La rosa entre los cardos

El trabajo de la conformación de una pareja, aparece por primera vez en la Torá, en nuestra Parshá con el casamiento de Itzjak con Rivka. Eliezer, esclavo de Abraham, fue enviado a Aram Naharaim y encuentra a Rivka. Cuando informa a Betuel y Lavan sobre su misión dice1: “ y vine hoy”, sobre lo que Rashi comenta: “ Hoy salí y hoy llegué” de aquí (aprendemos) que se le acortó el camino”.

Hashem no realiza milagros en vano. ¿Qué necesidad había que se le acorte el camino?

Sobre Rivka dice el versículo: “Cual una rosa entre los cardos”. Era la “rosa”, pura y piadosa, que estaba rodeada de los “cardos” – dos hombres perversos‐ Betuel y Laván.

No es sencillo extraer la rosa de entre los cardos. En su mérito se cuida y trabaja el terreno, de manera que también los cardos se ven beneficiados de agua abundante. Por eso es necesario un esfuerzo especial para extraerla de ahí.

Explica el Zohar la avidez de las fuerzas ‘del otro lado’ (Sitrá Ajará) por atrapar en sus redes a almas elevadas y puras. Saben, que en mérito a sostenerse en la santidad, la maldad tiene asegurada su subsistencia, y por lo tanto no sueltan fácilmente a estas almas. Así también, Betuel y Laván sabían que Rivka es la fuente de la bendición del hogar, y no querían permitirle abandonarlos.

Mientras que Rivka era pequeña y estaba bajo el dominio de su familia no era posible sacarla de ahí. Pero el día que cumplió tres años, cuando de acuerdo a la ley judía se convirtió en apta para casarse, se creó la posibilidad de rescatarla de la impureza, y ligarla al mundo de la santidad, donde ella corresponde.

Abraham sintió todo esto y el mismo día envió a Eliezer para salvarla y le pasó el milagro de que se acortara el camino, para que Rivka no permanezca un instante más bajo la égida de los perversos.

Eliezer llegó a la casa de Betuel y Laván con la intención de com‐ probarles que Hashem estaba con él. Sabía que intentarían retardar la salida de Rivka. Por eso, dijo: “ ¡y vine hoy!,

Como diciendo: es imposible retrasar esto siquiera un instante, y por eso es que tuvo lugar el milagro de “hoy salí, hoy llegué”.

Sobre las historias de los Patriarcas está dicho: “lo ocurrido con los Patriarcas es señal para los hijos”. De la misión de Eliezer aprendemos algo extraordinario: Cuando llega el momento para la redención del Mashiaj, no se detendrá siquiera un instante. Si es necesario –ocurre el milagro de “se acortó el camino”, para que la redención llegue en su tiempo indicado.

Por eso está prohibido desanimarse a causa de la oscuridad del exilio y su extensión. Tal como en la redención de Egipto, los israelitas salieron “en pleno día” y Hashem no los retuvo siquiera un parpadear de ojos, así también será cuando “como en los días de tu salida de la tierra de Egipto he de mostrarte maravillas”. Siendo que concluyó el trabajo de los judíos en el exilio vendrá la redención realmente de inmediato.

¿Qué hago sino creo?

Ser judío significa luchar. El nombre Israel significa “uno que lucha con Di‐s”. La fe no es un interruptor de luz que enciendes y permanece encendido. Es un fuego que debes atender y alimentar, y reavivar. Es una lucha que nunca termina. 

Hay días en los que tu fe brilla y todo encaja en su lugar. En estos días, te sientes uno contigo mismo y con Di‐s, y la plegaria es algo natural. Luego hay días en los que te despiertas y todo está oscuro, tu fe parece haberse secado. Di‐s, alma, oración, bondad, todos parecen insectos molestos zumbando en tu oído, y solo quieres darte la vuelta y volver a dormir. 

Pero en esos días, tienes que encontrar la motivación para levantarte y seguir adelante. Quizás tu fe no te sacará de la cama, así que, ¿qué tal si pruebas otro enfoque? Dejando a un lado tu fe en Di‐s, ¿qué pasa con la fe de Di‐s en ti? 

Hay una Tefilá poderosa que decimos tan pronto como nos despertamos por la mañana: 

Te doy gracias, Rey Viviente y Eterno, porque me has devuelto mi alma con bondad. Cuán grande es tu fe. 

La fe a la que se hace referencia aquí no es nuestra fe en Di‐s, sino más bien “Tu fe”, la fe de Di‐s en nosotros. El mero hecho de que nos hayamos despertado es una prueba de que Di‐s cree en nosotros. Él sabe que no somos perfectos, está consciente de nuestras fallas y conoce los errores que hemos cometido. 

Y, sin embargo, en la mañana después de dormir, Él nos devuelve el alma y nos da otra oportunidad, porque confía en nosotros. Tiene fe en nuestra capacidad para cambiar y hacer que hoy sea un poco mejor que ayer. Podemos o no creer en Él, podemos o no creer en nosotros mismos, pero Di‐s cree en nosotros. 

Los humanos son inconstantes; Di‐s es constante. Su fe en nosotros es firme, incluso si nuestra fe en Él es inestable. Esa es la fe de un israelita, uno que lucha con Di‐s. Puede que estemos luchando, pero estamos luchando con Di‐s. Él siempre está ahí. 

