Skip to content

Vaishlaj “Y Mandó”

Después de su regreso a Israel – que representa la perfección espiritual adquirida luego de haber pasado 20 años trabajando para Laván en Harán (mundo de idolatría) – Iaacov manda mensajeros a su hermano Esav para hacer las paces. Sin embargo, éste lo enfrenta con 400 guerreros, señalando así su intención de seguir peleando.

Para encontrarse con Esav, Iaacov se protege con tres cosas: la plegaria (tefilá), mandándole regalos a Esav y preparándose estratégicamente para la confrontación (divide a su gente en dos bandos, de tal modo que si Esav liquida a uno, queda el otro). Esto nos muestra cómo deben prepararse los judíos cuando son enfrentados por otras naciones. 

Al encontrarse con Esav, Iaacov se inclina ante él, pero realmente lo hace frente a la Shejiná, la Providencia Divina, que lo salva milagrosamente cuando Esav pretende matarlo. 

Iaacov pelea con el ángel protector de Esav y gana, pero es lesionado en el muslo; por ello la Torá prohíbe comer el Guid Hanashé, tendón del muslo cercano al nervio ciático.

La mitzvá de Guid Hanashé es la tercera de la Torá y la primera de carácter prohibitivo. Hay dos partes que no pueden ser comidas en un animal Kasher: el nervio ciático (ley de la Torá) y el nervio perineo (prohibición rabínica).

En nuestros hábitos diarios de comida somos forzados a recordar la herida infringida a Iaacov por Esav en su punto débil (yozai yerjó), representando por la descendencia de Iaacov, que es el pueblo judío. Por lo tanto, debemos reforzar cada generación mediante la educación en Torá, para no ser heridos por otros pueblos.

Luego de la pelea con el ángel, el nombre de Iaacov es cambiado por el de Israel, que significa “has peleado con cuerpos celestiales (el ángel de Esav) y con cuerpos terrenales (Lávan y Esav) y has vencido”; por tanto, mereces la bendición por una conducta noble en un enfrentamiento directo. En esto se diferencia del nombre Iaacov (el que obtuvo la bendición de su padre a través de la astucia).

Cambiar el nombre puede anular un decreto celestial desfavorable. De haber un decreto para que Esaú dominara a Iaacov, Di-s reafirmaría a Iaacov, “puesto que ya no será Iaacov y su nombre será Israel”.

Los nombres de Iaacov e Israel – que todos hemos heredado – se refieren al cuerpo y el alma, respectivamente. Es necesario rectificar espiritualmente el cuerpo para que el poder del alma pueda morar en él. Solo entonces merecerá llamarse Israel.

La Torá no está escrita en orden cronológico. La venta de Iosef en realidad precedió a la muerte de Itzjak por 12 años. Cuando nació Iaacov, Itzjak tenía 60 años.

Itzjak falleció en el año 120 de Iaacov. Iosef tenía 17 años cuando fue vendido, y Iaacov tenía 108 años. 

Rivka murió sin haber visto a su hijo Iaacov y fue enterrada en la Cueva de Majpelá, a diferencia de Rajel, que fue enterrada en Bet Lejem o Belén, el lugar donde los judíos pasaron cuando fueron exiliados a Babilonia, Rajel pidió a Di-s por ellos. Rajel murió al dar a luz. 

Al morir Itzjak a la edad de 180 años, Esav decidió quedarse con los bienes de su padre, y Iaacov, con la tierra de Canaán y la Cueva de Majpelá, lugar donde fue enterrado su padre. 

“Los Sabios dicen que la experiencia de los padres es una guía para sus hijos. Lo sucedido a nuestros Patriarcas refleja eventos que se repiten en la historia de nuestro pueblo, tanto en lo individual como en la nación en su conjunto”.

El viaje del alma

Esta semana, en Vaieizé, comienza con el viaje de Iaakov a Jarán; Y Iaakov salió de Beersheva y se dirigió hacia Jarán. ¿Es necesario que sepamos de dónde venía?
Rashi nos da una explicación basada en el Midrash.
Esto enseña que la partida de una persona justa de cualquier lugar causa un impacto.

Durante el tiempo que la persona justa está en una ciudad, constituye su gloria, él es su esplendor, él es su corona.
Cuando se va, se va su gloria, se va su esplendor, se va su corona”.

Esta explicación es sorprendente, ya que cuando Iaakov dejó Beersheva, sus padres, Itzjak y Rivka, ambos tzadikim, todavía vivían allí.
¿Cómo podría Rashi afirmar que con la partida de Iaakov, de Beersheva también se fueron la gloria y el esplendor?
La respuesta se revela al observar más de cerca la explicación de Rashi, que no es una cita exacta del Midrash.
El Midrash afirma que una persona justa constituye el esplendor y la corona de una ciudad.
Rashi, sin embargo, presenta sus comentarios con la palabra gloria.

