¿Por qué honramos a nuestros padres?

Esta Mitzvá tiene tanto peso que es uno de los Diez Mandamientos. La importancia de honrar a los padres es enfatizada por el hecho que es el número cinco de éstos.

Como muchos saben los Diez Mandamientos fueron dados en dos tablas con cinco mandamientos en cada una. La primera fue reservada para aquellas leyes que tienen que ver con la relación entre la persona y Di-s, mientras que la segunda tabla se ocupa de las leyes que gobiernan la interacción humana. Los Sabios notan que incluir el mandamiento de honrar a los padres en la primera tabla nos muestra su importancia: Se trata de un aspecto tan fundamental  de nuestra existencia que sólo mediante el cumplimiento de esta ley, podemos apreciar plenamente nuestra relación con el Todopoderoso.

 

Los 10 Mandamientos son recordados en la Torá dos veces. La primera aparece en Itró y la segunda en Vaetjanán. Cuando aparecen por segunda vez, las palabras cambian un poco, por ejemplo: las palabras “El Eterno, tu Di-s, te ha ordenado «se añaden. Las palabras adicionales subrayan el hecho de que, aunque tenemos una tendencia natural a honrar a nuestros padres, esta tendencia puede disminuir dependiendo de las circunstancias. Sin embargo, cuando se nos recuerda que esto es una orden directa de Di-s, nos hace entender que el cumplimiento de esta obligación no tiene nada que ver con nuestros sentimientos o experiencias personales. En cambio, la idea se ve reforzada a honrar a nuestros padres, no sólo por nuestros sentimientos naturales, sino porque el «Comandante en Jefe» ha ordenado así.

 

Esta ley en particular se remonta a un tema recurrente. La filosofía judía afirma que hay tres socios en la creación de una nueva vida, y estos son Di-s, la madre y el padre. Estamos obligados a ver a nuestros padres, no sólo con amor, pero con respeto también. Colocamos a nuestros padres sobre un pedestal y los mantenemos allí.

 

Esta filosofía nos recuerda un componente crítico en la fe judía. En contraste directo con el punto de vista secular, entendemos que cuanto más atrás vamos en la historia judía, mayores nuestros predecesores se consideran. Es cierto que pudimos avanzar en el campo del conocimiento secular, pero cuando se trata de la esfera de lo espiritual nos palidecemos en comparación a aquellos que vinieron antes que nosotros. Nosotros los Judíos también sabemos que aquellos que se destacan en el ámbito espiritual son nuestro modelo a seguir y los «superhéroes» de cualquier Judío.

 

Como Rabino, recibo muy frecuentemente la pregunta: “¿Festeja el día del padre o de la madre?”. A esto yo respondo: “En el Judaísmo, cada día debemos honrar y apreciar a nuestros padres”

Son por estas razones que cada uno de nosotros debemos esforzarnos para honrar verdaderamente a nuestros padres. Eso significa que debemos hacer un esfuerzo activo para cuidar de sus necesidades (tanto física como espiritual), así como tratarlos con el máximo respeto. No es sólo una cosa agradable o sensata de hacer, sino que es un mandamiento directo de Di-s!

 

Por Yerujem Eilfort



El Shema Israel de mamá

La Parshá de esta semana contiene una de las proclamas más significativa dentro de la liturgia judía, el Shemá Israel. A continuación una historia que lo ilustra en su plenitud.

Durante el Holocausto en Europa, muchos niños Judíos fueron dejados en conventos católicos. Los padres, ante la desesperación elegían a veces este camino. Depositaban entonces bebés y niños en los orfanatos de la Iglesia. Allí estos recibían alimento y techo. Miles se salvaron así de las cámaras de gas. Concluyó la guerra. Muchas asociaciones y centros de refugiados se ocuparon de volver a reunir a familias y registrar datos. Lentamente comenzaron a llegar noticias sobre los niños que fueron depositados en las Iglesias.

Fue enviada una comisión integrada por Rabinos desde USA y Gran Bretaña para tratar de devolver a estos niños al seno de su Pueblo. Los Rabinos se dirigieron al primer convento y pidieron hablar con la máxima autoridad allí. «Por supuesto que no nos oponemos que los niños vuelvan a sus familiares o por lo menos a su gente» -dijeron. Pero… ¿cómo sabrán distinguir cuál es Judío? Nosotros no acostumbramos a señalar el origen o religión de los chicos».

«Pues la lista de nombres nos ayudará», contestaron. «¡La revisaremos y aquellos que suenen como Judíos nos demostrará su origen!».

