Pararse ante Di-s Reflexiones de Iom Kipur

Todo en la vida puede ser sagrado. No necesita haber ninguna distinción entre lo secular y lo santo.

Lo que es importante es que cuando participamos de las buenas cosas de la vida, hacemos así con la santidad y la espiritualidad que es propia de un ser humano. Todo lo bueno de la vida puede ser disfrutado con gratitud hacia Di-s. Utilizando este bien en el servicio Divino, lo hemos elevado al status de santidad.

Rabí Najman de Breslav interpretó el versículo en Salmos 38:19, “Yo admito mi pecado; me preocupo acerca de mi transgresión”, como significando que girar alrededor de viejas equivocaciones y acerca del pasado puede en sí mismo ser pecaminoso.

Me doy cuenta que como humano, puedo apenasescapar de hacer alguna vez algo mal. El propósito de la dolorosa sensación de culpa es detenerme de hacer la clase de cosas que me harían sentir culpable, y estimularme a expiar apropiadamente por los males que he hecho.

Sin embargo, una vez que verdaderamente he expiado, debería ser capaz de poner el pasado tras de mí. El persistente girar alrededor de mis pasadas equivocaciones es destructivo, dado que me deprimirá tanto y secará tanto mis energías que no podré continuar con las cosas necesarias de la vida, y hacer todo lo que es la voluntad de Di-s para mí. Permitir que eso suceda es el más grande pecado de todos.

Tener verdadera fe en el perdón de Di-s es darse cuenta que Di-s remueve completamente nuestros pecados cuando nuestro arrepentimiento es sincero. Nosotros deberíamos entonces ser capaces de movernos hacia adelante con júbilo y vigor para cumplir nuestra misión en la vida.

Desde el comienzo Tú has distinguido al hombre le has permitido pararse ante Ti… y en Tu amor por nosotros Tú nos has dado este Día de Expiación, con una finalidad de perdón (liturgia de Iom Kipur).

Pararse ante Di-s, para entrar en una estrecha relación con Él es la última meta del hombre. Cuando nuestro comportamiento es contrario a la voluntad Divina, erigimos barreras y ponemos distancias entre nosotros mismos y Di-s.Con plegaria y apropiada expiación podemos lograr un completo perdón el cual borra todos los antecedentes y nos permite pararnos en la inmediata presencia de Di-s.

Hay tres tipos de exilio y ellos son de creciente severidad. El primero es cuando los judíos están en exilio entre otras naciones, el segundo es cuando los judíos están en exilio entre hermanos judíos, y el tercero y más severo es cuando un judío es extraño para sí mismo, pues entonces él es tanto captor como cautivo, en exilio dentro de sí mismo (Rabí Sholom Rokeaj de Belz).

Iom Kipur es el obsequio de Di-s para la humanidad, un día de gracia el cual permite al hombre limpiarse a sí mismo y comenzar la vida de nuevo. Mas, aún cuando el perdón Divino es logrado, el hombre algunas veces rehúsa perdonarse él mismo, y así se vuelve un prisionero para sí mismo dentro de su propio calabozo.

Se nos enseña que debemos intentar emular a Di-s. Al igual que Él nos perdona cuando hemos merecido perdón, así debemos aprender a perdonamos nosotros mismos.

Simplemente supón que Iom Kipur ocurre sólo una vez en una centuria, que sólo una vez en cien años hay un día especial de gracia en el cual Di-s remueve todos nuestros pecados y nos permite comenzar la vida de nuevo.

Aquellos quienes son afortunados de que este día único en su género ocurra durante el curso de sus vidas se considerarán bendecidos con buena fortuna. Aquellos que no, se considerarán privados de este especial obsequio.

Pero en Su infinita bondad, Di-s nos dio este día de Iom Kipur cada año, y nosotros tenemos así muchas oportunidades para comenzar la vida de nuevo, desembarazados de las equivocaciones del pasado.

¡Cuán privilegiados deberíamos sentirnos! ¡Cuán gozosos deberíamos estar en este día especial!

Extraído de Viviendo Cada Día Editorial Bnei Sholem

La Historia Humana en su versión de 120 días

«Ven a ver lo que hace Di-s, Su temible trama a los hijos del hombre»

Salmos 66:5

El 7 de Sivan, Moshé subió a la montaña…el 17 de Tamuz las Tablas fueron rotas. El 18 quemó al Becerro de Oro y juzgó a los transgresores. El 18 volvió a subir y durante cuarenta días rogó misericordia. El 1 de Elul subió a recibir las Segundas Tablas, y estuvo allí durante cuarenta días. El 10 de Tishrei, Di-s restauró Su buena voluntad con el pueblo judío, diciéndole a Moshé: «Yo los he perdonado como pediste», y le entregó las Segundas Tablas.

Rashi, Éxodo 31:1 y 33:11

Una sola gota de agua, analizada en el laboratorio, revela las características de billones de sus hermanas; de hecho, te dirá lo suficiente sobre cada gota de cada océano de la tierra.

