¿Quién puede dar testimonio de Di-s?

En el párrafo bíblico de esta semana, la Torá dictamina que para que un testimonio tenga valor, son necesarios dos testigos: “En base a dos testigos… se definirá el tema”.

En términos generales, la función de los testigos abarca dos tipos -hay un testimonio que esclarece y hay otro que formaliza y genera el hecho. Los testigos que esclarecen tienen como objetivo sólo aclarar lo ocurrido. Por ejemplo, cuando se testifica que Fulano tomó prestado de su compañero, su testimonio  contribuye con el juzgado para que pueda aclarar la verdad. Pero la presencia de testigos en el momento de llevarse a cabo el préstamo, no cambia nada en lo que hace a la obligación del prestatario a devolver el préstamo tomado. Diferente es con los testigos que formalizan. Con su presencia dan valor y vigencia al acto presenciado. Por ejemplo, los testigos del casamiento hacen a la boda, y ¡si no hubo testigos (aptos) en ese momento -el casamiento no es válido!

REVELAR AL ALTÍSIMO

Estos dos tipos de testigos existen también en la dimensión espiritual. El Profeta dice: “Ustedes son Mis testigos”. El Zohar trae sobre ello dos explicaciones: la primera es que los testigos son el pueblo de Israel, y la segunda, que los testigos son el cielo y la Tierra, como está escrito: “Puse  como vuestros testigos al cielo y la tierra”. Estos dos comentarios concuerdan con los dos tipos de testigos mencionados.

La necesidad de testigos en el plano espiritual es, para revelar al Altísimo en ese plano donde no hay acceso directo, como los testigos que informan sobre aquello a lo que uno mismo no puede llegar. Es verdad que puede llegarse al conocimiento de la existencia de Di-s a través del intelecto, esto está abierto, no necesita de “testigos”, sin embargo, la razón lógica puede llegar a captar tan sólo al nivel Divino que está vinculado a la Creación. Lo que captamos de Di-s a través de Su Creación es abierto, no requiere de “testimonio”.

Pero a la Esencia misma de Hashem, que es superior a toda captación y entendimiento, la razón no puede acceder. Para ello se necesita de “testimonio”.

ACLARAR Y GENERAR

En este “testimonio” hay dos tipos: “los testigos esclarecedores” son los cielos y la Tierra. Ellos nos clarifican la verdad, a través de revelar la fuerza Divina infinita que emana del Altísimo. El hecho que el cielo y la tierra son eternos, a pesar de ser limitados, atestigua sobre la fuerza infinita del Creador. Son los testigos que revelan la Verdad.

El segundo tipo de “testigos” es el pueblo de Israel, cuya función no se limita a esclarecer y revelar la verdad, sino en ser “testigos que generan y formalizan”. Ellos son los que crean el hecho. Las almas de Israel, cuya raíz está en la misma esencia de Hashem, a través del cumplimiento de los preceptos, hacen morar al Altísimo en Su misma esencia aquí en este mundo, e introducen en el mundo el más alto nivel de Santidad Divina.

MÁS ALLÁ DE TODO CÁLCULO

También en el servicio al Altísimo está el concepto del “testimonio”. Hay una labor espiritual abierta, que no necesita de testigos.

Esto es el servir a Di-s en la medida de la razón lógica, e incluso entregándose totalmente (mesirut nefesh) como consecuencia del análisis racional. El propio intelecto llega a la conclusión de que hay situaciones en las que hay que entregarlo todo por Di-s.

“Testimonio” en el servicio al Altísimo significa una entrega que va más allá de todo cálculo y especulación racional. Esto no tiene lugar en la realidad lógica del hombre. La entrega del alma y la vida sin condicionamientos ni cálculo alguno. Como consecuencia de la misma unión que existe entre Di-s y el judío que no permite que nada interfiera con el cumplimiento del mandato de la Voluntad Divina (las Mitzvot). Sobre este tipo de conducta dice Di-s: “ustedes son Mis testigos”

Likutei Sijot tomo 19 pág. 188



Parasha en síntesis: Shoftim

En esta Parashá se tratan las leyes relacionadas con el sistema judicial del Pueblo Judío y el establecimiento de tribunales. En todas las ciudades donde residían menos de 120 personas se establecieron Beit Din, tribunales de 3 rabinos, competentes para decidir sobre casos de tipo económico, pero no de vida y muerte. En las ciudades de más de 120 habitantes se estableció un Pequeño Sanhedrín, compuesto de 23 rabinos que tenían el derecho de juzgar todos los casos, hasta de vida y muerte.

 

Cerca del Monte del Templo había tres cortes: un Beit Din de 23 jueces en su entrada; un Tribunal de 23 jueces en su antecorte y el Gran Sanhedrín, de 71 jueces (incluido su presidente) que se reunían a diario en el Templo Sagrado. 

