¿Qué es Jasidut?

Generalmente se le suele definir de un modo muy escueto como el movimiento fundado por Rabi Israel Baal Shem Tov (1698-1760) destinado a revitalizar la vivencia espiritual religiosa del judaísmo, lo que además produce la sensación de que es un movimiento que pertenece al pasado.

Sin embargo subsiste hasta el presente y tiene gran relevancia como un sistema de filosofía religiosa, una aproximación integral a la totalidad que es el hombre y su conexión con el cosmos.

Actualmente existen ramas florecientes entre las cuales se destaca Jabad Lubavitch fundado por  Rabi   Shneur Zalman, autor del Tania que dio una nueva luz al judaísmo, al revelar la parte interna, oculta de la Torá, para hacerla accesible a la inteligencia humana de las mayorías. El método de estudio se conoce con el nombre deja JaBaD, (acróstico de las tres facultades intelectuales de la persona jojmá -Sabiduría; Bina -Entendimiento y Daat- Conocimiento); que son el punto de partida del nacimiento de las emociones que constituyen el centro del principio de que la mente debe dominar al corazón, en una relación simbiótica en la cual la mente engendra la emoción , y ésta valida la mente. La contribución de jabad está en la consideración de que mente y corazón están integrados, no existen compartimientos -solo hay un persona y sus diferentes aspectos -cuerpo y alma-, mente y corazón, acciones, vida privada y pública, realización de mitzvot o preceptos y actividades ordinarias – todos forman parte del individuo, fortificándose uno al otro y sirviendo de base a la totalidad que es la persona.

En la actualidad se escriben cientos de libros y panfletos de auto – ayuda, pero generalmente estos son superficiales y usan los mismos clichés. Los cambios en la vida de las personas – los profundos y duraderos-solo pueden provenir de un estudio más profundo de la personalidad, conjuntamente con una guía práctica que permita traducir el conocimiento en acción. Las enseñanzas de jasidut, las de misticismo judío, ofrecen una aproximación única en la esfera del mejoramiento personal pues combinan el estudio y el ejemplo personal de los grandes Maestros Jasídicos, con pasos prácticos que toda persona puede aplicar y que es efectivo no solo para aquellos que pertenecen al movimiento jasídico, y no solo para los judíos sino para toda la humanidad.

En resumen se puede decir que jasidut Jabad, es el estudio de la dimensión esotérica y espiritual de la Torá, que cuando se acompaña con la ley y la tradición judía, crea una sinergia de cuerpo y alma, que ayuda a hacer de Di-s un ser tan real y relevante para nosotros como el aire que se respira y la comida que se ingiere.

La dimensión interior siempre fue parte de la tradición, pero en generaciones anteriores solo era estudiada por pequeños grupos de Sabios. Jasidut dio entrada a una nueva era, en la cual ese misticismo se hizo accesible a aquellos que lo querían estudiar y ser inspirados por él, con la intención de que la difusion de esas enseñazas hiciera a Di-os una realidad en la vida de las personas y trajera la redención al mundo entero.

Que es el Tania?

Es la obra maestra de Rabi Shneur Zalman de Liadi

Es un trabajo nacido de las situaciones de la vida real y es allí donde reside su descomunal y eterno poder. Aunque las ideas son expresadas bajo el formato de un análisis erudito, presentando un sistema metafísico y místico, el Tania es el registro de 20 años de experiencia personal en el asesoramiento y consejos brindados por el autor. La obra fue escrita para aquellos cuyas creencias no han sido perturbadas por la duda, pero que buscan la senda correcta hacia Di-os.

El autor llamó a su obra con tres nombres diferentes:

Likutei Amarim – “Colección de Discursos”, título bajo el cual fue publicada por primera vez en Slavita en 1796.

Tania, en virtud de la palabra inicial del libro, citando una fuente del Talmud, que le sirve de punto de partida para desarrollar todo su sistema.

Sefer shel Beinonim – “Libro de los intermedios”, llamado así en virtud del tipo de personalidad sobre el cual el libro centra su atención; “el intermedio” cuyo rango está al alcance de toda persona que se encuentra entre el tzadik (hombre justo y piadoso) y el rashá (hombre malvado).

Hasta el presente han aparecido más de 3000 ediciones en todo el mundo de esta obra que es considerada como la «Torá Escrita» de Jabad, en la que cada palabra y cada letra tienen pleno significado. De hecho el autor la dividió en 53 capítulos para corresponderse con el número de sidrot o parashot (secciones semanales) del Pentateuco. Ha sido traducida a innumerables idiomas entre los cuales se encuentra el español.

