Beshalaj, agua seca

Algunos datos sobre el maná: parecía una pequeña semilla, redonda, blanca. Descendía por la noche, intercalada entre dos capas de rocío. Sabía a su comida favorita. No producía pérdida, encapsulando las necesidades nutritivas de su comedor tan precisamente que después de que el cuerpo absorbía lo que necesitaba, no restaba nada. (Esta última provocó que alguno de los Israelitas se sintiera un poco de náuseas por su “pan del cielo”).

Poco después que el maná empezó a bajar, recibimos la Torá en el Monte Sinai. Durante las siguientes cuatro décadas atravesamos el desierto comiendo el maná y aprendiendo Torá. Eso es básicamente todo lo que hicimos (cuando no estábamos metiéndonos en problemas). El Midrash ve una conexión directa entre nuestra dieta y nuestra ocupación, declarando que “La Torá sólo podría entregarse a los consumidores de maná”.

Después de cuarenta años de maná y Torá, cruzamos el Río Jordán a la Tierra Prometida. El estudio de Torá seguía siendo una ocupación de jornada completa sólo para la tribu de Levi (y para individuos selectos de otras tribus). Todos los demás empezaron a ganarse la vida trabajando. El maná dejó de caer, y nos cambiamos al “pan de la tierra”- el pan oscuro, voluminoso, cuadrado-el tipo de pan cuyos nutrientes y vitaminas se hallan dentro de un relleno descartable. El tipo del que se digiere en lugar de ser absorbido.

La vida es principalmente desperdicio.

Pasamos trabajando todo el día por el dinero, una hora yendo de compras, otra hora cocinando, unos minutos comiendo. ¿Y dónde va la comida? La mayoría de ella pasa derecho a través de nuestros cuerpos al sistema de la cloaca de la ciudad.

¡Nos dan 24 horas por día, la mayoría aplastante de ese tiempo la pasamos durmiendo, conmutando, buscando estacionamiento, aguardando en la línea, revisando el correo electrónico, escuchando discursos, dando excusas, charlando, haciendo un depósito, haciendo un retiro… Y entonces, en esos cinco minutos que realmente estamos haciendo algo, ¡la mitad del tiempo nos sale todo mal!

De hecho, estamos tan acostumbrados a tratar con desperdicios que cuando se nos da algo que es 100% puro oro, empezamos a buscar alguna escoria para librarnos de él. Buscamos faltas en el alma de un ser amado, agendas ocultas en las amistades más bonitas, el “otro lado” en la más virtuosa de las causas. Incluso la bondad es juzgada por ser demasiado buena para ser verdad.

Esto es por qué, dice el Lubavitcher Rebe: “La Torá sólo podía darse a los consumidores de maná”. Una nación de consumidores de pan se habría embarcado inmediatamente en un proceso de “digestión”. “Ama a tu compañero como a ti mismo”- hubieran dicho- es un material limpio, nutritivo; pero ¿”Cuidar el Shabat”? No es práctico hoy en día. Habrían separado las partes modernas de las partes “primitivas”, las partes de sentirse bien de las -no-me siento cómodo-con esta parte, los “hechos históricos” del “el folklore,” lo “científicamente corroborado” de las partes esotéricas, los “rituales” de las “restricciones”, etc. etc.

Nuestras necesidades mundanas son de consumidores de pan. Necesitamos saber para discernir, para abrazar lo bueno y rechazar lo malo, para hacer opciones morales. Pero también necesitamos saber cuándo salir de nuestro modo de digestión. Para reconocer cuándo, en un momento raro de gracia, Di-s nos dio un regalo de pura bondad y perfección. El abrirnos a Su Torá, y permitir que su totalidad nos nutra, cual el maná lo hacía.

Por Yanki Tauber

Una carta que cambió todo

Cuenta el Rabino Avi Biderman, Sheliaj del Rebe en Viena, Austria:

El lunes, 23 de Tevet 5779 (31/12/18), recibí una llamada telefónica del rabino Zushe Silberstein, Sheliaj del Rebe en Canadá, contándome una historia interesante.

“Me topé hoy con una carta que publicó una de las mujeres de la comunidad judía local”, me cuenta, “y es por esa carta que te llamo.”

En la carta, esa mujer escribe acerca de un sobreviviente del Holocausto que murió recientemente luego de una grave enfermedad. Aquel judío, escribe la mujer, no tiene parientes que se ocupen de realizarle un entierro judío. En consecuencia, y siendo ella la única judía que tuvo con él un contacto estrecho en su vejez, tomó la iniciativa de organizarle un entierro judío.

Desafortunadamente, una de las asistentes que lo cuidaba y se ocupó de él hasta el final de su vida, afirmó que se convirtió al cristianismo y, por lo tanto, se opone firmemente a darle un entierro judío. “Yo, que lo conocí bien, siempre supe que era un Iehudi íntegro, con todo su corazón y alma”.

Tras esta resistencia, y en ausencia de familiares que firmaran su voluntad de un entierro judío, un judío se vería obligado a ser enterrado como un no judío.

Este yehudi tenía dos familiares que podrían firmar tal documento, una vivía en Viena y el otro en Francia.

