración afectada tienen consecuencias tan poderosas, que abnegar nuestras responsabilidades nos condenaría tanto a nosotros como a los otros, a una experiencia estéril y congelada.

Por Elisha Greenbaum



Januca: Tiempo de iluminar

¿Qué es Januca?

La «fiesta de las luminarias» dura ocho días y se celebra con el encendido nocturno de la Menorá o Janukiá (candelabro de nueve brazos), oraciones especiales y comidas fritas.
La palabra hebrea Janucá significa «inauguración», y la festividad se llama así porque celebra la reinauguración del Templo Sagrado de Jerusalem.

Un poco de historia:

Hace unos 2100 años…

  1. La Tierra de Israel queda bajo el dominio del emperador greco-sirio Antíoco Epífanes.
  2. El nuevo emperador emite una serie de decretos destinados a imponer su ideología y rituales helenísticos al pueblo judío: prohibe el estudio de la Torá y la observancia de sus mandamientos y profana el Templo Sagrado de Jerusalén con ídolos griegos.
  3. Un pequeño grupo de judíos, liderados por Iehudá el Macabeo, libra una batalla contra los poderosos ejércitos griegos.
  4. ¡Milagro n° 1! Los pocos y débiles macabeos superan al ejército griego y lo expulsan de la Tierra de Israel. 
  5. El 25 de Kislev, los macabeos recuperan el Templo Sagrado. Al querer encender la Menorá (candelabro de siete brazos) del Templo, descubren que los griegos habían contaminado prácticamente todo el aceite. 

   ¡Milagro n° 2! Uno de ellos encuentra una vasija de aceite puro, suficiente para una   noche. Elaborar nuevo aceite puro les iba a llevar ocho días. 

  1. ¡Milagro n° 3! el suministro de aceite les alcanza para ocho días y noches, hasta que logran obtener el nuevo aceite.

Para conmemorar y hacer públicos estos milagros, cada año encendemos  el Candelabro de Janucá en cada una de las ocho noches de la festividad.

¡Vivencialo!

 

Encendido de la Menorá: es el corazón de la festividad. Tiene nueve llamas, una de las cuales es el Shamash («vela piloto»), que se usa para encender las otras luces.

La primera noche se enciende una -además del Shamash– y las noches subsiguientes se va sumando una vela, hasta completar las ocho velas la última noche de Janucá. 

 

Una pequeña luz disipa mucha oscuridad:

Los macabeos combatieron las fuerzas de la oscuridad con espadas, nosotros lo hacemos sumando luz espiritual. La oscuridad es la ausencia de luz; por lo tanto cualquier esfuerzo, cualquier cambio, cualquier iluminación que creamos recorre un largo camino. 

Nunca debemos permitir que la aparente pequeñez de nuestra contribución nos impida actuar y apreciar la importancia de la acción.

 

¿Qué se necesita? 

  • Una menorá con ocho soportes para aceite o velas y un soporte adicional, separado del resto, para la vela Shamash. Si no tenés una Menorá, pueden utilizarse soportes independientes.

 

  • 36 velas o aceite y mechas + 8 velas para el Shamash: dado que el milagro de Janucá sucedió con aceite de oliva, una Menorá de aceite es preferible a una con velas, y el aceite de oliva es el ideal. Las mechas de algodón son preferidas debido a la luz suave que producen.

 

¡Nota! La Menorá debe arder al menos 30 minutos luego de la salida de las estrellas (si se enciende más tarde, 30 minutos en total), por lo tanto hay que asegurarse de colocar suficiente aceite o utilizar velas lo suficientemente grandes.

 

¿Cómo?

  • Las ocho velas de la Menorá deben estar dispuestas en línea recta, pareja, no en zigzag o con algunos soportes más altos que otros. 



¿Quién?

