Tu Bishvat

El 15 de Shvat es el Rosh Hashaná de los árboles.

El Talmud nos explica que fue designado como el límite entre un año y otro respecto de los frutos de los árboles, porque hasta esta fecha han caído la mayoría de las lluvias del año y al llenarse los árboles de savia, comienzan a crecer los nuevos frutos. El Talmud Ierushalmi nos dice que los frutos que crecerán después del 15 de Shvat son considerados producto del nuevo año, pues hasta este día los frutos crecieron gracias a las lluvias del año anterior, pero a partir de esta fecha crecerán por efecto de las lluvias de este año.

-Leyes y Costumbres de Tu Bishvat
En Tu Bishvat está permitido trabajar, y no hay una comida festiva, ni rezos especiales. Pero está prohibido ayunar y decir tajanun (pedidos de perdón) en la tefilá.
En Tu Bishvat se acostumbra comer frutos de los árboles (si es posible, que crecieron en la Tierra de Israel), y especialmente los frutos que fueron recordados en el versículo de la Torá que alaba a la Tierra de Israel: “Trigo, cebada, viñas, higueras, granada, olivo y dátiles”


-El seder de Tu BiShvat:
La celebración cabalística de Tu Bishvat que se originó en la ciudad de Tzfat, Israel, está registrada en el Etz Hadar, un escrito de un alumno anónimo de Rabi Itzjak Luria, el Ari z”l (1534- 1572), el gran cabalista de Tzfat, y que toma la forma de un Seder (orden).


-LAS PRIMERAS 12 FRUTAS
1) HARINA: es la base de nuestro sustento, pero sólo luego de que hayamos trabajado para sembrarla y cosecharla, y luego prepararla.


-OLIVOS: Rinde el mejor de sus aceites cuando la fruta es aplastada. El aceite de oliva flota por encima de todos los líquidos.

DÁTILES: Son usados como metáfora con respecto a los tzadikim (justos), ya que el árbol de dátiles es noble y da buenos frutos. Además, el árbol de dátiles es impermeable a los cambios de vientos, y así es el
Pueblo Judío.


2) VID: Pueden ser transformadas en diferentes tipos de comida (pasas de uva) y bebidas (vino); de la misma forma, cada judío tiene el potencial para ser exitoso en diferentes aspectos de la observancia de la Torá y las mitzvot.


3) HIGOS: Deben ser cosechados tan pronto como hayan madurado, pues se echan a perder muy rápidamente. Así mismo nosotros, debemos ser resueltos y rápidos para cumplir las mitzvot que se nos presentan, antes de que la oportunidad se “eche a perder”.


4) GRANADAS: Se dice que posee exactamente 613 semillas, igual al número de mitzvot que hay en la Torá. De todas formas, cada judío está repleto de méritos como la granada posee semillas.


5) ETROG: Se considera una fruta hermosa, y de gran importancia en la Festividad de Sucot. El Etrog permanece en el árbol todo el año, obteniendo beneficio de las cuatro estaciones, y uniéndolas. Representa al judío que trata de ser espiritualmente íntegro.


6) MANZANAS: Les toma 50 días madurar. De la misma forma, los iehudim “maduraron” y aún maduran, durante los 50 días que hay entre Pesaj y Shavuot. Y así como el manzano primero da el fruto y luego la hoja, los judíos primero hacen los preceptos sin ningún pre-requisito de comprenderlo todo.


7) NUECES: Se divide en cuatro secciones, que corresponden a las cuatro letras del nombre de Di-s. De la misma forma en que la nuez posee dos cáscaras, una dura y una blanda; nosotros también debemos pasar por dos circuncisiones, una física y otra espiritual.


8) ALMENDRAS: representan el entusiasmo en el servicio a Di-s, pues el almendro es el fruto que más rápido florece.


9) ALGARROBO: es el fruto que más tarda en crecer. Esto nos recuerda que debemos invertir muchos años en el estudio de la Torá para alcanzar y merecer un claro entendimiento.


10) PERAS: aunque es posible hallarlas de diferentes tipos y formas, siguen manteniendo una afinidad muy cercana. Esto señala la unidad del pueblo judío a pesar de las diferencias.

BENDICIONES

Las frutas crecen por la Voluntad de Di-s. No pronunciarlas puede colocar a toda la Creación en peligro. Además, el bendecir antes de comer nos ayuda a concentrar nuestras mentes en la energía y potencial vital para la elevación de la comida. Y, por cierto, le otorgamos al
mundo la beneficencia Divina que puede ser canalizado a través de la bendición.

La importancia al Nuevo Año de los Árboles

La Torá nos dice que el “Hombre es comparado al árbol del campo”. 
Hay muchas enseñanzas que podemos aprender de nuestras contrapartes vegetativas. 

 Siguen creciendo…

Un árbol nunca para de crecer. No importa cuán alto sea el árbol, cada año crece un poco más. Adicionalmente, el árbol nunca está satisfecho con las frutas producidas la estación pasada, cada año continúa ofreciéndole al mundo nueva producción fresca.

Nosotros también, siempre debemos continuar creciendo en nuestro conocimiento de la Torá, servicio a Di-s y relación con nuestro compañero. Y las Mitzvot que producimos ayer, la caridad que hemos dado y los Tefilín que hemos donado, no nos exime de hacer lo mismo hoy.