Lo mismo sucede con la historia. Por un lado, cada período es único, cada año, día y momento es diferente en contenido y en carácter. Y aún así, como generalmente reconocemos, la historia de cada individuo puede contar la historia de cientos, y los eventos de una sola generación invisten aquellos de una era entera.

Nosotros, que navegamos en la superficie terrenal del tiempo, lo conocemos como una sucesión de eventos y de experiencias. Atravesamos sus desiertos, y sus tierras, sus pasajes llanos y rocosos. Para nosotros, la naturaleza universal del momento yace enterrada debajo de su significado más inmediato; para nosotros, el momento rinde no la totalidad de la vida y de la historia, sino solo aquellos elementos específicos y facetas que inviste.

Pero también hay vistas de una naturaleza más inclusiva, paisajes de tal diversidad e impacto que son mini mundos virtuales por sí mismos. Hay momentos en el recorrido de un individuo o de personas en los que los momentos reflexivos salen a la luz, en los que una serie de eventos ofrecen una versión condensada de todo el universo del tiempo.

Uno de estos momentos fue un período de 120 días en los años 2448-9 desde la Creación. Los eventos de este período, experimentado por el pueblo judío poco después de su nacimiento como nación, fueron una especie de coreografía de la misma esencia de la historia humana, la base, el proceso, y la meta final de la vida en la tierra. Los 120 días desde el 6 de Sivan del año 2448, hasta el 10 de Tishrei de 2449 contenían todo: los que sustentan a la creación, la saga de la lucha humana, y el último triunfo que surge de las imperfecciones y las fallas del hombre.

Los Eventos

El 6 de Sivan del año 2448, todo el pueblo de Israel se reunió en el Monte Sinaí para recibir la Torá del Creador. Allí, experimentaron la revelación de Di-s y escucharon los Diez Mandamientos que encapsulan toda la Torá. A la mañana siguiente, Moshé ascendió a la montaña, en donde se reunió con Di-s durante cuarenta días y cuarenta noches y recibió la Torá.

Al final de los primeros cuarenta días de Moshé en el Monte Sinaí, Di-s le dio las dos Tablas de Piedra, una obra maestra de Di-s, en donde estaban inscriptos los Diez Mandamientos. Pero en el campamento, el pueblo judío ya estaba abandonando el nuevo pacto realizado con Di-s. Volviendo al paganismo de Egipto, hicieron un becerro de oro, y lo proclamaron como dios de Israel.

Di-s le dijo a Moshé: «Desciende, ya que tu pueblo, que has traído de la Tierra de Egipto, han sido corrompidos, se han desviado del camino que Yo les ordené…

Y Moshé bajó de la montaña, con las Dos Tablas del Testimonio en sus manos… y Cuando Moshé se acercó al campamento y vio al becerro y los bailes… tiró las Tablas de sus manos y las rompió al pie de la montaña.

Esto sucedió el 17 de Tamuz.

Moshé destruyó al ídolo y rehabilitó a la nación errante. Luego volvió al Sinaí durante cuarenta días otra vez más, para rogarle a Di-s que perdonara a Israel. Di-s consintió, y estuvo de acuerdo en proveer otro par de Tablas que reemplazaran aquellas que habían sido rotas por el pecado de Israel. Estas Tablas, sin embargo, no eran obra de Di-s, sino que eran construcción humana:

Y Di-s le dijo a Moshé: «Talla para ti dos tablas de piedra, como las primeras, y Yo inscribiré sobre ellas las palabras que estaban sobre las primeras tablas que has roto…Ven a la mañana a la montaña del Sinaí, y preséntate ante Mí en la cima».

Moshé ascendió al Sinaí por tercera vez durante cuarenta días el 1 de Elul. Di-s ya había perdonado el pecado de Israel, y ahora una nueva y fuerte relación entre Él y Su pueblo se había creado. El 10 de Tishrei, recibimos nuestro segundo par de Diez Mandamientos, inscriptos por Di-s en las Tablas y tallados por la mano de Moshé.

Así, tenemos 3 veces un período de cuarenta días, y tres estados correspondientes de la Torá: Las Primeras Tablas, las Tablas Rotas, y las Segundas Tablas. Esto, ejemplifica la base de nuestra existencia, el desafío de la vida, y el último logro del hombre.

La Trama

Nuestros Sabios señalan que el primer versículo de la Torá «Bereshit Bará Elokim» («En el principio Di-s creó los cielos y la tierra»), comienza con la letra Bet, la segunda letra del alfabeto hebreo. Esto es, para enseñarnos que hay un Alef que precede a la Bet de la existencia creada; la creación no es un fin por si misma, sino que sirve como un principio que precede en secuencia y en sustancia.

El Alef del pre Génesis, es el Alef de «Anojí Hashem Elokeja» («Yo soy Hashem tu Di-s»), la primer letra de los Diez Mandamientos. La Torá es la pre concepción de Di-s sobre cómo debe ser la vida en la tierra; la base y la razón de ser de la creación es que nos desarrollemos nosotros y el ambiente a su forma ideal.

