Lecciones del Tabernáculo

El Rebe usó como ejemplo el Mishkan, el santuario móvil que acompañó al pueblo de Israel en los viajes a través del desierto.

Dos historias, entonces. 

La primera historia nos retrotrae a unos 50 años atrás. Un joven estudiante de la ieshivá estaba a punto de embarcarse en un viaje y le escribió al Rebe de Lubavitch para una bendición. El Rebe le contestó que aprovechara la oportunidad de hacer algo positivo en cada lugar donde se detendría en su viaje. El Rebe usó el Mishkan, el santuario móvil que acompañó al pueblo de Israel en los viajes a través del desierto, como ejemplo. En cada lugar que acampaban, el pueblo armaba una estructura formidable–que consistía en centenares de partes y requería un ejército de más de 8,000 personas para levantarla –aun cuando se quedaran solamente una noche. Para un judío, concluyó el Rebe, no hay tal cosa como «atravesar» un lugar. Cada momento en la vida tiene «permanencia», en virtud del hecho que la Providencia Divina nos ha guiado a ese preciso tiempo y lugar para un propósito específico.

La segunda historia cuenta sobre un visitante que, al pasar por la casa del gran maestro jasídico Rab DovBer de Mezhritch (fallecido en 1772), se sorprendió de la pobreza que encontró allí. La casa de rabino no tenía muebles, salvo por algunos tablones de madera y bloques que serían de bancos para sus estudiantes durante el día y de camas para su familia por la noche. «¿Cómo puede vivir así?», dijo el visitante. «Yo no soy un hombre rico, pero por lo menos en mi casa usted encontrará, gracias a Di-s, las necesidades básicas: algunas sillas, una mesa, camas…»

«De veras?» dijo Rabino DovBer. «Pero yo no veo ninguno de sus muebles. ¿Cómo se arregla sin ellos?»

«¿Qué quiere decir? ¿Usted cree que yo cargo todas mis posesiones conmigo dondequiera que yo vaya? Cuando viajo, sobrevivo con lo que está disponible. ¡Pero en mi casa–la casa de una persona es una cuestión diferente!».

«Ah, sí,» dijo Rabino DovBer. «En casa, es absolutamente una cuestión diferente…»

Cada judío debe construir un santuario

En esta parshá los iehudim reciben la orden de construir un Mishkan, Santuario, y en las parshiot siguientes la Torá nos relata los detalles al respecto.

Pero, cuándo exactamente tuvieron lugar la orden y la posterior donación de   los   elementos   necesarios para  el Mishkán?

De acuerdo al Zohar, el mandato y los  correspondientes  donativos sucedieron inmediatamente después de la entrega de la Torá, antes del pecado del becerro de oro. La segunda opinión de los Sabios indica, que la orden Divina de la construcción sucedió en Iom Hakipurím,   luego   del   perdón por el pecado del becerro de oro. Una tercer línea de pensamiento dice que la indicación   de   Di-s   fue   dicha   a   Moshe Rabeinu antes del pecado, y Moshé la transmitió   a  los   hijos de   Israel   sólo luego de Iom Kipur.

TRES SITUACIONES

De acuerdo a estas tres posturas resulta que los judíos se encontraban en tres   situaciones   distintas   al   ser   encomendada la construcción del Santuario. De acuerdo al Zohar (que dice que la orden fue dada antes del pecado) los iehudím   estaban en el  nivel de Tzadikim (justos), ya que la salida de Egipto   y   la   entrega   de   la   Torá   los limpiaron de todas las impurezas.

Sin embargo de acuerdo a la opinión de que esto sucedió luego de Iom Kipur, cuando Hashem perdonó el pecado del becerro de oro, los judíos estaban a la altura de Baalei Teshuvá (retornantes)

El tercer punto de vista señala que la orden fue dada antes del pecado y su concreción fue luego de Iom Kipur. Y aunque el pueblo de Israel estaba en la condición de Reshaím (malvados), no se les anuló la orden de construir un  Santuario.

TZADIKIM Y BAALEI TESHUVÁ

Partiendo del dictamen talmúdico sobre las opiniones divergentes de los sabios “Unas y otras son palabras del D-os Viviente”, de las tres interpretaciones   podemos   tomar   una   enseñanza para cada tipo de judío.

