Adhesión

En los ocho días de Januca encendemos una Menorá de ocho brazos. Pero no encendemos todas las velas cada noche. La primer noche, encendemos una vela, en la segunda dos, y así sucesivamente hasta que en la octava noche, las ocho velas brillan.

Esto demuestra claramente un tema básico en el Judaísmo: siempre debe haber un progreso constante. Pude haber encendido una vela ayer, iluminando mi vida y mi ambiente, pero esto no es suficiente para hoy; debo avanzar “de fuerza en fuerza”, dándole más sentido a mi vida. Si Di-s me dio vida hoy, entonces debe ser productiva, debemos progresar más allá de nuestro propio status-quo, de nuestras propias normas. Januca nos enseña que no debemos estar satisfechos con lo que ayer fue bueno.

En el Código de la ley Judía, las leyes de Trefot tratan sobre las anormalidades específicas físicas que hacen que un animal faenado apropiadamente (kasher) adquiera el status de uno no kasher. Un animal Kasher debe ser un animal sano, y una herida mortal o una herida que amenaza su vida lo hace inadecuado para su consumo.

En el capítulo 58, párrafo 7 de aquellas leyes, el código trae el siguiente escenario: Te encuentras en la orilla de un río y una especie de pájaros kasher vuela sobre ti. De repente, el pájaro se dirige en picada al agua cayendo con un estruendo. Ahora, nada con lentitud hacia la orilla. Estás hambriento, y te gustaría comerlo, faenarlo y almorzarlo. ¿Deberías asumir que ha sufrido un trauma interno y se ha herido con el impacto? ¿O hay una esperanza razonable que está vivo y bien, que si lo faenas y lo inspeccionas encontrarás sus órganos intactos?

La Halajá nos da la siguiente prueba: Si está nadando hacia arriba, contra la corriente, puedes estar tranquilo que se encuentra bien. Si está flotando con la corriente, entonces intenta determinar si el pájaro flota más rápido que la corriente o junto a la corriente. Si nada más rápido, puedes estas seguro que todavía está sano; si simplemente flota con la misma velocidad que la corriente, no te molestes…se está muriendo. En el judaísmo, vivir significa un auto mejoramiento constante. Significa estar constantemente proactivo.

Pude haber tenido una crianza inadecuada; puedo tener defectos de carácter, esa es una parte natural de nuestra condición humana. Pero no podemos resignarnos a nuestro carácter o comportamiento negativo. Debemos nadar contra la corriente cuando sea necesario, enfrentar a nuestras respectivas naturalezas. Puedo no ver la razón para nada contra la corriente.

Quizá me siento satisfecho con mi carácter y con el de mi comunidad. El Judaísmo me dice que no descanse sobre mis laureles, siguiendo la corriente positiva de mi vida o las normas virtuosas de mi sociedad. Debo ir más que aquella norma, más rápido que la corriente. Incluso cuando las cosas están bien, siempre hay lugar para mejorar.

Si sacio mi deseo de productividad con lo que ya he logrado, básicamente he dejado de vivir. La actitud judía de la vida es: Si Di-s te dio otro día, obviamente es porque hay algo más para hacer. Nunca hay que satisfacerse con lo que logramos ayer. No podemos sentirnos satisfechos hasta que nos hayamos perfeccionado a nosotros y a nuestro alrededor hasta el punto de llegar a vivir en un mundo tranquilo, pacífico y perfecto: un mundo del Mashiaj.

Por Rabí Mendy Herson

Sabiduría, agua y verdad

Cuando Iosef vino a sus hermanos… ellos lo tomaron y lo arrojaron a una fosa; y la fosa estaba vacía, no había en ella agua. – Genesis 37:23-24

¿Por qué escribe la Torá: “y la fosa estaba vacía, no había en ella agua’? ¿El hecho de que “estaba vacía” no implica ya que “no había en ella agua”?

[Las palabras adicionales] vienen a enseñarnos: no había agua, pero sí había serpientes y escorpiones.

– Talmud, Shabat 22a

El Midrash explica el más profundo significado de la fosa sin agua en la que Iosef fue arrojado por sus hermanos: “La fosa estaba vacía, el pozo de Iaacov fue vaciado. No había agua en él, estaba hueco de las palabras de Torá que son comparadas al agua, como está escrito: ‘Todos los sedientos, de al agua”. La Torá dice: ‘Si un hombre es descubierto raptando a uno de sus hermanos… y vendiéndolo… ‘2, y ustedes están vendiendo a su hermano… “3

Pero nuestros Sabios nos dicen que los hermanos de Iosef, quienes eran todos hombres piadosos y eruditos, estaban convencidos de que su proceder era justificado, incluso ordenado, por la ley de la Torá.

A sus ojos, Iosef era culpable de crímenes para los que la Torá misma prescribe el castigo que ellos desearon aplicarle4.

De modo que no era conocimiento de la Torá o erudición lo que les faltaba, sino la capacidad de lograr la verdad de la Torá, la capacidad necesaria para interpretarla y aplicarla a su situación libre de la subjetividad y predisposición humana.

Así, la Torá es llamada aquí “agua”.

La Torá también ha sido comparada por nuestros Profetas y Sabios al pan, al aceite, al vino, a la leche y a la miel, entre otras cosas5. Cada una de estas metáforas se relaciona con otro aspecto o característica de la Torá, otro aspecto de su condición nutritiva del alma.“Agua” expresa aquel elemento de Torá en extremo crucial para la recepción fiel de la verdad Divina por parte de la persona.

“¿Por qué se compara la Torá al agua?”, pregunta el Talmud. “Porque tal como el agua abandona el terreno alto y desciende al bajo, así lo hacen las palabras de la Torá: se perpetúan solamente en la mente humilde.

El Talmud declara que “incluso en el sueño, uno no puede ver un elefante pasando a través del ojo de una aguja”7. Pero, con todo, un elefante y el ojo de una aguja son, ambos, de un tamaño finito, sólo que el primero es de un tamaño finito más grande que el segundo. No obstante, es imposible que un elefante entre en el ojo de una aguja; tan imposible, que aun nuestros sueños (que nos muestran muchas cosas imposibles) no conjuran semejantes imágenes.

¡Cuán infinitamente más imposible es para la finita mente humana captar la infinita sabiduría del Creador!

Así, cada mañana, antes de que estudiemos una única palabra de Torá, expresamos nuestra gratitud al Omnipotente con la bendición “Bendito eres Tú, Di-s, Quien nos da la Torá”.

Cada logro nuestro en la Torá es un obsequio Divino, algo que nuestras finitas herramientas mentales jamás podrían lograr por medios propios 8. Es un regalo que viene empacado en prendas de razón que nuestras mentes racionales deben esforzarse por desenmarañar; pero la esencia de la Torá, la inequívoca verdad Divina que se oculta detrás de estos vestidos, está más allá de la capacidad natural de la más grande de las mentes.