 

Para ser juez se evaluaba el conocimiento de la Torá, la inteligencia y la capacidad de juzgar. Esas y las demás cualidades enumeradas anteriormente en Parashat Devarim, una vez aprobadas constituían la calificación para ser nombrado juez y ordenado como tal por un jajam (sabio).

 

La Torá advierte al juez que no acepte soborno, ni de plata ni de honores, ni cualquier consideración personal que pueda influir – aún en lo más mínimo – en su forma de decidir el caso. 

 

En esta Parashá también se otorga el precepto de coronar a un rey sobre el Pueblo Judío. El rey tenía que ser escogido por un profeta de Di-s y por el Sanhedrín. Su papel como monarca era fortificar y elevar el estudio de la Torá, difundir a los malvados, conquistar las naciones enemigas y emitir juicios para su pueblo.

 

Para que no abusara de sus poderes, el rey tenía tres prohibiciones fundamentales: no tener más caballos de lo necesario; no tener más esposas de lo permitido y no amasar más riquezas que las necesarias para mantener sus fuerzas armadas. 

 

El rey tenía la obligación de escribir un Sefer Torá especial y leer partes específicas en público en momentos de asambleas nacionales en el año de Halel. 

 

La Torá prohíbe la arrogancia y la vanidad, el orgullo se considera igual que la idolatría, ya que no permite la presencia de Di-s en la vida de la persona.

 

Aun el rey de Israel, con todos sus honores y riquezas, tenía leyes que lo protegían de sobrepasarse.

 

La tribu escogida para reinar eternamente fue la de Iehudá, porque Iehudá previno la muerte de Iosef cuando los demás hermanos querían matarlo y él los convenció de venderlo a los filisteos. Por santificar el nombre de Di-s al llegar al Mar Rojo y no temer cruzarlos. 

 

La tribu de Iehudá tiene intrínsecamente la cualidad de humildad.

 

El hombre de Ie-hu-dá contiene las mismas letras del nombre de Di-s, cuyos atributos emula esta tribu. Y la dalet de su nombre representa al rey David escogido entre los reyes. 

 

En esa época de la historia del mundo gentil había muchas formas de idolatría y artes mágicas, tanto para adivinar el futuro como para cambiar los destinos de las personas. Esto le fue prohibido al Pueblo Judío y bajo ninguna circunstancia se le permitió ni se le permite usarlos. 

 

En esta Parashá, la Torá  enumera los siguientes tipos: consultar palos u otros elementos para adivinar el futuro; declarar ciertos momentos de suerte o no para cumplir diferentes misiones; especular sobre el futuro por interpretación de hechos y actuar de acuerdo a los mismos; todo tipo de magia negra; atraer reptiles y otros tipos de animales para usarlos en ritos de magia; la necromancia, llamar a los muertos por mediums o de otras formas.

 

La Torá nos asegura que el Pueblo Judío no tiene necesidad de usar estas formas de hechizos y magia; ya que tiene una protección especial de Di-s al cumplir con las mitzvot (preceptos)  y que pueden cambiar su destino solamente a través de estos.



Palabras que matan

Las palabras son como flechas y como carbones que arden lentamente…

En Mezhibush, la ciudad natal de Rabí Israel Baal Shem Tov (el fundador del movimiento Jasídico, 1698-1760), dos residentes locales estaban envueltos en una amarga disputa . Un día, estaban gritando, muy enojados, en la sinagoga cuando uno de ellos exclamó: “¡Lo rasgaré a pedazos con mis propias manos!”

El Baal Shem Tov que estaba en la sinagoga en ese momento, dijo a sus discípulos que formaran un círculo, que tomaran la mano de su vecino, y cerraran los ojos. El propio Rabí Israel cerró el círculo poniendo sus manos en los hombros de los dos discípulos que estaban de pie a su derecha y a su izquierda. De repente, los alumnos soltaron un grito de espanto: ¡detrás de sus párpados cerrados vieron que el hombre enfadado rasgaba a su compañero realmente, así como había amenazado!

Las palabras son como flechas, dice el Salmista, y como carbones que arden lentamente. Como flechas, explica el Midrash, pues el hombre está de pie en un lugar y sus palabras pueden arruinar y causar estragos a otra vida, a muchos kilómetros de distancia. Y como un carbón cuya superficie exterior se ha extinguido pero cuyos restos interiores están aún en llamas, así también las palabras malévolas continúan trabajando y causando daño mucho después de que su efecto externo se ha evaporado.

