El denominador común

La historia judía resume entre otras cosas, las diferentes corrientes que existieron dentro del pueblo. Desde que salimos de Egipto hasta nuestros días somos testigos de discusiones y debates entre diferentes franjas de la comunidad. Sólo una vez fuimos meritorios de una unión verdadera y completa: al prepararnos para recibir la Torá en Shavuot. Cuando el pueblo judío estaba parado frente al Monte Sinaí “como un solo hombre con un solo corazón”.

Esto no es solamente una realidad histórica, sino un mensaje profundo. La unión del pueblo judío puede lograrse sólo a través de la base sólida de la Torá. Sin ella, quizás podemos pensar que somos un grupo de personas, o comunidades que no tienen nada en común.

Es imposible catalogar al pueblo judío de acuerdo a los parámetros comunes a las naciones. Por ejemplo, el pueblo francés está compuesto por personas que viven en Francia, hablan francés, se identifican con la cultura francesa, etc. Aquel cuyo abuelo emigró a los Estados Unidos de Norteamérica y nunca visitó Francia, no habla su idioma y no conoce su cultura- no puede considerarse francés. Sólo el pueblo judío puede mantenerse en una situación anormal. Sus integrantes viven en diferentes países, hablan idiomas distintos, y viven de acuerdo a culturas disímiles – y sin embargo todos son considerados parte de un solo pueblo. ¿Quizás se trate de una raza? No es correcto, ya que a lo largo de las generaciones se unieron a nuestro pueblo (a través de la conversión de acuerdo a la Halajá-Ley Judía-) miembros de todas las razas, y son considerados judíos completos. Entonces ¿podemos alinearlos como miembros de una misma religión (en los términos del mundo)? Tampoco, pues también aquel que no es religioso, y no lleva a cabo ninguno de los preceptos de la Torá- es judío. Incluso quien se haya convertido en ‘apóstata’ no requiere de ningún acto especial para retornar a sus raíces.

¿Cuál es entonces el punto que une a todos los judíos?

Nuestra identidad no está delimitada por parámetros terrenales. La identidad judía se desprende del alma que nos heredaron nuestros antepasados Abraham, Itzjak y Iaakov, y del pacto que sellaron con Di-s. Somos judíos pues nuestro fuero íntimo lo es. Nuestra condición no depende de otros factores. Si naciste judío, llevas dentro de ti ‘el puntito judío’, el alma judía, y eres parte inseparable del pueblo de Israel (al igual que lo son quienes se convierten de acuerdo a la Halajá)

Esta es nuestra fuente de unión. Para que nuestro judaísmo sea notorio y reconocido, se necesita de vida judía: Torá, Mitzvot, cultura judía, Eretz Israel, etc. De esta forma llenamos nuestro mundo de contenidos judaicos, creando una armonía entre nuestra esencia interior y nuestra forma de vida y sentimientos. Y aunque existen grandes abismos entre algunas partes de nuestro pueblo, esto no cambia en absoluto la unión esencial que nos ata. El mejor momento para expresarla y reforzarla es Shavuot.

Adaptado del Sijat Hashavua

El año sabático: Seis razones

¿Disfrutarías de un año Sabático cada siete años? Podrás relajarte, viajar, estudiar, y pasar tiempo con tu familia. ¿Te gustaría si todo el país tomara un año Sabático cada siete años? ¿Piensas que es una buena idea?

Por ley Judía, los granjeros en Israel, deben cumplir con la Mitzvá de Shmita, dejando a sus tierras descansar por un año, una vez cada siete años. ¿Por qué ésta orden?

1) El Suelo: Los antiguos filósofos, veían el año de Shmitá como una oportunidad para que el suelo descase y se renueve. Sin embargo, esta teoría por sí sola no es suficiente porque el suelo requiere de descansos más frecuentes que solamente una vez cada siete años.

2) Un Macro-Shabat: Otros veían Shmitá como un gran Shabat. Descansamos en Shabat para demostrar que Di-s creó el universo en seis días y descansó en el séptimo. Nosotros similarmente dejamos descansar la tierra en el séptimo año para demostrar que Di-s descansó en el séptimo día. Más tarde, comentaristas rechazaron esta teoría, discutiendo de que si Shmitá está para reconocer a Di-s como creador, su propósito no sirve debido a su largo intervalo entre los períodos de descanso. El Shabat que tenemos semanalmente ya cumple este propósito y con intervalos mucho más cortos. ¿Que contribuye Shmitá que no lo hace el Shabat?

3) Seis años de Shabat perdidos: Otros argumentaron que Shmitá permite que el campo descanse en Shabat. Es cierto que nosotros descansamos en Shabat, pero incluso si nosotros lo hacemos, los campos continúan trabajando. Plantamos el viernes y las semillas germinan en Shabat. Durante Shmitá nuestros campos descansan por la pérdida de los Shabat y Festividad en los seis años previos.

Hay cincuenta y dos Shabat en el calendario solar. El total de Shabatot durante seis años es de 312. Siete días de festividades por año, 6×7=42, sube a un total de 354, que es el numero preciso de días de un año de Shmitá, según el calendario lunar. Observar Shmitá por 354 días, le permite al campo “balancear las cuentas” y alcanzar a su propietario con la observancia de todos los Shabatot durante esos seis años.

4) Una Lección de Fe y Humildad: Luego, otra teoría fue propuesta. Las leyes de Shmitá sólo fueron tomadas por nuestros ancestros cuando se establecieron en Israel. Cuando trabajamos con los cultivos que cultivamos, u otras formas de ingresos que generamos, podemos crecer orgullosos de nuestros logros y tomar crédito personal por ellos.