Pero Di-s quería más. Más que darnos cuenta de Su huella original en la existencia, más que el caer en el lugar en una perfección pre programada. Más que un mundo al estilo las Primeras Tablas que eran completamente obra de Di-s.

Una entidad creada, por definición, no tiene nada que realmente le pertenezca: todas las herramientas, potenciales y posibilidades que posee le han sido otorgadas por Di-s. Pero Di-s deseaba que la experiencia humana tenga una ganancia más allá de la que fue proyectada por Su investimento inicial en nosotros. Así que Nos creó con las vulnerabilidades de la condición humana.

Nos creó con la libertad de elección, y por ende, con el potencial de errar. Cuando actuamos de manera correcta y constructiva, nos estamos comportando de acuerdo a lo planeado y nos damos cuenta del potencial investido dentro de nosotros por nuestro Creador. Pero cuando optamos por actuar incorrectamente y destructivamente, entramos en un estado de ser que no es parte de lo planeado en la Torá, de hecho, es el antítesis de lo que la Torá describe. Aún así, este estado de ser es el «trampolín» de la teshuvá, la fuerza de levantarnos de las ruinas de nuestra caída a una nueva dimensión de perfección, una perfección que antes no podíamos ver.

Así es como los maestros jasídicos explican la creación de Di-s de la posibilidad de la maldad. Esto es «Su temible trama a los hijos del hombre». El alma del hombre es una chispa de Divinidad, inherentemente y completamente buena; no susceptible a la corrupción. Todas las fallas humanas no son más que una trama, impuestas en contraste total a su naturaleza esencial.

Si las Primeras Tablas eran una visión Divina de la creación, las Tablas rotas son nuestro mundo familiar, conocido, un mundo que tolera la imperfección, la falla, incluso la maldad. Es un mundo en donde las Primeras Tablas han sido rotas, un mundo arrancado fuera de la sincronía de su inherente bien.

Las Tablas rotas son una trama artificial por el Autor, para que la existencia permita la posibilidad de unas Segundas Tablas. Cada falla, puede ser redireccionada como una fuerza positiva. Cada ruptura del alma perfecta de las Primeras Tablas es una oportunidad para el hombre de tallar para sí mismo un segundo juego, en el que el sello Divino está cincelado en las tablas de la iniciativa humana y de la creación. Un segundo juego que incluya todo un panorama de potenciales que estén más allá del alcance de las primeras, un juego completamente Divino.

Di-s le dijo a Moshé: No te angusties por las Primeras Tablas, que contenían solo los Diez Mandamientos. En las Segundas Tablas yo también te estoy dando la Halajá, el Midrash y la Agadá.

Si Israel no hubiera pecado con el becerro de oro, nuestros sabios concluyen, entonces hubieran recibido solo los Cinco Libros de Moshé y el libro de Yehoshua. Como dice el versículo: «Mucha sabiduría viene por medio de mucho dolor».

Recordada y Promulgada

Estos 120 días han dejado un sello perdurable en nuestra experiencia del tiempo. Ya que el calendario Judío hace más que medir y marcar el tiempo; en las palabras del Libro de Ester: «Estos días son recordados y promulgados». Las festividades y fechas conmemorativas que marcan nuestro recorrido anual a través del tiempo son oportunidades de volver a actuar los eventos y los logros que estamos recordando.

Cada Shavuot, otra vez experimentamos la revelación en el Sinaí y nuestra adquisición de la fundación de nuestras vidas. Cada año el 17 de Tamuz otra vez lidiamos con las caídas que caracterizan los eventos del día. El mes de Elul y los primeros diez días de Tishrei, corresponden a la tercera vuelta de 40 días de Moshé en el Monte Sinaí, como días de buena voluntad entre Di-s y el hombre, días en el que el Creador está mucho más accesible para todo el que Lo busca.

Y Iom Kipur, el día más sagrado y potente del año, marca el clímax de esta saga de 120 días. Desde el día en que Di-s dio las Segundas Tablas al pueblo de Israel, este día es un manantial de Teshuvá: la fuente de nuestra capacidad de reclamar las deficiencias del pasado como combustible para alcanzar alturas inimaginables.

La confesión del Rebe

El anochecer se acercaba. En pocos minutos comenzaría Iom Kipur, el día más sagrado del año. El gran salón de la Sinagoga estaba colmado de gente. Un silencio incorpóreo inundaba el lugar. Nadie parecía moverse. Los feligreses miraban al suelo, o al vacío, pareciendo más muertos que vivos, algo así como una extraña fotografía en gris y negro.

Corría el año 1945, justo después de la Segunda Guerra Mundial. El lugar: Un campo de refugiados en algún lugar de Alemania. Judíos recién salidos de los campos de concentración, se reunieron en una barraca- convertida en Sinagoga- para rezar.

El “Rabino” elegido unánimemente para esa única ocasión no era otro que el famoso Rebe de Kloisemburg, Rabi Iekutiel Iehuda Halbershtam. Su santidad y erudición eran incuestionables, pero lo más prodigioso era, que siguió reteniendo esas aptitudes luego de perder a su esposa y 11 hijos en manos de los Nazis.