Según él, la influencia de la persona justa en su entorno tiene tres elementos: 1) corona, en el sentido de honor y respeto; 2) esplendor, la luz espiritual que emana de la persona justa y sus obras; y 3) gloria, un nivel aún más alto de iluminación que emana del tzadik que provoca asombro.Incluso después de que Iaakov dejó Beersheva, todavía había dos personas justas viviendo allí, sus padres.


Pero para entonces Itzjak era muy viejo y ciego, y estaba confinado en su casa. Rivka también mayor, se ocupaba de cuidar a su esposo.

No hay duda de que su presencia continua en la ciudad trajo honor y protegió a sus habitantes.
Para entonces, Itzjak y Rivka ya no podían iluminar sus alrededores con el tipo de luz que promueve asombro.
Este nivel de luz, gloria, emanaba de su hijo, Iaakov.
Así, cuando salió de Beersheva, su gloria también se fue.

Además de su significado literal, el viaje de Iaakov desde Beersheva a Jarán alude al descenso del alma del mundo espiritual al mundo físico, que también causa un impacto. De hecho, el alma demuestra un gran sacrificio perso nal al ser investida en un cuerpo físico.
En el mérito de este sacrificio personal, cada judío merece ser restaurado a su verdadero estado de regocijo en la luz de Di‐s, con la redención completa con Mashíaj.

Adaptado de Likutei Torá, vol. 32

La escalera de Jacob

¿Qué simboliza la escalera de Jacob? Una metáfora atemporal

Por Katia Bolotin

La innovación es un sello distintivo del espíritu humano. Los innovadores, los pioneros de nuevas ideas, desafían el status quo y se proponen mejorarlo. Cada generación se distingue por la introducción de innovaciones nuevas y mejoradas.

¿Cuántos de nosotros seguimos usando máquinas de escribir o grabadoras de casetes? Lo que en su día fueron innovaciones asombrosas pasan de moda y acaban por quedar obsoletos. Esas son las consecuencias de la innovación.

Sin embargo, incluso en el mundo tecnológico actual, algunas cosas poseen un poder de permanencia intemporal. Tomemos, por ejemplo, la escalera, el tema del sueño de Jacob en la parashá Vaieitzei . La palabra hebrea para “escalera” es sulam. Una permutación de las letras hebreas de sulam revela una profunda comprensión que explica el significado perdurable de la escalera. Al reorganizar las letras de sulam (samejlamed, mem ), revelamos otra palabra, semel , que significa “símbolo”.

¿Cuál es el simbolismo de la escalera? Este simplista dispositivo para subir o bajar no ha sufrido ninguna alteración conceptual desde su creación.

Metafóricamente, la Torá amplía la sencilla función de la escalera para incluir imágenes que unen el cielo y la tierra. A través de imágenes visuales, podemos captar el concepto de transición.

El puente contra la escalera

La vida nos presenta diversas transiciones que desafían el status quo de nuestros niveles de comodidad. Podemos encontrarnos en una encrucijada, reconociendo la necesidad de un cambio pero sin saber qué camino tomar. Podemos sentirnos desprevenidos y no equipados para navegar el viaje desconocido que tenemos por delante. ¿Cuál es la mejor manera de atravesar el espacio liminal entre dónde estamos y dónde nos gustaría estar? ¿Cuáles son los mejores medios para ayudarnos a alcanzar nuestras metas y destino deseados? ¿Cómo combatimos los sentimientos de incertidumbre y vulnerabilidad que pueden enfrentarnos en el camino, eclipsando la luz guía de la fe?

Cuando se transita por un terreno desconocido o una transición, hay dos opciones: cruzarlo, salvando la distancia que separa el punto A del punto B, o trascenderlo. A menudo, la imagen de un puente se utiliza para representar el paso de una etapa de la vida a la siguiente. Sin embargo, aunque cambiamos de lugar, no necesariamente estamos cambiando ni estamos cambiando nosotros mismos. Mientras permanezcamos en la misma altitud, no podemos trascender nuestro estado actual de ser o nuestra perspectiva.

En cambio, al ascender o descender por una escalera, peldaño a peldaño, cambiamos nuestra altitud de forma gradual. Nos movemos hacia arriba o hacia abajo, nunca permanecemos estáticos. Nuestro punto de observación se amplía a medida que ascendemos o se estrecha a medida que descendemos.

 

La innovación es un sello distintivo del espíritu humano. Los innovadores, los pioneros de nuevas ideas, desafían el status quo y se proponen mejorarlo. Cada generación se distingue por la introducción de innovaciones nuevas y mejoradas.

¿Cuántos de nosotros seguimos usando máquinas de escribir o grabadoras de casetes? Lo que en su día fueron innovaciones asombrosas pasan de moda y acaban por quedar obsoletos. Esas son las consecuencias de la innovación.

