Sobre juicios y leyes

Mishpatim comienza con leyes que regulan apreciar la importancia vital de las relaciones humanas individuales y sociales. Sin embargo, esta sección sigue a la de Itró, donde se enfatizan las obligaciones del hombre hacia Di-s. El último capítulo de Itró que es el que precede y está unido a Mishpatim, trata las leyes del Altar.

Nuestros Sabios se preguntan con respecto a esta secuencia: ¿Qué relación tiene la sección de Mishpatim con las leyes del Altar?

La respuesta es: para enseñarnos que el Sanhedrín (la Corte de Jueces), debe estar cerca del Altar, símbolo de la obligación del hombre hacia Di-s. Esto señala que en el área de las relaciones humanas, tanto a nivel individual como intergrupal, es inútil apoyarse enteramente en sentimientos “intuitivos” de igualdad y justicia, tal como muchas experiencias amargas lo han demostrado.

Entonces, ¿qué sistema de moralidad puede sobrevivir en la coexistencia cotidiana de grupos e individuos? Sólo un sistema de ética y justicia cuyas leyes deriven su autoridad de una fuente Superior, del Creador del universo y del hombre. Ya que sólo el Creador conoce plenamente la naturaleza humana, con todas sus debilidades, tan sólo el Creador puede prescribir leyes verdaderas, éticas y moralmente perdurables, tanto para el individuo como para la sociedad en general.

Sólo las leyes que sustenten su veracidad y autoridad en el Ser Supremo, son válidas para todos, eternamente, sin variar con el tiempo y con el lugar.

A la luz de lo anterior se puede apreciar la importancia vital de la educación judía genera y de la Yeshiva y de la escuela judía en particular.

Lejanos son los días en que se creía que la educación en la Ieshivá era necesaria tan solo para la preparación de Rabinos o Shojatim (matarifes), pero no para las personas comunes.

Hoy, en nuestra sociedad, es muy claro que la enseñanza de la Torá en una Ieshivá, donde hay una atmósfera de reverencia y amor a Di-s, es indispensable para que cada niño y niña judíos, se desarrollen como buenos judíos cumpliendo sus obligaciones hacia Di-s y entonces comprenderemos”!

Una Orden General Desde que los judíos dejaron Egipto, fueron llamados “El ejército de Di-s”. Una persona que cumple el servicio militar, comprende inmediatamente que al recibir una orden de un oficial superior, no puede demorar su ejecución hasta el momento en que pueda analizarla y ver si está de acuerdo, es- pecialmente si la orden viene de un alto mandatario, ya que tal demora puede poner en peligro a todo el ejército. En verdad, una orden de Divina no debe estar en un nivel inferior. Ningún judío puede demorar el cumplimiento de una orden de Di-s hasta que tenga tiempo de estudiarla y aprobarla. Es por esa razón que la Torá fue recibida con la declaración unánime de todo nuestro pueblo: ¡“Naasé ve nishmá!, ¡cumpliremos y escucharemos!.

Cuatro razones pora estar contento

Porque es una buena manera de hacer las cosas

Para citar el clásico jasídico Tania, de Rabi Schneur Zalman de Liadi (1745-1812): “Al igual que en el caso de dos personas  luchando, cada una tratando

de derribar al otro, si uno de ellos se mueve con pereza y letargo, será fácilmente derrotado y derribado, aunque sea más fuerte que su compañero. Así también, en la lucha contra la inclinación del mal, uno puede prevalecer sobre ella… sólo con la ligereza que viene de la alegría, y de un corazón que es libre y limpio de cualquier rastro de preocupación y tristeza” Se aplica a la lucha libre, batallas morales y todo lo demás.

Porque es algo bueno

¿Por qué el gozo debe ser sólo una herramienta, un medio para un fin? Es una buena cosa en su propio derecho, una mejor manera de ser. Y no es tan difícil de lograr. Sólo debemos centrarnos en todas las cosas buenas que tenemos y cuánto más reales y duraderas son que las cosas no tan buenas.

Porque es un tiempo feliz.

