El Becerro de oro ¿Espiritualidad o Hedonismo?

Luego de una apasionada recepción de los Diez Mandamientos, el pueblo, impaciente por el descenso de Moshé de la montaña, hizo para sí un nuevo dios, un becerro de oro. Examinemos de cerca el texto y quizá debieran hacerse algunas observaciones. 

¿Podemos encontrar alguna exoneración para su idolatría? 

Moshé estaba demorado en bajar de la montaña, así que la gente le demandó a Aharón un “dios que irá delante nuestro”, ya que el Moshé que dirigió al pueblo desde Egipto no estaba. ¿No era éste un pedido religioso sincero por lo Divino? ¿No era su rechazo hacia Moshé (y hacia todo lo que había enseñado) justificado, siendo que Moshé estando en la cima simbólica de la montaña estaba demasiado exaltado para gente ordinaria, sin importancia para ellos? Él era ideal para las responsabilidades del pasado, pero ¿acaso el pueblo no precisaba un nuevo dios, que vaya “delante de ellos” para enfrentar los problemas de un nuevo mundo? 

El pueblo no era avaro, ellos dieron sus más preciadas posesiones y trajeron las más generosas ofrendas sin perder ni un momento. Quizá la indicación de sus verdaderos sentimientos se encuentra en la sentencia “y el pueblo…se levantó a pecar”. Su insistencia por un dios que pudiera comprender, su andar a tientas por una fe progresiva entonada con los tiempos en los que puedan abrazar, pueden incluso inspirar respeto en los mortales insignificantes sin miedo, lidiando con los insolubles misterios eternos. Podemos incluso ignorar la asquerosa forma que tomó su dios. Pero cuando todo su éxtasis religioso e inspiración terminó en una nota de lujuria, de liberación de su auto disciplina, de despojarse de los restos de Judaísmo, de pasarla bien, entonces sus motivos son sospechosos. ¿Buscan a Di-s o intentan escaparse de Él?

 Ningún ideal puede ser examinado por sus expresiones verbales. Clamores espirituales no son una indicación de espiritualidad. Las acciones que lo inspiran son la medida del ideal que vale la pena. El judaísmo no es una prédica piadosa, sino que es vivir de acuerdo a las enseñanzas de la Torá.

Por Zalman Posner

Una gran bendición

El 12 de Adar,se cumple el aniversario del atentado a la Embajada. Presentamos la historia de uno de los sobrevivientes…

En el verano del año 1992, 5752 (hemisferio sur), hicimos con mi esposo un viaje a Israel y Estados Unidos, que se extendió por seis semanas, tres en nuestro primer destino y las restantes en Crown Heights. Esos días cerca del Rebe de Lubavitch se convirtieron en una experiencia irrepetible. Mi esposo asistía cada mañana y cada tarde a 770, participando de la tefilá (rezo) junto al Rebe, que muy a menudo disertaba después de la misma y solía repartir dólares, kuntres, y en una oportunidad leikaj (torta de miel), con convocatorias inesperadas por medio de una sirena que provocaba un desplazamiento masivo de toda la comunidad, hacia la sede central de Lubavitch.

El último domingo 26 de Adar 1, 1 de Marzo , se casaba mi sobrino. Ya preparados para la ocasión, fuimos a recibir el consabido dólar de manos del Rebe. A pesar de que mi marido fue antes que yo, llegó hasta el Rebe a última hora, más o menos 8 PM, alcanzó a decirle que viajaba al día siguiente a Argentina, y que el 22 de Adar II, sería su cumpleaños número 52. El Rebe le dió dos dólares deseándole “Bendición y Suerte, Noticias Buenas”(lit) y un tercer dólar (que sorprendió a mi esposo) bendiciéndolo con “Larga Vida”.