Sin embargo, incluso en el mundo tecnológico actual, algunas cosas poseen un poder de permanencia intemporal. Tomemos, por ejemplo, la escalera, el tema del sueño de Jacob en la parashá Vayeitzei . La palabra hebrea para “escalera” es sulam. Una permutación de las letras hebreas de sulam revela una profunda comprensión que explica el significado perdurable de la escalera. Al reorganizar las letras de sulam (samech , lamed , mem ), revelamos otra palabra, semel , que significa “símbolo”.

¿Cuál es el simbolismo de la escalera? Este simplista dispositivo para subir o bajar no ha sufrido ninguna alteración conceptual desde su creación.

Metafóricamente, la Torá amplía la sencilla función de la escalera para incluir imágenes que unen el cielo y la tierra. A través de imágenes visuales, podemos captar el concepto de transición.

La escalera que simboliza el ascenso y la caída de las naciones

La sencilla escalera de Jacob prefigura la trayectoria del desarrollo humano. El Midrash describe cómo se nos predice el ascenso y la caída continuos de varias naciones que ocuparán el centro del escenario mundial por un tiempo y luego se hundirán en el olvido. Los opresores de Israel están entre ellos, ya que se nos advierte de su prominencia. Rashi destaca que los ángeles ascendentes representan aquellas fuerzas espirituales que acompañan a Jacob y al pueblo judío mientras están en nuestra tierra natal, Eretz Israel . Deben regresar al cielo cuando Jacob deja la Tierra Santa, pero son reemplazados por otras fuerzas angelicales más adecuadas para salvaguardar a la nación judía cuando habita fuera de la tierra. La explicación de Rashi predice nuestro mérito final de establecernos en la tierra de Israel.

La escalera de la oración: la transición entre el cielo y la tierra

La escalera de Jacob también amplía nuestras perspectivas sobre el poder de la oración como vehículo para navegar la transición entre el Cielo y la Tierra. La oración significativa crea una huella espiritual; dicha oración deja su huella en el tejido tanto del tiempo físico como de la eternidad espiritual. Nuestras oraciones se activan solo en la medida en que seamos conscientes y sinceros. En el sueño de Jacob, se las representa como formas angelicales que se elevan. Nuestros sabios nos dicen que nuestras oraciones crean ángeles acompañantes o energías de diferentes fuerzas. La sinceridad y la pura intención de cada corazón lo impulsan a ascender los peldaños de la fisicalidad. Una oración puede atravesar lo finito mientras anhela y se esfuerza por alcanzar los reinos infinitos.

La escalera de Jacob tiene el potencial de convertirse en un GPS espiritual

que, de hecho, calibra la dirección de nuestros pensamientos y acciones. Puede servir para trazar nuestro camino y mantenernos en el rumbo correcto para llegar a nuestro destino final. Es la aplicación más antigua y, a la vez, la más nueva que existe. Subir la escalera de Jacob puede representar toda una vida de viaje espiritual. Desde un nivel macro hasta uno micro, esta antigua visión sigue siendo un símbolo perdurable de relevancia atemporal y es un portal del pasado al presente y del presente al futuro.

fuente

La parashá en síntesis: Vaietzé

Vayetzé: Y salió…

Iaacov, padre de las doce tribus, salió de Israel (Beer Sheva) y se fue a Aram (Harán) para escapar de su hermano Esav, según el consejo de su madre, y para buscar esposa, según las instrucciones de su padre, Itzjak.

Beer Sheva representaba la paz y la seguridad, el rezo y el estudio de Torá; sin embargo, tuvo que dejarlo para enfrentarse al mundo de las tentaciones, Olam, cuya raíz es Elem, ocultamiento (donde Di-s está oculto) y para superarlas, con miras a ser luego el padre de la casa de Israel. Esto nos enseña que Di-s quiere que los judíos vivan una vida espiritual en un mundo terrenal. 

Iaacov estudió 14 años en la Yeshivá de Eber antes de ir a Harán. En vez de dedicarse a estudiar la cultura y el idioma del lugar al cual iba, se dedicó a rezar, lo cual demuestra que antes de formar un hogar judío, la prioridad no debe ser integrarse a la sociedad e imitar las costumbres de otros, sino conocer nuestros fundamentos de vida, indicados en la Torá. 

Antes de llegar a Harán, Iaacov, se detuvo en el Monte Moriá, en el mismo lugar donde Abraham construyó el altar para el sacrificio de Itzjak y donde posteriormente fue construido el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalem). Allí tuvo el famoso sueño de la escalera y recibió de Di-s la promesa de que esa tierra le pertenecería, y de que su descendencia sería tan numerosa como la arena. 

En el sueño de Iaacov, la escalera estaba apoyada en la tierra, pero llegaba hasta el cielo. Como la vida y las experiencias de los patriarcas sirven de modelos para nuestra conducta, este sueño del patriarca nos señala que aún cuando nuestra existencia física es terrenal, todos tenemos el potencial de alcanzar altos niveles espirituales y, por tanto, debemos poner todo el empeño en lograrlos.