«No, no, no; no acostumbramos a hacer así las cosas!!», dijo el Padre ofendido. «Tenemos que ser detallistas al máximo, sin posibilidad de error. No liberaremos niños por el mero sonido de un nombre». Los Rabinos intentaron convencerlo con buenos argumentos, pero éste, seguía en la suya. «Sólo permitiré que se retiren niños con la total seguridad de que sean Judíos». ¿Qué hacer? La mayoría de los pequeños fueron separados de sus familias cuando eran muy pequeños aun y no podían recordar por sí solos sus orígenes. ¿Documentos? Imposible de encontrarlos después de semejante destrucción. Hicieron un nuevo intento para convencer al sacerdote pero éste perdió la paciencia. «Lo siento mucho. Ya les di demasiado de mi tiempo. Decidan ya qué hacer. Les otorgo sólo tres minutos». Parecía que todos los esfuerzos iban en saco roto. El corazón de los Rabinos se partía de dolor. De acuerdo a la información que tenían, decenas de niños Judíos se hallaban en este convento, y sólo contaban con tres minutos… Los labios murmuraron una plegaria al Amo del Mundo, para que los ilumine con una idea que les permita distinguir entre cientos de niños, quienes eran Iehudim, y sólo en tres minutos. Sus rezos fueron escuchados. A la mente de uno de los Rabanim llegó una idea increíble. «¿Podemos utilizar los tres minutos cuando querramos?» «Sí», fue la respuesta. «Entonces, vendremos cuando los niños se acuesten a dormir» «A las siete en punto», fue la respuesta del Padre, que no ocultaba su desdén por la testarudez y perseverancia de los Rabinos y esperaba ansiosamente la llegada de la hora señalada para saber realmente qué es lo que tramaban. ¿Para qué irse y volver?. Cuando el reloj dejó oír las siete campanadas, todos los pupilos se encontraban, después de un pesado día, acostados en sus camas, ordenadas una al lado de la otra en el gran salón.

Los Rabinos caminaron hacia el centro de la habitación. Uno de ellos se paró sobre un pequeño banquito y esperó. Un silencio total reinó allí. Y así, con voz calma, el Rabino pronunció seis palabras que penetraron en la sala de punta a punta: «SHEMA ISRAEL HASHEM ELOKEINU HASHEM EJAD» (Oye Israel, Hashem es nuestro Di-s, Hashem es Uno).

En el instante se escucharon murmullos de todos los extremos del salón. Vocecitas y llantos: «Mamá», «Mámele», «Mame». Cada niño, en su lengua, buscaba a su madre. La que, unos años antes, en el momento de acunarlo y taparlo cada noche antes de dormir, y darle el beso de las «buenas noches», le susurraba al oído estas palabras, que son la base de la fe. Palabras que todo niño Judío sabe: «Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad. El sacerdote bajó la vista. Los Rabinos lo lograron. Pudieron rescatar a los niños perdidos. Los pocos segundos que cada madre dedicó noche a noche al acostar a sus niños, fueron los que mantuvieron a sus hijos unidos a Su pueblo: Israel.



Parasha en síntesis – Vaetjanán

Moshé ruega a Di-s para que lo deje entrar a la Tierra Prometida. Aun cuando Moshé sirvió durante toda su vida a Di-s, no hace esta petición como recompensa, sino en tono de súplica. Sabiendo que tenía muy poca chance de que su ruego fuera concedido, siguió rezando hasta el final, lo que nos demuestra que ningún rezo es en vano, aún cuando no se obtengan resultados tangibles e inmediatos.

Moshé exhorta al pueblo para que se mantenga siempre fiel a la Torá, cumpliendo sus leyes y preceptos, como única forma de vivir plenamente y cumplir su misión en el mundo.

 

Sin embargo, profetiza que luego de la llegada del pueblo a Eretz Israel y después de vivir así por varias generaciones, el pueblo pecará, se volverá idólatra y será exiliado y dispersado entre todas las naciones del mundo. 852 años después del Éxodo de Egipto, el pueblo fue expulsado de la tierra, cumpliéndose así la profecía de Moshé.

Durante su permanencia en el exilio, Moshé advierte al pueblo que debe hacer Teshuvá, retornar a su esencia judía y a sus raíces. Dicen nuestros Sabios que aún en los casos más extremos de alejamiento de Di-s siempre existe la posibilidad de establecer relación con Él.

 

Dice el versículo: “Buscarás a Di-s y lo encontrarás”, ya que en este caso buscar ya es encontrar. A diferencia de la búsqueda de un tesoro, que de no ser encontrado resulta un esfuerzo vano, en este caso la misma búsqueda, es el proceso de acercarse a Di-s y la disposición a mejorar, ya constituye un encuentro. 

 

En esta Parashá, Moshé repite los Diez Mandamientos, que aparecen por primera vez en Parashát Itró, ya que esta generación pronta a entrar a Israel no los había oído directamente la vez anterior, aún cuando sus padres se lo relataron vívidamente.

 

Los Diez Mandamientos están escritos en singular para que cada persona entienda que tiene la obligación de cumplirlos. Además, los últimos cuatro mandamientos empiezan con la palabra “y” – “y no robarás…”; “y no cometerás adulterio…”, lo que nos enseña que transgredir uno inevitablemente nos lleva a incumplir los demás.