El judío que es un Tzadik (justo y piadoso), puede pensar que debido a su nivel tan elevado no debe tener contacto alguno con el  mundo  material.   Es preferible desconectarse de lo terrenal, dedicándose únicamente a temas espirituales. La Torá le   ordena   entonces, construir   un   Mishkán!.  También  unTzadik debe tomar el oro, la plata, el cobre, etc, siendo elementos materiales y convertirlos en una Casa para Di-s!.

El Baal Teshuvá (retornante) puede pensar, siendo que el materialismo lo hizo caer en sus redes, es preferible aislarse totalmente del mundo, para que no vuelva a desviarse. Viene la Torá y le indica lo contrario, con los elementos mundanos permitidos debe erigir un Mishkán para Di-s, y de esta forma también completará su Teshuvá (retorno), haciendo   uso   de   su   relación   ya adquirida con el mundo material en aras de la Torá y Di-s.

TAMBIÉN EL MALVADO

Pero aún podemos confundirnos y pensar, que mientras la persona no haya retornado completamente al camino que marca la Torá, queda excluido de construir un Santuario para Hashem. Aquí la tercer opinión nos enseña que, la orden de construir el Mishkán no se anuló siquiera luego del pecado del becerro de oro,   y   que   aún   antes   de   la Teshuvá seguía vigente el mandato de levantar un Santuario para Di-s. Y cómo un malvado puede realizar semejante tarea?.

La respuesta es que, cuando se ocupe del estudio de la Torá, y el cumplimiento de las Mitzvot, finalmente la luz que de ellas emana lo conducirá a la senda correcta.

¿Por que están importante la vida de hogar?


Después de muchas horas de buscar comida, un pájaro vuelve a su nido, y obtiene   un   bienestar   supremo   de   un lugar que es a la vez cálido y seguro, alejado de los peligros y distracciones del mundo exterior.

Un   ser   humano   debería   sentir   la misma   calidez   y   seguridad   cuando vuelve a su hogar. El hogar y la familia son su nido, el centro de su vida, el eje a partir del cual irradian todas las experiencias cotidianas. Nuestra casa y familia deberían ser el lugar donde más cómodos nos sentimos en el mundo, tanto cuando niños como cuando adultos. Ellos determinan cómo se toman las decisiones de la   vida,   ellos   conforman nuestras   actitudes,   conciencia y autoestima. Un hogar sano es obviamente un ingrediente vital en la procura de una vida plena de sentido.

Más   importante,   el hogar   es   el   sitio   donde   aprendemos sobre la felicidad y la plenitud. Piensen en la calidez que sienten cuando vuelven a casa tras una ausencia de unos meses, o inclusive de unos pocos días.

¡Qué diferencia entre este calor y lo que experimentamos en el mundo exterior!

Nuestro hogar es una base segura que nos da la confianza de explorar el terreno de un mundo impredecible y a menudo peligroso.

Así como una persona sana puede dar su salud por sentada, muchos de nosotros no apreciamos la belleza del hogar. Las actitudes y el amor de nuestros padres nos dan una base a partir de la   cual   construimos   nuestras   propias vidas. Para apreciar el vigor de un hogar realmente provisto de amor, sólo debemos mirar lo que pasa cuando un hogar no sirve a esta función. Lamentablemente, no debemos mirar muy lejos.

Mucha gente hoy no ha tenido nunca un verdadero hogar, un ambiente cómodo donde supieran que eran queridos, necesitados y amados; donde no había nada que temer y donde los problemas se enfrentaban, en lugar de ignorárselos o negárselos; donde podían aprender a amar y ser amados.

Es   responsabilidad   de   los   padres construir un hogar feliz y sano; no sólo por el bien de sus hijos, sino por sí mismos y por los invitados que entran en su casa. Tener un hogar saludable depende en gran medida de nuestra postura ante el tema. ¿Sentimos que nuestro hogar es nuestro auténtico hogar, el lugar más apacible   del   mundo,   o   apenas   otra estación   en   el   camino, donde   hacemos   algunas cosas antes de seguir adelante? Un verdadero hogar debe ser el centro de nuestras   vidas, o inevitablemente   se   volverá   una carga. Debemos aprender a respetar   nuestro   hogar.

