Este Pésaj nos reunimos y les contamos a nuestros hijos

Del 5 al 13 de abril se celebra Pésaj, la fiesta que recuerda la salida del pueblo judío de la esclavitud. En este año de Hakhel, nos reunimos en cada Séder (cena de la festividad) y compartimos con la nueva generación el valor de la tradición y de la libertad. Jabad Argentina invita a que en cada mesa se coma Matzá Shmurá: cuidada en su proceso, redonda y hecha mano, similar a la que comieron nuestros antepasados al salir de Egipto. Para pedirla se debe ingresar a pesajargentina.com

Pésaj, cuya celebración comienza la noche del 5 de abril y dura 8 días, recuerda la liberación liderada por Moisés hace 3335 años. La Matzá, pan sin leudar, es el mayor símbolo de la festividad y es una mitzvá comerla en cada Séder; es el alimento que los judíos comieron al salir rápidamente de Egipto. La Matzá Shmurá (cuidada), hecha a mano y redonda es la más apropiada y fue elaborada especialmente para el cumplimiento de la mitzvá. Quienes la amasan dicen una bendición y los ingredientes son tratados con cuidado desde su origen.

Cada kit de Pésaj contiene una caja de Matzá Shmurá con 3 unidades, una Guía de Pésaj, una Hagadá ilustrada con explicaciones e instrucciones en hebreo, español y fonética, y una revista Esencia. Para solicitarlo hay que completar el formulario de la web y los responsables se contactarán a la brevedad por el pedido.
En pesajargentina.com, además, se puede vender el jametz, y también descargar una Hagadá de Pésaj, la agenda de la festividad, un shirón (cancionero) y una guía, entre otros recursos para el festejo. ¡Pésaj kasher vesaméaj para todos!

Un cumpleaños

Hay tantas lecciones importantes que se pueden aprender de la vida y el liderazgo del Rebe. Uno de ellas trata sobre el cuidado y la preocupación por cada individuo. El Rebe fue un líder que habló y estuvo involucrado en importantes problemas globales como la segu‐ridad de Israel, la caída del comunismo en la ex Unión Soviética y el establecimiento de miles de centros de Torá en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de esta visión global, se centró en el bienestar físico y espiritual de cada individuo con un cuidado y preocupación increíbles.

Quisiera compartir una historia personal. Todos los domingos, el Rebe permanecía de pie durante muchas horas distribuyendo billetes de un dólar a miles de personas, para que luego los donaran a la organización benéfica de su elección. Con cada dólar, el Rebe bendecía brevemente a cada persona y ocasionalmente tenía una breve conversación sobre un tema de importancia.

En 1990 mi esposa Dina estaba en Nueva York. Cuando pasó junto al Rebe con nuestros dos hijos mayores, rápidamente le mencionó al Rebe que esa semana era el cumpleaños de nuestro hijo y pidió una bendición especial para él. El Rebe la miró y dijo: “¿Y tú no tienes cumpleaños?”. Confundida por esta extraña pregunta, vaciló mientras el Rebe repetía la pregunta, a lo que ella respondió que ya había tenido lugar (solo unas semanas antes). El Rebe sonrió, les dio una bendición y ella siguió adelante.

Dina inmediatamente me llamó a Sydney, donde vivimos, y me contó su ex‐ traño encuentro. Al principio, yo también es‐ taba perplejo por la aparentemente extraña pregunta que había hecho el Rebe. Pero después de colgar el teléfono y pensar por un momento, todo encajó.

Desde el momento en que nos mudamos a Australia, decidí que antes de cada cumpleaños de nuestra familia enviaría por fax una breve carta al Rebe y le pediría una bendición. Casi nunca recibí una respuesta, pero siempre estuve seguro de que fue recibida y que el Rebe daría su bendición de la manera que quisiera.

Ese año me olvidé de escribir la carta antes del cumpleaños de Dina. Cuando el Rebe le preguntó unas semanas más tarde sobre su cumpleaños, obviamente estaba expresando su sorpresa por no recibir el fax anual.