Las palabras matan de muchas maneras. A veces ponen en movimiento una cadena de eventos que las convierten en una auto profecía; otras, se desvían del objetivo de su veneno para golpear a algún espectador inocente; y a veces vuelven como un bumerang para perseguir a quien les dio origen. Cualquiera sea su destino, las palabras odiosas llevan inevitablemente a acciones odiosas, posiblemente años o incluso generaciones después de que se profirieron. La naturaleza humana es tal que los pensamientos se esfuerzan por encontrar expresión en palabras habladas, y las palabras pronunciadas buscan realización en los hechos a menudo por caminos tortuosos que el divulgador original de esas palabras no deseó ni anticipó.

Pero el poder de la palabra corre más profundamente que su potencial traducido en acción. Aun cuando este potencial nunca se comprende, aun cuando las palabras habladas nunca se materialicen en el “el Mundo de la Acción,” todavía existen en lo más alto, en el más espiritual “Mundo de Discurso”. Pues el hombre no es sólo un cuerpo, – también es una alma; no sólo es un ser físico, sino también es una criatura espiritual. En el plano físico, las palabras habladas pueden ser sólo significantes como acciones potenciales; en la realidad del alma, son reales.

Esto es lo que el Baal Shem deseó mostrar a sus discípulos concediéndoles un vislumbre en el mundo de las palabras habitado por las almas de los dos combatientes verbales. Él quería que entendieran que cada palabra que proferimos es real, entre o no en la fruición del “Mundo de la Acción” en el que nuestro ego físico reside. Cada palabra nuestra es tan buena (y tan mala) como el hecho.

Lo mismo es así, claro, en el sentido positivo: una palabra de alabanza, una palabra de estímulo es tan buena como si fuese un hecho en la realidad espiritual del alma. Incluso antes de que una palabra buena haya derivado en un hecho bueno, ya ha tenido un efecto profundo y duradero en nuestro estado interno y nuestro mundo.

Por Yanki Tauber; basado en las Enseñanzas del Rebe de Lubavitch



Un ramo de rosas

Amo las flores, como la mayoría de las mujeres. Mis favoritas son las rosas rojas de largos tallos. De todas formas, un ramo de orquídeas, petunias o fresias, siempre provocará una sonrisa en mi rostro. Mi esposo sabe de mi debilidad. La usa para su provecho, cuando desea conquistar mi corazón o ganarse mi perdón, por cualquiera de sus actos fallidos, comunes a todos los esposos.

 La otra tarde, cuando mi marido se dirigía a la puerta de entrada, le recordé acerca de su promesa de estar de vuelta a las 7:30 p.m puntualmente. Yo debía dictar una clase a las 8:00 y antes debía terminar de arreglar algunos detalles. Puse mucho énfasis en mi necesidad de salir puntualmente, pidiéndole que no perdiera de vista su reloj.

Exactamente a las 7:31, me pare en la puerta de casa, tratando de divisar calle abajo nuestra camioneta gris. A las 7:45 ya me paseaba impacientemente por el pasillo, mirando el reloj, y a las 7:53- cuando finalmente mi esposo pisaba los escalones del frente.- Apenas si pude contenerme.

 Blandiendo un exquisito ramo de rosas, me contó que había pasado delante de un puesto, y compró especialmente para mí estas hermosas flores. Me contó que, sabiendo lo mucho que amo las rosas, decidió que vale la pena detenerse, y por eso se habría retrasado un poco en el proceso.

Si no hubiese estado tan apurada, hubiera soltado mi lengua, y contrariamente a su percepción, le hubiera expresado lo enojada que estaba. En lugar de esto, sin pronunciar una palabra, le arrebaté las llaves de la camioneta, deje el ramo y me dirigí raudamente a la puerta. Dejando de lado los recados que debía hacer y pasando algunas luces rojas en mi camino, llegué a mi clase, con mis nervios de punta, justo a tiempo.

 Luego de unos instantes, me calmé y pude dictar mi clase, como siempre.

La mayoría de las participantes eran mujeres de diferentes entornos sociales, que deseaban explorar su espiritualidad a través de las enseñanzas de la Torá y el Jasidut.

Cuando la clase llegó a su fin, una de las ellas, Diana, me pregunta por quée era tan necesaria una religión organizada. ¿Por quée no es suficiente con sentir a Di-s en nuestros corazones? ?Para qué son ineludibles los preceptos de hacer y de no hacer que posee el judaísmo?

 Pensé por un instante. De pronto, se me ocurrió una interesante analogía.

Relaté a las mujeres acerca de los acontecimientos de esa tarde, previos a mi llegada a la clase. Les pregunté si creían que era justificado que me enojara por la compra que había realizado mi esposo.

Debido a la confraternidad que existe entre mujeres, estaba segura de la respuesta que me darían. Por supuesto, creían que semejante conducta era totalmente inapropiada.