Parte del respeto al hogar está en respetar el compromiso de construir una familia: la bendición que nos ha dado Di-s de tener hijos, de llenar la casa con amor y calidez.

Es importante recordar esto: nuestro trabajo puede ser importante y necesario para la supervivencia, pero el lugar de trabajo no es nuestro hogar. Ni lo es el restaurante donde comemos, el museo que visitamos, o la ciudad extranjera por la que viajamos.

La persona debe sentirse cómoda con uno misma. Esto significa sentirse cómodo   con   su   alma,   con   la   Divinidad que hay dentro de uno. Que el yo   externo,   la   parte   que   trata   con   el mundo material, está en paz con el yo interno, el verdadero yo. Y eso hace de nuestra persona un lugar cómodo para que en él viva Di-s. Cuando uno irradia desde adentro, da calor a todo el hogar,   llenándolo   con   paz   y   ternura que serán sentidas por todos los que entren.

Una sola barra de oro

Como Rabino en una comunidad pequeña, a menudo me llama gente de la congregación, que tiene que recitar el Kadish, para que los ayude a juntar gente para el Minian. Antes de aceptar esto, siempre les pido que primero reúnan a sus amigos. A menudo reclutan uno o dos amigos, y el resto me lo dejan a mi, lo cual me hace pensar ¿para qué me molesto en pedir ayuda? 

La misma pregunta se podría formular sobre Di-s durante un episodio curioso que se produjo en la construcción del Tabernáculo y su candelabro de oro. Di-s describe el intrincado diseño Moisés, pero éste no lo entiende. Di-s lo explica nuevamente, hace un dibujo e incluso se ofrece para ayudar a construirlo, pero todo era en vano. Al final, Moisés echa el oro en el fuego y el candelabro surge milagrosamente. 

Di-s debió haber sabido que lo iba a construir Él mismo, entonces ¿por qué le pidió a Moisés que lo construya? 

Entendiendo el diseño 

Una simple pregunta es: ¿qué era tan complicado en el diseño, que Di-s, el más grande maestro, no pudo hacer que Moisés entendiera? 

La verdad es que Moisés entendió perfectamente. Había siete brazos y cuarenta y nueve adornos. Lo que él no comprendía era por qué estos componentes separados debían ser armados a partir de un solo bloque de oro. 

La idea de que la pluralidad y singularidad pueden unirse desafía la lógica humana. 

La mística enseñó que estos siete brazos y cuarenta y nueve adornos corresponden a los siete días de la semana y los cuarenta y nueve días que hay entre Pesaj, cuando nuestros antepasados fueron redimidos de Egipto, y Shavuot, día que recibimos la Torá en Sinai. 

La Torá nos ordenó que contemos los días de estas siete semanas. Siete semanas son cuarenta y nueve días, pero en otro versículo aparece la instrucción de contar cincuenta días. ¿Cómo podemos contar cincuenta días en un período de cuarenta y nueve días? 

La mística nos dice que el día cincuenta fue contado por Di-s cuando nos dio la Torá. 

Mas allá del entendimiento humano 

Para recibir la Torá se requieren cuarenta y nueve pasos de preparación. Sólo al completar estos cuarenta y nueve pasos somos dignos de recibir el paso número cincuenta, la Torá, que Di-s nos concede desde arriba. 

Cada ley en el Torá es de gran complejidad y es por esto que puede ser entendida desde cuarenta y nueve perspectivas diferentes. Requiere tremenda diligencia para comprender e internalizar dicha profundidad. Es necesario el crecimiento día a día para llegar a la más alta sabiduría accesible para la mente humana. El día cuarenta y nueve representa esta petición. 

Hay otro elemento en la Torá que está más allá de nuestro entendimiento intelectual: Di-s, su autor. La información de la Torá puede ser comprendida intelectualmente, pero para conectarse con su autor es necesaria la humildad. 

El día cincuenta, aquel que sólo Di-s puede contar, representa el aura Divina del autor de la Torá. Este es un elemento que no puede ser contado por nosotros mismos, nunca lo vamos a entender. Pero si contamos por cuarenta y nueve días, aplicando las cuarenta y nueve perspectivas de la Torá, entonces Di-s nos concederá la perspectiva número cincuenta desde arriba. 

