¿Las leyes judías limitan el goce de la vida?

El judaísmo tiene por objeto eliminar el malestar de la decadencia al eliminar la decadencia misma. Una persona puede permanecer espiritual y moralmente pura únicamente si se limita en sus actividades. Por esta razón el judaísmo exige del judío que se limite en su dieta, en su modo de vestir, en sus acciones en Shabat y las festividades, en sus relaciones con el sexo opuesto y en su tendencia a privar a los demás de sus derechos. 

Todo esto no tiene por objeto hacer miserable al hombre sino elevar su felicidad a un plano más alto. Una relación sincera y profunda con el cónyuge entraña mayor júbilo que un encuentro casual. Una experiencia de Shabat produce mayor ardor espiritual que entregarse a los estupefacientes.

Algunas personas tal vez sostengan que la libertad absoluta es absolutamente necesaria. 

Esto podría parecer correcto en teoría pero en la práctica no es viable.

La libertad absoluta permite que todos satisfagan sus propios objetivos personales aunque ello signifique pisotear los derechos de los demás.

La libertad absoluta puede traer aparejadas olas de asesinatos, robos y violaciones —familias que se desintegran y sociedades que se derrumban—. La libertad absoluta permite a una persona destruir su cuerpo excediéndose con la comida y los estupefacientes.

Es evidente que se requieren algunas restricciones por el propio bien del hombre. El judaísmo limita los impulsos dañinos del hombre para permitir que surja su naturaleza noble.

Sin embargo, no debe cometerse el error de pensar que el judaísmo favorece el ascetismo, o las privaciones por simple amor a las privaciones. De hecho, el judaísmo rechaza la idea de que el hombre existe para sufrir sobre la Tierra, y de que debe privarse de todo placer. Por el contrario, el judaísmo cree que los placeres del mundo fueron creados para que el hombre los disfrute, y que cuando se rechazan todos estos placeres, se rechaza la bondad Divina. 

Por ello el judaísmo estimula a sus miembros a celebrar jubilosamente muchas festividades, con banquetes y cánticos. Aconseja a sus miembros vestirse bien, comer comidas nutritivas y vivir cómodamente. Alienta a sus fieles a no alejarse del mundo sino a participar en él, a contraer matrimonio y a tener hijos (una exhortación que también aplica a sus sacerdotes: los Kohanim). “lvdu Et Hashem B’Simjá”: —Sirve a Di-s con júbilo—, es una premisa básica del judaísmo. Todo aquél que haya participado en una celebración de Purim, una boda judía, un farbrengen (celebración jasídica) o una reunión “leshivishe” conoce la dicha que pueden experimentar los judíos. Las canciones, el humor y la cocina judías son bien conocidos y disfrutados, aún por los no judíos. De hecho, los judíos religiosos participan en casi todos los aspectos de la vida actual. Sin embargo, siempre evitan la degradación, y recuerdan que su tarea en la vida es mantener la chispa de santidad que Di-s les dio.

En tanto que el judaísmo permite a los judíos gozar de las alegrías de la vida, advierte que no ha de caerse en el hedonismo ni el materialismo. Se recuerda a los judíos que no se hallan sobre esta Tierra únicamente para gozar de placeres y bienes. De hecho, la presión por adquirir riquezas materiales, luchar por tener tanto o más que los vecinos ricos, y proteger las riquezas de manos de los ladrones o del recaudador de impuestos basta para hacer que el más tranquilo de los hombres contraiga úlcera. Si bien es cierto que el poseer bienes costosos, o entregarse a la bebida, a los estupefacientes, o al libertinaje, podría causar un breve placer, esta sería una felicidad superficial y pasajera. ¿Qué queda cuando se desvanece ese momento de placer? ¿Qué queda cuando se ha llegado a la adultez y se está exhausto? ¿Qué queda cuando se muere?

¿Cómo pueden unos pocos momentos de júbilo compensar el terror de procurar desesperadamente satisfacer la necesidad de entregarse a los estupefacientes, de ansiar febrilmente la bebida o de enfrentarse con la muerte y temer lo peor en el Mundo por Venir?

Lo que el judaísmo estimule es llevar una vida equilibrada. No privarse de los placeres del mundo, pero mantenerse dentro de límites razonables, sin perder el dominio de sí mismo. Estimule el goce de las comidas y las celebraciones, mas sin atiborrarse. Alienta el logro de la felicidad perdurable que caracteriza a una familia estable, un estilo de vida sin presiones y una constante devoción a Di-s. Nos alienta a experimentar la satisfacción de ser miembros plenos del pueblo judío, y de saber quiénes somos y de quienes podemos depender si necesitáramos ayuda. Nos permite gozar de la paz espiritual que acompaña la toma de conciencia de que éste es un mundo pasajero, y de que las recompensas han de hallaras en el Mundo por Venir.

Tal es la existencia ideal. Sólo puede lograrse, en el marco estructurado y restrictivo de las leyes de la Torá.

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