En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Éstos representaban a los cuatro imperios que dominarían a nuestro pueblo: el de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Edom), nuestro exilio actual.

En cada uno de los casos, Iaacov vio su subida, apogeo y caída, menos en el caso de Edom, cuyo ángel subía continuamente. Al preguntarle a Di-s cuándo bajaría, este le respondió que Él mismo lo haría bajar, lo que indica que la finalización del actual exilio se producirá por medios sobrenaturales.

Iaacov llegó a la casa de Laván, su tío, y luego de trabajar siete años para casarse con Rajel, tuvo que casarse con Lea, la hermana mayor de Rajel, porque Laván lo engañó. Entonces trabajó siete años más para casarse con Rajel. En total, Yaacov pasó 20 años trabajando para Laván, sin perder su nivel espiritual. 

La raíz de la palabra arameo (en hebreo, aramí) significa “engaño”; ese era el nombre con que se conocía a Laván, “maestro del engaño” (aramí).

Cuando se narra el amor de Yaacov por Rajel, se dice que aún cuando tuvo que esperar siete años para casarse con ella, éstos se le pasaron como si fueran pocos días, debido al amor que sentía. Esto nos explica el verdadero tipo de amor. 

Para quienes se aman principalmente a sí mismos y necesitan la compañía de la otra persona para gratificarse, cada día de ausencia es una eternidad. En cambio, Iaacov amaba a Rajel por lo que ella era, más que por lo que podía darle; se trataba de un amor incondicional, por el que cualquier sacrificio valía la pena.

El amor egoísta es impaciente; el verdadero amor es permanente, prevalece, y en tal contexto, muchos años pueden parecer pocos días. 

Iaacov tuvo doce hijos con sus cuatro esposas: Lea, Rajel, Bilhá y Zilpá. Las cuatro eran hermanas por parte de Laván, su padre; y Bilhá y Zilpá eran hijas de una concubina de Laván. 

Decir la verdad

¿…y cuando está permitido ser menos que honesto?

En el libro de Génesis leemos cómo Iaakov, siguiendo el pedido de su madre, se disfrazó como su hermano mayor Eisav para que pudiera recibir la bendición que su padre Itzjak quería darle a Eisav…a pesar del hecho que Iaakov era un gigante espiritual y el paradigma de la verdad. De hecho, el atributo de la verdad es el que está más asociado con nuestro patriarca Iaakov, como está dicho “Da la verdad a Iaakov”.

Parecería que la presión que se necesitaba para recibir las bendiciones, hizo caso omiso a la prohibición general de engañar. Veremos pues, la importancia de decir la verdad y bajo qué situaciones está permitido engañar.

La virtud de la Verdad

La Torá dice: “Distánciate de las palabras de falsedad” Este es el único pecado sobre el que la Torá nos advierte que nos “distanciemos”.

Al decir la verdad, emulamos a nuestro Creador, sobre Quien está dicho: “El sello de Di-s es la verdad”. 

El Sefer Jasidim escribe que quien habla la verdad puede cambiar el destino decretando que algo suceda…y sucederá.

En el Talmud, se ve evidente que ser cuidadoso de hablar la verdad es una Segulá (actividad espiritualmente propicia) que le permite a uno completar los años destinados a él por  Di-s.

El Talmud dice que hay cuatro grupos de personas que no son meritorios de recibir la presencia Divina. Uno de ellos son los mentirosos. Este castigo es medida por medida: por medio de la mentira ellos demuestran que quieren caer en gracia en los ojos de las personas, ignorando la presencia del Altísimo. Por ello, no son meritorios de estar frente a Su presencia.

El Talmud también dice que hay tres tipos de personas que Di-s desprecia. Uno de ellos es aquél que dice una cosa, pero piensa algo completamente distinto.

En un nivel muy práctico, está claro que cuando la persona se acostumbra a decir la verdad, la gente confía en él, como dice el versículo: “Una lengua verdadera se establece para siempre”. Por el otro lado, uno que habitualmente es mentiroso, la gente le desconfía, como continúa el versículo, “Pero una lengua mentirosa, sólo por un momento”, o sea, su confiabilidad es muy corta.

Entendiendo el permiso de mentir

A pesar de lo arriba mencionado, encontramos que en ciertas circunstancias está permitido o incluso es recomendable mentir. La razón para esto es que el mandamiento Bíblico contra la mentira sólo incluye una mentira que dañaría otra persona, como dice el versículo: “Distánciate de las palabras de falsedad; no mates a un hombre inocente o justo”. O sea, está prohibido mentir de manera que cause muerte o daño a cualquier persona.

e nos dice que una mentira dicha para promover la paz, no está incluida para nada en la prohibición de decir mentiras. Parece ser que si el propósito final de esta mentira es positivo, entonces no está prohibido.


