El bebé del Etrog

Cierta vez vivía en una pequeña aldea un santo Rabí. Por supuesto, se cuidaba de observar todas las mitzvot de la mejor manera posible, y en cada uno de sus detalles. 

Pero amaba especialmente la mitzvá de las “Cuatro Especies”, pues ésta era una mitzvá que no podía cumplirse en todo el año y sólo venía junto con la festividad de Sucot. ¡Cuántos pensamientos y símbolos elevados estaban ligados a esta mitzva! No es de extrañar, entonces, que el Rabí no escatimara dinero para obtener el más perfecto Etrog posible.

Varias semanas antes de que llegara Sucot, el Rabí enviaba un mensajero especial para que le comprara un Etrog perfecto. El mensajero viajaba a la ciudad grande más cercana, y si era necesario, a ciudades más lejanas, examinaba todos los etroguím que estaban a la venta, y elegía luego el más hermoso y perfecto sin fijarse en el precio. Nunca antes había sucedido que el mensajero regresara sin un Etrog perfecto.

Pero estaba vez sí sucedió, y el Rabí estaba profundamente apenado. El mensajero le contó que había viajado por muchas ciudades, y había examinado numerosos Etroguím, pero no había encontrado uno que se ajustara a los requerimientos del Rabí. Probablemente ese había sido un mal año para la plantación de Etroguím, pues la mayoría de ellos tenía manchas y otros defectos y no tuvo otra alternativa que rechazarlos.

En la pequeña aldea todos estaban tristes por esta contrariedad, pues amaban mucho a su Rabí. Además, sabían que si el Rabí no tenía un Etrog para Sucot, también ellos se verían privados de la oportunidad de recitar la bendición sobre las Cuatro Especies, porque generalmente el Etrog del Rabí era el único en esta pequeña y pobre comunidad. Repentinamente pareció haber un rayo de esperanza. Un viajante que pasaba por la pequeña aldea, al escuchar de la preocupación del Rabí, contó a la gente que en cierta aldea lejana, próxima a la frontera, había un judío acaudalado que tenía el Etrog más hermoso y perfecto.

Dos de los amigos más cercanos al Rabí no perdieron tiempo. Alquilaron un caballo y una carreta y partieron hacia aquella aldea, próxima a la frontera. Cinco días después arribaron allí y se dirigieron de inmediato a la casa del judío rico que tenía un Etrog perfecto. Pidieron al dueño del Etrog que se los mostrara, cosa que éste hizo orgulloso. Extrajo su caja de plata, desenvolvió el algodón blanco y puro que lo protegía, y allí, ante sus ojos, tenían un Etrog de

extraordinaria belleza y perfección.

“Exactamente el Etrog que buscamos para nuestro reverenciado Rabí”, dijeron los dos mensajeros. Extrajeron todo el dinero que traían consigo y lo pusieron sobre la mesa.

“No hay dinero en el mundo con el que se me pueda comprar este Etrog”, dijo el dueño. “Yo también soy judío y amo la mitzvá del Etrog. Lo siento amigos, el Etrog no está en venta”.

Los dos mensajeros comenzaron a implorar al hombre que les vendiera el Etrog. Le dijeron que seguro podría obtener otro y, aunque no fuera tan perfecto, sería lo suficientemente bueno como para recitar sobre él la bendición; su santo Rabí, por otro lado, sufría enorme pena al no tener un Etrog, y tampoco la comunidad tendría uno.

El dueño se lamentó, pero no cedió. “Es la primera vez en mi vida que he sido afortunado comopara conseguir un Etrog tan perfecto y no me separaré de él. Prueben suerte en otra parte”.

Profundamente decepcionados, los dos mensajeros le desearon un feliz Año Nuevo y un feliz Iom Tov, y se dieron vuelta dispuestos a irse.

“¡Esperen!”, los volvió a llamar el hombre. “Hay una condición que podría hacerme cambiar de opinión. Hasta daría con gusto el Etrog como regalo al santo Rabí, de cumplirse la condición”.

“¿Cuál es la condición”, preguntaron esperanzados.

“Di-s me ha bendecido con una buena esposa y con riquezas, pero nos ha negado la bendición de un hijo. Ni mi mujer ni yo somos jóvenes. Daré este Etrog como regalo al Rabí si él bendice a mi mujer y a mí para que tengamos nuestro propio hijo el año que viene en esta época. Pero deben saber que este regalo está sujeto al cumplimiento de esta condición. De otra manera se considerará como si hubiera sido obtenido por engaño. En ese caso, el Rabí estaría pronunciando la bendición sobre un Etrog robado, y no habrá cumplido, Di-s libre, la mitzvá”.