 …pero siempre recuerda tu fundación.

Un árbol no puede sobrevivir, y obviamente tampoco producir adecuadamente, si no tiene raíces fuertes.

Similarmente nuestra fruta, es decir, nuestra Torá y buenas acciones, deben estar conectados a una fuerte fundación de fé en Di-s y compromiso en cumplir con Su voluntad. Uno que sólo hace Mitzvot cuando tiene ganas es comparado a un árbol sin raíces que puede caerse con cualquier viento.

El cuidado de la planta

¿Alguna vez haz intentado hacer crecer un árbol? Si lo haz hecho, entonces sabes muy bien todo el cuidado que es necesario. Incluso cualquier daño que es provocado en las hojas, pueden causar una malformación en el árbol. Sin embargo, una vez que el árbol ya está crecido, éste ya se puede defenderse por sí mismo y soportar incluso grandes rasguños .

Lo mismo sucede con la educación. 

La mente y corazón de un niño pequeño son muy delicados. Es muy importante asegurarse de que reciban el apropiado cuidado judío, y no exponerlos a “rasguños”. Nunca digas que la educación judía de tus hijos puede esperar hasta que maduren, porque sino será demasiado tarde.

2. Tu Bishvat es el día en el que celebramos nuestra relación especial con nuestra Tierra Santa. En este día le agradecemos a Di-s por la tierra y su abundante producción.

 

Por: Rabino Naftali Silberberg

Frutos del pensamiento

Adaptado de las enseñanzas del Rebe de Lubavitch, por Yanki Tauber

Los Maestros Cabalísticos nos dicen que cada uno de nosotros no tiene una sola alma, sino dos: el “alma animal”, que encarna nuestros instintos naturales, y el “alma Divina”, que representa nuestra unidad trascendente.

Nuestros Sabios nos cuentan, que originalmente, todos los árboles eran frutales, y que esto también será así en la Era del Mashiaj. Un árbol sin frutas es sinónimo de un mundo imperfecto, ya que la función de un árbol es producir frutos.

Si “El hombre es un árbol del campo” y el fruto es el más alto logro de los árboles, hay siete frutos que coronan la cosecha humana y botánica. Estas son las siete frutas y granos señalados por la Torá como ejemplos de la fertilidad de la Tierra Santa: Trigo, cebada, uvas, higos, granadas, aceitunas y dátiles.

El quince del mes hebreo de Shvat es el día designado en el calendario Judío como “Año nuevo para los árboles”. 

En este día, celebramos los árboles del mundo de Di‐s, y el árbol dentro de nosotros haciendo partícipe a estos siete frutos, que caracterizan los varios componentes y modelos de la vida humana.

Los Maestros Cabalísticos nos dicen que cada uno de nosotros no tiene una sola alma, sino dos: el “alma animal”, que encarna nuestros instintos naturales, y el “alma Divina”, que representa nuestra unidad trascendente, nuestro deseo de escaparnos del “yo” y de relacionarnos con lo que es más grande que nosotros.

Como su nombre lo indica, el alma animal constituye esa parte nuestra que es común en todas las criaturas vivien‐ tes: el instinto de auto conservación y auto perpetuación. Pero el hombre es más que un animal sofisticado. Hay cualidades que son únicas en nosotros como humanos, las derivadas de nuestra “alma Divina”. El punto en el que nos graduamos más allá del “yo” y sus necesidades (“¿Cómo puedo sobrevivir? ¿Cómo obtengo comida, dinero, poder, sabiduría, satisfacción?”), y pasamos a preguntarnos “¿Por qué estoy acá? ¿Para qué sirvo? Es este el punto en el que cesamos de ser simplemente otro animal en el mundo de Di‐s y nos empezamos a dar cuenta de la unicidad como seres humanos.

Esto no es para que sea rechazada el alma animal y suplantarla por el Alma Divina. Estas son nuestras dos almas, ambas son indispensables para una vida de plenitud y propósito. A pesar que estimulamos lo Divino de nosotros para elevarnos por encima de lo meramente animal, también debemos desarrollar y refinar nuestro animal, estudiar a cultivar los elementos constructivos de la individualidad (Ej.: autoconfianza, coraje, perseverancia) mientras eliminamos el egoísmo y lo profano.

Trigo y cebada, los dos granos dentro de los “siete frutos”, representan lo esencial de nuestro maquillaje interno. Seguidos a estos vienen cinco frutos (vid, higos, granada, olivo y dátiles) “aperitivos” y “postres” en nuestro menú espiritual, que agregan sabor a nuestro esfuerzo básico de desarrollar nuestra alma animal y Divina.

¿Cuántos pueden identificarse con los árboles?

Es un hecho sociológico que hoy la mayoría de los judíos del mundo vive en una atmósfera urbana, e ignora totalmente los matices de la vida agrícola -y por ello es insensible a ella- tal como éste afecta nuestra observancia religiosa

¿Árboles?

Para dar sombra a nuestras calles, quizás.

¿Árboles frutales? ¿Dónde?

En algún lugar hay un Eretz Israel, y en algún lugar de esa tierra santa hay árboles frutales, y hoy es su Rosh Hashaná.