Podemos olvidarnos que la bendición de Di-s es la única razón para nuestro éxito. También solemos olvidarnos que Di-s nos dio nuestra tierra y sus semillas, que envió las lluvias y el sol para que los cultivos crezcan. Shmitá nos fortifica nuestra fe en la Providencia de Di-s sobre nuestros negocios.

Trabajamos la tierra durante seis años consecutivos, a pesar de que la sabiduría convencional dice que no es sano para el suelo. De hecho, el suelo retiene su fuerza y provee un mayor cultivo en el sexto año para que haya suficiente para el año de Shmitá. Luego descansamos en el año de Shmitá, a pesar de nuestras preocupaciones de cómo proveer a nuestras familias.

Este tipo de comportamiento es una fórmula para el desastre. Los granjeros que toman este tipo de trabajo ético, deben prepararse para la quiebra. Sin embargo, para los judíos en Israel produce tremendos resultados. Esto fortalece nuestra fe de que la tierra le pertenece a Di-s, de que nuestro éxito viene directamente de su bendición y de que debemos serle agradecidos por todo lo que tenemos.

5) Unión: Es fácil compartir con otros cuando podemos hacerlo, cuando tenemos una buena ganancia y cuando sabemos cómo vamos a pagar las expensas de mañana. Es mucho más difícil hacerlo cuando no sabemos lo que va a pasar mañana. Los terratenientes no tienen ganancias durante el año de Shmitá, sin embargo, deben abandonar todos sus cultivos al público. De esta forma, Shmitá mejora la unión Judía.

Fuera de Israel este fenómeno se evidencia en contribuciones caritativas. La sabiduría convencional dice que cuando más damos, menos retemos. Desde la perspectiva de Di-s, sin embargo, cuando más damos, más nos bendice. Esto es especialmente cierto cuando damos más de lo que podemos dar. Por lo tanto, la caridad también fortalece nuestra fe y unión.

6) Liberación: La creencia de que el mundo le pertenece a Di-s y que nuestro éxito depende de Él, es una noción liberadora. Nos permite liberar las cargas que llevamos. Todavía nos fatigamos, pero respiramos más fácil. Todavía trabajamos, pero dormimos más fácil. Sabemos que Di-s guía nuestros pasos y que todo sucede por una buena razón. Aprendemos a ver la mano de Di-s en todo lo que hacemos y su presencia en todo lo que vemos.

Esto nos lleva a la razón final de Shmitá propuesta por los comentaristas bíblicos. El Talmud nos informa que en el Templo Sagrado, los Levitas cantaban alabanzas a Di-s todos los días. En Shabat, el séptimo día, cantaban sobre el día de descanso eterno, la era mesiánica.

El Talmud nos enseña de que el mundo va a durar seis milenios. Los primeros dos fueron dedicados a la creación. Los otros dos, dedicados a la Torá. Los últimos dos están dedicados al Moshiaj. De hecho, el Talmud nos cuenta que en el séptimo milenio, el mundo que nosotros conocemos va a dejar de existir. Se convertirá en un mundo de libertad y Divinidad.

Shmitá, el séptimo año, como Shabat, el séptimo día, representan la era mesiánica. Nuestra fe en Di-s se fortalece durante ese año, como así también será en la era mesiánica. Nuestra unión es fortalecida durante Shmitá, como Moshiaj, que marcará el comienzo de una era de paz. El sexto año es un año de plenitud, como así también Moshiaj que comenzará en una era de prosperidad.

La era mesiánica es sobre todo conocido por la libertad. De hecho, Shmitá es un año de emancipación. Los esclavos son liberados y todas las deudas se borran.

Que podamos pronto merecer la libertad de la era mesiánica.

Por: Lazer Gurkow

¿Puedo pagarle a mi amigo un interés que él pagó por mi?

PREGUNTA:

Un buen amigo mio me prestó plata de su linea de crédito, y ahora tiene que pagar intereses de esa cantidad. ¿Puedo pagarle por esos intereses que él mismo le va a pagar al banco, o está prohibido pagarle más de la cantidad que el me prestó? Si es así, ¿hay alguna solución para que pueda pagar ese interés?

RESPUESTA:

De acuerdo a la ley de la Torá, no se debe pagar interés en un préstamo entre dos Judíos. Está, sin embargo, permitido pagar intereses o recibir interés de un no judío, o a un banco o tarjeta de crédito de un no judío. No hay nada de malo en cargar intereses, es algo aceptado en todas las sociedades. Sin embargo, debemos tratar a los Judíos como miembros de la familia, y entre hermanos no se cargan intereses.

En una instancia como la cual tu me describes, a pesar de que entiendo que te debes sentir mal al saber que tu amigo está pagando intereses al prestarte dinero, tu no tienes permitido pagarle ningún interés.

Tu no le debes plata a su banco, le debes la plata a él. Él te prestó el dinero, y pagarle más de lo que te prestó está prohibido.

Hay una solución que se puede hacer ANTES de tomar el préstamo llamado “Heter Iska”. La idea detrás de esto es que, en vez de pedir por un préstamo personal, el prestamista y el prestatario firman un acuerdo de negocios cuyos beneficios serán compartidos. Tu Rabino debe tener un formulario de Heter Iska que tiene que ser llenado por ambas partes.

Mientras que lo antes mencionado es la regla Halájica en tales casos, siempre debes consultarle a tu Rabino.

Rabino Eliezer Danzinger de Chabad.org

Matan Tora shel Pnimiut Hatora

Existe una profunda relación entre Lag baOmer y la Redención. Entre los jasidim Lag BaOmer es llamado, “Matan Torá shel Pnimiut HaTorá” (día en que nos entregaron la profundidad de la Torá).

Este es el día en el que se nos dio la fuerza para revelar en este mundo inferior, la luz profunda de la Torá y de esta manera comenzó la preparación concreta para la revelación de la verdad íntima y profunda con la Redención verdadera y completa.