El Rebe Iosef Iitzjak Schneerson instituyó la costumbre de que cada día fuera estudiada una parte del Tania, así como del Jumash -con el comentario de Rashi y de Tehilim, Salmos. Estos estudios diarios son los conocidos bajo el nombre genérico de Jitat; siglas de las palabras Jumash, Tania y Tehilim.

Prisioneros famosos

Éstos son algunos prisioneros famosos:

Abraham: encarcelado por Nimrod por diez años. (Talmud, Bava Batra 91a) Iosef: encarcelado en la prisión del Faraón en Egipto por doce años (Bereshit 39:20)

Rabí Akiva: encarcelado por los romanos por enseñar Torá (Talmud, Berajot  61b)

Rabí Shimon bar Iojai: confinado a una cueva por trece años luego de que los Romanos pidieran recompensa por encontrarlo.

Rabí Shneur Zalman de Liadi: de- tenido por 52 días en la fortaleza Peter- Paul en San Petersburgo con cargos de traición contra el Zar Ruso. Liberado el 19 de Kislev de 5559 (1798)

El común denominador de estos “prisioneros” es que la vida de cada uno y sus enseñanzas constituyeron un hito en la difusión de la Torá.

Abraham comenzó con la “edad de la Torá”*. Iosef era la conexión entre la Torá de los patriarcas y las generaciones del exilio en Egipto.

Rabí Akiva era la figura central de la transmisión de la Torá oral, el cuerpo de la ley de la Torá y su interpretación que constituye la llave para el entendimiento y aplicación de la Torá Escrita, desde Sinaí hasta la Judeidad en la Diáspora.

Rabí Shimon Bar Iojai, autor del Zohar, es nuestra fuente para la Kabalá, la dimensión mística de la Torá.

Rabí Shneur Zalman de Liadi era el fundador del movimiento Jasídico Jabad, que fundió la corriente racional y mística de la Torá en un programa unido y comprensible.

En cada uno de estos casos, el encarcelamiento sirvió como un período de incubación para la revelación de una nueva dimensión de la sabiduría de Di-s en nuestro mundo.

De hecho, el confinamiento siempre precede a un nuevo comienzo, considerando las circunstancias de cada nacimiento (según las leyes de la Torá, un bebé recién nacido tiene el status legal de un prisionero recién liberado, siendo que “no hay un prisión más grande que el útero”) Por lo tanto, el Profeta Iejezkel compara la experiencia del galut (nuestro estado actual de exilio y desalojo espiritual) al embarazo, y la redención al nacimiento que le prosigue.

Confinamiento, ya sea en el útero, en el galut, o en una prisión, es un tiempo de limitación externa. Pero también es un momento de fomento interno, que puede ser utilizado como el punto de lanzamiento para las infinitas posibilidades de un recién nacido.

*“El mundo existe desde hace seis mil años: dos mil años de caos (por ejemplo, el diluvio, la torre de Babel), dos mil años de la Torá (a partir de que Abraham comenzó a difundir el conocimiento de Di-s a los 52 años), y dos mil años de la era mesiá- nica (es decir, el mundo tiene el potencial para al- canzar la máxima perfección y Mashiaj está destinado a entrar en este período) “– Talmud, AVoDá ZARAH 9a.

Basado en un extracto del diario del Rebe fechado el 19 de Kislev

Una escalera al cielo

Leemos la historia del sueño de Iaakov y la famosa escalera con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.
Pregunto: ¿Los ángeles necesitan escalera? Todo el mundo sabe que los ángeles tienen alas, no pies.
Entonces, si tienen alas, ¿por qué necesitarían una escalera?
Hay un hermoso mensaje aquí.

Para ascender al cielo no se necesitan alas. Prescindamos de lo dramático.
Olvidemos los pasos agigantados y extravagantes. Hay una escalera, una ruta espiritual claramente trazada para nosotros; una ruta que debe recorrerse paso a paso, un peldaño a la vez.

El camino al Cielo es gradual, metódico y eminentemente manejable.
Muchas personas se desaniman de comenzar un viaje espiritual porque creen que es necesario un gran acto de fe.
No se ven alcanzando un grado de compromiso religioso que les parece de otro mundo.

Y, sin embargo, con el enfoque gradual, uno descubre que el viaje se puede emprender y que el destino al que se aspira en realidad no es el espacio exterior.
Cuando era niño en Brooklyn, todas las mañanas pasaba por un edificio muy grande de camino a la escuela.

Era la Caja de Ahorros del Kingcounty.
Todos estos años después, todavía recuerdo el proverbio chino que estaba grabado en los grandes portales de la entrada del banco. “Un viaje de mil millas comienza con un solo paso.”