Los rostros de los dos mensajeros se ensombrecieron, y sus esperanzas se esfumaron. ¿Cómo podrían ellos aceptar el Etrog bajo semejante condición? Intentaron convencer una vez más al hombre para que les vendiera el Etrog y que depositara su confianza en que Di-s lo recompensaría según los deseos de su corazón. Pero el hombre no estaba dispuesto a cambiar de idea. “Tómenlo o déjenlo. Yo cederé mi Etrog únicamente bajo esa condición”.

Luego de discutir la cuestión entre sí unos minutos, los mensajeros decidieron aceptar el Etrog según la condición del hombre, y se apuraron a regresar a casa tan rápido como pudieron.

Cuando estuvieron frente a su amado Rabí, le informaron jubilosos que habían traído un Etrog. Cuando el Rabí lo vio, brillando como oro en su envoltura de algodón blanco, su rostro se encendió, dispuesto a bailar de alegría.

“Pero…”, los mensajeros comenzaron a balbucear.

“¿Pero qué?”, preguntó el Rabí.

“Junto con este Etrog va una condición”, y le contaron de qué se trataba.

Por un momento el brillo desapareció del rostro del Rabí y se lo veía muy serio, sumido en sus pensamientos. Luego dijo: “Sólo puedo dejar la cuestión en las manos de Di-s; bendeciré al hombre y a su mujer, tal como ha pedido, y que el Altísimo haga según Su voluntad”.

El rostro del Rabí volvió a encenderse una vez más con alegría interior, en tanto acariciaba el Etrog y admiraba su belleza y perfección. Esperaba ansioso que llegara Sucot, cuando podría cumplir la gran mitzvá de recitar la bendición sobre el Etrog.

Pasó casi un año, y poco antes de Sucot llegó un mensaje de parte del acaudalado judío de la lejana ciudad próxima a la frontera, informando que la bendición del Rabí se había cumplido y que habían tenido un varón. Junto con el mensaje había un hermoso y perfecto Etrog como regalo para el Rabí, esta vez sin ninguna condición.

Año tras año el acaudalado hombre enviaba al santo Rabí un hermoso Etrog antes de Sucot. Un año, el Etrog fue traído por un elegante joven.

“Yo soy el ‘bebé del Etrog’ “, se presentó el joven. “Mi nombre es Moshé, y mi padre me envió a que estudie Torá bajo su tutela”.

Moshé o, como lo llamaba la gente, “Moshé Etrog”, estudió Torá con entusiasmo, y observaba todas las mitzvot con alegría. Pero, por encima de todo, apreciaba la mitzvá del Etrog, que observaba con especial alegría e inspiración.

Hogar dulce Hogar

La verdadera morada de un sincero arrepentimiento, es la Sucá.

«…Que tus generaciones sepan que Yo causé que los Hijos de Israel moren en Cabañas». (Levítico 23:43)

¿Cuál es el significado en el orden del año? ¿Por qué Sucot, la fiesta de las cabañas, viene en seguida después de Rosh Hashaná y Iom Kipur?

Rashi dice en este versículo, que «Sucot«, literalmente «cabañas», se refiere a las Nubes de Gloria que protegían a los Hijos de Israel cuando salieron de Egipto. Si es así, pregunta Rabeinu Asher (conocido por el nombre de su famoso epítome de la Ley Judía, el «Tur»), ¿Por qué no celebramos Sucot en el mes de Nisan en la Primavera, cuando los Hijos de Israel fueron protegidos por el calor ardiente del desierto por las «Nubes de Gloria»?

El Tur contesta que si las personas saldrían a la Sucá en Nisan, cuando el clima es cálido y seco en la Tierra de Israel, no sería algo muy inusual. Pero si se van de sus casas, a morar en cabañas en el mes de Tishrei (como lo hacemos hoy en día), cuando el clima allí comienza a estar más fresco y húmedo, sería obvio que no lo estamos haciendo por comodidad, sino, para servir a Di-s.

El Jidushei HaRim trae otra respuesta en tradición a los maestros Jasídicos Polacos: Cuando en la Torá, en Parshat Emor, nos describe los detalles de la festividad de Sucot, nos instruye que debemos morar por siete días en la Sucá. «… para que las futuras generaciones sepan que “Yo lo hice morar en cabañas cuando los saqué de Egipto». (Levítico, 23:43)

Durante todo el año, el judío pelea contra su mala inclinación, cayendo de tiempo en tiempo en la transgresión. Siendo que el Talmud establece que una persona no comete una transgresión a menos que un espíritu de enajenación lo embargue (Tratado de Sotá 3a), todo el año la persona está como sin discernimiento. Sin sensatez, uno no puede cumplir adecuadamente la mitzvá de Sucá.