Cuando llegamos a ese día, adquirimos una perspectiva totalmente nueva. Luego nos damos cuenta de que las cuarenta y nueve perspectivas no son exclusivas entre sí, de hecho, todas fluyen de una base común, un solo núcleo de sabiduría Divina que brilla a través de un prisma de cuarenta y nueve colores. No podemos llegar a esta sabiduría por nuestra cuenta, la recibimos de Di-s, que nos la otorga desde arriba. 

Transformándonos en un recipiente 

Si la meta del estudio de la Torá es conectarnos con su Autor, y dicha conexión nunca puede concebida por nosotros mismos sino que se nos otorga desde arriba, entonces ¿por qué debemos estudiar Torá? Dejemos que Di-s nos la conceda desde arriba!. En otras palabras, ¿qué logran los cuarenta y nueve pasos que nosotros damos si todo cae bajo la llegada del cincuenta? 

Nos convierte en recipientes. Di-s no quiere académicos, quiere estudiantes. Él no quiere grandes maestros, sino almas elevadas, tampoco nuestra profunda comprensión, sino nuestro trasformado carácter. 

El propósito de Di-s es que nos convirtamos en recipientes y conductos para su santidad, y que hagamos las cosas que se aplican a nosotros. El esfuerzo, el anhelo, la desesperación y el deseo sincero hacia Di-s es lo que hace que el ego se transforme en un recipiente. Esto se logra durante el día cuarenta y nueve. 

La elegancia de la singularidad 

Los cuarenta y nueve adornos del candelabro eran hermosos y significativos. Sus formas, simetría, profundo significado y valor metafórico, inspiraron a Moisés a una gran pasión. Cada uno era significativo, cada uno contribuía y merecía su propio lugar. 

«¿Por qué todos tenían que ser martillados en una sola barra de oro?» se lamentó su alma. «¿Por qué manchar su distintiva belleza a través de la uniformidad rígida de una sola barra de oro?». Los adornos eran excepcionales y Moisés estaba afligido por un pluralismo que sentía que debería ser demostrado. 

Pluralismo y singularidad son dos polos opuestos que sólo Di-s puede unir. Moisés entendió los cuarenta y nueve adornos, pero la única pieza de oro era el secreto del cincuenta, un secreto que únicamente Di-s puede entender. 

Ninguna explicación pudo hacer que Moisés lo entendiera, sin embargo Di-s se lo explicó y él quiso comprenderlo una y otra vez. Esta diligencia fue el sello verdadero de Moisés y en su mérito se transformó en el conducto de Di-s para transmitir la luz del candelabro y la Torá. 

Es por esto que le pido a la gente que junte a sus amigos para el Minian. Puede ser que no junten muchos, pero sé que sus esfuerzos los ayudarán a apreciar y/o identificarse con el significado de la plegaria y el Minian. ¿Quién sabe? Hasta pueden llegar a responder con entusiasmo la próxima vez que sean ellos los llamados.

Por Lazer Gurkow 

¿Por qué es tan especial el mes de Adar?

La famosa frase sobre el mes de Adar es: «Cuando comienza Adar, aumentamos en alegría»

El mes mas alegre del calendario Judío es Adar por las siguientes razones:

  1. En Adar, Haman(de la historia de Purim) planeó aniquilar a todo el pueblo Judío. Cuando su plan hizo un completo giro en U, y los Judíos vencieron a sus enemigos, el mes se transformó del dolor al júbilo y victoria. Todo el mes de Adar se convirtió en el epítome de la felicidad, como lo demuestra la celebración de Purim.
  2. El día 7 del mes de Adar es el cumpleaños de Moisés, nuestro maestro y redentor. Él nos trajo algunos de los milagros mas grandes de la historia del pueblo Judío durante el éxodo y viajes en el desierto. Moisés también nos transmitió la Torá, el regalo mas grande de Di-s, del cual traemos perfección al mundo y bendiciones a nuestras vidas. (El 7 de Adar también es el día en el que Moisés falleció. Muchos hombres Justos fallecen el día de su cumpleaños en demostración a que han vivido una vida completa en el Servicio a Di-s). Así como Moisés condujo al pueblo Judío del exilio a la redención en medio de la alegría, debemos también estar felices en la anticipación de nuestra pronta redención con el Mashiaj.
  3. El signo zodiacal del mes de Adar es el pez. Para sobrevivir, éste debe mantenerse en su elemento natural, el agua. Así también los Judíos, debemos mantenernos es nuestro hábitat de la Torá y las Mitzvot para que podamos seguir existiendo. Adicionalmente, los peces son conocidos por su reproducción en grandes cantidades, así también el pueblo Judío.
  4. Adar es un mes propicio para el pueblo judío, ya que nuestra posibilidad de tener éxito es alta. Además, todo el mes (y no sólo la primera mitad) es apropiado para realizar casamientos.