A la mañana siguiente, pensamos pasar por 770 para despedirnos, pero supimos que el Rebe, como solía hacerlo últimamente, había salido para el Ohel del Rebe Anterior. Por la tarde mientras terminábamos de preparar el equipaje, nos estremeció el sonido de la sirena, nos preguntamos a qué se debería y a los pocos minutos la mamá de nuestra nuera nos comunicó la preocupante noticia del accidente cerebral acontecido al Rebe. Salimos hacia el aeropuerto con un ánimo comprensible, llamamos desde allí para pedir noticias y seguimos con preocupación y esperanza la evolución de la salud del Rebe durante el viaje y los siguientes 14 días, hasta que algo terrible volvió a sacudir nuestras vidas, esta vez relacionado con ellas, más específicamente.

Después de haber trabajado por la mañana en el jardín de infantes, estaba en mi casa realizando tareas propias del hogar, cuando sonó el teléfono y escuché la voz de una señora conocida que me preguntaba si mi marido se encontraba en la Embajada de Israel (donde trabajaba ya 31 años), conteste que sí, pensando que esta persona necesitaba alguna ayuda, como solían hacer muchos parientes y amigos; sin embargo esta vez escuché con estupor que una bomba había destruido el edificio. Mi primera reacción fue pulsar el botón de la memoria del teléfono, que obviamente estaba incomunicado. Luego llamé a mi hija y a mi hermano y los tres nos dirigimos al lugar de los hechos; nos llevó un taxista que también era policía y manejaba temerariamente pensando que nos hacia un favor, y aunque en el momento no dijimos nada, después comentamos los tres, que sentimos real temor por nuestra integridad física. Mientras tanto yo pensaba a pesar de mi angustia, que mi esposo debía estar a salvo, ya que recordaba la bendición pronunciada por el Rebe, y lo imaginaba emergiendo de entre los escombros ileso e indemne.

Las escenas a las que asistimos en el lugar donde antes se erigía el edificio de la Embajada, era de indescriptible caos e incertidumbre por la consecuencia de la explosión y el paradero de las personas que eran reclamadas por sus familiares con gran desesperación. En un momento dado decidí buscar un teléfono porque consideré que si mi marido había salido de ese trance, como me lo dictaba mi confianza en la bendición recibida, debía haberse comunicado con alguien.

Milagrosamente encontré un aparato que funcionaba en la zona y mi cuñada, me dijo que Iser había llamado a su casa diciendo que estaba a salvo y bien. Esta noticia provocó que mi hija y yo, liberando la tensión que nos había embargado hasta el momento, comenzamos a llorar profundamente, mientras nos dirigíamos al lugar donde habíamos dejado a mi hermano. Desde lejos mi hija le gritó, para que no se asustara al vernos llorar, “tío, mi papá está bien”. Nos dirigimos al negocio de mi hermano y al llegar, mi esposo se comunicó nuevamente, escuché su voz en el teléfono y recién allí comprendí que la pesadilla, en cuanto a nosotros se refería, había terminado.

Después vino el reencuentro, camino a casa, a bordo de sendos taxis, los dos habíamos tomado la misma calle, yo hice parar al de él, para seguir juntos el último tramo del trayecto.

Luego, mientras mi marido trataba de componerse y al mismo tiempo se preocupaba por saber el destino de sus compañeros, el timbre del teléfono no dejaba de sonar, llamadas locales y de todas partes del mundo donde estuviera algún familiar o amigo que se interesara por el.

A pesar del dolor por las víctimas, los días que siguieron, festejamos Purim, reafirmando nuestra fe en el Todopoderoso, que como en toda la existencia del Pueblo Judío, daba una vez más, señales de que tenemos que confiar en sus designios, inspirados en el Pacto que selló con nuestros Patriarcas, por medio del cumplimiento de Torá y Mitzvot.

Quisiera contarles que la misma noche en que ocurriera este duro acontecimiento, hicimos llegar al Rebe, por intermedio de nuestro hijo la noticia de que mi esposo estaba gracias a Di-s bien, como reconocimiento a sus bendiciones.

Tres días mas tarde, Iser pudo acceder al edificio siniestrado, comprobando que su oficina (salvo una pared medianera que se había desplomado) estaba intacta, como así también el cuadro del Rebe, su libro de Jitas, efectos personales y fotos familiares. Actualmente estos elementos están en su nueva oficina y presiden la misma. Con un marco nuevo se encuentra la foto del Rebe, que ahora con su alma despojada de sus límites corporales, sigue preocupándose por todos sus “hijos” e intercediendo por ellos ante el Todopoderoso.

