Carne a la cerveza

Te presentamos una receta increíble y super fácil para presentar en tu próximo Shabat.

¡En poco pasos, verás que queda riquísimo, super sabroso y muy tierno!

Ingredientes:

1 1/2kg de pechito

1 cucharada de café

1 cucharada de azúcar negra

1 cucharada de comino

1 cucharadita de sal

1/4 cucharadita de pimienta negra

1/2 cucharadita de ajo en polvo

1/4 cucharadita de paprika 

2 cucharadas de aceite de oliva

1 lata de cerveza (de cualquier variedad)

Procedimiento:

Mezclar todos los ingredientes menos la cerveza y pasar todo esta pasta en todo el pechito.

En una olla calentar el aceite y sellar la carne por 5 minutos por lado, o hasta que esté doradita.

Una vez que la carne está dorada de ambos lados agregar la cerveza.

Cocinar en fuego medio por 3 horas. (olla tapada).

¡Y Listo! Si te gustó esta receta, no te olvides compartirla en tus redes sociales.

Un ángel de mil

En los tempranos 5700 (1940), Rabi Shmariahu Gurary z”l yerno mayor del Rebe Anterior, Rabi Iosef Itzjak Shneersohn, fue enviado por su suegro en una misión a Toronto junto con el Rabino Shlomo Aharon Kazarnovsky. Allí, varios jasidim y admiradores de Lubavitch se reunieron. Entre ellos, un rabino local relató una historia asombrosa:.

“Hace un tiempo, uno de los miembros de mi Sinagoga cayó tremendamente enfermo. Una de sus piernas estaba paralizada, y fue llevado al hospital.

“En cuanto supe lo sucedido, fui a visitarlo. Cuando llegué, encontré a la familia en el cuarto del paciente. Me contaron de su aterradora condición: además de no poder caminar, casi no podía hablar”.

La desagradable situación hizo que su hijo que se casaba pospusiera su boda debido al trágico momento.

El paciente oyó mi voz y me llamó.

En cuanto me vio, dijo con dificultad: “Oí que el Lubavitcher Rebe está en los Estados Unidos (Se refería al Rebe Anterior, Rabí Iosef Itzjak)”.

“Es verdad,” – contesté

“¡Por favor!” imploró. “Escríbale en mi nombre y pídale un consejo para salvarme de esta enfermedad y recobrar mi salud”.

Volví a casa, y despaché un telegrama urgente. La respuesta del Rebe llegó rápidamente. El Rebe me indicó que le dijera al hombre que una filial  de la Ieshivá Tomjei Temimim de Lubavitch se estableció en Montreal y él debía donar $1000 para ello, pues “la Tzedaká salva de la muerte”. Específicamente mil, porque el ángel de cien es incomparable al ángel de mil, como dice en [Iyob 33:23]: ‘“Si un hombre tendrá un ángel intercediendo -uno de mil…’…’”. Este mérito hará bien”, el Rebe concluyó. 

Me di prisa al hospital con la carta del Rebe en la mano. Los parientes estaban allí. La esposa del paciente me vio, y dijo: “¿Ya recibió la respuesta del Rebe?”.

Le dije lo que el Rebe respondió. Su hermano oyó por casualidad y comentó sarcásticamente: “¡Ah! Ya han empezado a sacarle dinero”.

No me molesté en responder. En cambio, fui al paciente. Le dije lo que el Rebe había contestado. Leí la carta. Cuando terminé, se volvió a su hijo: “¡Hijo!” dijo enfáticamente; “¡Quiero vivir! Por favor, toma mil dólares y entrégalos a la Ieshivá de Montreal”.

“El hijo hizo exactamente como su padre pidió, sin vacilación. Unos días después, el doctor del hospital, vino a hacer un examen. Cuando salió, su cara estaba llena de furia. Fue a los parientes del paciente.

“¿Quién les dio permiso para traer a un doctor externo y cambiar el tratamiento sin mi conocimiento? ¡Es ultrajante!”.

Los parientes se miraban perplejos. “Doctor, no sabemos de quée está hablando. No hemos consultado a otro doctor”.