La “congregación” estaba compuesta por todo tipo de judíos. Desde los ultra- ortodoxos, hasta aquellos que hasta ese momento no habían asistido nunca a una Sinagoga. Pero todos tenían algo en común. Ninguno de ellos podía comprender lo que habían pasado.

Lentamente, el oficiante comenzó a cantar y la congregación lo siguió. De hecho existía mucho llanto genuino contenido esa noche. Hasta que llegaron al párrafo de la confesión llamado “Al Jet” (“Por el pecado”) dónde pedimos perdón por los pecados que cometimos con nuestros ojos, nuestras manos, por el descaro, la crueldad y demás.

De pronto, uno de los congregantes se puso de pie y golpeó el piso con su pie. “¡No! Gritó. “¡No!”

Todos lo miraron. Uno o dos trataron de calmarlo. “¡No!” los miró y gritó.

“¿Qué? ¡¿Yo debo pedir perdón a Di-s por los pecados que realicé con mis manos y mis ojos?!

“¡Estos ojos vieron cómo fueron asesinados mis hijos! ¡Estas manos no tuvieron tiempo para pecar, debían trabajar para los malvados alemanes día y noche!”

“¿ Qué? ¿Fui descarado?. ¡No pude levantar mi cabeza por tres años! ¡¿Fui cruel?! ¡Di hasta el último pedazo de mi pan a gente que no conocía!

“¡No!. ¡No! Si alguien tiene que pedir perdón, es Di-s. ¡Di-s debe pedirnos perdón! Él dio a los Nazis ojos para ver y manos para torturar, descaro y crueldad para violar y matar. ¡Así que dejemos que Él nos pida perdón!”

La habitación quedó en silencio nuevamente, y todos los ojos llenos de lágrimas se dirigieron al Rebe de Kloisembug. ¿Qué dirá él?

Después de unos segundos de profundo silencio, el Rebe aclaró su voz y dijo:

“Tú… tienes… razón”

En ese instante todos estallaron en un incontrolable llanto. Hombres caían sobre sus rodillas, y otros ponían sus rostros entre sus manos y lloraban más y más.

Luego que el sollozo se aplacó, y reinó nuevamente la tranquilidad, el Rebe continuó con sus palabras.

“Pero quiero contarles por qué pediré perdón a Di-s hoy: En nuestro campo, los guardias acostumbraban a divertirse cada mañana con un juego sádico. Nos formaban en fila y elegían a cinco de nosotros. Estas desafortunadas almas eran forzadas a cargar una pesada cantidad de ladrillos y saltar a un empinado escalón frente a todos. Si un ladrillo caía, agregaban dos en su lugar, y si el prisionero mismo caía, era torturado lentamente hasta morir, ante nuestros ojos. Es verdad que el resto del día no era mejor. El frío era insoportable, nuestras ropas estaban infectadas de pulgas y apenas si recibíamos algún alimento. Todos estaban enfermos, y la gente moría cual moscas. Pero lo más humillante y terrible era la formación de la mañana.

Llegué al punto de que mi rezo en las noches, antes de dormir, era: ‘ Di-s Misericordioso, hazme morir mientras duermo. Por favor, que no despierte mañana en la mañana’

Y es por eso que deseo pedir perdón. Éste es el pecado que confieso este Iom Kipur. Nunca pensé que si rezaba, si ya iba a solicitarle algo a Di-s, debía pedirle que me redima. Olvidé que podía existir algo semejante a ser liberado…”

Después de unos minutos, la Plegaria continuó.

Por Rabí Tuvia Bolton, Ieshivá Or Hatmimim, Kfar Jabad, Israel.

Adentro de Ioná, adentro del pez

En Iom Kipur por la tarde, leemos el Libro de Jonás, conocido popularmente como «Maftir Ioná», el cual se ha convertido en un codiciado honor en la Sinagoga.

Esta dramática aventura en alta mar contiene en su interior una muy conmovedora e inspiradora historia de arrepentimiento y reflexión.

La historia en breve:

Di-s convoca a Ioná para que llamara a los residentes malvados de Ninvé para que se arrepientan, pero Ioná intenta escapar, subiéndose a un barco con destino a otro lugar.

Una fuerte tormenta esta a punto de romper el barco, y los marineros comenzaron a gritar: «Cada uno que le ore a su Di-s». Pero Ioná estaba profundamente dormido.

El capitán del barco se acerca a Ioná: «¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! Ora a tu Di-s para que nos salve», mientras los pasajeros le preguntaban cuál era su ocupación y de dónde provenía.

Ioná pidió que lo tiraran del barco, y la tormenta cesó. Un gran pez se lo tragó, y Ioná desde las profundidades acuáticas.

«Lloré a Di-s, y Él me escuchó. Desde lo profundo del abismo lloré…Me echaste a lo profundo, al corazón de los mares, Tus olas pasaron sobre mí. Descendí al fondo de las montañas, las barras de la tierra se acercaban a mí, y sin embargo me levantaste del fondo del pozo, Oh Eterno…»

Di-s le ordenó al pez que escupiera a Ioná a la tierra firme, fue a Ninvé hizo que su gente se arrepintiera.