Que pronto se termine el Galut y recibamos al Moshiaj con la Gueulá Shleima, AMÉN

Purim Sameaj

Leti Kirszenberg

Parashá en Síntesis – Ki Tisá

Di-s ordena a Moshé que cuente al Pueblo Judío. Este es el tercer censo que se realiza al día siguiente de Iom Kipur, después del pecado del becerro de oro, en el primer año de su estadía en el desierto. El primer censo fue realizado cuando Iaacov y su familia, setenta personas, bajaron a Egipto. El segundo, cuando los judíos salieron de Egipto y eran 600.000 hombres.

El método seguido para el conteo era el de la entrega del medio shékel. Di-s advierte a Moshé que el conteo no puede hacerse en forma directa, lo que nos enseña que cada persona tiene su propio valor y, además, que ninguna persona está completa si está sola. Sólo se puede lograr la espiritualidad y hermandad cuando se coopera y se une con los demás judíos. 

Después de la entrega de la Torá, Moshé permaneció 40 días estudiando Torá directamente de Hashem. Sólo al completarse ese período fue premiado con la habilidad de retener todo lo que había aprendido. 

Las dos Tablas de la Ley sobre las cuales estaban tallados los Diez Mandamientos eran de zafiro azul. Los Mandamientos podían ser leídos de ambos lados y las letras mem y samej- que tienen forma de cuadrado y círculo sin puntos de apoyo – se sostenían milagrosamente sin caerse. 

El becerro de oro fue elaborado por los hijos de Bilam (famoso brujo egipcio) cuando el pueblo, por error en el conteo de los cuarenta días, pensó que Moshé no regresaría. La iniciativa para su elaboración fue del llamado erev rav, la multitud de egipcios que acompañaron a los judíos en el éxodo de Egipto. 

Las mujeres no contribuyeron con la realización del becerro de oro, pero sí lo hicieron al dar sus joyas para la construcción del Santuario, que comenzó poco después. Por esta actitud sobrevivieron hasta la llegada a Eretz Israel y además les fue dedicada la festividad de Rosh Jodesh (principio de mes), durante lo cual existe la costumbre de que se abstengan de trabajar. 

Las joyas donadas por las mujeres fueron zarcillos, anillos de nariz, anillos de dedo y pulseras. Uno de los Sabios explicó que ello alude a los cuatro aspectos de una apropiada educación judaica. 

  • Zarcillos: escuchar con atención la conversación de los niños con sus amigos, ya que estos aprenden del ejemplo de sus padres; si algo falta o es inadecuado significa que así son sus modelos.
  • Anillos de nariz: desarrollar un agudo sentido de olfato para constatar si la influencia de los amigos es beneficiosa.
  • Anillo de dedo: apuntar hacia el camino correcto, guiándolos según las enseñanzas de la Torá para evitar lo dañino. 
  • Pulseras: estar bien “armados” porque aun con los niños que se comportan bien es necesario ser firmes para motivarlos a estudiar y desarrollarse. 

Una casa

Naciones guerrean por ella, familias apartan una considerable suma de sus ingresos para adquirir una. Hasta los Sabios del Talmud llegan a decir:

“Un hombre sin un hogar no es un hombre”.

Una casa es más que un techo que protege de la lluvia, paredes que mantienen fuera a visitantes indeseados, una cocina   para   preparar   comida   y   una cama para dormir. Fuertes, edificios de oficina, hoteles y restaurantes también pueden realizar esas funciones, inclusive mejor que cualquier residencia.

Pero sólo en casa una persona está “en casa”.

En casa es donde puedes hacer muecas en el espejo, puedes llevar un suéter verde viejo con agujeros y comer pickles con mayonesa porque te da la gana.

Di-s, también, desea una casa un lugar dónde Él pueda ser íntegro y desinhibido. Los maestros jasídicos preguntan: ¿Por qué Di-s creó el mundo físico? ¿Qué puede darle nuestra existencia tosca, finita y conflictiva, que las dimensiones espirituales de la creación no pueden? Y ellos contestan: Di-s creó el mundo físico porque Él quiso una casa, un lugar dónde pueda hacer las cosas porque tiene ganas.