Un Baal Teshuvá verdadero (arrepentido, retornante), luego de los días de Rosh Hashaná y Iom Kipur, queda sin un lugar al que pueda llamar ‘casa’. El Baal Teshuvá está en su propio mundo, un mundo que incluso los Tzadikim (rectos) no tienen acceso, como establecen nuestros Sabios, «En el lugar en que los Baalei Teshuvá están parados, incluso los Tzadikim absolutos no tienen acceso» (Talmud, tratado de Berajot 34b).   Di-s, que deseaba que el Baal Teshuvá se convierta en quien es, está obligado a su vez de proveerlo de un lugar para que el Baal Teshuvá pueda vivir. Ese lugar es la Sucá.

Di-s, es llamado «El Lugar» (En Hebreo, «HaMakom»). Incluso Él, que hizo que este mundo exista y no hay lugar en el mundo que esté desprovisto de Su presencia, Su lugar no es en este mundo. Por lo tanto, sólo Di-s puede crear un lugar para alguien que no tiene lugar donde morar. En verdad, en virtud de convertirse en una persona sin lugar, el Baal Teshuvá tiene la posibilidad de hacer de cualquier lugar en el mundo, su morada.

Este mundo existe sobre tres pilares: Verdad, Juicio y Paz. «Verdad» es Rosh Hashaná, cuando Di-s asigna a cada uno lo que honestamente precisa. Iom Kipur es el Juicio, el  momento del juicio principal de cada individuo. Sucot es Paz, cuando Di-s extiende Su Sucá de Paz para los Baalei Teshuvá. La Sucá es física, estructuras finitas de madera y ramas que, extraordinariamente crean un receptáculo para una infinita e ilimitada morada para la Divina Presencia. El mundo que incesantemente expone la Divina Presencia, es el mundo de un verdadero Baal Teshuvá. Por lo tanto, siendo que la presencia de Di-s llena este mundo, también cada lugar del mundo se convierte en una morada para el Baal Teshuvá.

Sólo después de la expiación de Rosh Hashaná y Iom Kipur en el mes de Tishrei, cuando la persona se limpia de sus transgresiones y decide ser un tzadik de ahora en más, es que tiene el entendimiento para cumplir adecuadamente con la Mitzvá de Sucá.

Basado en Sfat Emet y otras fuentes de la Kabalá y el Jasidut.

Por Biniomin Adilman

¿Por que nos alegramos en la alegría de Bet Hashoeva?

«Quien no vio la alegría de Beit Hashoevá no vio alegría en sus días» (Sucá 51,a)

En la Fiesta de Sucot hay un mandato especial de alegrarse, y la misma fiesta es llamada en nuestras plegarias «Tiempo de nuestra alegría», Zman Simjateinu. 

Además, hay en esta fiesta preceptos que traen consigo alegría adicional, como ser la alegría de Bet Hashoevá, la cual está ligada con el precepto de verter el agua sobre el altar del Templo de Jerusalem(1). Cuando se extraía el agua del río Shiloaj se festejaba con gran algarabía, «y extraerán agua con júbilo, de los manantiales de la salvación»(2)

La alegría de Bet Hashoevá supera a todas las demás alegrías, al extremo de que nuestros Sabios z»l declararon (3) que: «Quien no vio la alegría de Bet Hashoevá, no vio alegría en sus días». ¿Qué tiene de especial verter agua sobre el altar como para generar una alegría de tal magnitud?

VINO – ALEGRÍA LIMITADA

En el Sagrado Templo se vertía vino sobre el altar. El derramar el vino se realizaba con alegría y cánticos, y como decía nuestros Sabios z»l (4): «no se recitan cánticos sino sobre el vino». Pero la alegría de verter agua la superaba totalmente. Esto es sorprendente, puesto que la característica del vino es generar alegría, mientras que el agua no posee elemento alguno que provoque alegría.

Pero en verdad justo aquí está la respuesta. El verter el vino, que alegra por naturaleza(5), genera una alegría ligada a las características y tendencias naturales del hombre. Esta es una alegría limitada en su misma esencia, ya que depende del grado de alegría que puede generar el vino. Mientras que verter el agua refleja una alegría generada por lo Divino, que no depende de la naturaleza humana, por ello es ésta una alegría ilimitada.

AGUA- ALEGRÍA SIN FIN

En ambas mitzvot,- verter el vino y verter el agua,- la alegría está ligada a la santidad del precepto. Sin embargo, en el vertido del vino la alegría de la mitzvá está engarzada con la característica alegre del vino, como decían nuestros Sabios z»l(6): «no hay alegría salvo con el vino». Eso hace que la alegría sea limitada, ya que la característica del vino que genera alegría es limitada.