Eso no es sólo sabiduría china. Nosotros los judíos estamos de acuerdo.
Y no se limita a iniciar un plan de ahorro. Es una idea simple pero poderosa que no tiene por qué ser “todo o nada”.
¿Cuál crees que es la fantasía de un rabino? ¿Un tipo que entra a su oficina y dice:
“¿Rabino, quiero volverme ‘completamente observante, dígame qué debo hacer”? ¡No! ¿Por qué no? Porque un compromiso como ese suele estar presente hoy y desaparecer mañana.
Como dice el dicho popular: “Lo fácil viene, lo fácil se va”.

El método correcto y más exitoso para lograr nuestros objetivos judíos es el enfoque lento y constante. Gradual, pero consistente.
Tan pronto como uno se siente cómodo con una mitzvá, es hora de comenzar con la siguiente, y así sucesivamente.
Luego, a través del crecimiento constante, poco a poco nos volvemos más conocedores, comprometidos, realizados y felices en nuestra fe.

Cuando mi padre estaba en la Ieshivá, su maestro una vez hizo la siguiente pregunta: “Si dos personas están en una escalera, una arriba y otra abajo, ¿quién está más arriba?”

La clase pensó que era una pregunta bastante tonta, hasta que el sabio maestro les explicó que en realidad no eran capaces de juzgar quién estaba más arriba o más abajo hasta que primero determinaran en qué dirección se dirigía cada uno.

Si el de arriba estaba bajando, pero el de abajo subía, entonces conceptualmente, el de abajo en realidad estaba más alto.
Entonces, realmente no importa cuál sea el punto de partida o dónde se encuentren en la escalera de la vida religiosa.
Mientras se muevan en la dirección correcta, mientras suban, lograrán, por favor Di‐s, escalar las alturas celestiales.

El judío agradecido

Quizás le sorprenda saber que la palabra “judío” no aparece en los Cinco Libros de Moshe.
La Torá se refiere a nuestro pueblo como los Hijos de Israel, porque somos hijos de Iaakov, a quien se le dio el nombre adicional “Israel”.
Israel engendró doce hijos, que llegaron a ser las doce tribus de Israel.

El nombre “judío” proviene del nombre “Iehudá”, que significa “agradecimiento”.

Iehudá fue el cuarto hijo de Iaakov y su esposa Lea.
Como leemos en la parshá de esta semana: “Y ella concibió de nuevo y dio a luz un hijo, y dijo: ‘¡Esta vez agradeceré [ode] al Señor!’ Por eso, lo llamó Iehudá.
¿Por qué todos los judíos reciben el nombre de una sola de las tribus, Iehudá? ¿Qué tiene la acción de gracias que captura la esencia de los Hijos de Israel?

A menudo miramos a nuestro alrededor y nos preguntamos por qué algunas personas que nos rodean son tan desagradecidas.
¿Por qué nuestros hijos no aprecian todo lo que hacemos por ellos? ¿Por qué nuestro cónyuge no muestra gratitud? ¿Por qué nuestros compañeros de trabajo nos dan por sentado?


Para entender por qué el sentimiento de gratitud es tan difícil de alcanzar, debemos examinar la palabra hebrea para “gratitud”, hodaa, la raíz del nombre Iehuudá.
Hodaa también significa “reconocer”, como reconocer que la opinión de otra persona es correcta.

¿Por qué estas dos ideas aparentemente distintas, agradecimiento y reconocimiento, comparten la misma palabra? ¿Qué conexión comparten?
La respuesta es que la clave para estar agradecido es reconocer la perspectiva del otro.
Para ilustrar: una madre hace mucho por su hijo, pero ¿el niño lo aprecia?
El niño puede dar por sentado el esfuerzo de la madre, pensando que ella está haciendo lo que se supone que debe hacer como madre.
Al fin y al cabo, argumenta, ¿no es éste su trabajo?

La única manera en que el niño pueda sentirse genuinamente agradecido es si adopta su perspectiva, si apreciatodos sus sacrificios y todo el tiempo que ella le dedica con amor.
Lo mismo ocurre con el cónyuge. Podemos agradecerle por un acto de bondad.
Pero para sentirnos verdaderamente agradecidos, debemos ver el panorama desde la perspectiva de nuestro cónyuge.

Necesitamos apreciar todo el pensamiento, sentimiento y energía que se invirtió en este acto. Sólo cuando reconocemos y apreciamos el punto de vista del otro –hodaa– podemos decir toda, “gracias”.
Ser judío es poseer la capacidad de ver más allá de lo obvio, de reconocer la perspectiva del otro.
Ser judío es experimentar el dolor de los demás, así como regocijarse en su felicidad como si fuera la nuestra.
Ser judío es reconocer y aceptar la perspectiva de esperanza y alegría incluso en medio de grandes dificultades.
Existe una disputa constante y de larga data entre la creación y el Creador.