Si bien antes de Rabi Shimon bar Iojai ya existía la profundidad de la Torá y grandes sabios se dedicaban a su estudio, en Lag BaOmer sucedió algo similar a lo sucedido en Shavuot…

Antes de la revelación en el monte Sinaí, ya había Torá pero también existía una barrera que separaba el mundo físico del mundo espiritual, con la entrega de la Torá se nos dio el potencial de unir la Torá con lo material, introduciendo santidad dentro de este mundo inferior.

También Lag BaOmer nos da el potencial para que la profundidad de la Torá sea recibida con los recipientes del mundo material y se haga parte del mismo.

La fuerza de los primeros

Se cuenta acerca de Rabí Iosef Caro, (autor del código de leyes judías, el Shuljan Aruj) que se hallaba concentrado tres días con un fuerte interrogante, hasta que finalmente y luego de un gran esfuerzo encontró la respuesta.

Cierto día, entró a la casa de estudios y escuchó a un simple estudiante, analizando aquel mismo tema que tanto lo había ocupado, grande fue su asombro cuando escuchó que este hombre, que no era un erudito, halló la respuesta inmediatamente. Esta situación le produjo una gran amargura, hasta que le fue revelado desde el cielo, que una vez que él halló la respuesta con tanto esfuerzo, la “trajo” al mundo, y les abrió el camino a las personas sencillas para que puedan descubrir la respuesta de manera más sencilla.

Este concepto se conoce como “apertura del canal”. De esta manera se explica, por ejemplo, la gran admiración que nos produce la entrega total de Abraham a Su Creador, a pesar de que posteriormente hubo personas mucho más simples, a las que Di-s no les hablo ni se les reveló como lo hizo con nuestro primer patriarca y sin embargo estuvieron dispuestos a entregar sus almas santificando el nombre de Di-s. La explicación es que la grandeza de Abraham Avinu, fue la de ser el primero y la de abrir ese canal para que otras personas simples pudieran llegar a ese nivel.

La revelación del Mashiaj

Rabi Shimon Bar Iojai, autor del “Zohar”, fue quien abrió el canal de parte más íntima de la Torá (Incluso en el Zohar, muchas veces aparece la expresión “abrió”, “abrió Rabí Shimon”, frases que sugieren la apertura del canal para la recepción de tanta abundancia.)

Tenía el don especial de estudiar la Torá en un nivel de “visión”, es decir que cuando se dedicaba al estudio, podía “ver” los asuntos de la Torá como son en la realidad y en su aspecto más profundo, hasta su raíz superior.

En Lag BaOmer, día de su fallecimiento, su trabajo llegó a la plenitud, por eso estaba tan contento y ordenó que todos se alegraran en el aniversario de su desaparición pues ese día completó su misión en el mundo.

En el día del aniversario de su fallecimiento, (como en el de todos los tzadikim) se elevan y se revelan todas las buenas acciones de su vida.

Los diferentes tipos de Sacrificios

Hay cinco tipos de korbanot (sacrificios):

1.  Olá / La ofrenda quemada en su totalidad

2.  Minjá / La ofrenda de harina

3. Shelamim / La ofrenda de paz

4.  Jatat / La ofrenda por el pecado

5. Asham / La ofrenda por la iniquidad

Los tres primeros tipos de korbanot pueden ser traídos voluntariamente por un judío como regalo a Hashem. Los dos últimos deben ser ofrecidos por un judío después de cometer una averá (pecado). Hashem se siente especialmente complacido por los korbanot que son ofrecidos libremente, y no a causa de un pecado. Por esta razón, se los menciona en la Torá en primer término.

Consideramos a continuación — en ese orden — estos cinco tipos de korbanot.

1.  Olá/ La ofrenda olá que es totalmente quemada

La ofrenda Olá puede ser tanto un animal como un ave. Los detalles varían según de cuál se trate.

A. Un Olá animal

Si una persona desea donar un korbán, puede decir: «He de traer un sacrificio Olá para Hashem.»

Elige entonces un ejemplar macho de los animales de granja kasher — un buey o carnero, o un macho cabrío. El animal no puede tener un mum (defecto) en el cuerpo. El dueño lleva el animal a la Azará, el patio del Bet Hamikdash. Allí apoya ambas manos sobre la cabeza del animal al tiempo que pronuncia Vidui — el reconocimiento del pecado o los pecados por los que trae este korbán.

Aunque el judío debe traer el olá por voluntad propia, ésta le ayuda a obtener perdón por algunas de sus averot (pecados).

¿Cuáles averot perdona Hashem a una persona por traer un sacrificio Olá?  Tres tipos de averot:

1.  Si una persona tuvo malos pensamientos e hizo teshuvá (se arrepintió) por ellos, el korbán Olá expía sus malos pensamientos.

2. Si, por error, una persona no cumplió con alguna mitzvá de la Torá que debería haber cumplido, y hace teshuvá , la ofrenda Olá ayuda a que su pecado sea perdonado.

3. El Olá también expía las averot (pecados) que pueden corregirse mediante el cumplimiento de una mitzvá.

Olá es uno de los korbanot más sagrados: recibe el nombre de Kodesh Kodashim.

B. Un ave Olá

Naturalmente, un sacrificio animal es mucho más costoso que un ave. Si un judío desea donar un Olá a Hashem pero no tiene los medios para comprar o regalar un animal, puede en cambio donar una de las aves kasher, una paloma o tórtola.

Trae el ave al kohen, pero no apoya las manos (semijá) sobre el ave como lo haría con el animal.

El kohen mata el ave haciendo una incisión sobre la parte posterior del pescuezo (meliká).