Pero Ioná se sintió frustrado al ver que su amenaza inicial de muerte y destrucción no se había materializado y Ninvé se salvó. Ioná pidió morir, «porque la muerte es mejor que la vida».

Di-s corrige la negatividad de Ioná. Como Ioná descansaba cerca de Ninvé, una vida frondosa se levantó para darle sombra y comodidad, pero la vida se marchitó por la mañana. Ioná estaba entristecido por la pérdida, y Di-s respondió: «Tienes lástima de una planta por la cual no trabajaste, que vivió una noche y pereció. ¿Acaso no tendré misericordia y compasión de todos los habitantes de Ninvé?».

En un nivel más profundo

Divinamente profunda, la Torá multifacética de Di-s se puede apreciar en diferentes dimensiones y niveles. Además de su interpretación literal, las historias de la Torá contienen interpretaciones alegóricas con amplias aplicaciones espirituales y psicológicas. Además de resaltar una persona en particular en un momento y lugar determinado, la Torá se dirige directamente a todos nosotros, donde quiera que nos encontremos. De hecho, la historia de Ioná hace referencia a «todo el ciclo vital de los seres humanos en este mundo» (Zohar Vayakhel p. 199).

El viaje del alma

El nombre «Ioná», significa literalmente, paloma. A lo largo del libro del Cantar de los Cantares, la fiel amante «esposa» se compara con una paloma, porque la paloma es siempre fiel y leal a su compañero. Del mismo modo, la esencia de nuestra alma permanece fiel a Di-s, negándose a dejarse llevar por el placer material y la tentación.

Por: Rabi Yosef Y. Jacobson

5 Aflicciones en Yom Kipur

No solamente comer y beber, sino también todos los placeres corporales están prohibidos en Iom Kipur. Los Sabios han enumerado cinco aflicciones: Debemos abstenernos de comer, beber, lavar o ungir el cuerpo, usar zapatos de cuero y tener relaciones maritales.

Estas cinco aflicciones corresponden a los Cinco Libros de la Torá, los que aceptamos sin dejar que nuestras necesidades físicas intervengan. También corresponden a los cinco sentidos con los que el hombre cumple mitzvot y comete transgresiones; a las cinco veces que el término nefesh [alma] es mencionado en la lectura de la Torá en Iom Kipur; a las cinco inmersiones del Kohen Gadol en Iom Kipur cuando estaba el Santuario; y a los cinco servicios de plegaria establecidos para el día: Ma’ariv, Shajarit, Musaf, Minjá, y Ne’ila.

El hombre, objetivo de la creación

«Este día es el comienzo de Tu obra»…(de la plegaria de Rosh Hashaná).

Fijamos a Rosh Hashaná, el principio del año, en el primero del mes de Tishrei, que es el sexto día del Génesis, día de la creación del hombre. A la luz de esto debemos entender: ¡¿Por qué la terminología utilizada en la plegaria es «Este día es el comienzo de Tu obra», cuando Rosh Hashaná no es «el comienzo de Tu obra», sino como se dijo, el sexto día de la Creación?!

La explicación brindada al respecto es la siguiente: siendo que el hombre es el objetivo y la intención final de toda la Creación, y cuando es creado el hombre llegó la misma a su culminación y perfección, por ello este día es llamado «el comienzo de Tu obra», ya que antes que fuera creado Adam es como que no existiera creación alguna.

CANTIDAD Y CALIDAD

Pero esta explicación requiere ser aclarada: ¿cómo puede plantearse que hasta que fuera creado el hombre es como si no existiera nada, cuando en realidad ya había un gran mundo, del cual el hombre sería tan sólo una minúscula partícula?!. ¿No es acaso esta Creación el motivo de nuestra alabanza al Altísimo en los términos de «¡Cuán  múltiples son Tus obras, Oh Di-s!». El hombre ocupa de ellas un espacio de lo más diminuto, ya que hay mucho menos seres humanos que animales, menos aún que plantas, y ni que hablar de minerales (materia silenciosa)?.

Nos enseña aquí Rosh Hashaná un principio esencial: lo importante no es la cantidad sino la calidad. En lo que hace a cantidad- es verdad que la materia inanimada ocupa el lugar más predominante. Le sigue el reino vegetal, luego el animal, mientras que el hombre representa una minoría insignificante; pero en términos de calidad, no hay comparación alguna entre el mineral, el vegetal y el animal con el hombre, ya que el hombre se encuentra en un nivel cuantitativo infinitamente superior.

INTELECTO VERDADERO

En el mineral- no hay espíritu de vida alguna. En el vegetal hay vitalidad para el crecimiento, pero no hay alma viviente. Encima de ello se encuentra el grupo animal, que ya posee un alma viviente, pero carece de razón. Es verdad que también los animales poseen inteligencia, pero su inteligencia no tiene capacidad de funcionar independientemente, es sólo un instrumento para servir a sus necesidades materiales y nada más. A diferencia de ello, el hombre posee un intelecto independiente, donde la razón y la sabiduría son un fin en sí mismo (más allá de permitir lograr suplir las necesidades físicas del individuo).