Nuestra perspectiva es que nuestra vida, salud y éxito se deben a nuestros esfuerzos independientes, y que al
único que debemos agradecer es a nosotros.
Sin embargo, desde la perspectiva de Di‐s, el Universo entero está siendo creado en todo momento por la palabra de Di‐s.

Desde Su perspectiva, la única realidad verdadera es la vitalidad Divina dentro de cada ser creado.
El judío tiene la responsabilidad de ver el mundo desde la perspectiva de Di‐s, de cultivar un punto de vista que se
centre en lo espiritual más que en lo físico.
El iehudi posee el don del reconocimiento y, por lo tanto, puede experimentar un genuino agradecimiento.

¿Quién está más alto?

¿Cuál es la mejor forma de llegar hasta el cielo? ¿Caminar por una avenida llena de autos en sentido contrario a ellos? ¿Realizar cierto tipo de increíble acto de fe? ¿Salvar miles de vidas? Bueno, hay una respuesta bastante buena en la Parshá de esta semana.

Leemos la historia del sueño de Iaakov con la famosa escalera con sus pies en la tierra y su cabeza en los cielos. “Y en ella los ángeles de Di-s subían y bajaban”.

Déjenme hacer una pregunta, como se dice en Idish, “ a klotz kashe” (una simple pregunta). ¿Los ángeles precisan una escalera? Todos sabemos que los ángeles tienen alas, no pies. Así que, si uno tendría alas, ¿Precisaría una escalera?

Aquí hay un mensaje muy bello.

En la escalada hacia el cielo uno no necesariamente precisa alas. Olvídense de los saltos de fantasía y límites. Hay una escalera, una ruta espiritual claramente asignada para nosotros; una ruta que precisa ser atravesada paso a paso, un escalón a la vez. El camino hacia el cielo es gradual, metódico y eminentemente manejable.

Mucha gente se desanima de empezar este recorrido espiritual porque piensan que se precisa un gran salto de fe. No pueden verse a sí mismos alcanzar un nivel de compromiso religioso que ven como algo fuera de este mundo. Y aún así, con el abordaje gradual paso a paso, uno encuentra que el se puede embarcar en el recorrido y que el destino aspirado no es de hecho, algo extraterrestre.

Cuando era pequeño, en Brooklyn, solía pasar por un edificio muy alto de camino a la escuela cada mañana. Era el Banco de Ahorros King´s County. Todos estos años después, todavía recuerdo el proverbio Chino que estaba inscripto en los grandes portales de la entrada del banco. “Una travesía de mil millas comienza con un sólo paso”. Esto no es sólo una sabiduría China, nosotros los judíos estamos de acuerdo. Y no está limitada a empezar con un plan de ahorro. Es una simple pero muy poderosa idea que no precisa ser “todo o nada”.

¿Cuál piensa que es la fantasía de un rabino? Un muchacho que viene a mi oficina y me dice, “Rabí, quiero ser observante. Ahora dígame, ¿Qué tengo que hacer?”. ¿Es esto lo que sueño despierto todo el tiempo? Y si pasa, ¿piensas que voy a tirarle el libro e insistirle que haga cada Mitzvá desde ese momento? ¡Nunca! ¿Por qué no? Porque una demanda como esa generalmente está hoy y mañana se fue. Como expresa el dicho popular: “Fácil viene, fácil se va”. Me temo que no he tenido esas increíbles experiencias con los tipos de “judíos instantáneos”. El método más exitosos y correcto de lograr nuestros objetivos judíos es el acercamiento lento y seguro. Gradual, pero consistente. Tan pronto uno se siente cómodo con una Mitzvá, es momento de empezar con otra, y así sucesivamente. Luego, a través de un crecimiento constante, lento pero seguro nos convertimos en más conocedores, comprometidos, plenos y contentos con nuestra fe.

Cuando mi padre estaba en la Ieshivá, su maestro le preguntó una vez la siguiente pregunta: “Si dos personas están en una escalera, uno arriba y otra abajo, ¿Quién está más alto?”. La clase pensó que era una pregunta bastante tonta, hasta que el sabio maestro explicó que ellos no están capacitados para juzgar quién está más alto o bajo hasta que primero no se pongan de acuerdo en qué dirección se dirigía cada uno.

Si la persona que estaba arriba iba hacia abajo, pero el muchacho que estaba abajo iba hacia arriba, entonces conceptualmente, el de abajo estaba más elevado.

Así que, no importa cuál es su punto de partida o en dónde están en la escalera de la vida espiritual. Mientras se muevan en dirección correcta, y vayan hacia arriba, si Di-s quiere van a tener éxito en escalar las alturas Divinas.

Les deseo un buen y exitoso viaje.

Por Yossy Goldman.

Vayetzé: Y salió…

Yaacov, padre de las doce tribus, salió de Israel (Beer Sheva) y se fue a Aram (Harán) para escapar de su hermano Esav, según el consejo de su madre, y para buscar esposa, según las instrucciones de su padre, Itzjak.