“Ahora,” la mujer termina en su carta, “después de varios intentos de localizar a estos familiares, intentos que desafortunadamente tuvieron frutos, les escribo por este medio, tal vez alguno de ustedes tenga una idea de cómo ayudar a ese Iehudi, porque si hasta mañana por la noche no hay solución, me rindo.”

“Después de leer la carta”, dijo el rabino Zusha, “se me ocurrió la idea de llamarte, tal vez vos, como Sheliaj de Jabad en Viena, podrás contactar a este pariente”.

Por supuesto, acepté con gusto la misión sagrada e inmediatamente traté de contactar a aquella mujer judía, que yo desconocía, que acababa de cumplir los 80 años.

Toda esa tarde y la mañana siguiente, traté de llamar al número que me habían dado, pero sin respuesta. Cuando vi que ella no estaba respondiendo y me di cuenta de que si seguía esperando, sería demasiado tarde para el fallecido, me dirigí personalmente a la dirección que me habían dado, tratando de encontrarla para hablar cara a cara.

Cabe señalar que estamos hablando del primero de enero, fecha de feriado en Viena, y muchas personas se van de vacaciones fuera de la ciudad, por lo que no esperaba (a primera instancia) encontrarla en casa.

Cuando llegué a la dirección, noté un enorme edificio con muchos apartamentos. Esperé bastante tiempo, solo para poder entrar al edificio. Después de entrar, encontré el apartamento y toqué la puerta durante mucho tiempo, sin respuesta. A pesar de que el edificio era enorme, no había un alma por la zona, así que no tuve a quién recurrir.

Cuando ya me había dado por vencido, comencé a caminar hacia la salida, preguntándome si esta era la dirección correcta. Y si no lo era, andá a buscar a la mujer por toda Viena, ¡y en tan poco tiempo!.

De repente, veo frente a mí a una anciana subiendo las escaleras lentamente. Me acerqué a ella y le pregunté: “¿Disculpe, conoce a la Sra. Hillman?” ” Sí”, respondió ella. “¿Tiene alguna idea de dónde podría encontrarla?” Le pregunté de nuevo, “sí,”  respondió, y con una mirada de asombro, añadió: “Yo soy la señora Hillman, ¿qué busca?”

Le conté la historia brevemente y vi que se ponía realmente pálida, le temblaba todo el cuerpo y no podía hablar. Después de calmarse un poco, comenzó a contarme con gran emoción lo que le había sucedido ese día.

“Ni te imaginas”, me dice ella, “hoy mismo me puse a pensar en mi primo de Canadá, me  pregunté  por su destino, como estará, etc y así como llego a mi casa, me cuentas que murió y que necesitan mi firma para hacerlo llegar a un entierro judío.”

“Tienes que entender,” continúa, con lágrimas que la ahogan, “a nivel lógico no había forma de que nos encontremos, dado que me he ido de vacaciones desde la semana pasada, y en vacaciones no contesto el teléfono ni estoy en mi casa todo el día. Y no tengo un correo electrónico, así que en general es muy difícil localizarme.”

Y hoy, desde la mañana temprano, salí de casa, y solo por casualidad recordé que me había olvidado el paraguas (dicho sea de paso, ese día al final no llovió), y vine a casa por un minuto literal, para tomar mi paraguas e irme, y justo entonces nos encontramos.

Después de que ella se recuperó del shock inicial, fuimos juntos al Beit Jabad y durante aproximadamente dos horas nos sentamos juntos para firmar todos los documentos necesarios.

Solo cuando estuvo absolutamente segura de que había firmado todos los documentos requeridos, y que no habría problemas que pudieran surgir más adelante, se fue, no sin antes pedirme de que la informara sobre todos los avances del tema, y que de ahora en adelante nos mantendríamos en contacto.

Pasaron unos días y, por alguna razón, el entierro se retrasó un poco. Todos estos días la mujer me llamaba para averiguar qué estaba pasando con su primo. En cierto momento, después de esperar unos días sin progreso, la mujer me dijo: “Bueno, hicimos lo que pudimos.”

Le dije: hay una cosa más que puede ud. hacer por el alma del difunto, encender las velas de Shabat, Entonces ella me dice, la verdad que lo había pensado, solo dime ¿cómo se cumple esa mitzvá? ¿Apago las velas antes de ir a la sinagoga o las dejo encendidas?

Les recuerdo, que estamos hablando de una mujer no religiosa, que ahora ya no se contentaba con encender velas, sino que iría al templo, todo como consecuencia de lo ocurrido.

El 7 de Shvat 5779, este Iehudi fue llevado a un Kever Israel en un funeral judío como corresponde en Montreal.

Para terminar, una de las cosas que me cautivó de toda esta historia es que, en cierto momento, la mujer trató de comprender qué tenía que ver yo en toda la historia y me preguntó si conocí al difunto. Le dije que no. Ah, entonces, ¿el que te llamó desde Canadá debió haber conocido al difunto? La verdad que no, le respondí.

Luego, cuando comenzó a comprender lo que estaba sucediendo, intentó resumir la secuencia de eventos:

“Así que el rabino de Montreal no conoce al difunto, y usted no conoce al rabino de Montreal, y yo no lo conozco a ud., pero desde el cielo nos unieron para hacer llegar a este judío solitario a un entierro judío!”