Ser feliz a veces requiere de esfuerzo, como en la razón anterior. Pero hay momentos en que la felicidad está en el aire, y todo lo que se necesita hacer es abrirse a ella y permitir que entre en nuestro alma. Ahora estamos en ese momento. Nuestros Sabios nos dicen que “cuando el mes de Adar comienza, la alegría aumenta”. Como Haman descubrió desgraciadamente (para él), es un momento en que suceden cosas  buenas  al  pueblo judío. No tenemos que hacer nada para experimentarlo, sólo incorporarla.

Porque es lo que somos

Esta no es realmente una “razón”, así que supongo que significa que hay realmente tres razones, no cuatro.

Los maestros jasídicos nos dicen que nuestra alma es “literalmente una parte de Di-s”. Por lo tanto, la alegría, en última instancia, no es una técnica para dominar, ni un objetivo a alcanzar, ni siquiera un estado al que rendirse. Es lo que somos, en virtud de nuestro vínculo con Aquel que “la fuerza y la alegría están en Su lugar” (I Crónicas 16:27).

¿Por qué escondernos de lo que somos?

¿Por qué honramos a nuestros padres?

Esta Mitzvá tiene tanto peso que es considerada una de los Diez Mandamientos. La importancia de honrar a los padres es enfatizada por el hecho que es el número cinco de éstos.

Como muchos saben los Diez Mandamientos fueron dados en dos tablas con cinco mandamientos en cada una. La primera fue reservada para aquellas leyes que tienen que ver con la relación entre la persona y Di-s, mientras que la segunda tabla se ocupa de las leyes que gobiernan la interacción humana. Los Sabios notan que incluir el mandamiento de honrar a los padres en la primera tabla nos muestra su importancia. Se trata de un aspecto tan fundamental de nuestra existencia que sólo mediante el cumplimiento de esta ley, podemos apreciar plenamente nuestra relación con el Todopoderoso.

Los 10 Mandamientos son recordados en la Torá dos veces. La primera aparece en Itró y la segunda en Vaetjanán. Cuando aparecen por segunda vez, las palabras cambian un poco, por ejemplo: las palabras “El Eterno, tu Dios, te ha ordenado “se añaden. Las palabras adicionales subrayan el hecho de que, aunque tenemos una tendencia natural a honrar a nuestros padres, esta tendencia puede disminuir dependiendo de las circunstancias. Sin embargo, cuando se nos recuerda que esto es una orden directa de Di-s, nos hace entender que el cumplimiento de esta obligación no tiene nada que ver con nuestros sentimientos o experiencias personales. En cambio, la idea se ve reforzada a honrar a nuestros padres, no sólo por nuestros sentimientos naturales, sino porque el “Comandante en Jefe” ha ordenado así.

Esta ley en particular se remonta a un tema recurrente. La filosofía judía afirma que hay tres socios en la creación de una nueva vida, y estos son Di-s, la madre y el padre. Estamos obligados a ver a nuestros padres, no sólo con amor, pero con respeto también. Colocamos a nuestros padres sobre un pedestal y los mantenemos allí.

Esta filosofía nos recuerda un componente crítico en la fe judía. En contraste directo con el punto de vista secular, entendemos que cuanto más atrás vamos en la historia judía, mayores nuestros predecesores se consideran. Es cierto que pudimos avanzar en el campo del conocimiento secular, pero cuando se trata de la esfera de lo espiritual nos palidecemos en comparación a aquellos que vinieron antes que nosotros. Nosotros los Judíos también sabemos que aquellos que se destacan en el ámbito espiritual son nuestro modelo a seguir y los “superhéroes” de cualquier Judío.

Como Rabino, recibo muy frecuentemente la pregunta: “¿Festeja el día del padre o de la madre?”. A esto yo respondo: “En el Judaísmo, cada día debemos honrar y apreciar a nuestros padres”

Son por estas razones que cada uno de nosotros debemos esforzarnos para honrar verdaderamente a nuestros padres. Eso significa que debemos hacer un esfuerzo activo para cuidar de sus necesidades (tanto física como espiritual), así como tratarlos con el máximo respeto. No es sólo una cosa agradable o sensata de hacer, sino que es un mandamiento directo de Di-s!