Más aún, la perfección del intelecto humano tiene lugar cuando el hombre hace uso de él no sólo para lograr sus necesidades materiales, sino para elevarse hacia los niveles espirituales, en los temas de la razón y la espiritualidad, hasta que el propio intelecto logra la anulación propia frente al Altísimo, quien es superior a la razón lógica. Y en ello radica la singularidad y la virtud esencial del hombre.

LA ESPIRITUALIDAD ES LO PRINCIPAL

Es éste justamente el mensaje de Rosh Hashaná. Cuando el hombre observa en su derredor, descubre que la mayor parte de su tiempo y esfuerzo está dirigida a cubrir sus necesidades materiales. A su vez, observa que el número de hombres espirituales es inferior, numéricamente, en comparación a quienes están inmersos en el materialismo. Esto puede llegar a despertar la duda, que puede que el materialismo sea lo principal en la vida.

Rosh Hashaná nos enseña que lo correcto es precisamente todo lo opuesto. Es verdad que en términos cuantitativos la materia ocupa muchísimo más lugar que el espíritu, pero lo principal es el espíritu. Por ello, a pesar de que en los seis días del Génesis fue creado un mundo grande y poderoso, sin embargo es considerado nulo y nada absoluta hasta el momento de la Creación del hombre. Recién a partir de la creación de Adam, el mundo alcanzó el punto para ser considerado «el comienzo de Tu obra», cuando el hombre coronó a Hashem sobre la Creación toda, y reveló en ella su fuente Divina.

(Likutei Sijot tomo 9, Pág. 953. Igrot Melej tomo 1 Pág. 65)

Un nuevo flujo de vida

¿El universo está vivo?

Los Sabios lo ven pulsante con energía espiritual. El «pulso» es el ritmo de la fuerza vital Divina que recrea continuamente todo lo que existe. Los Sabios hablan de esto como un flujo de energía que emana de Di-s, Quien es infinitamente más allá del universo. La energía espiritual da vida a todo lo que hay, a las galaxias, al sistema solar, a nuestro planeta tierra, a cada animal o ave, a cada hoja y cada granito de arena, manteniéndolos en existencia.

Esta enseñanza Jasídica nos ayuda a entender el concepto de Rosh Hashaná, el Año Nuevo. La fuerza vital no es un flujo constante que no cambia, sino que es un pulso. Así que en Rosh Hashaná, el aniversario de la Creación, hay una nueva explosión de fuerza vital que viene de Di-s. Los Sabios nos dicen que cada año, esta corriente proviene de un nivel más alto de Santidad que antes. En términos espirituales, cada año nuevo, es por lo tanto, verdaderamente ‘Nuevo’. Hay nuevas posibilidades y nuevos potenciales inexplorados.

¿Qué papel juega el judío en este proceso?

La enseñanza Judía nos dice que la existencia tiene un propósito espiritual: crear una morada para Divinidad en este mundo. Esto significa que los detalles de la vida expresen y reflejen la Santidad de Di-s. Al pueblo Judío se le dio la responsabilidad de tratar de hacer que esto suceda. Las enseñanzas de la Torá guían al pueblo judío, y a toda la humanidad, a vivir de tal manera que la bondad y Santidad se pueden expresar en sus vidas.

Rosh Hashaná es el tiempo en el que cada judío recuerda esta tarea. Nos dirigimos a Di-s con profundo sentimiento: “Nosotros vamos a ser Su pueblo, y Él va a ser nuestro Di-s”. En el nuevo mundo del Año Nuevo, vamos a intentar cumplir con nuestra tarea, y al mismo tiempo le pedimos a Di-s que nos conceda todo lo que necesitamos para poder hacerlo con alegría.

Que el nuevo flujo vital de este Rosh Hashaná traiga paz, dulzura, luz, salud y prosperidad a todo el Pueblo Judío, en Israel y en todo el mundo. Y que el bienestar de la nación Judía traiga alegría a la humanidad.

Por: Tali Loewenthal

El cerebro de 48 horas

Hoy en día la neurología es lo que antes considerábamos ciencia ficción. Se han dibujado mapas de todas las áreas del cerebro, prácticamente todo fue estudiado e investigado. Con la ayuda de un neurotransmisor podemos escuchar una canción olvidada hace más de 30 años, manipulando una raíz nerviosa podemos perder el deseo de comer papas fritas y perder de esta forma 8 kilos en un mes. Bueno, no para tanto, pero ya casi lo logramos.

El año, un cuerpo de 365 miembros y nervios, también tiene un cerebro, las 48 horas de Rosh Hashana. Esa es la traducción literal de Rosh Hashana: «Cabeza del año». En Rosh Hashana coronamos a Di-s como nuestro Rey y Di-s renueva su deseo de crear un mundo físico. Canales de vitalidad y energía conectan las 48 horas de Rosh Hashana con los cientos de días, miles de horas y millones de segundos a los largo del año, de la misma forma que el cerebro se conecta con el cuerpo.