La primera casa de Di-s tenía dos cuartos en un edificio de 13 mts. x 21mts aproximadamente. Según Éxodo 25, estaba hecha de los siguientes materiales: oro, plata, cobre, lana teñida de azul, violeta y rojo, lino, pelo de cabra, pieles animales y madera. Fue hecha a medida, con especificaciones detalladas dadas a Moshé en el Monte Sinaí. Se asentaba en el centro mismo del campamento Israelita en el desierto, y estaba   diseñada   para   que   pudiera desarmarse y volverse a armar cuando fueran de un lugar a otro durante los cuarenta años entre su Éxodo de Egipto y su entrada en la Tierra Santa. Después, una versión más grande y permanente   se   construyó   en   el   Monte   del Templo en Jerusalén.

Dijo Di-s a los hombres:

 “Yo creé sabiduría,   conocimiento   y   entendimiento, y en estas creaciones mora Mi mente. Yo creé amor, justicia y compasión, y en éstos reside mi carácter. Yo creé a la belleza, el esplendor y la majestuosidad, y en éstos investí Mi personalidad. Pero ninguno de éstos es Mi casa, más que la oficina en la que trabajas o el teatro en el que te entretienes.

Así que Creé la materia física, la cosa más ‘no-Divina’ que pueda concebir para que haya un lugar en donde no tenga que jugar ningún rol y no tenga que proyectar ninguna característica.

Sólo Mi deseo de realización. Cuando tomas tu oro (tus excesos materiales), tu plata (tu imperturbable riqueza de clase media) y tu cobre (los pocos pesitos para la subsistencia) y los usas para moldear una realidad conforme a Mi deseo, estás haciéndome una casa en Mi mundo”.

Ki Tisa- Lavar la cara

“Y lavarán de él, Aarón y sus hijos, a sus manos y a sus pies” (Shemot 30:19)

En nuestra Parshá, el Altísimo ordena a Moshé construir una fuente de cobre para lavarse, y colocarla frente al Ohel Moed, la ‘carpa’ del Santuario. Esta fuente era utilizada por los sacerdotes, los cohanim, previo a su servicio en el Santuario, como está escrito : “Y lavarán de él Aarón y sus hijos a sus manos y a sus hijos cuando vengan al Ohel Moed”.

Este lavado tenía dos objetivos:

1)   Limpieza   y   purificación: Se requiere del Cohen una limpieza y purificación  adicional  previo a  su   inicio del servicio a Di-s en el Santuario.

2) Santidad: a   través   del   lavado,   el cohen alcanzaba un mayor nivel de santidad, y por eso, este lavado también se llamaba-  “la santificación de las manos y los pies”

TODOS SOMOS COHANIM

Es verdad que el Sagrado Templo está destruido, pero el sentido conceptual de sus servicios y su estructura permanece vigente también en la actualidad. En ese sentido, todo judío es una suerte de ‘cohen’, siendo que la totalidad del pueblo de Israel es llamada en el texto bíblico como  “un reino de acerdotes y una nación santa” Y efectivamente el concepto del lavado previo al servicio al Creador se cumple también en nuestra vida.

El Rambam escribe en las Leyes de la Plegaria: 

“Por la mañana- lava su cara, sus  manos y  sus pies,  y luego  habrá   de rezar”. Es sabido, que las Plegarias están en lugar de las ofrendas que eran traídas en el Sagrado Templo, y el lavado previo a la Plegaria es similar a la purificación y santificación de los cohanim previo al servicio en el Santuario.

LAVAR LA CARA

El Rambam agrega un detalle que no aparece entre las instrucciones de la Torá para   los   cohanim:   a   ellos   se   les   ordenó lavarse sólo sus manos y pies, mientras que el Rambam agregó también el lavado de la cara. Hay en ello también un sentido especial relacionado a la época posterior a la destrucción del Sagrado Templo.