Por Yerujem Eilfort

Palabras egipcias en los diez mandamientos

El evento frente al Monte Sinaí, cuando el Altísimo le entregó la Torá, abrió con el primer mandamiento: “Yo Soy Hashem tu Di‐s…” El Midrash dice que el término Anojí, Yo Soy ‐está (dicho) en idioma egipcio.

Los diez Mandamientos concentran y sintetizan la totalidad de la Torá. Los dos primeros Mandamientos son los más sagrados, ya
que ‘Yo Soy’ y ‘No poseas’ los escuchamos de boca de la Guevurá (el Poder Divino) “Entre ambos, el primer Mandamiento es el de un
nivel superior, y la primera palabra‐ ‘Anojí’‐ Yo‐ se refiere a la misma Esencia de Di‐s (‘Anojí’ es la sigla de las palabras Aná Nafshí Ctavit Iehavit : ‘Yo mismo la escribí, la entregué’‐ y también significa “a Mí mismo Me He escrito y entregado”. ¡¿Cómo es posible que esta palabra esté en egipcio?!

Para entenderlo debemos profundizar en la esencia y objetivo de la revelación Divina en el Sinaí. La Torá no fue entregada sólo a
fin de preservar la santidad de la Lengua Sacra (=el hebreo bíblico); El Altísimo descendió sobre el Monte Sinaí para posibilitar la santificación y elevación espiritual de los elementos más bajos y más caídos.

También previo a la entrega de la Torá se estudió Torá; la santidad existía desde antes. Pero el objetivo de la entrega de la Torá radicaba en unir la santidad con la existencia material; santificar y elevar los elementos más lejanos del mundo de lo sacro y de la Torá.
Siendo que ése es el objetivo, éste se refleja de inmediato en la primer palabra de los Diez Mandamientos. Así se dan las fuerzas para
unir el idioma egipcio, símbolo del nivel más bajo, con el cenit de la santidad‐ con Di‐s mismo.

El hecho que Di‐s mismo se invistió en “el idioma egipcio”, enseña que el camino hacia El pasa por servirlo a través de las cosas
menores. Más allá de lo elevado que sea uno en su dedicación al estudio de la Torá y la Plegaria (lenguaje ‘sacro’)‐ sólo logra alcanzar
un nivel limitado de la santidad. Pero al Altísimo propiamente dicho, a Su Gloria y Esencia, se llega sólo a través del “habeís bajado a
Egipto” a través de elevarse con la conducta indicada por la Torá, los elementos materiales a la dimensión de la santidad.
Cuando el judío sale ‘de los cuatro cúbitos’ del estudio de la Torá y la plegaria, y se ocupa de la vida cotidiana terrenal como manda
la Torá, llega al Altísimo concretando Su Voluntad y el objetivo principal de la Creación y de la entrega de la Torá.

Más aún: ni siquiera es suficiente el cumplimiento de los preceptos, que se lleva a cabo con cosas terrenales, es deber del hombre
alcanzar el nivel del mandato de ‘Conócelo en todos tus caminos’, es decir, santificar la vida cotidiana, para que en ella se revele santidad.

Y debe saberse que este no es un detalle secundario, sino que en él se expresa el objetivo de la Torá. Sólo así puede el hombre unirse con Di‐s mismo‐ con el Anojí, ‘Soy el que Soy’

(Likutei Sijot, Tomo 3, Pág. 892).
Likutei Sijot Tomo 2, Pág. 523

Es la culpa de Di-s

PREGUNTA:

El Talmud nos cuenta que el mundo entero tembló cuando Di-s dijo: “No usarás el Nombre de Di-s, tu Di-s, en vano”. ¿Qué mensaje transmitía la Torá que causó que todo el mundo temblara?

RESPUESTA:

Se cuenta una historia de un grupo de hermanos que llegaron a América para hacer negocios juntos. Unos años más tarde arreglaron con sus padres para que emigraran. El padre era un judío observante piadoso, con barba y traje jasídico. Luego de un corto tiempo, se afeitó la barba y cambió su traje por indumentaria moderna. Perplejos por el comportamiento de su padre, los hijos consultaron a su Rabino.