¿Y qué pasa un año bisiesto con dos meses de Adar? Simplemente ¡»duplíca tu placer, y duplíca tu diversión!»

Que la alegría de Adar se extienda durante todo el año!

Por Sra. Dinka Kumer

¿Estás celoso?

El décimo y último de los Diez Mandamientos de la Torá dice: “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro, ni a nada que le pertenezca a tu vecino” (Éxodo 20:14)

La estructura de este versículo parece extraña. Al principio, la Biblia especifica seis cosas que no debemos codiciar “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro”. Pero luego, al concluir el versículo, la Biblia establece:“Ni nada que le pertenezca a tu vecino” ¿Por qué es necesaria la redundancia? ¿Por qué no establecer de una “No codiciarás nada que le pertenezca a tu vecino”, que incluye todo? Y si la Torá no quiere fiarse de las generalizaciones y quiere especificar los detalles, entonces ¿por qué no especifica algunas cosas y luego se vuelca a la generalización, “Y todo lo que le pertenezca a tu vecino?”

En hebreo, la palabra utilizada para “nada” y “todo” es la misma. “Kol”. Por lo tanto, el ver-sículo también puede ser traducido como “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro, ni todo que le pertenezca a tu vecino”. Al concluir el versículo con estas palabras, la Torá no nos está ordenando “no codiciar”, sino, nos está ayudando a alcanzar este estado difícil de conciencia.

¿Cómo puedes demandarle a alguien que no esté celoso? Cuando voy a tu casa y observo tu estilo de vida, ¿Cómo no puedo ponerme celoso?

La respuesta es: “No codicies todo lo que le pertenezca a tu vecino”. Lo que la Torá está insinuando es que de hecho es fácil codiciar la casa y la esposa de tu vecino, sus sirvientes, su buey y su burro; pero lo que debes preguntarte es: ¿estoy celoso de “todo lo que le pertenece a mi vecino”? ¿Estás preparado de asumir su vida completamente? ¿De ser él?

No puedes ver a la vida como miríadas de eventos incoherentes y experiencias. No puedes arrancar un aspecto de la vida del otro y decir: “Hubiera deseado su matrimonio, su casa, su carrera, su dinero…”.

La vida es una experiencia holística e integrada. Cada vida, con sus bendiciones y desafíos, con sus obstáculos y oportunidades constituyen una sola historia, una historia que comienza con el nacimiento y finaliza con la muerte. Cada experiencia en la vida de uno representa un capítulo de nuestra historia individual y no tenemos el lujo de arrancar un capítulo de la historia de otro sin tomar la historia completa.

Cuando aíslas uno o pocos aspectos de la vida de otro, es natural sentirse celoso. Pero cuando te das cuenta de “todo lo que le pertenece a tu vecino”, tu percepción se altera. ¿Realmente quieres adquirir todo lo que le sucede en la vida?

Así que la próxima vez que sientas celos por la vida de otro, pregúntate si realmente quieres ser el otro.

Ralph Waldo Emerson estaba en lo cierto cuando observó que “La envidia es ignorancia”

La esencia de la Tora fue entregada a las mujeres

En esta Parsha la Torá nos relata la entrega de la Torá en el Monte Sinai, por medio de Moshé Rabeinu. Los judíos escucharon allí los Diez Mandamientos.

Cuando iba a ser entregada la Torá, Di-s le dijo a Moshé: Así hablaras a la casa de Iaakov y dirás a los hijos de Israel. Quien es la Casa de Iaakov?, nos contesta el Midrash: se refiere a las mujeres. El Midrash agrega que con respecto a los hombres está escrito y dirás, que denota dureza, en cambio a las mujeres hablaras debía dirigirse de una manera blanda y delicada.