Antes de que el ave sea quemada sobre el mizbeaj (el altar), el kohen le saca el estómago, ya que no puede ser quemado como parte del korbán.

Nuestros Sabios enseñan esta norma: «No es importante para Hashem el que una persona esté en condiciones de ofrecer un korbán costoso o barato. Lo que Él desea es que la persona traiga el korbán leshem shamaim, por amor a Hashem, y no en busca de honores.»

2. Minjá / La ofrenda de harina.

Hashem dice: «Un judío rico debe ofrecer un animal como sacrificio de Olá. Uno que no está en condiciones de ofrecer un animal, puede ofrecer un ave en su lugar. Y un judío que es demasiado pobre como para dar un ave, puede en cambio traer aceite y harina al Beit Hamikdash. Parte de la masa que se hace con estos ingredientes será quemada sobre el mizbeaj.  La ofrenda de harina recibía el nombre de minjá. La palabra “minjá” significa regalo. Aunque el regalo del pobre a Hashem cueste mucho menos que el animal o el ave del más rico, Hashem lo atesora. Porque Hashem sabe que el pobre podría haber utilizado ese aceite o esa harina para hornear su propio pan, y sin embargo, donó su alimento como regalo a Hashem. Podría hasta pasar hambre a causa de su ofrenda de harina como minjá. Así entonces, Hashem dice: «¡El korbán minjá es tan precioso para Mí como si el pobre me hubiera ofrecido su propia vida sobre el mizbeaj»

Al igual que el Olá, el minjá pertenece al grupo de korbanot que son Kodshei Kodashim, los sacrificios más sagrados. Hashem desea que el pobre piense: «Aunque no tengo dinero para un korbán animal, puedo traer un korbán del tipo más sagrado.» Por eso, Hashem puso la minjá entre los korbanot más sagrados.

3. Shelamim / La ofrenda de paz

Hasta ahora hemos examinado dos tipos de korbanot: el Olá y el Minjá. A continuación la Torá explica las leyes de korbán shelamim, la ofrenda de paz.

¿Cuándo ofrece un judío Shelamím? Cuando se siente dichoso y desea compartir un plato de carne con su familia y amigos — pero también desea santificar su comida compartiéndola con Hashem y con Sus kohaním. Si alguien ofrece Olá o Minjá no le está permitido comer ninguna porción del korbán. De modo que puede ofrecer un buey o una vaca, un carnero o una oveja, o una cabra como korbán Shelamim.

El dueño trae el animal a la Azará y apoya las dos manos sobre la cabeza del animal (semijá). Puesto que el korbán Shelamim no expía un pecado sino que expresa alegría y gratitud a Hashem, el dueño del animal no pronuncia Vidui (confesión). En cambio, agradece y ensalza a Hashem al tiempo que apoya las manos sobre la cabeza del animal.

El kohen salpica una gotas de la sangre del korbán sobre el mizbeaj. Luego una parte del animal es quemada sobre el mizbeaj, una parte es entregada a los kohanim, y el resto es consumida por el dueño y su familia dentro de la ciudad de Ierushalaim.

Una de las razones por las cuales este korbán recibe el nombre de Shelamim, es que trae  “shalom”, paz, a todos los que participaron en él. El dueño ha compartido su alegría con los kohanim, y él y su familia comen la mayor parte del korbán. Puesto que el korbán es compartido por todos, hace que todos ellos vivan en paz y amistad.

4. Jatat / La ofrenda por el pecado

Hasta ahora la Torá consideró tres korbanot : el Olá, el Minjá, y Shelamim. Estos eran traídos por el judío que deseaba hacer un regalo a Hashem.

Ahora la Torá trata del korbán que el judío debe traer por la averá  (pecado) que cometió. Este korbán recibe el nombre de «Jatat». La palabra Jatat se origina en la raíz “Jet” que significa «pecar». Este korbán debía ofrecerse por cierto tipo de pecado  que un judío cometía por equivocación ¿Qué significa pecar «por equivocación»? Esto puede ocurrir de dos formas:

1. La persona no conoce la halajá (ley judía). Por ejemplo, cocina en Shabat porque no sabe que está prohibido cocinar en Shabat.

2.  La persona está equivocada respecto de los hechos. Por ejemplo, sabe que está prohibido cocinar en Shabat, pero olvidó que hoy es Shabat y cocinó en Shabat.

En ambos casos el judío simplemente se equivocó. Sin embargo, en la Torá dice que cometió una falta, por lo tanto debe traer un korbán Jatat para que Hashem le perdone su pecado.

5.  Asham guezelot / La ofrenda por la iniquidad

Además de jatat, la Torá nos enseña sobre otro korbán que se ofrece por cometer una falta: Asham. Hay seis razones por las cuales una persona debe traer Asham, y tres de ellas son mencionadas en nuestra parshá:

1.  La ofrenda de Asham por robar dinero:

Digamos que una persona robó dinero de otro judío y luego juró en falso en el Bet Din. Luego se arrepiente y quiere hacer teshuvá.

Debe devolver el dinero que robó, más una multa equivalente a una quinta parte. También debe ofrecer un sacrificio llamado Asham Guezelot, la ofrenda de Asham por robar dinero.

2.   La ofrenda de Asham por utilizar la propiedad del Bet Hamikdash:

Está prohibido a los judíos utilizar para su uso personal cualquier objeto que pertenezca al Bet Hamikdash. No puede tomar ninguna parte del korbán que debe ser quemado sobre el mizbeaj o que debe ser comido por los kohanim. Tampoco puede emplear el dinero o los objetos pertenecientes al Bet Hamikdash. Si utiliza cualquier objeto de propiedad del Bet Hamikdash para sí, su pecado recibe el nombre de Meilá, uso indebido de lo que pertenece a Hashem.