Los 10 mandamientos

 

  1. Yo soy el eterno, tu Di-s, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de los esclavos . 2. No tendrás dioses ajenos en mi presencia. No harás para ti efigies talladas ní cualquier imagen de lo que exista arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni les servirás, pues Yo soy el eterno, tu Di-s, (un) Di-s celoso, que toma en cuenta la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Pero hago bondad por millares (de generaciones) a los que me aman y a los que guardan mis mandamientos.
  2. No tomarás el nombre del Eterno, tu Di-s en vano; pues el Eterno no absolverá al que jure su nombre en vano.
    4. Recuerda el día de Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor. Pero el séptimo día es Shabat para el eterno, tu Di-s; no harás ninguna labor; ni tú, ni tu hijo o tu hija ni, ni tu siervo o tu sierva, ni tu ganado o el extranjero que esté en tus portales. Porque (en) seis días el Eterno hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descanso en el séptimo día. Por eso el Eterno bendijo al día de Shabat y lo consagró.
  3. Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el eterno, tu Di-s, te concede.
    6. No asesines.
    7. No cometas adulterio.
  4. No robes.

9, No expreses falso testimonio contra tu compañero.
10.No codicies la casa de tu prójimo; no codicies la mujer de tu prójimo, ni su siervo ni su criada, ni su toro ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.


El mandamiento “no matarás” implícitamente comprende otras prohibiciones como las siguientes: dar testimonio que pueda provocar la muerte de alguien o negarse a revelar un secreto que puede salvar una persona de la destrucción; matar a alguien hablando mal de él; avergonzar públicamente a un judío; acortar la vida a quien está cercano a la muerte (eutanasia); practicar abortos (cada caso debe ser evaluado por un rabino ortodoxo) y, para un juez, condenar a muerte a un inocente.

Moshé enseña al pueblo la mitzvá de reconocer y creer en la unidad y unicidad de Di-s por medio del Shemá Israel, que debe ser recitado dos veces al día, en la mañana y en la noche, antes de dormir.

 

Cuando se ve el Shemá en hebreo, se pueden distinguir dos letras que sobresalen de su tamaño: la ain, última de la palabra Shemá (oye), y la daled, última de la palabra ejad (uno); estas dos letras forman la palabra ed, que significa “testigo”. Los judíos fueron creados para testimoniar la verdad de la unicidad de Di-s, que proclaman dos veces al día. 

 

El Shemá consta de tres párrafos; veahavta (“y amarás a Di-s”), que establece el amor a Di-s como mitzvá; se ama a Di-s porque Él lo ordena y además, con todo el ser, tanto con inclinación al bien, como con la inclinación al mal. Por eso se utiliza la palabra levavjá- en plural- corazones. Vehaya im shamoá tishmeú et mitzvotai, que exhorta al cumplimiento de las mitzvot y está expresada en plural para denotar la importancia de su cumplimiento por todo el pueblo judío; y Vayomer,  que hace referencia al hecho de Egipto. 

 

Cuando se dice Shemá, se cubren los ojos porque se considera que está presente en el momento de la Providencia Divina. 



El Shemá Israel

 


Oye, Oh Israel, Di-s es nuestro señor, Di-s es uno (único). Bendito sea el nombre de Su glorioso reinado eternamente. Y amarás a Di-s tu Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estarán estas palabras que yo te ordeno hoy, sobre tu corazón, y las enseñarás a tus hijos, y hablarás sobre ellas, cuando estés sentado en tu hogar, y cuando vayas por el camino, y al acostarte y al levantarse. Y las atarás como señal sobre la mano, y serán como recordatorio entre tus ojos, y las escribirás sobre las jambas de tu hogar y en tu portones.

SHEMA ISRAEL A-DO-NAI ELO-HEINU A-DO-NAI EJAD

 

Baruj shem kevod maljuto leolam vaed. 

Veahavta et A-do-nai Elo-heja bejol levavja uv`jol meodeja. Vehaiu hadevarim haeile asher anoji metzavja haiom al levaveja. Veshinantam levaneja vedibarta bam, beshivteja, beveteja, uvlejteja baderej, uv´shojbeja uv´kumeja. Ukshartam leot al yadeja, vehaiu letotafot bein eineja, ujtavtam al mezuzot beiteja uvishareja. 



Un chico se conoce con una chica…

PREGUNTA: Mi mejor amigo se comprometió después de un mes y medio de haber conocido a la chica. Se encontraron a través del sistema de citas judío, Shiduj, y es una pareja increíblemente bien preparada. Lo que no entiendo es, ¿cómo después de tan poco tiempo, pueden saber lo suficiente como para decidir vivir juntos por el resto de sus vidas? Puede tomar años saber que uno ha encontrado a la persona correcta. ¿Puede explicarlo?