Ejemplos de mentiras permitidas

Uno puede “cambiar la verdad” por razones de paz. Esto se aprende de una conversación entre Di-s, Sará y Abraham en Génesis. Sará dijo sobre sí misma: “Luego que me he arrugado, recibiré una piel suave, y mi marido es anciano”. Cuando Di-s repitió sus comentarios a Abraham, dijo que Sará había dicho: “Cómo puedo dar a luz cuando he envejecido”. Como explica Rashi, Di-s cambió las palabras de Sará para que Abraham no sepa que Sará había hecho un comentario denigrante sobre él.

Aaron, el Sumo Sacerdote solía emplear este método al intentar hacer las paces entre parejas que discutían y amigos. Solía acercarse a uno y decirle que el otro estaba muy arrepentido y quería reconciliarse. Cuando la persona escuchaba esto, expresaba interés en querer resolver el problema. Aaron iba luego a la otra persona y le decía lo mismo. Así, las cosas se solucionaban. El Rif dijo que mentir para mantener la paz, es una Mitzvá.


Otros ejemplos de mentiras blancas permitidas:

Cambiar la verdad para practicar la humildad. Por ejemplo, uno puede clamar no saber algo de cierto tratado Talmúdico aunque uno sí lo sepa, de esa forma cambia la verdad para preservar la modestia.

Cambiar la verdad para proteger a otro de alguna inconveniencia o peligro. Por ejemplo, si un anfitrión ha sido muy generoso y amable, y luego se le pregunta al huésped sobre dicho anfitrión, él no debe contar todo sobre su amabilidad porque esto causaría que le vengan muchos invitados.

De manera similar, si una persona tiene una enfermedad incurable, y decírselo provocaría que su salud se deteriore aún más, es correcto esconderle dicha información.

Una mentira blanca que se dice para proteger a otro de ser avergonzado. Un ejemplo de esto es que uno puede decir que una novia se ve bella, incluso cuando no es muy linda.

Usar expresiones exageradas cuando está claro que se trata de una exageración. Por ejemplo: “Te ves blanco como un papel”.

Hay algunas circunstancias bajo las cuales uno puede engañar para poder recuperar pérdidas que se le deben. Nuestro patriarca Iaakov empleó este método para proteger sus ganancias obtenidas de forma legal, de ser defraudadas por su suegro y tío Labán.

Si alguien hace algo para sí mismo, pero otro entiende que lo está haciendo para honrarlo, uno no tiene que corregir este malentendido. El Talmud relata que algunos rabinos estaban viajando de una ciudad a otra. Un rabino se acercó a ellos pensando que habían venido a saludarlo. En tal caso, el Talmud concluye, no es necesario corregir este error.

Excepciones a las excepciones

A pesar de todas estas autorizaciones, uno debe siempre intentar no decir una mentira completa, sino más bien, decir mitad de verdad.

Incluso en estos casos, uno debe intentar evitar mentir a los niños, para no entrenarlos a mentir.

También, en dichas circunstancias, uno no debe mentir constantemente.

El Maguen Abraham dice que incluso en las circunstancias arriba mencionadas, uno debe mentir sólo sobre el pasado pero no sobre el futuro. Por ejemplo, uno no debe decir: “No haré esto o aquello”, en aras de la paz. Otros cuestionan dicha sentencia.


Por Aryeh Citron

Por qué las buenas personas hacen cosas buenas

El trasfondo

En la Torá, abundan las historias de rivalidad entre hermanos, que abarcan un espectro bien amplio, desde el odio latente hasta el asesinato. Y entonces, en Vaietzé, tenemos un descanso refrescante cuando leemos acerca del amor fraternal entre Rajel y Lea.

Aprendemos del acto de auto-sacrificio de Rajel en favor de su hermana mayor, Lea, cuando cambiaron sus identidades bajo la jupá (y la cama matrimonial) para salvar a Lea de la humillación de tener que casarse con el hermano mayor de Iaacov, el inmoral y depravado Esav.

Menos conocida es la historia en la que Lea, embarazada de su séptimo hijo, rezó para dar a luz a una niña y no darle a Iaacov otro hijo varón. Lea sabía que iban a haber doce tribus. Cuando se dio cuenta de que estaba embarazada, Iaacov ya tenía diez hijos (seis de Lea y dos de cada una de las criadas, Bilá y Zilpá). Preocupada por el hecho de que, si daba a luz a otro varón, sería el número 11 y Rajel, en el mejor de los casos, sólo tendría un hijo para completar los 12 que Iaacov estaba destinado a tener.

Para ahorrarle a Rajel la humillación de ser considerada “inferior a las criadas”, ya que cada una había tenido dos hijos, Lea rezó para no dar a luz otro varón. 

¿Cómo reunieron estas dos hermanas la fuerza para sobreponerse a sus deseos más profundos?