Las   manos   y   los   pies   simbolizan   la fuerza   para   hacer   que   posee   el   hombre, mientras que la cara simboliza las fuerzas más internas- el intelecto, la vista, el oído, la palabra y similares. Los temas mundanos deben realizarse por medio de las manos y los pies- es decir, en ello debe invertirse sólo las capacidades y las fuerzas más externas que hay en nosotros, como está dicho: “con el esfuerzo de las palmas de tus manos comerás”debe invertirse las ‘palmas’ en la vida mundana, mientras que las fuerzas y capacidades más elevadas hay que guardarlas para lo que es la esencia de la vida- el servir al Altísimo.

EL INTERIOR SIEMPRE ESTÁ PURO

Y aquí aparece la diferencia entre la época del Templo a nuestros días: en la época del Sagrado Templo  ‘la cara’ estaba de por sí separada de lo mundano, y por ende no había necesidad de una purificación y santificación especial previo al servicio en el Templo. Pero en el exilio, cuando la tranquilidad se ve perturbada por el Galut, y puede ocurrir que también las fuerzas internas del hombre estén sumergidas en la vida cotidiana- entonces se requiere de una purificación adicional, para purificar también a  ‘la cara’.

Este es el sentido conceptual de lo que el Rambam agrega la necesidad de lavarse también la cara antes de la plegaria. Sin embargo, hay legisladores halájicos que no marcan como obligación el lavado de la cara antes de rezar. De acuerdo a su opinión la misma declaración del judío de inmediato al levantarse de su sueño  “Agradezco yo frente a Ti” – enfatiza que la esfera interior del ser siempre permanece ligada al Altísimo, y por eso no hay necesidad de una acción especial de purificación de  ‘la cara’ y lo interno. Puesto que el interior del judío está   siempre   preparado   para   servir   a Hashem   y   no   hay   impureza   alguna   que pueda dañarlo. Y como el conocido dictamen del Rambam, que todo judío siempre quiere cumplir la voluntad de su Creador.

Truma-«Cada judío debe construir un santuario»

En esta parshá los iehudim reciben la orden de construir un Mishkan, Santuario, y en las parshiot siguientes la Torá nos relata los detalles al respecto. Pero, cuándo exactamente tuvieron lugar la orden y la posterior donación de   los   elementos   necesarios para  el Mishkán? De acuerdo al Zohar, el mandato y los  correspondientes  donativos sucedieron inmediatamente después de la entrega de la Torá, antes del pecado del becerro de oro. La segunda opinión de los Sabios indica, que la orden Divina de la construcción sucedió en Iom Hakipurím,   luego   del   perdón por el pecado del becerro de oro. Una tercer línea de pensamiento dice que la indicación   de   Di-s   fue   dicha   a   Moshe Rabeinu antes del pecado, y Moshé la transmitió   a  los   hijos de   Israel   sólo luego de Iom Kipur.

TRES SITUACIONES

De acuerdo a estas tres posturas resulta que los judíos se encontraban en tres   situaciones   distintas   al   ser   encomendada la construcción del Santuario. De acuerdo al Zohar (que dice que la orden fue dada antes del pecado) los iehudím   estaban en el  nivel de Tzadikim (justos), ya que la salida de Egipto   y   la   entrega   de   la   Torá   los limpiaron de todas las impurezas. Sin embargo de acuerdo a la opinión de que esto sucedió luego de Iom Kipur, cuando Hashem perdonó el pecado del becerro de oro, los judíos estaban a la altura de Baalei Teshuvá (retornantes). El tercer punto de vista señala que la orden fue dada antes del pecado y su concreción fue luego de Iom Kipur. Y aunque el pueblo de Israel estaba en la condición de Reshaím (malvados), no se les anuló la orden de construir un  Santuario.

TZADIKIM Y BAALEI TESHUVÁ

Partiendo del dictamen talmúdico sobre las opiniones divergentes de los sabios “Unas y otras son palabras del D-os Viviente”, de las tres interpretaciones   podemos   tomar   una   enseñanza para cada tipo de judío. El judío que es un Tzadik (justo y piadoso), puede pensar que debido a su nivel tan elevado no debe tener contacto alguno con el  mundo  material.   Es preferible desconectarse de lo terrenal, dedicándose únicamente a temas espirituales. La Torá le   ordena   entonces, construir   un   Mishkán!.  También  un Tzadik debe tomar el oro, la plata, el cobre, etc, siendo elementos materiales y convertirlos en una Casa para Di-s!.