Como mínimo, fomenta un despertar de conciencia sobre Eretz Israel. Las mu- chas plegarias vinculadas a la tierra santa están diseminadas a lo largo del Bircat Ha- mazón (la Plegaria de Agradecimiento luego de las comidas), el Shemoná Esré, y en otros lugares, pero en ninguna parte nuestra atención está centrada en Israel como lo está en Tu BiShvat.

¿Y cómo articulamos esa atención? Mediante un esfuerzo por comer “frutas de la tierra”:

dátiles, higos, granadas, etc. No importa que nuestros proveedores traigan estas frutas desde Grecia, California, u otros climas soleados, siguen siendo todavía vía frutas de la tierra.

A causa de su condición de Rosh Hashaná, la fiesta impone sobre nosotros sus restricciones: no se dice tajanún (plegarias de Confesión), no se ayuna, no se recita plegarias por los difuntos, y si coincide con Shabat no se recita en las oraciones Tzidkatjá Tzédek en Minjá.

Hay un significado simbólico en esta festividad: pues el hombre es como el árbol del campo, nos dice la Torá, y el tema de renovación y crecimiento es especialmente inspirador.

Con todo la esencia sigue siendo el rezo y agradecimiento por sustento especial. Dos veces al año, cuando rezamos en Sheminí Atzeret por las lluvias (Guéshem) y en el primer día de Pesaj por el rocío (Tal), estamos rezando literalmente por el sustento económico de la tierra santa. Tu BiSh’vat es momento para esfuerzos similares. Una costumbre entre los sefaradím dicta casi toda una noche de estudio en la Ieshivá, y comer de todas las clases de frutas disponibles, precediendo y siguiendo cada saboreo con párrafos seleccionados del Tanaj y el Zohar. De hecho, se publicó para ese fin un libro especial, llamado Pri Etz Hadar.

Cuando se trata de minhagim (costumbres religiosas), los jasidím no se quedan atrás. En el arsenal de vida juclía, junto al talit, los tefilín, las matzot, y las velas de Janucá, hay una fruta: el etrog. Y si queremos uno selecto para la semana anterior a Sucot, ¿qué mejor momento para rezar por una buena cosecha que la fiesta de las frutas? Hemos recibido de nuestros Rebes que se debe rezar en Tu BiShvat por un etrog kasher, hermoso, y de calidad, que el Di-s Bendito haga disponible en el tiempo en que lo precisemos para la mitzvá (B’nei Isasjar).

Vayamos un paso más lejos (y éste también es práctica usual): la elaboración de mermelada después de Sucot con el etrog que acabamos de usar, y comerla en… ¿adivinan cuándo? ¡Tu BiShvat!

Iehudit, la mujer que trajo la salvación

No se sabe con claridad cuándo sucedió la historia que estamos por contar. La historia apareció por primera vez en un libro muy antiguo que lleva el nombre de su heroína, Iehudith (Judith) y estaba escrito en hebreo. Sin embargo, el texto original se perdió y sólo quedó una traducción al griego, y no una muy precisa.

La historia se volvió a contar con versiones diferentes. Según una versión, sucedió durante una revuelta de los Macabeos contra sus opresores sirios y Iehudith era la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote, padre de la familia de los jashmonaim. De todas formas, el acto heroico de Iehudith ha inspirado fe y coraje en el corazón de los judíos a lo largo de la historia.

La ciudad de Betulia, en la tierra de Judea, cayó bajo las manos de un enorme ejército, con Holofernes, un general greco-sirio, a la cabeza. Los hombres de Betulia lucharon heroicamente y con desesperación. Holofernes cortó los abastecimientos de alimentos y agua, y muy pronto la ciudad estaba a punto de rendirse.

Uziá –-el comandante de las fuerzas de defensa– y los Ancianos de la ciudad imploraron a los habitantes que no se rindieran. “Denos cinco días más para hallar alguna solución”.

Reluctante, el pueblo aceptó. Todos menos uno.

“¿Por qué ponéis a Di-s a prueba? Si realmente tenéis fe, jamás debéis deponer vuestra confianza en Di-s. Además, bien sabéis que la rendición a Holofernes es peor que la muerte”. Así hablaba Iehudit, la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote. Era una joven viuda bendecida con maravillosa gracia y belleza. Sus palabras causaron honda impresión en Uziá y los Ancianos.

“¿Qué podemos hacer?”, le preguntaron. “Reza por nosotros, Iehudit, y quizás Di-s acepte tus plegarias”.

“He pensado en un plan. Quiero ir a ver a Holofernes”, dijo Iehudit. Uziá y los Ancianos estaban asombrados. “¿Sacrificarías tu vida por la posibilidad de que quizás logres ablandar el corazón de Holofernes?”

Iehudit, no obstante, insistió, y luego de mucha discusión Uziá y los Ancianos decidieron permitirle hacer el intento. Iehudit cruzó los portones de Betulia, vestida en sus prendas más finas. Estaba acompañada por su fiel doncella, quien portaba una cesta llena de panecillos, queso y un par de botellas de vino.

Antes de ingresar al campamento enemigo fueron interceptadas por los centinelas, exigiendo saber quiénes eran y quién las enviaba.

“Tenemos un importante mensaje para el valiente Holofernes”, dijo Iehudit. “Llévennos a él de inmediato”.