Hombres y mujeres por igual tienen la obligación de encender la Menorá. El jefe del hogar enciende el candelabro familiar mientras todos los demás escuchan las bendiciones y responden «Amén». En muchas familias, todos los miembros de la familia, incluso los niños, encienden sus Janukiot personales. 



¿Cuándo? 

  • Lo ideal es realizar el encendido con la puesta del sol, cuando comienza a oscurecer. Algunos acostumbran a encenderla luego de la salida de las estrellas (aprox. 30 minutos después de la puesta del sol).
  • ¿Llegaste tarde a casa? Mientras haya alguien despierto para ver la Menorá, podés encenderla con las bendiciones correspondientes.. Si no, encendela sin recitar las bendiciones.
  • El viernes se enciende la Menorá antes de la puesta del sol, antes de que  las mujeres enciendan las velas de Shabat. Tené en cuenta utilizar suficiente aceite o una vela lo suficientemente grande para que la Menorá arda por lo menos 30 minutos luego de la salida de las estrellas.
  • El Sábado de noche, la Menorá se enciende luego de la salida de las estrellas, una vez recitada la Havdalá, la ceremonia que da la despedida al Shabat. (En la sinagoga, primero se enciende la Menorá y luego se recita la havdalá)

 

¿Dónde?

La Menorá se coloca en la puerta, frente a la mezuzá, o en una ventana que da hacia la calle.

  • Cuando encontrás la luz que ilumina tu hogar, compartila con los que te rodean.

 

Procedimiento:

 

  1.  Reuní a todos los miembros de la casa alrededor de la Menorá.

 

  1. Encendé la vela Shamash. Luego, sostenela con tu mano derecha (a menos que seas zurdo).

 

  1. Mientras estás de pie, recitá las bendiciones correspondientes (ver cuadro).

 

  1. Encendé las velas, comenzando por la más “nueva” (ver cuadro).

 

  1. Colocá el Shamash en su lugar. Se acostumbra entonar el “Hanerot Halalu” y “Maoz Tzur” (ver xx).

 

  1. Quedate alrededor de la Menorá  durante aproximadamente media hora (excepto la tarde del viernes, vísperas de Shabat). Compartí algunas historias de Janucá con tu familia, disfrutá de un juego de dréidel o sevivón (perinola) y saboreá unos tradicionales Latkes calientes (buñuelos de papa fritos) o unas Sufganiot (donas fritas). 



  • Cada noche agregamos una luz: en asuntos espirituales, debemos evitar la complacencia. Si Di-s nos dio otro día de vida, es para hacer algo positivo que aún no hemos logrado.

HANEROT HALALU

MAOZ TZUR

 

Comidas típicas de Janucá:

Frito: es una tradición comer alimentos que reflejen el significado de la festividad, como la manzana con miel en Rosh Hashaná y los Oznei Hamán en Purim. Janucá no es una excepción: el aceite jugó un papel importante en la historia de Janucá, por lo tanto, acostumbramos a comer alimentos fritos en Janucá.

 

Lácteo: también es costumbre comer alimentos lácteos, para conmemorar a Iehudit, la valiente mujer cuyo osado coraje llevó a la gran victoria de los Macabeos 

 

El Dréidel (la perinola):

También conocido como “Sevivon”, este juego nos ayuda a recordar el coraje de los valientes niños, quienes se escondieron en cuevas para poder estudiar Torá tras la prohibición de Epífanes. Al acercarse los soldados griegos, los niños sacaban el Dréidel y simulaban estar jugando.

El Dréidel (del Idish “drei”, dar vuelta) tiene cuatro caras, con una de las letras hebreas Nun, Guímel, Hei, Shin, iniciales de “Nes Gadol Haia Sham” (un gran milagro ocurrió allí) tallada en cada una de ellas. 

¡A jugar!

Necesitás:

1 Dréidel

Monedas, caramelos o fichas.

¿Cómo jugar?