Es por eso que los días de Rosh Hashana son tan especiales: el impacto de cada acción se reproduce miles de veces. Si somos bondadosos en Rosh Hashana, seremos más bondadosos a lo largo del año. Si medimos nuestras palabras en estos dos días, nuestro hablar será más refinado durante el año. Si nos concentramos en alguna debilidad y hacemos un esfuerzo mayor, nos daremos cuenta que nuestra resolución es más efectiva que si la haríamos en otro momento.

Si puedes acceder a tu cerebro, puedes hacer prácticamente todo. Puedes despertar recuerdos olvidados, restaurar viejos talentos, aliviar miedos, magnificar alegrías, destruir prejuicios, estimular tus intereses y cambiar tu motivación. Básicamente puedes reprogramar tu vida, aunque sea por un año.

Por: Yanki Tauber

Jana y Rosh Hashaná

Jana fue una de las siete mujeres a las que Di-s les dio el poder de la profecía, así que en total tenemos siete mujeres profetisas, y cuarenta y ocho profetas, cuyas profecías son mencionadas en el Tanaj.

La historia, como la leemos en Rosh Hashaná a partir del primer capítulo del libro de Shmuel 1, se inicia presentándonos a Elcana, el marido de Jana. Fue un Levita (perteneciente a la tribu de Leví) y vivía en Ramataim Zofim del monte de Efraim. Elcana era un hombre de noble carácter y gran piedad. Vio con dolor como muchos de sus hermanos judíos se alejaban lentamente de Di-s, y decidió generar un vívido interés en el centro espiritual de Shiló, donde Eli el Alto Sacerdote era el juez de Israel en esos días.

Como está establecido en la Torá, Elcana realizaba un peregrinaje a Shiloh durante cada una de las Tres Temporadas de Festival. Junto con él, su familia pasaba la festividad en una atmósfera religiosa en la ciudad santa del Santuario. Cuando la gente veía la caravana de Elcana de camino a Shiló un espíritu festivo y de felicidad, muchos se les unían . Un vínculo más estrecho se desarrolló así entre el pueblo judío y su centro espiritual en Shiloh, gracias a la influencia de Elcana.

Jana era una de las dos esposas de Elcana y no tenía hijos. Silenciosamente sufrió muchas humillaciones a las manos de las más afortunada Penina, quien tenía hijos. En uno de los peregrinajes anuales a Shiló, Jana se levantó en el Santuario y le abrió su corazón a Di-s. Le rezó que la bendijera  con un hijo, e hizo votos de que lo consagraría toda la vida de su hijo a Di-s. Rezó en silencio, balanceándose ligeramente. Eli la vio y creyó que estaba borracha. Él la reprendió por entrar al Santuario en un estado de ebriedad. Pero Jana respondió con dignidad, «No, señor mío, yo soy una mujer de espíritu doloroso; no he bebido ni vino ni bebida fuerte, sino que he derramado mi alma delante de Di-s.»

Eli se dio cuenta de la profunda piedad y el dolor que habían movido a esta mujer y le dijo, «Ve en paz, y el Di-s de Israel te otorgue la petición que le has hecho.» Jana se lo agradeció graciosamente y se fue con felicidad en su corazón, con la seguridad de que su plegaria había sido aceptada.

Corrido el tiempo, le nació un hijo al que llamó Shmuel, lo que significaba como ella dijo: «Se lo pedí (prestado) a Di-s.» La alegría de Jana no tenía límites. Los primeros años los mantuvo en la casa. Luego, fiel a su promesa, lo llevó a Shiló con una ofrenda de gratitud a Di-s. Llevando el niño a Eli, el Alto Sacerdote, Jana dijo, «Mi señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a tí, orándole a Di-s. Por este niño oraba, y Di-s me dio lo que le pedí.» Le contó a Eli sobre su voto, y dejó su amado hijo al cuidado de Eli, para que lo criase en una atmósfera totalmente sagrada en el Santuario.

Uno podría pensar que Jana tendría el corazón partido de separarse de su hijo, por el que había rezado por tantos años. Pero Jana estaba llena de gozo al rezarle a Di-s y dijo, «Mi corazón se regocija en Di-s.” Estas fueron las primeras palabras de la famosa profecía de Jana, que forma un maravilloso himno: «No hay santo como Di-s, porque no hay ninguno fuera de Ti; y no hay refugio como nuestro Di-s.

«No habléis más con tanto orgullo, ni dejéis que salga arrogancia de vuestra boca, porque Di-s es un Di-s que sabe todo; y Él conoce todas las acciones. Di-s mata y da vida, hace descender a la tumba y hace subir. Di-s empobrece y enriquece; abate y ensalza. Levanta del polvo al pobre, y al menesteroso ensalza del estiércol, para asentarlo entre los príncipes, y hace que hereden el asiento de la gloria …”

Al leer las inspiradoras palabras de la profetisa, podemos ver de inmediato lo apropiadas que son para el Día de Juicio, Rosh Hashaná, cuando Di-s decide la suerte de cada persona: quiénes vivirán, quiénes serán ricos, quiénes serán honrados o no.