 Pero, ¿por quée? pregunté. ¿Qué tiene de malo que le haya hecho algo que suponía me gustara?

Le dijiste que necesitabas que él estuviera en casa en horario y el lo desestimó totalmente. Estaba tan inmerso en su propio entendimiento que no podía ver tu perspectiva, tu necesidad de llegar a tiempo.

Diana declamaba el mismo tipo de respuesta que las deméas.

 Es cierto, pero el llegó tarde porque me compras un regalo. ¿No prueba eso su amor? . 

Yo jugaba el rol del abogado del diablo.

Diana insistía. Es verdad, el deseaba de complacerte. Pero en sus términos, no en los tuyos. El estaba relegando tu necesidad y deseo explíicito, para hacer algo que él imaginaba que te encantaría. Creo que de esto se trata la Torá dije. Di-s nos dice Sus terminos,- lo que El necesita de nuestra relación. Por supuesto que podemos obviar sus deseos, y hacer algo maravilloso y benevolente. Incluso podemos tenerlo a el en mente.

 Pero, ¿no es que finalmente estamos actuando en nuestros propios términos, sin tomarlo en cuenta los de el? No siempre entenderemos Ssus necesidades o pedidos. Pero la Toráa es la comunicación explíicita de Di-s con nosotros, diciéndonos: que es lo que Yo necesito, que es realmente importante para mi. Esto es lo que puedes hacer para tener una relación conmigo. Quizás tu no lo comprendas. A veces entenderás, otras no, pero esto es lo que Yo deseo que hagas.

Cuando regresé a casa esa noche, las rosas estaban colocadas en un jarrón de cristal en la mesa de la cocina. A su lado había una pequeña nota.

Era un sincero pedido de disculpas.

Supongo que, incluso los maridos, a veces las obtienen.

 

Chana Weisberg

Tiempo de Cambio

Elul es un mes muy especial. Es un tiempo para aprovechar la oportunidad de trabajar en nosotros mismos, para cambiar, para ser mejores y llevar a cabo nuestros sueños…

Es un nuevo principio para finalmente hacer aquellas cosas que siempre sentiste que eras capaz de hacer pero nunca las hiciste.

Cada Elul empieza con las mismas grandes expectativas: va a existir un nuevo mundo y las cosas no serán iguales. Desafortunadamente, el entusiasmo inicial rápidamente da lugar a una realidad muy diferente; el entusiasmo baja su nivel y acabas estando no muy distinto que antes de empezar. Es seguro que creces poco a poco año tras año, pero el avance importante – convertirte en la persona que sabes que puedes y debes ser – nunca parece materializarse, quedando como un sueño difícil de realizar.

¿Cómo tomar todo el entusiasmo, la buena voluntad y la emoción, y convertirlos en un cambio significativo y duradero? En otras palabras: ¿Cómo puedes hacer que Elul realmente funcione?

Los Sabios nos dicen que existe una Voz Divina (“Bat Kol”) que resuena en el mes de Elul diciendo: ‘Vayan a arar los campos, no planten sobre las espinas y la maleza”. Claro que existen muchos significados cabalísticos para esta frase, pero una explicación simple; es que si no preparas tu campo arándolo, no importa lo que siembres, tu jardín va a estar eventualmente invadido de espinas.

Por lo tanto, la clave para un Elul exitoso es prepararse adecuadamente considerando qué semillas deseas plantar.

¿Cómo te debes ararte a ti mismo para asegurarte de que todo lo que decidas hacer se desarrollará de la manera que quieras, para que después de unos cuantos meses no pienses que tu resolución no fue nada más que un bonito deseo?

Tu deseo de cambio es claro, de otra manera no estarías leyendo esto en este momento. Pero ¿qué es lo que te motiva al cambio?. La llave es entenderte a ti mismo. Cómo funcionas, cómo creces y qué te motiva. ¿Cuáles son los pasos apropiados para tu crecimiento? A su vez, está el factor fundamental: “todo a su tiempo”.

Se cuenta la historia de un hombre joven en la Ieshivá del Rabino Meir Jadash. Era un estudiante perezoso que nunca estudiaba, hacía l¡o que se le antojaba y parecía que iba a dejar todo completamente. Un día el estudiante hizo un giro de 180 grados. Era el primero en el salón de estudios en la mañana y el último en salir de allí por la noche.

Al día siguiente el Rabino Jadash se le acercó y le dijo: “Eres tan inmaduro, ¿cuándo vas a crecer?”.