El Baal Teshuvá (retornante) puede pensar, siendo que el materialismo lo hizo caer en sus redes, es preferible aislarse totalmente del mundo, para que no vuelva a desviarse. Viene la Torá y le indica lo contrario, con los elementos mundanos permitidos debe erigir un Mishkán para Di-s, y de esta forma también completará su Teshuvá (retorno), haciendo   uso   de   su   relación   ya adquirida con el mundo material en aras de la Torá y Di-s.

TAMBIÉN EL MALVADO

Pero aún podemos confundirnos y pensar, que mientras la persona no haya retornado completamente al camino que marca la Torá, queda excluido de construir un Santuario para Hashem. Aquí la tercer opinión nos enseña que, la orden de construir el Mishkán no se anuló siquiera luego del pecado del becerro de oro,   y   que   aún   antes   de   la Teshuvá seguía vigente el mandato de levantar un Santuario para Di-s. Y cómo un malvado puede realizar semejante tarea?. La respuesta es que, cuando se ocupe del estudio de la Torá, y el cumplimiento de las Mitzvot, finalmente la luz que de ellas emana lo conducirá a la senda correcta.

La donación de las mujeres

Hay una interesante historia con respecto a la intención de las mujeres de donar sus espejos de cobre pulido para la construcción del mishkán (tabernáculo).

Cuando Moisés anunció que se necesitaban donaciones para construir el Tabernáculo, las mujeres llevaron sus espejos de cobre pulido. Moisés no quiso aceptarlos, diciendo que no era apropiado construir una casa para Di-s con elementos de vanidad. Di-s intervino y le dijo a Moisés que los aceptara, ya que no eran símbolos de vanidad sino de sacrificio personal. De no haber sido por esos espejos, hoy no habría pueblo judío: durante los momentos más difíciles de la esclavitud egipcia, las mujeres utilizaban los espejos para embellecerse, coquetear y animar a sus esposos desalentados, provocando de esta manera la continuidad del pueblo judío.

Moisés recibió entonces los espejos y confeccionó con ellos la pileta que contenía las aguas con las que los cohanim purificaban sus manos y pies antes de entrar a realizar el servicio en el Tabernáculo.

Es este un poderoso ejemplo de cómo a Di-s se puede llegar por medio de lo más mundano siempre y cuando se sepa cómo utilizarlo para tal fin.

Extraído del libro “Una voz sin eco” del Rabino Eliezer Shem Tov

Justo, retornante y malvado

En esta parshá los iehudim reciben la orden de construir un Mishkan, Santuario, y en las parshiot siguientes la Torá nos relata los detalles al respecto.

Pero, ¿cuándo exactamente tuvieron lugar la orden y la posterior donación de los elementos necesarios para el Mishkán?

De acuerdo al Zohar, el mandato y los correspondientes donativos sucedieron inmediatamente después de la entrega de la Torá, antes del pecado del becerro de oro. La segunda opinión de los Sabios indica, que la orden Divina de la construcción sucedió en Iom HaKipurím, luego del perdón por el pecado del becerro de oro. Una tercer línea de pensamiento dice que la indicación de Di-s fue dicha a Moshe Rabeinu antes del pecado, y Moshé la transmitió a los hijos de Israel sólo luego de Iom Kipur.

TRES SITUACIONES

De acuerdo a estas tres posturas resulta que los judíos se encontraban en tres situaciones distintas al ser encomendada la construcción del Santuario. De acuerdo al Zohar (que dice que la orden fue dada antes del pecado) los iehudím estaban en el nivel de Tzadikim (justos), ya que la salida de Egipto y la entrega de la Torá los limpiaron de todas las impurezas espirituales.