En contraposición con ello, la alegría del verter agua no está vinculada con un factor natural. Por el contrario, por su naturaleza, el agua no genera alegría alguna. La alegría surge aquí del aspecto Divino de la Mitzvá,- del hecho que Hashem nos ordenó verter agua sobre el altar. El judío celebra el hecho de que se le dio el privilegio de cumplir con la Voluntad Divina. Es por ello que esta alegría no tiene medida ni límite alguno.

VINO Y AGUA HOY EN DÍA

También hoy existe el verter del agua y del vino en un sentido espiritual. «Verter el vino» significa la alegría al cumplir una mitzvá como consecuencia de una elaboración racional. Siendo que la felicidad proviene de lo racional, que es limitado, también la alegría es limitada.

«Verter el agua» significa una alegría al cumplir los preceptos, que proviene del interior del alma, más allá de la lógica. Cuando un judío se entrega totalmente al Altísimo, al escuchar que Hashem le manda cumplir una Mitzvá no requiere de un análisis intelectual y de una racionalización, y se llena espontáneamente de una poderosa alegría que brota de lo profundo de su alma Divina. Esta alegría no tiene límites, esta es la alegría de Simjat Bet Hashoevá, y quien no tuvo el privilegio de verla «no vio alegría en sus días».

(Likutei Sijot tomo 24 pag.246)

1. Rambam Hiljot Tmidin Umusafin cap 10:6 2.Ieshaiahu 12:3 3.Sucá 51:a 4.Brajot 35,a 5.Ver Menajot 20,a 6.Psajim 109,a Shulján Aruj Amur Hazakén Oraj Jaim 529 inc. 7

La visualización de las cuatro especies

«Ulekajtem lajem baiom harishon pri eitz hadar, kapot tmarim, veanaf etz avot, varvei nachal»

“Tomarán para ustedes el primer día (de Sucot) el magnífico fruto del árbol, la hoja de palmera de dátiles, ramas de árbol trenzado, y sauces de los arroyos» (Levítico 23:40).

Te encuentras sentado en la Sucá. Las paredes hechas con madera aromática. En el suelo detrás de ti hay un juego de luces y sombras generado por el Sjaj, el techo de hojas que se encuentra sobre tu cabeza. Respira profundo. Vive la paz dentro de las paredes de la Sucá.

El Sjaj en la sombra proyectada por un árbol celestial. Es antiguo, amplio y con vida. Dentro de las ramas puedes ver una fruta, un Etrog. Es el corazón dentro del corazón del Árbol de la Vida, y late con el amor infinito de Di-s, para ti.

Toma tiempo interiorizar este amor. Respira profundo. Siente cómo tu columna se estira. Tiene la forma de la hoja de palmera, el Lulav. Trasciende tu mente racional, llegando más arriba, más allá del Sjaj, dentro del corazón del árbol. Siente el punto de contacto del Lulav con el Etrog. El amor de Di-s comienza a bajar a través del Lulav-columna, hasta tu sacro.

Tu sacro está caliente. El amor comienza a sentirse. El amor del Lulav penetra tu corazón. Te lleva a tu ser más elevado.

Tu corazón se ha convertido en un todo. Es un Etrog que late con amor hacia Di-s, por la chispa de Divinidad que hay en tu alma. La alegría se despierta cuando este amor es liberado.

El amor viaja a través de tus pulmones llegando a tu boca. Tus labios tienen la forma de una hoja de sauce. No tienes necesidad de hablar, simplemente deja que tu alma se eleve.

La energía fluye incluso hasta más arriba, entrando a los ojos y así llegando hasta tu frente. Ojos de mirto iluminados. Tómate un momento en visualizar tu vida a través de los lentes de abundancia y alegría. Observa la forma en la que te despiertas cada mañana, interactúas con otros y rezas cuando estás lleno de amor y felicidad.

Por: Shimona Tzukernik

Hospitalidad Divina

Está escrito en el Zohar (Libro básico de la Cabalá), que durante los días de la festividad de Sucot concurren a la Sucá los USHPIZIN (huéspedes). Son los Tzadikim de nuestro pueblo: Abraham, Itzjak, Iaakov, Moshé, Aarón, Iosef, David. Cada día de la fiesta uno de ellos es el visitante principal y los demás lo acompañan. La primer noche recibimos a Abraham Avinu (nuestro patriarca).

Abraham se destacó por su entrega a la Mitzvá de hajnasat orjim (hospitalidad con los forasteros), que realizaba con fervor y entusiasmo.