Cuando el Rabino le preguntó al padre por qué había cambiado tan drásticamente, él le dijo lo siguiente: “Mis hijos tienen un gran mercado de carne, y yo siempre estoy sentado en una mesa que está en el negocio.

Cuando la gente me ve, se anima a comprar con la confianza de que todo es Kasher. Sin embargo, pronto me dí cuenta que la carne que estaban vendiendo no era Kasher y ellos me estaban usando para engañar al público. Es por esto que decidí afeitarme y cambiar mi traje, que representan mi Judaísmo, a fin de no ayudarlos a vender carne no Kasher”.

Desafortunadamente, a través de la historia, las naciones del mundo han perseguido y torturado a los judíos bajo el pretexto de hacerlo “por el bien del Cielo (Di-s)”. Alegaron que los judíos deben ser culpados por los problemas de sociedad y merecen ser oprimidos. También entre los judíos, es lamentablemente común que una persona hiera a otra, afirmando que “es una Mitzvá” hacerlo.

El mandamiento de Di-s de “No menciones Mi Nombre en vano”, puede ser interpretado como “No explotes Mi Nombre”, Torá y religión, como un medio para justificar las iniquidades.

No trates de cubrirlas con un velo de justicia y virtud.

Este conmovedor mensaje Divino provocó escalofríos a todos, y el mundo entero tembló de miedo.

* Moshe Bogomilsky

El propósito de los mandamientos

Los Diez Mandamientos son, en varios sentidos, los destacados de toda la Torá. Pero el Midrash trae una declaración sorprendente: Se dice que la primera palabra de los Diez Mandamientos está en lenguaje Egipcio, ¿Qué significa?.

Los Diez Mandamientos son la síntesis de toda la Torá. Todo el Pueblo Judío los escuchó de Di-s. El primer mandamiento “Yo soy Di-s, tu Di-s, quién te sacó de la tierra de Egipto”, es la declaración básica de nuestra relación especial con el Infinito. La primera palabra, “Anoji”, significa “Yo soy”. Di-s está hablando de Sí mismo, y comunicándose con nosotros.

El Midrash es intrigante. Dice que esta primera palabra es Egipcia, porque Di-s quería hablarnos en el idioma que habíamos aprendido cuando estábamos en Egipto. Esto nos dice algo sobre la naturaleza de la Torá y de ser Judío. Di-s no quiere relacionarse con nosotros sólo en el nivel sagrado y espiritual de nuestras vidas, representado por el hebreo, la lengua Sagrada. Él quiere también llegar a la dimensión terrenal, “Egipcia”.

No debemos caer en la convicción  de que no tenemos este nivel más bajo. Sino, debemos tratar de controlarlo, luego elevarlo y por último, transformarlo en algo Sagrado.

Di-s nos ayuda en esto: Hay enseñanzas judías para cada aspecto de la vida, incluyendo lo más básico. Las Mitzvot nos conectan con Di-s en cada nivel de nuestro ser. Por esta razón, la primera palabra de los Diez Mandamientos, “Anoji”, es en Egipcio: Llega a la persona “Egipcia” dentro de nosotros y la transforma en Judío.

Punto de Encuentro

Los Sabios nos dicen que cada alma Judía estuvo presente en la entrega de la Torá. Fue un momento de encuentro de todo el Pueblo Judío.

El reconocimiento a Di-s que fue experimentado en Sinai, se mantiene en el corazón de cada judío, y en la chispa de su identidad Judía.

Durante esos cuarenta días y noches en el Monte Sinai, se le fue revelada toda la Torá a Moisés. Los Sabios nos dicen que “Cada nueva idea que podría haber sido sugerida por un estudiante en una discusión con su maestro, se la fue dicha a Moisés en Sinai”.

Sinai fue, por lo tanto, el punto de encuentro de Di-s, todo el Pueblo Judío y la Torá.

Por: Tali Lowenthal

Parashá en síntesis: Itró

Los judíos recibieron la Torá en Har Sinai (Monte Sinai) al cabo de siete semanas tras el Éxodo de Egipto. Este período fue un tiempo de preparación del pueblo de Israel para un acto de dimensiones inigualables y demuestra la capacidad de cambio de los judíos, quienes pasaron de un extremo de impureza en su estadía en Egipto, a uno de santidad en el momento de recibir la Torá. 