Miles de personas desfilaban ante el Rebe cada domingo. Todos los días recibía miles de cartas y faxes con cuestiones importantes y urgentes que abordar. Sin embargo, le impor‐ taba el cumpleaños de una sola persona que vivía en Australia. La pregunta ‐ “¿Y no tienes cumpleaños?” fue su manera de decir que eres importante para mí, espero con ansias tu fax anual sobre tu cumpleaños y me di cuenta de que no llegó este año.

La lección para todos nosotros es clara: todos estamos muy ocupados. Algunos de nosotros incluso podemos tener problemas globales sobre nuestros hombros, o pensar que los tenemos. Pero nada debe anular la atención, el cuidado y la preocupación que le mostramos a otra persona.

¿Qué papel jugaron las mujeres en el Éxodo?

Durante el Éxodo de Egipto, vemos que las mujeres han jugado un papel esencial y han actuado con auto sacrificio incluso mas que los hombres.

Unos de los mas severos decretos de Paró, era matar a sangre fría a los varones judíos recién nacidos. Sin embargo, las mujeres judías se arriesgaron al no reportar el nacimiento de los varones, y por esto salvaron numerosos bebés.

De hecho, la propia existencia de Moshé fue en mérito de la mujer. Debido al decreto de Paró, los padres de la pequeña Miriam se separaron para evitar el peligro de tener a un bebé varón. Jóven pero inteligente, la pequeña Miriam provocó que la decisión de sus padres no fuera la correcta. Ella sostuvo de que separándose no tendrían ningún niño, incluyendo mujeres. Ella discutió este tema con éxito y sus padres se volvieron a unir, y no después de mucho tiempo tuvieron otro bebé, Moshé. Su mamá lo salvó escondiéndolo en una canasta en el río, mientras  Miriam lo cuidaba. La hija de Paró lo encontró, y decidió adoptarlo. La vida de Moshé fue otra vez más salvada años después, esta vez por su esposa, quien lo rescató de la muerte en un inusual episodio luego de que Moshé atrase la circuncisión de su hijo. Entonces Moshé se ganó la vida gracias a su hermana, madre, madre adoptiva y esposa.

Otro de los decretos de Paró era darle a las mujeres judías un trabajo que era más adecuado para hombres, y viceversa. A pesar del natural cansancio y sufrimiento, las mujeres soportaron el trabajo forzoso, la Torá las acredita por la preservación de la familia judía, teniendo hijos a pesar de las dificultades. Después de un duro día de trabajo iban a seducir a sus maridos cansados, garantizando la continuidad del pueblo judío. Y mientras que los hombres llegaron a la desesperación absoluta de todas las dificultades y la pérdida de esperanza de la salvación, las mujeres no lo hicieron. Tan fuerte era la fe de la mujer, que prepararon panderetas que planeaban tocar en la celebración del éxodo.

Se nos dice que la redención de Egipto fue en mérito de las mujeres, y no es sorpresa que lo mismo está dicho con respecto a la futura redención, que sea pronto en nuestros días. 

La Cabalá de la Keara

De acuerdo con el Ari Z”L (Rabí Itzjak Luria), la Keará representa las diez Sefirot (emanaciones Divinas).

El plato mismo, cuando se hace de la plata o de oro, representa la sefirá de Maljut (reinado). Las tres matzot, colocados a la cabeza de la Keará representan las sefirot de Jojmá (sabiduría), Biná (Entendimiento intuitivo), y Daat (sentido común).

En la esquina superior derecha de la Keará está el zeroa (pata de cordero, o cogote de pollo asado) que representa a la sefirá de Jesed (bondad). En la esquinas superior izquierda es la Beitzá (huevo duro), que representa a Gevurá (fuerza).

En el centro de la Keará está el maror (hierva amarga, rábano picante) que representa a la sefirá de Tiferet (Belleza / Armonía). Esta es una mezcla de Jesed y Gevurá, tal vez como el maror que comienza dulce y se convierte en amargo.