“¿Quién eres, y por qué estás aquí?”, preguntó Holofernes, deleitando sus ojos con la inesperada y encantadora visitante.

“Soy Iehudit, una simple viuda de Betulia. He venido a decirte cómo capturar la ciudad, en la esperanza de que tratarás con piedad a sus habitantes”. Iehudit contó a Holofernes lo que éste ya sabía, que la situación en la sitiada ciudad era desesperante, que sus habitantes contaban con escasas raciones de alimento y bebida. Con todo, dijo, su fe en Di-s se mantiene firme y, mientras conserven su fe, no se rendirían. Muy pronto, sin embargo, por desesperación, comenzarán a comer animales no-kasher, prohibidos por la Ley Divina. Ello despertará la ira de Di-s en su contra y la ciudad caerá.

“¿Cómo sabré cuando esto sucede?”, preguntó Holofernes.

“Ya lo he organizado con uno de los centinelas a la entrada de la ciudad. El me informará lo que sucede en su interior”, respondió Iehudit.

Holefernes se sentía totalmente cautivado por Iehudit. Dio órdenes de que ella y su doncella tuvieran total libertad para moverse por el campamento, y quienquiera intentara molestarlas de cualquier manera sería ejecutado de inmediato. Cada noche Iehudit caminaba hasta los portones de la ciudad y comunicaba al centinela que todo estaba en orden, funcionando como lo había planeado. “El pueblo debe mantener firme su confianza en Di-s”, le dijo.

Al tercer día Holofernes y sus hombres comenzaron a inquietarse. Cuando Iehudit entró a la carpa de Holofernes con su inseparable doncella, le preguntó: “¿Qué información me traes hoy?”

“Tengo muy buenas noticias, general. Ya no queda más alimento kasher. En un día o dos el hambre los llevará a comerse sus mulas y perros. ¡Entonces Di-s los entregará en tus manos!”

“Maravilloso”, dijo Holofernes. “Esto exige una celebración. Esta noche tendremos una fiesta. Solamente nosotros dos”. Esa noche Holofernes recibió a Iehudit en su carpa y le ofreció de las delicias que cubrían su mesa. “He traído mi propio vino y comida, preparados especialmente para esta ocasión”, dijo Iehudit. “Mi queso de cabra es célebre en todo Betulia”.

A Holofernes le agradó el queso salado y el fuerte vino. Muy pronto, estaba estirado en el suelo, totalmente ebrio.

Iehudit recitó una plegaria silenciosa y desenvainó la pesada espada de Holofernes. Tomado puntería, la hizo caer sobre el cuello del general con todas sus fuerzas. Luego ocultó la cabeza del general en su cesta y caminó tranquilamente hasta su carpa.

“Ven pronto”, dijo a su doncella. Las dos mujeres caminaron serenamente, como lo solían hacer cada día, hasta llegar a los portones de la ciudad. “Llévenme con Uziá de inmediato”, ordenó al centinela. Uziá no podía creerlo, y observaba el macabro premio que Iehudit le había traído.

“No hay tiempo para perder”, dijo Iehudit al comandante. “Prepara a tus hombres para un ataque sorpresa al amanecer. Cuando los soldados de Holofernes corran a su carpa y encuentren su cuerpo decapitado, huirán para salvar sus propias vidas”.Eso es exactamente lo que sucedió. El enemigo huyó despavorido, en confusión y terror. Y fue la valiente Iehudit, temerosa de Di-s, quien salvó a la ciudad.

En su memoria, y en el de su heroica actitud, tenemos una tradición de comer alimentos lácteos en Januca.

La tradición de la comida de Janucá

Un menú típico de Janucá suena como que fue planeado por chicos de doce años o menos; panqueques de papa, fritos, por supuesto en mucho aceite. 

Bizcochos de queso blanco. Bolas de fraile rellenas de mermelada, cubiertas de azúcar impalpable. Buñuelos de manzana fritos, rosquillas rellenas de queso freídas en aceite y cubiertas de miel. Blintzes de queso. 

¿No será una manera de hacer que los niños no se vayan luego de haber prendido las velas y que disfruten de una comida familiar? ¡Para nada! 

La tradición de la comida de Janucá tiene sus orígenes en los primeros años que se comenzó a celebrar la festividad, y nos hacen recordar ciertos milagros asociados con los eventos de Januca mismo. Y por supuesto, recordar los milagros y la libertad que todos celebramos agregan un sabor especial a todo lo que servimos…

¿Por qué los judíos comen comidas fritas en Janucá?

La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el milagro del aceite, que una vasija de aceite que se supone duraba un día, duró ocho. Y todos sabemos que éste es el origen de la Mitzva de encender la Menoráa ocho días. También es la razón de porqué es costumbre comer comida cocinada en aceite.

Hay conexiones más profundas entre el aceite de oliva y Janucá.

Místicamente, tanto la Menorá como el aceite que se usaban para iluminar, están asociados con Jojmá, sabiduría. La guerra entre los griegos y los judíos también fue una guerra sobre qué sabiduría perduraría en el mundo. Los griegos querían que todos bajo su dominio piensen y estudien exactamente como ellos. Se oponían con violencia ante la idea de la sabiduría Divina, y por ello prohibían el estudio de la Torá.