Pero esta no es la única diferencia. El Mejilta señala otro punto: Di-s le ordenó a Moshé entregar a las mujeres los lineamientos generales de las mitzvot (preceptos), y a los hombres los detalles de las mismas.

BASES Y REGLAS

A primera vista podríamos pensar que con esto se desvaloriza a la mujer: se le habla de una manera delicada, y además se le entrega los preceptos de una forma sucinta, partiendo de la base de que no podrían profundizar ni entender demasiado los pormenores de la Torá. Pero cuando analizamos lo que dice el Mejilta, comprenderemos todo de un modo distinto. Encabezamiento de los preceptos no se refiere a la parte fácil sino a la base esencial y las reglas fundamentales. Es decir, Hashem le ordenó a Moshé entregar a las mujeres las bases y normas de la Torá de las cuales se desprenden todos los detalles de las leyes judías que luego debían ser transmitidas a los hombres.

LA VIRTUD DE LA MUJER

Las reglas y bases constituyen la esencia de la Torá. De la misma forma fue el orden en la entrega de los Diez Mandamientos. Los dos primeros Yo Soy Di-s… y No tendrás otros dioses son el núcleo esencial de la Torá. El primero es la rama de los 248 preceptos de hacer y el segundo de los 365 de no hacer (véase Tania I Cáp. 20). Vemos pues que la regla general constituye la esencia de toda la Torá.

Así también las mujeres recibieron la esencia de la Torá. A ellas les fueron entregadas las reglas fundamentales y bases de la misma, mientras que a los hombres se les entregaron los detalles que constituyen un nivel inferior. Resulta entonces que la Torá destaca la virtud de la mujer en lo que respecta a la entrega de la Torá .

LA FE ILUMINA

La razón de lo antedicho es que en la mujer brilla la luz de la fe y el temor a Di-s de manera más revelada. Hashem creó a la mujer de manera tal que el intelecto no se superponga a su personalidad, impidiendo así que su fe se vea tapada y debilitada. Es por eso también que la mujer está ligada a la esencia de la Torá. Y por eso también la pertenencia al pueblo de Israel depende de la madre y no del padre.

Esta virtud está relacionada también con la Redención del Mashíaj. Así como en la salida de Egipto los judíos fueron liberados de la esclavi- tud por el mirito de las mujeres judías de esa generación (como lo explican nuestros Sabios), de la misma manera, como en los días que saliste de Egipto os mostrará maravillas, también el Mashíaj vendrá en merito de las mu- jeres de Israel. Entonces podremos estudiar la Torá del Mashíaj, quien nos revelará a todos la regla general de la Torá, la esencia más íntima de la Torá, muy pronto en nuestros días.

Likutei Sijot, Tomo 31, Pág. 93.

El altar y el respeto al prójimo

Al final de la Parshá itró, la Torá advierte a los cohanim (sacerdotes) que no suban al altar por medio de escalones (y que lo hagan por una rampa inclinada): “Y no subirás a Mi altar por medio de escalones”.

¿A qué se debe? La Torá explica la prohibición: “Para que no se destape la vergüenza sobre él” (el altar). Al subir por escalones, los pasos son más abiertos y esto genera una situación que lindera con descubrir las partes íntimas (los cohanim usaban pantalones por eso sólo lindaba), acto que no es respetuoso de las piedras del altar.

De aquí se aprende una enseñanza en lo que respecta a la conducta con el semejante, como Rashi dice basado en el Midrash: “si tratándose de estas piedras que no poseen conciencia, la Torá dijo que puesto que poseen utilidad, no debes conducirte con ellas con una conducta irrespetuosa, tu compañero- que está hecho a imagen de tu Creador, y él se molesta si es avergonzado- cuántas veces tanto (debes ser cuidadoso y respetuoso)”.

LAS PIEDRAS NO PERCIBEN

Surge aquí la pregunta: ¿Acaso el hecho de que está prohibido avergonzar al otro debemos aprenderlo infiriéndolo de las piedras del altar? ¿No se trata acaso de algo sencillo y lógico que incluso es consecuencia obligada del precepto “amarás a tu prójimo como a ti mismo” y de otras prohibiciones de la Torá?.