El jaroset, colocado debajo del zeroa, representa a Netzaj (Victoria). El Karpas (cebolla o papa hervida) representa la sefirá de Hod (Magnificencia).

¿Por qué el zeroa es asociado con Jesed y la Beitzá con Gevura?

La palabra hebrea zeroa nos recuerda el zeroa netuiá, el brazo extendido, el Jesed es la bondad Divina que nos fue mostrada, que nos trajo nuestra salvación. La Beitza es un alimento tradicional de duelo, cuya forma ovalada representa el círculo de la vida con sus altibajos. El huevo se asocia con Guevurá, un tiempo de pérdida, cuando hay un aparente ocultamiento de la bondad.

Por: Malkie Janowski

Pesaj en el Beit Hamikdash

De acuerdo a la expresa directiva dada en la todo judío debía ofrecer el Sacrificio Pesaj -Korbán Pesaj- en el Templo de Jerusalem.

Por eso, de las Tres Festividades bíblicas -Pesaj, Shavuot y Sucot- Pesaj era la que requería el mayor número de peregrinos.

Millares de judíos de todas las regiones de Tierra Santa se congregaban en Jerusalem para la ocasión.

Un mes antes de Pesaj, todas las rutas y caminos que llevaban a Jerusalem comenzaban a ser reparados y las fuentes eran reaprovisionadas de agua, de manera que los peregrinos tuvieran todas las facilidades posibles para viajar a la Ciudad Santa.

Los preparativos más elaborados se efectuaban en la ciudad misma de Jerusalem, para recibir a los millares de peregrinos.

Es de notar que, a pesar del hecho de que los nuevos visitantes sumaban millares, había lugar para todos en la ciudad, y nadie se quejaba de incomodidad. La  alegría y la excitación espiritual de la población no tenía límites.

La culminación llegaba el día antes de Pesaj, cuando la ofrenda del Korbán Pesaj comenzaba al atardecer.

Cada familia tenía listo su cordero, y durante los días previos a la ofrenda, lo guardaba bajo constante cuidado y vigilancia, para que ningún accidente de acuerdo a la expresa directiva dada en la todo judío debía ofrecer el Sacrificio Pesaj -Korbán Pesaj- en el Templo de Jerusalem.Por eso, de las Tres Festividades bíblicas -Pesaj, Shavuot y Sucot- Pesaj era la que requería el mayor número de peregrinos.Millares de judíos de todas las regiones de Tierra Santa se congregaban en Jerusalem para la ocasión.Un mes antes de Pesaj, todas las rutas y caminos que llevaban a Jerusalem comenzaban a ser reparados y las fuentes eran reaprovisionadas de agua, de manera que los peregrinos tuvieran todas las facilidades posibles para viajar a la Ciudad Santa.Los preparativos más elaborados se efectuaban en la ciudad misma de Jerusalem, para recibir a los millares de peregrinos.Es de notar que, a pesar del hecho de que los nuevos visitantes sumaban millares, había lugar para todos en la ciudad, y nadie se quejaba de incomodidad.    La    alegría   y   la excitación espiritual de la población no tenía límites.La culminación llegaba el día antes de Pesaj, cuando la ofrenda del Korbán Pesaj comenzaba al atardecer.Cada familia tenía listo su cordero, y durante los días previos a la ofrenda, lo guardaba bajo constante cuidado y vigilancia, para que ningún accidente lo lisiara o le causara herida alguna que lo hiciera inaceptable como ofrenda.

Las familias más pequeñas se organizaban en grupos para llevar un sacrificio en conjunto, pues toda la carne del sacrificio debía ser consumida esa noche, sin que quedara nada para el día siguiente.

Tales grupos, a menudo, se componían de cientos de miles; sin embargo, ¡todos los sacrificios de Pesaj se ofrecían en el curso de una sola tarde!

El procedimiento para ofrecer el Korbán Pesaj era el siguiente:

La gran multitud de fieles se dividía en tres turnos admitidos sucesivamente al gran patio del Templo.

Cuando el primer turno había ingresado, se cerraban los enormes portones.