También, la palabra Shemen, (aceite en hebreo), tiene las mismas letras que Shmone, ocho, el número de días que duró milagrosamente el aceite.

¿Cuál es la conexión entre la comida láctea y Janucá?

Yehudit, era una joven mujer que vivía en Betulia, en la tierra de Judea, en la misma época que la guerra contra los griegos. Ella causó que el general griego se durmiera, dándole quesos salados que lo dejaron muy sediento, y dándole vino para tomar. Una vez dormido, lo mató. Al ver que su general había sido asesinado, el ejército griego de desesperanzó y escapó. En recuerdo al coraje de Yehudit, comemos productos lácteos.

Nada sucede por casualidad, así que no es sorprendente que ambos eventos milagrosos de Janucá hayan sucedido por medio de dos comidas cuyo rico simbolismo nos recuerdan muchas de las cosas por las que luchamos también.

La Torá, cuyas tradiciones fueron atacados por decretos de los griegos, es comparada con la leche, y esta es una de las razones por las cuales comemos productos lácteos en Shavuot también. Ahora entendemos la conexión entre las comidas lácteas y fritas con Januca. 

¿Pero de dónde surgieron las diferentes comidas tradicionales de Janucá?

Durante todos estos siglos, las diferentes comunidades judías en todo el mundo han encontrado varias formas de incorporar el aceite y lo lácteo en sus comidas de Janucá.

Una de las más famosas comidas, los Sufganiot Israelíes (las borlas de fraile, provienen de una tarta de masa con levadura mencionada en el Talmud. Estas tartas eran cocinadas en aceite y se llamaban Sufganin (absorbente), porque absorbían mucho aceite cuando se cocinaban. No tenían leche, pero eran dulces, y a veces se las rellenaba con miel, y el hecho que eran cocinadas en aceite hizo que estas tartas se conviertan en una comida tradicional de Janucá.

En España, los judíos le agregaban queso a estas tartas, y de ahí es que surgen estos Sufganiot rellenos de queso, y también otras tartas de queso fritas populares entre los Sefaradim. Los judíos alemanes usaban una versión de estas tartas rellenas de mermelada, que la trajeron a Israel en los años 1930.

En India, esta masa dulce era una combinación de harina con miel o azúcar, pero también se le agregaba leche y manteca.aEn comunidades del Norte, en donde el aceite de oliva era raro y caro, se usaba grasa de pollo u otras alternativas para fritar. Los latkes de papa, buñuelos de manzana, y otras comidas neutras, se convirtieron en una norma, aunque hoy en día se usa aceite de oliva u otro aceite para preparar estas comidas.

Latkes:

Ingredientes:

Porciones: Aproximadamente 2 docenas de latkes

  • 6 papas grandes
  • 1 cebolla dulce pequeña
  • 2 huevos batidos
  • 1/2 taza de harina (o lo suficiente como para juntar los ingredientes de la mezcla)
  • Sal y pimienta al gusto
  • 1/2 taza de aceite vegetal (2 cucharadas de aceite por tanda de latkes en la sartén)

1Pelá las papas y rallarlas en trozos grandes. Si optas por usar cebollas, picalas finamente y añadiles a las papas.

2 – Batíe dos huevos y agregales una pequeña cantidad de harina. Si optás por agregar sal y pimienta para sazonarlos, hacelo  ahora.

3Aprieta las papas para sacarles un poco del agua. Si están demasiado húmedas, no se pondrán crocantes al freírlas.

4-Añadí las papas ralladas (y la cebolla) a la mezcla de huevos y harina, y mezclá bien todos los ingrediente.

5-Poné 2 cucharadas de aceite vegetal en una sartén pesada. Caleintala a temperatura alta.

6Con la cuchara para mezclar medí  la mezcla de papas para hacer las tortitas. Déjalas caer en la sartén caliente.

7Freílas hasta que estén doradas en los bordes. Luego dala vuelta para que se frían del otro lado.

8Sácalas del aceite cuando el segundo lado esté dorado.

9-

Coloca los latkes cocidos en un plato cubierto con toallas de papel para eliminar el exceso de aceite. Servilos  calientes.

-Algunos de los ingredientes tradicionales que van encima de los latkes incluyen puré de manzana para darles un sabor dulce o crema agria para darles un sabor salado. La salsa de arándano es otro buen ingrediente.

-Un buen acompañamiento para los latkes es una ensalada simple.

-Conserva calientes los latkes en el horno mientras haces los demás.

-Unas cucharadas de perejil fresco picado animan el sabor de los latkes.

-Para darles un gusto  diferente, intenta agregarle una manzana agria finamente picada a la mezcla en lugar de la cebolla picada.

-El yogur natural es un excelente sustituto de la crema agria.

-Dependiendo del tamaño de tu sartén podrías freír varios latkes a la vez.