Si te despertaste esta mañana, si tu alma te fue devuelta para ver otro día, entonces da gracias. Empieza el día con una oración, si no por tu fe en Di‐s, al menos por la fe de Di‐s en ti. Él confía en ti lo suficiente como para darte un alma preciosa. Úsala. 

Un accidente beneficioso

Es viernes por la tarde en París. 

Se acerca Shabat, así que tomo mi motocicleta y me dirijo a casa. 

Vivo en Francia, y soy el emisario de Jabad en S. Maur-des-Fossés, una pequeña ciudad al sur de París. 

Está lloviendo a cántaros, y las calles están resbaladizas. Aminoro la velocidad, ajustando mi casco. 

De pronto, noto un auto deportivo que entra en la intersección. El conductor no me ve y está acercándose a toda velocidad. 

La situación es peligrosa, y mi corazón comienza a latir muy fuerte. ¿Qué hago? Frenar en el pavimento mojado a 80 km/h es bastante arriesgado. Estoy en peligro de volcar. ¿Continúo? El choque es inevitable. 

Freno rápidamente. La motocicleta se patina y yo me caigo al suelo. Espero a que se acerque el auto. ¿Son estos mis últimos momentos? 

Silencio. Un auto frena y bloquea la calle. Me busco heridas. Gracias a Di-s, estoy bien. Intento salir de la calle. 

Una mujer corre hacia mí. «¿Está bien?», me pregunta en francés. «¿Puedo ayudarlo?» 

«Creo que estoy bien», respondo, quitándome el casco. Ella parece sorprendida..Quizá no esperaba ver un hombre barbudo. No hay muchos en París. 

«¿Está todo bien?» pregunta nuevamente, esta vez en Hebreo. Ahora yo me sorprendo. 

Ella se presenta como Madam Katia Dahan. «Vivo aquí cerca y justo estaba pasando por aquí», dice. «No esperaba ver a un judío, mucho menos a un rabino». 

«¿Y el hebreo?», pregunto. 

«Ah, eso es por los viajes a Israel hace años», dice. 

Katia quiere hablar, pero yo me disculpo y le explico, «Es casi Shabat, y debo llegar a casa». 

Katia está sorprendida de escuchar que el Shabat se acerca. Su reacción me sorprende. Casi 400.000 judíos viven en ese barrio; es difícil no saber que hoy es la víspera de Shabat. 

«¿Prendes velas de Shabat?», pregunto. 

Katia otra vez más me ve con aquella mirada extraña en sus ojos. Murmura, «No». 

«¿Puedo invitarte a nuestra casa para Shabat?», le ofrezco. 

«¿Cuál Shabat?», pregunta con sorpresa 

«Esta noche», respondo. 

Una sonrisa se asoma «No creo que pueda ir hoy de noche, pero estaré feliz de ir otro Shabat», dice. Intercambiamos números de teléfono, y nos despedimos. 

Katia no vino aquella noche, ni el otro Shabat. Y yo no podía encontrar su número, a pesar que había intentado localizarla. 

Pasaron cuatro meses. 

Una mañana, recibí un mensaje de texto de un número desconocido. 

Momentos más tarde, mi teléfono comenzó a sonar. 

«¿Rabino? Es Katia Dahan. ¿Se acuerda de mí?» 

«¡Por supuesto! Todavía te estamos esperando para Shabat» 

«¿Cuándo puedo ir?» «Por favor, ven este Shabat» 

Aquél viernes de noche, Katia fue uno de nuestros invitados. Estuvo muy emocionada durante toda la comida. 

Muchos me preguntaron quién era ella. Les conté la historia del accidente. Dije: «Pueden decir que ella era un mensajero de Arriba que vino a ayudarme durante aquellos momentos tan tenebrosos» 

Katia nos miró con una sonrisa y dijo, «Pienso que es hora que ustedes escuchen mi versión…» 

«Tengo 45 años y vivo sola. Tengo una hermana y una madre, con quienes no hablo desde hace veinte años. 

«Es difícil estar soltera, especialmente para una mujer judía. Mis padres eran tradicionalistas; hacíamos Kidush, celebrábamos las festividades, y ayunábamos en Iom Kipur. Pero desde que vivo sola, he dejado de ser observante. 

«Cuando vives solo, es difícil hacer Kidush porque no tienes familia con quien compartir las comidas. Es difícil ir solo a la sinagoga. Ni siquiera tenía amigas judías. 

«Hace unos dos años, luego de haberme desconectado del judaísmo, quise retornar mi religión. Decidí encontrar un empleo en un ambiente judío. De esa manera, me haría de amigos nuevos, y quizá me invitaran a pasar Shabat y las festividades. 

«Encontré un empleo en una zapatería en Pilatzel. Todos los trabajadores eran judíos, y yo me hice amiga de ellos. 

«Pero había un problema…Shabat. Los viernes, solían desearse uno al otro «Un Buen Shabat», y los lunes se preguntaban cómo había ido el Shabat. Pero nadie me prestaba atención. Cada semana, esperaba ser invitada, pero cada semana me traía más y más desilusión. 