A una señal dada, consistente en el sonido del Shofar tocado tres veces consecutivas, comenzaba la ofrenda de los sacrificios.

Los Kohaním -sacerdotes- se alineaban en varias filas hasta el altar, sosteniendo recipientes de oro y plata.

Los que sostenían recipientes de oro formaban filas separadas de aquéllos con recipientes de plata, para no mezclarse.

El Kohen, de pie junto al lugar donde los sacrificios eran realizados, inmediatamente luego de la shejitá -faenado-, echaba la sangre dentro del recipiente del sacerdote que se encontraba cercano a él, y éste a su vez lo entregaba al próximo en la fila; así sucesivamente hasta llegar al Mizbeaj -altar-, el que rociaba con la sangre.

Los recipientes eran de una clase especial; angostos al fondo, de manera que no puedan ser depositados sobre el suelo sin que se derramaran. Los sacerdotes debían ser muy rápidos, al transferir el recipiente de uno al otro sin perder una gota.

Ello se debía a la necesidad de finalizar la operación antes de que se coagulara la sangre. La velocidad y la destreza de los sacerdotes al ejecutar esta labor era realmente magnífica.

Luego de rociar la sangre, algunas parte del Korbán se ofrecían sobre el altar.

Cuando el primer grupo concluía, el segundo era inmediatamente admitido para ofrecer su Korbán Pesaj y finalmente el tercero.

Durante el tiempo que duraba la ofrenda, los fieles congregados, dirigidos por los Levitas, cantaban el «Halel» -Salmos de alabanza al Creador-.

Luego, los corderos eran asados, pues la Tora no permite que fueran hervidos.

Por la noche, el grupo de familias que se había juntado para llevar un sacrificio, se reunía en una casa y todos juntos celebraban el «Seder» muy similarmente a como lo hacemos nosotros, hoy en día, excepto, por supuesto, que en lugar del «Zeroa» (hueso) que hoy ponemos sobre la Keará -el plato del Seder- en recuerdo del Korbán Pesaj, ellos se servían del cordero mismo.

Jerusalem se colmaba de júbilo durante esos días de Pesaj, y muchos no judíos venían de cerca y de lejos para presenciar los magníficos festejos celebrados por los judíos de la Ciudad Santa.

Hoy en día, celebrando el Seder en la diáspora fiel al orden de la «Hagadá» en todos sus detalles y recordando esos gloriosos días de nuestra tierra cuando el Templo estaba en su máximo esplendor, exclamamos al principio del Seder: ¡Este año estamos aquí, pero que el próximo año podamos celebrarlo en la Tierra de Israel!

Y concluimos el Seder con las palabras: ¡El año que viene en Jerusalem!

Fe Ciega

Pesaj comenzaba dentro de pocos instantes.

Yo tenía 16 años y tenía que volver a casa en el Bronx. Si bien estaba en la zona, el tren en el que viajaba sufrió un desperfecto. Pregunté a un alma caritativa sobre mi dirección de destino y me dijo: “¡Hijo,tienes un largo camino aún!”

Al pasar por una Ieshivá, me topé con un grupo de estudiantes que acababa de terminar la cocción de las últimas matzot para Pesaj.

El libro místico, Zohar, explica que la matzá es el “pan de fe,” y comiéndolo se nutre el alma. Cuando me acerqué, el mismo Lubavitcher Rebe me dio una Matzá Shmurá y me preguntó si podía entregar algunas a una familia.  

Lo mejor hubiera sido que tomara un taxi desde la estación del subte, pedirle al chofer que esperara, entregar la matzá, y llegar a casa a tiempo para nuestro Seder familiar. Pero era demasiado tarde para tomar un taxi. Encontré la dirección que resultó ser un proyecto de albergue para ciegos. Golpeé la puerta y vino un hombre sin camisa, tatuajes y una barriga enorme. “Perdón, usted es el Sr. Fulano de Tal?” pregunté. “Sí” dijo.

Noté la hogaza de pan de centeno en medio de la mesa, definitivamente no se trataba de una comida de Seder tradicional. Dije: “El Rebe me envió”.