Sufganiot

Ingredientes

  • 50 gr. de levadura fresca
  • 1 taza y ½ de agua caliente con 1 cucharada de azúcar
  • 2 huevos 
  • ½ taza de aceite
  • ½ taza de azúcar
  • 1 cucharita de vainilla y 1 k de harina

Procedimiento

  1. En un bol grande  tamizá la harina y, de mientras dejas leudar la levadura en una taza con azúcar y agua calentita.
  2. A la harina le añades los huevos una vez revisados, el aceite, el azúcar, la taza con la levadura y ½ más con agua y la vainilla.
  3. Amasar hasta que no se enganche, cuesta un poquito, por que es una masa húmeda. Consejo: poner un poco de aceite en la palma de la mano.
  4. Dejá reposar la masa en bol tapado con film transparente durante una hora o hora y medio (si está en un sitio calentito sube antes).
  5. Transcurrido ese tiempo, volvela a amasar un poco y estirala con un rodillo hasta que queden masas de un dedo de grosor.
  6. Una opción es hacerlos de dos medidas, unos más pequeños y otros de un diámetro mayor, con bastante aceite a calentar(mejor una freidora, pero yo me apaño con el WOK) como unos cuatro dedos y los colocas de 5 en 5 más o menos y luego  escurrilos en papel absorbente.
  7. Una vez enfriados, los podes rellenar con mermeladas, crema de chocolate ….. y espolvoreados con azúcar impalpable.

Notas

Salen como 60 o 70 dependiendo del diámetro en que se corten las masitas.

Comprendiendo el milagro de Januca

La festividad de Janucá (la fiesta de las luminarias), en la cual encendemos la janukía por ocho días para agradecer y recordar el milagro que Hashem nos hizo, que las velas permanecieron prendidas esos 8 días a pesar de que el aceite encontrado (un único tarrito con el sello del Kohen Gadol, que esto significaba que no había sido impurificado por los griegos) sólo alcanzaba para un día.

Ahora, surge una pregunta acerca de este milagro que celebramos, en el Beit Hamikdash, el Kohen todos los días ponía siempre la misma cantidad de aceite en la menorá, y ¿ cuánto tenía que poner? la mitzvá era que las velas perduren MEEREV AD BOKER, es decir, desde el anochecer hasta el amanecer, dentro de ese momento hay 2 tiempos llamados BEIN HASHEMASHOT, que es desde cuando el sol se pone hasta la salida de las estrellas en la tarde y desde el alba a la salida del sol en la mañana, tiempo en el cual hay duda si es día o noche.

Todos los días el Kohen llenaba todos los tarritos con la misma cantidad de aceite necesario para ese tiempo, pero la única que permanecía encendida también en el tiempo de Bein Hashemashot era el NER HAMARAVÍ, la vela occidental, las otras no.

De acá vemos, que el milagro de permanecer encendidas las velas ya existía, con el Ner Hamaraví.

Entonces, ¿qué diferencia hubo entre el milagro de janucá, que las velas permanecieron encendidas 8 días, con el Ner Hamaraví del Beit Hamikdash?

En Janucá, TODAS las velas permanecieron encendidas también en el tiempo de Bein Hashemashot, mientras que en el Beit Hamikdash solo el Ner hamaraví.

De aca, que en el Beit Hamikdash había milagro dos veces, en el Bein Hashemashot de la noche y en el del día, ya que al día siguiente tenía que rellenarlos nuevamente, en cambio en janucá hubo milagro 8 días, ya que todas las velas permanecieron encendidas también en el tiempo de bein hashemashot todos los días sin apagarse en ningún momento con solo 1 tarrito de aceite.

Encendemos la Menorá de Janucá al atardecer y es costumbre de Jabad incluso encenderla al momento de la puesta del sol, es decir, justo al comienzo de Bein Hashemashot.

La Halajá (Ley) establece que para cumplir la Mitzvá, las velas deben estar encendidas un mínimo de ½ hora aproximadamente una vez entrada la noche, y ese tiempo es exactamente el tiempo de 2 Bein Hashemashot (de aproximadamente 15 minutos cada uno, el de la mañana y el de la tarde).

La Luz de las velas de Janucá representan la Luz milagrosa que iluminó a nuestros antepasados justamente en los tiempos de duda, tiempos donde no se sabe si es día o noche, tiempos de confusión.

Esa misma energía se renueva cada año en Janucá y es un momento propicio para alegrarnos por la Luz que ilumina y despeja todas nuestras dudas.

Quiera Hashem que la luz de este Janucá disipe toda duda y perdure por siempre.

 

Por Shulamit Grodzicki

A la luz de las velas

“Y Di-s habló a Moshé, diciendo; Habla a Aharón y dile; cuando alces (enciendas) las lámparas, las siete lámparas iluminaran hacia la menorá…” (Números 8: 2)

Antes de encender su menorá en Jánuca, el maestro jasídico Rabí David de Tolna se volvió repentinamente a uno de los jasidim y le preguntó: “Dime una cosa: vos sos una persona muy alta, y tu esposa es una mujer muy baja. ¿Qué hacen cuando desean hablar uno con el otro? ¿Te inclinás hacia ella, o ella se estira hacia vos?” Sin esperar respuesta, el Rebe volvió su atención a su menorá, colocada sobre un taburete en el vano de la puerta, y vela en mano, recitó la bendición.

El Talmud cuenta que por norma, “La Presencia Divina no desciende más que diez tefajim (aprox. 80 cm) encima del suelo. Con todo, las leyes de Jánuca especifican que es preferible colocar la menorá debajo de esta altura. El cabalista Rabí Itzjak Luria expresa que esta ley es para manifestar el inmenso amor de Di-s por Su Pueblo: el Novio Divino se inclina para conversar con Su novia Israel.

