Gracias…

Aún antes de saber qué hay dentro del envoltorio, al recibir un obsequio decimos: “gracias”. Antes de probar el postre que acaba de traer el mozo, murmuramos: “gracias”. Y antes de comenzar nuestro día, inmediatamente después de comprobar que ya no dormimos, pronunciamos la plegaria de “Modé Aní”: Doy gracias a Ti, Rey viviente y eterno, pues Tú has restituido mi alma dentro de mí; grande es tu fidelidad.
Aunque aún no hayamos lavado ritualmente nuestras manos, ni enjuagado nuestra cara, o cepillado nuestros dientes, podemos articular esta plegaria. La razón de esta excepción es, que el nombre de Di‐s no es mencionado en ella, refiriéndose a El como “Rey”.

Esta concesión apunta al componente radical de cada judío, ya que su verdadera
esencia ‐ el alma‐ nunca podrá ser contaminada, manchada o corrompida.
El concepto de manifestar gracias a Di‐s es uno de los principios fundamentales de la vida judía. Por eso comenzamos cada día con
una expresión de gratitud ‐Mode Ani‐ reconociendo que Di‐s nos retornó nuestro alma.

Nuestro primer acto del día sirve de fundamento para nuestra conducta subsiguiente.
Nos enseña a ser agradecidos, a no tomar nada por sentado y apreciar todo lo que tenemos. El Baal Shem Tov, fundador del movimiento jasídico, es famoso por difundir las enseñanzas del judaísmo entre los iehudim, especialmente entre los niños pequeños. Incluso, cuando se relata la historia de su vida, antes de nombrar su gran erudición, su piedad, su ilimitado amor a todos los judíos y los milagros que llevó a cabo, se subrayan sus comienzos como ayudante del melamed (maestro tradicional judío). El Baal Shem Tov le recordaba a los niños comenzar su día con aprecio y gratitud a Di‐s, recitando el Modé Aní.

Además esto nos pone a tono durante todo el día y toda la vida. Nos enseña a ser agradecidos desde los comienzos de nuestra
existencia.
Nuestros Sabios nos enseñan que, cada noche, cuando la persona se acuesta a dormir, su alma retorna a su Fuente Divina y
rinde cuenta de todas las actividades realizadas en el día. En la plegaria que pronunciamos antes de ir a dormir decimos: “en Tu
mano encomiendo mi espíritu, Tu me redimirás, Di‐s de verdad”.

Una prenda es algo que el deudor entrega al acreedor, como garantía de que la obligación será abonada. Esta prenda no es
devuelta mientras la deuda no ha sido saldada.

Pero Di‐s es muy misericordioso; a pesar de que estamos endeudados con El, Hashem nos devuelve nuestra alma.
Nuestros Sabios declaran: Cuando una persona entrega una prenda, incluso se trate de algo nuevo, se avejenta y mancha con el
paso del tiempo. Pero Di‐s nos retorna la “prenda” renovada y lustrosa a pesar de haberla recibido “usada”.
El hecho de irnos a dormir “muertos de cansancio” y nos despertarnos “como nuevos”, es similar a lo que sucederá cuando
tenga lugar la “resurrección de los difuntos”, durante la Era Mesiánica. Esta vivencia diaria fortalece nuestra convicción, que es uno de
los Trece Principios de Fe del judaísmo. Agregando además un significado especial a las palabras: “grande es Tu fidelidad”, pues
confiamos en que Di‐s no sólo nos retornará nuestra alma cada mañana, sino también lo hará al final de los días, cuando todos se levanten de su “sueño”.

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