“¿El Rebe? Oh, por favor, entre” dijo. En la cocina diminuta había una mesa pequeña, algunas sillas y un plato caliente. Yo mismo no entendía lo que estaba haciendo allí, entregando la matzá a una familia que no estaba celebrando Pesaj.

Le pregunté al hombre si quería realizar un Seder.

Estuvo de acuerdo y llamó a su esposa. Ella entró, visiblemente embarazada, con dos pequeñas niñas, quizás de cinco o seis años. Ambas niñas eran ciegas.

Limpiamos la mesa. Puse una kipá en la cabeza del hombre y comenzamos el Seder. Intenté recordar las bendiciones en el orden apropiado, pero era difícil sin una Hagadá. Comimos la matzá y usamos agua y vasos de papel para evocar las cuatro copas de vino. Intenté pensar lo que el Rebe haría si estuviera en mi lugar. Empecé a decirles algunas cosas que había aprendido del Rebe. Les dije que tenemos que tener fe. En esta noche, Di-s liberó a nuestros antepasados de la esclavitud, y Él nos liberará, también. Ellos parecían absorber cada palabra.

Les dije que en Pesaj, salimos de nuestro Egipto personal a la libertad, y que Di-s no pone sobre nuestros hombros más de lo que podemos llevar. Una vez que lo sabemos y lo creemos, nos liberamos.

Cantamos las canciones con las niñas y el tiempo voló. A la 1:00 de la mañana, la mujer puso a las niñas a dormir y tenía que preguntarle al hombre cómo conoció al Rebe. Resultó ser que era un curtidor de cueros y conocía a un rabino que trabajaba en otra sección de la planta.

La esposa del curtidor había quedado nuevamente embarazada. Existía una fuerte posibilidad de que este niño, también, naciera ciego, por lo que su doctor recomendó un aborto. El hombre estaba muy deprimido y no sabía qué hacer. Le preguntó a este rabino, que sugirió que escribieran una carta al Rebe de Lubavitch. El Rebe les respondió que debían tener fe en Di-s y tener el niño.

Cuando estaba a punto de salir, el hombre dijo: “Mi esposa y yo no estábamos seguros acerca de esto. ¿Cómo se supone que tenemos que tener fe? ¿Cómo se supone que debemos tener esperanza? Pero esta noche, oyéndote hablar de la fe y cómo Di-s nos da la fuerza para superar nuestro Egipto personal, entendemos.”

Su hijo nació con la visión perfecta. Con el tiempo, perdí la huella de esta familia, pero después de años supe que las hijas se habían casado y que cada una tenía varios niños, y todos veían a la perfección…

Describir el amor del Rebe por cada iehudí es imposible. Por eso, decidí escribir esta nota.

Rabi Boruj Shlomo Cunin

Receta: El famoso Chunt de Shabat

¡Hoy les traemos la estrella de Shabat! 

El Chunt o Cholent es el guiso procedente de Europa del Este, tradicional entre los Ashkenazim por ser un guiso cocido a fuego lento, lo que permite que se cocine gradualmente durante varias horas. En la cocina sefaradí, el equivalente a este plato es el Jamin y la adafina. 

Ingredientes: 

1 kg de carne (apropiada para cacerola)

4 cebollas

1 puerro

3 dientes de ajo

¼ kilo de porotos remojados

1 taza de trigo sarraceno (kosher), trigo integral o cebada perlada.

4 a 6 papas

2 batatas

2 zanahorias

3 cucharadas de harina
1 trozo de kishke (tripa gorda) rellena

Sal, paprica molida o ají de color (dulce). Se le puede agregar comino, y pimienta a gusto.

Preparación:


Picar grueso la cebolla y dorarla en aceite en el mismo recipiente que se cocinará todo el cholent. Saltear la carne cortada en cuadraditos de 3-4cm aprox. con la cebolla y los dientes de ajo enteros.