«Ha pasado casi un año… ¿Puede ser que los judíos no te acepten más?», me preguntaba. «¿Cómo pueden ser tan desconsiderados?» 

La voz de Katia se ahogó de emoción, «Me enojé mucho con los judíos y con el judaísmo. Decidí que no era para mí. Dejé el empleo de la zapatería y encontré otro. 

«Pero aún había un problema…Shabat. Cada viernes de noche, recordaba el Shabat de mi infancia…las velas, el Kidush….pensé, «¿Cómo puedo frenar estos recuerdos?» 

«Decidí encontrarme algo para hacer los viernes de noche. Encontré un anuncio del coro de la iglesia, buscando cantantes para los viernes por la noche» 

El silencio prevaleció en la mesa. «Me aceptaron en el coro, y ya ha pasado un año desde que comencé a cantar en la iglesia los viernes de noche. Con una triste sonrisa, agregó, «Llego a mi casa tan cansada, que no tengo tiempo de pensar en el Shabat. 

«Todo estaba tranquilo, hasta aquél viernes», continuó Katia, «cuando vi a la motocicleta rodando por la acera. Corrí a ayudar al conductor y me impacté cuando me recordó que era la noche del Shabat ¡y que me invitaba a su casa! ¡Y ni siquiera me conocía! 

«¿Piensa que me mandaron para usted?», concluyó Katia. «Yo creo que fue a usted a quien mandaron, para traer de vuelta a mi alma». 

Katia ya no canta más en la iglesia. Ella pasa todas las noches de los viernes con nosotros o con alguna otra familia de Jabad. 

Así que no fue un accidente de motocicleta cualquiera después de todo.

¿Por que circuncidar?

¡Felicitaciones! ¡Has traído una nueva vida al mundo! Después de las llamadas de teléfono de la familia y amigos, te encontrás sosteniendo a tu hijo por primera vez. Mirás al bebé, y las emociones aumentan sin parar. Podes ver en esta nueva y pequeña vida, potencial, futuro, familia, y continuidad.

El nacimiento es uno de los únicos momentos en la vida donde uno se encuentra cara a cara con la Divinidad. De hecho, el niño recién nacido seguirá la cadena de vida de miles de judíos que comenzó años atrás a través de nuestro patriarca Abraham y matriarca Sara. Esta nueva vida es un eslabón más en la cadena de la historia judía.

La primera persona que fue ordenada a circuncidarse a sí mismo fue Abraham, a la edad de noventa y nueve años. Demostrando su sumisión a Di-s, marcando el cuerpo físico con la señal del pacto, Abraham reveló el vínculo intrínseco que cada Judío tiene con Di-s.

Di-s ordenó al pueblo judío (Vaikrá 12:2), «El octavo día, la carne de su prepucio debe ser circuncidada».

El acto de la circuncisión es un acto humano. Esto nos enseña que nuestra perfección espiritual, emocional, moral y ética requiere un esfuerzo humano. Di-s no lo puede hacer por nosotros.

El Brit Milá, circuncisión, es un símbolo de nuestra relación con Di-s. Grabado en la carne de nuestros cuerpos físicos, el pacto nunca terminará o será olvidado. Este pacto con Di-s sobrepasa la comprensión humana. Promete devoción incondicional, sin importar lo que pueda ocurrir entre Di-s y el individuo.

Por esta razón, un Judío es circuncidado en su infancia, cuando aún no ha desarrollado su capacidad de razonamiento, debido a que el pacto de la circuncisión no se asocia con lo intelectual o calculado. La circuncisión de un niño demuestra que la conexión entre los Judíos y Di-s está mas allá de la razón.

Di-s eligió el mismo órgano que es la fuente de la vida, que también puede ser utilizado para los actos más viles, como el lugar para ser santificado con la circuncisión. Esto nos da el profundo mensaje que podemos utilizar todo lo físico para fines sagrados.

* Por: Dovid Zaklikowski

Lo que un Judío debe hacer

¿Es un pecado discutir con Di-s? ¿Es sacrílego cuestionar lo Divino? Bueno, Abraham lo hizo. No por él mismo, sino por el bien de la gente de Sdom, la ciudad que Di-s había decidido destruir a causa de la maldad de sus habitantes. Abraham era la personificación de la bondad y de la compasión. Él lidió con el Altísimo, intento negociar un cese a la ejecución de los habitantes de las notorias ciudades de Sdom y Amorá. 

«¿Destruirás a los justos junto con los malvados?», le preguntó a Di-s. «¿Acaso el Juez de toda la tierra no hará justicia?». «Si hay 50 hombres justos, ¿no los salvarías? ¿45? ¿40…30…20…10?». Al final, Abraham no pudo encontrar siquiera un minián (grupo de 10 hombres) en las ciudades y decide rendirse. Como dice el versículo «VeAbraham shav limekomó» («Y Abraham volvió a su lugar»). Habiendo perdido en la discusión, él reconoce su derrota y vuelve a su rincón. 

Pero hay también una alternativa en la interpretación de estas últimas palabras. Y Abraham volvió a su lugar, puede entenderse también como «y volvió a su forma de ser», a sus costumbres. ¿Y qué costumbre es esta? La de defender al desvalido, buscar al necesitado y ayudar a aquél que esta en problemas, incluso si no se trata de la persona más justa que hay. Abraham se negó a desilusionarse por la derrota. Volvió en seguida a sus costumbres, a pesar que este intento en particular no tuvo éxito. 