Asimilamos esta verdad sólo porque Di-s elige dárnosla cada vez que nos aplicamos al estudio de Su sabiduría con el reconocimiento de su Divinidad y el compromiso con sus objetivos.

Así, ninguna mente humana puede lograr una verdadera comprensión de la Torá si no reconoce primero humildemente su insuficiencia intrínseca para abarcar la sabiduría de Di-s.

La mente que insiste en considerar primaria su proeza intelectual, o siquiera significativa, para la adquisición de Torá, se inhabilita a sí misma para llegar a su verdad.

Puede alcanzar impresionantes logros en el estudio de las envolturas racionales de la Torá, pero sin la humildad que es requisito previo -sin el “agua” de la Torá- la esencia Divina de la Torá queda más allá de su captación finita.

De hecho, cuanto más grande la mente de uno, cuanto más grandes los logros del pasado en la Torá, tanto mayor es el grado de humildad requerido para contrarrestar la arrogancia natural de la mente y para lograr una dimensión aún más profunda de la verdad Divina.

Allí se oculta la insuficiencia de los hermanos de Iosef.

Su pozo de sabiduría “estaba vacío, no había agua en él”. Carecieron del grado de humildad intelectual requerido de las mentes de su calibre.

Y porque no había agua en él, “había serpientes y escorpiones”. Privada de su esencia Divina, su Torá era ahora vulnerable a las subjetividades y predisposiciones de todo intelecto humano.

La conexión con Janucá

La historia de Iosef y sus hermanos se estudia y es leída siempre en la festividad de Janucá, o en proximidad a ella9.

También es notable que la arriba citada interpretación del Talmud (“no había agua en ella, pero sí había serpientes y escorpiones”) aparece, aparentemente fuera de contexto, en medio de la sección talmúdica que refiere la historia y las leyes de Janucá (Shabat 21a a 23b)10.

De hecho, la lección de la Torá deficiente en agua de los hermanos de Iosef es un componente central en la historia de Janucá.

En la plegaria de Al HaNisín, que describe los sucesos de Janucá, leemos: “En los días del Sumo Sacerdote Matitiahu, el Jashmonaí, y sus hijos, cuando el malvado régimen helénico se alzó contra Tu pueblo Israel para hacerle olvidar Tu Torá y violar los decretos de Tu voluntad…”.

No era la Torá propiamente dicha lo que el malvado régimen helénico deseó erradicar del pueblo de Israel, sino Tu Torá.

Los griegos eran un pueblo “culto”, que respetó mucho la búsqueda del conocimiento; estaban perfectamente dispuestos a aceptar la Torá, e incluso abrazarla, como una filosofía, como la sabiduría colectiva de un pueblo estudioso. Lo que no podían tolerar era el agua” de la Torá, la humildad de la mente ante un dador Divino de la verdad.

Su guerra contra la Torá fue contra “Tu Torá”, contra la Torá como la sumisión humana al infinito, supraracional, Di-s.

Así, el Talmud nos cuenta que cuando los griegos invadieron el BeitHaMíkdash (el Gran Templo) en Jerusalén, “profanaron el aceite en el Santuario””

Este era el aceite empleado para encender la menord (el Candelabro del Gran Templo), que simboliza la luz Divina que emanaba desde el Beit HaMikdash hacia el mundo entero12. Los griegos no destruyeron el aceite de la menorá lo derramaron al suelo. Lo impurificaron, volviéndolo intencionalmente incompetente para el uso según las supra-racionales leyes de pureza ritual de la Torá.

Nuevamente, los griegos no objetaron el hecho de que el Templo sirviera de fuente de ilustración para el mundo; sólo buscaron despojarlo de su elemento supra-racional y Divino.

Con todo, los Jashmoneos sabían que una Torá despojada de su “agua” se convierte muy pronto en caldo de cultivo para serpientes y escorpiones. Que la sabiduría desprovista de su esencia Divina conduce, no a la verdad, sino a la racionalización de los más degradados apetitos y prejuicios del hombre.

De modo que pelearon para expulsar de Jerusalén al ídolo griego de la razón y reencender la menorá con la sabiduría receptiva a la verdad Divina.

Extraído de El Rebe Enseña, Ed. Kehot Lubavitch Sudamericana

Basado en Likutei Sijot, VoL XV~ pags. 324-330

Notas: 1.Isaías 55:1. 2. Deuteronomio 24:7. 3. M¡drash Rabá sobre el versículo. 4. Véase Sforno sobre Génesis 37:18; Or Hajaím, ibid., versículo 20; Parashat Debarím y otros comentaristas. 5. Véase Proverbios 9:5; Cantar de los Cantares 4:11, y Sforno, ibid.; “La Esencia del Jasidut” (Ed. Kehot Lubavitch Sudamericana), sección 7 y nota 4g; Likutéi Sijot, Vol. 1, pág. 170. 6. Talmud, Taanit 7a. 7. Ibid., Berajot 55b. 8. Véase Talmud, Nedarim 38a: “Al principio, Moshé estudiaba la Torá y la olvidaba, hasta que Di-s se la otorgó como un regalo”. 9. La Torá se divide en 54 secciones (sidrot o parshiot), una para cada semana del año. La sección de la semana se lee públicamente en la sinagoga y es estudiada individualmente en el curso de la semana.

Volvamos a ver nuevamente la luz

Hace unos años atrás, un médico del sur de Francia se contactó conmigo. Su nieta había contraído una enfermedad que desconcertaba a los médicos allí…

Me llamó luego de haber leído diferentes artículos míos acerca de los desórdenes en el sistema nervioso autónomo. Los síntomas de su nieta parecían coincidir con aquellos que yo describía, y él deseaba saber si yo podía ayudar.

Por supuesto que acepté, y durante meses colaboré con los pediatras franceses a través del teléfono o el fax, prescribiendo una serie de terapias. A lo largo de esas semanas, la niña tuvo una significativa y milagrosa recuperación. Los abuelos manifestaron su agradecimiento sincero y me pidieron que cuando visitara Francia se los hiciera saber.

En el verano de 1996, fui invitada a disertar en un importante congreso científico internacional, que se llevaba a cabo en Niza, Francia. Avisé al médico que había ayudado años atrás. Al llegar al hotel, recibí un mensaje para que lo contactara. Lo llamé, y quedamos en encontrarnos a cenar juntos una noche.

El día de la cita, nos encontramos y viajamos en su auto hacia su casa, que se hallaba en la hermosa campiña del sur de Francia. Fue sorprendente saber que su casa era más antigua que los Estados Unidos de Norteamérica. Durante el viaje, me contó que su mujer tenía cáncer de mama y no estaba pasando por un buen momento, pero que de todas formas insistía en conocerme.