La Guemará aprende de él que “es mayor la Mitzvá de hajnasat orjim que recibir la Morada de Di-s”, ya que Abraham pidió permiso a Di-s para interrumpir Su visita y poder atender a unos forasteros que se acercaban.

TODOS SOMOS VISITAS

La esencia de hajnasat orjim refleja la esencia de nuestro servicio a Hashem en el galut (exilio). El pueblo de Israel se encuentra en este momento en una situación de “visita”, Nuestros Sabios compararon las circunstancias del galut con “ hijos que fueron desterrados de la mesa de su padre”. El lugar natural del iehudí es encontrarse junto a la mesa de su Padre, Di-s, entonces durante el exilio el judío no está en su espacio original, adoptando la característica de foráneo. ¿Por qué creó Hashem esta situación?, Esto se debe a la integridad que logramos en nuestro servicio a Él en este período.

LA VENTAJA DEL GALUT

Nuestros Sabios dijeron: “Di-s tuvo misericordia al dispersarnos entre los pueblos”. Toda la intención de este esparcimiento a lo largo y ancho del mundo no es un castigo sino una meta positiva. La voluntad de Di-s es que cada iehudí introduzca Santidad y Divinidad en cada lugar que se encuentre y lo convierta en apto para ser “una morada para El” en el momento de la llegada del Mashíaj. También así se expresa Rabí Israel Baal Shem Tov, el primero de los huéspedes jasídicos, sobre el versículo “Di-s conduce los pasos del hombre”, es decir que a cada lugar al que el judío llega, no lo hace por propia voluntad sino que Hashem guía sus pasos para que cumpla su misión en este mundo.

LA VIRTUD DEL HUÉSPED

La Mitzvá de hajnasat orjim manifiesta la importancia y valor del servicio cuando estamos en el contexto de orjim.

Por medio de que un judío recibe hospitalidad se logra una elevación espiritual que incluye tanto al anfitrión como al invitado.

Y esta también es la riqueza exclusiva de los días del galut, ya que sólo por medio de ella podemos “recibir la Morada de Di-s” así como será  en el momento de la llegada de la Gueulá, donde se revelará la Gloria de Hashem, con alegría.

LIKUTEI SIJOT, TOMO 29, PAG. 354

Los secretos de Sucot

Sucot es la Fiesta de la Alegría; es el tiempo de cosechar el producto del campo, el huerto y la viña…

Encuentra su trabajo premiado con tanto éxito, que podría llegar a pensar que «mi poder y la fuerza de mi mano han hecho toda esta riqueza». También podría llegar a pensar que trabajar y juntar una fortuna son el propósito en la vida, olvidándose que hay valores más importantes y elevados, como los valores espirituales.

Para que el judío no se olvide de su propósito real en la vida, Di-s, en Su sabiduría infinita y amorosa, nos hace dejar nuestras cómodas casas y morar en una Sucá frágil durante siete días. La Sucá nos recuerda que nosotros confiamos en Di-s para protección, ya que la Sucá no es ninguna fortaleza, inclusive ni siquiera tenemos un techo sólido encima de nuestras cabezas. Eso también nos recuerda que esta vida en la tierra es una morada temporal.

Los siete días de Sucot, cada uno representa una década de vida, setenta años en total de vida humana en esta tierra. Este corto tiempo sólo debe ser considerado como un período de preparación para la vida eterna que viene luego de la vida en esta tierra, una vida donde la riqueza material no cuenta, donde sólo cuentan las riquezas espirituales. Los graneros, el vino, el aceite deben dejarse atrás, mientras sólo los graneros de la Torá, las mitzvot y las buenas acciones pueden llevarse y darnos méritos en esa vida eterna.

Éste también es una de las razones del por qué es costumbre, en algunas congregaciones, leer el Libro de Eclesiastés (Kohelet) durante la Fiesta de Sucot. El Libro de Kohelet, proféticamente escrito por el más sabio de todos los hombres, el Rey Solomón, está lleno de pensamientos profundos y reflexiones sobre «la vanidad de vanidades» de este mundo. Concluye propiamente con las palabras, «Habiendo sido todo escuchado, he aquí la conclusión del asunto:teme a Di-s y cumple Sus mandamientos, porque en eso está el hombre íntegro”.

De esta manera, Sucot, «la Fiesta de la Alegría» en un sentido más profundo nos enseña a recoger, retener y almacenar las experiencias religiosas y el elevamiento espiritual que hemos adquirido durante las muchas y variadas fiestas, plegarias y mitzvot del mes de Tishrei, para que podamos utilizar estos ricos «graneros» a lo largo de todo el año que comienza.