¿Qué sucede cuando perdemos? Nos sentimos heridos, nos ponemos de mal humor, y nos rendimos. No funcionó, no sirve. Es inútil, ¿para qué molestarse? 

Pero no con Abraham. Abraham se adhirió a sus principios. Pudo haber experimentado un contratiempo, pero seguirá abogando por la causa de justicia. Seguirá defendiendo a los débiles. Y seguirá trayendo sus casos a la mayor autoridad del universo; Di-s mismo. 

Abraham nos enseña a no perder la fe, a no desviarnos de nuestro camino elegido o de nuestras convicciones. Si creemos que es lo correcto, entonces está bien incluso si no vemos una recompensa. Si es algo correcto, entonces apeguémonos a ello, sin importar los resultados. 

Uno de mis personajes de historieta favoritos es Charlie Brown de Peanuts. En una tira cómica que todavía tengo en mi memoria, se ve a Charlie Brown determinado en salir a remontar su cometa, cuando afuera cae una lluvia torrencial. Sus amigos le dicen que debe de estar loco por querer remontar la cometa en ese clima, y que se le romperá a causa del viento. Pero al final de la tira, vemos a Charlie, dirigiéndose con seguridad hacia la puerta, con su cometa bien sujeta bajo su brazo, diciendo «Un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer». 

¿Creemos en nuestros principios de fe por conveniencia? ¿Somos virtuosos porque creemos que es el camino hacia una buena vida? ¿Estamos esperando el gran pago por nuestro comportamiento? ¿Qué sucede cuando no lo vemos? ¿Nos frustramos, desilusionamos y nos enojamos con Di-s? 

Algunas personas se vuelven observantes por motivos incorrectos. Están buscando alguna solución mágica a sus problemas. Y cuando los problemas no desaparecen rápido o tan mágicamente como esperaban, dejan toda la vida religiosa de lado. No funcionó; me voy fuera. 

La virtud es su propia recompensa. Dormir mejor por la noche porque nuestra conciencia está limpia, es también parte del trato. O, en las palabras de nuestros Sabios: «la recompensa de una Mitzvá es la Mitzvá». 

Nuestro padre fundador nos hace recordar que un judío debe hacer lo que un judío debe hacer, sin importar las consecuencias. Sin importar si vemos los frutos de nuestra labor. Si es la cosa correcta, entonces hagámosla. 

Que seamos verdaderos hijos de Abraham.

Confianza y Respeto

En el libro de Wendy Shalit, «Un regreso al recato» («A return to Modesty»), ella remarca la caída de la cortesía masculina. La charla vulgar y el comportamiento egoísta han reemplazado grandiosamente a la caballería. «La necesidad», escribe, «es para el crecimiento de una buena dosis sexista, cómo relacionarse como hombre con una mujer». Ella clama una revolución de recato, en donde «jóvenes rebeldes con autoestima», se sientan lo suficientemente confiadas para reclamar su poder e individualidad femenina.

La Torá habla sobre este mensaje con mucha claridad. En el Libro de Génesis, nuestras heroínas Bíblicas son poderosas de manera modesta y discreta; sus maridos, a la vez, son respetuosos y protectores. Las mujeres son honradas y alabadas. Así ha sido la tradición judía desde los días de nuestros Patriarcas y Matriarcas.

Lo que hace que se resalte una historia en Génesis.

Mirando íntimamente su relación, leemos sobre Abraham y Sara, quienes a la edad de 75 años y 65 años respectivamente, viajan hacia Egipto. Mientras están en el camino, Abraham le dice a Sara lo hermosa que es, y expresa su preocupación sobre el hecho que esta belleza pueda atraer a los Egipcios, y puedan por ello, asesinar a Abraham para hacerla esposa del rey.

Abraham sugiere pues, lo siguiente a su esposa: «Por favor, dí que eres mi hermana, para que me hagan un bien a mí, y mi alma viva por tu causa» (Génesis 12:13)

El plan de Abraham, efectivamente haría que fuera removido de la lista de muertos del Faraón… ¡Y permitiría que Sara sea víctima del abuso hedonista del Faraón! Lo que es más, es Abraham quien menciona que de hecho, el que saldría beneficiándose si la toman a Sara, sería él: «Para que me hagan un bien a mí por tu causa». Como explican los comentaristas bíblicos, que si creían que Abraham era su hermano, entonces esperaba que lo llenaran de regalos, oro, plata y ganado.

¡Hablando de la falta de caballería! ¿Es acaso este Abraham, el primer esposo judío? ¿El hombre cuya generosidad sin límites dejaba abierta las cuatro puertas de su carpa, para que cualquier transeúnte pueda entrar desde cualquier dirección?

Hace más de dos mil años, el autor del Zohar se preguntó lo mismo (una pregunta formulada por casi todos los comentaristas bíblicos):

Rabí Eliezer preguntó: ¿Pudo Abraham, quien temía a Di-s y era amado de Di-s, decir esto acerca su esposa para su propio beneficio?