Para enmendar este pecado, debe devolver el objeto, pagar una multa equivalente a una quinta parte sobre el valor del objeto y luego ofrecer un sacrificio Asham denominado Asham Meilot.

3. El Asham de la incertidumbre:

Un judío debe ofrecer un Asham Talui en caso de pensar que cometió cierto tipo de averá (pecado), pero no está seguro de haberlo cometido realmente. Por ejemplo, comió carne que contenía grasa. Luego descubrió que la grasa podría haber sido jelev (grasa prohibida). El castigo por comer esto  es karet (muerte prematura y sin descendencia). La persona no está segura de si la grasa que comió era prohibida o no. En ese caso, debe traer un Asham Talui, un Asham de la duda, al Beit Hamikdash. Este korbán recibe el nombre de «Talui» pues retiene el castigo de Hashem hasta que la persona averigua si pecó. Si más tarde descubre que la grasa no era kasher, debe traer un korbán Jatat.

El único animal que puede traer una persona como Asham es un carnero. El pecador lo lleva al Beit Hamikdash, coloca las manos sobre la cabeza del animal (semijá), y dice Vídui por su pecado. Este korbán pertenece al grupo de los Kodshei Kodashim, el tipo más sagrado de Korbanot.

Extraído de «El pequeño midrash dice»  editorial Bnei Sholem.

¿Es real déjà vu?

Algunos sugieren que déjà vu es una señal de la reencarnación. Sientes que estabas aquí antes porque estuviste, en una vida anterior.
Otros explican que tuviste un sueño predictivo de la escena antes de que sucediera, y ahora ves que tu sueño se materializa.
En mi experiencia personal, recibo déjà vu solo cuando mi cerebro está un poco cansado.

Lo que parece estar sucediendo es que mi mente consciente está inactiva, pero mi memoria funciona en segundo plano.
Así que estoy sintiendo la sensación de recordar la escena que tengo enfrente antes de experimentarla en el presente.
Es como si la escena se hubiera escapado de mi conciencia y hubiera ido directamente a mi memoria.

Hay una prueba simple para ver si déjà vu significa que has visto esto antes, o que tu mente te está engañando.
¿Puedes decir lo que alguien va a decir antes de que pueda decirlo? Si es así, eso debe provenir de algún lugar más allá del intelecto.
Pero si sientes que sabes lo que iban a decir solo después de que ya lo hayan dicho, no estoy tan seguro de que signifique algo, excepto que necesitas descansar un poco.

Pero luego hay un tipo de déjà vu mucho más profundo. Se llama repercusión. Escuchas acerca de una visión, una enseñanza, una verdad, y aunque nunca la has oído antes, sabes que es lo correcto.

La idea suena verdadera, parece familiar y cómoda. Es lo que siempre supiste, pero nunca habías expresado.
Esto sucede cuando estudias la auténtica Torá. Escuchas su mensaje, y sabes en el fondo que es verdad. Esto
es porque lo has escuchado antes.
A nuestras almas le son enseñadas las verdades Divinas antes de que entremos a este mundo, pero lo olvidamos todo en el momento del nacimiento.

Sin embargo, queda una huella, un recuerdo tenue, por lo que sabremos la verdad cuando la encontremos.
Hay muchas ideas falsas y modas que parecen interesantes y que pueden ganar mucha popularidad, pero en el nivel más profundo no resuenan en nosotros.

Nuestra misión en la tierra es buscar el mensaje Divino, dejar de lado las distracciones momentáneas y recuperar esa verdad eterna, la verdad que nuestra alma espera escuchar nuevamente.
Esto es real déjà vu. ¿Has oído eso antes?

Puedes repetir eso, por favor

Habla a los kohanim y diles… (Levítico 21:1)
¿Tautológico? Es decir, ¿es una repetición innecesaria? ¿Por qué la doble expresión “hablar y decir”?
Obviamente debe haber una implicación más profunda en esta doble expresión.
Rashi, el más grande de los comentaristas, explica que Di‐s está enseñando un punto sutil pero muy significativo: no es suficiente simplemente instruir a la gente sobre cómo actuar.

Más bien, uno debe asegurarse de que ellos también transmitirán estas mismas instrucciones a la próxima generación.
Habla y di: Les hablas de tal manera que ellos, a su vez, dirán a sus hijos.

Cuántos grandes sistemas filosóficos han desaparecido, cuántos movimientos renovadores se han extinguido porque no se prestó suficiente atención a iniciar a los jóvenes en la belleza y el propósito de la existencia de sus mayores.
La única manera de asegurar con seguridad la propagación de una forma de vida es formar a la próxima generación mientras son jóvenes, inoculando así contra las dudas que inevitablemente surgirán.

La nación judía nació en el Éxodo de Egipto. Así como un niño es arrojado repentinamente al mundo, desnudo y chillando, así también nosotros fuimos arrojados al desierto, sin estar preparados para la libertad, desnudos de Mitzvot y aun sufriendo con nuestra mentalidad de esclavos.

Así como un niño recién nacido no está física y mentalmente preparado para una vida independiente, y depende de otros para su protección y entrenamiento, también esta nueva nación necesitaba pasar por un proceso de maduración.
Durante las siguientes siete semanas pasamos por un proceso de educación para la vida, de formación para vivir y pensar como hombres libres.

Reproducimos este viaje todos los años durante el período de Sefirat HaOmer, un pasaje anual de siete semanas de duración para la rectificación espiritual.
Cada día es una nueva etapa en nuestro viaje emocional e intelectual hacia la libertad, contando ansiosamente los días hasta que alcancemos la Torá en el Sinaí.
Para asegurar la supervivencia, no es suficiente simplemente traer niños a este mundo.