  1. Se entrega la misma cantidad de monedas a cada uno de los participantes, y se dejan algunas para el pozo.
  2. En orden, se hace girar el Dréidel:

Si cae en Nun: no ponés ni sacás del pozo.

Si cae en Guímel: tomás todo el pozo, luego todos los participantes colocan una moneda en el pozo.

Si cae en Hei: tomás la mitad del pozo.

Si cae en Shin: agregás una moneda al pozo.

¡Que lo disfrutes!

 

Janucá Guelt:

En Janucá se acostumbra dar monedas (guelt) a los niños. Una de las razones es que la palabra hebrea Janucá viene de la misma raíz que la palabra Jinuj (educación). En esta festividad focalizamos nuestra atención en la educación judía de nuestros niños: les regalamos dinero y les enseñamos a dar una parte a caridad.

 

 

Encendido público de la Menorá: 

El 1974, se encendió la primera Menorá pública, en Philadelphia, Pennsylvania. 

Hoy, más de 15.000 Janukiot gigantes son encendidas en plazas, centros comerciales, aeropuertos y otros espacios públicos alrededor del mundo, decenas de ellas en la Argentina. 

El mensaje de las luminarias de Janucá resplandece para que todos lo vean: el mensaje de que el bien y la luz, al final, siempre triunfan sobre la oscuridad.

janucalive.com

 

Mujer extrovertida

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch Cortesía de meaningfullife.com 

“Y Dina, la hija de Lea, con quien tuvo con Iaakov, salió a ver a las hijas de la tierra. Y Shjem, hijo de Jamor el Jivita, príncipe de la tierra, la vio; y abusó de ella…” (Génesis 34:1-2) 

En el capítulo treinta y cuatro de Génesis leemos sobre el abuso a Dina, el astuto plan de sus hermanos para mutilar a la gente de Shjem, su rescate, y la destrucción de la ciudad. 

Nuestros Sabios notan que en el primer versículo de todo este suceso, la Torá introduce a Dina como la hija de Lea. Y no es referida como “la hija de Iaakov” o la “hija de Iaakov y Lea”, o incluso como “la hija de Lea y Iaakov”, sino como “la hija de Lea, que tuvo con Iaakov”. Rashi explica: Por su salida, ella es llamada “la hija de Lea”, porque Lea, también, era una “salidora”, como está escrito: “Y Lea salió a recibirlo (Génesis 30:16). En relación a ella está dicho: “Como es la madre, es la hija”. 

A primera vista, parece ser una acusación del comportamiento de Lea y Dina. El sello de la mujer Judía es su tzniut, el recato en su vestir y el porte expresado en el versículo (Salmos 45:14), “La gloria entera de la hija del rey está dentro”. Una chica judía, parece decir Rashi, no tiene nada que hacer yendo a visitar a las hijas de una tierra pagana; y cuando lo hace, no está actuando como una hija de Iaakov, sino como su madre, que se sabe que en ocasiones embarcó sus propias salidas. Para la hija del rey, que salga de su santuario interno es exponerse a todo tipo de encuentros negativos, como el trágico caso de Dina lo demuestra. 

Esta, sin embargo, no puede ser la intención de Rashi, ya que contradice a su comentario de un versículo previo. Unos pocos capítulos atrás, en donde Iaakov se prepara para el encuentro con su malvado hermano Esav, leemos (Génesis 32:23): “Y Iaakov tomó a sus dos esposas, sus dos sirvientas, y sus once hijos, y cruzó el vado de Yabok”. 

Pregunta Rashi: “¿Qué hay de su hija?” 

¿Dónde estaba Dina? Iaakov la había puesto en un baúl grande y la encerró ahí, para que Esav no la viera. Por esto, Iaakov fue castigado, porque si no la hubiera escondido de su hermano, quizá ella hubiera traído a Esav de vuelta al buen camino. El castigo fue, que ella cayó en las manos de Shjem. 