Al engañar a Iaacov, Rajel no podía asegurarse de que alguna vez lograría casarse con el amor de su vida. En el mejor de los casos, iba a tener que compartirlo. Y, para evitarle un desequilibrio y devastación emocional a Rajel, Lea renunció a la posibilidad de ser la madre de otra de las tribus y de tratar de ganarse algún favor adicional de Iaacov.

Al refrenarse de una manera tan fuerte la una por la otra, las hermanas nos enseñaron una lección de altruismo. 

La amabilidad de los extraños: altruismo puro

Todos los días, al parecer, las noticias nos traen historias de horror, actos de violencia y maldad que los hombres despliegan unos contra otros. A veces, sin embargo, en medio de estas historias aparecen héroes, y no solamente personas tratando de salvar a sus seres queridos, sino transeúntes que se juegan la vida por completos extraños ¿Por qué?

Para quien cree en “la supervivencia del más fuerte”, el altruismo debe ser una vergüenza. Por esta razón, la ciencia trata de explicarlo como un vestigio de una táctica de supervivencia de cuando vivíamos en pequeños grupos y tribus de personas muy cercanas. O, como dicen los especialistas, el altruismo está realmente basado en el ego y el interés propio; por lo tanto, realizamos actos de bondad con la esperanza de la reciprocidad, para ganar la admiración de los demás o para ganarnos algunos puntos en el cielo. 

Cuando nos movemos más allá de este mundo transaccional en el que vivimos, cuando no hay ningún beneficio personal ni social de nuestras acciones, estamos actuando por un sentimiento de empatía que reconoce nuestro sentido de conexión más profundo. Así como nuestro cuerpo siente dolor cuando cualquier parte está sufriendo, la persona empática no solamente tolera y respeta a los demás, sino que se siente alineada con ellos al punto de identificarse con sus sufrimientos y necesidades. 

Cuanto más inclusivos del “otro” seamos, más amplio será nuestro sentido de empatía, lo que tiene un impacto en nuestro comportamiento.

El altruismo puro está “enfocado en el otro”, surge del sentimiento interno de familiaridad y deseo de aliviar el dolor. La empatía es la razón por la cual miles de “extraños” aparecen en los funerales de las víctimas del terrorismo en Israel. O cuando leemos informes sobre cosas desagradables o impactantes, la empatía es lo que nos hace sentir que perdemos otro pedacito de nuestro corazón colectivo. 

El primer agradecimiento

En el Talmud, los rabinos notaron que desde el día en que Di-s creó el mundo, nadie se había molestado en agradecerle hasta que apareció Lea que, cuando dio a luz a su cuarto hijo, lo llamó Iehudá, de la palabra hodaá que significa “agradecer”. 

Como los nombres expresan la esencia espiritual de la persona, los judíos (iehudim) deberían darse cuenta de que la gratitud es parte del componente esencial de su existencia. Además, la propia existencia y constitución de las doce tribus surgieron del altruismo de dos hermanas, cada una motivada por la empatía y el deseo de aliviar el dolor de la otra. 

En Vaietzé, también leemos la historia de la escalera de Iaacov, que llegaba de la tierra al cielo. Construyamos nuestras propias escaleras: que de un lado esté “la gratitud” y del otro “la empatía”, que los escalones del medio sean peldaños de compasión, conexión y bondad. Que apoyemos nuestras escaleras sobre la pared adecuada, subamos por la escalera del éxito espiritual y bajemos el cielo aquí a la tierra. 

 

Por Hanna Perlberger extraído de Chabad.org. Traducido por Rivka Baron

La primera matriarca

Sara de la Biblia: La primera matriarca
Por Shalom Goodman

Sara fue la esposa de Abraham y la primera de las cuatro matriarcas de la nación judía. Se la conoce comúnmente como Sarah Imeinu, “Sara nuestra madre”.

Junto con su esposo, el patriarca Abraham , Sara contribuyó decisivamente a enseñar a miles de personas acerca del monoteísmo , la creencia en un solo Di-s . 
Conocida por su amabilidad y hospitalidad, Sara recibía con los brazos abiertos a todos los que visitaban su tienda. 
Estéril durante muchos años, entre dolores y angustias, Sara finalmente dio a luz a Isaac, el segundo de nuestros patriarcas, a la edad de 90 años. 
Fue enterrada en Hebrón, en la Tumba de los Patriarcas, que compró su marido.

Sara nació en 1803 a. C. (1958 desde la creación) de Harán , hermano de Abraham. Se casó con su tío, Abraham, que era 10 años mayor que ella. Abraham había descubierto la existencia del verdadero Di-s y despreciaba la idolatría de la gente que lo rodeaba. Abraham arriesgó su vida, mostrando y enseñando a la gente acerca del único Di-s. 

Abraham y Sara difundieron el credo abrahámico de la teología monoteísta a todos. Abraham guiaba a los hombres, mientras que Sara influía en las mujeres, formando así lo que podría considerarse como una proto-Casa Jabad.