Nuestros Sabios nos cuentan que la profetisa Jana nos ha enseñado varias cosas importantes. Uno de ellos es la importancia de recitar plegarias en un murmullo. Como saben, tenemos el Shemone Esre ”silencioso”, el cual es luego repetido en voz alta por el Jazan (si el servicio es celebrado en la sinagoga). El Shemone Esre ”silencioso”, que decimos en un murmullo, con nuestros labios moviéndose pero con nuestra voz apenas audible, de la manera que rezaba Jana, es la parte más importante de nuestra plegaria. Cuando el corazón está lleno y abrumado en la presencia del Todopoderoso, entonces la plegaria es mejor expresada en un murmullo.

Jana también introdujo el nombre santo de Di-s, como el «Di-s de Anfitriones», es decir, el Señor de todo el universo, los anfitriones de cielo y tierra. Es muy apropiado en Rosh Hashaná, cuando proclamamos el reino de Di-s sobre todo el mundo.

El primer verso de la plegaria de Jana contiene la profecía de que su hijo Samuel sería un profeta en Israel; que en sus días el pueblo de Israel sería salvado de los filisteos; que haría muchos milagros y maravillas; y que su nieto Heyman con sus catorce hijos cantaría y diría Salmos en el Beit Hamikdash, junto con otros Levitas.

En el segundo verso, Jana predice la derrota de Sanjerib en las puertas de Jerusalén. Luego profetiza sobre Nabucodonosor y otros enemigos de Israel quienes pagarían por su malignidad; entre ellos, los Macedonios (griegos) quienes serían derrotados por los Macabeos; el malvado Amán y sus hijos y su derrota a manos de Mordejai y Esther.»

7 Personas que dejaron su huella en Rosh HaShaná

  1. Adám
    Rosh HaShaná coincide con el sexto día de la Creación, cuando Di‐s creó a Adám. Hashem eligió el cumpleaños del primer ser humano como el día que marca el Año Nuevo judío.
    ¿Por qué celebramos Rosh HaShaná en el aniversario de la humanidad? Porque los descendientes de Adám, jugamos un papel integral en la Creación. Di‐s creó un mundo incompleto.
    Depende de nosotros usar el próximo año para llenar ese vacío, infundiendo al mundo Divinidad y santidad.
  2. Sara
    Nuestra matriarca Sara fue estéril, hasta que milagrosamente dio a luz a Isaac a la edad de 90 años. Nuestros Sabios dicen que fue en Rosh HaShaná que Di‐s “recordó” a Sara, lo que resultó en la concepción de Itzjak
    La lectura de la Torá del primer día de Rosh HaShaná relata la historia del nacimiento y los años de formación de Itzjak.
  3. Itzjak
    La lectura de la Torá del segundo día de Rosh HaShaná presenta a Itzjak. Relata la historia de la atadura, en cuyo mérito oramos para que Di‐s nos juzgue favorablemente y nos conceda un año de bendiciones.
    Un detalle de esta historia es el carnero cuyos cuernos estaban enredados en un matorral, recordado por el Shofar, hecho con un cuerno de carnero.
  4. Rajel
    Rajel vio cómo su hermana Lea le daba a Iaakov un hijo tras otro, mientras era estéril. Finalmente, en Rosh HaShaná, Rajel fue recordada, y resultó embarazada con Iosef
  5. Jana
    Jana, madre del profeta Shmuel, es parte del trío de mujeres estériles que fueron recordadas en lo alto en Rosh HaShaná.
    En conmemoración, leemos la historia de Jana en la Haftará del primer día de Rosh HaShaná.
    Este relato subraya el poder de la plegaria.
  6. Guedalia
    Después de que se destruyó el primer Templo Sagrado en Jerusalém, se nombró al justo Guedalia como gober‐
    nador de los judíos restantes.
    Bajo su liderazgo, el pequeño grupo comenzó a recuperar cierta sensación de paz y seguridad. Pero, en Rosh HaShaná, Guedalia fue asesinado por un judío celoso y traidor llamado Ishmael.
    Así, las últimas chispas de vida judía en la Tierra de Israel se extinguieron.
    Para conmemorar este triste hito en nuestra historia, el día siguiente a Rosh HaShaná es día de ayuno, Tzom Guedalia.
  7. ¡Tú!
    Rosh HaShaná es un día de Plegaria, para pedirle al Todopoderoso que nos conceda un año de paz, prosperidad
    y bendición. También es un día alegre, pues proclamamos a Di‐s Rey del Universo.
    Los cabalistas enseñan que la existencia continua del universo depende del deseo de Di‐s por un mundo, un
    deseo que se renueva cuando aceptamos Su reinado cada Rosh Hashaná.
    Esto es algo que depende de todos, al escuchar los toques del Shofar y decidir servir a Di‐s durante el próximo
    año lo mejor que podamos. El verdadero héroe de Rosh Hashaná eres tú.