En otras palabras, fue la aislamiento a Dina, no las salidas de Dina y Lea, la causa de la mala suerte de Dina. Dina no tendría que haber sido escondida de Esav. Su encuentro con el gran mundo perverso no debería haber sido evitado; Iaakov temió que pueda ser dañada por su malvado tío; tendría que haberse dado cuenta, que con la sólida base moral y la integridad incuestionable de ella, podría haber influenciado a Esav para bien. 

Es muy interesante, que también aquí, hay una conexión madre-hija. La Torá (en Génesis 29:17) nos cuenta que los “ojos de Lea eran débiles”. Rashi explica que estaban débiles de llorar: 

“Ella lloraba por la idea de que iba a caer en la suerte de Esav. Porque todos decían: Rivka tiene dos hijos y Laban tiene dos hijas; el hijo mayor (Esav) está destinado para la hija mayor (Lea), y el hijo menor (Iaakov) está destinado para la hija menor (Rajel)” 

Ésta era más que una común especulación; de acuerdo al Midrash, estas parejas fueron ordenadas en el Cielo. Pero las llorosas plegarias cambiaron el decreto celestial, y ambas hermanas se casaron con el justo hermano menor. Pero era Lea el alma gemela potencial de Esav. Si ella misma se sentía inadecuada al desafío de lidiar con la debilidad de él, su hija y heredera espiritual, Dina, podría haber servido como instrumento de la redención de Esav. 

Este es el profundo significado del adagio: “Como es la madre es la hija”, citado por Rashi. Nuestros hijos heredan no sólo nuestros rasgos actuales sino también nuestros potenciales no realizados. Físicamente, una madre de ojos marrones puede transmitir a su hijo el potencial para ojos celestes heredados por su madre pero inactivo en sus genes. Espiritualmente, un padre puede impartirle a su hijo la habilidad de lograr lo que, para el padre, no es más que un potencial sutil enterrado en lo más hondo de su alma. 

Así que la salida de Dina para “hacer sociales” con las hijas de la tierra, estaba totalmente de acuerdo a ella y su madre. Su exposición a un ambiente extraño no la habría afectado adversamente a su feminidad Judía, su gloria interna de una hija del Rey. Al contrario: ella nació con el rol de ser una mujer judía “salidora” que sirve como fuente de iluminación a su alrededor sin comprometer su modestia y recato. Mejor dicho, era el intento de Iaakov de encerrarla que trajo al desastre. Al salir hacia “las hijas de la tierra”, Dina era verdaderamente la hija de Lea, en el sentido positivo. No era la hija de Iaakov, ya que Iaakov insistió en poner su naturaleza extrovertida de lado. 

DENTRO Y FUERA 

En esto se encuentra un mensaje para las mujeres de todas las generaciones: 

La Torá ve a los hombres y a las mujeres como si hubieran sido impartidos por su Creador con distintas características y funciones. El hombre es un conquistador, encargado de enfrentar y de transformar a un resistente y muy frecuentemente hostil mundo. Para este fin, él ha sido suministrado con una naturaleza extrovertida y agresiva, una naturaleza que la aplica constructivamente en la guerra de la vida, la guerra para combatir lo negativo y de redimir los elementos positivos y oportunidades que se encuentran cautivadas en los rincones desolados de la creación de Di-s. 

La mujer es diametralmente opuesta. Su intrínseca naturaleza es no-conflictiva, introvertida, modesta. Mientras los hombres pelean las perversidades de afuera, la mujer cultiva la puridad dentro. Ella es el pilar de la casa, cuidadora y educadora de la familia, guardián de todo lo sagrado que hay en mundo de Di-s. La gloria entera de la hija del Rey está dentro. 

Pero “dentro” no necesariamente significa “dentro de la casa”. La mujer, también, tiene un rol que va más allá de la casa, se extiende a las hijas más extrañas de las tierras más paganas. Una mujer que ha sido bendecida con la aptitud y talento para influenciar a sus hermanas, puede y debe ser una “salidora”, dejando periódicamente su refugio de santidad para alcanzar a aquellos que han perdido la dirección de sus vidas. 