RESPUESTA: Un tipo está sentado en la barra y una muchacha se sienta cerca. Se miran y sonríen.

Él dice “Hola, me llamo Juan. ¿Puedo invitarte una bebida?”

La muchacha dice: “Antes que nada, me gustaría saber si estás pensando en el matrimonio o estás buscando algo casual. Estoy lista para afianzar mi vida y no deseo perder mi tiempo. También, ¿eres del tipo familiar? Porque quiero tener muchos niños. ¿Cuáles son tus valores? ¿Tienes creencias fuertes y convicciones? Yo sí y quiero compartirlos con mi marido. Me gustaría también saber qué visión tienes para tu futuro. Una vez que pasamos esto, podemos empezar la charla informal”.

Juan regresa a su lugar y vuelve a mirar el fútbol.

¿Esta mujer no tiene razón? ¿No tendría más sentido averiguar estas cosas antes de empezar una relación? ¿No es tonto arriesgarse a atarse emocionalmente a alguien que está en una página diferente a uno? Si no está listo para el matrimonio y usted sí, si no quiere una familia y usted lo desea, si no tiene el mismo sistema de valores, ¿por qué empezar un camino que sólo llevará al dolor? Cada relación es un riesgo, pero el riesgo ¿no debe ser un poco más calculado y menos echado al azar?

El problema es que en el mundo de hoy, es completamente ‘desubicado’ discutir estos temas pesados en los primeros seis meses de una relación. ¿Pero no es tonto eso? Sólo se enfrenta la relación real una vez que uno se enreda y no puede ver claramente.

El sistema de citas judío tradicional es diferente. Antes de la primera reunión, cada uno averigua sobre el otro. Hablando con un amigo mutuo o rabino o alguna otra persona fidedigna, se puede conseguir un cuadro básico de una persona sin siquiera poner los ojos en ella. Antes de ver su cara, se puede saber cuáles son sus valores, dónde está en la vida y si está en la misma página general que uno.

Usted cita a alguien que tiene sus mismos valores. Alguien que comparte sus creencias, y tiene una lista similar de prioridades en la vida.

Una vez que tiene toda esa información, la cita real es ver si “hacen click”, si pueden comunicarse, entenderse, si se atraen. La mayoría de las preguntas fuertes ya se han contestado, ya sabe que los principios están. En los papeles es todo bueno, ahora usted necesita ver si hay conexión. Con los problemas más profundos resueltos, esto no toma mucho tiempo.

Y en este sistema, sólo se cita para el matrimonio. Usted o se comprometerá, o regresarán a ser extraños. Ningún área gris desarreglada, ninguna atadura prolongada, ninguna relación sin compromiso, ningún romance al azar condenado a fracasar.

El sistema de Shiduj no es perfecto. Pero es bastante mejor que cualquier otro método de citas que he visto.



¿Qué es Meguilat Eijá?

En ocasión del ayuno de Tishá Beav se lee Meguilat Eija o “Libro de Lamentaciones”, ya que en esa fecha se conmemora el aniversario de la destrucción del Primer y Segundo Gran Templo de Jerusalém. 

 

“Lamentaciones” es uno de los cinco rollos o meguilot – Rut; Cantar de los Cantares; Eclesiastés; y Ester son las otras cuatro -que forman parte de los Hagiógrafos. Los rollos constituyen una sola entidad, aun cuando son diferentes no sólo en términos cronológicos, sino también en estilo y contenido.

De acuerdo a la Halajá o Ley judía sólo es un Precepto-mitzvá- la lectura pública de la “Meguilá de Ester” en Purim y la recitación de “Eija” -Lamentaciones en Tishá Be Av.

De acuerdo a la tradición, el autor del “Libro de Lamentaciones” fue el Profeta Jeremías (en hebreo Irmiahu) quien presenció la destrucción del Primer Gran Templo de Jerusalem y plasmó los nefastos acontecimientos junto con el impacto emocional que produjo esta tragedia nacional. Se trata del lamento de todo un pueblo, en el cual el desastre de lo individual es tan solo un ejemplo personal de la catástrofe nacional.

A pesar de la amargura expresada en las lamentaciones, no existe nada que aluda al deseo de anular el nexo con Di-s o producir una ruptura permanente.

El amor permanece intacto. En una perspectiva amplia hay también señales de esperanza pues se tiene la certeza de que es un ocultamiento temporal de la Divinidad y que al final el amor triunfará.

Tres de los cinco capítulos del Libro, comienzan con la palabra Eijá (¿cómo?) y por tanto se entiende que el libro reciba este nombre, no sólo por que ésta es la palabra inicial; sino porque es la palabra clave en toda la obra.