Entonces Di-s se le apareció a Abraham y le dijo que abandonara su tierra, su lugar de nacimiento, y viajara hacia un destino nuevo y desconocido. 

Abraham y Sara, de 75 y 65 años respectivamente, abandonaron Harán , donde su familia se había establecido después de salir de Ur Casdim, y se establecieron en Canaán .

Sin embargo, pronto llegó el hambre a la tierra, y se vieron obligados a viajar a Egipto. Antes de su llegada, Abraham escondió a su esposa en una gran caja y le ordenó que dijera, en caso de que la atraparan, que era su hermana y no su esposa. Los egipcios descubrieron a la hermosa Sara y se la dieron al Faraón como esposa, perdonando la vida a Abraham. Sara oró a Di-s, y el Faraón fue azotado por plagas esa misma tarde.  El Faraón se dio cuenta de su mal proceder y envió a Sara de regreso a Abraham. Junto con los regalos que le dio a Abraham, el Faraón le dio a Sara su hija,  la princesa Agar , para que fuera su sirvienta personal.

Esta secuencia de eventos se repitió cuando Abraham y Sara estaban residiendo en Gerar, después de la destrucción de Sodoma .

Abraham se presentó como su hermano a Abimélec , el rey de los filisteos,  quien rápidamente la tomó como esposa. Di-s se le apareció a Abimélec en un sueño, amenazándolo con la muerte si no liberaba a Sara. Inmediatamente devolvió a Sara a su esposo. Después de que Abraham y Sara habían vivido en la Tierra Prometida durante 10 años y ella no había sido bendecida con un hijo, Sara decidió hacer un sacrificio supremo y ofrecer a Agar a Abraham como su segunda esposa, quien le daría un hijo y le dejaría un legado duradero. 

Agar dio a luz un hijo, Ismael . Pero Di-s quería que Sara también fuera madre.

Cambios de nombre y bendiciones
Sara nació con el nombre de Sarai, que significa “mi princesa”, mientras que Abraham era conocido como Abram , que significa “padre de Aram”. (Sara también tenía otro nombre 1—Yiskah [“Jessica”], que significa “vidente”— porque era profetisa y tenía la capacidad de ver el futuro. También se la llamaba “vidente” porque la gente solía contemplar su belleza).

Ambos nombres eran algo limitantes. Sarai implicaba que ella era solamente “ mi princesa”, y Abram limitaba la esfera de influencia de Abraham a Aram, su ciudad natal original.

En una ceremonia dramática, conocida como el Pacto entre las Partes , Di-s le habló a Abraham y le prometió una gran riqueza y una gran recompensa, pero Abram no estaba satisfecho. Quería un hijo para continuar su legado. Di-s le prometió un hijo con Sara y cambió el nombre de Abram a Abraham, que significa “el padre de todas las naciones”,  y Sarai a Sara, que significa “ la princesa”. Este cambio de nombre trajo consigo un cambio de fortuna, que le dio a Sara la capacidad espiritual de dar a luz a un hijo.

Siguiendo la orden de Di-s, a la edad de 99 años, Abraham se sometió a la circuncisión. Mientras se recuperaba, le rezó a Di-s para que le enviara huéspedes, ya que inicialmente Di-s hizo que el día fuera extremadamente caluroso para que ningún viajero lo molestara mientras se recuperaba. Sus oraciones fueron respondidas, y tres ángeles, disfrazados de viajeros extranjeros, se encontraron con un Abraham débil pero acogedor. Abraham corrió a la tienda y le dijo a Sara que preparara un banquete. Mientras los ángeles estaban allí, le prometieron al anciano Abraham que Sara tendría un hijo. Sara, ante la mera sugerencia de que podía concebir y llevar el embarazo a los 89 años, estalló en risas.

Un año después, después del episodio de Lot y Sodoma y del segundo secuestro, Sara dio a luz a Isaac, su único hijo, el tan esperado portador del legado de Abraham. Con profunda alegría, Abraham y Sara celebraron banquetes en honor de su precioso hijo.

Para demostrar que el niño no era un expósito, Sara también cuidó a los hijos de otras mujeres. 

Sara despide a Agar
Después del nacimiento de su hijo, Sara vio que el otro hijo de Abraham, Ismael, actuaba de manera inapropiada. Sara le suplicó a Abraham que echara a Agar y a su hijo desobediente, por temor a que Isaac se dejara influenciar por su medio hermano mayor. 

Di-s le dijo a Abraham que escuchara a Sara, porque ella era una profetisa más grande que él. Abraham accedió, despidió a su hijo y dio una señal clara de que Isaac sería su heredero.