Itró, suegro de Moshé, luego de conocer las maravillas que había hecho Di-s con el Pueblo Judío (salida de Egipto, partición del Mar Rojo, maná, victoria contra Amalek), salió al encuentro de su yerno junto con su hija Tzipora y sus dos nietos, hijos de Moshé (Guershon y Eliezer), y le notificó su voluntad de convertirse en judío. 

Frente a las dudas de Moshé, Di-s autoriza esa conversión. Itró se circuncida y se convierte en el primer guer tzedek converso por convicción propia, no por interés. 

Su nombre original era Yeter, pero se le agregó la letra vav para simbolizar su conversión. La inclusión en la Torá de una Parashá con su nombre se debe al mérito de haber aconsejado a Moshé el sistema de nombramiento de jueces para aliviar su tarea de juez. También estableció los requisitos que éstos deberían cumplir: ser hombre versados en la Torá, honestos, temerosos de Di-s y con bienes de fortuna para evitar el riesgo de soborno. 

En la actualidad, los rabinos – a diferencia de los líderes o jueces civiles – deben cumplir esos mismos requisitos sin obtener ningún tipo de remuneración por el arbitraje o juicio que se presente a su consideración. 

En Rosh Jodesh, principio de mes de Siván, los judíos llegaron al desierto de Jorev, también llamado Sinai, Tzin, Kadesh, Kedaimot y Parán. 

Di-s instruye a Moshé diciéndole que debe anunciar primero a las mujeres la entrega de la Torá, dándoles el honor de la primicia, ya que por el mérito de ellas se produjo la salida de Egipto. Además, la idea era evitar lo acontecido en el jardín del Edén, donde por no haber estado presente Eva cuando Di-s dio la orden de no comer del “árbol del conocimiento”, se produjo el pecado (que hubiera podido evitarse, si ella hubiera escuchado personalmente la instrucción, tal como lo explica el Midrash). 

La previa aceptación de la Torá por las mujeres es lo que posibilita el estudio y el cumplimiento de la Torá por los hombres. Es la mujer quien perpetúa el judaísmo a través de la educación de sus hijos. 

Los tres días anteriores al recibimiento de la Torá fueron días de preparación espiritual, focalizados en el desarrollo de las actitudes o midot necesarias para constituirse en el recipiente adecuado. 

Antes de la entrega de la Torá, Di-s curó todos los defectos físicos de los integrantes del pueblo, tales como ceguera y sordera, porque tenían que estar en pleno uso de sus facultades para aceptar la Torá; de lo contrario, la experiencia sería incompleta, porque algunos de los presentes no oirían o verían la Providencia Divina o Shejiná. 

La Torá fue revelada en el año 2448,  aún cuando ella ya existía antes de la Creación del mundo, ya que es el “plano” que Di-s trazó para crearlo; tal como sucede con el ingeniero que elabora planos y luego construye el edificio. 

Compuesta por tres partes (Tanaj; formado por Torá, Neviim, y Ketuvim; Pentateuco, Profetas y Escritos), la Torá fue entregada en el tercer mes (Siván) a un pueblo formado por tres partes (Cohén, Levi e Israel) a través de Moshé, tercer hijo después de Miriam y Aharón, luego de tres días en que los hombres se mantuvieron separados de las mujeres.

El Talmud explica que el número tres representa la verdadera unidad, unión de dos cosas que forman una tercera que las trasciende; la Torá es la expresión de la unidad entre el hombre y Di-s, entre el mundo y Di-s.

A diferencia de otras religiones en las cuales las enseñanzas son entregadas a una sola persona quien luego las divulga, la entrega de la Torá fue presenciada por 600.000 testigos mayores de 20 años, en un evento histórico sin parangón, en el cual Bnei Israel no sólo oyeron la voz de Di-s sino que pudieron ver también las ondas sonoras mientras emergían.

La totalidad de la Torá fue entregada en Matan Torá, tanto la parte escrita (Torá She´bijtav) como la parte oral (Torá She´bealpé); la parte revelada y la parte esotérica. 