Rabí Eliezer explicó: Incluso que Abraham temía a Di-s, no confiaba en su propio mérito. No le pidió a Di-s que salvara a Sara por mérito de él, sino por mérito de ella. También sabía que sería por mérito de Sara que acumularía riquezas de las otras naciones siendo que una persona prospera en mérito de su mujer…Él confiaba, que por el mérito de ella, él no sería castigado y que a ella no la tocarían, y por ello, no tuvo miedo de decir: «Ella es mi hermana».

Basándonos en el Zohar, el razonamiento de Abraham tenía dos facetas:

a) Abraham no confiaba en que él era meritorio de ser salvado de la muerte, pero tenía confianza absoluta que Di-s nunca dejaría que su santa esposa fuera violada. Ella no se enfrentaba con ningún peligro.

b) Abraham también sabía que la regla Divina es que la riqueza del hombre es ganada por el mérito de su esposa. En este caso, se estaba presentando una oportunidad lucrativa, una que se lograría directamente a través de Sara. Su secuestro les traería riqueza.

Y esto fue de hecho lo que sucedió. Sara fue llevada; pero horas más tarde, fue liberada, sin ser tocada. Y el Faraón bañó a Abraham con abundantes riquezas.

Mientras que la caballerosidad es el sentido del hombre de ser cortés y de defender el honor de su mujer y su seguridad, a veces se le pide al hombre que se pare detrás y que confíe en que ella se podrá proteger por sí misma. De hecho, ella puede incluso ganar más sin que él se involucre. En el famoso poema del Rey Salomón «Una Mujer de Valor», él describe la estrategia de Abraham, cuando escribe: «El corazón de su marido confía en ella…»

El Zohar compara la unión de Abraham y Sara con la unión del cuerpo y el alma. Esto nos provee de un paralelo fantástico entre la historia del viaje a Egipto de Abraham y Sara y nuestro viaje por la vida.

El alma desciende a la tierra y se une con un cuerpo, mientras el alma busca proteger a su cuerpo de cualquier daño. Pero el cuerpo tiene una misión que cumplir, una tarea que realizar, una que es mucho más riesgosa que la del alma. Como ser material, el cuerpo está muy bien equipado para cultivar al mundo material. Es nuestro trabajo plantar, cultivar, cosechar y cocinar, todo el tiempo tomando conciencia de Di-s en nuestro mundo material.

El instinto del alma puede ser proteger al cuerpo del burdo materialismo, pero es forzado a dejarlo ir. Las ganancias obtenidas por el trabajo del cuerpo serán de increíble beneficio para el alma también.

Abraham, el marido final, y Sara, la judía por antonomasia, exponen un importante paradigma de trabajo. Las mujeres generalmente, están muy involucradas en las actividades materiales. Como el cuerpo, nosotros construimos, creamos, organizamos, planeamos estrategias y las traemos a la práctica. Como Sara, podemos aparentar que estamos secuestrados en el palacio del Faraón, en donde rige el materialismo como supremo y lo que se ve bien, es idolatrado.

Pero un hombre sabio, sabe que su esposa está a salvo. Las mujeres tienen un regalo; la habilidad de ver el materialismo como medio de un gran fin, un fin Divino. Con este enfoque, ella trae la conciencia de un Creador en cada faceta de la existencia.

Basado en una charla del Rebe de Lubavitch, Likutei Sijot, Vol 20.

Por Rojel Holzkenner

Los hijos de Noaj

“Noaj era un hombre virtuoso en su generación” (Génesis 6:9).

Hay entre nuestros Sabios quienes interpretan este versículo como una ala- banza: [si él fue virtuoso en su perversa generación,] cuánto más habría sido en una generación de personas virtuosas.

Y hay quienes lo interpretan como una desaprobación: En comparación a su generación era virtuoso; pero si hubiera vivido en la generación de Abraham, se lo consideraría como nada. (Rashi sobre el versículo)

Noaj construyó el famoso “bote salvavidas” que lo salvó a él y a otros siete humanos (su esposa, sus tres hijos con sus esposas) del Gran Diluvio. Así que po- demos agradecerle a Noaj haber salvado a la humanidad, o podemos criticarlo (como lo hace el Zohar) por no salvar al resto de su generación.

La Torá nos dice que Noaj no entró en el arca hasta el último minuto, cuando ya estaba lloviendo. Se puede loar su optimismo, o se puede señalar (como lo hace Rashi) que él era “poco creyente” en las palabras de Di-s.

La Torá también cuenta que incluso después de que las aguas del Diluvio hu- bieran retrocedido y la tierra se hubiera secado, Noaj no salió del arca hasta que Di-s se lo ordenara expresamente.

Puede llamárselo tímido, o puede admirárselo (como lo hacen nuestros Sa- 

bios) por su obediencia: Di-s le ordenó que entrara en el arca, por lo que  perma- neció en ella hasta que Di-s le ordenó que saliera.

Lo primero que hizo Noaj para desarrollar la tierra árida que encontró al salir del arca, fue plantar un viñedo, fabricar vino y emborracharse.

Se puede desaprobar su inconstancia, o aplaudir su determinación por infun- dir un poco de alegría y júbilo en un mundo desolado.

Noaj vivió 950 años- bastante tiempo para hacer todo mal y todo bien. Todos nosotros somos los descendientes de Noaj.