Beer Sheva representaba la paz y la seguridad, el rezo y el estudio de Torá; sin embargo, tuvo que dejarlo para enfrentarse al mundo de las tentaciones, Olam, cuya raíz es Elem, ocultamiento (donde Di-s está oculto) y para superarlas, con miras a ser luego el padre de la casa de Israel. Esto nos enseña que Di-s quiere que los judíos vivan una vida espiritual en un mundo terrenal. 

Yaacov estudió 14 años en la Yeshivá de Eber antes de ir a Harán. En vez de dedicarse a estudiar la cultura y el idioma del lugar al cual iba, se dedicó a rezar, lo cual demuestra que antes de formar un hogar judío, la prioridad no debe ser integrarse a la sociedad e imitar las costumbres de otros, sino conocer nuestros fundamentos de vida, indicados en la Torá. 

Antes de llegar a Harán, Yaacov, se detuvo en el Monte Moriá, en el mismo lugar donde Abraham construyó el altar para el sacrificio de Itzjak y donde posteriormente fue construido el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalem). Allí tuvo el famoso sueño de la escalera y recibió de Di-s la promesa de que esa tierra le pertenecería, y de que su descendencia sería tan numerosa como la arena. 

En el sueño de Yaacov, la escalera estaba apoyada en la tierra, pero llegaba hasta el cielo. Como la vida y las experiencias de los patriarcas sirven de modelos para nuestra conducta, este sueño del patriarca nos señala que aún cuando nuestra existencia física es terrenal, todos tenemos el potencial de alcanzar altos niveles espirituales y, por tanto, debemos poner todo el empeño en lograrlos.

En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Éstos representaban a los cuatro imperios que dominarían a nuestro pueblo: el de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Edom), nuestro exilio actual.

En cada uno de los casos, Yaacov vio su subida, apogeo y caída, menos en el caso de Edom, cuyo ángel subía continuamente. Al preguntarle a Di-s cuándo bajaría, este le respondió que Él mismo lo haría bajar, lo que indica que la finalización del actual exilio se producirá por medios sobrenaturales.

Yaacov llegó a la casa de Laván, su tío, y luego de trabajar siete años para casarse con Rajel, tuvo que casarse con Lea, la hermana mayor de Rajel, porque Laván lo engañó. Entonces trabajó siete años más para casarse con Rajel. En total, Yaacov pasó 20 años trabajando para Laván, sin perder su nivel espiritual. 

La raíz de la palabra arameo (en hebreo, aramí) significa “engaño”; ese era el nombre con que se conocía a Laván, “maestro del engaño” (aramí).

Cuando se narra el amor de Yaacov por Rajel, se dice que aún cuando tuvo que esperar siete años para casarse con ella, éstos se le pasaron como si fueran pocos días, debido al amor que sentía. Esto nos explica el verdadero tipo de amor. 

Para quienes se aman principalmente a sí mismos y necesitan la compañía de la otra persona para gratificarse, cada día de ausencia es una eternidad. En cambio, Yaacov amaba a Rajel por lo que ella era, más que por lo que podía darle; se trataba de un amor incondicional, por el que cualquier sacrificio valía la pena.

El amor egoísta es impaciente; el verdadero amor es permanente, prevalece, y en tal contexto, muchos años pueden parecer pocos días. 

Yaacov tuvo doce hijos con sus cuatro esposas: Lea, Rajel, Bilhá y Zilpá. Las cuatro eran hermanas por parte de Laván, su padre; y Bilhá y Zilpá eran hijas de una concubina de Laván.

La importancia de no avergonzar a nadie

Comprobamos la grandeza de Rajel al hacer lo máximo posible para evitar avergonzar a su hermana Lea…

Aunque Labán estaba de acuerdo con permitir que su hija Rajel se casará con Iaakov a cambio de siete años de trabajo del joven, no era en realidad ésa su idea. Iaakov, consciente de que Labán podría intentar engañarlo, entregó un código secreto a Rajel para poder reconocerla como su verdadera novia. Sin embargo, cuando Rajel supo que su padre planeaba sustituirla por Lea, reveló este código a su hermana para evitarle la humillación. Vemos entonces cómo Rajel, que había esperado siete largos años para casarse con Iaakov, sacrificó su oportunidad de felicidad simplemente para no observar el espectáculo de una hermana avergonzada.

Este acto de total desprendimiento es una lección para todos nosotros y mereció la recompensa divina: Shaúl (Saúl), el primer rey de Israel era su descendiente.

La abnegación ha sido una característica permanente del pueblo judío.