Sólo que aquí aprendemos un detalle especial. Ante todo, las piedras no sienten el desprecio. En segundo lugar, no se trata aquí de una conducta libertina e irreverente(algo que está prohibido en toda la extensión del Templo), sino en subir escalones de manera tal que puede interpretarse o parecer como una “conducta irreverente”. Y si incluso un acto como éste está prohibido para con las piedras, cuánto más se debe ser cuidadoso con algo similar frente al prójimo.

INFERIRLO DEL ALTAR

Hay una opinión en el Talmud, que la obligación de resarcir al prójimo por una ‘vergüenza’ causada es sólo cuando el afectado sintió la vergüenza. Pero si, por ejemplo, “lo avergonzó mientras dormía y falleció”, es decir, que no tuvo oportunidad de enterarse de lo ocurrido puesto que falleció inmediatamente- en este caso quien avergüenza está exento de pagar (a los herederos) por la ‘vergüenza’.

Y es aquí donde inferimos de las piedras del altar, que incluso cuando el avergonzado no está enterado del incidente irreverente, e incluso cuando quien avergüenza no realiza un acto de irresponsabilidad concreta, sino tan sólo una acción que puede ser interpretada como una falta de respeto- también de ello uno debe ser cuidadoso.

RESPETO AL CIELO

En las palabras de Rashi hay aquí una alusión a una mirada más profunda de la prohibición de avergonzar al prójimo. Rashi enfatiza que tu compañero “está hecho a imagen de tu Creador”. Siendo que todo hombre fue creado a imagen del Altísimo, cuando se atenta contra el prójimo también se atenta contra Di-s. Y siendo que hashem ve y escucha todo, a pesar de que el prójimo no es consciente del golpe, esto no reduce la gravedad del acto frente a hashem.

Y si es así en lo negativo, cuánto más es en lo positivo: cuando nos conducimos con amor de Ahavat israel y respetamos al prójimo, hay en ello una expresión de amor a Di-s y respeto del Cielo. Este amor a su vez, despierta y revela el amor del Altísimo al pueblo de israel, y esto eleva el honor del pueblo judío también a los ojos de las naciones y trae la verdadera y completa redención, realmente de inmediato.

(Likutei Sijot tomo 21 Pág. 119)

Comer, Rezar y Amar

Si eres una mujer, entonces habrás horneado un pan, orado una plegaria y amado a otra persona, como nadie lo ha hecho.

Pero, ¿Sabías que comer, orar y amar, son mucho más que una trascendente oportunidad?

Las tres Mitzvot de la mujer: Santificar la producción de nuestros hogares, santificar el tiempo y santificar nuestra sexualidad, son la llave para descubrir el misterio de vivir conscientemente. El anhelo de las almas de vivir una inspirante vida se satisface con el cumplimiento de las Mitzvot de la mujer Judía.

¿Qué es una Mitzvá?

¿Te acuerdas cuando terminaste la Universidad? Después de todas las horas extras, tu mamá ha trabajado para traerte a este día, estaba orgullosa y un poco triste. Se veía victoriosa y un poco melancólica cuando te daba instrucciones: llamá a casa, estate atenta, y estemos en contacto. Sé feliz. Haz una diferencia. Llamá a casa, acordate de tus raíces.

Una Mitzvá es llamada Casa.

Con la creación del hombre, Di-s le dio al ser humano un sinfín de oportunidades….y una tarjeta de teléfono. Seguro, llamamos cuando necesitamos dinero, pero también podemos estar conectados, con nuestras raíces, y mantenernos cerca a nuestro Creador. Quédate atento cuando el mundo está perdiendo la cabeza, incluso cambia el mundo, un acto Divino por vez.

COMER

La Mitzvá de santificar la producción de uno, se encuentra preparando los panes de Shabat. Las materias primas usadas por Sará, nuestra matriarca, se transformaron en el origen de la nueva energía dinámica a través del acto de separar un pedazo de masa, con bendición y meditación. Nuestros Sabios dicen que la bendición de Sará permanecía en su tienda de un Shabat a otro. En las épocas del Templo, un pedazo del pan era separado y Santificado para los Sacerdotes del Templo.