Noaj es descendiente de Adam, por lo cual todos nosotros somos, también, hijos de Adam.

Pero el término que usa el Talmud y la Halajá (la ley de la Torá) para la hu- manidad en conjunto es Bnei Noaj (“los hijos de Noaj”). Las Siete Leyes Uni- versales de moralidad entregadas a cada ser humano: prohibición de idolatría, blasfemia, asesinato, robo, adulterio e incesto, crueldad con los animales, y el establecimiento de cortes de justicia, se llaman “Las Siete Leyes de Noaj”- aun- que en realidad, seis de ellas se ordenaron a Adam.

Adam fue el primer hombre. Noaj fue el primer ser humano.

La era del arco iris

Y Di-s le habló a Noaj y a sus hijos con él, diciendo: «…Este será el símbolo del pacto que estoy haciendo entre Yo y ustedes y con cada criatura viviente que está con ustedes, para todas las generaciones. Mi arco iris que He puesto en la nube…Cuando el arco iris se vea en la nube, Recordaré Mi pacto…Nunca más las aguas se convertirán en un diluvio que destruya a toda carne» Génesis 9:8-15

El arco iris, por supuesto, es un fenómeno natural. Rayos de sol que pasan por las gotas de agua suspendidas en la atmósfera; aquellas gotas cristalinas y claras refractan la luz, descubriendo el espectro de colores que contiene la luz y mostrándolos en forma de arco alrededor del cielo.

Pero, antes del Diluvio, esta ocurrencia natural no sucedía. Había algo sobre la interacción entre la humedad en la atmósfera de la tierra y la luz que sale del sol que fallaba en producir un arco iris. Fue sólo después del Diluvio que la dinámica que crea un arco iris fue puesta en su lugar por el Creador como símbolo de su nuevo pacto formado con Su creación.

Lo espiritual y lo físico son dos caras de la misma realidad. Este cambio en la naturaleza física de la interacción entre el agua y la luz refleja una diferencia espiritual más profunda entre los mundos pre diluvio y post diluvio, y la diferencia resultante en la manera que Di-s se relaciona con un mundo corrupto.

Diferencias Contrarias

Si examinamos el reporte de la Torá sobre las primeras veinte generaciones de la historia, podemos ver algunas diferencias primordiales entre el mundo pre diluvio y la era post diluvio.

Las generaciones de antes del diluvio vivían largos años; encontramos gente que llegaba a su 8vo, 9no o 10mo Siglo (El abuelo de Noaj, Matusalém, vivió 969 años; su padre Lemej 777 años, Noaj mismo, 950 años). El Zohar explica que esta era una era de benevolencia Divina, en la que la vida, salud y prosperidad crecían libremente e indiscriminadamente de Arriba.

Después del Diluvio, vemos una declinación en la duración de vida. Diez generaciones más adelante, Abraham es considerado «mayor» a la edad de 100.

La segunda diferencia es una que parece superior, o incluso contradictoria a la primera:

Luego del diluvio, el mundo ganó estabilidad y una permanencia que no tenía en la era pre Diluvio. Antes del Diluvio, la misma existencia del mundo dependía de su estado moral. Cuando la humanidad se desintegró en corrupción y violencia, Di-s le dijo a Noaj:

El fin de cada criatura está frente a Mí, ya que la tierra está llena de violencia entre ellos; he aquí, que los voy a destruir y a toda la tierra.

Luego del Diluvio, Di-s prometió:

Nunca más voy a maldecir a la tierra por causa del hombre…ni voy a castigar a cada ser viviente, como he hecho. Durante todos los días de la tierra, (las estaciones para cosechar y cultivar), frío y calor, invierno y verano, día y noche, no cesarán.

Nunca más los ciclos de la vida y de la naturaleza se tambalearán en el borde de la extinción cada vez que el hombre se aleje de Di-s. El mundo post Diluvio es un mundo cuya existencia está asegurada, un mundo que es deseado por su Creador sin importar su estado presente de conformidad a Su deseo.

Y el garante de dicha seguridad, el símbolo de esta nueva estabilidad, es el arco iris.

Un Mundo opaco

Antes del Diluvio, el rol del hombre en la creación tenía que ver primordialmente con reaccionar frente a la involucramiento de Di-s en este mundo. El flujo de vitalidad Divina en el mundo era completo y sin inhibiciones, permitiendo que el hombre alcanzara grandes alturas espirituales y materiales; pero estos logros eran conseguidos cuando el hombre aceptaba que lo que se otorgaba venía de Arriba, más que creer que eran frutos de su propia iniciativa.

Después del Diluvio, Di-s imbuyó al mundo con un nuevo potencial; el potencial de crear. Él le otorgó la habilidad de tomar lo que recibe de Arriba y de desarrollarlo, extenderlo, y expandirlo. El mundo era ahora como un discípulo que había sido entrenado por su dueño para pensar por sí mismo, para tomar ideas que había aprendido y aplicarlas en nuevas áreas. El hombre ahora podía no solo absorber la entrada Divina en su vida sino que también podía dar rienda suelta a su potencial de maneras nuevas e impredecibles.