Se necesita guiar y nutrir a los jóvenes hasta que sean autosuficientes, capaces de pensar de manera independiente e imbuida de la capacidad de tomar sus propias decisiones.
La verdadera educación es cuando el instructor logra transmitir tal amor y devoción que aún más tarde, cuando se le deja a su suerte, el alumno elige por su propia voluntad seguir ese camino y enseñar esas lecciones a sus propios hijos.

¿Es aun relevante la religión?

Tarjetas inteligentes, bombas inteligentes, células madre y teléfonos celulares. No se puede negar: vivimos una nueva era. La ciencia ficción se transformó en hechos científicos. Y se formula una pregunta: En este nuevo orden mundial, con la ciencia y la tecnología cambiando nuestra forma de vivir, ¿es relevante la religión? ¿Aún necesitamos adherirnos a un antiguo y aparentemente muy obsoleto código de leyes, cuando estamos mucho más avanzados que nuestros antepasados?

Esta cuestión me recuerda al pequeño y viejo Hymie Levy de Londres, que se encontraba asistiendo a un coktail en compañía de la aristocracia. El pobre Hymie estaba completamente fuera de lugar alternando con los caballeros y damas de la realeza y alta sociedad británicas. Una duquesa estaba tan irritada por la presencia de ese ordinario judío que lo enfrentó directamente. Rezumando sarcasmo, con su mejor lenguaje, le dijo a Hymie “¡Sabe usted que el linaje de mi familia se remonta a aquellos que estuvieron presentes en la firma de la Carta Magna!” Hymie Levy se mantuvo inmutable. Se encogió ligeramente de hombros y susurró en el oído de la duquesa “¡Y mi abuelo Moishe estuvo presente en la entrega de los Diez Mandamientos!”

¿Los Diez Mandamientos han pasado la “fecha de vencimiento”? ¿La fe, la duda, el asesinato, el adulterio, el robo, la mentira y la envidia están fuera de moda? A pesar de todos los maravillosos descubrimientos médicos y científicos, ¿el ser humano mismo ha cambiado? ¿Los mismos temas morales que enfrentaron nuestros antepasados no desafían a nuestra generación?

Tanto si es una carreta de bueyes o un Mercedes, cólera o cortes coexistencia son aún una elección que debemos hacer. Cuidar de padres ancianos no es un problema nuevo. Tanto si son Adán y Eva o Miguel y Susana, el pasto siempre parece algo más verde en el otro lado. Por algún motivo inexplicable, la esposa, la casa, el caballo o el auto de la otra persona, aún son más atractivos y deseables que los nuestros.

Los mismos temas que trata la Biblia —rivalidad rampante, socios celosos y aun asesinato —son los titulares de los diarios de hoy. ¿Así que, qué hay de nuevo? ¿Ha cambiado algo? Si, hoy tenemos astronautas y estaciones espaciales y proyectores láser y laptops, pero los temas básicos y las elecciones que el ser humano debe enfrentar siguen siendo iguales. Antes la pregunta era ¿debo golpearlo con mi garrote o degollarlo con mi espada? Hoy la pregunta es ¿debo enviar los submarinos nucleares o enviarle misiles guiados?

La tecnología ha avanzado a pasos agigantados. Pero los temas principales, los dilemas morales básicos no han cambiado un ápice. Aún luchamos para conocer la diferencia entre correcto e incorrecto, moral o inmoral, ético o tortuoso, y ni siquiera la más potente computadora de la tierra puede respondernos estas preguntas.

La ciencia y la tecnología pueden hacer maravillas para la humanidad. Pero también pueden hacer que explotemos para llegar más rápido que Atila el huno, al otro mundo. La ciencia y la tecnología responden Cómo y Qué. No responden al Por Qué. 

¿En primer lugar por qué estamos aquí? ¿Por qué debo ser bueno con mi prójimo? ¿Por qué mi vida debe ser más noble que la de mi perro doberman? La ciencia y la tecnología han revelado muchos misterios que nos intrigaron por siglos. Pero no han respondido a una sola pregunta moral. Solo la Torá se dirige al campo minado de la moral. Y esos temas son quizás más urgentes hoy que nunca antes en la historia.

La Torá es verdad y la verdad es eterna. Los escenarios cambian. El estilo de vida varía con la geografía. El desarrollo histórico es diferente, pero los temas a nivel interior son muy familiares. Aunque nunca necesitamos la religión —o en nuestro lenguaje, Torá —hoy la necesitamos igualmente o quizás mucho más. Que continuemos encontrando guía y claridad en las verdades eternas de nuestra santa y eterna Torá. Amén

Por Yossy Goldman

Hacérsela mas fácil a los retornantes

“No robarás” (Vaikrá 19, 13)

En el párrafo bíblico semanal, la Torá nos advierte de no robar la propiedad del prójimo: “No retengas lo que es de tu compañero y no robes”.

Este pecado es de tal magnitud que Maimónides dictamina que “todo el que roba a su compañero por el valor de ‘una prutá’ (la moneda talmúdica de menor valor) es como si lo hubiese despojado de su alma”.

Esta gravedad está determinada específicamente en el robo y no en el hurto, a pesar de que en ambos casos tiene lugar una apropiación ilícita de los bienes de una persona. 

En el segundo caso, el ladrón es consciente de la propiedad de la persona sobre sus bienes y por ello carece de la osadía de enfrentar al dueño, apropiándose de su bien a través del hurto. A diferencia de ello, quien roba se apropia abiertamente del bien ajeno y con ello ataca un aspecto fundamental del alma humana, el derecho de propiedad de los propios bienes, y con ello lo “despoja de su alma”.