Los dos padrinos

El matrimonio es producto del esfuerzo de cada uno de sus participantes. Si Di-s se “inclina” para relacionarse con nosotros pese a nuestras deficiencias, esto no nos exime de esforzarnos por estirarnos para ascender a El.

Esto, también se refleja en las luces de la Menorá. “El alma del hombre es la vela de Di-s”. Como la danzante llama mira arriba, esforzándose siempre por liberarse de su atadura material, así también, el alma del hombre pugna por escapar al cautiverio de lo material y conectarse con la realidad superior de su esencia y fuente. Esto explica por qué las instrucciones acerca del encendido de la menorá en el Santuario fueron dirigidas a Moshé, aunque éste era un rol encomendado a Aharón y sus hijos.

En éxodo 27, Di-s dice a Moshé que los judíos debían traer el aceite puro de oliva a Moshé, para que Aharón y sus hijos la enciendan ante Di-s, desde el anochecer hasta la mañana.

¿Por qué traer el aceite a Moshé, si es Aharón quien deberá encender la Menorá?

Nuestros sabios explican los roles de Moshé y Aharón en el marco de nuestra relación “marital” con Di-s. En una boda, tanto el novio como la novia son conducidos al palio nupcial por sus padrinos, cuyo papel consiste en ayudarles a llegar al lugar de su boda. En la unión entre Di-s e Israel, Moshé sirve de “Padrino del Rey”, aquel que trae al Todopoderoso a la boda, y Aharón de “Padrino de la reina”, aquel que asiste al pueblo de Israel en la tarea de lograr su unión con Di-s.

Moshé es el maestro de Torá, transmisor de la sabiduría y voluntad de Di-s, a la mente humana. Aharón es el Sumo Sacerdote, quien encamina a cada individuo en su servicio a Di-s. La Torá es Di-s llegando a nosotros, transmitiendo Su esencia en un medio que es perceptible e implementable por nuestro ser material finito.

El servicio del hombre a Di-s por medio de los sacrificios, las ofrendas y las plegarias, es el esfuerzo humano por llegar a Di-s: entregarse, elevarse, llevarse a sí mismo más cerca de su Creador.

Del anochecer hasta la mañana, siempre

Esto explica también una evidente contradicción en los versículos: ¿La menorá debe “arder siempre” o solo “desde el anochecer hasta la mañana”? En realidad, las luces de la menorá, abastecidas por Moshé y encendidas por Aharón, adrián con una llama que era tanto temporal como eterna. Moshé representa el elemento Divino de la relación – el que “arde siempre” de manera ilimitada e inmutable.

Aharón personifica nuestro esfuerzo humano caracterizado por las inconsistencias y equivocaciones de nuestra naturaleza, fluctuaciones entre “anochecer” y “mañana”, oscuridad y luz.

Pero es este esfuerzo humano lo que hace de esta relación un “matrimonio”, una unión basada en los compromisos de cada uno de sus participantes.

¿Qué es Shminí y Atzeret Simjat Torá?

Esta festividad se caracteriza por una alegría sin límites que supera incluso la alegría de Sucot. La alegría alcanza su clímax el segundo día, conocido como Simjat Torá, cuando celebramos la conclusión -y reinicio- del ciclo anual delectura pública de la Torá.

Tanto en la noche como en el día de Simjat Torá (24 y 25 de octubre) rodeamos la mesa de lectura de la Torá, abrazando los Rollos Sagrados y bailando junto a ellos (en algunas comunida­des, esto se hace también la noche de Shminí Atzeret, el 23 de octubre).

Horarios de encendido de velas

Miércoles 23 de octubre 18.57 h

Jueves 24 de octubre 19.56 h*


*Se debe encender las velas con un fuego preexistente.

Horario de CABA.

Brajot de las velas de Shminí Atzeret

Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu méej haolám ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlík ner shel lom Tov.

Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó encender la vela de la festividad.

Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu mélej haolám shehejeianu vekiimánu vehiguianu lizman hazé.

Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión.

Brajot de las velas de Simjat Torá

Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu méej haolám ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlík ner shel lom Tov.

Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó encender la vela de la festividad.

Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu mélej haolám shehejeianu vekiimánu vehiguianu lizman hazé.

Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión.

Se trata de una festividad importante ( yom tov ), ​​en la que se prohíben la mayoría de las formas de trabajo. En las noches anteriores, las mujeres y las niñas encienden velas, recitan las bendiciones correspondientes y disfrutamos de comidas festivas nocturnas y diarias, acompañadas de kidush . No vamos a trabajar, ni manejamos, ni escribimos, ni encendemos o apagamos aparatos eléctricos.

Después del anochecer, todas las mujeres y niñas (o, si no hay una mujer adulta en la casa, el jefe de familia) encienden velas para anunciar el comienzo de la festividad.  Las velas deben encenderse con una llama existente.