Cuando nos encontramos, pude ver que a pesar de la severa enfermedad, seguía siendo una bellísima mujer con un noble porte.

Fue una de las veladas más hermosas de mi vida. Después de la cena, nos sentamos en el salón del siglo XVII, tomamos licor y charlamos. Nuestra conversación seguramente pareció extraña a la joven pareja que nos atendió durante la comida, pues pasaba del inglés al francés y también al español.

Luego de un rato, la mujer me dijo: “Mi esposo me contó que usted es judía, ¿no?” ”Si” dije, “soy judía”. Me pidieron que les contara acerca del Judaísmo, especialmente de las festividades. Hice lo mejor que pude para explicarles lo que me solicitaron, y me sorprendió lo poco que conocían de nuestras tradiciones. Ella parecía muy interesada en Janucá. Cuando terminé de contestar preguntas, sorpresivamente, ella me miró a los ojos y dijo: “Tengo algo que deseo darte”

Desapareció por un instante, para retornar después con un paquete envuelto en tela. Se sentó, siguió mirándome fijo, y comenzó a hablar despacio.

“Cuando era una pequeña niña de 8 años, durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades vinieron a nuestro pueblo para llevarse a todos los judíos. Mi mejor amiga, Jeanette, era judía. Una mañana fui a buscarla para jugar, y vi que su familia era forzada a subir a un camión mientras los apuntaban con fusiles. Corrí a contarle a mi madre lo que sucedía y le pregunté a dónde llevaban a Jeanette. ‘No te preocupes’ -me dijo- ‘Jeanette regresará pronto’. Volví a la casa de mi amiga, pero sólo encontré a otros habitantes del pueblo, que se llevaban todas las cosas de valor, dejando de lado los objetos judíos, que tiraban a la calle. Cuando me acerqué, vi un objeto de su casa tirado en la basura. Lo levanté y reconocí en él, algo que mi amiga y su familia encendían en la época coincidente con Navidad. En mi mente de niña, pensé: ‘Llevaré esto a casa y lo guardaré hasta que retorne Jeanette’

Pero ni ella ni su familia volvieron.

Hizo una pausa, tomó un poco de licor y prosiguió: “Desde ese momento lo he guardado. Lo escondí de mis padres y no le conté a nadie acerca de su existencia. De hecho, durante estos cincuenta años, el único que conocía mi secreto ha sido mi esposo. Cuando supe lo que en verdad le había sucedido a los judíos, y cómo muchas de las personas que conocía habían colaborado con los nazis, no podía siquiera mirar este paquete. De todas formas, lo guardé, esperando algo, aunque no estaba segura qué. Ahora lo sé. Estaba esperándote a ti, una mujer judía que ayudó a curar a mi nieta, y es a ti que te lo confío”.

Sus temblorosas manos colocaron el paquete en mi regazo. Lo desenvolví lentamente. Dentro de él había una Menorá (candelabro de Janucá), pero distinta a todas las que había visto hasta ahora. Estaba hecha de sólido bronce, tenía ocho vasitos que contenían el aceite y las mechas y un noveno vasito centrado por encima de los demás. Tenía un aro arriba, y la mujer mencionó que recordaba que la familia de Jeanette la colgaba en el hall de la casa.

Me parecía antiguo; luego varias personas me aseguraron que probablemente tenía más de 100 años. Cuando la sostuve y pensé en lo que representaba, comencé a llorar. Todo lo que fui capaz de decir fue: “Merci” Cuando me iba, sus últimas palabras fueron: “Que veamos nuevamente la luz”.

Me enteré que la mujer falleció apenas un mes después de nuestro encuentro.

Este Januca, la Menorá verá nuevamente la luz. Y cuando mi familia y yo la encendamos, pronunciaremos una plegaria especial en honor a aquellos cuya memoria ella representa.

Los mellizos de Tamar

Entre los numerosos nacimientos en el libro de Génesis, dos son mellizos. Iaakov y Esav, hijos de Itzjak y Rivká, y Peretz y Zeraj, mellizos de Tamar y Yehuda.

Mientras que ciertas similitudes marcan los dos nacimientos, también hay diferencias significativas, tanto en las circunstancias respecto a los embarazos como en los carácteres de los mellizos.

Itzjak y Rivka estuvieron casados veinte años sin tener hijos. Oraron para tenerlos. Su sagrada unión produjo dos hijos muy diferentes: Yacov creció hasta convertirse en un erudito y Esav en un materialista.

Los mellizos de Tamar fueron concebidos en circunstancias mucho menos elevadas. Tamar se casó originalmente con el primogénito de Yehuda, Er. Tras la prematura muerte de Er, se casó con su hermano menor Onan, pero Onan, también murió sin hijos. Cuando Tamar se dio cuenta de que Yehuda no tenía intención de casar a su tercer hijo, Sela, con ella, se disfrazó de prostituta y sedujo a Yehuda mismo. Cuando el embarazo se hizo evidente, casi había sido condenada a muerte, por orden de Yehuda, por prostitución. Fue sólo cuando ella mostró ciertos efectos personales que Yehuda había dejado con ella como garantía en contra de su pago, que se dio cuenta de que la “prostituta” con quien había convivido era su ex nuera, y que los mellizos en su vientre habían sido engendrados por él mismo.

Sin embargo, los hijos mellizos nacidos fuera de esta moralmente dudosa unión, eran hombres justos. De hecho, todos los Reyes de Israel, desde David hasta el Mashiaj, son el tema del embarazo de Tamar.

Las diferencias inversas entre estos dos embarazos y nacimientos, se aluden en los versículos que los describen. Respecto al embarazo de Rivka, la Tora dice: “Sus días de dar a luz se han cumplido, y he aquí que había mellizos en su vientre”, con Tamar, la Torá escribe: “En el momento que dio a luz, he aquí que había mellizos en su vientre”. Nuestros Sabios, observando la diferente fraseología, explican que lo de Rivka fue un embarazo “completo” de nueve meses, mientras que Tamar dio a luz después de un embarazo “incompleto” de sólo siete meses.

Nuestros Sabios también señalan que la palabra hebrea para gemelos, “teomim”, esta escrita de manera diferente en cada versículo. En la Lengua Sagrada, muchas palabras se pueden escribir tanto “completa” o no, es decir, faltándole una o más letras. En el episodio del nacimiento de Peretz y Zeraj, la palabra “teomim” aparece completa, pero en el relato de Yacov y Esav, aparece en forma deficiente, carente de las letras “alef” y “iud”. Esto, explican los comentaristas, alude al hecho de que los mellizos de Tamar “Ambos eran justos, mientras que en el caso de Rivka, uno era justo y el otro malvado”.

En otras palabras, el “completo” embarazo de Rivka produjo un “deficiente” par de mellizos, y Tamar viceversa.