Y la verdad es que ella se olvidó de mencionar a una persona más , el Rebe de Lubavitch, que, si no fuera por la tremenda revolución que provocó en el mundo, a través de los Shlujim, una historia así no hubiera sucedido.

[JasidiNews.com©]

No prometer en vano

La situación financiera de la Ieshivá Tomjei Tmimim de Lubavitch era muy dificultosa…

Nunca había bastante comida para los estudiantes, ni que hablar del dinero para otras necesidades. Uno de los directores de la Ieshivá se acercó a un judío muy adinerado de Rostov y le pidió ayuda.

Al principio el hombre se negó a colaborar, pero después de mucha insistencia, finalmente estuvo de acuerdo en contribuir con algunos de los fondos tan necesitados. Daría el dinero, sin embargo, con una condición: Él y su esposa estaban casados durante muchos años y todavía no habían tenido hijos. Si el rabino les prometía un hijo, el hombre ayudaría a la Ieshivá.

La Ieshivá necesitaba el dinero desesperadamente. El rabino prometió al hombre adinerado que en el mérito de su Tzedaká (caridad) tendría un hijo. El hombre dio el dinero y la crisis disminuyó.

Pasó un año pero en la casa del adinerado donante ningún nacimiento tuvo lugar. Éste fue al director de la Ieshivá y dijo, “Usted me prometió un hijo. Yo cumplí mi parte del trato pero usted no ha cumplido la suya”. El rabino animó al hombre a tener fe y esperar pacientemente. Él estaba seguro de que en mérito de la Tzedaká, la pareja tendría un niño.

Otro año pasó sin novedades de un bebé. Para entonces el hombre adinerado fue a ver al rabino muy enojado. “¡Usted me engañó!¡Me prometió un hijo y no tuvimos ningún niño!”

El rabino fue a ver al Rebe, Rabi Iosef Itzjak Schneerson- el Rebe Anterior, y le contó toda la historia. “¿Quién te dijo que puedes prometer a alguien que será bendecido con hijos cuándo no puedes cumplir con tu palabra?”

“¡Pero Rebe!” el rabino contestó, “¡la Ieshivá estaba en una situación económica horrible y yo estaba seguro de que en mérito de su donación, que permitiría a centenares de estudiantes estudiar Torá, él y su esposa serían bendecidos con un niño!.”

“De todas formas,” dijo el Rebe, “está prohibido hacer una promesa que no se puede cumplir personalmente.”

Pasaron unos años. El hombre atormentaba al rabino diariamente. Día tras día lo confrontaba, y llorando amargamente preguntaba: “¿Dónde está el niño que me prometió?”

El rabino fue de nuevo al Rebe. “No me dejará tranquilo. No me permite vivir”, dijo el rabino al Rebe.

“Ve al hombre,” dijo el Rebe, “y dile en mi nombre que tendrá un niño este año. Pero nunca más vuelvas a hacer una promesa que no puedas mantener.”

Al año siguiente, el hombre y su esposa hicieron una gran celebración de Brit Milá (circuncisión) de su hijo.

Pollo a la miel

Pollo a la miel, apetitosa receta para disfrutar del pollo de una forma diferente. Si te gusta probar nuevos sabores esta receta es para vos.

Ingredientes:

1 pollo cortado en piezas.

4 cucharadas de miel.

4 cucharadas de jugo de Limón.

4 cucharadas de aceite.

4 cucharadas de salsa de soja.

Modo de preparar:

Se colocan las piezas de pollo en un recipiente con el pellejo hacia abajo.
Aparte se mezclan los ingredientes y se cocinan a fuego lento hasta que se disuelvan.

Se vierte esta salsa sobre el pollo y se hornea destapando durante una hora. Después se voltea las piezas de pollo, se bañan con su jugo y se siguen horneando hasta que doren.

¿Cómo te salió? Si te gustó, ¡compartila!

12 enseñanzas del autor del Tania

El 24 de tevet (17 de enero de 2023) se cumplen 211 años del fallecimiento de Rabi Shneur Zalman de Liadi, fundador de la rama jasídica Jabad.

He aquí una compilación de 12 de sus enseñanzas:

1. Esto es lo que es el hombre; éste es el propósito de su creación y de la creación de todos los mundos, Supremos e Inferiores- el de constituir una morada para Di-s en el mundo físico.

2. Un poco de luz disipa mucha oscuridad.

3. En virtud de su naturaleza innata, la mente gobierna el corazón.

4.  La Plegaria sin la dirección del corazón, es como un cuerpo sin un alma… el Amor a Di-s y el Temor a Di-s son las alas con las cuales una acción sube hacia el cielo.

 5. Cada individuo judío, virtuoso o inicuo, tiene dos almas… Un alma deriva de la klipá (las “cáscaras” de creación) y sitrá ajará (el “otro lado”), y se enviste en la sangre para animar al cuerpo… De ella derivan los rasgos negativos… y también los rasgos compasivos instintivos del judío… El segundo alma en el judío es literalmente “una parte de Di-s de lo Alto.”

6. Si al ojo humano le fuera permitido ver la vitalidad espiritual que fluye de la pronunciación de boca de Di-s en cada creación, no veríamos la materialidad, grosería y tangibilidad de la creación, pues ésta se vería absolutamente anulada con respecto a la Fuerza Divina.