QUITAR EL ALMA

La enmienda de este pecado es un precepto de la Torá: “devolverá lo que robó”. El ladrón está obligado a devolver el bien robado a su dueño y a través de ello se considera como que le hubiera “restituido el alma” del despojado arreglando el pecado de “despojar el alma” implícito en el acto de robar.

Pero ¿cómo es la ley cuando el objeto robado ya no existe? Maimónides dictamina: “Si lo robado ya no existe y el ladrón desea arrepentirse y vino por iniciativa propia y devolvió el valor de lo robado, dispusieron los Sabios que no debe aceptárselo, sino que debe ayudársele y perdonarlo, para acercar el camino recto a los retornantes”

(No así quién hurtó, es decir, robó a escondidas, que siempre debe pagar).

ARREPENTIMIENTO SINCERO

La explicación de ello es la siguiente: mientras que existe la posibilidad de devolver el elemento robado, es una mitzvá hacerlo, ya que a través de ello se enmienda lo más grave del acto de robar- “el despojo del alma”.

Pero cuando el bien ya no está, no puede arreglarse este aspecto del robo y lo máximo posible es indemnizar al damnificado por el daño sufrido con el robo. En este caso decretaron los Sabios la “disposición para el arrepentido”, para hacer más fácil el camino del retornante.

Pero esta disposición se instauró sólo en caso de que “el ladrón quiso arrepentirse y vino por propia iniciativa y devolvió lo robado”. Con este acto, el ladrón demostró la sinceridad de su arrepentimiento y el reconocimiento de la potestad del dueño del objeto robado. Así el ladrón rectifica su pecado, y por ello nuestros Sabios vieron apropiado hacer accesible el camino del arrepentimiento y ordenaron no aceptar dinero por lo robado.

SIN INTENCIÓN DE GANAR

De esta ley aprendemos hasta qué punto debe uno esforzarse para ayudar a un judío a retornar a la buena senda, y hacer Teshuvá. Si para “acercar el camino recto a los arrepentidos” dispusieron los Sabios que la persona resigne a su dinero, cuánto más debemos esforzarnos para ayudar el acercamiento de un judío a su Padre Celestial.

El activar en acercar a los judíos a la Torá debe hacerse sin intención de rédito personal- ni material o espiritual (por la recompensa en el mundo Venidero y similares), el único interés debe ser lisa y llanamente: acercar al judío a Di-s, incluso a costa de pérdida “personal”. Y cuando los judíos retornan a Di-s de inmediato son redimidos en la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.

Likutei Sijot Tomo 32, pág. 112

Perspectiva jasídica de Pureza familiar

Origen de Dam Nidá

A fín de explicar dos cuestiones decisivas que se suscitan en la presentación de Taharat Hamishpajá, pueden aplicarse muchas ideas extraídas de la literatura jasídica. 

La primera es el hecho de que Dam Nidá, la sangre de la menstruación de la mujer, es tumá (impureza): refleja un estado espiritual que trasciende la comprensión humana y que no está vinculada con los estados físicos de la impureza, la suciedad, etc. 

La segunda es el modo en que la relación entre marido y mujer, cuando regida por las leyes de Taharat Hamishpajá, refleja la relación entre Di-s y el pueblo judío, que son llamados «marido y mujer».

Según el Talmud, Dam Nidá se origina en el Jardín del Edén, en el momento en que Adánm y Java desobedecieron la voluntad Divina al comer del Árbol del Conocimiento. Como resultado de este pecado, tanto Adán como Java fueron castigados. Adán fue exiliado del Edén. Desde ese momento, su principal ocupación así como la de la humanidad luego, ya no fue deleitarse en la luz de Di-s, en el estudio de la Torá. En cambio, el hombre fue obligado a salir y a pasar la mayor parte de su tiempo y de sus energías ganándose la vida, como está escrito: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan» (Génesis 3:19).

Dam Nidá fue una consecuencia del pecado de Java. Mediante la mitzvá de Taharat Hamishpajá, así como mediante las otras dos mitzvot de ella, encender las velas y separar la jalá, la mujer judía también «corrige» lo sucedido en el Jardín del Edén. Vuelve a dar vida al mundo que se vio oscurecido por el pecado de Adam y Java.

Originalmente, el Jardín del Edén era un sitio perfecto, en el que no había entrado el mal. Una vez que Adam llevaba el mal dentro de sí, no podía permanecer en el Jardín del Edén. Esto también es aplicable al castigo de Java. Dam Nidá fue una consecuencia directa de comer del Árbol del Conocimiento. El elemento maligno que existía en Java después de cometer el pecado se convirtió, en parte, en Dam Nidá. Por consiguiente, puesto que Dam Nidá sale de un cuerpo judío como consecuencia del pecado, se lo categoriza como tumá.

El judío es un miembro de una nación santa. El hombre y la mujer judía son, en su raíz, bien absoluto. El judío no guarda relación con aquello que está prohibido, ni mediante su alma Divina ni mediante su alma animal (natural). Por consiguiente, el cuerpo de un judío no puede contener el mal, y lo expulsa. Este es también el modo en que el cuerpo trata a Dam Nidá, que es expulsado de él como consecuencia del primer pecado. Vemos pues que esta es una cuestión totalmente espiritual que no guarda relación alguna con la salud física o la higiene.

Correlación entre Isur y Tumá

Pese al hecho de que Dam Nidá es de por sí tumá (como dijimos antes, “impureza”), en realidad no es en razón de la tumá que se prohíbe a la mujer mantener relaciones con suposo mientras se halla en estado de Nidá, sino en razón de una prohibición que lleva el nombre de Isur. La importancia de esta diferencia se pone de manifiesto en cuanto comprendemos la diferencia entre Isur y Tumá.