Hay tristeza, llanto y quejas en la Meguilá, pero además de todo eso, hay profundas interrogantes, sobre cómo es posible que ocurran cosas de la magnitud de esa destrucción. Son preguntas dolorosas a las cuales no se da respuesta en el libro, pero que provocan una genuina búsqueda para comprender y clarificar la razón de los horrores, comprender su significado y procurar un camino de solución.

La Divina Providencia se siente fuertemente en cada uno de los versículos, aun cuando en algunos no se menciona en forma expresa a Di-s pero siempre con la certeza de que mientras exista el poder Divino, siempre hay una oportunidad para la construcción, siempre habrá esperanza.

El estilo de las lamentaciones está entretejido con la fe en Di-s y en la justicia de sus decretos, con un nexo profundo en su faceta de padre misericordioso que no permitirá que el mal reine por siempre.



El actor de Saber

¿Puedo saber algo sin saber que lo sé? ¿Y si no sé que lo sé, qué diferencia hace si lo sé o no?

 

Freud generalmente se acredita el haber descubierto el inconsciente. Pero la idea de que hay cosas que sabemos aun cuando no sabemos que las sabemos, y sentimientos que sentimos aun cuando no sentimos que los sentimos–y que estos reinos inconscientes de sabiduría y sentimientos ejercen una influencia profunda en nuestras vidas–preceden al buen doctor vienés por muchos siglos.

 

En el Libro de Daniel, el gran príncipe Judío narra una visión profética: Y solo, yo, Daniel, vi la visión, pero la gente conmigo no la vio; con todo, un gran terror cayó sobre ellos, y huyeron a ocultarse. (Daniel 10:7). «Pero la gente conmigo no la vio», dice el Talmud, «¿por qué estaban asustados»? Y responde el Talmud :»Porque aunque ellos no lo hayan visto, su mazal sí vio.»

 

¿Qué es este «mazal» nuestro que ve cosas que nosotros no vemos? Los maestros jasídicos explican que solo una pequeña porción –un simple «rayo» o «reflejo»– del propio alma se enviste en el cuerpo para volverse el ser consciente que siente y actúa. El alma misma permanece «por encima». Sin embargo un constante flujo de vitalidad e iluminación del alma superna baja y va filtrando el alma corporal (el palabra mazal en hebreo significa «la fuente del filtrado»), imbuyéndolo con las cualidades trascendentales de la fe, el instinto y conocimiento suprarracional.

 

La existencia de tal conocimiento inconsciente–o más bien, supra-consciente–se nota extensivamente a lo largo de la Torá. Incluso tiene repercusión legal en la ley Torácica. Un ejemplo prominente es una cláusula en las leyes de divorcio: para un escrito de divorcio (guet) para que sea válido, debe concederse de buena gana. Sin embargo, si la halajá dicta que debe concederse un divorcio, el bet din (el tribunal rabínico) tiene el derecho de forzar al marido para que lo de; en las palabras del Talmud, «se lo golpea hasta que diga »yo lo deseo». Maimónides explica: «En verdad, (cada judío) desea ser de Israel, y desea observar todos los preceptos y evitar todas las transgresiones de la Torá. Sólo que su mala inclinación lo ha dominado. Así que, si se lo golpea hasta que su mala inclinación se debilite, y diga »Lo deseo», él se ha divorciado de buena gana… no se lo considera »forzado» –al contrario, es su inclinación al mal que lo ha forzado, contra su verdadera voluntad, en primer lugar.»



Imagínese el siguiente escenario: Hacés algo feo a un amigo o un ser querido. Después te disculpás: «Lo siento mucho, honestamente no sé lo que me pasó. ¡Me conocés, yo no soy así! Realmente ayer no fui yo…”. Su amigo lo mira con simpatía, como diciendo «lo que decís tiene sentido».

 

¿Qué quiere decir que «vos» no eras «vos»? Significa lo que todos verdaderamente sabemos, porque sabemos esto sobre nosotros: hay un yo real, y un yo irreal. El yo irreal puede actuar cruelmente o de manera estúpida, o ambas; el yo real nunca haría algo para herir a un amigo o ser querido, o a nadie.

 

Así que, ¿por qué mostramos a menudo al mundo un yo irreal? Hay, claro, muchos factores que conspiran para anular la bondad del corazón de nuestras almas. Pero quizás la causa principal es que simplemente nos adaptamos a la manera que los demás nos perciben, que a la vez es un espejo de la manera en que nosotros los percibimos a ellos. Así que terminamos viendo alrededor todo distorsionado, percepciones irreales de nosotros, y protegiéndose de todos esos monstruos aterradores que se acercan furtivamente a nuestro mundo con un monstruoso traje como el nuestro.

 

Imaginá si de repente todos los demás lo vieran cómo realmente sos, cómo vos te  ves a vos mismo. Y mirara a los demás y los viera como ellos se ven a sí mismos. Nuestro mundo sería un lugar muy diferente, ¿verdad?.