7. Rabí Mordejai de Hodorok, discípulo de Rabi Shneur Zalman, dijo: La primer cosa que oímos del Rebe fue: “Lo que está prohibido, no se debe; y lo que está permitido, no se necesita”.

8. A un discípulo que se quejó de sus problemas financieros. respondió Rabi Shneur Zalman: Tú hablas de lo que tú necesitas, pero no dices nada acerca de para qué Te necesitan.

9. “Quien está satisfecho con su porción” (Ética de los Padres 4:1) describe una tremenda virtud en los aspectos materiales, y un tremendo fracaso en todos que pertenece a los logros espirituales personales.

10. En realidad, cada mitzvá es tan supra-racional como la ley de la Vaca Roja. Sólo que la Voluntad Divina se revela a nosotros en grados variantes de “vestimentas” racionales.

11. El corazón judío es un carbón de fuego lánguido. Las palabras de la Plegaria son los fuelles que lo abanican y lo convierten en una llama rugiente.

12. Los discípulos de Rabí Shneur Zalman decían: Nuestro Rebe resucita a los muertos. ¿Qué es un cadáver? Algo frío e insensible. La vida es movimiento, calor, pasión. ¿Existe algo más helado, frío e insensible que el intelecto natural? Pero cuando la mente entiende, comprende y se conmociona por una idea Divina – ¿Acaso no se trata de la resurrección de un muerto?

Mujer, el ascenso de escalones espirituales

Coraje, valor, amor y devoción…“Fue merced a las mujeres rectas de esa generación, que nuestro pueblo fue liberado de Egipto y mereció recibir la Torá…”

Cuando nuestros antepasados eran esclavos en Egipto, estaban rodeados de una degeneración social del orden más bajo. Los judíos, que estuvieron sometidos a este medio ambiente durante más de doscientos años, lamentablemente se vieron influenciados por él.

Para el ser humano, hay cuarenta y nueve escalones de santidad espiritual y cuarenta y nueve escalones correspondientes de impiedad, o impureza espiritual. Una vez que se alcanza al quincuagésimo escalón en cualquiera de las dos direcciones, se está más allá del punto de retorno, ya sea de la santidad o, Di-s no lo permita, de la impiedad. Cuando Di-s nos sacó de Egipto, nos hallábamos en el escalón cuarenta y nueve de la impureza. Nuestros Sabios enseñan que, de haber permanecido en Egipto un sólo día más, nos habríamos hundido a un nivel demasiado bajo como para poder ser rescatados; nuestro descenso espiritual habría sido inexorablemente irreversible.

La palabra hebrea correspondiente a Egipto, Mitzraim, está etimológicamente vinculada con la palabra hebrea correspondiente a limitaciones, metzarím, lo cual indica que, así como estábamos físicamente esclavizados, también estábamos espiritualmente esclavizados o limitados. Nuestra alma, que halla expresión en la santidad, se hallaba prisionera y frustrada por la degeneración espiritual en la que nos habíamos sumido.

Cuarenta y nueve días después del Éxodo, recibimos la Torá en Har Sinai -el Monte Sinaí-. El día que la recibimos nos hallábamos en el escalón cuarenta y nueve de santidad. Cada día, desde el momento en que salimos de Egipto, fuimos ascendidos cada vez más alto en la escalera espiritual, de manera que, como nación, habíamos alcanzado nuestro nivel más elevado cuando se nos entregó la Torá.

¿Qué causó una transformación tan radical en un período tan breve?, ¿Cómo rompió una nación entera con sus anteriores hábitos y actitudes de manera tan absoluta?

En gran medida, precisamente fue merced a las mujeres rectas de esa generación, que nuestro pueblo fue liberado de Egipto y mereció recibir la Torá. La valentía y la perseverancia permearon todos sus actos, mediante la meticulosa observancia de las leyes de la Torá, en particular las leyes relativas a la mikvá. Cuando el Faraón decretó que todos los niños judíos fueran arrojados al río Nilo, Amram, el dirigente del pueblo judío, se separó de su mujer, lojeved. No quería traer hijos al mundo para que sufrieran la muerte segura. Siguiendo su ejemplo, todos los hombres se separaron también de sus mujeres. La joven hija de Amram, Miriam, se acercó a su padre y le dijo:

¡Eres peor que el Faraón! ¡Su decreto sólo es en contra de los niños judíos, los varones, en tanto que tú estás condenando a las niñas también!” (Éxodo; Rashi, 2:1). El argumento causó una impresión tan fuerte en Amram, que este retornó a su mujer, y los demás hombres siguieron su ejemplo. Como resultado de la reunión entre Amram y lojeved, nació Moshé. Precisamente fue Moshé quien condujo a la renacida nación judía fuera de su esclavitud física y espiritual. Cuando nació Moshé, lojeved lo salvó del cruel decreto del Faraón. Lo puso en un cesto y lo escondió entre los juncos de las riberas del Nilo. Fue Miriam, la hermana de seis años de Moshé, la que cuidó de su hermano recién nacido en estas primeras horas decisivas. Fue Miriam quien observó poco después cómo Batia, la hija del Faraón, sacaba a Moshé del agua. La pequeña niña se aproximó a la princesa y le propuso que el niño fuera amamantado por una mujer judía. Posteriormente, Miriam se ocupó de que su hermanito fuese atendido por su propia madre, Iojeved, y con lo cual aseguró que Moshé estuviese expuesto a la influencia judía. ¡Qué tarea increíble para una niña tan joven, y sin embargo éste es sólo un ejemplo de la fortaleza y el valor de las mujeres judías de Egipto!