¿Semillas de maldad?

Pero, ¿fue el embarazo de Rivka perfecto? El Midrash parece dar a entender que ya desde el vientre se sabía que uno iba a ser malvado.

La Torá nos cuenta que los “niños luchaban dentro de ella”. El MIdrash explica: “Cuando pasaba por una casa de estudio, Yacov luchaba para salir…y cuando pasaba por un lugar de idolatría, Esav luchaba para salir”. Rivka, confundida de esto, “buscó el consejo de Di-s”, y se le fue dicho: “hay dos naciones en tu vientre”

Hay, sin embargo, otro Midrash que describe que Esav y Yakov compartieron una infancia en un ambiente Sagrado bajo la tutela de su Santo abuelo Abraham, y que “sólo después Esav se arruinó con sus acciones”. Esto apoya nuestra concepción inicial de que fueron concebidos de forma impecable, seguida de una “deficiente” progenie, que se atribuye sólo al hecho de que Esav, por su propia elección, eligió el mal camino.

Pero se puede encontrar una contradicción similar en los comentarios de nuestros Sabios respecto a la creación del mundo. Por un lado, tenemos la declaración del Midrash que “el mundo fue creado completo”, es decir, completamente maduro sin que le faltara nada. Sin embargo, el mundo perfecto que Di-s creó contiene el potencial de la imperfección, incluso del mal. De hecho, este potencial es una parte integral de su perfección. El Midrash, citando el versículo: “Y Di-s vio todo lo que Él hizo, y he aquí que era muy bueno”, comenta: “He aquí que era muy bueno”, hace referencia a la inclinación al bien, “y He aquí que era muy bueno “, esta es la inclinación al mal…” he aquí que era muy bueno’, esta es la buena fortuna, “y he aquí que era muy bueno”, esto es el sufrimiento…” he aquí que era muy bueno”, esto es el paraíso, “y he aquí que era muy bueno”, esto es el infierno…” he aquí que era muy bueno, este es el ángel de la vida, “y he aquí que era muy bueno”, este es el ángel de la muerte…”

Las dos Delicias

Maimonides escribe que un principio fundamental de la Fe Judía es “el libre albedrío se le dio a cada uno: si desea inclinarse al buen camino y ser una persona justa, la opción está en sus manos, si desea ir por el camino del mal y ser un malvado, la opción está en sus manos”. Sin embargo, vemos que ciertas personas son más susceptibles al mal que otras. El Talmud describe a la víctima prototípica del mal, Yiov, protestándole a Di-s: “Amo del Universo, Has creado personas justas, y Has creado personas malvadas”.

En el Tania, Rabi Shneur Zalman de Liadi explica que de hecho, Di-s ha creado “Personas justas” y “Personas malvadas”. “Personas justas” (Tzadikim), son individuos que, por naturaleza, aborrecen la maldad y desean sólo el bien, tanto porque han nacido de esa manera o porque han transformado sus caminos negativos a positivos”. “Personas malvadas”, por otro lado, son aquellos individuos que son destinados a “no ser malvados en la realidad, Di-s no lo permita, pero que las acciones de maldad llegan a sus mentes y pensamientos solamente, para que constantemente estén peleando para evitar las malas acciones porque no serían capaz de aniquilarlas por completo, como sí pueden lograrlo los justos”.

Di-s desea los dos tipos de seres humanos en Su mundo: “Así como en la comida física, por ejemplo, existen dos tipos de delicias: comidas dulces y deliciosas, y ácidas y fuertes que han sido condimentadas para convertirse en delicias que gratifican el alma”, así también “hay dos tipos de gratificaciones ante Di-s: uno, de la completa aniquiliación del mal…por los justos, y otro: cuando el mal está subyugado mientras que todavía está fuerte y poderoso. . . a través de los esfuerzos del hombre intermedio”.

Este es el significado más profundo de las “dos naciones” que Rivka tenía en su vientre. La gravedad del mal exhibida por uno de sus mellizos no era una deficiencia, sino el potencial de la “segunda delicia” anhelada por Di-s. Sólo más tarde, cuando Esav decidió rendirse a su inclinación al mal en lugar luchar contra ella, de que la dualidad de fuerzas se convirtió en un par “deficiente” de mellizos.

Sin embargo, Iakov y Esav constituyeron un embarazo “completo”, conteniendo los dos potenciales fundamentales que Di-s implantó en Su creación: el deleite de la absoluta bondad y el gran placer y sentido de logro que viene sólo de la lucha contra la adversidad.

El embarazo y parto de Tamar describen el proceso inverso: cómo las circunstancias y acciones negativas pueden ser sublimados para que la perfección original se restaure. De hecho, cuando el potencial para el mal, el sufrimiento, el infierno y la muerte, se hacen realidad, existe la posibilidad de alcanzar una perfección más profunda, cuando son vencidos y transformados en bien.

El ascenso al Monte Zion

De ahí la paradoja de nuestra existencia: la perfección engendra imperfección (como en el embarazo de Rivka), ya que nada puede decirse que es verdaderamente perfecto a menos que posea el potencial de lucha, lo que significa que debe ser vulnerable a la imperfección. E imperfección da a luz a la perfección (como en el embarazo de Tamar), cuando esa vulnerabilidad se explota para cosechar los frutos de la lucha y alcanzar el hermanamiento perfecto de bondad inmaculada y vencimiento del mal.

Toda la historia es el progreso noble y doloroso hacia la resolución de esta paradoja, cuando, en la era del Mashíaj, “los salvadores (descendientes de Tamar) subirán al monte de Zion para juzgar al monte de (Rivka) Esav”, uniendo las vulnerabilidades que han nacido fuera de la perfección de la creación de Di-s con la perfección que nace de la vulnerabilidad de la condición humana.

De las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

Cortesía de: MeaningfulLife.com

11 consejos para aumentar tus ganancias

Te invitamos a leer estos once consejos que ayudarán a que tu economía se estabilice y hasta de mayores frutos. 

1. Es conveniente destinar un determinado porcentaje de la ganancia neta para tzedaká (caridad).

2. Asistí a clases de Tora.

3. Tomá decisiones sólo luego de analizar los detalles con tres amigos y seguir su consejo.

4. Dedicá esfuerzo y tiempo extra al estudio de la Torá, o sea, “Amal Tora”, esforzarse en el estudio de la Torá con gran diligencia.

5. Fortalece tu bitajón (confianza) en Di-s como Proveedor de todas tus necesidades.

6. Incrementá la cantidad de tzedaká que normalmente das. Distribuí el dinero en lugar de darlo todo de una vez. Por ejemplo, si planeas dar $1000, en vez de darlo entero de una vez, da $100 en diez diferentes oportunidades.