Dicho mundo, es en cierta manera un mundo más «débil» que el que está sostenido por la gracia Divina. Es más independiente, y por ello, más sujeto a limitaciones y a la mortalidad del estado humano. Por esto es que se acortó la esperanza de vida de las generaciones post Diluvio. Pero en el análisis final, dicho mundo es más duradero: incluso cuando pierde de vista su origen y propósito, gana la habilidad de rehabilitarse y de restaurar la relación con su Creador. Ya que posee el potencial de independencia para su auto renovación, entonces puede siempre despertar este potencial, incluso después que ha permanecido dormido durante generaciones.

El aumento de la Niebla

El arco iris es el evento natural que ejemplifica el nuevo orden post Diluvio. La humedad se eleva desde la tierra para formar nubes y gotas de lluvia, que atrapan la luz del Sol. Una sustancia menos refinada apenas absorbería la luz; pero la pureza y la translucidez de estas gotas les permite enfocar y canalizar los rayos que capturan de tal manera, que revelan todos los colores implícitos dentro de cada haz de luz.

El mundo pre Diluvio carecía de arco iris. No había nada que pudiera elevarse desde abajo para interactuar con algo y para desarrollar lo que recibía desde Arriba. Así era la naturaleza espiritual; y como resultado, las condiciones que se requieren para formar un arco iris físico no existían, la humedad que se elevaba desde la tierra, podía solo absorberse, pero no refractar la luz del sol.

Siendo que faltaba dicho potencial, el mundo pre Diluvio no tenía razón ni derecho de existir en el momento en el que la Divina emanación de Arriba cesara. Luego, vino el Diluvio. La lluvia que destruyó el mundo corrupto también lo limpió y lo purificó, dejando a un nuevo mundo con una nueva naturaleza: un mundo que se eleva para encontrarse y transformar lo que se le ha otorgado; un mundo con la «translucidez» y refinamiento para desarrollar el regalo que recibe en nuevos paisajes de color y luz.

Cuando este mundo se desmorona, Di-s ve el arco iris, y esta imagen le causa descartar la idea de destruirlo. Ya que el arco iris atestigua la nueva madurez del mundo; la habilidad que tiene para elevar su lapso presente y reconstruir su relación con su Creador.

Basado en las charlas del Rebe, Shabat Noaj 5721 (1969), 5724 (1963)

¿Qué festejamos en Simjat Torá?

Nuestro Maestro, Moshé, estableció que la Torá fuera leída todos los Shabatot. Autoridades posteriores especificaron qué secciones sidrot o parshiot de la Torá debían ser leídas en cada uno, y cuándo debía comenzar y concluir el ciclo de lectura. La costumbre prevaleciente en el pueblo de Israel es completar la lectura de la Torá en el curso de un año, dividiendo las secciones en 54 sidrot—correspondientes al número de Shabatot que contiene un año hebreo de 13 meses—. En un año regular —de 50 o 51 Shabatot—, se combinan dos parshiot y en  varios de ellos y se leen juntas, como una. Aun en los años de 13 meses, hay veces que se lee más de una sección, pues muchos de los días Festivos coinciden con Shabat y sus respectivas parshiot reemplazan la lectura semanal regular de la Torá.

La sidra Bereshit (Génesis 1:1-6:8), la primera, es leída el primer Shabat luego de Simjat Torá; la última, Vezof  (Deuteronomio 33:1-34:12) se lee en Simjat Torá. Entonces se celebra una comida festiva, para marcar el término de su lectura, acompañada de alegría, cantos, bailes y alabanzas en honor a la Torá.

Con respecto al Rey Salomón, la Torá expresa: Se despertó Shlomó y he aquí un sueño [o sea, el espíritu de santidad se posó sobre él]; vino a Jerusalén y permaneció de pie frente al Arca de la Alianza de Di-s; ofreció holocaustos y ofrendas de paz, y preparó un banquete para todos sus sirvientes (I Reyes 3:15). De esto se deduce, señalan nuestros Sabios, que se debe celebrar un banquete y estar alegre por haber concluido la Torá (Midrash Kohelet 1).

Los Sabios posteriores explicaron el significado de la celebración de Simjat Tora en Sheminí Atzeret [en Israel; en la Diáspora, es al día siguiente, el segundo día de Sheminí Atzeret]:

Durante los siete días de Sucot el pueblo se regocijaba con las mitzvot especiales de la Festividad: la Suca, las cuatro especies, la libación de agua, y aravá que tomaban al caminar en torno del altar. Al llegar Sheminí Atzeret, declaraban ante Di-s: «Hoy no contamos con la Suca, con las cuatro especies, con la libación de agua, ni con la aravá. Todo lo que tenemos es la Tora, con la cual nos regocijamos». Esta alegría es mayor que cualquier otra, pues es constante y nunca será abolida. Aunque el Gran Templo fue destruido, Jerusalén quedó desolada y el pueblo de Israel exiliado de su Tierra y sometido a las naciones, su regocijo en la Tora nunca cesó y jamás disminuyó. Así dijeron nuestros Sabios: «Desde el día en que se destruyó el Beit HaMikdash, lo único que Di-s posee son los cuatro codos [amot] de la Halajá [o sea, el estudio las leyes de la Tora por parte de Su pueblo]»

(Talmud, Berajot 8a).