 

Esto explica uno de los más básicos –pero también uno de los más asombrosos– principios de la fe judía. Uno de los trece «principios» del Judaísmo es la creencia en la venida de Mashiaj, y que el judío «anticipa su venida, todos los días». Para creer que vendrá un día cuando «no habrá más hambre o guerra, celos o rivalidad. La bondad será abundante, y todos los placeres disponibles como el aire. Y todo el mundo se llenará con el conocimiento de Di-s», es realmente asombroso. Aún más es esperar que esto realmente suceda todos los días–incluyendo hoy, cuando el mundo que vemos por la ventana parece significativamente alejado de este ideal.

 

Pero si lo pensamos, realmente no es tan asombroso. Se reduce a esto: ¿Si creés en tu propia bondad esencial, es lógico pensar que el tipo de enfrente crea en la suya propia también, ¿no? ¿Y si lo que le está impidiendo ser tu verdadera esencia es el hecho de que el tipo de enfrente no ve el verdadero vos, es razonable pensar que lo mismo es cierto para él, ¿no?

 

En otras palabras, lo que está equivocado en nuestro mundo no es una cuestión sustancial, sino una cuestión de percepción: el hecho de que nosotros no estamos viendo las cosas de la manera en que realmente son. Como en un mal sueño donde todo está equivocado, en lo profundo sabemos que es simplemente una ilusión. No importa cuán feo y aterrador sea el sueño, no importa cuán distorsionada es la percepción de la realidad, nunca es «poco realista» esperar reemplazarla por un mundo sano y hermoso. Al contrario: es el sueño el que es irreal, y lo más realista es esperar reemplazar su distorsionada perspectiva, a través del solo acto de despertarse con una visión no distorsionada del mundo real.

 

El Shabat antes del 9 de Av se designa en el calendario judío como Shabat Jazón, el «Shabat de la Visión» -el día que lamentamos la destrucción de los dos Templos Santos -leemos una sección especial de los profetas (Isaías 1:1-27) que describe las causas de la destrucción y las maneras de rectificarlas. La lectura comienza con las palabras Jazón Ieshaiahu, «La visión de Ieshaiahu…»; de ahí el nombre, Shabat Jazón.

 

El gran maestro jasídico Rabí Levi Itzjak de Barditchev reveló un significado más profundo del nombre «Shabat de la Visión»: en este día, dijo Rabí Levi Itzjak, se concede a todos y cada uno de nosotros una visión del Tercer Templo que descenderá del cielo en el momento de la Redención.

 

El Rebe de Lubavitch a menudo citaba esta enseñanza de Rabí Levi Itzjak, y pregunta: ¿cuál es el punto de concedernos esta visión de la redención mesiánica, si no podemos verla realmente?

 

Podemos verla, enseñaba el Rebe. La redención mesiánica es nuestra propia y verdadera esencia revelándose, la realidad de la creación como realmente es. Y verla requiere de sólo una simple acción simple–una acción que tomamos claramente todos los días, los trescientos sesenta y cinco días al año.

Para ver la realidad, sólo necesitamos abrir nuestros ojos.

 

Yanki Tauber



Parasha en síntesis: Devarim

Se comienza la lectura del quinto libro de la Torá que lleva el mismo nombre y que también es traducido como Deuteronomio. Generalmente se le denomina Mishné Torá (la representación de la Torá), porque en él Moshé repasa prácticamente toda la Torá con el pueblo antes de su muerte.

 

Se dirige a la generación que entraría a Eretz Israel y, por ello, repetidamente enfatiza el mandamiento contra la idolatría, para prevenir a los judíos de las prácticas de los pueblos que habitaban Canaán.

 

Cuando Moshé se dirigía a la generación que estuvo presente en Matán Torá (entrega de la Torá) en Sinaí, no utilizó nunca el término “creer”, si no los verbos “ver”, “oír” y “saber”; porque todos los acontecimientos fueron presenciados por ellos o sus padres y, por tanto, tenían conocimiento cierto de ellos. Como las generaciones sucesivas tendrían que basarse en el testimonio de sus antecesores, el libro Devarim ordena enfáticamente a cada padre transmitir a sus hijos los acontecimientos de Matán Torá. 



Estudiar el libro de Devarim es una manera excelente para reafirmar la fe (emuná, del hebreo emet “verdad”), porque hace referencia a los preceptos fundamentales de amor y temor a Di-s y nos impele a reconocer la grandeza de Di-s y su Torá.

 

En este libro se advierte sobre los futuros castigos por el olvido de la Torá, siendo uno de ellos la dispersión de los judíos a lo largo y ancho del mundo. Concluye prediciendo la redención final, para cerrar el ciclo iniciado con la creación del mundo.

 

Frente a todo el pueblo reunido en asamblea (para lo cual Di-s hizo el milagro de magnificar su voz), Moshé habló al pueblo, aludiendo a los eventos y experiencias negativas ocurridas durante la travesía en el desierto.