7. Independientemente de tu situación económica, debe darse un par de monedas a diario antes de la plegaria de la mañana.

8. Estudiá de la filosofía jasídica, denominada “árbol de la vida”, pues mejora también la propia vida física.

9. Da tzedaká (caridad) a las instituciones de mi santo suegro. [Lo mismo se aplicaría a las instituciones del Rebe, por ejemplo, Batei Jabad, sinagogas Beit Menajem, etc.].

10. Poné un “dólar o una moneda del Rebe” en el fundamento del hogar o del negocio que estás construyendo. Si la propiedad ya existe, entonces ponelo dentro de la casa o negocio. Si se trata de una oportunidad comercial o laboral, hace que sea parte de la transacción.

11. Las mujeres deberían dar alguna suma para tzedaká al fondo “Rabí Meír Baal HaNés” antes de encender las velas de Shabat y festivas.

Basado en Sefer Heijal Menajem, Vol. 2, págs. 87-90, y diversos Igrot Kodesh

Extraído de “Consejos del Rebe” de editorial Kehot.

¡Los animales son espirituales!

El fundador de una Organización de Rescate de Animales, a partir de ahora Mendy, interactúa por e-mail con el Rabino Newman sobre la espiritualidad de los animales, y aquí el intercambio.

¿Crees que los animales son espirituales?

E-mail de Mendy: : 

Gracias por compartir tu sabiduría.

Tengo una perspectiva diferente en tu sentencia acerca que:

Los animales no estudian las estrellas y los ángeles están confinados a los reinos espirituales, pero el Hombre es el puente de Di-s entre los Cielos y la Tierra.

Nuestros cuerpos están formados de polvo, nuestras almas son la esencia de Di-s. Sólo nosotros podemos ver el mundo físico y ver una vida espiritual y bella. Nosotros, que estamos más allá del cielo y la tierra, forma y materia, espíritu y cuerpo, sólo nosotros podemos fusionar las dos cosas.

Este concepto ha cegado a la humanidad y se instituido en los especímenes desde Descartes.

Como fundador y presidente de una organización de Rescate a los Animales durante 30 años, puedo decir con seguridad que los animales que traemos y le damos albergue en este mundo, luego de generaciones de estar en laboratorios de observación abominables, pasan los días mirando el cielo, con asombro.

Hay mucha gente que está confinada al reino del mundo material. La mayoría de los animales que hemos rescatado tienen la conexión más profunda al mundo espiritual de la forma más auténtica que se pueda imaginar. Nos hemos sentido más cercanos a Di-s en su presencia que con los investigadores inhumanos que los han torturado.

La Tierra es redonda y somos uno con todas las Criaturas de Di-s.

Es algo antiguo dejarse llevar por las creencias sobre las especies céntricas que “sólo nosotros podemos ver el mundo físico y ver una vida espiritual y bella”. Tengo que decir, con todo respeto, que esto no es cierto.

RESPUESTA del Rab Newman:

Me alegra que podamos compartir perspectivas con tolerancia y entendimiento. Una cosa que creo que ciertamente estaremos de acuerdo es: Si este Planeta Tierra fuera un jardín, y viéramos a estos humanos corriendo alrededor causando los estragos que hacen, ¡Correríamos a una jardinería para buscar una manera de eliminar la plaga!

Afortunadamente, el Creador es más paciente. Debe de haber alguna cualidad de redención que Él ve en nosotros.

Espero que usted tenga paciencia y me deje mostrarle una enseñanza de uno de los Cabalistas Italianos del Siglo XVI, Iehudá Moscato:

Perek Shira, un texto de Midrash antiguo, describe la canción que cada criatura canta a su Creador. Termina con una historia de una rana que se jacta frente al Rey David que su canción es más bella que cualquiera que él pudo haber compuesto.

¿Cuáles son estas canciones? ¿Quién las compuso? Los Cabalistas explican que cada animal recibe su vida a través de un canal de ser espiritual. La canción proviene de este ser espiritual que está puesto sobre cada una de las especies. En su melodía, están contenidos todos los movimientos y actividades, silbidos, gritos, ladridos y rugidos de cada animal que está conectado con ese ser.

Cada ser creado está vivo, incluso las rocas, la arena, el agua y el aire. Cada uno tiene su canción, y juntos componen una magnífica sinfonía.

El ser humano, escribe Moscato, es la criatura que ejecuta todas las partes como una, así como un solista en un concierto canta la melodía principal. Y mientras él está ejecutando la obra, la orquesta lo acompaña con todos sus instrumentos. Cuando uno toca fuera de tono, el universo toca en acrimonia. Cuando uno toca en armonía, el mundo ejecuta de manera dulce y bella.

Sí, nosotros somos de la tierra, otras de las criaturas de Di-s que pertenecen a esta biósfera. Aún así, somos el elemento radical, aquél que tiene el poder de traer devastación más que cualquier otra criatura. Así como tenemos el poder de destruir, tenemos también el de reconstruir, de curar, y de sublimar a todo el mundo. Esa es nuestra cualidad de redención, un tipo de espiritualidad que descansa sólo en nosotros: la capacidad de ver la curación en donde yace la enfermedad, y de tomar acción para reconocer esta curación. Está siendo tocada hoy por gente como tú. Gracias.

Rabino Tzvi Freeman.

El miserable

Rabí Shneur Zalman de Liadi*, estaba recolectando fondos para rescatar judíos que estaban cautivos. Se dirigió en primer lugar a una ciudad que era famosa en particular, por un judío muy avaro que habitaba allí.

Rabinos y mendigos evitaban esa casa, ya que lo único que se les entregaba, no importara el tipo de urgencia, era una oxidada moneda de un centavo, que todos rechazaban.

Cuando el Rebe arribó a la ciudad, los ancianos lo recibieron cálidamente.

Pero cuando solicitó que dos prominentes lo acompañasen a la casa del millonario, halló una terrible resistencia. A duras penas consiguió su escolta. La tarde siguiente, se encontraban frente a la entrada de la mansión.

Rabí Shneur Zalman advirtió a sus acompañantes que no dijeran una palabra. Golpearon la puerta y luego de un instante se encontraban ubicados en el lujoso despacho del miserable.

Mientras sacaba la oxidada moneda de un monedero de terciopelo dijo: “¡Qué tragedia! Viudas y huérfanos cautivos. ¡Ah! ¡Qué sufrimiento el del pueblo judío! Tome Rab, he aquí mi humilde contribución”

Para su enorme sorpresa, el Rebe tomó la moneda con una enorme sonrisa y procedió a escribir el recibo de donación adjuntando todo tipo de bendiciones en él.

“Muchas gracias” le dijo, estrechó cálidamente su mano y se retiró. Sus compañeros le susurraron: “Debería habérsela tirado”. “¡Sh! ¡No digan nada!” dijo el Rebe. De pronto escucharon que la puerta se abría nuevamente y el miserable gritaba: “Rabinos, por favor, ¡vuelvan!”