La importancia de evitar avergonzar a la gente se evidencia en la historia de Mar Ukva y su esposa, relatada en el Talmud. Mar Ukva fue uno de los grandes rabinos de la vieja comunidad judía de Babilonia. Esta persona vivía preocupada no sólo por estudiar Torá sino por dispensar caridad a los miembros necesitados de la comunidad. Pero era tal su preocupación por no avergonzarlos, que acostumbraba a colocar secretamente la suma designada en un hueco de la puerta o en cualquier otro lugar de fácil acceso. El necesitado nunca sabía quién había dejado el dinero y Mar Ukva quería asegurarse de que el pobre agradeciera a Di-s por su beneficencia.

Cierta vez, su esposa se aproximó a la ieshivá y los dos regresaron juntos a la casa al anochecer. En el camino, Mar Ukva dejó secretamente dinero en las casas de varios pobres. En una de ellas en particular, el receptor estaba curioso por conocer a su benefactor y se paró de vigilia en la puerta. Al observar que alguien estaba allí, Mar Ukva salió corriendo y buscó un lugar para esconderse junto con su esposa. El único lugar disponible resultó ser el horno inmenso de un panadero. Aunque el fuego estaba apagado, los ladrillos del piso se encontraban aún muy calientes y Mar Ukva se quemó la planta de los pies. Su esposa, que no había sido afectada por el calor, le hizo poner sus pies sobre los de ella. Y así estuvieron un rato, hasta que consideraron seguro salir y retornar a la casa sin ser vistos por el pobre.

Mar Ukva y su esposa llegaron al extremo de arriesgarse a sufrir quemaduras dentro de un horno para no avergonzar a un pobre que recibía caridad.

Los comentaristas de la Torá expresan que cuando Di-s eligió a Moshé para conducir a los judíos fuera de Egipto, éste demoró siete días en aceptar la oferta, por no hacer sentir a Aarón, su hermano mayor, que se lo privilegiaba con esa distinción. Solamente consintió en ir a Egipto cuando Di-s le dijo: “Cuando Aarón te vea, su corazón estará contento”.

La Torá relata que Javá pecó al comer el fruto prohibido del árbol de la Sabiduría, sin embargo, la Torá no revela el nombre de ese árbol. ¿Por qué? Porque entonces la gente hubiera dicho:

“Este árbol es el que trajo aflicción al mundo”. Y Di-s no quiso avergonzar a ninguna de Sus criaturas, ni siquiera a un objeto inanimado. ¡Cuánto más debemos entonces cuidarnos de avergonzar a otro ser humano!

Durante el Seder de Pesaj del gran Gaón (Sabio talmúdico) Rabí Akiva Eiguer, uno de los invitados volcó accidentalmente vino sobre el mantel. Al notar la turbación del visitante, Rabí Akiva Eiguer sacudió discretamente la mesa para hacer caer su propia copa y derramar él también el vino. “A esta mesa le pasa algo, no está bien derecha”, explicó Rabí Eiguer y el invitado se sintió más aliviado.Extraído de Ayer, hoy y siempre Editorial Bnei Sholem

¿Para qué debemos rezar?

Pregunta: Estoy un poco confundido acerca de la idea de rezarle a Di-s para que nos ayude en alguna situación o para que nos provea de algo. Si Di-s creó la situación en la que la persona se encuentra, es porque desea que así sea. Él sabe que eso es bueno para el individuo. Entonces, ¿para qué debemos rezar para que la cambie?

Respuesta: Si, en realidad todo el concepto del rezo es confuso. Confiamos en que Di-s es Bueno y todo Lo hace por el bien. Creemos en que Él posee el conocimiento perfecto de todo y todo está bajo Su control. Y le pedimos que cambie las cosas y las haga para bien. Si, parece ser una contradicción.

Pero, piénselo así: Di-s desea que la gente le rece a Él. Algo parecido a lo que cualquier padre desea. Que su hijo tome el celular  y escriba: “Hola, Papá, Mamá”.  Más aún, Él desea que las cosas progresen en su mundo a través de la mutua consulta. Desea que nos involucremos y tratemos de comprender qué es bueno para nosotros y tratemos de que suceda- no importa cuánto más grande y mejor es Su propio entendimiento y habilidad que la nuestra.

En eso consiste el rezo, en realidad: Vínculo entre vos y Di-s. Pensá que rezar es algo así como que Di-s conversa consigo Mismo a través tuyo. En la Plegaria Di-s y vos son uno.

Por eso, pide por todo lo que necesites, pero tené presente a Quién se lo está pidiendo. Y piensa: ¿qué estás haciendo a cambio? ¿Qué tipo de socio es con Di-s?

Rabino Tzví Freeman

Carne a la Cerveza

Te presentamos una receta increíble y super fácil para presentar en tu próximo Shabat.