 

El nombramiento de los 70 jueces a los cuales se refiere Moshé nos enseña que Di-s no consideraba beneficioso el monopolio de liderazgo y, aún cuando ellos no podían equipararse en eminencia con Moshé, podrían desarrollar niveles de grandeza y distinciones, cada uno según su potencial.

 

Cada persona tiene la misión de descubrir la mejor forma en que puede utilizar sus talentos para servir a Di-s y el pueblo judío. A cada individuo se le dan ciertas habilidades, las cuales deben desarrollarse al máximo; el patrón de comparación no son otras personas, sino uno mismo, la posibilidad de desarrollar su propio potencial.

 

El Shabat que precede a Tishá Be´Av se llama Shabat Jazón por cuanto se lee como Haftará (porción del libro de los Profetas) la famosa visión (Jazón) de Yehayahu Ben Amos (Isaías).

 

Es la visión que muestra a cada judío, a gran distancia, el futuro Tercer Templo y señala como mensaje que así como esta Haftará es leída durante los nueve días de luto por la destrucción de los Templos, del mismo modo, del exilio (galut) que vive el Pueblo Judío en la actualidad vendrá la redención definitiva (Gueulá).

 

Esta es la tercera de tres Haftarot que se leen cada Shabat de “las tres semanas”, las cuales predicen los castigos sobre el Pueblo Judío. Las dos primeras son Divrei Yirmiyahu (Jeremías) y Shiimú (también de Jeremías, profeta que vivó en la época de la destrucción del Primer Templo).

La construcción y luto que caracterizan “las tres semanas” y, en especial, los nueve primeros días de Av, son interrumpidos en Shabat, porque ese día debe prevalecer la alegría. En el Shabat anterior a Tishá Be´Av debe incrementarse aún más la alegría, más de lo usual, para que no quede ninguna sombra de tristeza, pues se le compara con la época de la Redención por venir, que será definitiva, de perfección espiritual.

 

Desde el Shabat después de Tishá Be ´Av hasta el de antes de Rosh Hashaná siguen siete Haftarot con profecías de consuelo y salvación que tendrá el Pueblo Judío y que se conocen con el nombre de Shivá de Nejamatá (Siete de Consuelo).




Ramas y palos

En la Torá, se usan dos vocablos diferentes para referirse a las tribus de Israel: “shevatim” y “matot” “Shevet”, es un bastón y “Maté”, una vara o tallo, ambos denotan las ramas de un árbol. La diferencia es que un shevet es una rama flexible, unida a un árbol, mientras que un maté es un palo endurecido ya cortado del tronco.

Los dos nombres que se usan para denotar las tribus judías tie‐ nen un significado espiritual y se refieren al tipo de conexión que cada judío tiene con Di‐s. Cuando la conexión entre el alma judía y su fuente Divina está revelada, se usa la palabra shevet. Sin embargo, cuando el vínculo entre el judío y Di‐s se oculta, la palabra matot se usa para describir al pueblo judío.

La primera descripción se refiere al alma judía tal como existe antes de descender al mundo físico. El alma, unida a Di‐s, está co‐ nectada a su fuente, al igual que la rama todavía está conectada a su fuente de vida, el árbol.

Pero, después de que el alma desciende a un cuerpo físico, se asemeja más al palo que ha sido separado del tronco. La conexión vital a su fuente, a Di‐s, ya no se percibe con facilidad, tanto que el alma puede sentirse como si hubiera sido totalmente cortada, Di‐s no lo permita. Las aflicciones del cuerpo físico y las demandas del mundo material endurecen el alma tierna, haciéndola menos sensi‐ ble a la espiritualidad.

Sin embargo, a pesar de que el shevet todavía está conectado a su fuente, no es tan fuerte y rígido como el curtido maté, que ha sido atemperado por su experiencia. La rama, cuando está unida al árbol, es verde y flexible. Solo después de que se corta se convierte en una varilla resistente y confiable.

Este es el propósito por el cual el alma es enviada a este mundo y se separa de su fuente Divina, para descubrir sus fortalezas ocultas y permitirle alcanzar un nivel aún más alto de cercanía espiritual con Di‐s. Cuando el alma supera los desafíos de la inclinación al mal y las dificultades de una existencia física, su vínculo con Di‐s se vuelve más fuerte y más profundo.

La distinción entre shevet y maté también existe en otro nivel. Cuando el Templo Sagrado existía y la Divinidad iluminaba abierta‐ mente el mundo, el pueblo judío estaba en el nivel de Shevet. Des‐ pués de la destrucción y el advenimiento del oscuro y amargo exilio, nos encontramos en el nivel de maté. Durante casi 2.000 años, el pueblo judío ha tenido que desarrollar sus recursos ocultos y mantenerse firme ante el sufrimiento. Cuando el Mashíaj venga y se revele la Divinidad que se oculta en toda la creación, el pueblo judío, al haber descubierto el “maté” en sus almas, disfrutará de una relación más estrecha con Di‐s, el verdadero propósito de todo el exilio.