Agregar el resto de los ingredientes (las papas, batatas y zanahorias cortadas en trozos). En una sartén sobre fuego bajo, dorar la harina hasta que tome un color rojizo y esparcirla sobre la preparación. Cubrir con agua y cerrar herméticamente  la olla.  Llevar al fuego mínimo hasta que la mezcla esté comible y la carne no totalmente blanda.

Sacar la Olla del fuego y dejarla sobre una chapa eléctrica de shabat hasta el almuerzo de Shabat, , cuando lo servimos.

El Cholent debe ser puesto en la Chapa antes de la entrada de Shabat y la olla debe estar hirviendo para que se siga cocinando durante la noche.

Una variante: 

Cholent vegetariano: Se agrega a los mismos ingredientes 1 taza de arvejas partidas en remojo y 5 cucharadas de sopa en polvo o 3 cubitos de caldo de verdura (obviamente no se pone carne ni pollo).

Por donde menos uno espera

La vida ofrece diversas experiencias y oportunidades, pero nadie lo tiene todo. A medida que zigzagueamos a través de nuestros días , es posible que nos encontremos con problemas. Afortunadamente, siempre hay alguien que nos tiende su mano.

Debo proveerles cierta información de fondo antes de contarles lo que me sucedió recientemente. Vivimos en un pequeño edificio con pocos departamentos. Nuestros vecinos de arriba, durante los últimos cuatro años, han sido, de cierta manera, desafiantes. Todo el tiempo están tirando diferentes cosas a nuestro balcón, como ser basura, cigarrillos, comida, etc.

Dicho esto, ¿qué creen que me sucedio recientemente? A las 7:00 am, mi hijo de cinco años decidió que quería vestirse solo, así que corrió a su habitación y cerró la puerta de un golpe. Ésta, que no tenía llave, se trabó, dejando a mi hijo encerrado dentro del cuarto. Intenté abrirla, pero no pude. Llamé a mi marido, que a través del teléfono intentó decirme cómo abrirla con un destornillador, pero tampoco tuve éxito. Le aseguré a mi hijo que lo sacaría pronto, y comencé a pensar en llamar a la policía o a los bomberos para que me ayudaran.

Vi a través de nuestra ventana, que la luz del pasillo del edificio se había encendido. Corrí a la puerta para abrirla. Nuestra vecina de arriba estaba bajando las escaleras.

“Buen día. ¿podría ayudarme, por favor? ¿Puede decirle a su marido que venga? Mi hijo se quedó encerrado en su habitación, y mi marido está de viaje. No sé qué hacer”.

“El ya se fue, pero puedo llamarlo y preguntarle si puede regresar”

“Gracias”

Lo llamó, y luego de cinco minutos golpearon la puerta de mi casa. Era el vecino. Entró, y con un empujón abrió la puerta. No puedo explicarles lo agradecida que estaba y sigo estando. Luego me pregunté:

¿Por qué de entre todas las personas que podrían haberme ayudado, tuvieron que ser nuestros molestos vecinos?

Nuestros Sabios nos enseñan: “No subestimes a ninguna persona (“Lekol Adam”), y no desprecies nada, porque no hay persona que no tenga su hora, ni ninguna cosa que no tenga su lugar (propósito) Pirkei Avot 4:3.

He leído una hermosa interpretación sobre la palabra hebrea de “ninguna persona”. La palabra “Lekol adam”, también puede ser leída como “la totalidad”: “No desprecies la totalidad de la persona”. Significando que nadie es completamente malo, y no podemos subestimar a una persona basándonos en algún defecto de su carácter.

No es que sean malos. No discuten con nosotros ni tampoco nos gritan. Simplemente, parece ser que no les importa. “¿O quizás sea otra cultura?”, a veces me digo a mi misma, como un medio de consuelo. A menudo les grito: “¿Qué están haciendo?”, y generalmente se detienen, aunque sea por un momento. Sabemos que tenemos la opción de mudarnos, pero por el momento, o aunque sea por los próximos meses, sabemos que nos quedaremos aquí.