En otra oportunidad, Iojeved y Miriam también hicieron gala de enorme coraje y valor. En el desempeño de su tarea como parteras de las mujeres judías en Egipto, las atendían con gran amor y devoción y las alentaban en todo lo posible. Cuando el Faraón decretó que se ahogara a todos los niños judíos, naturalmente llamó a Iojeved y a Miriam y les ordenó que cooperasen con él e informasen a sus hombres acerca del nacimiento de todos los varones judíos. No sólo Iojeved y Miriam no informaron acerca del nacimiento de los niños judíos, sino que, a costa de grandes sacrificios, continuaron ayudando a traer al mundo a niños judíos y a atenderlos, a éstos y a sus madres. Podrían haberse negado a continuar con su labor y haber dejado que otras personas ejecutaran el malvado decreto del Faraón. Sin embargo, se mantuvieron firmes. Fue tal su abnegación, que el Todopoderoso las recompensó mediante la “Casa de Kehuná” (Kohanim) por Iojeved, y con la “Casa de la Realeza” por Miriam. Es evidente que estas hazañas de mujeres prepararon el terreno para la redención de la nación judía.

Todas las mujeres de esa generación dieron pruebas del mismo valor y mérito. Cuando sus maridos se separaron de ellas, estas mujeres hicieron un deliberado esfuerzo por mostrarse lo más atractivas que podían a fin de que sus esposos retornaran a ellas. Con tal finalidad, emplearon espejos y otros medios para realzar su belleza y lograron así reunirse nuevamente con sus maridos. Es significativo destacar que, muchos años después, cuando se ordenó a los judíos construir el Santuario en el desierto, una de las primeras vasijas que se les instruyó hacer fue el kior (jofaina de abluciones) que se hizo precisamente de estos mismos espejos. Las mujeres donaron estos espejos, símbolos de su fe en Di-s y devoción a sus esposos, para hacer esta sagrada vasija. Sin duda no es una coincidencia que estas se utilizaran para contener agua, símbolo de vida y pureza. Contrariamente a lo que la razón dictaba, estas mujeres deseaban traer hijos al mundo pese a las escasas probabilidades que éstos tenían de sobrevivir y de ser felices. Tener hijos, criarlos y transmitirles su fe en Di-s revestía para ellas la mayor importancia. Estas piadosas mujeres mantuvieron sus prioridades intactas durante todos los años de esclavitud y sacrificaron mucho en aras de la formación de una nación.

Podemos ahora comprender mejor cómo pudieron los judíos elevarse en un periodo tan breve de siete semanas y recibir la Torá. Decididamente el mérito corresponde a las madres que criaron a sus hijos de acuerdo con las normas de la Torá pese a la rigurosa oposición a la que tuvieron que hacer frente. Mantuvieron su identidad judía mediante el nombre, la forma de vestir y el idioma. Estos niños fueron criados con pureza y más tarde estuvieron en condiciones de purificarse.

En el curso de los siglos, la mujer judía ha permanecido fuerte y consagrada al cumplimiento de la voluntad de su Creador, en particular mediante su meticulosa observancia de las leyes de la Pureza de la Familia. Precisamente en razón de la importancia fundamental que reviste esta mitzvá fue encomendada a la mujer.

MASHA ZWEIBEL

Los 13 principios de Fe judía – Iesodot Haemuna

En su introducción al décimo capítulo del Tratado de Sanhedrín, Maimónides enumera los trece principios básicos de la fe judía. La palabra hebrea que Maimónides usa es iesodot, “fundamentos”: partes diferentes de un edificio podrían existir independientemente una de la otra, pero sin los fundamentos, todo el edificio se derrumbaría. Así también, cada uno de estos trece principios es un “fundamento” de toda la Torá.

1) Que el Creador alabado su nombre, creó y dirige el mundo, El únicamente hizo, hace y hará todos los hechos.

2) Que el Creador alabado su nombre no es corporal, no lo alcanzan las influencias corporales, y nada puede compararse a El.

3) Que el Creador no posee cuerpo ni forma alguna.

4) Que el Creador alabado su nombre, Él es el principio y la eternidad.

5) Que a El Creador alabado su nombre es digno de hacer Tefilá y no hay a quien pedir fuera de El.

6) Que todas las palabras de nuestros profetas son verdades.

7) Que la profecía de Moshe Rabeinu es verídica y él fue el padre de los profetas de todos los tiempos.

8) Que la Torá que tenemos es la misma que fue entregada a Moshe Rabienu.

9) Que esta Torá no será cambiada y no habrá otra del Todopoderoso.

10) Que el Creador alabado su nombre, sabe todo lo que la persona hace y conoce todos sus pensamientos.

11) Que el Creador alabado su nombre recompensa bien a los que cumplen sus Mitzvot y castiga a los que transgreden sus preceptos.