Sin embargo de acuerdo a la opinión de que esto sucedió luego de Iom Kipur, cuando Hashem perdonó el pecado del becerro de oro, los judíos estaban a la altura de Baalei Teshuvá (retornantes)

El tercer punto de vista señala que la orden fue dada antes del pecado y su concreción fue luego de Iom Kipur. Y aunque el pueblo de Israel estaba en la condición de Reshaím (malvados), no se les anuló la orden de construir un Santuario.

TZADIKIM Y BAALEI TESHUVÁ

Partiendo del dictamen talmúdico sobre las opiniones divergentes de los Sabios que “unas y otras son palabras del Di-s Viviente”, de las tres interpretaciones podemos tomar una enseñanza para cada tipo de judío.

El judío que es un Tzadik (justo y piadoso), puede pensar que debido a su nivel tan elevado no debe tener contacto alguno con el mundo material. Es preferible desconectarse de lo terrenal, dedicándose únicamente a temas espirituales. La Torá le ordena entonces, construir un Mishkán!. También un Tzadik debe tomar el oro, la plata, el cobre, etc, siendo elementos materiales y convertirlos en una Casa para Di-s!.

El Baal Teshuvá (retornante) puede pensar, siendo que el materialismo lo hizo caer en sus redes, es preferible aislarse totalmente del mundo, para que no vuelva a desviarse. Viene la Torá y le indica lo contrario, con los elementos mundanos permitidos debe erigir un Mishkán para Di-s, y de esta forma también completará su Teshuvá (retorno), haciendo uso de su relación ya adquirida con el mundo material en aras de la Torá y Di-s.

TAMBIÉN EL MALVADO

Pero aún podemos confundirnos y pensar, que mientras la persona no haya retornado completamente al camino que marca la Torá, queda excluido de construir un Santuario para Hashem. Aquí la tercer opinión nos enseña que, la orden de construir el Mishkán no se anuló siquiera luego del pecado del becerro de oro, y que aún antes de la Teshuvá seguía vigente el mandato de levantar un Santuario para Di-s. Y cómo un malvado puede realizar semejante tarea?. La respuesta es que, cuando se ocupe del estudio de la Torá, y el cumplimiento de las Mitzvot, finalmente la luz que de ellas emana lo conducirá a la senda correcta.

Basado en “Likutei Sijot”, tomo 6, pág 152.

Soltero vs Casado

¿Que es mejor, casarse y tomar todas las obligaciones y responsabilidades que ello requiere (mantener la familia, educar a los hijos) y tener el contorno familiar o estar soltero, libre de responsabilidades pero solo?

La respuesta a este interrogante la encontramos en las palabras de la Torá: “No es bueno que esté el hombre solo, Le haré una ayuda frente a él”. Inmediatamente Di-s dividió a Adam en dos, cubriendo el corte con piel y con la otra mitad hizo a la mujer y se la presentó a Adam. Dijo Adam, “ella es hueso de mi hueso, carne de mi carne, por eso la llamaré ISHÁ (mujer) por que del hombre ella fue tomada. Por ello un hombre dejará a sus padres y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (bereshit 2:18 a 24).

Queda claro entonces que la intención Divina es que el hombre debe estar casado.

Respecto a este versículo: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda frente a él” podemos observar un hecho curioso; por un lado el versículo utiliza la palabra ayuda (compañía) a la vez que utiliza el término frente a él (en su contra). explican nuestros sabios que en el matrimonio existen ambas posibilidades: si el comportamiento de ambos es como corresponde, es una ayuda, pero si el comportamiento de uno no es correcto, se transforma en su oposición. Un buen matrimonio es el mejor estado para el hombre, mientras que uno malo puede llevar al hombre a la máxima tristeza. El éxito o fracaso del matrimonio sólo depende de nosotros, así como con todas las cosas del mundo, nosotros podemos utilizarlo para el bien o no. La Torá nos da la guía de como lograr formar un matrimonio feliz hasta la vejez.

Mismo así debemos entender, que ganamos con el matrimonio y que perdemos no estando casados.

* Por Rav Iosef Feigelstock

¿Por qué tengo que saber todo sobre el Tabernáculo?