Cuando Sara tenía 127 años y su hijo Isaac 37, Di-s le ordenó a Abraham que sacrificara a su amado Isaac en el altar.  Abraham tomó a su hijo y fue al monte Moriah para ofrecerlo como sacrificio. Cuando estaba a punto de sacrificar al hijo que Dios le había prometido, un ángel lo detuvo y le rogó que se detuviera. El ángel le explicó a Abraham que Di-s nunca había tenido la intención de sacrificar a Isaac, sino que lo estaba poniendo a prueba, queriendo que Abraham demostrara su lealtad inquebrantable a Di-s. Abraham ahora había demostrado que en verdad temía a Di-s. 

Cuando Sara se enteró de que su hijo estaba a punto de morir, se sintió abrumado por ello. Murió a la edad de 127 años.

Abraham compró la cueva de Macpela a los hijos de Jet (hititas), cerca de Hebrón, donde habían sido enterrados Adán y Eva, y allí enterró a su esposa, Sara. Abraham, junto con el resto del pueblo, lloró la muerte de Sara. Años después, Abraham también fue enterrado cerca de su esposa en la cueva de Macpela.

Al decir la edad de Sara al momento de su muerte, la Torá nos dice que su vida fue de “100 años, y 20 años, y 7 años”. Los Sabios  comentan que esto significa que cuando tenía 100 años, era tan pura de pecado como una doncella de 20 años; y cuando tenía 20 años, era tan hermosa como una inocente niña de 7 años.

Una lección jasídica de Sarah
La porción de la Torá que habla del entierro de Sara se conoce como “jayei Sarah”, “La vida de Sara”. ¿No sería más apropiado llamarla “La muerte de Sara”?

El Rebe de Lubavitch , Rabino Menajem Mendel Schneersohn, de bendita memoria, explica que la vida de un tzadik , una persona justa, es más vital después de la muerte, cuando los méritos de sus acciones se cumplen y se actualizan. Sara invirtió su esencia misma en su hijo, trabajando duro para mantener su hogar puro y sagrado. Cuando leemos que Isaac se casó con Rebeca y continuó con sus caminos, estamos experimentando la verdadera vida de Sara.

Vaierá – Di-s se revela a sí mismo

Resumen de la parashá. Por Chani Benjaminson

Abraham acaba de ser circuncidado a los 99 años, una edad nada fácil para pasar por esto. Entonces Di-s envía un sol muy, muy caliente para que nadie viaje y se detenga en la casa de Abraham para molestarlo mientras se recupera.

Pero Abraham está molesto porque no hay invitados ese día y se sienta en una de las entradas de su tienda, esperando que alguien venga para poder cumplir con la mitzvá de tener invitados en su casa.

Entonces Di-s envía tres ángeles vestidos de hombres a Abraham y Abraham, emocionado, corre a prepararles una deliciosa comida. Uno de los ángeles anuncia que, dentro de un año, Sara tendrá un hijo. Sara escucha esto y se ríe; ¡recuerde que tenía 89 años!

Los otros ángeles reciben una misión de Di-s: tienen que destruir la ciudad de Sodoma, porque está llena de gente malvada que roba, mata y hace muchas cosas malas. Abraham reza a Di-s y le pide que salve la ciudad, pero, por desgracia, no hay gente justa por cuyo mérito la ciudad pueda ser salvada. Pero los ángeles salvan a Lot, el sobrino de Abraham que se había mudado a Sodoma, y ​​a su familia. Mientras los conducen fuera de la ciudad, les advierten que no miren hacia atrás, pero la esposa de Lot mira hacia atrás y se convierte en una columna de sal. La ciudad de Sodoma se da vuelta y desaparece para siempre.

Abraham y Sara se mudan a Gerar, donde Sara es tomada nuevamente cautiva, esta vez por el rey Avimelej , pero Di-s se revela a este rey en un sueño y le advierte que libere a Sara, y él lo hace. Poco tiempo después de este evento, Di-s recuerda Su promesa a Abraham y Sara, y Sara queda embarazada y tiene un hijo al que llaman Itzjak-Isaac como Di-s les dijo que hicieran.

Cuando Isaac cumple ocho días, hacen una gran fiesta y lo circuncidan. Todos ven el gran milagro que Di-s ha hecho: ¡Sarah parece una joven de 20 años!

Abraham era un hombre muy especial que amaba mucho a Di-s, y para probar su amor, a lo largo de los años Di-s le envió diferentes pruebas.

En esta parashá aprendemos que Di-s le envía a Abraham la décima y más difícil de todas las pruebas: ¡le ordena que lleve a su hijo Isaac como sacrificio! Abraham no llora ni se queja, toma a Isaac, ensilla su burro y se dirige al monte Moriá . Allí, el propio Isaac no se queja y deja que su padre lo ate al altar. En ese momento, un ángel detiene a Abraham y le dice que esto era solo una prueba, por lo que Abraham sacrifica un carnero en su lugar y guarda los cuernos para el futuro.

El Monte Moriah es la montaña en la que se construyeron los Templos Sagrados, hoy conocido como Monte del Templo . Al final de la parashá leemos que nace Rebeca , la hija de Betuel , el sobrino de Abraham .