Estos dos días permiten que las sensaciones espirituales de las cuales nos empapamos en la Sucá se trasladen y nos acompañen durante todo el año. Después de haber ‘bajado los cielos” de Rosh Hashaná y Iom Kipur a lo cotidiano en nuestra Sucá, en Simjat Torá nos abra- zamos con la Torá para que nos guíe y acompañe durante el resto del año

Shmini Atzeret: Alégrate

“El octavo día tendréis un día de descanso. No haréis ningún trabajo pesado.” Los cinco libros de Moisés

¿Por qué se llama retención? Porque Di-s es como un rey que organiza una fiesta de siete días. Cuando todos están a punto de irse, retiene a su amigo más cercano y le dice:

“Es difícil para nosotros separarnos. Quédate otro día y celebraremos con lo que quede”.

El Talmud

Por eso, para los jasidim la mayor celebración del año son los dos últimos días de las Altas Fiestas, Shmini Atzeret y Simjat Torá, días dedicados a la alegría de ser judío.

Simjat Torá:

Significa “la alegría de la Torá”. El nombre se deriva del hecho de que en este día celebramos la finalización de la lectura anual de la Torá y comenzamos de nuevo.

Obsérvese que no se llama “alegría con la Torá” o “alegría de la Torá”, sino “alegría de la Torá”. Esto se debe a que la Torá misma se regocija. Y cuando cantamos y bailamos con ella, le damos piernas a la Torá y participamos de su celebración.

Los Cinco Libros de Moisés se dividen en 53 porciones, llamadas parashá.

Cada semana leemos una parashá, completando el rollo entero cada año. El ciclo comienza el último Shabat del mes de Tishrei y termina en Simjat Torá.

Para celebrar, en la noche de Simjat Torá, sacamos todos los rollos de la Torá de su arca, desfilamos con ellos alrededor de la mesa de lectura siete veces, y bailamos y cantamos con ellos.

Hospitalidad Divina

Ushpizin en Arameo quiere decir “huéspedes.” Traducido al español, la palabra pierde algo de su misterio y algo de su sentido, estos “huéspedes” son de hecho absolutamente misteriosos (por lo menos hasta que aprendemos más sobre ellos) y de otro mundo (por lo menos hasta que les hagamos lugar en nuestro mundo). Utilizamos el término Arameo porque nuestra fuente original sobre estos huéspedes místicos es el Zohar, el  mayor trabajo cabalístico escrito en esta lengua mística.

Hay siete “huéspedes” que vienen a visitarnos en la sucá, la choza cubierta de ramas en la cual comemos nuestras comidas a lo largo del festival de Sucot — uno para cada uno de los siete días del festival.

Está escrito en el Zohar (Libro básico de la Cabalá), que durante los días de la festividad de Sucot concurren a la Sucá los USHPIZIN (huéspedes).

Son los Tzadikim de nuestro pueblo: Abraham, Itzjak, Iaakov, Moshé, Aarón, Iosef, David. Cada día de la fiesta uno de ellos es el visitante principal y los demás lo acompañan. La primer noche recibimos a Abraham Avinu (nuestro patriarca).

Abraham se destacó por su entrega a la Mitzvá de hajnasat orjim (hospitalidad con los forasteros), que realizaba con fervor y entusiasmo.

La Guemará aprende de él que “es mayor la Mitzvá de hajnasat orjim que recibir la Morada de Di-s”, ya que Abraham pidió permiso a Di-s para interrumpir Su visita y poder atender a unos forasteros que se acercaban.

TODOS SOMOS VISITAS

La esencia de hajnasat orjim refleja la esencia de nuestro servicio a Hashem en el galut (exilio). El pueblo de Israel se encuentra en este momento en una situación de “visita”, Nuestros Sabios compararon las circunstancias del galut con “ hijos que fueron desterrados de la mesa de su padre”. El lugar natural del iehudí es encontrarse junto a la mesa de su Padre, Di-s, entonces durante el exilio el judío no está en su espacio original, adoptando la característica de foráneo. ¿Por qué creó Hashem esta situación?, Esto se debe a la integridad que logramos en nuestro servicio a Él en este período.

 

LA VENTAJA DEL GALUT

Nuestros Sabios dijeron: “Di-s tuvo misericordia al dispersarnos entre los pueblos”. Toda la intención de este esparcimiento a lo largo y ancho del mundo no es un castigo sino una meta positiva. La voluntad de Di-s es que cada iehudí introduzca Santidad y Divinidad en cada lugar que se encuentre y lo convierta en apto para ser “una morada para El” en el momento de la llegada del Mashíaj. También así se expresa Rabí Israel Baal Shem Tov, el primero de los huéspedes jasídicos, sobre el versículo “Di-s conduce los pasos del hombre”, es decir que a cada lugar al que el judío llega, no lo hace por propia voluntad sino que Hashem guía sus pasos para que cumpla su misión en este mundo.

 

LA VIRTUD DEL HUÉSPED

La Mitzvá de hajnasat orjim manifiesta la importancia y valor del servicio cuando estamos en el contexto de orjim.

Por medio de que un judío recibe hospitalidad se logra una elevación espiritual que incluye tanto al anfitrión como al invitado.

Y esta también es la riqueza exclusiva de los días del galut, ya que sólo por medio de ella podemos “recibir la Morada de Di-s” así como será  en el momento de la llegada de la Gueulá, donde se revelará la Gloria de Hashem, con alegría.

 

LIKUTEI SIJOT, TOMO 29, PAG. 354