Y cuando lo hace, no necesita y no debe asumir el porte guerrero del hombre. El enfrentamiento no es el único camino de lidiar con el mundo, también hay una forma femenina, un camino gentil, modesto y compasivo, de extraer la bondad de lo malvado que emerge afuera. El enfrentamiento es frecuentemente necesario, pero es también inefectivo y a veces perjudicial. Incluso las batallas más feroces precisan el toque femenino de la mujer extrovertida. 

 

Prisioneros famosos

Éstos son algunos prisioneros famosos:

Abraham: encarcelado por Nimrod por diez años. (Talmud, Bava Batra 91a) Iosef: encarcelado en la prisión del Faraón en Egipto por doce años (Bereshit 39:20)

Rabí Akiva: encarcelado por los romanos por enseñar Torá (Talmud, Berajot  61b)

Rabí Shimon bar Iojai: confinado a una cueva por trece años luego de que los Romanos pidieran recompensa por encontrarlo.

Rabí Shneur Zalman de Liadi: detenido por 52 días en la fortaleza Peter- Paul en San Petersburgo con cargos de traición contra el Zar Ruso. Liberado el 19 de Kislev de 5559 (1798)

El común denominador de estos “prisioneros” es que la vida de cada uno y sus enseñanzas constituyeron un hito en la difusión de la Torá.

Abraham comenzó con la “edad de la Torá”*. Iosef era la conexión entre la Torá de los patriarcas y las generaciones del exilio en Egipto.

Rabí Akiva era la figura central de la transmisión de la Torá oral, el cuerpo de la ley de la Torá y su interpretación que constituye la llave para el entendimiento y aplicación de la Torá Escrita, desde Sinaí hasta la Judeidad en la Diáspora.

Rabí Shimon Bar Iojai, autor del Zohar, es nuestra fuente para la Kabalá, la dimensión mística de la Torá.

Rabí Shneur Zalman de Liadi era el fundador del movimiento Jasídico Jabad, que fundió la corriente racional y mística de la Torá en un programa unido y comprensible.

En cada uno de estos casos, el encarcelamiento sirvió como un período de incubación para la revelación de una nueva dimensión de la sabiduría de Di-s en nuestro mundo.

De hecho, el confinamiento siempre precede a un nuevo comienzo, considerando las circunstancias de cada nacimiento (según las leyes de la Torá, un bebé recién nacido tiene el status legal de un prisionero recién liberado, siendo que “no hay un prisión más grande que el útero”) Por lo tanto, el Profeta Iejezkel compara la experiencia del galut (nuestro estado actual de exilio y desalojo espiritual) al embarazo, y la redención al nacimiento que le prosigue.

Confinamiento, ya sea en el útero, en el galut, o en una prisión, es un tiempo de limitación externa. Pero también es un momento de fomento interno, que puede ser utilizado como el punto de lanzamiento para las infinitas posibilidades de un recién nacido.

*«El mundo existe desde hace seis mil años: dos mil años de caos (por ejemplo, el diluvio, la torre de Babel), dos mil años de la Torá (a partir de que Abraham comenzó a difundir el conocimiento de Di-s a los 52 años), y dos mil años de la era mesiá- nica (es decir, el mundo tiene el potencial para al- canzar la máxima perfección y Mashiaj está destinado a entrar en este período) «– Talmud, AVoDá ZARAH 9a.

Basado en un extracto del diario del Rebe fechado el 19 de Kislev

Rajel y Lea: Dos destinos, dos mundos

Rajel y Lea, dos hermanas, las dos esposas de Iaakov y las dos matriarcas de nuestro pueblo. Rajel y Lea, dos poderosas pero con personalidades contrastables, cada una representaba un mundo por sí misma.

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