El día que fui ángel

La tradición nos dice que los ángeles nos visitan en la Sucá, y cada año pienso que una vez, hace más de 20 años, fui un ángel.
La memoria no es perfecta, pero el siguiente es mi relato de ese encuentro de hace mucho tiempo.
Era una mañana gris y nublada de Chicago y yo estaba como un soldado a cargo de la Sucá pública que habíamos
instalado afuera de una tienda de bagels local.

Cuando pasaba un cliente, les ofrecía realizar la bendción sobre el Lulav y el Etrog y tal vez disfrutar de su comida bajo la Sucá.
Parecía apresurada cuando pasó junto a mí, como si no me viera o al inusual “ramo” que sostenía en mis brazos.
No importa, me consolé, ella no era la primera y no sería la última.

Unos minutos después, salió con un vaso de papel humeante y una pequeña bolsa marrón. Redujo la velocidad
y se acercó pensativa.
“Rabino, ¿puedo hacerle una pregunta?”
“Seguro”, dije.
“¿Qué tal una pregunta inusual?”
“No hay problema”, respondí.
Trabajaba varias horas al día respondiendo consultas en la página web de Jabad y le aseguré que no hay pregunta prohibida.
“¿Qué sabes sobre el Malaj‐ ángel‐ Mijael? ¿Es una pregunta inusual? “
Podría decirle que el ángel Mijael es uno de pocos arcángeles mencionados por su nombre en las Escrituras, es
el defensor del pueblo judío y está asociado con la buena inclinación, la bondad y el agua.
“¿Es algo habitual que un rabino hable de él en un sermón?” ‐inquirió la mujer, con un toque de urgencia en su
voz.
“No creo que sea lo más usual, pero tampoco es lo más inusual”, respondí, sin estar seguro de lo que la mujer quería escuchar. “¿Por qué? ¿Dónde escuchaste a un rabino hablar en un sermón del ángel Mijael?
Todo su relato se desató como un torrente de pensamientos dando vueltas en una mente torturada por el dolor.

Ella estuvo en un Bar Mitzvá en Boston. El rabino de Jabad que ofició, habló de la tradición jasídica que dice que en la mañana de Simjat Torá, el ángel Mijael y su equipo de ángeles “limpian” el cielo, que está lleno de suelas gastadas y cordones de los zapatos rotos de judíos que bailaron con entusiasmo la noche anterior.
“Mientras el rabino contaba la historia, me miraba directamente, aunque no tenía idea de quién era yo”,
continuó.
“Luego dijo: ‘El mensaje de ángel Mijael es que no hay nada más importante que ser felices, celebrar, bailar y regocijarnos en la vida que se nos ha dado’”.
“Lo que el rabino no sabía”, confió, “es que mi único hijo, Mijael, murió en un accidente a principios de este año.
Cuando dijo que ángel Mijael nos estaba diciendo que siguiéramos bailando, entendí que me estaba transmitiendo un mensaje de mi ‘ángel Mijael’: Es hora de que comience a vivir de nuevo, de encontrar la manera de ser feliz y hacer las paces con la vida que tengo.
“Me fui a casa y decidí ingresar a terapia para procesar el terrible dolor que estaba experimentando. Hoy es mi primera sesión y estoy en camino. Cuando pasé por la tienda de bagels, sentí que aún no estaba lista.

Así que me detuve aquí aunque normalmente no como kasher, para tomar una taza de café y darme unos minutos más.
“Entonces te reconocí, también un rabino de Jabad, ofreciéndome la oportunidad de hacer una mitzvá.
Debes haber sido enviado aquí por mi “ángel Mijael” diciéndome que estoy en el camino correcto.
“Estoy lista para empezar a vivir de nuevo”.

¿Por qué pasarse el día de Iom Kipur enfocándonos en nuestras imperfecciones?

PREGUNTA: ¿POR QUÉ PASARSE EL DÍA DE IOM KIPUR ENFOCANDO NUESTROS PECADOS,

FRACASOS E IMPERFECCIONES? ¿NO ES DEPRESIVO?

RESPUESTA:

Iom Kipur es la celebración de ser humanos. Y ser humano significa ser imperfecto. El fracaso humano es tan predecible, que Di-s ha puesto en el calendario un día anual de perdón. No es sólo una fiesta optativa para aquéllos que hayan pecado. Iom Kipur viene cada año para cada persona.