12) Que el Mashiaj vendrá. Y aunque se demore esperamos cada día su llegada.

13) Que los muertos van a resucitar cuando sea la voluntad del Todopoderoso, alabado su nombre.

El judio es igual a un nombre

“Y estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto” (SHEMOT 1:1)

El libro de Shemot abre con el versículo1

“Y estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto”, y a continuación la Torá enumera los nombres de los hijos de Israel. No es esta la primera vez que la Torá los menciona. 

Ya en la Parshá Vaigash e incluso en Parshiot anteriores se mencionan los nombres de los hijos de Iaakov. 

¿Por qué vuelve la Torá a detallarlos nuevamente? En el Midrash se dan al respecto dos explicaciones:

a) Al volver a repetir y enfatizar los nombres de los hijos de Israel la Torá nos insinúa que durante todos los años de su exilio en Egipto los israelitas “no cambiaron sus nombres”2, y que con los mismos nombres que ingresaron, luego salieron de Egipto.

b) Hashem los compara con las estrellas, sobre las cuales está escrito: “Él asigna un número a las estrellas, a todas llama con su nombre” 

Así también llamó a Israel con sus nombres, para subrayar su importancia, y de esa manera no lleguen a perderse y a desaparecer a causa del amargo exilio. Puesto que algo que es llamado por su nombre nunca se pierde.

 

QUIEN PRECISA DE UN NOMBRE

Las enseñanzas Jasídicas explican que el nombre representa un nivel externo de la persona y no está relacionado con su esencia interior, la verdadera. 

La persona para sí no necesita de un nombre; éste está destinado al otro, para que pueda llamarlo y relacionarse con él. Es decir, el nombre apunta a esa dimensión del alma donde el otro puede llegar. 

Esto se ve también en el versículo: “el rey, su nombre es el que se menciona sobre ellos (el pueblo)-sólo el nombre del rey se extiende sobre el país, pero el rey propiamente dicho está aislado, más allá del pueblo.

En cierta medida, esta sería la situación de las almas judías que descendieron a este mundo. 

El alma que mora dentro de un cuerpo físico, es apenas cual el nombre (un reflejo externo) frente a la esencia del alma que permanece arriba’. Solamente un reflejo del alma descendió aquí abajo y se invistió en un cuerpo material. La esencia del alma quedó arriba, abrazada y apegada al Altísimo6.

 

EL ALMA ES LIBRE

A eso aluden las palabras de la Torá: “Y estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto-Mitzraim”. Mitzraim- Egipto deriva del término meitzar- limitación y aprieto. 

Sólo el nombre de los hijos de Israel bajó a Egipto, el reflejo del alma es el que descendió a la estrechez y limitación de este mundo, a un terrible y duro exilio; pero no el alma misma, en la intensidad de su esencia.

El alma misma no fue al exilio, no está limitada por el mundo material y sus problemas. Ella sigue libre. Por eso tiene la posibilidad de nutrir al reflejo del alma que está en el cuerpo con la fuerza y la fortaleza para que no se vea afectada ni influenciada por las dificultades y los obstáculos, y que intensifique aún más su apego a Hashem también en pleno exilio.

 

A NO INTIMIDARSE

Con esta fuerza pudieron los hijos de Israel pasar por todas las dificultades del Exilio en Egipto y permanecer leales a su judaísmo e incluso cuidar sus nombres originales. 

Esta es la relación entre ambos comentarios del Midrash citados arriba: los israelitas guardaron sus nombres y su judaísmo en mérito a la fuerza derivada de la esencia de su alma que no fue al exilio.

En esto hay una enseñanza eterna: ¡Di-s libre que uno se vea intimidado por las dificultades!. ¡Nunca hay que darse por vencido!. Debemos recordar que el alma misma nunca fue a exilio. 

Ella no está su- peditada a los dictámenes del exilio, del Galut, y ella es la nos brinda la fuerza para no vernos impactados por las situaciones difíciles y que cumplimos como se debe con lo que Hashem quiere como nos lo expresa en la Torá y sus preceptos, hasta que lleguemos a la redención total con el Mashíaj, realmente pronto.

 

LIkutei Sijot Tomo 3 Pág. 843

 

Notas:

1.Shemot 1:1 

2.Paaneaj Razá princi- pio Parshat Shemot 

3.Tehilim 147:4 

4.Shemot Rabá Parshá 1:3 

5.Algo que posee un nombre no está expuesto al olvido. Esto se aprende de la Torá (Rambam Hiljot Matanot) 

6.Ver Brajot 10,a

El lider de toda “La generacion”

En 5760 visité París. Regresando a mi casa luego de realizar un trámite, tomé un taxi. El tráfico era infernal.

El taxista me preguntó por mi procedencia. Le dije que era judía. Entonces dijo: “¿Conoce al Rebe de Lubavitch?” Me sorprendí muchísimo pues estaba se- gura de que el chofer no era judío. Le respondí que era discípula del Rebe.

Entonces me contó:

“A pesar de que no soy judío, soy un gran admirador del Rebe de Lubavitch. Hace ocho años viajé a Nueva York para recibir su bendición y un dólar”. Sacó su billetera y me mostró una pequeña foto del Rebe y el dólar que le entregó.