La parte revelada de la Torá fue entonces oculta, ya que los Diez Mandamientos están formados por 620 letras que aluden a las 620 mitzvot: 613 mitzvot de la Torá y 7 mitzvot instituidas por las autoridades rabínicas (recitación del Halel en ocasiones especiales, lectura de Meguilat Esther en Purim, luces de Januca, velas de Shabat, lavado de manos antes de comer pan, bendiciones antes de comer y el precepto de eruv para permitir la realización de ciertas acciones en Shabat y en las festividades).

Ambos tipos de preceptos forman el Keter Torá (Corona de Torá), cuyo valor numérico es 620. En aquella ocasión, la parte oculta fue percibida, tal como ocurrirá de nuevo cuando llegue el Mashiaj. 

La palabra Torá viene de Horaá que significa “enseñanza”. La Torá es el código de vida del “pueblo elegido”, por Di-s para cumplirla. Fue entregada hace más de 35 siglos y es obvio el aporte que esto implica para toda la Humanidad. 

Las 613 mitzvot, contenidas en los DIez Mandamientos, deben ser observadas por los judíos (creencia en un Di-s único, prohibición de adorar otros dioses, de usar el nombre de Di-s en vnao, guardar y respetar el Shabat, honrar al padre y la madre, no matar, no cometer adulterio, no robar, no prestar falso testimonio, no envidiar lo ajeno).

Los cinco primeros mandamientos se refieren a la relación del hombre con Di-s, los otros cinco regulan las relaciones entre el hombre y su prójimo y en ellos no se incluye el nombre de Di-s.

Los siete preceptos de Noé (creer en un Di-s único, no blasfemar, no robar, no matar, no cometer actos inmorales, no ser crueles con los animales, vivir en países con ordenamientos jurídicos establecidos) deben ser cumplidos por toda la Humanidad. 

El judaísmo no es proselitista; no busca convertir a toda la humanidad en judíos, ya que cree que cada ser humano tiene su misión especial otorgada por Di-s sin necesidad de convertirse en judío, aunque esta opción existe siguiendo las leyes correspondientes. 

No obstante, el Judaísmo sí contienen una propuesta de vida para las naciones que no son judías, un código de ética universal conocido como los Siete preceptos de los Hijos de Noé, que viene a ser el plan Divino para la Humanidad. Según relata el Talmud, al primer hombre, Adán, Di-s le dio seis leyes que debía respetar: no adorar ídolos; no blasfemar; no cometer actos inmorales; no robar;  no asesinar; establecer cortes de justicia para implementar el cumplimietno de dichas leyes. 

La séptima ley, no comer de animales vivos, fue entregada recién a Noé luego del Diluvio, cuando se le fue permitido consumir carne animal. Dicho permiso vino con la condición de que se mate animales antes de consumir su carne. 

La Torá es Divina y eterna, el modo de vida judío en su totalidad está contenido en ella; nada humano le es ajeno y ha sido secreto de la existencia y supervivencia del Pueblo judío a lo largo de todas las generaciones. 

La esencia de la tora fue entregada a las mujeres

En esta Parshá, la Torá nos relata la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, por medio de Moshé Rabeinu.

Los judíos escucharon allí los Diez Mandamientos.

Cuando iba a ser entregada la Torá, Di-s le dijo a Moshé:

Así hablaras a la casa de Iaakov y dirás a los hijos de Israel. Quien es la Casa de Iaakov?, nos contesta el Midrash: se refiere a las mujeres. El Midrash agrega que con respecto a los hombres está escrito y dirás, que denota dureza, en cambio a las mujeres hablaras debía dirigirse de una manera blanda y delicada.

Pero esta no es la única diferencia. El Mejilta señala otro punto: Di-s le ordenó a Moshé entregar a las mujeres los lineamientos generales de las mitzvot (preceptos), y a los hombres los detalles de las mismas.

BASES Y REGLAS

A primera vista podríamos pensar que con esto se desvaloriza a la mujer: se le habla de una manera delicada, y además se le entrega los preceptos de una forma sucinta, partiendo de la base de que no podrían profundizar ni entender demasiado los pormenores de la Torá. Pero cuando analizamos lo que dice el Mejilta, comprenderemos todo de un modo distinto. Encabezamiento de los preceptos no se refiere a la parte fácil sino a la base esencial y las reglas fundamentales. Es decir, Hashem le ordenó a Moshé entregar a las mujeres las bases y normas de la Torá de las cuales se desprenden todos los detalles de las leyes judías que luego debían ser transmitidas a los hombres.