Es como si Hashem supiera que tropezamos. Que siempre existirán líos que tendremos que reparar. Di-s no se sorprende por nuestros fracasos y Él nos otorga un día de limpieza todos los años. Nunca se esperó de nosotros que seamos perfectos. Cada Iom Kipur recibimos una nota de Di-s que dice algo así:

“Yo sé que eres humano. Los humanos no son perfectos. Yo los hice de esa manera. Y sin embargo, los amo. De hecho, eso es por qué Yo los amo – porque ustedes no son perfectos. Yo ya tenía perfección antes de crearlos. Lo que Yo quiero de la creación es un mundo imperfecto que se esfuerza por mejorar, lleno de seres humanos que fallan, se levantan y salen adelante.

Siendo imperfectos pero, no obstante, perseverantes, ustedes han cumplido el propósito de su creación. Han logrado la única cosa que Yo no puedo hacer sin ustedes – traer al Di-s perfecto dentro de un mundo imperfecto. Gracias. Con Amor, Di-s”

Para todos nosotros, que no somos perfectos, Iom Kipur es nuestro día. En lugar de estar deprimidos por los fracasos, los celebramos.

Cada resbalón, cada esfuerzo fallido a mantener nuestra vocación, es otra oportunidad para crecer y mejorar.

Fallar en nuestra misión es parte de la misión. Iom Kipur es el día en que Di-s nos agradece que seamos humanos, y nosotros agradecemos a Di-s que no somos perfectos. Si lo fuéramos, no tendríamos nada que hacer.

Cinco plegarias

Iom Kipur es el único día del año en el cual pronunciamos cinco plegarias, a diferencia de los días de semana en que tenemos tres (Shajarit, Minjá, Arvit) y los días sábado y días festivos en los cuales tenemos una adicional (Musaf).

Según las enseñanzas jasídicas, todos los días del año damos expresión y conectamos a los tres niveles conscientes del alma, Néfesh (carácter), Rúaj (emociones) y Neshamá (intelecto). Los días sábado y días festivos nos conectamos y damos expresión también al cuarto nivel, Jaiá, la dimensión subconsciente del alma. En Iom Kipur nos conectamos con y damos expresión al quinto nivel del alma, la esencia misma, denominada Iejidá.

La quinta plegaria de Iom Kipur, que se dice al bajar el sol, se llama Neilá. Neilá quiere decir «cerrar». Implica que el día – y sus oportunidades – están cerrando. La perspectiva jasídica al respecto es que es el momento más elevado del día, el momento de encierre» entre el alma y D-os en el cual se expresa su vínculo quinta-esencial. Al final de la Neilá se hace sonar un sonido largo y simple del Shofar, expresando el llanto simple y puro del alma que busca reunirse con su fuente Divina.

1.Jaiá se refiere a la Vital del alma. Puede manifestarse en el cuerpo siempre y cuando el cuerpo es alimentado. Al privarse de alimentación, la manifestación de fuerza vital del alma se disminuye.

2.Iejidá se refiere a la condición de unicidad y la tarea de unión y unificación que el alma ejerce. El cuerpo,. a su vez, logra su completitud por medio de las relaciones íntimas que lo une con su cónyuge y los transforman en «una sola carne». Al privarse de esto, ese aspecto unificador del alma no encuentra su expresión en el cuerpo y se desprende.

3.Neshamá se refiere a la tarea iluminadora del alma. Al bañarse, el cuerpo brilla y se transforma en un continente apto para dicha función del alma. Al abstenerse de bañarse, el aspecto iluminador del alma no encuentra su contrapartida corporal y se aleja del cuerpo.

4.Néfesh se refiere al alma en sí, en su estado más puro y esencial. El objetivo de ungir es limpiar al cuerpo de toda clase de contaminación foránea adherida a él. Al abstenerse de ello, la condición «esencial» del alma no encuentra su contrapartida en el cuerpo y busca liberarse de él.

5.Rúaj quiere decir aire o espíritu y se refiere al aspecto espiritual del alma que lo aleja de lo material. Los zapatos cumplen la función de separar entre el pie y la tierra. Mientras uno calza zapatos de cuero, y está por ello separado de la tierra, está en condiciones de y dar expresión a la faceta «espiritual» del alma. Al removerse esa separación, y afianzar la conexión entre el cuerpo y la tierra, el alma se siente «incómodo” y se desprende.

Es por medio de trascender la realidad cotidiana que logramos posicionarnos en un nivel espiritual desde el cual todo pecado cometido pierde sentido y podemos pedir y obtener perdón por los pecados cometidos mientras estábamos en realidad’ .

Pedir perdón al prójimo

Se acostumbra, en víspera de Iom Kipur, pedir perdón a cualquier persona que pudimos haber ofendido o agredido en el transcurso del año, ya que Iom Kipur nos perdona únicamente por las transgresiones cometidas para con Di-s. Di-s no nos perdona por lo que hemos pecado contra el prójimo hasta que no le pidamos perdón y nos perdone.

iGuemar Jatimá Tová! (Que sea inscripto para bien!)