El mensaje es claro: no vas a cambiar de la noche a la mañana, no pasarás de ser irresponsable y apático, a ser el más responsable. Y si lo intentas, es pura falsedad. Puedes tener éxito unos cuantos días pensando que lo has logrado, pero ¿cuánto te durará?. Eso no es “crecimiento”, es inmadurez. El verdadero crecimiento es paulatino. Tienes que saber cuál es el siguiente paso, entenderte a ti mismo y ser honesto.

Decide lo que quieres aceptar sobre ti y qué realmente cambiará las cosas. Por ejemplo: cuidar que la casa sea casher, o dedicarte a ser más sensible y cuidadoso. Estas semillas tienen un increíble potencial… si preparas antes el terreno.

Observa profundamente dentro de ti, pide buenos consejos, y por sobre todo sé realista acerca de lo que es posible alcanzar.

¿Y sobre el proceso real de teshuvá? El primer paso es reconocer tus errores, entender lo que has hecho mal y cómo lo podrías haber hecho mejor.

Para hacer esto, tienes que conocer tus capacidades específicas. De otra forma, cometerás el error de tratar de cambiar cosas que están más allá de ti. Esto es muy malo, porque cuando lo “confiesas”, realmente no lo sientes porque muy dentro de ti sabes que no es real.

La verdadera teshuvá y confesión significa articular el hecho de que a tu nivel lo hubieras podido hacer mejor. Es muy importante hacer esto de una forma en la cual lo escuches y lo creas.

Entiende los asuntos que son reales para ti; si están más allá de ti, entonces no son “tus” asuntos. Trabaja con lo que es real y apropiado. De lo contrario, vas a plantar tus semillas año tras año y no vas a cosechar más que espinas. Claro que no debes utilizar esta idea como excusa para continuar cometiendo errores. Por el contrario, toma conciencia de cómo un cambio drástico a veces termina en algo peor. No te muevas en un mundo ilusorio. Evalúa qué aspecto de tu carácter no está muy bien y empieza a cambiarlo – gradualmente.

“Preparar el terreno” significa descubrir qué es lo que te motiva y reconocer qué es lo que necesitas hacer ahora. Al final  .de cuentas, el cambio final puede ser en unos cuantos años. Pero no te desanimes. Los Sabios dicen que una vez que te encamines hacia algún lado, para Di-s, es como si ya hubieras llegado a ese lugar. Una vez que hayas decidido hacer algo, existe una elevación de tu alma; en el plano metafísico es como si ya estuviera hecho. Tu alma ha llegado; es sólo que tu cuerpo todavía tiene que caminar por muchos senderos.

Una cosa más. Para estar inspirado en el proceso de la teshuvá (el arrepentimiento), tenemos que darnos cuenta de que Di-s nos ama, incluso con todos los errores que hemos cometido. Sé consciente de que Di-s te entiende y quiere ayudarte. No te sientas culpable; los errores que has hecho son parte de tu proceso de crecimiento para llegar hasta donde te encuentras el día de hoy. Di-s no quiere que sufras. Por el contrario, si el crecimiento es para lo que nos creó Di-s, entonces incluso las dificultades involucradas deben ser lo mejor para nosotros. Di-s no es el “patrón autoritario del cielo”. Está de tu lado. Si no entiendes esto, nunca podrás hacer teshuvá.

Piensa a lo grande y plantéate metas a largo plazo, – pero sé realista. Toma las cosas con calma, – pero trata de mantener la motivación. La teshuvá demanda madurez, realismo y honestidad. No utilices esta oportunidad año tras año de la manera incorrecta.

¡Que el Todopoderoso nos ayude a tener una vida significativa y unas fiestas productivas! 

Leshaná tová tikatevu! – ¡Buen año para todos!



El mes de Elul

Elul es el último mes del año judío. Como preparación para Rosh Hashaná, el Día del Juicio, que le sigue inmediatamente, Elul está marcado por una serie de costumbres y tradiciones especiales. En el mes de Elul, hacemos un recuento general de todo lo que hemos hecho a lo largo del año.

Algunas leyes y costumbres

El último mes del año judío es tradicionalmente, un tiempo de introspección y balance, un tiempo para revisar el comportamiento  y el progreso espiritual durante el año saliente  y prepararse para las Altas Festividades.

 

Los maestros jasídicos comparan el mes de Elul con el periodo del año en el que “el rey está en el campo”. A diferencia de cuando el Rey está en el palacio real – donde no cualquiera puede verlo -, en el campo recibe con alegría y rostro sonriente a todo aquel que desee acercarse.

Como mes de revelación Divina y perdón, es el momento más oportuno para acercarnos a Di-s y fortalecer nuestra relación con Él.

 

SHOFAR:

Todos los días del mes, excepto Shabat y víspera de Rosh Hashaná, se escucha el sonido del Shofar (asta de carnero) que sirve como un llamado al retorno [a Di-s].