¡En poco pasos, verás que queda riquísimo, super sabroso y muy tierno!

Ingredientes:

1 1/2kg de pechito

1 cucharada de café

1 cucharada de azúcar negra

1 cucharada de comino

1 cucharadita de sal

1/4 cucharadita de pimienta negra

1/2 cucharadita de ajo en polvo

1/4 cucharadita de paprika 

2 cucharadas de aceite de oliva

1 lata de cerveza (de cualquier variedad)

Procedimiento:

Mezclar todos los ingredientes menos la cerveza y pasar todo esta pasta en todo el pechito.

En una olla calentar el aceite y sellar la carne por 5 minutos por lado, o hasta que esté doradita.

Una vez que la carne está dorada de ambos lados agregar la cerveza.

Cocinar en fuego medio por 3 horas. (olla tapada).

¡Y Listo! Si te gustó esta receta, no te olvides compartirla en tus redes sociales.

El significado de los sueños

¿Qué son exactamente los sueños? ¿Profecías? ¿Revelaciones o simples fantasías? Nos angustian, nos alegran, nos dejan pensando…

Zejariá, Jagai y Malaji fueron los últimos Profetas y con ellos concluyó la etapa de la profecía en el seno del pueblo judío.

Tras ellos surgieron los Miembros de la Magna Asamblea -“Anshei Kneset Hagdolá”- quienes continuaron con la cadena de transmisión judía, de nuestra tradición, comenzada por Moisés, receptor de la Torá en el Monte Sinaí, y quien la recibiera de sus manos, Iehoshúa -Josué.

De aquí en más, a partir de la construcción del Primer Beit Hamikdash -Gran Templo de Jerusalem- en el año 3408 (352 antes de la E. C.), la tradición continuó a través de nuestros maestros de la Mishná -los “Tanaím”-, quienes ocuparon el lugar de los Profetas en la función de enseñar el verdadero camino de Di-s al pueblo.

Estos “Tanaim” poseían las virtudes de los Profetas y cumplían fielmente su cometido. Eran personalidades de talla superior, temerosos de Di-s y eruditos conocedores de la Torá y su significado, íntegros en sus virtudes personales y dotados de un inagotable caudal de entrega y dedicación. Carecían de intereses egoístas y solo buscaban servir a su Creador con alegría y cariño.

Con todo, aún cuando reuniesen las características de los Profetas, por razones que solo el Amo del Universo conoce, el espíritu de la profecía no se manifestó en ellos. Con los Profetas de la Biblia – el “Tanaj”-  había concluido, indefectiblemente, la etapa de los profetas.

Con todo, si bien la profecía había dejado de existir, había surgido algo relativamente cercano a ella: la Inspiración Divina (“Rúáj Hakodesh”).

Esta Inspiración Divina condujo y guió las enseñanzas de los Sabios de la Mishná y el Talmud -los “Tanaím” y los “Amoraím”- y sus sucesores, los “Rabanán Seburaé”, los “Gueoním” -Saadiá Gaón, Rav Sherira Gaón, Rav Hai Gaón, etc.-, y tras ellos los “Rishoním” -Rabí ltzjak Alfasi y otros-.

Sin embargo, cada generación se veía a sí misma en inferioridad de nivel frente a la generación precedente, respecto de la altura espiritual que le fue concedida. “Si los primeros fueron cual ángeles, nosotros somos cual hombres” -este refrán de nuestros Sabios- era el que de mejor manera ilustra el sentimiento que abrigaban ante la magnitud espiritual de generaciones anteriores.

En cuanto la profecía dejó de existir, nuestros Sabios dejaron de basarse en ella en su empeño de alcanzar la revelación Divina.

Desde ese momento, su función se remitía a cuidar el legado de la Torá, interpretarla y explicar sus detalles, y ver que fuese transmitida a las generaciones subsiguientes. Muchos de sus valores fundamentales habían sido entregados a modo de reglas generales, insinuadas en contadas palabras, condensada gran cantidad de sabiduría espiritual en poco espacio físico.

Y esta función específica de los Grandes de la Torá a partir de ese momento continúa siendo el basamento de actividad de los legítimos Sabios de la Torá incluso hasta nuestra presente generación.

Ahora bien, tras este preámbulo, veamos más de cerca cuál es el enfoque que nuestros Sabios han conferido al tema de los sueños, tal como éste se ve abordado en la literatura talmúdica.

En forma general cabe decir que su perspectiva está magistralmente resumida en las palabras del Profeta Irmiahu – Jeremías “¿Qué hace el alimentocon el grano?” (Irmiahu 23:28). En otras palabras, cabe considerar que se trate de sueños con verdadero contenido, más, en su amplia mayoría, solo encierran palabras vanas.