Al notar mi sorpresa me dijo: “Todo comenzó durante una charla que un Rabino de Jabad dio en la universidad de Londres donde yo estudiaba. La mayoría de la audiencia era judía. Concurrí porque un amigo me invitó.

De la charla sólo recuerdo un punto. El Rabino explicó por qué en cada gene- ración existe un Moisés que dirige al pueblo judío y que a su vez, es el conducto para que reciban también influencia espiritual y material todos los pueblos del mundo. Yo entendí que se trataba del Rebe de Lubavitch.

Terminé mis estudios, y trabajé en una empresa de computación en Londres. Al poco tiempo la compañía quebró y quedé sin trabajo. Traté de hallar empleo pero no tuve éxito. Comencé a deprimirme. En invierno de 1992, sentado recordé la charla del Rabino. Debía ver al Moshé de la generación y pedir su ayuda. Decidí viajar a Nueva York. Mi esposa creyó que era una broma. Pero yo estaba decidido. Y viajé.

Mis amigos judíos me explicaron que el Rebe recibía a cada uno que deseaba los domingos por la mañana. El domingo siguiente yo estaba esperando en la larga fila. Llegó mi turno. El Rebe me miró con un rostro radiante. Debido a la emoción, sólo pude decir: “He venido de Inglaterra” El Rebe asintió y me dijo en inglés: “Todo se solucionará para bien. Y con la ayuda de Di-s serás chauffeur indépendant…….”

Me sorprendió que él ya sabía qué necesitaba y qué bendición darme. Encontré otro detalle. El Rebe dijo las palabras en francés aunque indiqué que era de Inglaterra. Luego me entregó un dólar, me deseó “éxito” y me indicó que entregara el billete para caridad.

Regresé a Londres. Mi esposa me contó que durante esos días estuvo pensando que lo ideal sería mudarnos a Francia. Estuve de acuerdo y viajamos a Paris.

Un amigo, que tenía una empresa de taxis, nos visitó. Llegamos a la conclusión de que lo ideal sería que trabajara de manera autónomo. Sólo que el trámite del permiso para ser chofer independiente era engorroso y

caro.

Esa misma semana recibimos tres ofertas de crédito de diferentes bancos. Mi mujer dijo: “Has recibido una bendición de tu Rebe. Debes tomar el préstamo “. La ley del país exige para la apertura de cualquier emprendimiento privado dos permisos: Uno municipal y otro del ministerio de trabajo. Recibí ambos permisos. Del ministerio de trabajo recibí una carta del jefe de área a mi nombre. A continuación del mismo se leía: “chauffeur indépendant”

“Sentí que la bendición del Rebe estaba relacionada con todo el desarrollo del tema. Hoy, gracias a Di-s, trabajo y tengo un buen sustento. Además, en el comedor de mi casa, junto a la foto de mi padre está la foto del Rebe… ”

10 de Tevet

El 3 de enero de 2023 es el 10 de Tevet, día de ayuno en conmemoración al sitio de la muralla de la ciudad de Jerusalem, lo que luego dió paso a la destrucción del Gran Templo.

Desde el día en que el pueblo de Israel entró a la Tierra Prometida, bajo el liderazgo de Iehoshúa, sucesor de Moshé, vivió en su tierra durante un período de 850 años dando a luz veinte generaciones de hijos y nietos, hasta que el despiadado Nabucodonosor, rey de Babilonia, se alzó en su contra y lo obligó a exiliarse.

De este período, 440 años transcurrieron hasta que Shlomó HaMélej (el Rey Salomón) construyó el primer Beit HaMikdash, y otros 410 años hasta que los ejércitos de los babilonios (cuyo reino estaba situado en la antigua Caldea, motivo por el cual el Talmud los denomina Casdím) lo destruyeron.

Cuando el pueblo de Israel entró por primera vez en la Tierra Prometida estaba destinado a permanecer allí eternamente, pues Di-s había dicho a Avraham (Génesis 13:15): Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Di-s sólo puso una condición:

Guardareis todos Mis estatutos y todas Mis leyes, y los cumpliréis no sea que la tierra en la cual Yo os introduzco para que habitéis en ella os vomite (Levítico 20:22); y no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes que vosotros (ibid. 18:28).

Rashi, en su comentario sobre este versículo, cita de Torat Kohanim:

Ello puede compararse con un príncipe al que se le dio comida en mal estado; como no la pudo retener la vomitó. De igual manera, la Tierra de Israel no puede contener a aquellos que pecan.

Muchas de las veintiún generaciones de judíos que poblaron la tierra al comienzo, no cumplieron los mandamientos de Di-s contaminándola con la veneración de ídolos. Abandonaron a Di-s y sirvieron a Baal y Ashtar. Dejaron al Di-s de sus padres y deificaron ídolos, haciendo abatirse la ira de Di-s sobre Iehudá y Jerusalén a raíz de sus pecados. Di-s envió profetas para reprenderlos, para inspirarlos al arrepentimiento y hacerlos retornar a El, pero el pueblo no prestó atención.