Nuevamente estaban sentados en el cálido ambiente. Esta vez el rico preguntó: “¿Cuál es la cifra exacta que necesita?”. Rabí Shneur Zalman dijo: “Cinco mil rublos”. “Bueno, aquí tiene mil, si desea puede contarlos” y pronunciando estas palabras el millonario extendió un fajo de billetes.

El Rebe apretó fuertemente la mano del rico y escribió un recibo agregando bendiciones, tal cual lo hizo la primera vez. Al salir, los acompañantes estaban seguros de haber presenciado un milagro. Sin embargo, a los pocos minutos habían sido llamados por tercera vez por el donante que esta vez decía: “¡He decidido entregarle la suma completa!”

Más tarde, cuando estaban reunidos junto al Rebe, sus acompañantes preguntaron: “¿Cómo logró que el famoso miserable le done semejante suma?” 

Rabí Shneur Zalman respondió: “El hombre no es un miserable.

Ninguna alma judía lo es. Pero… ¿cómo podía sentir el deseo de ayudar con una donación, si nunca en su vida había experimentado el placer de dar, pues cada persona que recibía su moneda oxidada se la tiraba en la cara nuevamente…?”

*Rabí Shneur Zalman de Liadi, conocido como el Alter Rebe, nació en Liozna, Rusia Blanca, el 18 de Elul del 5505 (1745). Fundador del movimiento jasídico Jabad. Por veinte años trabajó en el Tania, en donde explicó la filosofía de Jabad y es considerado “la Biblia” del Jasidut.

Un presente del Rebe

La tormenta de hielo del siglo golpeó a Montreal en el año 1998. La energía eléctrica  de nuestro hogar se cortó el miércoles y el jueves la casa estaba muy fría. 

Decidimos alquilar un par de habitaciones en un hotel del centro de la ciudad para pasar allí el shabat, pues creímos que la energía allí no se cortaría. Afortunadamente hallamos dos cuartos en el hotel que estaba al lado de nuestro Beit Jabad. 

Lamentablemente la energía eléctrica cesó también en el hotel y todo el vecindario. El generador del hotel mantenía la calefacción y la olla del Cholent (comida sabática) encendidas. Fue un Shabat especial a la luz de las velas. El sábado a la noche, ubiqué a mi familia en un pequeño sector para cenar. Mi señora preparó unos sandwiches y yo me dirigí al bar para pedir agua caliente para las sopas instantáneas. Una joven ofreció ayudarme y le expliqué que debido a una dieta especial no podía mezclarlo con los cubiertos del hotel. Ella me respondió que ya lo sabía y que también compraba estas sopas en un negocio casher. Al notar mi sorpresa me dijo: “Soy medio judía” y enseguida agregó: “En realidad no lo soy” “¿Tu padre era judío?” le pregunté. “Si, mi padre era judío y madre católica”. Y enseguida me preguntó: “¿Usted conoció al Rabino que vivía en Nueva York y que falleció hace unos años?”

“¿Te refieres al Rebe?” Pregunté muy sorprendido.

“Sí. Yo lo visité y tengo el dólar que me dio” La joven me contó que además poseía una hermosa pintura del Rebe. De sus palabras comprendí que sentía una gran admiración por él.

“Estoy buscando a las personas correctas para regalarles la pintura, que la merezcan y puedan apreciarla. Deseo regalársela a ustedes”. Intercambiamos nuestros teléfonos y partimos del hotel. Durante todo el domingo y el lunes estuve ocupado con las conexiones de electricidad de mi casa y del Beit Jabad. El martes la electricidad se conectaba por una hora y por otras cuatro desaparecía. A la tarde llamé a la muchacha. Conversamos unos instantes sobre la tormenta y los problemas causados por la falta de energía. Luego de un instante dijo: “Espero que hayas llamado por la pintura”.

Admití que así era y prometió venir a nuestro hogar al anochecer. A las 19:30 hs arribó con la pintura bajo el brazo. Era un hermoso y enorme cuadro, réplica de la famosa foto del Rebe saludando en un desfile de Lag Baomer. Nos sentamos con ella y nos relató su historia: “Mi padre era judío. Él falleció cuando yo tenía 5 años. Mi madre enfermó gravemente y fui colocada en un hogar sustituto pues ella no podía hacerse cargo de mí. Recé constantemente para su recuperación, imaginándome la cara de alguien santo que me ayudaría. Mi madre se salvó, pero el rostro imaginario permaneció en mi mente. En mi adolescencia desarrollé un talento especial en el dibujo. Dibujé pues el rostro que guardaba en mi memoria. Mi madre guardó el bosquejo. Cuando tenía 15 años, mientras buscaba un programa de televisión me vi atrapada por la emisión de un programa en cadena de Janucá. Imaginen mi shock cuando reconocí el rostro que guardaba en mi memoria. ¡Era el Rebe! Llamé a mi madre frenéticamente. Ella corrió a mi lado y al ver el rostro del Rebe en la pantalla, se desmayó. Lo reconoció de mi dibujo.

Llamé al número que aparecía debajo de las imágenes y pude conseguir más información acerca de este Rabino. Resolví viajar a Nueva York y visitarlo en persona. Mi madre creyó que aún era muy joven y no me permitiría realizar el viaje hasta los 18 años. Finalmente me encontré en la fila para ver al Rebe, con una gran ansiedad. Cuando me hallé frente al Rebe no podía levantar siquiera mis ojos. El Rebe me habló en francés (mi idioma) y me dijo: “Cualquiera sea el camino que elijas, Di-s estará contigo”. El Rebe aguardó a que levantara mis ojos y me entregó un dólar para caridad. Antes de mi regreso a Montreal, compré una fotografía del Rebe y le pedí a mi madre que encargara una pintura. A pesar de que nuestra situación económica no era muy buena, mi madre accedió a mi pedido. Asignamos el trabajo a un artista y luego la pintura fue colgada en el salón principal de nuestra casa. Descubrí que en ocasiones mi madre observaba e incluso le hablaba a la pintura. El año pasado, luego de una cena familiar, mi madre se puso muy seria, miró la pintura del Rebe y me dijo: “Ya es tiempo de que te vayas; y también es tiempo de que yo me vaya.” No entendí lo que quiso decirme, pero luego de unos meses mi madre falleció. Antes de morir me hizo prometerle que entregaría el cuadro a quienes pertenece realmente.

Siempre pensaba en sus palabras y el día anterior a nuestro encuentro me lamentaba porque los meses pasaban y no encontraba a las personas correctas. Pedí que la persona indicada viniera a mí. Y entonces usted se acercó a mi puesto de trabajo.” La muchacha concluyó su relato, la electricidad retornó y nunca más cesó la luz.