El significado del Arca (Arón) en el Mishkán

Por Israel Cotlar

PREGUNTA:

Durante las pasadas semanas me ha sido muy difícil concentrarme en las lecturas semanales de la Torá. Me encuentro hojeando los intrínsecos detalles de la construcción del Mishkán, el Tabernáculo móvil que los judíos habían construido en el desierto.

No soy un historiador, ni arquitecto, y no estoy muy interesado en cuántos hilos han sido cosidos. ¿Cómo me reconcilio a lo tedioso de estos versículos? ¿Qué se supone que debo aprender de estas enseñanzas?

RESPUESTA:

Me alegra que lo preguntes. Es un signo de que estás estudiando la porción semanal de la Torá correctamente, fijándote en lo que te enseña hoy, y no simplemente dando vuelta las páginas como si la Torá fuese un Libro de Historia Judía.

Comencemos por un principio general:

La Torá sólo menciona aquello que sirve como lección para siempre. 

Así es que, el hecho de que la Torá nos cuente sobre el Mishkán con tanto detalle significa que hay mucho para aprender de ello.

La clave aquí es que cada ítem en el Mishkán físico tiene su contraparte en nuestras propias vidas, el «Mishkán» privado que cada uno construye dentro suyo. 

El versículo mismo sugiere esto cuando da la primera instrucción al pueblo judío sobre el Mishkán: «Harán para Mí un santuario y Yo moraré dentro de ellos». ¿Por qué el cambio de singular a plural? Rabí Ieshaia Horowitz (1558-1628), conocido como el Shaló, explica que el versículo no dice que Di-s morará «dentro de cada uno», refiriéndose al Mishkán, sino que dice «en medio de ustedes», refiriéndose al Mishkán que hay dentro de cada uno de nosotros.

Las enseñanzas de los Jasidim están llenas de conexiones entre los intrínsecos detalles de la construcción del Mishkán y los contenidos, y el Mishkán personal que hacemos en nuestras vidas.

Tomemos un ejemplo: el Arca.

El Arca misma estaba hecha de madera. Y, el versículo (Éxodo 25:11) nos dice: «Y le harás una capa de oro puro, por dentro y por fuera».

Los judíos cumplieron con esta directiva al hacer tres cajas metidas una dentro de otra. La caja más grande y visible estaba hecha de oro puro. Dentro de ella, había una caja de madera de acacia. Luego una segunda caja de oro era puesta dentro de la de madera. Así, la caja de madera del medio estaba cubierta de oro por fuera y por dentro.

¿Qué nos enseña esto sobre nuestro Mishkán personal?

Nosotros también tenemos tres capas:

La dimensión más interna del alma es de «oro puro». Esta es nuestra «chispa Divina», aquella parte de nuestro subconsciente que nunca puede ser contaminada, como el oro, que es un elemento inorgánico no sujeto a cambios.

Después, viene una parte más visible de nuestra alma: nuestra personalidad. Sentimientos, actitudes, humores…la parte de nosotros que fluctúa constantemente. Como la madera, que puede ser exquisita y bella (nuestros momentos espirituales, ideales), o putrefacta (los momentos llenos de depresión y deseos negativos).

Finalmente, está nuestra arca externa, aquella visible para todos: nuestro comportamiento. Idealmente, esto también es de oro.

Hay dos lecciones aquí:

Reconocemos que la capa del medio hecha de madera, tiene sus momentos oscuros. Y está bien. Sin embargo, se nos instruye controlar nuestras tentaciones y mostrar un oro brillante. A pesar de lo que pasa adentro, nuestras acciones están bajo jurisdicción.

Nunca debemos sentirnos hipócritas cuando hacemos una buena acción. Al contrario, es el nivel del medio que no es nuestra verdadera esencia; el oro que mostramos afuera simplemente refleja quienes somos en nuestro nivel más profundo.

Esto es sólo un ejemplo. Hay incontables lecciones para aprender del diseño del Arca. Lo mismo ocurre con los otros recipientes, así como con todo el diseño del Mishkán. Así que puedes ver, que con un poco de esfuerzo y estudio, estos versículos pueden ser entendidos, de hecho, como si te hablaran directamente a ti.