De ese modo, nuestros Sabios, de acuerdo a las palabras de Irmiahu, han reflexionado de la siguiente manera: como no es posible que el alimentoexista sin el grano, del mismo modo no es posible un sueño sin palabras carentes de sentido” (Talmud, Berajot 55).

Lo dicho es cierto frente a la mayoría de los sueños, más aún si hemos de tener en cuenta que éstos dependen en gran medida con la temática del pensamiento durante el día transcurrido. Los sueños expresan en qué ha estado enfrascado su pensamiento.

En general nuestros Sabios han sido de la opinión de que no debe prestarse especial atención al contenido de los sueños.

Ven innecesario narrar su contenido, repetirlo a otros, así como buscar su interpretación.

De este modo, resulta que es absurdo hablar de “buenos sueños” o “malos sueños”. Tal es así que el mismo Rav Jisdá declara más benéfico un “sueño malo” que uno “bueno”, y Rashi explica que ello se debe a que el primero de estos sueños, al menos posee la virtud de incentivar al hombre a regresar a Di-s, lo invita a la “Teshubá”.

A la par de que nuestros Sabios restaron importancia a los sueños y consideraron un modo inadecuado querer entrever en ellos una noticia futura, buena o mala, resaltaron más la necesidad de tomar en consideración la personalidad del hombre que los ha soñado. Si se trata de un hombre que durante toda la jornada se dedica a asuntos materiales, acosado por la preocupación de su subsistencia y manutención, es muy probable que incluso en sus sueños esta temática esté presente, de modo que sus sueños no superan en importancia al cauce de sus pensamientos mientras estuvo despierto.

Por el contrario, cuando se trata de un hombre dedicado por entero a la vida espiritual, a la pureza y la santidad, impregnado constantemente del efecto de la Torá y sus preceptos celestiales, en ese caso, cabe prestar atención al mensaje intrínseco en sus sueños.

En el caso de un hombre así, el sueño puede ser portador de un significado más allá del usual.

Y este concepto es expresado en una corta frase de nuestros Sabios: “Un sueño – es una parte de sesenta, de profecía” (Talmud, Berajot 57b). Bajo una perspectiva similar, el Zohar -obra cumbre de la Kabalá- expresa que en el presente, al carecer nosotros de la profecía, solo un Eco Celestial puede ser portador de una información celestial. En el Talmud encontramos diversos casos en los que, a diferente gente, se les mostró o reveló algo, mediante el sueño. Incluso nuestros Sabios hablan de un ángel (“Baal Hajalomot”) encargado de notificar cosas mediante un sueño. En otras partes del Talmud se nos da cuenta de problemas resueltos, conflictos y debates solucionados o pasajes complejos e incomprensibles que resultaron accesibles – todo mediante revelaciones durante el sueño.

Casos similares ocurrieron en épocas post-talmúdicas, por ejemplo el caso de Rashi, quien apareció ante su nieto, el “Rashbám”, en el sueño, así como el caso de “Maharám” de Rotenburg, quien se apareció en el sueño a uno de sus discípulos y le enseñó un pasaje talmúdico.

Uno de los legisladores judíos (“Poskim”) del Siglo XIII, Rabí laacov Haleví de Marvidgh conocido con el apodo de Rabí laacov “Hajasid” (‘el piadoso’), escribió una Responsa halájica cimentada en aquellas leyes que le fueran preguntadas y cuya respuesta le fuera revelada en el sueño, según relata Rabí Jaim losef David Azulai -el “Jidá”-.

Mas, como hemos dicho, no pueden compararse los sueños de los Grandes de la Torá y el espíritu, a los sueños del hombre medio, cuyas “revelaciones” en sueños no están en la misma altura.

A pesar de esto, y teniendo en cuenta la naturaleza humana que sí se deja influenciar por sus sueños, es que nuestros Sabios han compuesto una plegaria que es recitada mientras los Kohanim -sacerdotes, descendientes de Aharón- bendicen al pueblo judío en la Sinagoga, durante las festividades.

Y así dicen nuestros Sabios:

“Quien tiene un sueño e ignora qué significa, que se levante cuando los sacerdotes extienden sus manos en bendición, y diga: ‘¡Señor del universo! He soñado mas ignoro qué significa. Sea si soñé respecto de mí, sea si soñaron mis compañeros acerca de mí, o si soñé yo acerca de otros. Si (estos sueños) son buenos, fortifícalos y fortalécelos, tal como los sueños de losef el Tzadik. Si precisan ser curados, cúralos tal como has hecho con las aguas de Mará mediante nuestro maestro Moisés, (como has hecho) con Miriám, de su lepra, con Jizkiahu de su enfermedad, y como las aguas de Ierijó – Jericó- mediante Elisha. Y tal como has convertido a la maldición del malvado de Bilá”.