LA VIRTUD DE LA MUJER

Las reglas y bases constituyen la esencia de la Torá. De la misma forma fue el orden en la entrega de los Diez Mandamientos. Los dos primeros Yo Soy Di-s… y No tendrás otros dioses son el núcleo esencial de la Torá. El primero es la rama de los 248 preceptos de hacer y el segundo de los 365 de no hacer (véase Tania I Cáp. 20). Vemos pues que la regla general constituye la esencia de toda la Torá.

Así también las mujeres recibieron la esencia de la Torá. A ellas les fueron entregadas las reglas fundamentales y bases de la misma, mientras que a los hombres se les entregaron los detalles que constituyen un nivel inferior. Resulta entonces que la Torá destaca la virtud de la mujer en lo que respecta a la entrega de la Torá .

LA FE ILUMINA

La razón de lo antedicho es que en la mujer brilla la luz de la fe y el temor a Di-s de manera más revelada. Hashem creó a la mujer de manera tal que el intelecto no se superponga a su personalidad, impidiendo así que su fe se vea tapada y debilitada. Es por eso también que la mujer está ligada a la esencia de la Torá. Y por eso también la pertenencia al pueblo de Israel depende de la madre y no del padre.

Esta virtud está relacionada también con la Redención del Mashíaj. Así como en la salida de Egipto los judíos fueron liberados de la esclavi- tud por el mirito de las mujeres judías de esa generación (como lo explican nuestros Sabios), de la misma manera, como en los días que saliste de Egipto os mostrará maravillas, también el Mashíaj vendrá en merito de las mu- jeres de Israel. Entonces podremos estudiar la Torá del Mashíaj, quien nos revelará a todos la regla general de la Torá, la esencia más íntima de la Torá, muy pronto en nuestros días.

Likutei Sijot, Tomo 31, Pág. 93.

¿Estás celoso?

El décimo y último de los Diez Mandamientos de la Torá dice: “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro, ni a nada que le pertenezca a tu vecino” (Éxodo 20:14)

La estructura de este versículo parece extraña. Al principio, la Biblia especifica seis cosas que no debemos codiciar “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro”. Pero luego, al concluir el versículo, la Biblia establece:“Ni nada que le pertenezca a tu vecino” ¿Por qué es necesaria la redundancia? ¿Por qué no establecer de una “No codiciarás nada que le pertenezca a tu vecino”, que incluye todo? Y si la Torá no quiere fiarse de las generalizaciones y quiere especificar los detalles, entonces ¿por qué no especifica algunas cosas y luego se vuelca a la generalización, “Y todo lo que le pertenezca a tu vecino?”

En hebreo, la palabra utilizada para “nada” y “todo” es la misma. “Kol”. Por lo tanto, el ver-sículo también puede ser traducido como “No codiciarás la casa del tu vecino; no codiciarás a la esposa de tu vecino, ni a su sirviente, ni a su sirvienta, ni a su buey, ni a su burro, ni todo que le pertenezca a tu vecino”. Al concluir el versículo con estas palabras, la Torá no nos está ordenando “no codiciar”, sino, nos está ayudando a alcanzar este estado difícil de conciencia.

¿Cómo puedes demandarle a alguien que no esté celoso? Cuando voy a tu casa y observo tu estilo de vida, ¿Cómo no puedo ponerme celoso?

La respuesta es: “No codicies todo lo que le pertenezca a tu vecino”. Lo que la Torá está insinuando es que de hecho es fácil codiciar la casa y la esposa de tu vecino, sus sirvientes, su buey y su burro; pero lo que debes preguntarte es: ¿estoy celoso de “todo lo que le pertenece a mi vecino”? ¿Estás preparado de asumir su vida completamente? ¿De ser él?

No puedes ver a la vida como miríadas de eventos incoherentes y experiencias. No puedes arrancar un aspecto de la vida del otro y decir: “Hubiera deseado su matrimonio, su casa, su carrera, su dinero…”.