Incluso los jefes de los Kohaním y el pueblo cometieron enormes transgresiones como todas las abominaciones de las naciones, e impurificaron la Casa de Di-s que El había santificado en Jerusalén. Y el Di-s de sus padres rápidamente envió mensajeros, porque tenía compasión de Su pueblo y de Su lugar de morada, pero ellos se burlaron de los emisarios de Di-s, se mofaron de Su palabra y ridiculizaron a Sus Profetas, hasta que la ira de Di-s se alzó contra Su pueblo a tal punto que no hubo remedio (II Crónicas 36:14-16).

Los Sabios dijeron:

¿Con qué pueden compararse las diez tribus, y las tribus de Iehudá y Biniamín? Con dos personas que utilizaban una cobija nueva para cubrirse durante la época de lluvias. Una de ellas tiraba de un lado mientras que la otra tiraba del otro, hasta que se desgarró. De igual modo, las diez tribus no se abstuvieron de venerar ídolos en Shomrón, ni las tribus de Iehudá y Biniamín en Jerusalem, hasta que provocaron la destrucción de ésta.

Y aconteció a los nueve años de su reinado, en el décimo mes, a los diez días del mes, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ejército hacia Jerusalem y la sitió, levantando muros a su alrededor. Y la ciudad se mantuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado del rey Tzidkiahu. A los nueve días del mes el hambre prevaleció en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo. Y se abrió una brecha en el muro de la ciudad.. (II Reyes, 25:1-4).

Y en el mes quinto, a los diez días del mes… vino Nebucodonosor, capitán de la guardia… y quemó la Casa de Di-s, el palacio del rey y todas las casas de Jerusalem… Todos los muros que la rodeaban fueron destruidos… El resto de la multitud fue exiliada por Nevuzaradán (Jeremías 52:12).

Vemos, pues, que el 10 de Tevet -cuando se inició el sitio de Jerusalem- fue el comienzo de toda una cadena de calamidades que finalmente concluyó con la trágica destrucción del Beit HaMíkdash y el destierro de Iehudá.

BAJO ASEDIO Y EN PELIGRO

Como vimos anteriormente, durante el sitio de Jerusalem prevaleció el hambre. En Pesiktá Rabatí26 leemos:

Las hijas de Tzion se encontraban en los mercados, y al verse unas a otras, una preguntaba:

“¿Por qué motivo has venido hoy al mercado, cuando nunca antes en tu vida lo habías hecho?”

Y la otra respondía: “¿Debo ocultarte la verdad? La hambruna es muy dura y no la puedo soportar”.

Entonces se ayudaban entre sí e iban en busca [de comida] por toda la ciudad, sin encontrar nada. Se apoyaban sobre las columnas y morían en cada esquina. Sus bebés de pecho gateaban por todos lados, cada uno de ellos reconociendo a su madre, y trepándose a ellas trataban de amamantarse, intentando succionar leche, pero nada había. Y allí morían, sobre el regazo de sus madres.

En Ialkut Shimoní (Eijá 1), nuestros Sabios escriben:

Cuando el malvado [Nevuzaradán] vino a Jerusalem junto con sus aliados, pensó que conquistaría la ciudad rápidamente, pero Di-s fortaleció a sus residentes hasta el tercer año [del sitio], con la esperanza de que se arrepintieran. En aquel entonces había en Jerusalem varios hombres valientes, que lucharon contra los caldeos (babilonios), aniquilando a muchos de ellos. Entre estos se encontraba un poderoso guerrero llamado Ahvá ben Guevirti. Cuando los soldados enemigos lanzaban enormes rocas contra las murallas, intentando abrir una brecha en ellas, él las atajaba con sus manos y las lanzaba de vuelta a los soldados enemigos, matando a muchos de ellos. Incluso comenzó a detener las piedras con sus pies y arrojarlas de vuelta hacia el enemigo. Pero los pecados de la ciudad lo hicieron tambalear, y fue así que una fuerte ráfaga de viento lo hizo caer desde la muralla causando su muerte. Entonces las murallas de Jerusalem fueron quebradas y los babilonios entraron en la ciudad.

AYUNAR PARA CORREGIR LOS PECADOS

Maimónides escribe lo siguiente (Leyes del Ayuno 5):

El ayuno del 10 de Tevet es como los demás ayunos que fueron establecidos para lamentar la destrucción del Beit HaMikdash y el exilio de Israel. Sin embargo, el propósito principal del ayuno no es el dolor y el lamento, pues la aflicción sentida cuando tuvieron lugar estos acontecimientos fue suficiente. Por el contrario, su finalidad fundamental es la de estimular el arrepentimiento, recordarnos las malas acciones de nuestros antepasados, como así también las propias acciones que acarrearon, a ellos y a nosotros, grandes tribulaciones. Mediante el recuerdo de todo esto nos arrepentiremos y obraremos correctamente, como expresa el versículo (Levítico 26:4 “Y confesarán sus pecados y los pecados de sus antepasados por el mal que Me han causado…”.

Nuestros Sabios (Talmud Ierushaliní, Iomá 1) enseñaron: “Toda generación en la cual no es reconstruido el Beit HaMikdash, es considerada como si lo hubieran destruido”, puesto que cada generación tiene la capacidad de despertar la misericordia Divina, redimir a Israel de sus enemigos, reunir a sus exiliados de los lugares en que se encuentran dispersos, y reconstruir el Beit HaMíkdash.