TEFILIN Y MEZUZOT

Los revisa un Sofer (escriba) para asegurar que estén en buenas condiciones y aptos para su uso.

SELIJOT:

La última semana del mes se recitan las plegarias de Selijot, para pedir el perdón a Di-s. Se empiezan a recitar de noche después de medianoche y en los días subsiguientes se recitan  antes de la plegaria matutinal  (Shajarit). 

SHANA TOVA UMETUKA:

Cuando – en el transcurso del mes – se envían  cartas a amigos y seres queridos, se les desea “que sean inscriptos y sellados para un año bueno y dulce”.

 

¿SABÍAS QUÉ?

“Mejor una acción que mil suspiros”. La sinceridad de nuestro retorno a Di-s debe ser demostrada y acompañada de acciones concretas, tales como un compromiso para incrementar el estudio de Torá o para cumplir una Mitzvá más.

Una elección de opciones

“Mira, he puesto ante ustedes la bendición y la maldición”. Así comienza la lectura de la Torá de esta semana de Ree (Deuteronomio 11:26-16:17), cuando Moisés reitera nuevamente la doctrina de Libre Elección.

Libertad de elección. Sin la cual, como nos recuerda Maimónides, la religión no tiene significado, no existe el concepto de moralidad, y la Torá es superflua.

 

En efecto, no sólo se nos ha dado libre elección entre bien y mal, sino también la opción de a qué nivel hacer esa elección. Una elección de opciones:

  1. a) Hay bien y hay mal. Bendición y maldición, luz y oscuridad. Di-s creó ambas, elegimos cuál de las dos, o qué combinación, definirá nuestra existencia.

 

  1. b) En verdad sólo hay bien. Di-s es la fuente de toda realidad, y debido a que Di-s es la esencia del bien, sólo el bien es real. Así como no hay algo como la oscuridad, sino sólo luz o su ausencia (a la que llamamos “oscuridad”), así también, sólo hay bien o su ausencia. Por lo tanto, la elección entre el bien y el mal no es una elección entre dos realidades, sino una elección entre ser o no ser, entre realidad e ilusión.

 

  1. c) Dado que “elección” por definición, es la libre afirmación de la voluntad, y debido a que la voluntad del alma humana es vivir y el bienestar, la única elección verdadera que puede haber, es la elección del bien. Pero se nos ha dado libertad de elección, lo que significa que podemos elegir no elegir. Lo que llamamos “libertad de elección” es en realidad la elección de ejercer la elección o negarla. Cuando afirmamos nuestra verdadera voluntad, cuando elegimos, invariablemente elegimos el bien.

 

¿Cuál es? ¿a, b ó c? Eso depende de vos. Ese es el verdadero significado de “libre elección”: no simplemente elegir entre dos o más opciones presentadas por una autoridad más alta, sino que sos vos quien determina el nivel de realidad sobre el que se desarrolla tu vida consciente. Sos vos quien  determina la distancia entre tu vida y tu Fuente.

 

Elegí tu opción.

 

Por: Yanki Tauber




Libre albedrío ¿natural o sobrenatural?

“Ve, he puesto ante ti hoy la bendición y la maldición. La bendición, si prestarás atención a los mandamientos del Señor tu Di-s…Y la maldición, si no prestarás atención a los mandamientos…” Deuteronomio, 11:26-28

 

La Libertad de Elección es uno de los núcleos principales de nuestra religión, y de hecho cada sistema judicial se basa en esta idea. Un robot o una computadora, no son premiados por ejecutar una misión noble, ni merecen castigo por realizar algún acto inmoral. No tenemos prisiones para almacenar computadoras que han difundido virus… Todo el crédito o la culpa es de los programadores. Si los hombres fuésemos robots sin habilidad de poder elegir libremente, entonces tampoco mereceríamos castigo. Ciertamente, los elementos más violentos de la sociedad todavía deberán ser retenidos en algún tipo de facilidad correccional, no por-que se los culpa por su comportamiento, sino para proteger al resto de la población, así como los depredadores salvajes deben ser retenidos lejos de la sociedad, pero nadie puede culparlos por sus actos, así como no podemos condenar al león o al águila por su naturaleza depredadora, o darle crédito a los delfines por su disposición amistosa.

 

El hecho que penalizamos a los criminales (y esto ha sido un método aceptado para poder lidiar con los criminales, por todas las civilizaciones a lo largo de la historia), muestra que la sociedad siempre ha reconocido que el ser humano posee una intuición de distinción entre lo correcto y lo incorrecto, y tiene la habilidad de elegir entre los dos, y por ende, es responsable por cualquier decisión que toma.