¿Por qué Esav odia a Iaakov?

En Génesis 33:4, la Torá nos cuenta sobre un beso: después de treinta y cuatro años que Iaakov estuvo escapándose de las garras de su hermano, y de que Esav no había cesado de planear matarlo, Esav tuvo un cambio en su corazón. Viendo que Iaakov se acercaba, Esav corre hacia él, lo abraza y lo besa.

Pero la palabra “vaishakeu”, “y él lo besó”, tiene una línea de puntos arriba, que es una forma que tiene la Torá de decirnos que no era un beso normal. ¿Qué era lo anormal de este beso? El Midrash cita dos interpretaciones. Una es, que la Torá nos está diciendo que no era un beso verdadero, Esav realmente intentaba matarlo mordiéndole el cuello. Y la otra interpretación es que Esav besó a Iaakov con todo su corazón, y eso era lo anormal del beso, siendo que “todos sabemos que es ley cardenal que Esav odia a Iaakov”.

De cualquier forma que se vea, el tema principal es que Esav odia a Iaakov. No importa lo que Iaakov haga, Esav lo odia.Si Iaakov lo apacigua, le da regalos, actúa hacia él como el hermano que es, Esav lo odia incluso más. ¿Pero por qué?

¿Por qué Esav odia a Iaakov? Pero lo primero que uno debe preguntarse es: ¿Por qué existe Esav? ¿Por qué hay maldad en nuestro mundo? ¿Por qué hay odio y oscuridad? ¿Qué hay de malo con un mundo que consista sólo de bondad, amor y luz?

La maldad existe porque es mucho más poderosa que la bondad. ¿Hay un amante en el mundo que odie con la misma intensidad con la que una persona llena de odio odia? ¿Hay acaso una luz tan brillante como la oscuridad más profunda? ¿No hubo nunca un acto de bondad envuelto con la fuerza y vigorosidad contenidos en un acto de crueldad?

Es por eso, dicen los Kabalistas, que Di-s creó la maldad. La oscuridad existe para que pueda ser transformada en luz, resultando en una luminosidad infinitamente mayor que la luz misma puede emanar. La crueldad está implantada en el corazón de la persona para que podamos hacer actos de bondad infinitamente más potentes que lo que la bondad misma pueda producir. La maldad existe para ser explotada por la bondad.

El alma de Esav sabe esto, que sólo existe para servir a su hermano menor. Que no importa cuán ferozmente se resista a esta verdad, esta ferocidad será a la larga de Iaakov.

Es por esto, que Esav odia tanto a Iaakov: porque sabe que el odio no es de él.

Por Yanki Tauber

Mujer introvertida

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch Cortesía de meaningfullife.com 

“Y Dina, la hija de Lea, con quien tuvo con Iaakov, salió a ver a las hijas de la tierra. Y Shjem, hijo de Jamor el Jivita, príncipe de la tierra, la vio; y abusó de ella…” (Génesis 34:1-2) 

En el capítulo treinta y cuatro de Génesis leemos sobre el abuso a Dina, el astuto plan de sus hermanos para mutilar a la gente de Shjem, su rescate, y la destrucción de la ciudad. 

Nuestros Sabios notan que en el primer versículo de todo este suceso, la Torá introduce a Dina como la hija de Lea. Y no es referida como “la hija de Iaakov” o la “hija de Iaakov y Lea”, o incluso como “la hija de Lea y Iaakov”, sino como “la hija de Lea, que tuvo con Iaakov”. Rashi explica: Por su salida, ella es llamada “la hija de Lea”, porque Lea, también, era una “salidora”, como está escrito: “Y Lea salió a recibirlo (Génesis 30:16). En relación a ella está dicho: “Como es la madre, es la hija”. 

A primera vista, parece ser una acusación del comportamiento de Lea y Dina. El sello de la mujer Judía es su tzniut, el recato en su vestir y el porte expresado en el versículo (Salmos 45:14), “La gloria entera de la hija del rey está dentro”. Una chica judía, parece decir Rashi, no tiene nada que hacer yendo a visitar a las hijas de una tierra pagana; y cuando lo hace, no está actuando como una hija de Iaakov, sino como su madre, que se sabe que en ocasiones embarcó sus propias salidas. Para la hija del rey, que salga de su santuario interno es exponerse a todo tipo de encuentros negativos, como el trágico caso de Dina lo demuestra. 

Esta, sin embargo, no puede ser la intención de Rashi, ya que contradice a su comentario de un versículo previo. Unos pocos capítulos atrás, en donde Iaakov se prepara para el encuentro con su malvado hermano Esav, leemos (Génesis 32:23): “Y Iaakov tomó a sus dos esposas, sus dos sirvientas, y sus once hijos, y cruzó el vado de Yabok”. 

Pregunta Rashi: “¿Qué hay de su hija?” 

¿Dónde estaba Dina? Iaakov la había puesto en un baúl grande y la encerró ahí, para que Esav no la viera. Por esto, Iaakov fue castigado, porque si no la hubiera escondido de su hermano, quizá ella hubiera traído a Esav de vuelta al buen camino. El castigo fue, que ella cayó en las manos de Shjem. 

En otras palabras, fue la aislamiento a Dina, no las salidas de Dina y Lea, la causa de la mala suerte de Dina. Dina no tendría que haber sido escondida de Esav. Su encuentro con el gran mundo perverso no debería haber sido evitado; Iaakov temió que pueda ser dañada por su malvado tío; tendría que haberse dado cuenta, que con la sólida base moral y la integridad incuestionable de ella, podría haber influenciado a Esav para bien. 

Es muy interesante, que también aquí, hay una conexión madre-hija. La Torá (en Génesis 29:17) nos cuenta que los “ojos de Lea eran débiles”. Rashi explica que estaban débiles de llorar: 

“Ella lloraba por la idea de que iba a caer en la suerte de Esav. Porque todos decían: Rivka tiene dos hijos y Laban tiene dos hijas; el hijo mayor (Esav) está destinado para la hija mayor (Lea), y el hijo menor (Iaakov) está destinado para la hija menor (Rajel)” 

Ésta era más que una común especulación; de acuerdo al Midrash, estas parejas fueron ordenadas en el Cielo. Pero las llorosas plegarias cambiaron el decreto celestial, y ambas hermanas se casaron con el justo hermano menor. Pero era Lea el alma gemela potencial de Esav. Si ella misma se sentía inadecuada al desafío de lidiar con la debilidad de él, su hija y heredera espiritual, Dina, podría haber servido como instrumento de la redención de Esav. 