Extraído del libro “Ser Judio hoy” adquirirlo en www.libreriajudaica.com

El dia que se borran nuetros pecados

El propio día expía 

(Talmud Shvuot 13,a)

Con respecto a la expiación de los pecados en Iom Kipur, encontramos en el Talmud una discusión: Los Sabios dicen “Iom Kipur expía sólo a los retornantes”. Rabí (Yehuda, el Príncipe) disiente, y sostiene “tanto haya hecho Teshuvá (se haya arrepentido, retornado a Di-s y Su camino de vida) o no, el día de Iom Kipur expía, puesto que el propio día expía”. La conclusión se define como los Sabios.

En realidad, todos están de acuerdo con que “el propio día de Iom Kipur expía”, es decir, el día de por sí expía, sólo que Rabí sostiene que la santidad de Iom Kipur es tan poderosa que expía incluso a aquellos que no retornaron con Teshuvá; mientras que los Sabios opinan que es necesario el arrepentimiento previo para acceder a la extraordinaria expiación generada por Iom Kipur.

LIMPIEZA DE LAS MANCHAS

Pero esto requiere aclaración: Expiación no significa tan sólo ser perdonado por el Altísimo. Cuando un judío transgrede, genera un defecto espiritual, una mancha en su alma, y debe arreglar el defecto y limpiar la mancha. ¿Cómo se entiende que el defecto y la mancha se borren por el sólo hecho de que llega un día específico, Iom Kipur?

La explicación es que en Iom Kipur encuentra expresión lo más profundo del vínculo entre Di-s y el judío.

Hay una relación generada por el cumplimiento de los preceptos -las mitzvot– y por la aceptación del “Yugo Celestial”. La predisposición a cumplir con la Voluntad Divina genera el vínculo entre el judío y su Creador, y cuando cumple con los mandatos de Di-s se liga a Él.

Superior a ello es el grado de relación que se expresa a través de la Teshuvá, el retorno a Hashem. ¿En qué consiste la Teshuvá? Se trata de un hombre que se liberó  “yugo de los preceptos” y con ello parecería que, desconectó su vínculo con el Altísimo. Si es así, ¿por qué de repente decide retornar a Di-s?. Lo que ocurre es que su Teshuvá revela que en esencia seguía conectado con Di-s incluso cuando actuó contra Su voluntad, (transgrediendo los preceptos de la Torá). Este punto de unión interior que perduró en él es lo que lo mueve y motiva a volver a conectarse (también conscientemente) con Hashem, a través de la Teshuvá.

UN LAZO PROFUNDO

Pero incluso este vínculo, que se expresa en el proceso de Teshuvá, no es el final de la historia. De alguna manera, también el vínculo que mueve a laTeshuvá tiene algún tipo de condicionamiento. Está limitado a la intensidad de su arrepentimiento.

Hay un nivel de unión más profundo aún: es el lazo de esencia (o sea no generado por factores externos) entre el alma del judío y el Altísimo. El alma que poseemos en nuestro fuero íntimo es “una parte de Di-s de lo Alto, tal cual”, y ella está unida permanentemente con su fuente y raíz- Hashem.

Este vínculo no se ve afectado por nuestra conducta y por nuestras transgresiones. Se encuentra en todo judío por la propia naturaleza del alma. No hay pecado que pueda dañarlo. Sólo que durante el año este lazo está oculto y tapado en lo profundo del corazón. Lo que encuentra expresión son los niveles más externos de unión con Di-s, los que dependen de nuestra conducta y decisiones. Pero en el día de Iom Kipur se revela este lazo esencial entre el Altísimo y el pueblo de Israel.

ENCERRADOS EN PRIVADO

Este es el significado del concepto “el propio día expía”. En el día de Iom Kipur, cuando este vínculo de unión interior se revela, se borran automáticamente todos los defectos y manchas generados por el pecado. Este día revela que cada judío está conectado a Di-s con un vínculo imposible de destruir. Por lo tanto cuando este vínculo sale a flote, no existen  pecados, desaparecen automáticamente (salvo quien transgrede los preceptos del propio Iom Kipur, p.e. rompiendo el ayuno).

Esto encuentra su expresión principalmente en la plegaria de Neilá, la oración de “cierre” de todas las plegarias de Iom Kipur. Ahí se “encierran”, por así decirlo, Di-s con Israel, a solas, y nadie puede perturbar esa su unión absoluta.

(Likutei Sijot, Tomo 4, Pág. 1149)