Adaptado de las obras del Rebe de Lubavitch

Sopa de calabaza y manzana

Cuando hace frío afuera no hay nada mejor que el calentamiento en el interior con una sopa espesa y sabrosa. Espero que les guste!!!

Ingredientes :

1 calabaza  pelada y cortada en cubos

3 manzanas verdes peladas y cortadas en cubos

1 puerro, sólo la parte blanca, cortado en dados

2 dientes de ajo, picados

1 cucharada de aceite de oliva

1  1 / 2 l  de caldo de pollo o (se puede usar el que viene en polvo o en cubito)

canela

chile en polvo

cilantro

sal

Procedimiento:

Caliente 1 cucharada de aceite de oliva en una olla grande y saltee los puerros hasta que estén ligeramente dorados. Añadir el ajo picado. Continuar rehogando otros 2 minutos. A continuación, agregue los cubitos de calabaza y los cubitos de manzana. Dejar cocinar unos 5 minutos a fuego fuerte. Añadir la sal, el cilantro y canela, y cocine por unos minutos. A continuación, añadir el caldo y deje hervir a fuego lento hasta que los cubos de calabaza y los cubos de manzana estén tiernos (aproximadamente unos 40 minutos) Una vez que se ha cocinado, puede utilizar una licuadora o procesador de alimentos y procesar hasta que esté suave. Volver a la olla, calentar de nuevo, y condimente con sal.

El hijo del Rebe y el jasid

Muchas veces nos hemos preguntado: ¿Qué es un jasid? ¿Cómo se forma un jasid? 

Una historia apropiada para la ocasión…

Cierta vez, cuando Rabi Dovber, el hijo de Rabi Schneur Zalman de Liadi- fundador del movimiento Jasídico Jabad- era un joven muchacho, visitó la ciudad de Ianovitch con su suegro. Allí encontró a uno de los jasidim (discípulos) de su padre. El jasid notó que el joven “hijo del Rebe” era demasiado consciente de sus logros en su erudición y la plegaria meditativa, y pensó que era necesario “hacer un pequeño ajuste”.

El jasid le dijo a Rabi Dovber: “Considerando quién eres y cómo has vivido, ¿cuál es el gran logro? Tu padre,- bueno, todos sabemos quién es tu padre. Seguramente tú has sido concebido bajo las más sagradas circunstancias, y estoy seguro de que tu padre se aseguró de traer a este mundo un alma muy elevada. Además fuiste criado en la casa del Rebe, y se ha tenido mucho cuidado en moldear tu carácter y salvaguardarte de toda influencia negativa. Toda tu vida ha sido expuesta únicamente a santidad y erudición. Y hasta este momento sólo debes preocuparte por tu estudio de la Torá y las enseñanzas Jasídicas. Gran cosa”

“Ahora, tómame a mí por ejemplo. Mi padre era un hombre simple, y podemos imaginarnos qué tenía en mente cuando sacó un alma deficiente del fondo del barril. ¿Mi crianza? Fui criado como una cabra, y me las tuve que arreglar solo. ¿ Y sabes lo que hice con mi vida? Te contaré cómo me gano el sustento. Presto dinero a los campesinos durante la temporada de siembra, y durante los meses de invierno, debo comenzar mi recorrido por sus pueblitos y granjas, para cobrar las deudas antes de que se gasten todo el dinero ganado en vodka. Esto significa que debo levantarme varias horas antes del amanecer, bastante anticipadamente del momento en que está permitido rezar las plegarias de la mañana, equipado con una botella- pues sin ella no es posible comenzar a hablar de negocios con el campesino. Después de haber tomado a su salud, debo tomar un lejaim con su mujer también- pues sino ella puede arruinar todo el asunto. Sólo en ese momento, podemos sentarnos y así llegar cobrar parte de la deuda.

“Después de tres o cuatro horas de recorrido, me dirijo a mi casa, me sumerjo en la mikve (baño ritual) y me apresto a rezar. Pero después de semejantes preliminares… ¿qué clase de plegaria esperas que recite?”

Las palabras del jasid, que en realidad era famoso por su naturaleza refinada y sus conmovedoras plegarias, produjeron una profunda impresión en Rabi Dovber. El joven viajó inmediatamente a su casa, se encontró con su padre y volcó ante él su corazón. Se lamentó por su nivel espiritual, diciendo que su servicio a Di-s no tiene valor, dando de sí mismo muy poco de lo que en realidad se espera de él.

Cuando después de un tiempo el jasid de Ianovitch visitó a Rabi Shneur Zalman, el Rebe le dijo: “Te estoy muy agradecido. Has convertido a mi hijo Berl en un jasid”.