La vida es una experiencia holística e integrada. Cada vida, con sus bendiciones y desafíos, con sus obstáculos y oportunidades constituyen una sola historia, una historia que comienza con el nacimiento y finaliza con la muerte. Cada experiencia en la vida de uno representa un capítulo de nuestra historia individual y no tenemos el lujo de arrancar un capítulo de la historia de otro sin tomar la historia completa.

Cuando aíslas uno o pocos aspectos de la vida de otro, es natural sentirse celoso. Pero cuando te das cuenta de “todo lo que le pertenece a tu vecino”, tu percepción se altera. ¿Realmente quieres adquirir todo lo que le sucede en la vida?

Así que la próxima vez que sientas celos por la vida de otro, pregúntate si realmente quieres ser el otro.

Ralph Waldo Emerson estaba en lo cierto cuando observó que “La envidia es ignorancia”

Por Yosef  Y. Jacobson

El tiempo

El concepto de tiempo, lo que constituye un corto periodo de tiempo, nuestra percepción de un largo tiempo, cuán rápido es rápido, se ha redefinido gracias a los constantes avances de la tecnología.

Y, sin embargo, con todos los nuevos dispositivos de ahorro de tiempo, parecería que no hay tiempo para todo lo que queremos encajar en nuestros días llenos de acción, estrés.

A pesar de que no hay tiempo para todo, para todo hay un tiempo.

De hecho, en las palabras del rey Salomón (en el libro de Eclesiastés):

“Para todo hay un tiempo y un tiempo para cada propósito bajo el cielo”

“Un tiempo para nacer y un tiempo para morir;

Tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

Un tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

Tiempo de llorar y tiempo de reír;

Un tiempo para llorar y un tiempo para bailar;

Un tiempo para esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras;

Tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;

Tiempo de buscar, y tiempo de perder;

Tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

Un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser;

Un tiempo para callar, y tiempo de hablar;

Un tiempo para amar y un tiempo para odiar;

Un tiempo de guerra y tiempo de paz”

Estas 22 expresiones de tiempo abarcar todos los aspectos de nuestras vidas.

El judaísmo tiene un concepto único de tiempo.

En lugar de considerar el tiempo como una progresión lineal, una secuencia de momentos sucesivos, las enseñanzas judías hablan de ciclos de tiempo. A medida que cada nueva semana comienza, el ciclo de la creación comienza de nuevo.

De manera similar, hay un ciclo anual que incluye toda la serie de cambios y desarrollos que suceden en el transcurso de un año. Por lo tanto, la palabra hebrea año, “shaná”, alude a este concepto ya que también significa “repetición”.

El Pensamiento Jasídico enseña que cada instancia abarca todo el pasado y el futuro. Para explicar este concepto: Di-s creó el mundo de la nada absoluta. A diferencia de un artesano que modela un artículo de materia prima, o un pensador que desarrolla una idea de lo potencial, Di-s trajo a la existencia la nada total y absoluta. Por lo tanto, el primer momento de la existencia que Él creó incluido dentro de ella cada momento que vendría a continuación.

El Baal Shem Tov enseña que la creación es un fenómeno continuo. El mundo no tiene existencia independiente y en cada momento, Di-s da origen a la totalidad de la existencia.

Por lo tanto, cada momento incluye todos los anteriores y todos los momentos posteriores de la existencia sólo como el primer momento de la creación incluye todos los tiempos.

Sí, hay un tiempo para todo, y todo tiene su tiempo. Pero, para ser capaz de encontrar tiempo para todo, si miramos las palabras del rey Salomón, mientras trabajaba en su tratado sobre el tiempo en Eclesiastés, nos encontraremos con un consejo: “El fin de la cuestión, cuando todo está dicho y hecho: teme a Di-s, y cuida sus Mandamientos, porque esta es toda la obligación del hombre “.

Dedicado especialmente a la Rebetzin Jaia Mushka Schneerson, cuyo Iortzait es el  22 de Shevat.

El valor numérico de las letras hebreas de su nombre coincide con las letras de la palabra hebrea “et” – tiempo.