REZAR

Las llamas se han convertido en un símbolo para ofrecer una oración. En los momentos de alegría y en los momentos de necesidad y angustia, el mundo enciende una vela y sentimos que Di-s está observando y escuchando.

El alma del hombre es la vela de Di-s. Estas palabras pronunciadas por nuestros Sabios unos dos mil años atrás, resuenan con más fuerza con el encendido de las velas de Shabat, antes del atardecer, en la noche del viernes.

La semana de trabajo ha llegado a su fin. Shabat nos da la oportunidad de hacer santo lo que hace unos momentos era mundano. Para santificar el tiempo en sí. En todo el mundo las mujeres judías mueven sus manos sobre las llamas, y susurran una oración silenciosa (tiempo de bendición y la singularidad de Shabat). Orando por todos los deseos de sus corazones, de sus seres queridos y por la humanidad.

Es en esos momentos preciosos la oración se eleva, y nos llevan cada vez más alto en el viaje de auto-descubrimiento y cada vez más en la vida de la conciencia del alma y la paz interior.

AMAR

La intimidad en el judaísmo es una cosa sagrada y maravillosa. La unión física entre marido y mujer es la fusión de la materia. Divina, vibrante y diversa en una experiencia de alma individual.

El ritmo orgánico de la mujer, dicta la pauta del encuentro de la pareja.

La Mivke, es un cuerpo natural de agua, como un océano o un río, o una piscina artificial construida de acuerdo con las especificaciones profundamente arraigadas en las fuentes cabalistas. Los secretos se transmiten de generación en generación. La experiencia de la intimidad, se convierte en un regalo, amor consagrado y sostenido en esta mitzvá de Mikve.

El proposito de los mandamientos

Los Diez Mandamientos son, en varios sentidos, los destacados de toda la Torá. Pero el Midrash trae una declaración sorprendente: Se dice que la primera palabra de los Diez Mandamientos está en lenguaje Egipcio, ¿Qué significa?.

Los Diez Mandamientos son la síntesis de toda la Torá. Todo el Pueblo Judío los escuchó de Di-s. El primer mandamiento “Yo soy Di-s, tu Di-s, quién te sacó de la tierra de Egipto”, es la declaración básica de nuestra relación especial con el Infinito. La primera palabra, “Anoji”, significa “Yo soy”. Di-s está hablando de Sí mismo, y comunicándose con nosotros.

El Midrash es intrigante. Dice que esta primera palabra es Egipcia, porque Di-s quería hablarnos en el idioma que habíamos aprendido cuando estábamos en Egipto. Esto nos dice algo sobre la naturaleza de la Torá y de ser Judío. Di-s no quiere relacionarse con nosotros sólo en el nivel sagrado y espiritual de nuestras vidas, representado por el hebreo, la lengua Sagrada. Él quiere también llegar a la dimensión terrenal, “Egipcia”.

No debemos caer en la convicción  de que no tenemos este nivel más bajo. Sino, debemos tratar de controlarlo, luego elevarlo y por último, transformarlo en algo Sagrado.

Di-s nos ayuda en esto: Hay enseñanzas judías para cada aspecto de la vida, incluyendo lo más básico. Las Mitzvot nos conectan con Di-s en cada nivel de nuestro ser. Por esta razón, la primera palabra de los Diez Mandamientos, “Anoji”, es en Egipcio: Llega a la persona “Egipcia” dentro de nosotros y la transforma en Judío.

Punto de Encuentro

Los Sabios nos dicen que cada alma Judía estuvo presente en la entrega de la Torá. Fue un momento de encuentro de todo el Pueblo Judío.

El reconocimiento a Di-s que fue experimentado en Sinai, se mantiene en el corazón de cada judío, y en la chispa de su identidad Judía.

Durante esos cuarenta días y noches en el Monte Sinai, se le fue revelada toda la Torá a Moisés. Los Sabios nos dicen que “Cada nueva idea que podría haber sido sugerida por un estudiante en una discusión con su maestro, se la fue dicha a Moisés en Sinai”.

Sinai fue, por lo tanto, el punto de encuentro de Di-s, todo el Pueblo Judío y la Torá.

Por: Tali Lowenthal