A veces debes cavar profundo para ver lo bueno. Como nuestros Sabios nos enseñaron, cada persona tiene su hora, y cada cosa tiene su lugar, es decir, su propósito. El mismo vecino que te disgusta, el niño que te irrita, tu compañero de trabajo que te pone nervioso, esa misma persona también tiene un tremendo bien dentro suyo. Podría ser justamente él que te ayude en un momento de necesidad.

A menudo me encuentro mirando hacia adentro y magnificando mis propios defectos. Veo mis errores, mis deficiencias, y de cierta manera me olvido que hay muchas más cosas buenas dentro de mi. En esos momentos, ¿puedo escuchar las enseñanzas de nuestro Sabios? ¿Puedo ver en mi interior que la propia debilidad que poseo, y lo que no me gusta, podría ser la misma fuerza que Di-s creó para que pueda alcanzar grandeza espiritual? ¿Puede ser que lo que pensaba que era tan difícil de mi misma sea lo que me salvará?

Encendido de velas de Shabat

El hogar judío recibe al Shabat con el encendido de velas y este precepto pertenece a la mujer. Se deben encender las velas media hora antes del ocaso y por eso se deben observar los horarios del encendido que difieren de ciudad en ciudad.

El encendido de velas es uno de los tres preceptos específicos de la mujer. Si la mujer no se encuentra en la casa, el esposo u otro miembro de la familia debe prender las velas en su lugar.

Este precepto es específico de la mujer por el motivo que la mujer se encuentra en el hogar relativamente más tiempo. Otra razón se refiere al Shalom Bait – la armonía en el seno del hogar –. Nuestros sabios desearon enaltecer a la mujer, pilar del hogar y por ello le adjudicaron el honor de traer la santidad del Shabat a la casa.

Nuestros sabios también aportaron otro motivo: el encendido de las velas es una especie de reparación y expiación del pecado de Eva, la madre de todas las criaturas, que comió del árbol prohibido de la sabiduría y, además, alimentó con esos frutos a Adam.

¿Cuál es la relación entre el pecado original y el encendido de velas?

Como resultado de este pecado fue dicho «del polvo vienes y al polvo retornarás». Es decir, con el hecho de haber comido del árbol de la sabiduría Java, apagó la «luz del mundo» (como dice el versículo: «la luz de D’s es el alma del hombre» en Proverbios 20:27) y por el hecho de haberla apagado, expía cada víspera de Shabat su falta, con el encendido de velas.

¿Cuántas velas se deben encender?

Contamos con dos costumbres principales acerca de la cantidad de velas, que se deben encender en la víspera de Shabat: la. Dos velas – una por «Recordad» y otra por «Cuidad»– son los dos conceptos que complementan la santidad de Shabat.

Una mujer casada habitualmente enciende dos velas y puede agregar una adicional por cada uno de sus hijos. Las mujeres solteras encienden una vela.

En cuanto una niña pueda captar la idea de Shabat puede recitar la bendición (aproximadamente 3 años de edad), su madre debe proporcionarle un candelabro y debe enseñarle a encender las velas de Shabat.

Las niñas deben encender antes que su madre en caso de que necesiten de su ayuda. Es costumbre poner unas monedas en una «pushke» (alcancía para Tzedaká)

La bendición de las velas en Shabat es pronunciada luego de ser realizada, es decir, después del encendido. Porque con la pronunciación de la bendición. , la ama de casa recibió al   Shabat.   Desde   ese   momento   en   adelante   todas las prohibiciones de labores de Shabat recaen sobre ella – y una es la prohibición de encender fuego. Es por eso que primero deberá encender las velas y sólo después bendecir. De aquí nace la costumbre de cubrirse el rostro con las manos en el momento  de  pronunciar   la  bendición  y  mirar  las velas encendidas sólo al acabarla, ya que de esta manera cumplieron con el precepto  como si  hubiera sido pronunciada antes del encendido.

Bendición:

Barúj ata A-do-nái E-lo-héinu mélej haolám ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlik ner shel Shabat Kodesh.

Bendito eres Tú, Di-s, nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó encender las velas del sagrado Shabat