“Si es así,” respondió al doctor más tranquilo, “un milagro ha ocurrido aquí. La condición del paciente ha cambiado radicalmente. No hay señal de la enfermedad. No puedo entenderlo”.

Poco después fue dado de alta, y aunque necesitó muletas para caminar, fue por poco tiempo. La boda reprogramada, se celebró con gran alegría.”

Shemuot VeSipurim (vol.1, p.191-192),

Toldot: generaciones

Iaacov, hijo de Itzjak y Rivka, hermano mellizo de Esav y tercer patriarca del Pueblo Judío, nació en el año 2108 desde la Creación y vivió 147 años. Sus doce hijos formaron las doce tribus del Pueblo de Israel.

Rivka estuvo casada por veinte años sin tener hijos. Otras mujeres que tuvieron que esperar muchos años antes de tener hijos fueron: Sara, quien debió esperar 75 años por Itzjak; Rajel, quien debió esperar 14 años, y Janá, quien aguardó 19 años hasta el nacimiento de Shmuel. 

Rivka tuvo un embarazo muy molesto. Cuando consultó a Shem – hijo de Noé y tzadik de la época – sobre el particular, éste le comunicó que llevaba mellizos en su vientre y que éstos darían origen a dos naciones: Iaacov a Israel y Esav, a Roma. 

Estas dos naciones tendrán objetivos diferentes. Una estaría orgullosa de su Torá, la otra, de su riqueza. Ambas generarían grandes emperadores: Israel daría al rey Salomón, quien construiría el Gran Templo de Jerusalem, y Roma, a Adriano, quien lo destuiría. 

Esav es nombrado por sus padres; en cambio, Iaacov es nombrado directamente por Di-s.

Hasta los 13 años no existieron diferencias entre Esav y Iaacov; estas se hicieron evidentes luego de esta edad, cuando Iaacov se dedicó al estudio de Torá y Esav a la caza.

Esav hacía creer que observaba las mitzvot, cuando en realidad no las cumplía y además se comportaba como un malvado. El único precepto que cumplía era el de honrar a su padre. 

Esav le vendió su primogenitura a Iaacov por un plato de lentejas, pues no le daba importancia al privilegio que tenía el primogénito de cada familia de ser honrado como Cohén y de continuar la tradición de Abraham e Itzjak, como lo hará luego Iaacov. 

Esav prefirió el placer temporal a los valores eternos de la Torá. Itzjak bendijo a Iaacov creyendo que era Esav, por su ceguera y por las pieles que Rivka había puesto en el cuerpo de Iaacov, siendo esto parte del Plan Divino. 

La bendición por la que Iaacov prevalecería sobre las demás naciones estaba sujeta al cumplimiento y al estudio de la Torá. Si violaba la Torá, serían los descendientes de Esav los que dominarían. 

El odio de Esav a Iaacov es una halajá (ley) de la Torá en la que se encuentran los orígenes más remotos del antisemitismo. Ello nos enseña que no es la emulación de la conducta de los demás pueblos, ni la asimilación, ni la adulación a los no judíos, lo que determina las buenas relaciones con los demás pueblos. Sólo existe un método para combatir el antisemitismo y es, tal como está expresado en la bendición de Itzjak, el cumplimiento de la Torá, para impedir que prevalezca la descendencia de Esav. 

“El dolor constriñe la mente, eclipsa tus inquietudes, hace que te olvides de tu sagrada misión en la vida. Si el dolor se presenta, recuerda que es sólo una puerta transitoria que necesitas atravesar”. 

Según la Cábala, Abraham representa la bondad. Tuvo dos hijos, Ishmael e Itzjak, lo cual demuestra que una bondad excesiva puede ser dañina. Itzjak es la personificación de la severidad, de la fortaleza, también él tuvo dos hijos, Iaacov y Esav. Éste último representa el lado impuro del rigor, el orgullo, el egoísmo, el odio al prójimo. Iaacov representa la combinación armoniosa de bondad y severidad, personificando la “majestuosidad” que, a través de sus doce hijos, da lugar a las doce tribus de Israel.