Luego de la destrucción del Gran Templo, el mundo quedó sumido en una terrible desolación, pues este hecho afectó todas las esferas de la vida, incluyendo el poder y la fuerza de las mitzvot. Sin embargo, la Tora y los «cuatro codos de la Halajá» permanecieron intactos; allí, la alegría continúa siendo tan perfecta e íntegra como antes, y por lo tanto es el único ámbito en donde la Shejiná (Presencia Divina) reside y se alegra junto a Israel en Simjat Tora.

Siete razones para estar alegre

En el curso de una de sus alocuciones en la festiva noche de Simjat Torá , el Rebe dijo que había siete motivos para que un judío estuviera en permanente estado de verdadera felicidad, si tan solo les dedicara la reflexión y atención merecida.

El Rebe se refirió a ellos como siete niveles ascendentes de alegría, cada uno infinitamente más profundo que el precedente. Estos son, en orden los siguientes:

1) El primer nivel es el de la alegría que todo ser debe tener por el mero hecho de haber sido creado personalmente por Di-s Mismo, cuyo ser posee la característica única de la esencia y no es el resultado de alguna causa previa. No puede haber una alegría más pura que esta.

2) El segundo nivel es el de la alegría que resulta del modo en que ha sido creado: de manera que fue similar, para decirlo de alguna manera, al Creador. Di-s, quien tiene pleno libre albedrío, eligió crear seres que de modo análogo tuvieran el poder de la libre decisión, y cuya existencia misma se basara en su propia elección.

«Todo lo que Di-s creó en Su Mundo, lo creó únicamente para Su gloria» (Pirkei Avot 6), esto significa para el judío, que fue creado a fin de que pudiera servir a Di-s a través de la Torá y las mitzvot.

3) Un tercer nivel de alegría se debe a que entre Sus Creaciones, Di-s dispusiera motivos y ocasiones especiales para el regocijo. Eso se ve articulado en mayor grado en las festividades, y particularmente en los momentos de Sucot, Sheminí Atzaret y Simjat Torá, «Epoca de Nuestro Regocijo».

Los tres niveles que hemos mencionado hasta ahora se basan en la iniciativa de Di-s.

Los cuatro niveles siguientes, se basan en nuestra respuesta.

4)El cuarto nivel de alegría es el que surge de la concreción real de nuestro objetivo, empleando nuestro poder de libre elección para elegir la vida, una vida llena de propósito, una vida de Torá y mitzvot (preceptos).

5)Se suma un quinto nivel cuando cumplimos nuestro servicio con alegría, no solo porque esos son nuestros sentimientos, sino porque la Torá misma lo demanda de nosotros, cuando nos dice: «Sirve al Señor, tu Di-s, con alegría y bienestar del corazón» (Deuteronomio 28:47)

6)Dentro del principio general de servir a Di-s con alegría se alcanza un sexto nivel en aquellas mitzvot específicas que por sí mismas están asociadas a la alegría, como en el caso de la festividades mencionadas anteriormente.

7)Un séptimo nivel, superior al de todos los momentos especiales y épocas festivas, es el que corresponde a Sucot .

Estos siete niveles de alegría que asumen forma temporal en los siete días de Sucot, se corresponden también con los siete días de la semana y la plenitud de un ciclo natural.

La festividad de Shminí Atzeret, el octavo día de la «Época de Nuestro Regocijo», sugiere un octavo grado de alegría que trasciende a los otros siete.

Es la alegría de las alegrías, la alegría por poder sentir alegría. Incluye en sí el potencial y abarca todas las causas de alegría posibles.

Es la alegría de la Torá, que curiosamente no se celebra mediante inspirado estudio, sino simplemente bailando con el rollo de la Torá cerrado y cubierto, algo para lo que todos tienen idéntica capacidad.

No existen las fronteras habituales entre nosotros. Es el regocijo de todos los judíos, grandes y pequeños, avanzados y novatos, hombres y mujeres, por igual.

La alegría alcanza la mismísima esencia de nuestro alma, aspecto en el que todos los judíos son plenamente iguales y de una unidad absoluta.

En Israel, todos los festejos de Simjat Torá, se llevan a cabo en el mismo día de Shmini Atzeret, la festividad del octavo día de Sucot. En los paises de la diáspora, los Sabios han agregado un segundo día a Shmini Atzeret, al igual que a todas las festividades, por cuanto la distancia con Jerusalem hacía dificil saber a ciencia cierta cuando comenzaba el mes lunar. Este segundo día de Shmini Atzeret era dedicado, por mérito de la costumbre judía, exclusivamente a la celebración de la culminación anual de la lectura de la Torá.

Esto representa un noveno nivel de alegría, la alegría que surge del hecho de que el pueblo judío tiene la posibilidad de contribuir a la Torá. Hemos santificado un día adicional como festividad sagrada, y el estilo de nuestra práctica ha dado forma a la naturaleza del día.

En Simjat Torá, el baile con la Torá llega a su grado máximo en el curso de la noche y el día. Es el judío quien permite y posibilita que la Torá baile, son sus acciones las que hacen de la Torá un modo de vida activo y viable, una fuerza en el mundo. Esta es la verdadera «Simjat Torá», la alegría de la Torá misma.