Este es el profundo significado del adagio: “Como es la madre es la hija”, citado por Rashi. Nuestros hijos heredan no sólo nuestros rasgos actuales sino también nuestros potenciales no realizados. Físicamente, una madre de ojos marrones puede transmitir a su hijo el potencial para ojos celestes heredados por su madre pero inactivo en sus genes. Espiritualmente, un padre puede impartirle a su hijo la habilidad de lograr lo que, para el padre, no es más que un potencial sutil enterrado en lo más hondo de su alma. 

Así que la salida de Dina para “hacer sociales” con las hijas de la tierra, estaba totalmente de acuerdo a ella y su madre. Su exposición a un ambiente extraño no la habría afectado adversamente a su feminidad Judía, su gloria interna de una hija del Rey. Al contrario: ella nació con el rol de ser una mujer judía “salidora” que sirve como fuente de iluminación a su alrededor sin comprometer su modestia y recato. Mejor dicho, era el intento de Iaakov de encerrarla que trajo al desastre. Al salir hacia “las hijas de la tierra”, Dina era verdaderamente la hija de Lea, en el sentido positivo. No era la hija de Iaakov, ya que Iaakov insistió en poner su naturaleza extrovertida de lado. 

DENTRO Y FUERA 

En esto se encuentra un mensaje para las mujeres de todas las generaciones: 

La Torá ve a los hombres y a las mujeres como si hubieran sido impartidos por su Creador con distintas características y funciones. El hombre es un conquistador, encargado de enfrentar y de transformar a un resistente y muy frecuentemente hostil mundo. Para este fin, él ha sido suministrado con una naturaleza extrovertida y agresiva, una naturaleza que la aplica constructivamente en la guerra de la vida, la guerra para combatir lo negativo y de redimir los elementos positivos y oportunidades que se encuentran cautivadas en los rincones desolados de la creación de Di-s. 

La mujer es diametralmente opuesta. Su intrínseca naturaleza es no-conflictiva, introvertida, modesta. Mientras los hombres pelean las perversidades de afuera, la mujer cultiva la puridad dentro. Ella es el pilar de la casa, cuidadora y educadora de la familia, guardián de todo lo sagrado que hay en mundo de Di-s. La gloria entera de la hija del Rey está dentro. 

Pero “dentro” no necesariamente significa “dentro de la casa”. La mujer, también, tiene un rol que va más allá de la casa, se extiende a las hijas más extrañas de las tierras más paganas. Una mujer que ha sido bendecida con la aptitud y talento para influenciar a sus hermanas, puede y debe ser una “salidora”, dejando periódicamente su refugio de santidad para alcanzar a aquellos que han perdido la dirección de sus vidas. 

Y cuando lo hace, no necesita y no debe asumir el porte guerrero del hombre. El enfrentamiento no es el único camino de lidiar con el mundo, también hay una forma femenina, un camino gentil, modesto y compasivo, de extraer la bondad de lo malvado que emerge afuera. El enfrentamiento es frecuentemente necesario, pero es también inefectivo y a veces perjudicial. Incluso las batallas más feroces precisan el toque femenino de la mujer extrovertida. 

¿POR QUÉ ENFRASCARSE EN LOS DETALLES DE LA TORÁ? 

Por Israel Cotlar 

Pregunta: 

Siempre he disfrutado del estudio de la Torá. Aprecio profundamente su sistema de valores y su código moral. Después de todo, el autor es Di-s mismo y nuestro Creador probablemente sepa qué es mejor para Sus creaciones. 

Pero no entiendo los análisis detallados de la Torá en tu sitio web. ¿Por qué cortar cada letra o palabra aparentemente redundante en la Biblia? ¿No es ir un poco lejos? 

Respuesta: 

Imagínate por un momento a Albert Einstein caminando en la calle y tirando una lapicera. Se agacha para levantarla, y un hecho desafortunado sucede. Sus pantalones se rasgan. Se da la vuelta, va hacia su casa, y arregla los pantalones. 

He aquí que tenemos al Profesor Einstein con un hilo y aguja. 

¿Acaso este acto expresa su sabiduría prodigiosa? Ciertamente no. Incluso cuando cose, Einstein reflexiona profundamente. Pero parte de la vida, incluso la de un genio, es asegurarse que no haya una rasgadura en sus pantalones. 

A lo que me refiero es, que frecuentemente solemos equiparar la autoría de Di-s de la Torá al cosido de los pantalones de Einstein. Lo hace, porque bueno, es algo necesario de hacer. Pero no es así cómo los Sabios de Israel veían a la Torá. 

El concepto popular sostiene que Di-s luego de haber creado al mundo, Vio la necesidad de darnos a los terrícolas un código moral a seguir. Así, nació la Torá. Está aquí para mantener al mundo civilizado y para salpicar alguna explicación a la vida caótica frecuente del hombre. Algo como un manual de autoayuda para la humanidad. 

Si esa fuera la suma total de la Torá, tendría muy poco que ver con Di-s mismo. Sería parte de la descripción de trabajo del Creador-del-Mundo, pero, como Einstein cosiendo sus pantalones, tiene muy poco que ver con la Sabiduría Esencial de Di-s. No robar, no lastimar a nadie, dar caridad…todo muy lindo, ¿pero llamas a eso sabiduría infinita? 

Y así, nos dicen que “La Torá precede al mundo 2000 años” 

En otras palabras, la Torá no es solo una guía de Di-s para el hombre. Precede al hombre, precede al mundo, precede a toda la existencia. Es la propia Sabiduría de Di-s, que Él, ciertamente dicho, discute con Él mismo. Y Él decidió compartirlo con nosotros. 

Siendo que Di-s es una unidad completa, Su sabiduría es Una con Él también, como nos dice el Zohar: “Di-s y Su Torá son completamente Uno”. Así que básicamente, cuando Él nos da Su Torá, nos está dando a Él mismo. 

Ahora, cuando esta sabiduría Divina (luego de haber descendido por miríadas de dimensiones espirituales) entra en nuestra realidad, lo traduce a leyes bastante útiles. Pero eso es porque sólo algo puramente Divino va a expresarse como la verdad absoluta en cada paso de la escalera. Ahora, eso es bastante fenomenal: Di-s mismo envuelto en un elegante paquete de sabiduría aplicable. 

Esta es una de las razones por las que la Torá comienza con una Bet y no con una Alef. Si estudiamos sus leyes y las encontramos éticas (o sus historias y las encontramos inspiradoras), tenemos que recordar que no estamos comenzando del principio de la historia. El comienzo de la misma, está muy lejos de nosotros, con Di-s mismo. Lo que conseguimos ver es sólo la parada final, como se aplica aquí abajo. Pero si cavamos más a fondo, dando vueltas cada palabra y frase, preguntando, “¿Por qué lo dijo de tal forma? ¿Qué es lo que hay tras todo esto?”, quizá podamos ojear un poco de lo que hay realmente dentro de esta Sabiduría. Quizá podamos ver Su Torá como la ve Él mismo.