Isur es el tipo de mal que el intelecto puede comprender. Cumplimos con las mitzvot por cuanto esta es la voluntad Divina, y no de acuerdo a nuestra comprensión. La persona puede percibir el mal en el acto prohibido, o Isur. Por ejemplo, hay varios tipos de alimentos no kasher. Una categoría de alimentos prohibidos incluye los animales carnívoros. Es comprensible que si comemos la carne de un animal salvaje carnívoro, podemos vernos influenciados por las cualidades depravadas del animal y asimilarlas. En consecuencia, los animales que la Torá permite comer a los judíos son herbívoros y de naturaleza suave, y sólo pueden consumirse después de haber sido sacrificados de manera humanitaria y sagrada.

Tumá, en cambio, es el tipo de mal que el intelecto no puede aplicar a la actualidad, y, en la mayoría de los casos, se aplica únicamente a la época del Gran Templo de Jerusalén. Un mal que puede comprenderse debe ser prohibido en todo momento, en tanto que un mal que escapa a la comprensión, es únicamente un bloque dentro del marco de los niveles superiores de santidad que los judíos alcanzaron, en la época del Templo. Ahora que el Templo está destruido y que los judíos experimentan un nivel inferior de santidad y pureza, Tumá no plantea un obstáculo.

Tumá se vincula con los poderes del alma, denominados «poderes abarcantes» en la terminología jasídica, y que trascienden el intelecto; a saber, la Voluntad y el Deleite*. Estos poderes se encuentran siempre en el estado de «abrazar y anhelar a Di-s.»

Isur, en cambio, afecta únicamente los poderes limitados e interiores del alma, incluyendo el intelecto y las emociones. Estos poderes no siempre están próximos a Di-s y son responsables de nuestros pecados, por cuanto se ha dicho: «Un hombre no comete pecado a menos que se apodere de él un espíritu necio» (Talmud, Sota 3a). Peca, porque no comprende o capta con su mente la grandeza de Di-s.

El Jasidut enseña que todo en este mundo físico tiene su fuente y su contraparte en la espiritualidad. El hombre y la mujer sobre la Tierra son comparados, alegóricamente con Di-s y el pueblo judío. Esta comparación se extiende incluso a los detalles de las leyes que rigen la relación entre marido y mujer. Por consiguiente, el hecho de que se prohíba a la mujer cohabitar con su esposo en razón de Isur, y no de tuma, nos enseña un importante concepto que atañe a la relación entre Di-s y los judíos.

Perspectiva sobre la relación entre Di-s y el pueblo judío

El propósito de la vida del hombre y de la mujer judíos es unirse a Di-s mediante la Torá y las mitzvot. Cuando un judío no cumple la voluntad Divina, se separa de Di-s; se convierte, por así decirlo, en Nidá, en el sentido en que el Targún Onkelós (traducción aramea de la Torá) traduce la palabra, relacionándola con la raíz que significa «distancia». Si bien en el pueblo judíos hay Tumá, la auténtica voluntad de todos los judíos es observar la Torá a fin de unirse a su «esposo», Di-s, y de convertirse en una unidad con El. Tumá no obstaculiza esta relación; no limita, ni siquiera por un instante, la unidad de los judíos con Di-s, como está escrito: «. . . Quien mora contigo en medio de tu Tumá» (Levítico 16:16). Únicamente la idea de Isur se interpone entre marido y mujer, Di-s e Israel. E incluso Isur sólo separa a los judíos de Di-s durante un tiempo. Su auténtica unidad no puede violarse y su separación es solo temporaria. Los judíos pecan únicamente pues no comprenden la grandeza de Di-s, y no porque realmente deseen separarse de Él. Por consiguiente, cuando los judíos hacen una sincera teshuvá (retorno a Di-s) se reúnen con Él.

La forma en que una mujer se purifica de Dam Nidá (sangre menstrual) es mediante su inmersión en una mikvá. El significado profundo de mikvá es la idea de bitul, o anulación. (Esto es aplicable tanto a los hombres, cuando utilizan la mikvá según la costumbre, como a las mujeres). Maimónides escribe: «Se sumergirá en las puras aguas del conocimiento» (Hiljot Mikvaot 11:2) lo cual significa que la inmersión de la persona representa un sometimiento total de su propia voluntad a la de Su Creador. 

Las palabras correspondientes a inmersión (tivut) y anulación (bitul) tienen las mismas letras en hebreo. Cuando una persona está totalmente cubierta por las aguas de la mikvá, su «Yo» egocéntrico queda anulado, y la persona alcanza el nivel de ser vehículo y recipiente para la santidad. Las aguas de la mikvá pueden purificar a una persona de sus intenciones egoístas incluso en un instante y acercarla a Di-s y a la senda adecuada de una forma que constituye un «placer para el espíritu».

Cobrar conciencia de que el matrimonio entre un hombre y una mujer corresponde a la unión más elevada y más santa del universo —aquella de los judíos con Di-s— debería inspirar en nosotros una profunda reverencia por las leyes de Taharat Hamishpajá y llevarnos a considerar la unión entre marido y mujer con estima. El acto matrimonial, lamentablemente, puede convertirse en el acto más bajo y más carente de espiritualidad, si marido y mujer tienen actitudes equivocadas. No obstante, cuando este acto se lleva a cabo con las intenciones adecuadas y bajo las circunstancias adecuadas (mediante la observancia de Taharat Hamishpajá), puede convertirse en la relación más elevada y más espiritual de la Tierra.

Oremos por que los hijos que nazcan de esta relación santificada sean la generación del Mashíaj, en la que el pueblo judíos, que es comparado a «una auténtica viuda de marido viviente» (Samuel II 20:3) se reúna con su esposo, el Santo, Bendito sea, por siempre jamás.

TZIPORA MUCHINIK