¿Pero es correcta esta facultad? ¿Disfruta de verdad el ser humano de la Libertad de elección? ¿Hay alguna diferencia entre el ser humano y las otras criaturas que Di-s creó que se comportan según la naturaleza que Di-s les otorgó, ya sea para bien o para mal?

 

Hoy en día, se nos dice que casi todos los comportamientos dañinos pueden ser a causa de problemas genéticos. La persona que es un cleptomaníaco, o un individuo que es obeso, impulsivo, depresivo, etc, es porque tiene alguna falla genética. Si no es un tema de genes, entonces debe tratarse de alguna experiencia traumática de la niñez. Quizá perdió a un ser querido cuando era joven, fue abusado por sus padres, proviene de una familia disfuncional, o no ha recibido la suficiente atención de su maestro. Si ninguno de estos factores pueden explicar el comportamiento destructivo de la persona, entonces significa que no puede afrontar el pago de un psicólogo competente, uno que puede hacer un mejor diagnóstico, y que explique por qué no se lo debe culpar…

 

Es por eso que Di-s declara: “Ve, he puesto hoy ante ti la bendición y la maldición”. De hecho, la Libertad de Elección no es una cualidad original del ser humano; naturalmente, la persona debe ser obligada a comportarse de acuerdo a su naturaleza, una naturaleza que es formada por una combinación de genética y experiencias de vida. Pero Di-s le dice a cada persona: “no importa tu naturaleza, crecimiento, e inteligencia, no importa qué golpes has experimentado, Yo te garantizo la habilidad de ser santo como Moshé”. Y lo mismo es cierto al revés: incluso alguien que ha sido criado por padres rectos, y tiene la disposición natural de hacer lo que es correcto, tiene la habilidad de elegir también el mal y alejarse de los caminos de Di-s.

Uno nunca debe pensar que nunca será una persona espiritual: “no está dentro de mi naturaleza”. La naturaleza de la persona es meramente un desafío que Di-s garantiza que podemos sobrellevar.



Palabras en una puerta

“Escucha, Oh Israel, Di-s es nuestro Di-s, Di-s es uno” (Deuteronomio (6:4). Las palabras del Shemá constituyen la declaración más básica del Judaísmo: Que Di-s es nuestro Di-s, un presencia real en nuestras vidas, y que Di-s es uno, el singular, absoluto y el que contiene toda verdad de nuestra existencia.

¿Qué hacemos con estas palabras? Muchas cosas.

Mente: Las estudiamos y contemplamos. Como dice el versículo: “Escucha, Oh Israel”, la palabra en hebreo para “Escucha”, Shemá, también significa “comprender”.

Corazón: El estudio y contemplación traen la emoción, por lo tanto, “Escucha, Oh Israel”, nos lleva a “ Amarás al Eterno tu Di-s con todo tu corazón, con toda tu alma y con todos tus medios” (6:5).

Habla: Cuando “estas palabras están en tu corazón”, el próximo paso es la verbalización y comunicación, “Las enseñarás agudamente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes de camino, y al acostarte y al levantarte” (6:7). Las últimas palabras en este verso son la fuente de la Mitzvá de recitar el Shemá todas las noches (“al acostarse”), y cada mañana (“Al levantarse”).

Cuerpo: “Las atarás como señal en tu mano y serán diadema entre tus ojos” (6:8). Como la alianza de matrimonio en el dedo, el tefilín es un vínculo físicamente tangible en nuestro cuerpo, incorporando nuestro vínculo con Di-s y nuestro compromiso de hacer la unidad de Di-s real en el mundo.

Medio ambiente: “Las escribirás sobre los marcos de tu casa, y en tus portales” (6:9). La última fase es la mezuzá: un pergamino que contiene los versos del Shemá y se colocan en los marcos de las puertas en un hogar judío, definiendo tanto la santidad del medio ambiente dentro, como su influencia en el medio ambiente exterior.

Por: Yanki Tauber



¿Di-s es femenino o masculino?

¿Por qué Di-s siempre es referido en sexo masculino? Lo llamamos Nuestro Padre, nuestro Rey, y siempre es “Él”. Obviamente Di-s no es un hombre. ¿Por qué el judaísmo perpetúa esta dominancia masculina patriarca?

De hecho, Di-s trasciende todo género. Siendo la fuente de toda vida, Di-s alberga tanto género masculino como femenino. Esto está reflejado en nuestras plegarias. A veces llamamos a Di-s en aspecto femenino, y a veces en su aspecto masculino. Depende del contexto.

De hecho, nos referimos a Di-s en femenino en una de las plegarias más populares: “Lejá Dodi”. Cada viernes a la noche, recibimos a la “Novia Shabat”, y a la “Reina Shabat”. ¿Quién es esta novia real? Es la Shejiná, la Divina Presencia femenina que desciende en este día de descanso. ¿Por qué Di-s es femenino en esta plegaria, mientras que en la mayoría de las plegarias es masculino?

Para responder a esto, analicemos una básica referencia entre masculino y femenino. Conozcamos a Brenda y Mike.

Mike llega a casa luego de un estresante día de trabajo. Brenda percibe su mal humor.

Brenda: ¿Qué sucede Mike? ¿Está todo bien?

Mike: ¿Eh?

Brenda: ¿Qué te está molestando?

Mike: Nada

Brenda (ofendida): ¿A qué te refieres con nada? Yo veo que hay algo malo. ¿No te importo lo suficiente como para compartir tus sentimientos?

Mike: ?????

Brenda se ha olvidado que los hombres sólo comparten sus problemas cuando piensan que puedes ayudarlos a encontrar una solución. De lo contrario, ¿Para qué cargar a otro con sus problemas? Siendo que Mike siente que sus temas en el trabajo no le conciernen a Brenda, se los guarda para él mismo. Ella no le puede aconsejar, así que él intenta solucionarlo por sus propios medios. Mientras tanto, ella se siente abandonada y no involucrada, porque las mujeres comparten sus problemas no para encontrar una solución, sino sólo para compartirlos y sentirse acogidas y amadas. Ella no planeaba aconsejarle nada, sólo quería estar allí para él. Pero los hombres no entienden eso.

Ahora, demos vuelta las cartas. Otro día, Brenda llega a casa del trabajo, y antes de que Mike le diga algo ella le dice:

Brenda: He tenido un día tan estresante. Mi jefe es un animal. No puede parar de presionarme sin importarle lo que hago. Y no puedo soportar su condescendiente actitud.

MIke: Te he dicho un millón de veces que debes dejar el trabajo. ¿Por qué sigues yendo?

Brenda (frustrada): No te he pedido un consejo sobre mi carrera, te estoy contando sobre mi día. Estoy muy contenta con mi trabajo.

Mike: ?????

Lo que Mike no entiende es que las mujeres lidian con sus problemas de forma diferente a los hombres. Brenda no buscaba un consejo, ella buscaba comprensión. Todo lo que Mike tenía que hacer era escucharla con mirada comprensiva y emitir el tan tranquilizante sonido de “mmmmm”. Esta es la manera femenina de lidiar con un problema: compartirlo con alguien que le importe, y ellos al escuchar, harán que ella no se sienta mal. A los hombres les gusta aconsejar, pero las mujeres solo quieren compartir sus frustraciones para luego sentirse mejor, incluso si no cambia nada.

Esto es por supuesto una generalización. Pero es muy cierto. Para un hombre, un problema precisa una solución. Para una mujer, un problema precisa ser compartido. Los hombres intentan cambiar los hechos. Las mujeres intentan cambiar los sentimientos. Los hombres intentan mejorar la situación. Las mujeres intentan sentirse mejor con las cosas de la manera que son.

Ahora veamos a Di-s. Di-s tiene modos de expresión femenina y masculina, porque Di-s es la fuente de ambos. Di-s puede ser el solucionador masculino de los problemas, o el tranquilizador femenino de las almas turbadas. En la plegaria, nos dirigimos a ambos. Depende de la circunstancia. A veces queremos una respuesta masculina de Di-s, y a veces precisamos un acercamiento femenino.

Generalmente rezamos porque hay un problema que tiene que solucionarse. Alguien está enfermo y precisa una curación, alguien está deprimido y precisa que se lo “levante”, hay gente hambrienta que precisa que se la alimente, y el mundo está lleno de dolor y oscuridad y precisa cambiarse. Sería desubicado dirigirse al lado femenino de Di-s con estos pedidos. No queremos sentirnos mejor sobre la pobreza, queremos acabarla. No queremos llegar a un trato con la enfermedad; queremos una cura. Así que le rezamos a “Nuestro Padre, nuestro Rey”, el aspecto masculino de la Divinidad. “Di-s, ¡soluciona el problema!”.

Pero hay veces que no buscamos un cambio en el mundo, sino una apreciación del mismo en un nivel más profundo. En Shabat, no queremos arreglar cosas. Desistimos de la agresiva misión de mejorar al mundo a través del trabajo y la creatividad, y disfrutamos de los placeres naturales que el mundo ya tiene: amistad, familia, espiritualidad. Más que cambiar la realidad, buscamos nutrir su belleza innata.

Así que en la noche del viernes, recibimos a la Divina Presencia en la forma de “La Reina Shabat”, o la “Novia Shabat”. Es el aspecto femenino de la Divinidad que desciende en Shabat, no para resolver los problemas del mundo, sino para adentrarnos en la conciencia de que el mundo en el que vivimos ya es bello.